¿QUÉ ES LA FE? LA FE ABARCA LA VERDAD, EL CORAJE, LA SABIDURÍA Y LA BUENA FORTUNA. INCLUYE LA COMPASIÓN Y LA HUMANIDAD, ASÍ COMO LA PAZ, LA CULTURA Y LA FELICIDAD. LA FE ES ESPERANZA ETERNA; ES EL SECRETO PARA EL AUTO-DESARROLLO SIN LÍMITES. LA FE ES EL PRINCIPIO BÁSICO DE CRECIMIENTO. (LAS DISCUSIONES SOBRE LA JUVENTUD, VOLUMEN 2, PÁGINAS 163/64).

¿QUÉ ES EL BUDISMO? ES EL NOMBRE DADO A LAS ENSEÑANZAS DE UN BUDA. "BUDA" SIGNIFICA "EL ILUMINADO”; ALGUIEN QUE PERCIBE LA ESENCIA O REALIDAD DE LA VIDA EN SU INTERIOR, ES UN SER ILUMINADO A LA VERDAD DE LA VIDA Y DEL UNIVERSO. A DIFERENCIA DE OTRAS RELIGIONES, EL BUDISMO NO ALEGA UNA REVELACIÓN DIVINA. COMIENZA CON UN HOMBRE, QUE A TRAVÉS DE SUS PROPIOS ESFUERZOS Y PERSEVERANCIA, DESCUBRIÓ LA REALIDAD DENTRO DE SÍ Y ENSEÑÓ QUE TODOS PODÍAN HACER LO MISMO. EL BUDA NO PUEDE SER DEFINIDO, COMO UN SER TRASCENDENTAL O SUPREMO. EN ESTE SENTIDO, EL BUDISMO, NO SOLO ES LA ENSEÑANZA DE UN BUDA, SINO LA ENSEÑANZA QUE POSIBILITA A TODAS LAS PERSONAS REVELAR SU NATURALEZA DE BUDA. EL BUDISMO ES UN SISTEMA PRÁCTICO DE ENSEÑANZA QUE NOS PERMITE CONCRETAR EL ESTADO IDEAL DE LA BUDEIDAD… LA PROPIA PERFECCIÓN.

¿QUE ES EL KOSEN-RUFU? “ES LA LUCHA PARA TRANSFORMAR LA VIDA DE LOS SERES HUMANOS, REVIRTIENDO LA OSCURIDAD QUE RESIDE EN EL INTERIOR DE SU VIDA, HACIENDOLO TOMAR CONCIENCIA DE SU NATURALEZA DE BUDA INHERENTE". LA ESENCIA DE “ESTABLECER LA ENSEÑANZA CORRECTA PARA ASEGURAR LA PAZ EN LA TIERRA” ESCRITO POR NICHIREN DAISHONIN, RADICA EN CONSTRUIR UNA RED DE PERSONAS DEDICADAS AL BIEN. PERO COMO ESTA CONTIENDA IMPLICA TRANSFORMAR DE RAÍZ LA VIDA DE LAS PERSONAS PROVOCARA RESISTENCIA EN CIERTOS SECTORES… ESTA GRAN BATALLA ES LA CLAVE PARA CREAR UN MUNDO DE PAZ Y DE FELICIDAD VERDADERAS, UNA TIERRA DE BUDAS.

YIGUIO Y KETA. PRÁCTICA PARA UNO MISMO Y PRÁCTICA PARA LOS DEMÁS. ESTOS ASPECTOS DEL BUDISMO VERDADERO SON: YIGUIO (PRÁCTICA PARA UNO MISMO) Y KETA (PRÁCTICA POR EL BIEN DE OTROS). AMBOS CONSTITUYEN UNA PRÁCTICA COMPLETA. SON COMO DOS RUEDAS QUE FUNCIONAN AL UNÍSONO PARA ADELANTAR NUESTRAS VIDAS, PARA MANIFESTAR NUESTRA ILUMINACIÓN INHERENTE.

¿QUE ES LA SOKA GAKKAI INTERNACIONAL (SGI)?...ES UNA ORGANIZACIÓN BASADA EN EL BUDISMO DE NICHIREN DAISHONIN, INSPIRADA EN EL RESPETO A LA VIDA, LA CONCIENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS, BUSCANDO DESPERTAR EN LAS PERSONAS EL ESPÍRITU DE RECONOCER, RESPETAR Y APRECIAR LAS SEMEJANZAS Y LAS DIFERENCIAS, PERMITIENDOLES FORTALECERSE Y TRANSFORMAR SU INTERIOR PARA DESARROLLAR SU MÁXIMO POTENCIAL, ASUMIENDO LA RESPONSABILIDAD DE SU PROPIA VIDA Y COMPROMETIENDOSE CON LA SOCIEDAD, EMPRENDER ACTIVIDADES EN SU VIDA COTIDIANA, PARA DESPLEGAR LA CAPACIDAD DE VIVIR CON CONFIANZA, CREANDO VALOR EN CUALQUIER CIRCUNSTANCIA Y CONTRIBUYENDO AL BIENESTAR DE AMIGOS, FAMILIARES Y SU COMUNIDAD…

…UNA DE LAS DIFICULTADES QUE LOS LATINOS TIENEN PARA COMPRENDER EL BUDISMO, radica en lo que el término "religión" significa en su ámbito social… Las religiones occidentales tienen sistemas jerárquicos en los que las reglas y los dogmas se establecen desde arriba hacia abajo… Ellas están basadas en la creencia de una deidad sobrenatural… La relación entre el maestro y el discípulo es interpretada como la de una persona que ciegamente, sigue a otra… VER MAS…

EL ESFUERZO DE NO RENDIRSE JAMAS. Vivimos una vida fragmentada y llena de conflictos. Estamos divididos en centenas de grupos de seres humanos, limitados por el miedo, la vergüenza, la culpa, la ira, las obsesiones y las emociones… esta lucha interna hace que no nos podamos entender… ¿Por que pasa esto...? VER MAS…

LA RECITACION DE LOS CAPITULOS “MEDIOS HABILES” Y “DURACION DE LA VIDA”. Carta a la esposa de Hiki Daigaku Saburo Yoshimoto. Este Ghoso, nos acerca a un precepto conocido como “seguir las costumbres de la región”. El significa que, mientras no esté en juego ninguna trasgresión grave, no se debe ir contra las tradiciones y costumbres de un país, región o comunidad, aunque debamos apartarnos ligeramente de las enseñanzas. Este criterio fue establecido por el Buda... VER MAS…

LAS REUNIONES DE DIALOGO O ZADANKAI, SON UN OASIS…En la actualidad, el egoísmo desmedido, provoca profundos trastornos en el corazón humano y estamos perdiendo la coexistencia con la naturaleza; por ello estos mini cónclaves de miembros de todas las edades, razas, intereses y antecedentes, son un foro de intercambio rico y refrescante. En un mundo afectado por la "DESERTIFICACION SOCIAL", estas reuniones son un oasis, en el que los seres humanos en forma individual, se esfuerzan en concretar la paz mundial y la prosperidad de la sociedad humana. ...Como budistas, al establecer una condición de paz interior en la vida cotidiana, contribuimos con la paz del mundo, posibilitando a cada uno, desarrollar su potencial inherente... VER MAS…

BODHISATVA " JAMAS DESPRECIAR" : EL CAMINO DEL RESPETO


El corazón humano no sólo es capaz de una gran nobleza sino también de una violenta brutalidad. La capacidad para dirigir la orientación de nuestro corazón es una de las características que nos distinguen de otros animales.

Uno ve ejemplos de las nobles posibilidades del espíritu humano en casos cotidianos como el de la voluntad de un padre por sacrificar su comodidad personal por su hijo, o en un súbito acto de amabilidad entre extraños: un impulso hacia el altruismo y un esfuerzo por la felicidad de los demás. Sin embargo, ese mismo corazón puede volverse furioso por las oscuras corrientes de la ira, la intolerancia, el resentimiento y el desprecio hacia sí mismo. Para entender el horrendo alcance de estos impulsos dentro de nosotros, basta con examinar las experiencias de personas comunes que se ven atrapadas por el arrasante infierno de las guerras.

Es la simple orientación de nuestro corazón lo que, a fin de cuentas, determina si creamos sociedades caracterizadas por la felicidad y la dignidad, o mutiladas por los conflictos, el temor y la desesperación.

El budismo analiza las potencialidades duales de la vida enseñando que todas las personas, sin excepción, poseen una naturaleza de Buda iluminada que da origen a un ilimitado potencial positivo, y que puede hacer que el vivir se convierta en una experiencia maravillosa. Una realidad igualmente fundamental en la vida de cada persona, sin embargo, es que el origen de la maldad yace en la ilusión, es decir, la oscuridad. La ilusión es, en realidad, lo que hace difícil que las personas reconozcan su propia capacidad tanto para una profunda virtud como para una profunda maldad.

¿Cómo dirigimos nuestra vida hacia sus potencialidades positivas, creadoras de valor? Esto es algo que debe estar en el corazón de la religión y de la ética.

El Sutra del loto, el cual Nichiren Daishonin considera es la enseñanza que condensa la esencia de la iluminación del Buda, ofrece una respuesta aparentemente simple. Esta respuesta está implícita en la historia del bodhisattva Jamás Despreciar.

Según aparece descrito en el Sutra del loto, Jamás Despreciar vivió en el pasado remoto. Su práctica era inclinarse en reverencia ante toda persona con la que se encontraba y alabar la naturaleza de Buda inherente a esa persona. Esto, no obstante, sólo provocaba violencia e insultos a cambio. Las afirmaciones de Jamás Despreciar, sin duda alguna desafiaban las suposiciones negativas profundamente arraigadas en las personas acerca de la naturaleza de la vida. Pero esas reacciones, no lograban perturbar las convicciones de este personaje. Él simplemente se retiraba a una distancia segura y repetía su reverencia, honrando el potencial para el bien que anidaba dentro de sus perseguidores. Con el tiempo, como resultado de estas acciones, la condición humana de Jamás Despreciar llegó a brillar a tal punto que quienes lo habían despreciado se sintieron impulsados a convertirse en sus discípulos, para así entrar al camino por el que ellos mismos podían lograr la Budeidad.

El sutra describe la manera en que, después de relatar la historia, el Buda Shakyamuni revela que Jamás Despreciar era él mismo, en una existencia previa. Existe una clara implicación de que su comportamiento en la vida en que había sido Jamás Despreciar, fue la causa original para la iluminación de Shakyamuni.

Nichiren escribe, "El corazón de todas las enseñanzas de la vida del Buda es el Sutra del loto, y el corazón de la práctica del Sutra del loto se encuentra en el capítulo 'Jamás Despreciar'. ¿Qué significa el profundo respeto del Bodhisattva Jamás Despreciar por las personas? El propósito de que haya aparecido en este mundo el Buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas, yace en su comportamiento como ser humano".

Aunque el budismo suele ser considerado una filosofía muy abstracta, en la práctica está lejos de serlo. La descripción de la naturaleza de Buda no ha de hallarse en la teoría, está en el comportamiento de este humilde bodhisattva. Un Buda no es un ser extraordinario, es una persona que está profundamente consciente del potencial positivo que yace dentro de su propia vida y dentro de la vida de todos los demás. También es una persona que lucha por ayudar a otros a hacer emerger este potencial.

Nichiren aclara que el respeto a los demás, tal como lo ejemplifican las acciones del bodhisattva Jamás Despreciar, constituye la esencia de la práctica budista y la manera correcta en que los seres humanos deben comportarse. Ese respeto no se limita a una consideración pasiva de los demás; es un valiente compromiso de nuestra condición humana.

Aunque simple en su formulación, esa actitud representa en la práctica el camino más desafiante. No obstante, el esfuerzo requerido es, precisamente, esa energía fundamental que puede originar una positiva transformación de la sociedad. Como escribe el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, "La clave para que florezca el humanismo pregonado en las enseñanzas budistas es la absoluta convicción en la bondad esencial del ser humano y la dedicación a cultivar esa bondad, tanto en uno mismo como en los demás".

REVISTA SGI QUARTERLY, ABRIL DE 2005

ALGO MAS SOBRE LA DUDA

Lograr la Budeidad significa adquirir el estado en el cual uno siempre renace desbordante de fuerza vital, potente y profusa. Así, es posible actuar hasta sentir genuina satisfacción interior, sobre la base de un profundo sentido de misión: así, uno puede lograr todas sus metas y acumular una buena fortuna que nada consiga destruir.
Porque podemos guiar decenas, cientos, miles, decenas de millones de veces nuestras vidas en esta dirección, nuestra felicidad no sabe de fronteras. Quien no aspira a una vida de felicidad así, quien busca, codiciosamente, alegrías minúsculas, como ser humano es digno de lástima.

"Cuanto más se deshacen los apegos y se provoca la duda, mayores son las dificultades que surgen. Ya que estamos 'deshaciéndonos de los apegos y provocando la duda' para mejorar radicalmente la vida de las personas, es imposible que no asomen dificultades tremendas en nuestra lucha. Al mismo tiempo, nuestro trabajo se centra en el mundo entero. Estamos instrumentando este principio de deshacerse del apego y provocar la duda en el escenario mundial. Mientras difundamos la paz y la cultura, la amistad y la educación, estamos cambiando profundamente las ideas del pueblo sobre el Budismo y sobre el sentido de la vida humana".

Podríamos decir que existen dos tipos de dudas, en tanto obstaculizan o favorecen el desenvolvimiento espiritual:
1. La que surge de la investigación de la Doctrina, e incrementa la sabiduría.
2. La que nace de la ilusión; es la escéptica, y mantiene en la ignorancia.

Sobre la duda se construye el progreso del ser humano. Si el primate, nuestro progenitor, no hubiese dudado de que un pedazo de hueso podía ser usado como arma - pensamiento que, en la película 2001 Odisea en el espacio simboliza la evolución - probablemente, nosotros no estaríamos aquí razonando. Si a Kepler no le hubiesen surgido dudas sobre la exactitud de los cálculos de los movimientos planetarios, estaríamos todavía regocijándonos con la idea de que la tierra, y por ende el Hombre (probablemente también blanco y occidental) fuese el centro del universo.

La duda relativiza, nos permite redimensionar los absolutos, ser más humildes, aceptar las diferencias, abrirnos al diálogo y a las buenas ideas. Hasta aquellas, absolutamente negadas por las apariencias, como el hecho, por ejemplo, de que la suma de los ángulos internos de un triángulo no sea 180 grados, sino algo más o menos, según el tipo de curvatura del espacio.

Se dice muy a menudo, que el filosofo para trabajar necesita papel y lápiz, el científico necesita también de una papelera, justo porque pone en duda sistemáticamente cualquier cosa, verificando la exactitud de los datos basándose en ciertas reglas, listo a emprender nuevos caminos, si el que se ha recorrido no es satisfactorio.

El método critico del estudioso, que se abstiene del aceptar o del formular juicios o verdades sin antes haberlos examinado, y hasta tanto que la prueba evidente no es acertada, es definido "duda metódica", o sea la suspensión voluntaria (o sistemática) de la verdad, comúnmente admitida, para buscar el fundamento, demostrarla, reconocer sus limites, darle su verdadero valor.

Podemos decir que ésta continua verificación esta también en la base del Budismo de Nichiren Daishonin, cuya validez viene comprobada diariamente en la vida de cada creyente. Es lo que comúnmente se define como "espíritu de búsqueda"; son las grandes preguntas las que empujaron a Shakyamuni a indagar sobre las causas del sufrimiento y a llevarlo a fundar una nueva religión. La duda, fue crucial también en la base del recorrido espiritual de Nichiren, que así se expresó al comienzo del tratado La apertura de los ojos: "¿Por qué los dioses no me asisten? Las varias autoridades guardianas del cielo juraron frente al Buda [de proteger al Devoto del Sutra del Loto]...¿El hecho que no lo hagan, significa probablemente, que yo no soy el Devoto del Sutra del Loto? Esta duda es el punto esencial de este, mi tratado. Y ya que es de importancia capital para mi vida, lo evidenciaré varias veces y lo profundizaré antes de tratar de contestarles."

Hasta este momento, hemos hablado de construcción, de búsqueda, de profundización. En otras palabras, de una actitud dirigida hacia el futuro. Por lo cual como vimos no podemos considerar a la duda como problema pero si al sentimiento que la genera.

El aspecto negativo de la duda, su función paralizante, es aquella expresada en su misma definición: "Estado de incertidumbre y de perplejidad (de la mente y del espíritu), por el cual no se posee un juicio seguro, una opinión exacta, una decisión convencida, como tampoco se está en condición de creer, conocer, actuar con firmeza, confianza, constancia o satisfacción".

Esta incertidumbre de la mente, incesantemente incluida en las preguntas "Lo habré hecho bien, o, lo habré hecho mal" o "Hago esto o aquello", incapaz de formar juicios y de actuar consecuentemente, podría por ejemplo, ser tomada, desde el punto de vista budista, como un bloqueo en la relación entre el individuo y el ambiente.

La indecisión lleva a la pasividad, a la sumisión, a la insatisfacción. A una vida que se deja vivir, no a una existencia dirigida y consciente. A la parálisis en el presente y al remordimiento del pasado,.

Qué es lo que genera todo esto? Seguramente el temor de cumplir alguna acción sin la garantía del éxito, el miedo de perder, o de equivocarse, pero probablemente también el egoísmo, la arrogancia, la dificultad de aceptar ser cuestionados. En último análisis, la falta de confianza en sí mismo, y por consecuencia, en los demás.

La actitud opuesta, o sea aquella de la absoluta certeza de aquella acción en aquel instante, lleva a resultados admirables. Las crónicas cuentan por ejemplo, de una mujer frágil que logró levantar un camión que había atropellado a su hijo, mientras Nichiren Daishonin del General Tigre de Piedra, que clavó una flecha en una roca confundiéndola por el tigre que había matado a su madre.

Vittorio Zucconi cuenta en su D, el suplemento femenino de la revista La república, la historia de una muchacha que saliendo de un supermercado, fue amenazada por un violador armado con un picahielos. La mujer lo trató amablemente, lo invitó a su casa, le preparó la cena, lo puso a hablar, lo hizo sentirse cómodo y a la final el hombre se hizo llevar a otro sitio, y la dejó libre sin haberla ni siquiera tocado.

Qué hubiese ocurrido, si en vez de mantener esa actitud, ella hubiese, por un momento, prestado oído a su miedo y a las dudas que seguramente se agitaban en su interior?
En una autopista a 130 Kms. por hora explota un caucho. Silencio de ultratumba.

Momentos cruciales, en los cuales el chofer logra llevar el auto a salvo al canal de emergencia, ¿Qué hubiese ocurrido si uno o más pasajeros se hubiesen dejado llevar por el pánico?

Las escrituras budistas exhortan a volverse dueños de la propia mente donde "mente" indica el núcleo del ser humano, la totalidad de sus funciones intelectuales y emotivas. En realidad, entonces volverse dueño de sí mismo, construir internamente aquella solidez que Nichiren define "el palacio de la novena conciencia", la Budeidad. Creer en la propia Budeidad, significa creer en sí mismo. Esto es lo que significa la frase: "Ninguna duda equivale a fe".

Es construir también, la conciencia de que esta Budeidad es el sutil hilo, que une cada fenómeno del universo, según el principio de Shojo jisso, "La verdadera entidad de todos los fenómenos", también definido Ichinen Sanzen o "tres mil condiciones en un instante de vida". Esto equivale a creer que, cuanto mayor es nuestra convicción, tanto más fuerte serán los efectos sobre nosotros mismos y sobre el ambiente.

Desconfianza de sí mismo es la peor de las dudas. En cuanto a ésto, Tien-t'ai declara, "La falta de fe en sí mismo significa que usted se menosprecia a sí mismo, pensando que no es merecedor y capaz de poder llevar a cabo la práctica budista." De esta manera, señala como la desconfianza de nosotros mismos puede prevenirnos en lograr beneficios y puede llevarnos hasta el punto de abandonar nuestra práctica budista.

Lamentablemente, estamos viviendo en una época de escepticismo, en la cual es muy fácil para la gente desconfiar de todo, comenzando con ellos mismos. Mucha gente no tiene confianza en la política, educación, la prensa, religión y hasta la misma raza humana. Esta "lista de desconfianza" sigue creciendo sin límite. Sin embargo, al tope de dicha lista, está la desconfianza de sí mismo.

Así que vemos aquí, un ciclo vicioso: La desconfianza en uno mismo afecta desfavorablemente nuestro ego y auto-estima, lo cual últimamente degrada la sociedad aun más. Una de las grandes metas del Budismo es eliminar la desconfianza de sí mismo de la faz de la tierra y ayudar a cada individuo establecer una verdadera confianza en sí mismo.

En "La apertura de los ojos", Nichiren Daishonin dice: "Aunque yo y mis discípulos debamos enfrentar diversas dificultades, si no albergamos dudas en nuestro corazón, naturalmente manifestaremos la Budeidad. No duden tan sólo porque el cielo no les brinde su protección.


No se desalienten porque no gozan de una vida fácil y segura en esta existencia. Es lo que vine enseñando a mis discípulos mañana y noche, y sin embargo comienzan a albergar dudas y a abandonar la fe. Los necios tienden a olvidar sus promesas cuando llega el momento crucial".

Dice el Gosho: "El gran maestro Dengyo declaró que el poder del Sutra del Loto le permite a cualquier persona manifestar su propia Budeidad. Lo señaló, porque hasta la hija del Rey Dragón pudo lograr la Budeidad mediante el poder del Sutra del Loto. No dude de esto en absoluto". Como vemos aquí, y en muchos otros escritos, Nichiren Daishonin invariablemente respalda sus argumentos con citas documentales. Como lo indica el Daishonin al final de esta carta cuando escribe "no dude de esto en lo absoluto", es necesario tener gran convicción y vivir con franca esperanza, tanto de jóvenes como de viejos.

Cuando adquirimos una esperanza radiante, podemos escrutar nuestros sufrimientos del pasado con calma y compostura, podemos comprobar cuántas veces nos ahogamos en una vaso de agua, dando a nuestros obstáculos mucho mayor trascendencia de la que realmente tenían.

Por lo tanto no debemos dudar del poder de la Ley Mística y de que cada persona puede manifestar la iluminación. "Si encontramos tales prodigios aún entre las cosas más simples de este mundo, cuánto más prodigioso será el poder de la Ley Mística! La vida de los hombres y mujeres comunes está presa en los grilletes del karma negativo, los deseos mundanos y los sufrimientos innatos del nacimiento y de la muerte. Pero debido a los tres potenciales inherentes a la naturaleza de Buda, -la Budeidad innata, la sabiduría para tomar conciencia de ella y la acción de manifestarla-, nuestra vida puede llegar a revelar, sin ninguna duda, las tres propiedades".

Seguramente, es mucho más fácil reconocer este poder intrínseco de la existencia en los momentos cruciales, donde se trata de vida o de muerte, porque en tales circunstancias, no hay otra alternativa o la posibilidad de postergar. Mucho más difícil, es superar la cotidiana parálisis de la duda y las frecuentes angustias del remordimiento.


Incertidumbres, indecisiones que nos arrastran por meses, años. Que desgastan. Crean insatisfacciones, destruyen la confianza en sí mismo.

Sin actuar, es imposible cambiar, construir la propia autoreforma. El Budismo queda entonces como una filosofía abstracta y no un instrumento práctico para realizarnos nosotros mismos. Una teoría para entender, no un medio para cambiar y para vivir una existencia sin remordimientos.

El Buda no es un ser imaginario ni un ideal ético, sino una existencia real que yace en la profundidad de la vida humana, que comprendió Shakyamuni con su profunda percepción. Nagarjuna dice: "El Buda es el supremo de todos los seres". El estado de Buda indica el más esplendente estado de la vida o la vida más pura y poderosa.

"Nichiren Daishonin enseña que manifestar la Budeidad no es cuestión de 'convertirse' en un buda sino de 'revelar' el Buda que uno lleva intrínsecamente dentro de su propia vida, es decir, de 'cultivar' la propia condición de Budeidad. El presidente Toda decía:

'Lograr la Budeidad no significa que uno se convierta en un Buda ni que ande intentándolo. En cambio, quiere decir que uno crea honestamente en las palabras del Daishonin -'un mortal común es un ser supremo' y 'todos los fenómenos manifiestan la verdadera entidad de la vida'- y que tome conciencia de su propia identidad: es decir, que cada uno es un buda que existe desde el remoto pasado y a lo largo del futuro infinito'".

El propósito de la fe consiste en que logremos este estado de felicidad eterna. La nuestra es una existencia fugaz como un sueño. Practicamos la fe para poder despertar de ese sueño y construir firmemente un estado de felicidad eterna en lo profundo de nuestro ser, durante esta existencia. Eso quiere decir 'lograr la Budeidad en esta vida'. Y por eso, tenemos que empeñar todos los esfuerzos posibles en la fe".

Otro nombre con el cual se define la fuerza vital que emana de la entonación de Nam-myoho-rengue-kyo, podría ser aquel de "coraje". Un coraje, una energía que deben transformarse en una iniciativa - que puede expresarse en los tres niveles de pensamientos, palabras y acciones concretas -, un coraje que tendrá su éxito, no porque tenemos alguna garantía de antemano, si no más bien, en la medida en que le damos valor a nuestra oración. Lo que es también, el metro mediante el cual, podemos evaluar la eficacia del camino espiritual que hemos escogido.

Los mortales comunes son, simplemente Budas ilusionados; Budas que tienen que todavía comprender el poder absoluto de sus existencias -su identidad como entidades de Nam-myoho-rengue-kyo- El Daishonin ilustra este punto cuando dice: Si el corazón de las personas es impuro, la tierra en que viven también es impura. Pero que, si el corazón de las personas es puro, su tierra también lo será. No existen dos tierras que sean una pura y otra impura en sí mismas. La única diferencia yace en el bien o el mal de nuestro corazón.

Lo mismo sucede en el caso de un Buda y un hombre común. No se trata de dos entidades separadas. Uno se llama "mortal común" mientras duda de que la Budeidad y su propia vida son una misma cosa; pero una vez que percibe esta verdad, puede llamarse "buda".

Hasta un espejo percudido brilla como una gema, si se pule y se lo lustra. Una mente nublada por las ilusiones que se originan en la oscuridad fundamental de la vida es como un espejo percudido, pero, cuando se la pule, se vuelve clara y refleja la iluminación de la verdad inmutable.

"El hecho de que el buda busque abrir el portal de la sabiduría de Buda (es decir, el estado de Budeidad) a los seres vivientes significa que estos ya poseen la sabiduría de Buda en su propia vida, en forma inherente. La razón por la cual poseen la sabiduría de Buda es que, originariamente, todos son budas, Las palabras de Shakyamuni entrañan, en verdad, la gran declaración de que todos los seres vivientes son dignos de respeto supremo".


EL VASO...¿MEDIO LLENO O MEDIO VACIO?


La alegría de vivir surge de la pasión y se alimenta de la convicción. Pero a veces resulta mucho más fácil realizar proezas físicas que superar ciertas tendencias individuales que nos hacen sufrir.


El budismo define al ‘Demonio del Sexto Cielo’ como a aquel oscuro deseo de dominar que existe en la profundidad de la vida del ser humano. Esta tendencia es causa de separación y conflicto entre las personas. Podemos revertir esta tendencia.

“La oscuridad fundamental se manifiesta como Demonio del Sexto Cielo. La solidaridad profunda, el amor a la humanidad, el deseo de servir a los semejantes, son cualidades hermosas pero manifestarlas a través de actos cotidianos es algo extremadamente difícil. Aunque la gente lo entienda intelectualmente, por lo general no consigue captarlo con la profundidad de su vida. Esa imposibilidad no es otra que la oscuridad fundamental”.

Sabiduría del Sutra del Loto, Vol III, p.121

¿Por qué los budistas siempre hablan de obstáculos y demonios? ¿Por qué dicen que los sabios se regocijan cuando aparecen los obstáculos? ¿No sería mucho más sabio evitar los problemas, vivir y dejar vivir, escapando del sufrimiento?

Cada uno de nosotros llega a este mundo con infinitas ganas de vivir y la alegría propia de un niño. ¿Adónde va esta fuerza cuando crecemos y aprendemos a relacionarnos con el entorno?

En principio nunca perdemos las ganas de vivir: nos levantamos de la cama cada mañana porque tenemos pasión por vivir la vida. Pero a veces esta pasión se reduce a un sentido del deber o se hace obsesiva y nos empuja a buscar siempre lo mismo, por ejemplo, dinero, poder o amor… Cuando esto pasa, no logramos experimentar alegría por aquello que hacemos y no somos felices. Además, es importante que examinemos a qué dedicamos nuestra energía cada día.

Cuando actuamos movidos por ideas o sentimientos negativos (apatía, deber, miedo o ganas de dominar a otros, por ejemplo) exacerbamos lo que el budismo define como las cinco inclinaciones ilusorias propias del ser humano: ira, codicia, estupidez, arrogancia y duda. Estas tendencias vitales nos empujan a actuar de una forma que incrementa la separación y el enfrentamiento con los demás y son causa directa del sufrimiento propio y ajeno.

Si nos instalamos en la queja y los reproches estaremos alimentando un estado de sufrimiento permanente que frenará nuestro desarrollo y bloqueará la alegría, aunque estemos viviendo situaciones objetivamente favorables.

El escritor italiano del siglo XIX, Ippolito Nievo (1831-1861) decía que la alegría es la juventud eterna del espíritu. Nuestra alegría y bienestar no pueden estar reñidos con el bienestar de otros.
La auténtica alegría aparece y permanece cuando podemos compartirla, porque es imposible estar contentos cuando nos rodea el sufrimiento.
Hagamos lo que hagamos, seamos ejecutivo de cuentas, barrenderos o escritores, si no lo hacemos con pasión y alegría, ¡Vaya rollo!

¿Cómo puedo ser feliz? Esta es la pregunta del “millón”, y a todos, en un momento u otro, nos sobreviene este interrogante. Sin pretender hacer aquí una tesis sobre la felicidad sí podemos advertir que la línea que la separa de la infelicidad, de la frustración, de la sensación de derrota a veces es tan fina que podemos pasar de una a otra rápidamente, y sin saber bien por qué.

Si tener “todas las cosas” que deseamos nos trajera alegría, su consecución estaría bien definida. Pero los divanes están llenos de personas que se esforzaron toda su vida para “tenerlo todo” y que sin embargo se sienten infelices. ¿Qué ocurre entonces? Que no somos lo que tenemos, como ya decía Erich Fromm.

Si abrimos un periódico podemos encontrar casi a diario personas que hacen cosas extraordinarias. Suben a lo alto de montañas allí donde nunca subió nadie, nadan largas distancias para romper marcas, se comen no sé cuantos huevos de una sentada... Han superado a los otros, pero... ¿se han superado a sí mismos?, ¿cómo es su vida “detrás del escenario”?, ¿cómo viven, cómo se relacionan con los demás?, ¿ponen el mismo empeño en ser felices que en competir con los demás...?

¿Entonces?

No hay fórmulas mágicas para vivir alegres y felices, pero sí podríamos decir que un requisito para la felicidad es transformar nuestra vida desde lo más profundo, lo que Josei Toda llamó Revolución Humana.

Este germen del cambio de nuestra condición de vida nace en lo más profundo, donde se esconden los miedos, las dudas, los prejuicios... Pero en este mismo espacio radican nuestro coraje, nuestra luz, nuestra capacidad para poder variar el rumbo y levantarnos solos.

Entonces la pregunta podría ser formulada así: ¿hay otra manera de vivir? Y la respuesta, desde el humanismo sería: sí, por supuesto. Sólo hace falta querer dar el paso, tener la intención y estar dispuesto a cambiar desde dentro, desde uno hacia los demás, porque la solución y la felicidad dependen de cada persona.

Hay que estar dispuesto a entablar una lucha interior, entre la luz y la sombra, porque ahí estará la victoria. Y tener la convicción de que podemos ser felices aquí y ahora no importa cuáles sean las circunstancias pues tenemos la capacidad de cambiarlas. No hay que posponer la felicidad para un hipotético “mañana mejor”, aquí y ahora es cuando debemos tomar las riendas de nuestra vida y contagiar nuestra alegría a los que nos rodean.

La alegría del esfuerzo

La felicidad se encuentra en medio de la lucha. ¿Y qué significa esto? ¿Contra quién tenemos que batallar?

El budismo nos enseña que “no existen dos tierras que sean una pura y la otra impura en sí mismas. La única diferencia yace en el bien o el mal de nuestro corazón”. Es decir, que igual que todas las personas tenemos la capacidad ilimitada para cambiar nuestra realidad, también albergamos las tendencias que nos hacen sufrir.

La lucha para ser felices se da entre la fuerza que nos hace levantarnos solos, sacar coraje, sabiduría y esperanza y esa tendencia negativa que impide que todas estas cualidades se manifiesten plenamente.

El escenario de la batalla no es otro que nuestro propio corazón, de donde podemos sacar una alegría profunda. Cuando nos relacionamos con sinceridad y convicción con la Ley Mística de la que somos parte, Nam-myoho-rengue-kyo, y lo hacemos desde el corazón, sacando nuestra determinación de lo más profundo, sean cuales sean las circunstancias que atravesemos, podremos experimentar alegría. Esta es la alegría de quien ha vencido su oscuridad fundamental y quien, en medio de la batalla sigue en pie y no se deja vencer.

Esta lucha no es algo momentáneo, porque las tendencias que albergamos son como la sangre que nos recorre, por lo que habrá que estar alerta y, como nos dice Nichiren Daishonin, luchar incesantemente por nuestra felicidad y la de los demás, para que “los demonios no saquen ventaja”.

Llamemos a las cosas por su nombre

Tenemos derecho a ser felices, pero, ¿qué es ser feliz? Según la filosofía budista, se trata de manifestar un estado vital libre de ataduras, miedos y dudas, que no se deja influenciar por las circunstancias.

Bonito, pero ¿cómo se hace?

Hablar de la paz es fácil, pero resolver de manera pacífica los conflictos que nos tocan cada día requiere un cambio profundo en nuestro comportamiento. Hablar de ser fuerte es fácil pero otra cosa es sacar fuerza cuando tenemos miedo. Para que una bonita idea se convierta en una experiencia real en la vida es imprescindible que haya acciones concretas y espacios concretos donde esta experiencia pueda desarrollarse.

La propuesta de Soka Gakkai es muy pragmática: la reunión de diálogo es el espacio y el momento donde las personas pueden intercambiar ideas y experiencias con gente muy diferente y medir su propia capacidad de creer en la Budeidad de la gente común. Cuando las personas participamos en una reunión de diálogo solemos terminar con mucha más alegría que la que teníamos cuando llegamos. Esto está muy bien, pero más importante aún es que compartamos esta alegría con más gente y asentemos redes de respeto y humanismo.

Nos podríamos quedar hablando mil años de lo que haremos y de nuestros proyectos sin mover un paso: es lo que pasa cuando nos falta el coraje de encarar nuestras tendencias y problemas, y es exactamente esto lo que nos impide desarrollarnos, avanzar y ser felices.


La alegría surge allí donde existe la convicción de que podemos mejorar nuestra vida, y cuando falta convicción, todas las acciones que emprendemos serán débiles y confusas.

La Soka Gakkai insiste en que las personas podemos contagiarnos mutuamente la fuerza y la alegría, apoyándonos y aprendiendo los unos de los otros a ser felices.

“Nadie puede manifestar la Iluminación sin emprender un cambio profundo en su propia vida; es decir, sin transformar su disposición espiritual y su mente”.

(Logro de la Budeidad en esta existencia)





BUEN KARMA

  1. Ten en cuenta que los grandes amores y logros entrañan un gran riesgo.
  2. Si pierdes, no pierdas la lección.
  3. Aplica las tres erres:
    Respétate a ti mismo, Respeta a los demás, y Responsabilízate de tus acciones.
  4. Recuerda que a veces, no conseguir lo que quieres, es un maravilloso golpe de suerte.
  5. Aprende las reglas para que sepas incumplirlas cuando conviene.
  6. No permitas que una pequeña discusión empañe una gran relación.
  7. Cuando te des cuenta de que has cometido un error, toma inmediatamente las medidas necesarias para corregirlo.
  8. Pasa algún tiempo solo todos los días.
  9. Abre tus brazos al cambio, pero no abandones tus valores.
  10. Recuerda que, a veces, el silencio es la mejor respuesta.
  11. Vive una vida honrada. Después, cuando seas mayor y mires hacia atrás, serás capaz de disfrutarla de nuevo.
  12. Un entorno de amor en tu hogar es la base de tu vida.
  13. Cuando no estés de acuerdo con tus seres queridos, preocúpate únicamente por la situación actual. No hagas referencias a anteriores disputas.
  14. Comparte tus conocimientos. Es la forma de lograr la inmortalidad.
  15. Sé bueno con la Madre Tierra.
  16. Una vez al año, acude a un lugar al que nunca hayas ido antes.
  17. Recuerda que la mejor relación es aquella en la que el amor mutuo es mayor que la necesidad mutua.
  18. Juzga tu éxito en función de aquello a lo que has renunciado para conseguirlo.
  19. Ama y cocina con absoluto derroche.

TRANSFORMAR VENENO EN MEDICINA

Los miembros de la SGI a menudo se refieren a la expresión "transformar veneno en medicina", cuando explican de qué manera su práctica budista les ha permitido transformar una situación difícil, negativa o dolorosa en algo positivo.

En su sentido más esencial, "transformar veneno en medicina" indica la transformación de impulsos ilusorios en iluminación.

El Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría, atribuido a Nagarjuna, filósofo budista indio del siglo tercero, compara el Sutra del loto con "un gran médico que cambia veneno en medicina".

La razón es que el Sutra del loto abre la posibilidad de la iluminación a personas cuya arrogancia y autocomplacencia han hecho que "quemaran las semillas de la budeidad".

En sutras previos al Sutra del loto, a esa gente se le había negado la posibilidad de llegar a ser budas.

Una implicancia importante de este principio, entonces, es que no hay nadie que no pueda manifestar la budeidad. En su escrito "Sobre escuchar primero la enseñanza del vehículo supremo", Nichiren desarrolla ese concepto y declara que mediante el poder de la Ley Mística de Nam-myoho-renge-kyo, uno puede transformar los tres senderos de los impulsos ilusorios, el karma y los sufrimientos en las tres virtudes del Buda: el cuerpo del dharma, la sabiduría y la emancipación.

Eso significa que cualquier situación desfavorable se puede modificar y convertir en una fuente de valor.

Es al desafiar y superar las circunstancias más penosas cuando crecemos como seres humanos. La clave está en la manera en que respondemos a los sufrimientos inevitables que se producen en la vida. Las experiencias negativas y penosas a menudo son necesarias para motivarnos.

Una escritura budista describe la enfermedad como un estímulo que despierta el deseo de buscar la verdad. Del mismo modo, muchas personas han asumido un compromiso de por vida con la paz y con la justicia a raíz de haber experimentado los sufrimientos de la guerra y las injusticias.

El proceso de transformar veneno en medicina comienza cuando encaramos una experiencia difícil como una oportunidad de reflexionar sobre nosotros mismos y de fortalecer y desarrollar nuestro coraje y misericordia.

Cuanto mayor empeño pongamos en ello, mayor será la oportunidad de crecer en vitalidad y sabiduría, y de lograr un estado de vida realmente grandioso.

El sufrimiento puede servir entonces de trampolín para experimentar una felicidad más profunda.

Desde la perspectiva del budismo, en toda situación negativa existe ese potencial positivo inherente. Sin embargo, si nos dejamos derrotar por las dificultades o respondemos a las circunstancias difíciles de manera negativa y destructiva, el veneno no se transforma y permanece.

El budismo enseña que el sufrimiento deriva del karma, es decir, de las causas que nosotros mismos hemos creado.

Es una enseñanza sobre la responsabilidad personal. Por lo tanto, nos toca a nosotros transformar la adversidad en experiencias de valor.

La visión budista del karma no es rígida ni fatalista: hasta las causa kármicas más profundas pueden transformarse.

Al tomar cualquier situación difícil, como la enfermedad, el desempleo, la pérdida de un ser querido o la traición de alguien de confianza, y convertirla en una oportunidad de profundizar nuestro sentido de responsabilidad personal, podemos ganar la batalla y desarrollar la clase de conocimiento sobre nosotros mismos del que surge el beneficio.

El budismo enseña que el autoconocimiento, en definitiva, es la conciencia de nuestro potencial infinito, nuestra capacidad de emplear nuestra fuerza, sabiduría y misericordia inherentes.

Ese potencial inmensurable se denomina "naturaleza de Buda".

El significado original de la frase "transformar veneno en medicina" denota esa clase de autoconocimiento. El significado original de la frase "transformar veneno en medicina" se relaciona con este nivel de conocimiento de sí mismo.

En el capítulo "Creencia y comprensión" del Sutra del loto, Subhuti y otros de los más antiguos discípulos del Buda responden a la profecía de que uno de ellos, Shariputra, logrará la iluminación.

Los discípulos admiten que hace mucho tiempo que han renunciado a alcanzar el estado de budeidad, pero que, al escuchar la enseñanza del Sutra del loto, han decidido abandonar la resignación y dejadez espiritual que los dominaban.

"[Su] espíritu se conmovió como nunca antes y danzaron de alegría". Nagarjuna y T'ien-t'ai (538-597) comparan al Buda con un buen doctor capaz de cambiar veneno (la resignación y dejadez espiritual) en medicina (un sincero deseo de logar la iluminación).

Esta enseñanza, que hace posible una profunda transformación, demuestra que el budismo es una filosofía muy optimista. Ese optimismo impulsa a los creyentes, mientras se esfuerzan en transformar las tendencias negativas que existen en su vida, en la sociedad y en todo el mundo.

[Basado en el artículo publicado en la edición de enero de 2002 de la revista SGI Quarterly.

http://www.sgispanish.org/budismo/diaria/medicina.html

HACIA UNA NUEVA ERA DE DIALOGO: LA EXPLORACION DEL HUMANISMO. Daisaku Ikeda

¿Cómo puede la humanidad del siglo XXI desafiarse para superar las crisis de la época?

(extracto la Propuesta de Paz del año 2005, presentada por Daisaku Ikeda)

Desde luego, no existen soluciones simples; no poseemos una “varita mágica” que podamos agitar en el aire para que todo el panorama se aclare de repente. Nos aguarda una senda llena de dificultades, la enorme tarea de hallar una respuesta adecuada para la clase de violencia que rechaza de plano todo intento de formular un compromiso o de establecer el diálogo.

Aun así, debemos evitar caer en un pesimismo inútil e improductivo. Todos esos problemas son causados por los seres humanos, lo que significa que tiene que haber una solución humana para superarlos. No importa cuánto tiempo nos lleve el empeño, en tanto no abandonemos la tarea de desenredar la confusa trama de estas cuestiones, íntimamente relacionadas entre sí, podemos abrigar la certeza de que lograremos abrirnos paso hacia la ansiada solución.

El objetivo primordial de todo esfuerzo debe ser, antes que nada, hacer surgir el potencial para el diálogo en su forma más plena. En tanto la historia de la humanidad siga su curso, habremos de enfrentar el desafío perenne de establecer, mantener y fortalecer la paz a través del diálogo, de hacer del diálogo el camino certero y firme hacia la paz.

Debemos sostener y proclamar esa convicción una y otra vez, sin inmutarnos ante el frío menosprecio o las críticas despiadadas que podamos despertar en los demás.

Vienen a mi mente palabras del poeta Rabindranath Tagore (1861-1941), cuya obra siempre me ha inspirado el más profundo respeto y aprecio:

Lo posible pregunta a lo imposible:
“¿Dónde vives?”.
“En los sueños de los inútiles”, le contesta éste.

***
A medida que examino mis propios esfuerzos para fomentar el diálogo, me invade la certeza, más clara que nunca, sobre la urgente necesidad de reorientar las energías del dogmatismo y del fanatismo –responsables de gran parte de los más funestos conflictos– hacia un enfoque humanístico. En un mundo desgarrado por el terrorismo, las represalias y las rencillas surgidas de las diferencias étnicas o religiosas, un intento de ese tenor puede parecer una empresa imposible. Pero aun así, creo que debemos continuar poniendo el máximo empeño en dicho objetivo.

No estoy proponiendo aquí el humanismo como algo que necesariamente deba hacer frente al dogmatismo o al fanatismo, en una estéril competencia entre “-ismos”.

La verdadera esencia y práctica del humanismo yace en el diálogo sincero, de corazón a corazón. Se trate de una cumbre diplomática o de variadas formas de interacción entre ciudadanos comunes de diferentes latitudes, el diálogo genuino posee la clase de intensidad descrita por el gran humanista y filósofo del siglo XX, Martin Buber (1878-1965),quien lo define como un encuentro “en un estrecho farallón” , donde el menor descuido podría resultar en una caída fatal. El diálogo es verdaderamente esa clase de encuentro intenso.

Creo que la analogía de los trimtabs (alerones) –pequeñas solapas ajustables situadas en las alas de los aeroplanos y en las quillas de los barcos– puede resultar muy útil. Como el diseñador y filósofo R. Buckminster Fuller señaló, un trimtab sobre el timón de un barco puede ser operado con la fuerza de un solo individuo; facilita ampliamente el movimiento del timón y permite, por ende, que un navío de inmensas proporciones cambie de rumbo. El humanismo tiene la capacidad de desempeñar la misma función y de guiar a la sociedad global por nuevos y mejores derroteros.

A medida que se propaga y multiplica el oleaje del diálogo, su onda expansiva genera en el flujo de las corrientes esa clase de cambio capaz de imprimir una nueva dirección a las fuerzas del fanatismo y del dogmatismo. El efecto acumulativo de tales esfuerzos, aparentemente insignificantes, es, estoy convencido, suficiente para cambiar el rumbo de la época, del mismo modo en que un pequeño trimtab puede corregir el curso de un gran navío o de un aeroplano. El factor crucial es, por ende, emprender el duro y minucioso trabajo de desafiar, a través de la lucha espiritual que significan el encuentro con los demás y el diálogo intenso, los supuestos y los apegos por los que nos regimos los seres humanos.

Las trampas del fanatismo
El fanatismo y el dogmatismo tienen muchas caras. Si bien hay quienes se precipitan a asociar ambas tendencias a las religiones monoteístas, de hecho, uno y otro se encuentran en todo el espectro del quehacer humano. El budismo, considerado en principio relativamente inmune a esa clase de extremos, de ninguna manera está a salvo de tales trampas, como veremos más adelante. Y desde luego, el fanatismo no se encuentra limitado exclusivamente al terreno de lo religioso. No será posible olvidar la manera en que las ideologías políticas del siglo XX cayeron en esa misma trampa.

En cierta medida, cualquier ideología (en el sentido más amplio del término) corporifica una ortodoxia o una manera fija de entender el mundo. Por lo tanto, debemos desarrollar una mejor comprensión de los aspectos tanto positivos como negativos de tales ortodoxias o “-ismos”.

Una ortodoxia puede ser algo positivo en la medida en que sirve de norma para guiar el accionar del ser humano hacia fines constructivos. Por otro lado, no obstante, los mencionados “-ismos” pueden comenzar a restringir el libre pensamiento y capacidad de juicio de la gente a un solo y exclusivo punto de referencia. Cuando ese poder se torna desmesurado, y se pierde el control sobre él, los “-ismos”, que son abstractos, pueden terminar esclavizando la vida de personas de carne y hueso. Es parte de la naturaleza intrínseca de las ortodoxias la tendencia a precipitarse hacia esa dirección en cualquier momento.

El fanatismo surge cuando aquel aspecto destructivo se agiganta fuera de toda proporción. Se llega así a una situación en que la vida humana se ve grotescamente devaluada, y la muerte –tanto la propia como la de otros–, se ve lamentablemente glorificada. Ello explica que el siglo XX haya sido tanto una era de ideologías como una época de masacres sin precedentes.

En oposición a esa clase de “-ismos” u ortodoxias, el rasgo más notable del humanismo es que este no pretende inculcar normas de comportamiento definidas externamente. Por el contrario, se concentra antes que nada en las acciones libres y espontáneas del espíritu humano y en los juicios y decisiones autónomos.

Ciertamente, el humanismo respeta y defiende la humanidad –en su doble aspecto de conjunto de seres humanos y de cualidad abstracta– como su principio fundamental. Pero no pretende en absoluto establecer sobre esa base un conjunto de reglas inamovibles para guiar todo pensamiento y acción.

En una oportunidad, se le solicitó al célebre antropólogo cultural Eiichiro Ishida (1903-1968) que brindara una definición universal para el concepto de “humanidad”. Haciendo hincapié en que el relativismo cultural tornaba difícil el cometido, el señor Ishida se esforzó mucho por hallar las palabras adecuadas, antes de concluir con la siguiente formulación: “En definitiva, se trata de lo que uno mismo entiende por ser ‘humano’”.

Si bien una definición de esa naturaleza podría resultar un tanto vaga, quizás sea útil para ilustrar la naturaleza del proceso autónomo, surgido de la motivación interna, que estoy tratando de describir. Pero ello no significa en absoluto una actitud irresponsable, carente de principios, propia del “todo vale”. Es únicamente confrontando los dilemas más dolorosos y tomando las decisiones más difíciles que nuestra capacidad de permanecer fieles a un proceso de decisión libre y autónomo –de ser consecuentes con lo que cada uno entiende por ser humano–, es sometida a prueba hasta las últimas consecuencias.

“¡Los principios existen para las personas!”


La vida de Albert Einstein (1879-1955) ilustra el punto que estamos tratando de manera contundente y conmovedora. Einstein, hombre extraordinariamente comprometido con la paz, se vio sometido, por ser judío, al implacable acoso y a las violentas amenazas de los nazis. Después de una desgarradora lucha interior, Einstein tomó la decisión de que oponerse activamente a los nazis era el único medio de conjurar un futuro de horrendas consecuencias. Era el mismo Einstein que admiraba profundamente al Mahatma Gandhi y que había declarado anteriormente: “Prefiero que me corten en pedazos a obedecer la orden de disparar contra alguien”. Si tal afirmación fuese entendida dogmáticamente, podría parecer que su ulterior cambio de postura ponía en jaque sus principios. Sin embargo, como él mismo lo explicó: “los principios existen para los hombres y no, los hombres para los principios”.

Creo que aquí es necesario comprender claramente varios puntos.

El primero de ellos es que Einstein se vio obligado a aceptar que no oponer resistencia al accionar atroz y unilateral de los nazis equivaldría a colaborar con la tarea de destrucción que estos habían emprendido.

El segundo punto es que su refrendo a la decisión de fabricar (mas no utilizar) armas nucleares surgió del temor ante las pavorosas consecuencias que sobrevendrían, si los nazis lograban desarrollar dichas armas primero. Cuando, en contra de su deseo, las bombas atómicas fueron arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki, él lamentó haber participado en su fabricación y afirmó más adelante que había cometido “el error más grande de mi vida...”.

Un tercer punto que hay que considerar es que ese sentimiento de culpa y de responsabilidad lo impulsaron en los años de posguerra a redoblar sus esfuerzos como activista de la paz y a luchar por la abolición nuclear, y el establecimiento de un gobierno mundial.

Creo que el tema recurrente que aparece a lo largo del complejo drama interior de Einstein es que cada una de esas difíciles y por cierto peligrosas decisiones fueron la expresión de su búsqueda incesante para hallar aquello que nos define como seres humanos, la pauta universal de la humanidad a la que aludimos más arriba. La esencia y la prueba del humanismo, a mi criterio, son nuestro conflicto y batalla internos en pos del bien. En medio de la pérfida escalada del nazismo, Einstein declaró repetidas veces: “Debemos cambiar el corazón de la gente”, propósito imposible de llevar a cabo sin esa clase de lucha interior.

La filosofía de Einstein después de la guerra tal vez no se caracterizó por su falta de violencia, en el sentido estricto de la idea. Sin embargo, creo que su objetivo más esencial tenía muchos rasgos en común con las batallas no violentas que llevaba a cabo el Mahatma Gandhi. Así lo demuestran claramente los elogios que, en sus últimos años, Einstein dedicó a Gandhi, a quien llamó “el genio político más grandioso de nuestra época”.

El axioma sumamente sagaz de Einstein de que los principios existen para las personas y no, las personas para los principios, es una expresión simple y directa de lo que puede considerarse el eje fundamental del humanismo. Pero, tal como lo prueban las luchas de este coloso del siglo XX, nada es más difícil de poner en práctica. Las ideologías religiosas y políticas, con demasiada frecuencia, han supeditado a la gente a sus normas y han llegado a sacrificarla en el altar de sus reglas inflexibles y de sus principios abstractos. Esa errónea inversión de valores deriva de una tendencia de la naturaleza humana, profundamente enraizada, que nos empuja a los brazos del dogmatismo y del fanatismo. Los registros históricos que existen al respecto son verdaderamente escalofriantes.

***
En las escrituras budistas encontramos las siguientes palabras: “Shakyamuni enseñó que lo superficial es fácil de abrazar, pero que lo profundo es difícil. Descartar lo superficial y buscar lo profundo es el camino de una persona de coraje”. Con demasiada facilidad, las personas parecen perder de vista y olvidar su propia capacidad para hacer surgir la valentía, y se aferran a uno u otro dogma, al que terminan sometiéndose. Al parecer, adolecemos de una debilidad instintiva que nos impulsa a elegir la manera más cómoda y fácil de creer en un dogma, es decir, ciega e incondicionalmente.

Es allí donde acechan las trampas del extremismo, listas para aprovecharse de la debilidad y de la falta de criterio que existen en todo individuo; allí, la complacencia y otras estratagemas son útiles herramientas para despertar tendencias tan destructivas como el odio, la ira, los celos y la arrogancia. Esa clase de dogmatismo actúa para degradar, debilitar y atrofiar el espíritu humano. Se yergue en las antípodas del humanismo.

***
La exploración del humanismo
En la propuesta que presenté en el 2002, expuse algunas perspectivas budistas sobre la filosofía y la práctica del humanismo. Quisiera aprovechar la ocasión para desarrollar un poco más aquellas ideas, específicamente, a través de las siguientes tres proposiciones, como elementos esenciales de un humanismo inspirado en fuentes budistas.
1. Todas las cosas son relativas y mutables.
2. Es por ende esencial que desarrollemos la capacidad para discernir la naturaleza relativa y mutable de la realidad, así como la clase de sólida autonomía que no se verá abrumada por dicha naturaleza.
3. Basados en ese discernimiento y autonomía, aceptamos todo lo que es humano y no discriminamos; rehusamos estereotipar o circunscribir a las personas sobre la base de su ideología, nacionalidad, origen étnico, etcétera; estamos por lo tanto decididos a transitar activamente todas las sendas del diálogo y a no permitir jamás que se clausuren.

Se puede observar rápidamente que las dos primeras proposiciones –la relatividad y mutabilidad de todas las cosas, y la importancia de desarrollar el discernimiento para reconocer esa realidad– están enraizadas en conceptos budistas como el de los “tres sellos del Dharma” (en japonés: samboin).

La transitoriedad de todos los fenómenos (shogyo-mujo) explica que todas las cosas, eventos y experiencias pueden ser entendidos como una continuidad ininterrumpida de cambio y de transformación. Puesto que todo cambia, nada posee una existencia o sustancia fija o independiente (shoho-muga). El estado iluminado que se logra a través de la capacidad plenamente desarrollada de discernir esa realidad suele denominarse “la tranquilidad del nirvana” (nehan-jakujo). Dicho concepto describe el despertar inicial de Shakyamuni, cuando este comprendió que todas las cosas surgían en el contexto de su interrelación mutua; el nuestro es un mundo tejido con los ricos hilos de la diversidad, pues todo existe en una red de interdependencia, y cada cosa es la causa o conexión por la cual todas las demás cosas adquieren existencia.

Si nos atenemos a la visión sobre el budismo que prevalece en gran parte del mundo, la tercera proposición que expongo aquí –el compromiso positivo con la acción y con el diálogo– puede parecer un tanto insólita, porque tal vez se opone a la imagen contemplativa que generalmente se asocia con el budismo, expresada en conceptos como, por ejemplo, el de los “tres sellos del Dharma”.

Otros principios tempranos del budismo ponen el acento en que la iluminación está más allá del poder de las palabras o de la intelección. El énfasis puesto en las limitaciones del lenguaje parecería otorgar –de acuerdo con la formulación del científico y filósofo francés Albert Jacquard acerca del “diálogo auténtico hecho tanto de silencios como de palabras”–, un énfasis mucho mayor al silencio. El empleo del silencio no como un vacío o una ausencia, sino como una opción de fecunda riqueza es una importante característica del budismo.

No debe sorprender en absoluto que un sinfín de personas, en el trance de enfrentar el innegable estancamiento que aflige a la civilización occidental –cuyo dramático desarrollo siempre se basó en la importancia primordial de la racionalidad y del lenguaje–, busquen ahora abrirse a experiencias más saludables, en muchos casos, de carácter budista, que ofrecen un auténtico contraste con aquella cosmovisión centrada en el lenguaje.

Pero, en tanto la capacidad de emplear el lenguaje siga siendo el atributo distintivo de la especie humana, no podemos permanecer en silencio y aun así aspirar a concretar el ideal del humanismo. En tal sentido, nuestra única opción es sumergirnos en la humanidad y nadar a plena conciencia en el océano del diálogo.

Una marca de honor
En términos más concretos, eso significa confrontar directamente el mal y la desdicha que constituyen un aspecto inevitable de la existencia humana. La siguiente afirmación de Vimalakirti: “Cuando los seres vivos se enferman, el bodhisattva se enferma; cuando todos los seres vivos se curan, el bodhisattva se cura” expresa la resolución del bodhisattva altruista de emprender ese desafío. Esa clase de determinación ocupa un lugar primordial en el budismo Mahayana. La tradición Mahayana, aquella que fluye desde el Sutra del loto hacia Nichiren y constituye la práctica de los miembros de la SGI , alienta con gran firmeza a llevar adelante la práctica dinámica del bodhisattva, caracterizada por el diálogo y el compromiso. (Es necesario destacar que al hacerlo así, dicha práctica, lejos de negar la serenidad interior de la iluminación, la hace surgir plenamente.)

Puesto que considero que esa clase de acción dinámica es un importante aspecto del budismo, me referí a Shakyamuni, cuando diserté en la Universidad de Harvard, en 1993:“se encontraba con los demás lleno de alegría; se acercaba a ellos con semblante jovial y acogedor”. Imagino que ese dinamismo muestra poderosas coincidencias con los “sentimientos religiosos cósmicos” de los que Einstein hablaba a menudo.

Por todo lo expresado hasta ahora, quisiera proponer las siguientes guías para un humanismo en acción: reconociendo que todo está en proceso de cambio dentro del marco de la interdependencia, nosotros por cierto vemos la armonía y la unión como expresiones de nuestra interconexión. Pero podemos apreciar la contradicción y el conflicto de la misma manera. De modo que la lucha contra el mal –una lucha que surge del esfuerzo interior de dominar nuestras propias contradicciones y conflictos– debe considerarse una prueba difícil pero inevitable que debemos atravesar, en nuestro esfuerzo por crear un sentido de conexión más vasto y más profundo.

Si experimentamos la conexión de manera positiva, como un sentimiento de armonía y de unión, experimentamos la misma conexión negativamente en situación de conflicto. Puesto que se trata de dos aspectos de la conexión, se puede considerar que tienen igual valor. Sin embargo, dado que reconocemos la realidad de la vida como una lucha y comprendemos que es a través de esa lucha que nuestra humanidad se templa y fortalece, es aun más crucial establecer un valiente compromiso con los conflictos.
Dentro de la tradición budista, esa es la distinción de honor del bodhisattava. Resueltos a no discriminar a nadie a partir de estereotipos o de limitaciones impuestas desde afuera, podemos reconocer la unión que existe en la base de cualquier conexión positiva o negativa, y consagrarnos con toda la energía vital que nos sustenta al tipo de diálogo que transformará incluso los conflictos en conexiones positivas. Es en este tipo de desafío donde se puede percibir la auténtica contribución de un humanismo basado en principios budistas.

Tal ha sido la firme convicción que me ha sostenido en mi ardua labor a lo largo de los años.

Cuando en 1968 hice un llamado a la normalización de las relaciones entre la China y el Japón, o bien, cuando puse todo mi empeño para aliviar las tensiones entre la China y la Unión Soviética , como mencioné antes, me impulsaba el firme convencimiento de que ni siquiera el más feroz de los conflictos podía durar para siempre. Siempre que haya gente que haga oír su voz en bien de la paz, existe la esperanza.

En 1996, las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos estaban en un punto muy crítico, después de que, en febrero de ese año, dos avionetas privadas fueron derribadas por la Fuerza Aérea Cubana; tal hecho solo vino a agravar las tensiones que provocaba el embargo económico de los Estados Unidos contra Cuba, cada vez más severo. Cuando en junio realicé una visita a los Estados Unidos y a Cuba, país este último donde me encontré con el presidente Fidel Castro, con quien mantuve un franco intercambio, también me alentaba la convicción humanística de que el enfrentamiento entre ambas naciones no era algo rígido ni destinado inevitablemente a prolongarse en el futuro.

Qué mejor prueba de la naturaleza relativa y mutable de la realidad, que la caída del Muro de Berlín, tal vez, el símbolo más notorio de la Guerra Fría , que a veces parecía destinada a durar para siempre. Recuerdo mi visita a Alemania Occidental en 1961; en esa ocasión, me detuve frente a la Puerta de Brandeburgo y manifesté mi certeza, inspirada por mi fe en el valor de la gente y en su anhelo por la paz, de que esa innoble valla divisoria caería antes de que transcurrieran treinta años. Increíblemente, veintiocho años después, el Muro de Berlín fue derribado por ciudadanos comunes que vivían a ambos lados de una nación dividida en dos.

He tenido dos veces el inmenso placer de reunirme con el presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, a quien considero un muy apreciado amigo. He aquí cómo el señor Mandela se refiere al proceso que hizo posible enfrentar ciertas realidades en apariencia insolubles y derrocar el sistema del apartheid:

Muchas personas de la comunidad internacional que observaban desde la distancia cómo nuestra sociedad desafiaba a los profetas de la maldición y sus predicciones de conflictos interminables, hablaron de un milagro. Sin embargo, todos los que han participado de cerca en la transición saben que se trata del resultado de una decisión humana.

¡Qué observación realmente cargada de significado!
Las transformaciones históricas, que impactan como milagros a quienes se limitan a observar sin participar, son de hecho la obra de quienes poseen la sabiduría de discernir lo relativo y mutable de la realidad, y tienen la voluntad de ponerse en acción con la clara perspectiva de un futuro mejor.

Versionmas amplia resumida ingresar

http://www.sgispanish.org/acerca/propuestas/paz2005resumen.html

Versión Completa
http://www.sgispanish.org/files/peace2005sp.pdf

ANANDA DISCIPULO DE SHAKIAMUNI - BUENOS AMIGOS - EXTRACTO

Ananda, uno de los discípulos más cercanos de Shakyamuni, le preguntó una vez a su maestro: "Paréceme que, por el hecho de tener buenos amigos y de avanzar junto a ellos, uno ya ha llegado hasta la mitad en su búsqueda del camino de la Iluminación.

¿Está bien que piense así?"

Shakyamuni respondió: "Ananda, no es correcta tu forma de pensar. Tener buenos amigos y avanzar junto a ellos no constituye la mitad del camino del Buda, sino el camino entero, en su totalidad".

EL PODER DEL GOHONZON, EL PODER DE LA ORACIÓN.

(FRAGMENTO DEL GOSHO "RESPUESTA A KYO'O")

“Crea en este mandala con todo su corazón. Nam-myoho-renge-kyo es como el rugido del león. Por lo tanto, ¿qué enfermedad puede ser un obstáculo?”

Nichiren claramente expresa su confianza en el poder del Gohonzon. Creer “con todo su corazón” significa que debemos vencer cualquier duda en el Gohonzon, especialmente cuando atravesamos por penalidades. Poseer fe firme en el Gohonzon quiere decir tener fe y convicción en nuestra naturaleza de buda. Es fácil creer en nuestro potencial cuando las cosas marchan bien. Pero cuando nos encontramos frente a obstáculos inesperados, ya sean en el orden de la salud, relaciones personales, financieros, y así por el estilo, nos sentimos inseguros respecto de nuestra fortaleza interior. Este es precisamente el momento en que debemos hacer acopio de nuestra capacidad ilimitada para sobreponernos a cualesquiera problemas que podamos estar enfrentando. Esperanza sin límites proviene de creer en el Gohonzon “con todo su corazón”.

Es importante poder ver los obstáculos por lo que ellos realmente son y retarlos con valentía.


Ello no significa, sin embargo, que vamos a ser dependientes del Gohonzon y ver éste como un escudo que nos va a proteger de los problemas.

El Gohonzon no es una deidad o un talisman que nos resuelve los problemas; Nichiren lo inscribió para que nosotros podamos ver nuestro potencial interior. El Gohonzon es como un espejo claro en el cual podemos ver reflejada nuestra budeidad, la cual existe a pesar de nuestros sufrimientos y confusión. El nos alienta a mantener una actitud positiva y de confianza en nuestra budeidad, en lugar de una relación de dependencia hacia el Gohonzon como una fuerza externa. Nuestra fe en el Gohonzon—en nuestra naturaleza de buda—hará brotar la fortaleza fundamental de la vida que nos permitirá sobreponernos a los problemas.

¿Qué enfermedad puede ser un obstáculo? Aquí, él ratifica que mediante la invocación de Nam-myoho-renge-kyo, podemos sobreponernos a cualquier enfermedad.


Sin embargo, él no dice que las personas que practican budismo no se enfermarán. En tanto que, muchos acuden a Dios o al Buda para que les proteja de la enfermedad u otros sufrimientos, creyendo que estos problemas son la causa de su infelicidad, Nichiren explica que esta no es en realidad la situación. El sufrimiento no tiene su origen en la enfermedad o las dificultades. Mas bien podría decirse que, los sufrimientos cobran forma cuando las personas son derrotadas por la enfermedad u otros obstáculos—cuando pierden la esperanza y el valor.

Es un hecho que ningún estilo de vida puede garantizar una condición libre de enfermedad o accidentes. De allí que, Nichiren promete que ninguna enfermedad debe convertirse en un obstáculo para nuestra felicidad.


Enfermedad en el pasaje citado puede interpretarse no solo como problemas de salud, sino también como otro tipo de dificultades en un sentido amplio y general—problemas con la familia, relaciones humanas, dinero, carrera, etc. Mediante nuestra práctica budista, ningún sufrimiento puede impedirnos el ser felices. Por el contrario, ellos pueden convertirse en el trampolín que nos permitirá cambiar cualquier karma negativo y elevar nuestra condición de vida.

Es una creencia ampliamente difundida que podemos convertirnos en personas felices teniendo buena salud. Desde el punto de vista del Budismo Nichiren, disfrutamos de buena salud porque somos felices.

Podemos ser felices a pesar de la enfermedad, a tal punto que podemos profundizar nuestra fe en nuestra budeidad innata precisamente debido a la enfermedad. Es ampliamente conocido que pacientes al borde la muerte han sido capaces de disfrutar cada segundo de vida que les quedaba, empleando su esperanza para alentar a muchos otros, en tanto ellos mismos, logran aceptar, libres de temores la muerte.

Con fe valerosa en el Gohonzon, el Daishonin enseña que nada puede obstruir nuestra felicidad. Lo único que hace falta es que hagamos propio el rugir del león de Nichiren y oremos con fortaleza al Gohonzon al margen de cualesquiera que sean las circunstancias en que nos encontremos.

TERAPIAS ALTERNATIVAS.

¿Qué opina el budismo sobre las terapias alternativas, como florales, cura pránica, reiki, yoga, una vez que ellas han revelado eficacias en la cura de varias enfermedades. Existe alguna referencia sobre dicha pregunta en los escritos budistas?

Clérida Martins, Mairinque, SP

Permítame, antes, compartir algunas informaciones que obtuve sobre el asunto con la finalidad de facilitar la comprensión de todos. Por haber sido extraídas de internet, son públicas y están sujetos a imprecisiones.

Yoga, es un conjunto de ejercicios físicos y respiratorios practicados de acuerdo con las enseñanzas filosóficas indú y originados hace más de cinco mil años. Entre los efectos de la practica de la yoga están: desarrollo del tono muscular y de la agilidad del cuerpo, aumento de la capacidad pulmonar, fortalecimiento del sistema cardiovascular, mejora la postura.

La cura pránica fue introducida en el Brasil en el 1992. Es un sistema de técnicas de tratamiento que se utilizan del prana (palabra sáncrita que significa “fuerza de la vida” o “energía vital”). La terapia utiliza las manos para curar. No hay toque en el cuerpo físico, el trabajo es con el cuerpo energético. Según el maestro Choa Kok Sui, el método de la cura pránica que él sintetizó y modernizó no mantiene vínculo religioso. “Si quiere que sea religioso”, observa él, “ puede decir que la fuerza vital viene de Dios, así como en todas las cosas. Pero es solo eso”.

Sobre el reiki, encontré lo siguiente: “reiki” es una palabra de origen japonesa y resulta de la unión de “rei” y “ki”. “Rei” se refiere a la fuerza cósmica, a la energía universal. “Ki” es la energía de la fuerza vital: sin el “ki” no hay vida. Cuando esas dos energías se encuentran, la energía cósmica y la nuestra individual, se forma el reiki. Vale resaltar que reiki nunca fue, no es, ni debe ser una religión o secta. En los Estados Unidos y en Europa, es, inclusive, utilizado como herramienta auxiliar de la medicina en los tratamientos pre y pos operatorio. En caso de enfermedades graves, el reiki NO elimina la necesidad de tratamiento médico convencional.

La terapia floral es una expansión de la Medicina Vibracional, que lleva en cuenta no solo el cuerpo físico, sino también cuerpos energéticos sutiles asociados a este cuerpo físico. La terapia floral, entiende que la alteración vibracional de ese cuerpo energético, llamado también de auras, resulta en la cura del cuerpo físico.
Todavía hay una infinidad de terapias alternativas: acupuntura tradicional china, terapia ortomolecular, aurículo- acupuntura, iridología organica y comportamental (método Rayid), cinesiología aplicada, aromaterapia, cromoterapia, y feng shui son algunas de ellas.

Nichiren Daishonin no hizo ninguna mención a ese tipo de terapia alternativa en sus escritos, porque esa no era la principal causa del sufrimiento del pueblo. El se preocupaba en combatir el pensamiento erróneo propagado por las sectas de la época, que conducían a las personas a la infelicidad.
En varias cartas y tesis, Daishonin cita que la mayor causa del sufrimiento del pueblo era la creencia en enseñanzas provisorias como si fuesen verdaderos. Por esa razón, él alertaba las personas en cuanto al peligro de seguir enseñanzas que se sujetasen a algún tipo de dependencia externa ó a un intermediario para resolver sus problemas ó ser feliz.
No precisamos depender de nadie para que nos ofrezca la energía vital, pues ella ya existe inherente en nosotros. Sería lo mismo que alguien nos ofrezca dinero de nuestra propia cuenta bancaria. Somos capaces de recargar esa energía siempre que precisemos por medio de la invocación del daimoku y nuestra dedicación en pro del Kosen Rufu.
Creo que, lo más importante es jamás perder de vista el propósito de la practica del Budismo de Nichiren Daishonin: la transformación del karma negativo “tratándose” la causa fundamental de la vida de las personas por medio de la manifestación del estado de Buda ó iluminación. En ese punto, se encuentra la diferencia de la practica budista y las terapias mencionadas.
Debemos, según los conceptos budistas de “inseparabilidad del cuerpo y de la mente” e “inseparabilidad del ser vivo y su ambiente”, vivir en armonía. Eso es posible con nuestra practica individual (recitar el Gongyo y el daimoku) y la altruística (dedicación por la felicidad de los otros.) Con eso, recargamos la energía vital y criamos, nosotros mismo, condiciones para dar proseguimientos a esa actuación. Al buscar la armonía ó el equilibrio en tratamientos de forma pasiva, las personas acaban siendo dependientes de esos procedimientos y eso es lo que no debe de ocurrir.
Finalmente, seleccioné una frase de los escritos de Nichiren Daishonin por medio del cual él destaca la importancia de entonar daimoku:
“Tientai escribió: cuando le damos un jalón a la cuerda principal de una red, todas las líneas, se mueven, sin excepción; cuando alguien levanta una parte de un manto, todas las líneas se mueven, sin excepción”. El significado de esos escritos, es que cuando la persona conduce la unica practica de manifestar la fe en el NAM MYOHO RENGUE KYO, todos los beneficios son logrados y el karma positivo infaliblemente empieza a manifestarse en su vida. Es como una red de pescar: aunque la red sea compuesta de varias uniones, cuando el pescador le da el tirón a la cuerda principal de la red, todas las demás se mueven invariablemente. Es bueno recordar que el budismo no hace ninguna objeción a los tratamientos alternativos aceptable por la ciencia. El budismo es razón. Sin embargo, el objetivo de la practica budista, como se dijo, va mucho más: “tratar” las profundidades de la vida.

por Valter Hada
vice coodinador de la división de los Caballeros de la BSGI


Terceira Civilização abril 2009 #488
(tentativa de traducción)

LAS DIFICULTADES SON EL TRAMPOLIN DE NUESTRO CRECIMIENTO. Desarrollado en la convención de señoras del Han Policromía (2009).

  

   Vivimos unas vidas fragmentadas y llenas de conflictos. Estamos divididos en decenas de fracciones; limitados por el miedo, la vergüenza, la culpa, la ira, las obsesiones y muchas otras emociones.

   Cada suceso de esta vida manifiesta un aspecto de nuestra personalidad, no elaborado y encerrado en nuestro interior.

   El niño resentido, el abandonado, el traicionado, el vengador. También conviven con ellos el creador, el emprendedor, el soñador, el alegre, el audaz. Cada uno de ellos, lucha por manifestarse y ocupar su lugar.

   …Y muchas veces, esta lucha interna hace que no nos podamos entender.

   La sensación de ser una sola persona, es producto de la costumbre, dado que somos una aldea condensada en un solo paquete de carne y hueso.

   ¿Por que pasa esto? Por que no nos podemos integrar?
   Para el budismo es siempre importante mirar dentro de uno mismo, para examinar los propios sentimientos con respecto a la vida.
   Podemos engañar a otros sobre lo que sentimos, pero no podemos engañarnos a nosotros mismos.
   Cuando estamos atormentados por al angustia sin alivio, vivimos en el infierno.
   Si nos sentimos completamente felices por dentro y por fuera, experimentamos un toque del estado de buda.
Por lo tanto, la principal ocupación del budismo, se basa en fortalecer nuestra vida interior, dejando de fluctuar entre las emociones que experimentamos a cada momento.
   …La Vida es, instante a instante.
   Cada instante de nuestra vida abarca tanto al individuo como al ambiente, y este es impredecible.
   Ante situaciones que nos desestabilizan, pretendemos controlar el afuera y buscamos el cambio en el otro. Pero no podemos controlarlo por más que lo intentemos. Es solamente una ilusión. Y entonces…. nos frustramos.
   Para el budismo, la persona es como el cuerpo y la sociedad como la sombra.   
   Cuando el cuerpo se inclina, lo hace también la sombra.
   Esto significa que para cambiar las situaciones que nos hacen sufrir, tenemos que trabajar en nuestro interior. Cambiando nosotros, cambia la relación con las personas y nuestras circunstancias.
   La vida es Victoria o derrota, y cuando nos referimos a este principio, estamos hablando de la victoria o derrota de nuestro corazón.
   La felicidad, depende de crear una autonomía y no una dependencia, fortaleciendo nuestro estado de vida interior.
   Cuando no podemos ver con claridad, Que nos enseña este principio?
   Que las dificultades son el trampolín de nuestro crecimiento
   ¿Por que permanecer fatigados por el peso de la memoria, permitiendo que el pasado cree el presente, o que las fantasías, temores y creencias formen las proyecciones del futuro?
   Hemos olvidado que el presente es el único momento que existe, y vivimos arruinando así cada minuto de nuestra vida
   Cuando algo nos supera, parecemos como caballos con anteojeras. Nos convertimos en el problema y no podemos ver las infinitas posibilidades que tenemos para solucionarlo.
  Si en cambio, ante cada adversidad, tomamos la decisión de salir victoriosos, entendiéndola como un medio para fortalecernos y desarrollarnos, no solamente estaremos avanzando en el camino de nuestra felicidad, sino generando una influencia positiva en cada lugar que nos encontremos.
  La vida esta llena de dificultades, pero estas no deberían ser impedimento para nuestra felicidad.
   En cada vida existe un potencial de infinita sabiduría y vitalidad, al que llamamos budeidad.
   Cuando despertamos a ese potencial, descubrimos que este ejerce un poderoso impacto positivo no solo en nosotros, sino en todo lo que nos rodea. Tomar contacto con nuestra sabiduría interior, nuestro amor compasivo y nuestra profunda fuerza vital, es lo que nos permite transformar cada sufrimiento en trampolín para nuestro desarrollo.
   Leon Tolstoy dijo: “Sin sufrimiento, no puede haber crecimiento espiritual. El sufrimiento es también una condición útil y benéfica para la vida”
   Este principio, en el budismo se lo llama GANKEN O”GO, y significa que nuestros sufrimientos y dificultades, pueden transformarse en potencial para la felicidad...entonando NAM-MIOHO-RENGUE-KYO.
   La vida es impermanencia y lo que hoy nos parece un sufrimiento imposible de superar, puede ser el motor que nos impulsa a la felicidad. Depende de nosotros.
   Ante situaciones que nos atraviesan, o que creemos inamovibles, nuestros pensamientos y emociones, harán que estemos atados por nuestras limitaciones.
   Señales contradictorias, hasta nos hacen dudar acerca de lo que deseamos.
   Sin embargo, si antes que cualquier otra estrategia, comenzamos con la invocación de NAM-MIOHO-RENGUE-KYO, nuestra práctica producirá oportunidades y soluciones que jamás hubiésemos pensado con nuestro razonamiento común.
   Cambiara nuestro ángulo de visión, surgirá sabiduría para realizar la acción adecuada y estaremos plenamente concientes de que somos los protagonistas de nuestra propia historia.
   Somos: El observador, el observado y el proceso de observar.
   Nuestra práctica consiste no solo en invocar el daimoku, sino invocar y actuar.    
   Esta es la correcta relación entre la oración y el esfuerzo en la vida diaria.
  PODEMOS ELEGIR. Solo hay que despertar y darse cuenta.   Hagamos nuestro mejor esfuerzo sin rendirnos jamás.