¿QUÉ ES LA FE? LA FE ABARCA LA VERDAD, EL CORAJE, LA SABIDURÍA Y LA BUENA FORTUNA. INCLUYE LA COMPASIÓN Y LA HUMANIDAD, ASÍ COMO LA PAZ, LA CULTURA Y LA FELICIDAD. LA FE ES ESPERANZA ETERNA; ES EL SECRETO PARA EL AUTO-DESARROLLO SIN LÍMITES. LA FE ES EL PRINCIPIO BÁSICO DE CRECIMIENTO. (LAS DISCUSIONES SOBRE LA JUVENTUD, VOLUMEN 2, PÁGINAS 163/64).

¿QUÉ ES EL BUDISMO? ES EL NOMBRE DADO A LAS ENSEÑANZAS DE UN BUDA. "BUDA" SIGNIFICA "EL ILUMINADO”; ALGUIEN QUE PERCIBE LA ESENCIA O REALIDAD DE LA VIDA EN SU INTERIOR, ES UN SER ILUMINADO A LA VERDAD DE LA VIDA Y DEL UNIVERSO. A DIFERENCIA DE OTRAS RELIGIONES, EL BUDISMO NO ALEGA UNA REVELACIÓN DIVINA. COMIENZA CON UN HOMBRE, QUE A TRAVÉS DE SUS PROPIOS ESFUERZOS Y PERSEVERANCIA, DESCUBRIÓ LA REALIDAD DENTRO DE SÍ Y ENSEÑÓ QUE TODOS PODÍAN HACER LO MISMO. EL BUDA NO PUEDE SER DEFINIDO, COMO UN SER TRASCENDENTAL O SUPREMO. EN ESTE SENTIDO, EL BUDISMO, NO SOLO ES LA ENSEÑANZA DE UN BUDA, SINO LA ENSEÑANZA QUE POSIBILITA A TODAS LAS PERSONAS REVELAR SU NATURALEZA DE BUDA. EL BUDISMO ES UN SISTEMA PRÁCTICO DE ENSEÑANZA QUE NOS PERMITE CONCRETAR EL ESTADO IDEAL DE LA BUDEIDAD… LA PROPIA PERFECCIÓN.

¿QUE ES EL KOSEN-RUFU? “ES LA LUCHA PARA TRANSFORMAR LA VIDA DE LOS SERES HUMANOS, REVIRTIENDO LA OSCURIDAD QUE RESIDE EN EL INTERIOR DE SU VIDA, HACIENDOLO TOMAR CONCIENCIA DE SU NATURALEZA DE BUDA INHERENTE". LA ESENCIA DE “ESTABLECER LA ENSEÑANZA CORRECTA PARA ASEGURAR LA PAZ EN LA TIERRA” ESCRITO POR NICHIREN DAISHONIN, RADICA EN CONSTRUIR UNA RED DE PERSONAS DEDICADAS AL BIEN. PERO COMO ESTA CONTIENDA IMPLICA TRANSFORMAR DE RAÍZ LA VIDA DE LAS PERSONAS PROVOCARA RESISTENCIA EN CIERTOS SECTORES… ESTA GRAN BATALLA ES LA CLAVE PARA CREAR UN MUNDO DE PAZ Y DE FELICIDAD VERDADERAS, UNA TIERRA DE BUDAS.

YIGUIO Y KETA. PRÁCTICA PARA UNO MISMO Y PRÁCTICA PARA LOS DEMÁS. ESTOS ASPECTOS DEL BUDISMO VERDADERO SON: YIGUIO (PRÁCTICA PARA UNO MISMO) Y KETA (PRÁCTICA POR EL BIEN DE OTROS). AMBOS CONSTITUYEN UNA PRÁCTICA COMPLETA. SON COMO DOS RUEDAS QUE FUNCIONAN AL UNÍSONO PARA ADELANTAR NUESTRAS VIDAS, PARA MANIFESTAR NUESTRA ILUMINACIÓN INHERENTE.

¿QUE ES LA SOKA GAKKAI INTERNACIONAL (SGI)?...ES UNA ORGANIZACIÓN BASADA EN EL BUDISMO DE NICHIREN DAISHONIN, INSPIRADA EN EL RESPETO A LA VIDA, LA CONCIENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS, BUSCANDO DESPERTAR EN LAS PERSONAS EL ESPÍRITU DE RECONOCER, RESPETAR Y APRECIAR LAS SEMEJANZAS Y LAS DIFERENCIAS, PERMITIENDOLES FORTALECERSE Y TRANSFORMAR SU INTERIOR PARA DESARROLLAR SU MÁXIMO POTENCIAL, ASUMIENDO LA RESPONSABILIDAD DE SU PROPIA VIDA Y COMPROMETIENDOSE CON LA SOCIEDAD, EMPRENDER ACTIVIDADES EN SU VIDA COTIDIANA, PARA DESPLEGAR LA CAPACIDAD DE VIVIR CON CONFIANZA, CREANDO VALOR EN CUALQUIER CIRCUNSTANCIA Y CONTRIBUYENDO AL BIENESTAR DE AMIGOS, FAMILIARES Y SU COMUNIDAD…

…UNA DE LAS DIFICULTADES QUE LOS LATINOS TIENEN PARA COMPRENDER EL BUDISMO, radica en lo que el término "religión" significa en su ámbito social… Las religiones occidentales tienen sistemas jerárquicos en los que las reglas y los dogmas se establecen desde arriba hacia abajo… Ellas están basadas en la creencia de una deidad sobrenatural… La relación entre el maestro y el discípulo es interpretada como la de una persona que ciegamente, sigue a otra… VER MAS…

EL ESFUERZO DE NO RENDIRSE JAMAS. Vivimos una vida fragmentada y llena de conflictos. Estamos divididos en centenas de grupos de seres humanos, limitados por el miedo, la vergüenza, la culpa, la ira, las obsesiones y las emociones… esta lucha interna hace que no nos podamos entender… ¿Por que pasa esto...? VER MAS…

LA RECITACION DE LOS CAPITULOS “MEDIOS HABILES” Y “DURACION DE LA VIDA”. Carta a la esposa de Hiki Daigaku Saburo Yoshimoto. Este Ghoso, nos acerca a un precepto conocido como “seguir las costumbres de la región”. El significa que, mientras no esté en juego ninguna trasgresión grave, no se debe ir contra las tradiciones y costumbres de un país, región o comunidad, aunque debamos apartarnos ligeramente de las enseñanzas. Este criterio fue establecido por el Buda... VER MAS…

LAS REUNIONES DE DIALOGO O ZADANKAI, SON UN OASIS…En la actualidad, el egoísmo desmedido, provoca profundos trastornos en el corazón humano y estamos perdiendo la coexistencia con la naturaleza; por ello estos mini cónclaves de miembros de todas las edades, razas, intereses y antecedentes, son un foro de intercambio rico y refrescante. En un mundo afectado por la "DESERTIFICACION SOCIAL", estas reuniones son un oasis, en el que los seres humanos en forma individual, se esfuerzan en concretar la paz mundial y la prosperidad de la sociedad humana. ...Como budistas, al establecer una condición de paz interior en la vida cotidiana, contribuimos con la paz del mundo, posibilitando a cada uno, desarrollar su potencial inherente... VER MAS…

¨Pascual y Angela Olivera, maestros del baile español ¨

Traducción del original en japonés publicado el 23 de octubre del 2004 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai.

Fue una persona extraordi­naria...

Por supuesto, sé que hablo de mi esposo, pero al margen de eso... realmente fue un ser humano admirable.

Ahora que ya no lo tengo a mi lado, lo siento más claramente que nunca. . .".
Cuando An­gela del Moral conoció a Pascual Olivera, no tenía treinta años, y ya era una de las mejores bailarinas de España. Pero tenía un problema: una colega en la compañía donde ac­tuaba le estaba haciendo la vida imposible, con el afán de usurpar su puesto como primera bailarina.Angela confió sus preocupacio­nes a Pascual.

Acababa de cono­cerlo, pero al escucharlo describir la alegría que le producía la prác­tica del budismo, decidió confiar en él.Sin embargo, el consejo que le dio la dejó aturdida. "Angela", le dijo. "tienes que enfrentar este problema de raíz. En otras palabras, debes orar por la felicidad de tu compañera".Angela no podía dar crédito a sus oídos. ¡No tenía ninguna in­tención de orar por su rival, por la persona que intentaba arrebatarle su carrera!

"Por esa misma razón, exactamente, tienes que incluirla en tu oración", le explicó Pascual. "Una persona feliz no desea la desgra­cia ajena. Trata de mirar las cosas desde su punto de vista". Al prestar atención a sus palabras, Angela comprendió qué corazón hermoso tenía ese hombre que trataba de alentarla."¿No sería estupendo que ambas se hiciesen amigas?", le siguió diciendo. "Si haces daimoku, puedes convertir un veneno en una medicina. Inténtalo y lo verás con tus propios ojos". Angela lo escu­chó, con la sensación de que, atrás de sus verdes ojos, lo que estaba viendo era su alma, luminosa y transparente como un puro lago de montaña.

Entonces, comenzó a entonar daimoku, diciéndose a sí misma:"¡La quiero. Quiero que sea feliz!". Los sentimientos de An­gela conmovieron de algún modo el corazón de la otra bailarina, pues ésta, poco a poco, dejó de mostrarse antipática con ella e, in­cluso, llegó a ser una de las amigas más estrechas de su vida.

Mostrar la naturaleza de Buda en nuestra vida


Angela y Pascual se casaron cinco años después, en 1976. El era norteamericano y, en su pro­pio país, se dedicaba profesionalmente a la danza. Angela aceptó acompañarlo y se instaló con él en los Estados Unidos. Poco después, les pidieron que actuasen en, un centro de detención juvenil.

An­gela dudó, por no decir que se opuso rotundamente. A los diecinueve años, había sido escogida para viajar a los Estados Unidos y bailar en la jura presidencial de John E Kennedy. Había actuado ante la reina Isabel, en Londres. Había ido de gira muchas veces al exterior, y aparecido en películas y programas de televisión.

Sabía que no debía comparar esa invitación con las otras oca­siones célebres que habían enga­lanado su carrera; ásí y todo, se preguntaba si los reclusos apre­ciarían o entenderían siquiera su arte. Esto la preocupaba; y, ade­más, sentía que no tenía por qué actuar ante personas que ni siquiera eran capaces de vivir honradamente o respetar las reglas de la sociedad.

Cuando confesó a Pascual sus sentimientos, lo que él respondió fue la síntesis de su estatura como ser humano: "Angela, nuestra mi­sión es mostrar a todos el poder de la naturaleza de Buda que brota de nuestra vida...

"Si, pero ... ".

Aún no termi­naba de convencerse."Se supone que la penitenciaría existe para ayudar a que esos jóvenes reformen su vida, ¿no es así? Por eso tenemos que ir.

Nuestra actuación podrá conmo­ver su vida, y si esto ocurre, ¡cambiarán! Pienso que somos capaces de hacerlo. ¿Por qué no lo intentamos? Es un desafio que nos hará bien afrontar".De modo que Angela aceptó.

El lugar, de atmósfera intimi­dante, estaba fuertemente custo­diado por carceleros armados. Los temores de Angela no fueron sino en aumento ... Tal como había temido, el público estaba formado por jóvenes ruidosos, que no pres­taban atención alguna a lo que sucedía en el escenario. Contrariada, se puso a entonar daimoku en silencio, con toda su alma, dicién­dose: "¡No temas! ¡Cumple tu mi­sión!".

Pascual bailó con toda su alma y, durante el intervalo, se puso a hablar con el público sobre su propia experiencia de vida.Las cosas no habían sido fáci­les. para él, hijo de unos pobres inmigrantes españoles, con un abuelo intérprete de guitarra fla­menca. De niño, Pascual convenció a sus padres de que lo de­jaran volver a España, para cursar allí sus estudios secunda­rios. En este país, empezó a es­tudiar danzas. De regreso a los Estados Unidos, se unió a la célebre compañía de danzas de José Greco, donde llegó a ser una de las principales figuras.

Sin embargo, en 1970 contrajo una grave enfermedad hepática, y los doctores pronosticaron que nunca podría volver a bailar. De hecho, no le dieron más que diez años de vida. Pascual se quedó atónito... Ya llevaba varios años practicando el budismo del Dai­shonin, pero ese encuentro frente a frente con la perspectiva de morir hizo que tomara la fe con mucha mayor seriedad.

¿Había hecho lo suficiente por los demás hasta ahora?

¿O la suya era una vida egocéntrica?

Si llegase a morir en ese momento, ¿se iría de este mundo con los "bolsillos va­cíos", por así decirlo?Años después, diría a menudo: "Uno podrá tener un montón de dinero en el banco, ser famoso o hacerse de prestigio, pero el día que muera, no podrá llevarse nada de eso consigo. Lo único que nos acompañará serán nuestros tesoros del corazón. Pero, como no quiero irme a mi próxima exis­tencia con los bolsillos vacíos, pienso acumular buenas causas, a cada momento, día tras día. Hay que estar siempre haciendo cosas buenas para los demás".

La actuación continuó ante el grupo de jóvenes reclusos, y la se­riedad y el compromiso de los bai­larines terminaron por cautivar al público. El silencio se apoderó del auditorio. Pascual y Angela bus­caban dialogar con el corazón de cada uno de esos jóvenes absor­tos, brindándose por entero. "¡Pónganse de pie!
¡Sueñen! ¡Crean en ustedes mismos ! Tienen una misión que es suya, y de nadie más. Para eso nacieron. ¡En lo profundo de su ser, son personas radiantes y extraordinarias!". Pascual recordaba su propio pasado de inseguridad personal y de falta de confianza en sí mismo.Finalmente, el número terminó. Mientras Pascual recupe­raba el aliento sobre el escenario, preguntó cordialmente si alguien quería preguntar algo. Se alzó un mar de manos en alto. Un joven fornido y de rudo aspecto gritó: "Quiero decir algo". "Adelante", lo invitó Pascual. El muchacho se puso de pie y con­fesó, conmovido: "En toda mi vida, hasta el día de hoy nunca había conocido gente tan buena y hermosa como ustedes. Si todos los demás fueran así, creo que hoy no estaría en este lugar".

Alentar al ser humano, en todo el mundo


Muchas veces fui alentado por las actuaciones de Pascual y An­gela, como lo fueron también nuestros miembros de la SGI. La atmósfera se llenaba de luz en el mismo instante en que pisaban el escenario. Se apoderaban del es­pacio. . .

Apoyaron numerosos fes­tivales culturales del mundo, den­tro y fuera de las tablas.Pascual fue titular de la Divi­sión de Artistas de la SGI-USA durante más de una década, y fundó el Comité Internacional de Artistas para la Paz (ICAP, por sus siglas en inglés), que hoy preside Angela.

Normalmente, la carrera de un bailarín suele ser corta. Por lo ge­neral, los "bailaores" de flamenco se retiran entre los 30 y los 40 años. Pero los Olivera, a sus cin­cuenta años, seguían recibiendo invitaciones para actuaren todo el mundo. Su deseo de brindar pla­cer al público y compartir el sen­tir de la gente fue lo que los llevó a escenarios de todo el globo, donde cosecharon prestigio internacional por elevar la danza espa­ñola a un nuevo nivel de excelen­cia artística.

¡Ha llegado mi oportunidad! En 1995, a Angela le diagnos­ticaron artritis reumatoidea. En determinado momento, los sínto­mas fueron tan agudos, que ni siquiera pudo seguir caminando; sin embargo, ella tomó esta dolencia como una oportunidad de hacer su revolución humana. Invocó ar­dientemente el daimoku y se sometió a un tratamiento de rehabi­litación. Al poco tiempo, la doctora se encogió de hombros, sin poder creerlo. ¿Cómo era posible que estuviese bailando, cuando la mayoría de las personas en su estado ni siquiera podrían moverse? Y le dijo en son de broma que si todos sus pacientes fueran como Angela, ella y sus colegas tendrían que dedicarse a otra cosa.
Angela dice: "Sigo sufriendo de reumatismo, pero lo controlo completamente, y he aprendido a vivir con mi enfer­medad. Así es: el reumatismo y yo somos buenos amigos". Ha po­dido convertir una enfermedad en una oportunidad. "No es un infortunio", explica, "sino la oca­sión propicia para fortalecerme; en tal sentido, ha sido un don y un beneficio".

Nichiren Daishonin alentaba a sus discípulos: "Cuando ocurre un gran mal, luego sucede un gran bien. [ ... ] Aunque no sean el ve­nerable Mahakashyapa, todos de­berian ponerse a danzar. Aunque no sean Shariputra, deberían salir a bailar de un salto. Cuando el bodhisattva Prácticas Superiores surgió de la Tierra, ¿acaso no lo hizo danzando?".Cuantos más obstáculos en­frentamos, más valiente y jubilo­samente debemos luchar por su­perarlos, con espíritu dinámico y danzante.

Es el privilegio que nos distingue a los budistas. ¿Cuál es el origen de esa dicha? En el Re­gistro de las enseñanzas transmi­tidas oralmente, dice: "Uno danza de alegría cuando llega a com­prender que los elementos del cuerpo y de la mente son la Ley prodigiosa". En otras palabras, cada uno de ustedes es la Ley mistica. Son budas, con ese cuerpo que poseen y esa mente que les es propia. Si pueden tomar concien­cia de esta verdad, cualquier difi­cultad se convertirá en alegría y en beneficios.

Escenarios inconscientes


Pascual dijo, una vez, a sus compañeros de la División de Artistas: "Todos somos actores representando la obra teatral de la vida. Somos nosotros los que creamos el escenario e interpretamos el guión de nuestra propia vida: no es la suerte, ni el destino ni una divinidad quienes definen el argumento. Nosotros lo escribi­mos y nos hacemos cargo del papel. ¡Esto es lo que enseña el budismo. Y por eso tenemos el poder de cambiar nuestra vida!

"Pero el problema es que, aunque oramos y nos esforzamos, en el nivel más inconsciente hay otra voz que nos dice algo distinto. Por ejemplo, conscientemente uno ora: ¡Quiero obtener este papel en la audición!. ¡Quiero mejorar mi relación de pareja!', pero en lo profundo de su mente, lo que se dicen a sí mismos es:

No sirvo. No alcanza con lo que soy. Soy demasiado gordo. Demasiado bajo. No podré hacerlo ...' ."Cuando oramos para superar una enfermedad, tal vez pensemos en lo más hondo de nuestra vida que jamás nos curaremos. Este sería el guión diferente del que hablaba. Y la realidad se mueve en torno a ese escenario incons­ciente. Por eso es tan importante borrar de nuestra mente cualquier imagen negativa".

En el verano del 2001, Pascual notó un cambio en su salud; se sentía siempre cansado, y tenía frecuentes dolores agudos en el estómago. Después de una serie de estudios médicos, finalmente le diagnosticaron un un linfoma no hodgkiniano. El cáncer había avanzado hasta el grado cuatro .

No bien lo supe, le envié un mensaje de aliento.Pascual hizo quimioterapia, y los efectos colaterales fueron de­vastadores. El cuerpo le dolía como si le hubiera pasado un ca­mión por encima. Tenía náuseas y vómitos espantosos, y había per­dido el sentido del gusto. También se le cayó el cabello."Pero, sorprendentemente, nunca se deprimió", cuenta An­gela. "Todo el tiempo decía: ¡Voy a lograr la victoria total, venceré esta enfermedad, y seré un león!.

Una heroica gesta de triunfo

Pascual siguió diciendo a los miembros de la División de Artistas: "Para representar el papel de la victoria, deben decidir que triunfarán. Visualicen es resultado y grábenlo en su mente. Hagan un "ensayo" en su corazón. Escriban sus objetivos en un papel o repítanlos en voz alta varias veces. Eso ayudará a que su vida se fusione con ellos. Deben reiterar ese escenario de victoria total y grabarlo a fuego en su mente. Si adquieren la convic­ción de que podrán hacerlo, realmente así será. La oración signi­fica seguir orando y luchando hasta ver los resultados".

Siguió propagando el budismo jubilosamente aun en su lecho de muerte. El día de Año Nuevo de 2002, dos personas a quienes había transmitido el budismo de Nichiren Daishonin recibieron el Gohonzon. El día siguiente, 2 de enero, debía recibir el resultado de unos estudios. Con una mez­cla de felicidad e incredulidad, el médico anunció, después de revisar exhaustivamente a Pascual y de reiterar todos los estudios posibles, que, según mostraban los resultados, las células cance­rígenas habían desaparecido completamente de su cuerpo.

Fue un dramático regreso de una muerte casi segura.En mayo, Pascual y Angela vi­sitaron el Japón y actuaron en el Auditorio de la Universidad Soka. Jamás los había visto bailar tan extraordinariamente. El cabello de Pascual había encanecido por completo, pero esto sólo realzaba su apuesta figura.

La danza revela el alma desnuda. Comprendí con absoluta claridad que lo que le había per­mitido vencer su enfermedad era el deseo imperioso de bailar una vez más ante su mentor. En esa ac­tuación, Pascual expresó la ale­gría de estar vivo, su valiente com­promiso con la paz, y su apasionado amor a la humanidad. Fue una danza de auténtico y ge­nuino triunfo. Y fue la última vez que lo vi bailar.

Un año después de haber mos­trado una espléndida recupera­ción, el cáncer volvió a aparecer. "Aun entonces", dice Angela, "su estado de vida era increíblemente elevado; nada podía conmoverlo. Cuanto más se debilitaba su cuerpo, más se fortalecía su vita­lidad. Estaba decidido a propagar el budismo en todo el país. Fui testigo de su proceder, y sé que fue genuino. La persona que más amé en el mundo me mostró el verda­dero poder de la fe".

Un amigo que fue a visitar a Pascual al hospital, pocos días antes de su muerte, llegó justo cuando los médicos lo llevaban a terapia intensiva. A Pascual le costaba respirar. Este amigo cuenta: "Incluso en esa situación, cuando me vio, me preguntó cómo estaban mis cosas y mi fa­milia. Siempre se preocupaba por los demás. Alguien podrá pensar que lo suyo era una mera expre­sión de cortesía, pero a él la gente le importaba de verdad. ¡Ahí estaba, en esa situación límite, queriendo saber de nosotros! En ese momento, le pusieron un respira­dor, y ya no pudo hablar, así que sus últimas palabras fueron: ¿Estás bien? ¿Está bien tu fami­lia?.

Pascual fue la corporifica­ción del amor a los demás".

Falleció el 19 de setiembre del año pasado (2003), rodeado de ca­torce familiares y amigos. El doc­tor dijo que dejaría de respirar cinco minutos después de que le retirasen el respirador, pero siguió haciéndolo durante una hora y media. El hálito que lo mantenía con vida era milagrosamente po­tente. Los que estuvieron allí luego dijeron que su respiración parecía el rugido de un león, y que la suya fue la muerte de un autén­tico vencedor. Parecía estar di­ciéndoles: "¿Me escuchan? ¡Cuento con que seguirán cons­truyendo el kosen-rufu de los Estados Unidos!".

Falleció serenamente, con un suave resplandor en el rostro. En ese momento, uno de sus amigos exclamó: "¡Gracias, Pascual, gracias!"."Gracias". Eso fue lo que todos sintieron. Pascual les había ense­ñado tanto... Los había alentado indescriptiblemente.

Ese coro de gratitud se propagó de una per­sona a otra, a medida que más y más miembros se fueron enterando de su muerte. Les había mostrado a todos el valor de con­sagrarse a la felicidad de los demás. Les había enseñado en qué consistía el espíritu de búsqueda. Les había mostrado un ejemplo de vida completamente dedicado al ideal de paz que es el kosen-rufu.

"¡Gracias!". Aun después de en­fermar, siguió viviendo con todas sus fuerzas y mostrándoles que, en la lucha contra la enfermedad, uno podía seguir acuñando una vida de extraordinario valor.

Pascual falleció a los 59 años, tres décadas después de haber superado su primera enfermedad con riesgo de muerte. Du­rante esos treinta años en los que pudo prolongar su vida, acumuló una rebosante arca de te­soros en su corazón.

"Mi esposo obtuvo un triunfo absoluto", declaró Angela, "porque siguió elevando su estado de vida en una de sus batallas contra la enfermedad. Fuimos muy feli­ces; jamás peleamos en veintisiete años de matrimonio. Siempre nos apoyamos mutuamente, y siem­pre avanzamos junto a Sensei, de­dicados a hacer realidad el sueño de nuestro maestro. Para nosotros, nada había más importante".

Un nuevo traje para un nuevo comienzo
Naturalmente, Angela lloró hondamente la muerte de su esposo. Trató de alentarse y de le­vantarse el ánimo, pero parecía incapaz de superar ese vacío y esa sensación apabullante de pér­dida que la envolvía. En determinado momento, se dijo: "No tengo alas. He venido volando todos estos años sobre las alas de Pascual. Soy un ave que no sabe volar...".

Sabía que tenía que usar sus propias alas, pero no sabía cómo hacerlo.Entonces le pidieron que bai­lara en Tokio, en la reunión para máximos responsables de mayo de 2004. Pero vaciló. ¿Sería capaz de bailar? ¿Sería capaz de trans­mitir algún sentimiento en el escenario? Pero un amigo le re­cordó el deseo de Pascual: que si­guiera brindando a los demás, el don del arte, y que no se retirara. Sus compañeros de fe le escribie­ron una canción titulada "Pascual vive". Cuando la escuchó, contuvo el aliento emocionada...

"¡ SI!, declaró. "Tengo que bailar esta canción. Pascual está vivo. Está vivo aquí, en mi corazón, y debo transmitírselo al presidente Ikeda y a todos. ¡Bailaré!".

Uno de sus mejores amigos se ofreció a hacerle un nuevo ves­tuario para esa actuación. "No puedes bailar con el mismo traje de antes. ¡Tiene que ser algo nuevo! Y el motivo será la primavera, con el azul intenso de la ban­dera de la SGI, y el rosa y el ama­rillo, para representar la juventud. Tu traje simbolizará la vida, y la capa será del mismo color. Eso le gustará a Pascual...".Detrás de bambalinas, antes de comenzar su número, Angela se puso a entonar daimoku y le dijo a su esposo: "Pascual, Sensei está aquí. Está esperándonos. Voy a salir a escena".

Su actuación fue explosiva. Pa­recía flotar en el aire... Fue como si las flores y todas las cosas her­mosas se hubiesen abierto de golpe, en un instante. Feliz y re­bosante de vitalidad, hablaba con Pascual en el lenguaje de su cora­zón: "Mi amor, estoy bailando. Es lo que tú querías. ¡ Sé que estás or­gulloso de mí ! ".

Cuando la vi bailar, tuve que ponerme de pie; no pude quedarme allí sentado. Tendí los bra­zos bien abiertos, como acompa­ñando el ritmo de su actuación. En silencio, le dije: "¡No estás sola! ¡Pascual está contigo ! ¡Y yo tam­bién lo estoy!".

Y supe que había escuchado mis palabras.¡Eso es! ¡Seguir bailando! Las estrellas bailan a través del espa­cio sobre la bóveda celeste; la Tie­rra jamás deja de girar... ¡Y es que la vida danza: los árboles en el viento, las olas en el mar, las aves, los peces, todo se mueve y baila al compás de la vida! Cada ser del universo ejecuta su danza, y por eso ¡cada uno tiene que seguir bailando, hasta el final de su existencia!Los movimientos de Angela cobraron velocidad y adquirieron un dinamismo inimaginable en una artista de 63 años. Entonces, sucedió algo que nos dejó pasmados. Inconscientemente, sus pies comenzaron a taconear un "zapa­teado" en el escenario, que todos reconocieron como el típico estilo de Pascual. Sin darse cuenta siquiera, tornó a mover la capa reproduciendo uno de los pasos ca­racterísticos de su esposo. Nunca jamás había usado esa técnica... Más sorprendida que cualquiera del público, de pronto compren­dió: "¡Pascual está aquí conmigo! ¡Estamos bailando juntos!".

Una vez más, se alzaba el telón en la gesta conmovedora de esta pareja inseparable.

SOKA GAKKAI. FUNDACION E HISTORIA.

Desde sus orígenes como movimiento para la reforma educativa en el Japón antes de la Segunda Guerra Mundial, hasta sus actuales condiciones como la posible mayor asociación budista laica comprometida con la sociedad, en la esencia del pensamiento de la Soka Gakkai siempre ha habido la convicción en el ilimitado potencial de cada individuo y en que todas las personas tienen derecho a llevar vidas felices y plenas.

La Soka Gakkai (literalmente, "Sociedad para la Creación de Valor") comenzó en 1930 como grupo de educadores reformistas dedicados al estudio. Su fundador Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944) fue un escritor y educador, inspirado en el budismo de Nichiren y dedicado con pasión a la reforma del sistema educativo japonés. Su teoría de la Educación para la Creación de Valor, sobre la cual publicó un libro en 1930, se centra en la creencia en el ilimitado potencial de cada individuo y considera que la educación es una lucha de por vida orientada a encontrar el conocimiento de sí mismo, la sabiduría y el desarrollo.

El énfasis de Makiguchi en el pensamiento independiente por encima del aprendizaje basado en la memorización, y la motivación interior sobre la obediencia ciega, fue un reto directo a las autoridades japonesas de su época, quienes percibían que el papel de la educación estaba en moldear dóciles súbditos del Estado.

La década de 1930 fue testigo del nacionalismo militar en el Japón, el cual condujo, finalmente, a que este país entrara en la Segunda Guerra Mundial. El gobierno militar impuso a la población la ideología estatal sintoísta, como medio para glorificar su guerra de agresión, y sometió toda forma de disidencia.

Makiguchi y su más cercano compañero Josei Toda (1900-1958) se negaron a ceder en cuanto a sus creencias y a prestar apoyo al régimen. Esto hizo que el gobierno los arrestara y los llevara a prisión en 1943 bajo el cargo de “delincuentes ideológicos”.

A pesar de los intentos por alejarlo de sus principios, Makiguchi se mantuvo firme en sus convicciones y murió en prisión en 1944.

Josei Toda sobrevivió a las duras pruebas y fue liberado de prisión pocas semanas antes de que terminara la guerra. En medio de la confusión del Japón de la posguerra, se dedicó a reconstruir la Soka Gakkai, expandiendo su misión desde el campo de la educación hasta la mejora de la sociedad como un todo.

Promovió una forma activa de budismo, comprometida con la sociedad, como medio para que el individuo desarrollara sus propias capacidades, y sobrepasara los obstáculos en la vida dando rienda suelta –desde su interior– a la esperanza, la confianza, la valentía y la sabiduría. Este mensaje resonó especialmente entre los excluidos de la sociedad japonesa y, antes de la muerte de Toda, en 1958, ya había aproximadamente un millón de miembros. En 1957, en una declaración plena de fuerza, Toda hizo un llamado a los jóvenes para la abolición de las armas nucleares. Este llamado se convirtió en la piedra angular de las actividades por la paz de la Soka Gakkai.

El sucesor de Toda,
Daisaku Ikeda, también había experimentado los horrores de la guerra en su juventud, y estaba determinado a dedicar su vida a la construcción de la paz. Tenía 32 años cuando asumió la presidencia de la Soka Gakkai en 1960. Bajo el liderazgo de Ikeda, la organización siguió creciendo y ampliando su enfoque.

En 1975, en respuesta a las necesidades del crecimiento de la cantidad de miembros internacionales, fue fundada la Soka Gakkai Internacional (SGI). Ésta es hoy una red mundial integrada por 82 organizaciones registradas y miembros en 192 países y territorios, que comparten una visión en común de un mundo mejor. La filosofía budista de la SGI apuntala a un movimiento que promueve la paz, la cultura y la educación.

MAKIGUCHI Y SU LUCHA POR LA JUSTICIA Y LOS DERECHOS HUMANOS. Conferencia dictada por Daisaku Ikeda en el Centro S. Wiesenthal, Los Ángeles, USA.

En enero de 1993 tuve la valiosa oportunidad de recorrer el Museo de la Tolerancia, poco antes de que abriese oficialmente sus puertas. La historia del Holocausto merece una definición: la tragedia más atroz que el odio y la intolerancia del hombre hayan provocado jamás. Al detenerme en los objetos exhibidos, una conmoción visceral se iba apoderando de mí. Más que eso, era una indignación nacida en lo más profundo de la vida. Pero más poderosa aún que estas emociones fue la intensidad de la determinación que surgió dentro de mí: jamás debíamos permitir que semejante tragedia volviese a ocurrir, en ningún país y en ninguna época.

Fiel a las palabras de Simón Wiesenthal, "cuando el hombre recuerda sobrevive la esperanza", la Universidad Soka se enorgulleció de organizar en el Japón la muestra "El coraje de recordar: Ana Frank y el Holocausto", gracias al apoyo y la cooperación incondicionales de este centro. La exhibición itinerante está llevando su mensaje por localidades de todo el Japón desde mayo de 1994.

En la inauguración oficial del evento, que se realizó en la sede gubernamental metropolitana de Tokio, participó una distinguida delegación representante del centro y encabezada por el rabino Cooper; concurrieron, además, importantes figuras diplomáticas de veinte países, entre las cuales se contó el embajador de los Estados Unidos en el Japón, Walter Mondale.

El 15 de agosto del año pasado (1995), quincuagésimo aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, la exposición abrió sus puertas al pueblo de Hiroshima.

En dicha oportunidad, el rabino Hier representó a este centro en la ceremonia inaugural, frente a numerosas figuras destacadas. "El coraje de recordar" también se presentó en Okinawa y, hasta la fecha, ha recorrido diecinueve ciudades de nuestro país.

La muestra contó con un promedio de público de cinco mil personas por día; hasta hoy, casi un millón de ciudadanos japoneses han podido beneficiarse con su mensaje impactante. Muchos de ellos eran niños y adolescentes, a menudo conmocionados hasta el llanto frente al valeroso ejemplo de Ana Frank, una jovencita de la misma edad que ellos, cuya vida pudieron conocer a través de la muestra. La sucesión de padres que visitaron la exhibición en compañía de sus hijos fue interminable. Me gratifica informar que "El coraje de recordar" está prestando servicio como foro de aprendizaje, donde la gente toma conciencia de un invalorable sentido de la justicia.

En el acto inaugural, no pude sino recordar las palabras de mi maestro, Josei Toda: "Tenemos que aprender del espíritu indomable del pueblo judío". Para ser honesto, siento que hay mucho que aprender de la fortaleza y el coraje que les permitieron a los judíos superar interminables tragedias y persecuciones a lo largo de los siglos.

El pueblo judío se puso de pie ante cada uno de los embistes que le asestó la vida; pero en cada caso aprendió, recordó y transmitió a las generaciones posteriores su sabiduría y su entereza espiritual. El coraje de recordar es, al mismo tiempo, la misericordia de enseñar. El odio se aprende; por lo tanto, habrá que enseñar la tolerancia.

El Budismo afirma que la ira opera en función del bien y en función del mal.
Huelga decir que la ira posee una mala naturaleza cuando fomenta sentimientos egocéntricos o nutre ambiciones como la codicia. La ira que nace en el odio sólo trae conflictos y enfrentamientos a la sociedad humana.

Sin embargo, la ira dirigida contra el gran mal, contra la profanación del humanismo y el desprecio insultante hacia la vida humana, ésa es la "ira del máximo bien". Esta clase de furia transforma y rejuvenece la sociedad, y abre rutas hacia un mundo de humanismo y de paz.

Sin duda alguna, la emoción que, a raudales, inspira "El coraje de recordar" en los espectadores no es otra que esta "ira legítima".

Una de las cuestiones más acuciantes que enfrenta la humanidad tras el término de la "guerra fría" es cómo franquear los abismos de desconfianza y de odio que dividen a los pueblos, las culturas y las religiones. En noviembre pasado, el doctor Wiesenthal se dirigió a la quincuagésima sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante el evento culminante del "Año de la Tolerancia", con palabras que me sacudieron por su lucidez: "La tolerancia es el requisito previo para concretar la convivencia pacífica entre todos los pueblos que habitan la Tierra; es la única opción para neutralizar el odio que condujo a horrendos crímenes contra la humanidad. El odio es el mal opuesto a la tolerancia".(1)

Debería notarse que, como la ira, la tolerancia también tiene manifestaciones activas y pasivas, también muestra formas nocivas y beneficiosas.

La indiferencia y la apatía que hoy prevalecen en las sociedades modernas serían un ejemplo de tolerancia pasiva. A comienzos de este siglo, el pueblo japonés tenía tendencia a confundir la tolerancia con una transigencia carente de principios; esto creó las condiciones espirituales necesarias para que proliferara el militarismo y para que se produjera la amarga experiencia histórica que nuestro pueblo debió vivir.

En cambio, la tolerancia activa es inseparable del coraje y permite resistir y oponerse resueltamente a toda forma de violencia y de injusticia que amenace la dignidad humana. Es una forma de vida basada en la empatía, que vislumbra el mundo a través de los ojos de los demás y que consigue sentir los dolores y las alegrías ajenas como si fueran propias.

El Centro Simón Wiesenthal representa un modelo de tolerancia positiva, que busca activamente crear oportunidades de diálogo entre las culturas, promover el aprendizaje mutuo y la comprensión recíproca. La persona genuinamente tolerante es, a la vez, una valiente persona de acción, que trabaja para estimular los lazos de valoración y de empatía entre los hombres.

Es para mí un honor sin igual poder explayarme, hoy, sobre la vida de Tsunesaburo Makiguchi, maestro de mi mentor y primer presidente de la Soka Gakkai, en el mismísimo Centro Simón Wiesenthal, fortaleza dedicada a la noble misión de resguardar la paz y los derechos del hombre. Hoy quisiera compartir con ustedes las convicciones por las cuales dio la vida Makiguchi, basándome en dos ejes conceptuales: la "ira legítima" y la "tolerancia activa".

Las siguientes citas de los escritos de Makiguchi bastarán para indicar hasta qué punto su pensamiento se oponía al militarismo japonés, que era el clima espiritual predominante en su tiempo.(2)

"Para establecer y proteger el bien es indispensable refutar y eliminar el mal."
"No se puede ser amigo del bien sin ser valeroso enemigo del mal."
"No hay que darse por satisfecho con la bondad pasiva; debemos ser hombres de valor y entereza, capaces de trabajar activamente por el bien."

Makiguchi se opuso al papel que escogió desempeñar el Japón durante la Segunda Guerra Mundial y a las restricciones que el gobierno japonés impuso sobre la libertad religiosa. A raíz de su postura, debió afrontar el encarcelamiento, la humillación del tormento y la muerte entre rejas, a los setenta y tres años.

Tsunesaburo Makiguchi nació en 1871, en una pequeña aldea sobre el Mar del Japón, en la prefectura de Niigata. El poblado se llamaba Arahama, que podría traducirse como "playa de mares turbulentos". El 6 de junio de este año(1996), es decir, pasado mañana, se cumplirán 125 años de su nacimiento.

Makiguchi solía referirse con orgullo a sus orígenes humildes, a su modesta estirpe de pobres pescadores. La estrechez económica de su familia y la necesidad de que él contribuyese con su trabajo lo obligaron a interrumpir sus estudios al término de la escuela primaria. No obstante ello, aprovechaba cada oportunidad para leer y aprender; no tardó en mostrar una especial capacidad para la docencia. Era tan firme su vocación de aprender, que las personas con quienes él trabajaba realizó una modesta colecta para que pudiese asistir a la escuela normal, en la cual obtuvo su graduación a los veintidós años.

Makiguchi volcó la energía y la pasión de su juventud al desafío de ofrecer mayores oportunidades educativas para los niños de escasos recursos. Muchos de los que tuvieron a Makiguchi por maestro brindaron agradecidas descripciones de su trabajo como educador.

Mientras Makiguchi se iniciaba como maestro, el Japón avanzaba en pos de una política nacional que respondía al lema "poderío nacional y fortaleza militar" (en japonés, fukoku kyohei), es decir, el camino de la expansión imperialista. En el campo de la educación, se otorgó prioridad a los objetivos nacionalistas; no se escatimó ningún esfuerzo con tal de establecer un patriotismo ciego y libre del mínimo cuestionamiento.

Frente a este cuadro, Makiguchi expresó otro punto de vista: "¿Cuál es el propósito de la educación popular? En lugar de concebir complejas interpretaciones teóricas, es mejor comenzar a mirar a esos niños adorables que uno tiene sobre las rodillas y preguntarse: `¿Qué puedo hacer yo para asegurar que esta criatura viva del modo más feliz?'".(3)

El interés de Makiguchi nunca estaba puesto en el estado, sino en el ser humano, en las personas y en cada individuo. Este poderoso sentido de los derechos humanos lo llevó a declarar que la libertad y los derechos del individuo eran sagrados e inviolables(4), en una época en que los objetivos de la soberanía imperial se imponían a la ciudadanía con total prepotencia.

En 1903, a los treinta y dos años, Makiguchi publicó una obra de mil páginas, titulada Geografía de la vida humana. El libro vio la luz en vísperas de la guerra ruso-japonesa. El tenor de ese momento histórico puede medirse a través de un dato elocuente: siete de los académicos japoneses más prestigiosos, de la Universidad Imperial de Tokio, peticionaron al Gobierno que adoptase una postura enérgica y severa contra Rusia, fomentando así el entusiasmo público por la guerra. En contraste, Makiguchi, un ignoto maestro de escuela, estaba promoviendo en el pueblo el concepto de la "ciudadanía mundial", con firmes raíces en la vida comunitaria, para evitar los peligros del "nacionalismo estrecho y cerrado".

A los cuarenta y dos años, Makiguchi fue designado director de escuela primaria. Durante los veinte años siguientes, se desempeñó en este puesto de responsabilidad contribuyendo así al desarrollo de algunas de las escuelas públicas más destacadas de Tokio.

Una de las influencias más importantes que registra el pensamiento de Makiguchi es el filósofo norteamericano John Dewey, de cuyos trabajos se valió para crear cambios en el sistema educativo japonés. Makiguchi, franco propulsor de la reforma pedagógica, se vio constantemente sometido a la vigilancia y la presión de las autoridades. Entre sus controvertidas propuestas, se hallaba la de abolir el sistema oficial de supervisión escolar, mediante el cual los funcionarios administrativos de la burocracia estatal podían interferir directamente en la actividad de las escuelas de cada localidad.

También rehusaba la mala costumbre de otorgar trato preferencial a los hijos de familias influyentes. En cierta ocasión, esta postura imparcial de Makiguchi afectó los intereses de un renombrado político nacional, quien utilizó su influencia para destituirlo. Estudiantes, padres y maestros por igual se unieron en una cruzada en defensa de Makiguchi, con el propósito de frenar su traslado a otra escuela.

Incluso, organizaron un boicot suspendiendo la asistencia a clases. Pero en la institución a la cual fue transferido, Makiguchi encontró el mismo hostigamiento solapado. Esta vez, pudo conseguir que las autoridades renovaran un área de recreación en beneficio de los alumnos, como condición para aceptar el traslado.
La lucha de este maestro nos hace evocar el inmenso amor a la humanidad que exhibió otro contemporáneo suyo, el extraordinario educador judío-polaco Janusz Korczak, quien libró contienda hasta el último momento de su vida para proteger la vida de sus alumnos, muertos junto a él en el Holocausto.

En 1928, Makiguchi tomó contacto con el pensamiento budista. El Budismo puede considerarse una filosofía de educación popular, en el sentido de que reconoce y busca desarrollar la sabiduría inherente a todos los seres humanos. Makiguchi sintió que había hallado, en el Budismo, el medio para concretar los ideales perseguidos durante toda su vida: un movimiento de reforma social a través de la educación. Cuando decidió adoptar la filosofía budista, contaba ya cincuenta y siete años, pero éste hecho inició la trayectoria impresionante de sus últimos años de vida.

Dos años después, el 18 de noviembre de 1930, junto a su colega y discípulo Josei Toda, Makiguchi publicó el primer volumen de un libro titulado El sistema pedagógico de la creación de valores; esa misma fecha es la que se escogió para celebrar el aniversario de nuestra entidad.

La palabra japonesa Soka se traduce como "creación de valores". Desde el enfoque de Makiguchi, la vida misma constituye el valor más elemental y supremo. A partir del pragmatismo de Dewey, concluía: "El único valor, en el verdadero sentido del término, es la vida misma. Todos los demás valores surgen solamente en el contexto de la interacción con la vida".(5) El criterio fundamental para establecer un valor, según Makiguchi, es preguntar si algo mejora o lesiona, promueve u obstruye la condición humana.

El mayor objetivo de la educación Soka o creadora de valores es forjar hombres y mujeres de sólida personalidad, que se esfuercen tenazmente en pro de la paz, "el bien máximo", que se consagren a proteger la dignidad suprema de la vida y que sean capaces de crear valor aun en las circunstancias más adversas.

En 1939, se llevó a cabo lo que resultó ser la primera reunión general de la Soka Kyoiku Gakkai (Sociedad pedagógica para la creación de valores). No hace falta decir que en ese año comenzó la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania invadió el territorio polaco. Las tropas japonesas también estaban movilizadas en la China y en Corea, cometiendo toda clase de atrocidades en un verdadero despliegue de barbarie.

Profundamente contrariado por el curso de los acontecimientos, Makiguchi lanzó una crítica frontal al militarismo fascista. En ese momento, la mayoría de los cultos y organizaciones religiosas del Japón prestaron respaldo al sintoísmo estatal, que aportaba el soporte espiritual y filosófico para justificar la intervención japonesa en la guerra. Sin embargo, Makiguchi se opuso a esta deplorable violación de derechos, que atentaba contra la libertad de conciencia y de creencias; así las cosas, se negó a transigir en sus convicciones, firmemente orientadas hacia la paz.

Lamentaba con amargura el afán de imponer el culto sintoísta japonés a los pueblos de Asia y escribía: "La arrogancia del pueblo japonés no conoce fronteras".(6)

Su actitud severa e intransigente, en ese sentido, nacía de un profundo espíritu de tolerancia hacia la herencia cultural y religiosa de los demás pueblos.

En diciembre de 1941, las fuerzas armadas del Japón descerrajaron un ataque sorpresivo sobre Pearl Harbor, que inició la guerra del Pacífico. Cinco meses después, el gobierno ordenó el cierre del órgano oficial de la Soka Kyoiku Gakkai, un periódico llamado Kachi Sozo (Creación de valores), alegando razones de "seguridad nacional".

El poder militar fascista no encontraba grandes escollos para suprimir la libertad de expresión: ya había recortado la libertad de conciencia y la de culto. Al privar a la ciudadanía de sus libertades más elementales, el gobierno buscaba crear una masa amorfa, obediente y sumisa. Makiguchi expresó, entonces, su firme convicción: "Un solo león es capaz de dominar a mil corderos. Una sola persona valerosa puede lograr más que mil cobardes".(7)

La postura de Makiguchi consistía en hacer frente abiertamente a cualquier forma de mal y de injusticia; su pensamiento se convirtió en una amenaza contundente a los poderes de turno. Se lo pasó a considerar un "delincuente ideológico"; sus actividades fueron objeto de continua vigilancia por parte de la policía secreta.

No obstante, Makiguchi continuó organizando pequeñas reuniones de intercambio donde expresaba sin ambages sus convicciones morales y religiosas. Según su testimonio escrito, en el transcurso de dos años durante la guerra, participó en más de doscientas cuarenta reuniones de diálogo. La policía solía hacerse presente en las reuniones, pero Makiguchi no dejaba de criticar el fascismo militar aun cuando las autoridades interrumpían para obligarlo a callar.

En ese momento, los sacerdotes que decían compartir la misma fe budista que él capitularon ante las presiones del gobierno y aceptaron modificar la práctica del Budismo para orar al talismán sintoísta que imponía el culto imperial; sin embargo, Makiguchi se negó hasta el último minuto.

En julio de 1943, él y su discípulo Toda fueron arrestados por fuerzas militaristas equivalentes a la Gestapo alemana. Se los acusaba de violar la tristemente célebre "Acta de Preservación de la Paz"(8) y de lesa majestad, es decir, falta de respeto al Emperador. Makiguchi ya tenía entonces setenta y dos años: pasó los dieciséis meses siguientes --un total de quinientos días-- en una celda de aislamiento.

Sin embargo, este gran hombre jamás dio un solo paso atrás. Se dice que solía alzar la voz desde su celda solitaria, para preguntar a los demás prisioneros si estaban aburridos y proponerles contrarrestar la angustia emprendiendo debates.

Uno de ellos analizaba una singular cuestión: ¿había alguna diferencia entre no hacer el bien y cometer efectivamente el mal?(9)

Era un maestro consumado en el arte de la educación humanística; siempre, siempre buscaba la oportunidad de entablar un diálogo igualitario y libre con los demás.

Incluso les explicaba los principios del Budismo, con claridad y paciencia, a sus carceleros y a los policías que lo sometían a duros interrogatorios. La trascripción que consta en registros oficiales describe sus puntos de vista: toda forma de vivir en la cual el hombre sea "tan sensible a la alabanza o a la censura de la sociedad que termine por no hacer el bien, aun cuando no cometa el mal" resulta, en última instancia, contraria a las enseñanzas del Budismo.(10)

Hay un célebre aforismo budista que nos esclarece con elocuencia: si uno enciende una lámpara para iluminar la ruta de otro ser humano, también alumbra el propio camino.(11)

En verdad, Makiguchi fue, hasta el último momento, ejemplo de una vida de contribuciones positivas, que encendió la brillante luz de la esperanza tanto para sí mismo como en inmenso beneficio de sus semejantes.

En una trascripción oficial de los interrogatorios, lo hallamos declarando que la invasión japonesa a la China y la "gran guerra del Lejano Oriente" eran una "catástrofe nacional" perpetrada por la grave desorientación espiritual que sufría el país japonés. En una época en que las invasiones japonesas solían describirse como "guerras sagradas", cuando la prensa y los formadores de opinión glorificaban cualquier emprendimiento bélico con discursos a cuál más encendido, las palabras de Makiguchi reflejan un coraje y una determinación verdaderamente inusuales.

Las cartas que escribió en la cárcel a sus seres queridos se han conservado hasta el día de hoy. En ellas, uno lee fragmentos hondamente conmovedores:(12)

"Por el momento, aun con los años que llevo a cuestas, éste será el sitio donde cultivaré mi pensamiento". "Tengo la posibilidad de leer libros, lo cual es un placer. No deseo nada en especial. Por favor, durante mi ausencia, cuiden bien a la familia y no se preocupen por mí." "Al estar en confinamiento aislado, me es posible ponderar diversos asuntos en paz, que es como yo prefiero."

Sus cartas rebosan de afecto y de consideración hacia su familia; no sólo transmiten calma y compostura, sino incluso optimismo.

"Hasta el infierno tiene sus deleites, según los ojos con que uno mire las cosas", escribía en un fragmento que tacharon los censores del presidio.

Pero esas cuatro paredes húmedas que lo condenaban al aislamiento, con crudos fríos y calores bochornosos, cobraron un precio muy alto en el anciano Makiguchi; un costo que él pagó con su salud. Y, sin embargo, jamás caía en el resentimiento; en su fuero íntimo, el sol restallante de sus convicciones brillaba en el zenit, bien alto y sin mengua. Encendido de ira legítima, Makiguchi prosiguió con su lucha contra las fuerzas de un estado autoritario que se negaba a reconocer los derechos humanos. Así y todo, ni una sola vez su ira se tiñó de odio.

Con el paso de los días, la edad avanzada y la desnutrición provocaron la inevitable declinación física; Makiguchi finalmente aceptó que lo transfirieran a la enfermería. Alcanzó a vestirse con su traje formal, se alisó los cabellos y caminó por sus propios medios hasta la sala de asistencia médica, con paso frágil pero resuelto.

El día siguiente, 18 de noviembre, aniversario de la fundación de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi se despidió del mundo en paz, serenamente.

Ni siquiera el terror de la muerte pudo doblegar a Makiguchi y forzarlo a abandonar sus convicciones.

Para el ser humano, acaso no haya nada tan universalmente temido como la representación de la propia muerte. Podría incluso decirse que el miedo a morir forma la base de los instintos de agresión. Pero el Budismo habla de la inseparabilidad entre la vida y la muerte; afirma, entonces, que ambos son aspectos integrales de una continuidad eterna. Para el que vive con esta convicción justa e inquebrantable, para quien comprende en lo profundo la naturaleza esencial de la vida y la muerte, tanto el vivir como el morir pueden ser percibidos como una alegría.

En la celda helada, Makiguchi demostró una verdad: si se vive con total dedicación a ideales nobles y humanos, es posible recibir la muerte sin un solo atisbo de temor, sin lamentaciones ni resentimiento. Inadvertido a la mirada de los demás, él llevó a término su vida, la vida que él mismo volvió grande a través de su espíritu y de sus acciones.

Su muerte silenciosa fue, al mismo tiempo, un nuevo comienzo, una renovada partida.

Josei Toda confesó el dolor y la ira ingobernables que se apoderaron de él cuando, dos meses después, sin ninguna muestra de humanidad, uno de los jueces le espetó a boca de jarro: "Makiguchi ya está muerto". Sus propias palabras revelaron la letanía de dolor contenido que se él permitió manifestar en la soledad de la celda; lloró a su maestro hasta que ya no le quedaron más lágrimas.

Pero, desde lo profundo de su desconsuelo, sintió que nacía una nueva esperanza.

Toda, el discípulo, salió con vida de esa cárcel inhumana donde su mentor recibió la muerte. La ira hacia las fuerzas autoritarias que socavaron la vida de su mentor se convirtió en un juramento, en una determinación: crear un nuevo movimiento popular por la paz.

En El sistema pedagógico de la creación de valores, Makiguchi escribió estas reflexiones: "Impulsadas por su instinto de auto preservación, las malas personas se alían y aumentan la fuerza con la cual persiguen a la gente de bien.

En contraste, las personas de buena voluntad siempre padecen el aislamiento que las debilita [...] La única solución está en que las personas de bien se unan".(13)

Este era su profundo pensamiento basado en su experiencia personal.

Josei Toda fue un verdadero discípulo que compartió con su maestro idénticas metas. En medio de las ruinas de la posguerra, tornó a construir un movimiento basado en la solidaridad de los ciudadanos comunes, impulsados por su buena voluntad. También en ello, su metodología consistía en el diálogo de persona a persona, entre las filas de la ciudadanía, y en encuentros de intercambio humanístico para un reducido número de personas.

Este movimiento, asentado en el principio de la dignidad suprema de la vida que expone el Budismo, busca dotar a los pueblos de mayor fuerza y poder, despertar en la gente su sabiduría potencial y crear un mundo donde se conceda respeto universal a la justicia y a los valores humanos.

En su teoría sobre el valor, Makiguchi señala que la existencia de la religión se justifica en la medida en que ésta alivia el sufrimiento y genera felicidad al hombre (es decir, el valor del beneficio) y a las sociedades (el valor del bien).

Este hombre de tan puro humanismo afirmaba que las personas no existían en bien de la religión sino que la religión debía prestar servicio al pueblo.

El pasado mes de abril, se plantó un cerezo en Tokio, en los predios de la Universidad Soka, la institución erigida con el espíritu fundacional del presidente Makiguchi.

La ceremonia y el árbol tenían un propósito: eternizar la memoria del fallecido primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, quien dio la vida para establecer la paz en el Medio Oriente. El acto contó con la participación del doctor Moshe Arad, vicepresidente de la Universidad Hebrea de Jerusalem, que acaba de celebrar acuerdos de intercambio académico y estudiantil con la Universidad Soka.

El primer ministro Rabin nos dejó palabras inolvidables: "No hay victoria más grande que la paz. En la guerra hay vencedores y vencidos, pero en la paz el triunfo es para todos".(14)

Tengo la profunda convicción de que, en cada nueva primavera, el Cerezo de Rabin dará brotes y capullos cada vez más fuertes, del mismo modo que, en la historia, irán surgiendo nuevas generaciones cada vez más consagradas a la visión de paz que él escogió como norte. En verdad, la educación representa la luz de la esperanza y el resplandor de la nueva vida.

La vida de Makiguchi fue una contienda a muerte o a vida contra la autoridad del fascismo, una lucha en la cual no hubo lugar para el menor retroceso. Su mensaje de coraje y de sabiduría seguirá arrancando ecos y resonando en el corazón del hombre, para esclarecer su conciencia en los siglos venideros. Él supo muy bien que hasta los principios o convicciones más nobles nunca se concretan, si no existe el trabajo tenaz y concertado de los hombres y mujeres que forman las filas del pueblo. Con esta idea en mente, la "Carta Orgánica de la SGI" invita al diálogo y a la cooperación entre personas de diferentes creencias religiosas, para resolver las cuestiones acuciantes que jaquean a la humanidad. Esta postura de nuestro primer presidente, Makiguchi, pervive en la Soka Gakkai y adopta forma concreta en las actividades de la SGI. Siempre nos mantendremos firmes, imposibles de doblegar, ante cualquier forma de autoritarismo; de ese modo, perpetuaremos en el futuro lejano las convicciones e ideales de Makiguchi.

Tenemos la determinación de seguir desarrollando y construyendo un movimiento popular de paz, educación y cultura en el milenio que viene, de acuerdo con la visión del maestro Nichiren, fundador de la escuela budista cuyas enseñanzas practicamos.

En lo que a mí respecta, estoy resuelto a actuar con valentía, hasta el día en que me despida del mundo, para concretar una era de paz en el siglo XXI, ya que es la paz, y no otra cosa, lo que nos dará la victoria para todos. Confío en que tendré el placer y el privilegio de compartir este camino con los distinguidos amigos y colegas que hoy se han reunido en este lugar.

Por último, quisiera dedicar estas palabras al presidente Makiguchi y a todos aquellos que dieron la vida por la justicia y los valores humanos, y a los jóvenes de este mundo que viven cada día con una poderosa determinación centrada en el mañana.

Esta es mi convicción:

Una persona, un pueblo que abracen una noble filosofía; una ciudadanía que elija una fe ejemplar.

Una persona, un pueblo que sostengan la epopeya de la realidad y de los más grandes ideales en el acoso de la tempestad enfurecida, sometidos a la persecución interminable, resistiendo la persecución interminable, sólo una persona así y un pueblo así serán coronados por el sol espléndido de la dicha, la gloria y el triunfo perpetuos.

Muchísimas gracias a todos.

Daisaku Ikeda

Lecturas de referencia:
KORCZAK, Janusz: King Matt the First (El rey Matías I), trad. al inglés por Richard Lourie, The Noonday Press, Nueva York, 1988. La "Introducción", escrita por Bruno Bettelheim, perfila la actividad constante de Korczak en bien de los niños. La historia del rey Matías, por su parte, remeda la propia vida del escritor.

BETHEL, Dayle M. (editor): Education for Creative Living: Ideas and Proposals of Tsunesaburo Makiguchi (Educación para una vida creativa: ideas y propuestas de Tsunesaburo Makiguchi), trad. al inglés por Alfred Birnbaum, Editorial de la Universidad de Iowa, Ames, 1989.

ALLAM, Cheryl Marie: "The Path to Surrender: Nichiren Buddhism and Roman Catholicism Confront Japanese Nationalism: 1912-1945)", tesis de maestría, Universidad de Hawaii, 1988.

Notas:
1- Declaraciones de Simón Wiesenthal, como delegado austriaco ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, quincuagésima sesión, 20 de noviembre de 1995.

2- Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi (en japonés), Daisan Bunmeisha, Tokio, 1988, 1983, vol. 9, pág. 97; vol. 6, Págs. 71, 180.

3- Obras completas de Makiguchi (1981), vol. 4, pág. 27.

4- MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Geografía de la vida humana (en japonés), Seikyo Shimbunsha, Tokio, 1980, vol. 5, pág. 16

5- Obras completas de Makiguchi, (1982), vol. 5, pág. 232.

6- Obras completas de Makiguchi, (1987), vol. 10, pág. 84.

7 -Antología de la obra de Tsunesaburo Makiguchi (en japonés), Takehisa Tsuji (editor), Daisan Bummeisha, Tokio, 1994, págs. 26-27.

8- El "Acta de Preservación de la Paz" de 1925 fue uno de los principales instrumentos jurídicos empleados para suprimir cualquier forma de expresión disidente. El "Acta de organizaciones religiosas" de 1940 unificó a todas las instituciones japonesas en subordinación al sintoísmo imperial.

9- Obras completas de Josei Toda (en japonés), Seikyo Shimbunsha, Tokio, 1988, vol. 8, pág. 463.

10- Obras completas de Makiguchi, vol. 10, págs. 209-210.

11- "Las tres virtudes de los alimentos", en Obras completas de Nichiren Daishonin (en japonés), Nichiko Hori (editor), Soka Gakkai, Tokio, 1952, pág. 1598.

12- Obras completas de Makiguchi, vol. 10, págs. 276-78, 85.

13- Obras completas de Makiguchi, vol. 6, pág. 69.

14- RABIN, Yitzhak: "Prefacio", en Memorias de Rabin (en japonés), Tetsuo Sagara (editor), trad. al japonés por Junko Takeda, Mirutosu, Tokio, 1996, pág. 19.

Mensaje del Presidente de la SGI Daisaku Ikeda, en conmemoración del octogésimo aniversario de la Fundación de la Soka Gakkai.

Mis amados camaradas de la SGI, permítanme felicitarlos a todos, en estas jornadas de festejo dedicadas a celebrar el 80º Aniversario de la Soka Gakkai.

Aquí, desde la sede central de nuestra organización, mi esposa y yo estamos pensando en cada uno de ustedes e imaginando sus rostros felices y sonrientes, en cada reunión donde se encuentran festejando este histórico día.

En una carta escrita durante la Persecución de Atsuhara y dirigida a todos aquellos seguidores que, pese a la represión del gobierno, seguían practicando la fe sin retroceder, Nichiren Daishonin escribe:Cada uno de ustedes debe armarse del coraje de un león rey y jamás sucumbir a las amenazas de nadie. El rey león no teme a las demás bestias, ni tampoco lo hacen sus cachorros.

Los que actúan contra le Ley son como zorros que chillan, pero los seguidores de Nichiren son como leones que rugen.Los primeros ochenta años de historia de la Soka Gakkai son un fiel reflejo de este noble espíritu.

Nuestra organización comenzó sus actividades el 18 de noviembre de 1930, a partir de la iniciativa de dos personas: el presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi y su discípulo Josei Toda.

Catorce años después, el 18 de noviembre de 1944, el presidente Makiguchi moría en la cárcel como prisionero de conciencia, víctima de la represión impuesta por las autoridades militaristas del Japón, que habían coartado la libertad de culto.

El señor Toda, preso al igual que su mentor, sobrevivió a los rigores del encarcelamiento y, tras recuperar la libertad, dedicó su vida a reconstruir la Soka Gakkai.

Años después, me confió a mí, el futuro de la organización como sucesor de su obra, y declaró, poco antes de morir (en abril de 1958): «El kosen-rufu sin falta podrá lograrse, mientras haya un joven, aunque sea uno solo, dispuesto a dedicarle la vida entera».

En la época contemporánea, fue la dedicación abnegada de los tres primeros presidentes, unidos por profundos lazos de maestro y discípulo, y consagrados por entero a la propagación de la Ley, lo que revivió el legado de amor compasivo y bravura que dejó Nichiren Daishonin, y lo que restableció en los tiempos modernos su compromiso con la iluminación de la gente común.

La esencia del budismo de Nichiren Daishonin comenzó a fluir vibrantemente gracias a la incomparable relación de maestro y discípulo que palpita en la SGI.

Hoy, nuestro movimiento se ha extendido a ciento noventa y dos países y territorios del mundo; esta proeza, sin duda alguna, llenaría de dicha y de júbilo a los presidentes Makiguchi y Toda.

En el budismo, la alternativa es triunfar o ser vencidos. En este contexto, el Daishonin escribe: «Fortalezcan su fe día tras día y mes tras mes. Si su determinación flaquea tan sólo un instante, las funciones demoníacas sacarán ventaja».

Espero... que todos nuestros miembros ponderen seriamente estas palabras, hagan surgir una poderosa fe y, junto a mí, escriban una historia de oro, una historia de heroísmo que honre su existencia en este mundo, mientras trabajan por la felicidad de sus semejantes, por el kosen-rufu y por la sociedad, y procuran al mismo tiempo su dicha personal.

Estamos viviendo un periodo de cambios impredecibles y, a menudo, turbulentos. La vida es una sucesión ininterrumpida de contiendas. Es posible que algunos de ustedes se estén debatiendo con circunstancias difíciles y complejas, ya sea en su hogar o en su lugar de trabajo.

Sin embargo, la práctica de este budismo de Nichiren Daishonin permite a las personas transformar su karma y convertir el veneno en remedio. En la vida de los que están esforzándose seriamente en la fe, cada cosa que ocurre tiene un profundo sentido.

Cuando el Daishonin sufrió una persecución que casi le costó la vida y terminó siendo desterrado a la inhóspita isla de Sado, escribió que ese acontecimiento posiblemente lo había salvado de morir en las trifulcas armadas que, poco después, se produjeron en Kamakura (donde él habría tenido que estar, si no hubiera marchado al exilio).

Aunque nos veamos ante alguna desventura imprevista, el Daishonin nos asegura con plena convicción: «Los grandes desastres sin falta de convierten en inmensa fortuna».

Los que mantengan la fe en su práctica budista con continuidad serán los que, al final, obtengan la victoria.

Todos ustedes están esforzándose por el kosen-rufu y trabajando por la paz mundial, basados en los ideales humanísticos del budismo de Nichiren Daishonin.

Son todos personas increíblemente valiosas y dignas de supremo respeto; tienen asegurada la protección de todos los budas y bodhisattvas, y de todas las fuerzas positivas del universo corporificadas en el Gohonzon.

Es más, la buena fortuna y los beneficios que ustedes acumularán mediante la fe, inexorablemente, se transmitirán a sus familiares y seres queridos, así como a sus descendientes de las generaciones futuras, contribuyendo a la felicidad y a la prosperidad de todos ellos.

Así como incontables bodhisattvas surgieron de la tierra en el Sutra del Loto y, con su dignidad majestuosa, dejaron pasmada de admiración a la asamblea, hoy está surgiendo en todo el mundo una corriente cada vez más grandes de jóvenes Bodhisattvas de la Tierra.

Así como la corriente de un río caudaloso nutre la tierra a su paso, la segunda fase el kosen-rufu mundial está avanzando a ritmo firme, constante y seguro.
Nichiren Daishonin escribe:Los que se conviertan en discípulos y seguidores laicos de Nichiren deberán comprender los profundos lazos kármicos que comparten con él y propagar el Sutra del Loto de la misma manera que él lo hacer.


Ser conocido como devoto del Sutra del Loto es un destino amargo, pero inevitable.Todos los que actúan en pro del kosen-rufu con esta conciencia y este grado de compromiso (sea cual fuere su edad, sus circunstancias o el lugar donde estén) comparten con el Daishonin una relación así de profunda, y poseen una misión de sublime nobleza.

Con un daimoku poderoso, valentía incondicional y vitalidad juvenil, ¡iniciemos juntos una marcha renovada y enérgica hacia el próximo «Año de los valores humanos y del desarrollo dinámico», y hacia el victorioso centenario de la Soka Gakkai, en el 2030!

Mi esposa y yo estamos orando cada día con devoción sincera y ferviente por la buena salud, la larga vida y la felicidad de todos nuestros amados miembros de la SGI del mundo.

¡Cuídense, por favor, y sigan bien!

Kaneko Ikeda
Daisaku Ikeda
En conmemoración del 18 de noviembre de 2010

ORIENTACION DE DAISAKU IKEDA

El Poder innato de la humanidad es la fuerza motriz que derrumba todas las barreras de la discriminación.

La expresión máxima de esa humanidad es el estado de Buda; es el poder de la Ley mística.

El Daimoku es, por lo tanto, una energía fundamental para hacer realidad la victoria en la lucha por los derechos humanos.

Daisaku Ikeda

PRIORIZAR AL SER HUMANO. Discurso pronunciado para responsables de la Soka Gakkai, en el Centro Internacional Soka de la Amistad, Tokio, Japón.


Al dirigirse a los miembros reunidos, Daisaku Ikeda aseveró:
"La esencia del budismo yace en nuestro comportamiento como seres humanos".

Los líderes vanidosos y arrogantes son el colmo de la necedad.

(…) Nada supera el poder de las personas simples y anónimas.

Los líderes de la sociedad siempre deben dar prioridad al bienestar de la comunidad.

El verdadero liderazgo consiste en respetar a la gente y prestarle servicio.

(…) La época en la cual vivimos reclama una absoluta revolución en el liderazgo".

Al comenzar sus palabras, el líder de la SGI manifestó que, en representación de los miembros del mundo entero, varias universidades extranjeras le habían notificado la entrega de títulos honorarios en un futuro inmediato.

Aseguró que las distinciones simbolizaban la alta estima en que se tiene el movimiento global de la SGI por la paz, la cultura y la educación.

Luego, dirigiéndose a los integrantes de la comunidad académica de las instituciones educativas Soka, señaló: "Por favor, sepan que cada honor que se me concede, como fundador de estos casas de estudios, es también un reconocimiento a los docentes, al personal y a los alumnos que las integran".

Asimismo, expresó su deseo de que los respectivos cuerpos docentes y administrativos prosigan su labor, fieles al espíritu fundacional, compartiendo cada alegría con los estudiantes para el desarrollo de instituciones ideales.

Destacó: "La educación es la clave del futuro. Si ella se extravía por un rumbo equivocado, lo mismo ocurrirá con todo lo demás". E instó a establecer con los jóvenes relaciones rebosantes de entusiasmo y optimismo.

Luego, al anunciar la apertura de varios edificios de la organización tanto en el Japón como en el exterior –entre los cuales figura el Centro Cultural de la SGI de los Estados Unidos en Washington D.C.—, Daisaku Ikeda, recordó que, después de la Segunda Guerra Mundial, la Soka Gakkai funcionaba en un pequeño edificio de madera en el barrio tokiota de Nishi-Kanda, y que en aquella época había jurado a su mentor, el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, que construiría magníficas fortalezas de la Soka.

Actualmente, señaló, existen unos mil doscientos centros comunitarios en el Japón y una enorme cantidad en el mundo.

Con respecto al espíritu que empuja a la Soka Gakkai a construir estos locales, expresó que, por convulsionadas u oscuras que sean las épocas, los edificios de la Soka Gakkai tenían como cometido apoyar la vida ciudadana, propagar felicidad e infundir alegría de vivir.

Posteriormente, destacó que desde los inicios de la Soka Gakkai, la División Femenina ha sido la fuerza motriz del desarrollo de la organización. Invitó a sus compañeros a encomiar la labor de las mujeres y subrayó: "Son merecedoras de nuestro agradecimiento más absoluto.

Nadie debería menospreciarlas ni ser irrespetuoso con ellas".

Más tarde, para alentar a quienes enfrentaban vicisitudes expresó que lo importante era no sucumbir ante los problemas sino "emplearlos como un trampolín para ayudarnos a lograr un estado de vida más amplio y elevado. Y, citó el lema del compositor alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827): "Del sufrimiento, la alegría". (1)

Asimismo, compartió las palabras del filósofo danés Søren Kierkegaard (1813-1855): "La alegría es contagiosa, y por eso nadie puede enseñar tan bien lo que es la alegría como aquel que la experimenta genuinamente". (2)

Luego, alentó a los miembros de la SGI de la siguiente manera: "No hay adversidad que no podamos superar. Así que, por favor, no tengan miedo ni se dejen intimidar por nada. Avancen con convicción, con valentía intrépida".

Antes de concluir sus palabras aseguró: "Por favor, sepan que estoy orando por su bienestar y su felicidad. Esta es mi función".

[Basado en los artículos publicados en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai, Japón.]

Nota bibliográfica:

(1) BEETHOVEN, Ludwig van: Neue Briefe Beethovens, nebst einigen ungedruckten Gelegenheits-Compositionen, und Auszügen aus seinem Tagebuch und seiner Lectüre (Nuevas cartas de Beethoven, con algunas composiciones esporádicas inéditas y extractos de sus diarios y lecturas), editado por Ludwig Nohl, Stuttgart, J. G. Cotta’sche Buchhandlung, 1867, pág. 100. Traducción indirecta.

(2) KIERKEGAARD, Søren: Christian Discourses, and The Lilies of the Field and the Birds of the Air, and Three Discourses at the Communion on Fridays ("Discursos cristianos", "Los lirios del prado y las aves del cielo" y "Tres discursos del Viernes de Comunión"), traducido por Walter Lowrie, Londres, Oxford University Press, 1952, pág. 347.

LAS TRANSCRIPCIONES DEL DAI GOHONZON

Invocar daimoku con fe en el Gohonzon pone de manifiesto el "Nam-myoho-renge-kyo", la Ley de la vida, que existe en nuestro interior.

De este modo, uno fusiona su vida con él. Sólo mediante esta fusión se puede lograr el objetivo de la práctica: la Budeidad.

Nichiren Daishonin enseña que «abrazar el Gohonzon es en sí la iluminación».

Éste es el principio de lograr la Budeidad con nuestra forma presente de mortales comunes.

Todos los Gohonzon individuales, consagrados en los hogares de los creyentes o en los centros comunitarios, derivan del Dai-Gohonzon, que Nichiren Daishonin inscribió el 12 de octubre de 1279.

En otras palabras, son transcripciones del Dai-Gohonzon.

En cualquier lugar en el que uno se halle, si cree en el Gohonzon e invoca sinceramente, puede manifestar la naturaleza de buda.

El Dai-Gohonzon fue inscrito en caracteres chinos por el propio Daishonin.

Que esos caracteres hayan sido escritos por él, tiene un profundo significado, pues expresan la vida interior del fundador, en el momento en que los inscribió.

Así, los propios caracteres se convierten en la expresión de la vida del Daishonin.

TENER POCO DINERO. DE "A LA MANERA DE LOS JOVENES" Por Daisaku Ikeda.

Para todo lo que quiero necesito dinero.
¡Y no lo tengo!
Me gustaría que mi familia fuera rica.

Quizás vengas de una familia pobre y sientas frustración porque no puedes comprar lo que quieres. Es posible que a tu familia le cueste pagar la renta y todavía más pagar los caprichos de chicos. Estas situaciones no son poco comunes. Hay mucha gente que cree que el dinero equivale a la felicidad. Pero están equivocados.

Haber nacido en una casa majestuosa no es ninguna garantía de felicidad, del mismo modo que el haber nacido en una choza no condena a nadie al fracaso. El que una persona sea feliz o infeliz no tiene nada que ver con las posesiones materiales que tenga.

Hasta una familia acomodada y aparentemente envidiable puede estar pasándolo mal por problemas graves que desde fuera no se vean. Muchas veces la gente parece feliz, pero pueden estar ocultando una agonía personal. Aunque la gente parezca de un modo por fuera, es difícil saber lo que hay en su corazón.

Así que nunca te avergüences por tu estatus económico. La desgracia es tener un corazón pobre y no vivir honradamente.

Un hombre de negocios famoso en todo el mundo me dijo una vez: "He conseguido fama y riqueza, pero las metas que me fijaba y los logros tenían más sentido cuando era pobre. Tenía objetivos, y mi vida estaba llena de retos. Para recuperar esa sensación de logro, me doy cuenta de que ahora tengo que fijarme un nuevo objetivo: contribuir al bienestar y la felicidad de los demás".

Muchas veces vemos a gente involucrada en batallas desagradables por el dinero, personas que se hunden en la miseria y la depresión si se apaga su popularidad; personas que destrozan sus vidas cuando dejan que la fama y el poder se les suban a la cabeza; y personas que viven en lujosas mansiones donde los miembros de la familia no se soportan unos a otros. A menudo, aquellos que viven en familias aparentemente ideales, adineradas y distinguidas están atados por los formalismos, la tradición y las apariencias. Y demasiadas veces, los jóvenes privilegiados tienen dificultades para fijarse metas y alcanzarlas, ya que tienen aparentemente todas las necesidades cubiertas.

Así que: ¿crees que la riqueza, la fama y el lujo garantizan la felicidad?
La respuesta es rotunda: NO.

Todo depende de cómo lo mires. En lugar de pensar que tienes mala suerte simplemente porque tu familia no tiene mucho dinero o estudios, piensa que es una situación habitual. Verás que esta perspectiva te permitirá desarrollarte como una persona muy humana.

Te darás cuenta de que tus dificultades son el auténtico material que te permitirá forjar un gran corazón y convertirte en una persona profunda y llena de sustancia.

Da la casualidad de que sólo puedes llegar a ser el tipo de persona que entiende los sentimientos de los demás si experimentas dificultades.

Tu dolor y tu pena cultivarán el terreno para que crezca tu ser interior. Y, a partir de ahí, podrá brotar la bella flor de la compasión, y el deseo de trabajar para hacer felices a los demás.

El dinero, la fama y las pertenencias materiales sólo aportan una satisfacción fugaz, lo que puede llamarse una felicidad "relativa". Los practicantes budista aprenden, sin embargo, a establecer las felicidad absoluta transformando sus vida desde adentro. Cuando desarrollamos un estado tan grande y resplandeciente como un magnífico palacio, anda puede minar y destruir nuestra felicidad, independientemente de lo que hagamos o nos encontremos en la vida.

¡JAMAS NOS DEJEMOS VENCER! Por Daisaku Ikeda

El señor Toda declaró enfáticamente:
Ni la esperanza, ni la desesperación provienen de los demás.

Estas emociones no dependen de las circunstancias, ni de la situación que estemos viviendo.

Antes bien, salen todas de nuestro propio corazón. ¡Por eso tenemos que hacernos cargo de nuestra propia vida y vivirla plenamente!

Jamás se dejen vencer. ¡Para eso hacen daimoku! Abranse paso en la vida, esforzándose y venciendo basados en la fe.

Entonces, su vida resplandecerá a través del pasado, presente y futuro.(...)

La fe es la determinación de luchar contra las dificultades, y de combatir inmersos en la realidad. Cuando este espíritu bulle en nuestro interior con vitalidad, no podemos contener la alegría. Y hasta el hecho de experimentar los reveses de nuestro karma nos permite impactar en el corazón de los demás de manera profundamente inspiradora.