¿QUÉ ES LA FE? LA FE ABARCA LA VERDAD, EL CORAJE, LA SABIDURÍA Y LA BUENA FORTUNA. INCLUYE LA COMPASIÓN Y LA HUMANIDAD, ASÍ COMO LA PAZ, LA CULTURA Y LA FELICIDAD. LA FE ES ESPERANZA ETERNA; ES EL SECRETO PARA EL AUTO-DESARROLLO SIN LÍMITES. LA FE ES EL PRINCIPIO BÁSICO DE CRECIMIENTO. (LAS DISCUSIONES SOBRE LA JUVENTUD, VOLUMEN 2, PÁGINAS 163/64).

¿QUÉ ES EL BUDISMO? ES EL NOMBRE DADO A LAS ENSEÑANZAS DE UN BUDA. "BUDA" SIGNIFICA "EL ILUMINADO”; ALGUIEN QUE PERCIBE LA ESENCIA O REALIDAD DE LA VIDA EN SU INTERIOR, ES UN SER ILUMINADO A LA VERDAD DE LA VIDA Y DEL UNIVERSO. A DIFERENCIA DE OTRAS RELIGIONES, EL BUDISMO NO ALEGA UNA REVELACIÓN DIVINA. COMIENZA CON UN HOMBRE, QUE A TRAVÉS DE SUS PROPIOS ESFUERZOS Y PERSEVERANCIA, DESCUBRIÓ LA REALIDAD DENTRO DE SÍ Y ENSEÑÓ QUE TODOS PODÍAN HACER LO MISMO. EL BUDA NO PUEDE SER DEFINIDO, COMO UN SER TRASCENDENTAL O SUPREMO. EN ESTE SENTIDO, EL BUDISMO, NO SOLO ES LA ENSEÑANZA DE UN BUDA, SINO LA ENSEÑANZA QUE POSIBILITA A TODAS LAS PERSONAS REVELAR SU NATURALEZA DE BUDA. EL BUDISMO ES UN SISTEMA PRÁCTICO DE ENSEÑANZA QUE NOS PERMITE CONCRETAR EL ESTADO IDEAL DE LA BUDEIDAD… LA PROPIA PERFECCIÓN.

¿QUE ES EL KOSEN-RUFU? “ES LA LUCHA PARA TRANSFORMAR LA VIDA DE LOS SERES HUMANOS, REVIRTIENDO LA OSCURIDAD QUE RESIDE EN EL INTERIOR DE SU VIDA, HACIENDOLO TOMAR CONCIENCIA DE SU NATURALEZA DE BUDA INHERENTE". LA ESENCIA DE “ESTABLECER LA ENSEÑANZA CORRECTA PARA ASEGURAR LA PAZ EN LA TIERRA” ESCRITO POR NICHIREN DAISHONIN, RADICA EN CONSTRUIR UNA RED DE PERSONAS DEDICADAS AL BIEN. PERO COMO ESTA CONTIENDA IMPLICA TRANSFORMAR DE RAÍZ LA VIDA DE LAS PERSONAS PROVOCARA RESISTENCIA EN CIERTOS SECTORES… ESTA GRAN BATALLA ES LA CLAVE PARA CREAR UN MUNDO DE PAZ Y DE FELICIDAD VERDADERAS, UNA TIERRA DE BUDAS.

YIGUIO Y KETA. PRÁCTICA PARA UNO MISMO Y PRÁCTICA PARA LOS DEMÁS. ESTOS ASPECTOS DEL BUDISMO VERDADERO SON: YIGUIO (PRÁCTICA PARA UNO MISMO) Y KETA (PRÁCTICA POR EL BIEN DE OTROS). AMBOS CONSTITUYEN UNA PRÁCTICA COMPLETA. SON COMO DOS RUEDAS QUE FUNCIONAN AL UNÍSONO PARA ADELANTAR NUESTRAS VIDAS, PARA MANIFESTAR NUESTRA ILUMINACIÓN INHERENTE.

¿QUE ES LA SOKA GAKKAI INTERNACIONAL (SGI)?...ES UNA ORGANIZACIÓN BASADA EN EL BUDISMO DE NICHIREN DAISHONIN, INSPIRADA EN EL RESPETO A LA VIDA, LA CONCIENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS, BUSCANDO DESPERTAR EN LAS PERSONAS EL ESPÍRITU DE RECONOCER, RESPETAR Y APRECIAR LAS SEMEJANZAS Y LAS DIFERENCIAS, PERMITIENDOLES FORTALECERSE Y TRANSFORMAR SU INTERIOR PARA DESARROLLAR SU MÁXIMO POTENCIAL, ASUMIENDO LA RESPONSABILIDAD DE SU PROPIA VIDA Y COMPROMETIENDOSE CON LA SOCIEDAD, EMPRENDER ACTIVIDADES EN SU VIDA COTIDIANA, PARA DESPLEGAR LA CAPACIDAD DE VIVIR CON CONFIANZA, CREANDO VALOR EN CUALQUIER CIRCUNSTANCIA Y CONTRIBUYENDO AL BIENESTAR DE AMIGOS, FAMILIARES Y SU COMUNIDAD…

…UNA DE LAS DIFICULTADES QUE LOS LATINOS TIENEN PARA COMPRENDER EL BUDISMO, radica en lo que el término "religión" significa en su ámbito social… Las religiones occidentales tienen sistemas jerárquicos en los que las reglas y los dogmas se establecen desde arriba hacia abajo… Ellas están basadas en la creencia de una deidad sobrenatural… La relación entre el maestro y el discípulo es interpretada como la de una persona que ciegamente, sigue a otra… VER MAS…

EL ESFUERZO DE NO RENDIRSE JAMAS. Vivimos una vida fragmentada y llena de conflictos. Estamos divididos en centenas de grupos de seres humanos, limitados por el miedo, la vergüenza, la culpa, la ira, las obsesiones y las emociones… esta lucha interna hace que no nos podamos entender… ¿Por que pasa esto...? VER MAS…

LA RECITACION DE LOS CAPITULOS “MEDIOS HABILES” Y “DURACION DE LA VIDA”. Carta a la esposa de Hiki Daigaku Saburo Yoshimoto. Este Ghoso, nos acerca a un precepto conocido como “seguir las costumbres de la región”. El significa que, mientras no esté en juego ninguna trasgresión grave, no se debe ir contra las tradiciones y costumbres de un país, región o comunidad, aunque debamos apartarnos ligeramente de las enseñanzas. Este criterio fue establecido por el Buda... VER MAS…

LAS REUNIONES DE DIALOGO O ZADANKAI, SON UN OASIS…En la actualidad, el egoísmo desmedido, provoca profundos trastornos en el corazón humano y estamos perdiendo la coexistencia con la naturaleza; por ello estos mini cónclaves de miembros de todas las edades, razas, intereses y antecedentes, son un foro de intercambio rico y refrescante. En un mundo afectado por la "DESERTIFICACION SOCIAL", estas reuniones son un oasis, en el que los seres humanos en forma individual, se esfuerzan en concretar la paz mundial y la prosperidad de la sociedad humana. ...Como budistas, al establecer una condición de paz interior en la vida cotidiana, contribuimos con la paz del mundo, posibilitando a cada uno, desarrollar su potencial inherente... VER MAS…

ZADANKAI. REUNIONES DE DIÁLOGO. NUCLEOS GENERADORES DE FELICIDAD.


    Una de las actividades básicas que realizan los miembros de la SGI son las 
reuniones de diálogo, con el afán de evitar toda comunicación de una sola vía,
y brindar a las personas miembros o no, una oportunidad para formular preguntas o expresar su opinión o sus dudas directamente.   
   El diálogo, la interacción y el intercambio de ideas permiten comprender mejor el budismo. Se trata de un proceso de aprendizaje mutuo que se efectúa en un ritmo que es más cómodo para los interlocutores
   Las actividades de la SGI están inspiradas en la filosofía budista expuesta por Nichiren (1222-1282), quien resaltó la importancia del diálogo y el aprendizaje de por vida.
   Sus escritos ilustran cómo sus discípulos se reunían regularmente para estudiar una gran variedad de textos budistas. Nichiren consideraba que tales ámbitos de diálogo eran cruciales para la correcta transmisión de sus ideales. 
   En una carta que escribió de severos hostigamientos, Nichiren dice: “Las personas decididas a buscar el camino deben reunirse a escuchar el contenido de esta carta”. (Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio, Soka Gakkai, 2008, pág. 215.) 

   Los encuentros de diálogo han sido la base del movimiento de la Soka Gakkai desde la década de 1930. Tsunesaburo Makiguchi, quien fundó y se convirtió en el primer presidente de la organización, recorrió todo Japón para ir al encuentro de sus compañeros miembros y reunirse a dialogar con ellos. Ha quedado registrado que en sus últimos años de vida, a pesar de la opresión que ejerció el gobierno militarista que había despoja a los ciudadanos de su libertad de credo, Makiguchi había acudido a doscientas cuarenta reuniones durante el lapso de dos años.
   Actualmente, las reuniones de diálogo de la SGI se efectúan en todos los rincones del orbe,  celebrándose mensualmente  y en forma comunitaria, en las casas de los miembros que ofrecen sus hogares para hacerlo.
   Participan libremente personas de todas las edades, mujeres y hombres de las más diversas procedencias y situaciones. Estos encuentros permiten fomentar lazos humanos en el marco vecinal, de distrito o región y fortalecer el tipo de relaciones que se están perdiendo en las grandes urbes.
   Asimismo, en estas reuniones predomina el espíritu de aliento mutuo. Y, los participantes cuentan sus experiencias de la práctica del budismo y su testimonio de cómo cambiaron sus vidas con la fe o cómo enfrentaron y superaron dificultades.
   Durante los encuentros se estudian también la doctrina budista. A veces, alguna persona o algún grupo se encargan de hacer una exposición sobre algún concepto específico del budismo, y los participantes tienen la oportunidad de preguntar o comentar.
   En una ocasión, el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, señaló que la cultura del pueblo y su fortaleza se plasman cuando se da en cada conversación y encuentro entre pares humanos y en su contacto directo.
   La sociedad moderna está plagada de información sin esencia espiritual; por ello, el diálogo vivo, el intercambio de opinión de persona a persona, de la gente real, es lo que coadyuvará de manera fundamental al bienestar de la sociedad.





NOTA: El termino zadankai es/era utilizado para denominar las reuniones de diálogo. Actualmente se ha reemplazado por NGF (Núcleos Generadores de Felicidad).

CARTA DESDE TERADOMARI (FRAGMENTO). SGI-USA (AREA MIAMI) Traducción Miriam Pinilla.




 

 
 

COMO ENFRENTAR LAS PERDIDAS Por Daisaku Ikeda.

El dolor de la partida de los seres queridos es uno de los sufrimientos inevitables de la vida.

La impermanencia de la vida es un hecho del que no se puede escapar.

No obstante, mientras una cosa es saber en teoría, el que cada momento de nuestra vida puede ser el último, es mucho más difícil en realidad vivir y actuar en un nivel práctico, basado en esa creencia.

Muchos de nosotros tendemos a imaginar que siempre habrá otra oportunidad de encontrarnos y hablar con nuestros amigos y parientes, de modo que no importa si algunas cosas quedan sin decirse.

Cada vez que tengo la oportunidad de conocer a alguien, trato de dar lo mejor de mí, ya que ese puede ser nuestro último encuentro. Nunca doy cabida a lamentaciones, esforzándome en concentrar todo mi ser en cada momento.
 
El budismo identifica el dolor de la partida de los seres amados como uno de los sufrimientos inevitables de la vida. Es una verdad que no podemos evitar experimentar la tristeza por una separación.
 
Sakyamuni, el Buda que vivió en la India hace más de dos mil años, perdió a su madre cuando apenas tenía una semana de nacido.

Mientras crecía, constantemente se preguntaba: "¿Por qué mi madre murió?, ¿Dónde se fue?, ¿Dónde puedo ir para encontrarme con ella?, ¿Qué es esta cosa llamada "muerte" que me quitó a mi madre?, ¿Qué es la vida?"

 
La tristeza por la pérdida de su madre, se convirtió en un poderoso recurso que le permitió desarrollar una profunda misericordia por otros y buscar la verdad de la vida.
 
Un día conoció a una madre cuyo hijo había muerto; ella estaba vagando con una mirada de dolor con el pequeño cuerpo aferrado al de ella: "Por favor dame alguna medicina para salvar a mi niño" le imploró a Sakyamuni con sus ojos llorosos.
 
Él de alguna manera quería infundirle valor a ella, le propuso que fuera por algunas semillas de amapola para que pudiera hacer la medicina, pero que sólo las buscara en casa de familias que nunca hubiesen experimentado la pérdida de un ser querido.
 
La mujer corrió al pueblo y buscó las semillas en cada casa de familia. Pero a pesar de que muchas tenían las semillas de amapola, no había ni un solo hogar en el cual no hubiese habido una muerte.

Esta perturbada madre gradualmente comenzó a darse cuenta de que cada familia vivía con la tristeza de la pérdida de seres queridos oculta en sus corazones gracias a esta experiencia ella entendió que no estaba sola en sus sentimientos de dolor.

 
Probablemente ninguna palabra puede reconfortar el corazón de una madre que ha perdido a su hijo.

Alguien con verdadera sabiduría, al conocer a una mujer cuyo hijo ha muerto, simplemente debe sentarse a su lado y quedarse allí sin decir ni una sola palabra. Aun cuando no haya intercambio de palabras, esas cálidas vibraciones de afecto y solidaridad desde lo más profundo de la vida de esa persona, serán percibidas.

 
Desde el punto de vista budista, los vínculos que unen a las personas no son de esta existencia nada más. Debido a que los que han muerto viven dentro de nosotros, nuestra felicidad está compartida de forma natural con ellos. Lo más importante para los que estamos vivos en este momento, es vivir con esperanza y esforzarnos para se felices.
 
Al lograr nuestra propia felicidad podemos enviar "ondas" invisibles de felicidad a todos aquellos que han fallecido. Pero si nos permitimos agobiarnos por la tristeza, el difunto también sentirá esta tristeza, porque somos inseparables.
 
Cuando conocí a Sonia Ghandi, viuda del Primer Ministro de la India Rajiv Ghandi, no mucho tiempo después de la trágica muerte de su esposo, le dije: "Las vidas de aquellos que han sufrido las más grandes tragedias resplandecen con el más grandiosos brillo. Por favor cambie su destino en una fuente de gran valor. Si usted está triste, su esposo se afligirá con usted. Si usted se levanta con una sonrisa, su esposo estará feliz también". Me siento muy contento de decir eso con gran coraje y ver que ahora ella está continuando la labor de su marido.
 
Cuando uno se enfrenta a una gran tragedia, pierde la dirección de su vida, tiene que decidir si mantener su espíritu y continuar viviendo con toda su fuerza o dejarse derrumbar por la decepción.
 
Existen muchos ejemplos donde las personas que han perdido a su madre o padre a temprana edad han logrado grandes cosas. Mi amigo Oswald Mbuyiseni Mtshali, un famoso poeta surafricano, una vez me dijo que el primer poema que escribió fue a su madre.

Él dijo: "La muerte de mi madre fue un gran impacto para mí, tan grande que casi no me pude recuperar de él. Me tomó mucho tiempo superarlo.

Pero eventualmente yo notaba algo: que cualquier fuerza que yo tenía me la había dado mi madre. Las palabras de mi madre permanecían vivas en mí. Mi madre vivía dentro de mí. Cuando me di cuenta de ello, un poema para mi madre surgió espontáneamente desde lo más profundo de mi corazón".

 
Luchando para sobreponernos a la pena y tristeza que acompaña a la muerte, nos hacemos más conscientes de la dignidad de la vida y compartimos el sufrimiento de otros como el nuestro propio.
 
La biblioteca de la universidad de Harvard fue donada por una mujer que perdió a su hijo en el trágico hundimiento del Titanic en 1912.
Su hijo, Harry Elkins Widener, quien murió a la edad de 27 años, era egresado de Harvard, tenía pasión por la lectura y había coleccionado muchos libros. Él había hecho un viaje de compra de libros cuando abordó el Titanic, junto con su padre y su madre.

 
Harry era un hijo adorable para su madre, un joven galante y heroico. Viendo a su madre a salvo en el bote salvavidas, se quedó atrás con su padre en el barco que se hundía. Su colección de más de tres mil valiosos libros fue donada a la universidad, pero no había lugar donde ponerlos. Esto impulsó a su madre a donar grandes cantidades de dinero a fin de que se pudiera construir una biblioteca. Más allá de esta tragedia, vino un invalorable regalo para innumerables estudiantes.
 
Aquellos que pueden superar el dolor y continuar viviendo con fuerza y coraje, merecen respeto. Yo admiro mucho a alguien que pueda superar sus propios sufrimientos y seguir adelante para dejar tras de sí algo de valor para las generaciones futuras.


CAMBIANDO NUESTRO KARMA (en sánscrito: कर्म).

La mayoría de nosotros reconoce la validez de la causa y el efecto como regla general y la base del método científico moderno. Es fácil aceptar que toda causa tiene un efecto y que, todo lo que ocurre en la vida posee una serie de causas conectadas a una serie de efectos.

Movemos la llave de la luz y la luz se enciende. Llueve y el techo gotea. Tendemos entonces a ver las diversas causas y efectos en términos lineales como una interminable cadena de causas y efectos. Pero, de acuerdo al budismo, la realidad de causa y efecto es mucho más sutil y compleja que eso.

 

El budismo sostiene que causa y efecto son, en esencia, simultáneos. En el instante en que creamos una causa, ya está contenido el efecto, como si fuera una semilla plantada en la profundidad de nuestras vidas. Pero si bien este efecto es plantado en el mismo instante en que la causa es creada, puede que no aparezca instantáneamente. El efecto sólo se manifiesta cuando aparecen las circunstancias adecuadas.

 

Supongamos que una bellota cae al suelo y queda sepultada en él. Puede tomar décadas para que un poderoso roble manifieste el efecto completo de esta causa. Entonces, a pesar de que el efecto sea simultáneo, a pesar de que ha sido la causa para que crezca el roble, éste no crecerá sino hasta varios años más tarde. Mientras que el efecto último del roble estaba contenido en la bellota, le llevó años de lluvia y sol para alcanzar las circunstancias adecuadas y que el árbol creciera. O, para tomar un ejemplo negativo, supongamos que uno come alimentos altos en contenido de colesterol durante un período de tiempo. Puede que tarde muchos años en aparecer los efectos destructivos, la arteriosclerosis y las enfermedades coronarias. Los seres humanos realizamos infinidad de causas cada día a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones y, por cada causa, recibimos un efecto. Pero puede que este efecto también demore un largo tiempo en manifestarse.

 

El budismo, subdivide el concepto de causa y efecto en causas internas, causas externas, efectos latentes y efectos manifiestos.

 

Al respecto ha dicho Daisaku Ikeda:

Cada actividad vital sucede como resultado de algún estímulo exterior. Al mismo tiempo, la verdadera causa es la causa inherente dentro del ser humano. Para dar un ejemplo muy simple, si alguien te golpea y tú le devuelves el golpe, el primer golpe es el estímulo que lleva al segundo golpe, pero no es la causa última. Podrías argumentar que golpeaste a la persona porque ella te golpeó primero, pero de hecho lo golpeaste porque tú eres tú. La causa real yace dentro de ti, lista para ser activada por la causa externa.

 

Para desarrollar este ejemplo: tal vez en una edad temprana de nuestras vidas, aprendimos a estar enojados y a la defensiva a manera de instinto de protección frente al comportamiento de los demás. Puede que hayamos tenido algún hermano que nos agredía, y aprendimos de niños que la única manera de conseguir lo que queríamos era defendernos físicamente. Esta actitud interna de nuestra parte, esta predisposición a devolver el golpe, es lo que provoca que peguemos a alguien que nos pegó, no el mero hecho de haber sido golpeados. Se podría decir que es nuestro karma el responder de esta manera frente a esta situación.

 

El concepto de karma, una palabra sánscrita que originalmente significaba “acción”, ha jugado un rol fundamental en el pensamiento de la India, ya trescientos años antes de la época en que nació Shakyamuni. Como vimos, existen tres tipos de acción kármica: pensamientos, palabras y acciones.

 

En su conjunto, estos tres tipos de acciones o causas realizados acumulativamente a lo largo de nuestra vida, conforman nuestro karma. En otras palabras, nuestro karma es el claro resultado de cada pequeña o gran causa que hemos hecho en nuestra vida y en vidas pasadas.

 

El karma puede ser dividido en buen karma y mal karma, tal como las causas pueden ser caracterizadas como buenas y malas. Estas categorías se aplican a las tres formas de acción kármica: pensamiento, palabra y acción. Por ejemplo, el ejercicio de la misericordia y de la benevolencia produce buen karma, mientras que actitudes negativas tales como la codicia o la ira -y las acciones que estas emociones generan- producirán mal karma.

 

Nuestro karma es como una cuenta bancaria de efectos latentes que experimentaremos cuando nuestras vidas encuentren las condiciones ambientales adecuadas. Las buenas causas producirán efectos agradables y benéficos; las malas causas producirán sufrimiento. Nuestras acciones en el pasado ejercen influencia en nuestra existencia presente, mientras que nuestras acciones presentes configuran nuestro futuro.

 

El principio del karma, según Nichiren, es absolutamente preciso. No hay manera de escapar a nuestras acciones pasadas. La ley de causa y efecto impregna nuestras vidas a través de las existencias pasadas, presentes y futuras. Nada es olvidado, borrado o perdido. Constituye un error el creer que podemos simplemente dejar nuestros problemas detrás e irnos a Hawai o algún otro paraíso tropical y vivir una vida libre de contratiempos.

 

Llevamos nuestro karma a cuestas, como si fuera una mochila, dondequiera que vayamos. Todo, en el ámbito de nuestra existencia, es eternamente registrado en los niveles más profundos de nuestra vida. Entonces, ¿no nos queda más opción que pasivamente aceptar y resignarnos a recibir los efectos de cual fuera el karma que forjamos en el pasado?

No. En el budismo creamos el karma con nuestras propias acciones y, por tanto, también tenemos el poder de cambiarlo. Ésta es la promesa que ofrece la práctica del budismo. Si bien, en teoría, todo lo que tendríamos que hacer para que nos vaya bien en la vida es realizar la mayor cantidad posible de buenas causas, en la mayoría de los casos tenemos muy poco control sobre las causas que hacemos. Tendemos a caer atrapados por la inquebrantable cadena de causas y efectos que es nuestro karma, y actuamos en consecuencia.

 

Pero cuando invocamos Nam-myoho-renge-kyo, comenzamos a iluminar los aspectos negativos de nuestro karma, y a ver nítidamente nuestras debilidades, así como los pasos que debemos dar para transformarnos a nosotros mismos y a nuestro destino.

 

Nichiren utilizó la metáfora de un espejo para sugerir este proceso de autopercepción. Hace más de setecientos años, escribió:

Lo mismo sucede en el caso de un Buda y un hombre común: no se trata de dos entidades separadas. Uno se llama “mortal común” mientras duda que la budeidad y su propia vida son una misma cosa; pero una vez que percibe esta verdad, puede llamarse “Buda”. Hasta un espejo percudido brilla como una gema, si se lo pule y se lo lustra. Una mente nublada por las ilusiones que se originan en la oscuridad fundamental de la vida es como un espejo percudido, pero, cuando se la pule, se vuelve clara y refleja la iluminación de la verdad inmutable. Haga brotar una fe profunda y pula su espejo día y noche, con ahínco y esmero. ¿Cómo hacerlo? Sólo invocando Nam-myoho-renge-kyo, pues la invocación es, en sí, el acto de pulir. (“Sobre el logro de la Budeidad”) 

 
 
Desde el punto de vista de la ley de causalidad, Nichiren afirmó que, invocar Nam-myoho-renge-kyo era la mejor causa que una persona podía llevar a cabo. Esto no significa que una persona que enfrenta un problema serio deba permanecer en su casa invocando día y noche, eso sería escapismo. Uno debería primero invocar para hacer surgir la sabiduría necesaria para enfrentar su problema y luego salir y llevar a cabo acciones precisas. Bajo la clara luz de la iluminación, no sólo nos comprendemos a nosotros mismos, sino que también podemos cambiarnos a nosotros mismos y alcanzar el más elevado plano de existencia.

 

En última instancia, invocamos Nam-myoho-renge-kyo para revelar nuestra budeidad, permitiéndonos percibir y comprender la ley del universo mientras que, al mismo tiempo, podemos ejercer la sabiduría para aplicar esa ley. Al igual que la bellota que contiene la semilla de un magnífico roble, cada ser humano posee la semilla de la iluminación en su interior. Como lo ha expresado Daisaku Ikeda: “Cuando usted invoca Nam-myoho-renge-kyo, llama a su naturaleza de Buda o el Nam-myoho-renge-kyo que se encuentra dentro suyo. Entonces, usted mismo es Buda.”

 

¿LOS QUE HAN MUERTO PUEDEN HACER ALGO EN BIEN DE LOS QUE ESTÁN VIVOS?. VISIÓN BUDISTA SOBRE LA MUERTE.

La vida después de la muerte perdura en estado de latencia. Ha perdido toda capacidad activa. En consecuencia, se desprende que la vida de los fallecidos no pueden actuar desde ninguna condición.

    Hay religiones que piden dinero a los creyentes diciéndoles que el espíritu de su antepasado quiere tal o cual cosa. Es algo lamentable y digno de reprochar.

     Sin embargo, hay muchas personas que dicen haber escuchado la voz de algún fallecido o haber visto fantasmas. Al parecer, no se puede descartar todas esas vivencias bajo el rótulo de ilusiones o engaños.

    El presidente Toda dijo a alguien que creía haber escuchado la voz de un difunto: “Las personas vivas poseen en su vida los Diez Estados". Así que podría suceder que alguien percibiera la ‘longitud de onda’ vital de algún fallecido, cuya vida ya se hubiera fusionado con el universo. Creo que usted ha percibido esto como una señal sonora audible…”. En otras palabras, si nuestra fuerza vital es débil, uno puede verse afectado por “longitudes de onda vitales” del más allá, así como una radio o un televisor recibe señales transmitidas. Y las personas sólo perciben estas voces en forma individual. El presidente Toda le dijo a esa persona que si desarrollaba una poderosa fuerza vital mediante la fe, en tal caso su vida iba a transmitir la longitud de onda de su propia Budeidad al más allá en lugar de recibir señales, y que iba a infundir a los fallecidos paz y reposo sereno.

    Además, comentó: “Hasta ahora, usted se engañaba creyendo que su esposa muerta o sus antepasados fallecidos eran espíritus. No se deje engañar más. Si fuera de esa manera, el mundo estaría lleno de fantasmas, y habría tantos espíritus rondando, que no nos podríamos ni mover”.

    El daimoku que invocamos llega a la vida de los fallecidos, latente en la vida universal. El presidente Toda decía: “El poder de Nam myoho rengue kyo es enorme. Puede hacer que una vida condenada por un karma tremendo experimente un estado de plácida ensoñación, como si descansara en un jardín fragante y florido”.

LA VISIÓN BUDISTA DE LA VIDA, LA MUERTE Y EL KARMA
Según la visión budista, la vida es eterna. Se cree que atraviesa sucesivas encarnaciones, así que la muerte no se considera como el cese de una nueva. Para los budistas, el fenómeno de la trasmigración es obvio. El principio fundamental del budismo es que la vida es eterna y cada ser vivo está sometido a un ciclo continuo de nacimiento y muerte.

    El presidente Ikeda expresó, en relación con el tema: Los ciclos de la vida y la muerte que podemos asemejarlos a los períodos alternos de sueño y de vigilia.

    La muerte, de tal forma, puede ser comprendida como un estado en el cual descansamos y nos reponemos para una nueva vida, así como el sueño nos prepara para las actividades del día siguiente. Si la muerte se examina desde ese ángulo, ya no es algo digno de repudio. Por el contrario, habrá que reconocer que la muerte, junto con la vida, constituye un beneficio digno de apreciar.

    Nichiren Daishonin indica que el aspecto de una persona al morir revela su estado de vida.

    Tal como exige la ley de causa y efecto en el budismo, morimos del modo que hemos vivido. En ese momento, no hay modo de ocultar la verdad de la vida que se ha vivido. Por lo tanto, para hablar del cuál es el modo ideal de morir hay que hablar del modo ideal de vivir. Llevemos a cabo nuestra práctica budista ahora para no tener que lamentarnos en nuestros lechos de muerte.

    Un especialista en enfermedades terminales explicó que cuando un ser humano fallecía en un estado de satisfacción y paz interior, los vasos sanguíneos quedaban dilatados, no contraídos. Por eso, la formación de coágulos y el endurecimiento muscular (rigor mortis) tardan comparativamente más en producirse. Y entonces, el rostro del fallecido se ve más resplandeciente, mientras que el cuerpo conserva la blandura y la suavidad de un ser vivo.

    Por otro lado, cuando alguien muere con remordimientos y pesar, en estado de sufrimiento, el cuerpo queda agarrotado como un puño apretado, y los vasos sanguíneos se contraen. Dado que la coagulación sanguínea y el endurecimiento muscular se producen antes, el rostro adquiere un aspecto oscuro y el cuerpo se torna rígido. En un nivel diferente del logro de la Budeidad, como fenómeno general, también la ciencia confirma que el estado espiritual de un ser humano en la hora de la muerte se refleja en su aspecto físico.

    El presidente de la SGI Daisaku Ikeda dijo: Así la medicina también puede explicar por qué hay diferencias en el aspecto de las personas fallecidas. Desde luego, ya que el beneficio de la Ley Mística purifica nuestra vida, los que realmente se están esforzando en la fe no tienen absolutamente ninguna necesidad de temer a la muerte. Aunque alguien muera en un accidente, si ha mantenido una firme fe en vida, sin falta manifestará la Budeidad.

    Pero… ¿Qué prosigue después de la muerte? Según el buda Shakyamuni, lo que continúa es el karma

    Nuestras circunstancias en la vida actual son el efecto de nuestras acciones pasadas (karma), y nuestras acciones del presente determinan las circunstancias de nuestra vida en el futuro. En otras palabras, la influencia de nuestras acciones se traslada de una existencia a la otra, y trasciende la vida y la muerte.

    Todas nuestras acciones de existencias pasadas quedan contenidas en la totalidad de nuestra vida. Por eso, es tan importante el Budismo.

    Hay personas que prefieren creer que no existe más vida después de la muerte, lo más probable es que se dejen arrastrar por la idea de que pueden hacer lo que se les ocurra, y tal vez nada les impida quitarse la vida para librarse del sufrimiento, cuando se encuentren frente a un callejón sin salida. Nos gustaría poder decir: “Lo que hice en el pasado no cuenta. He nacido con las cuentas en cero”. Pero no es tan fácil desprenderse de nuestro pasado.

    “¿Por qué tuve que nacer en un hogar pobre?” “¿Por qué nací tonto?” “¿Por qué fracaso en los negocios, por mucho que lo intento?”

    La respuesta a todas estas preguntas se encuentra en lo que hicimos en existencias pasadas. Pero aunque la causa esté en vidas anteriores, el Budismo del Daishonin enseña cómo superar estos obstáculos “kármicos”.

    Si examinamos nuestra vida desde el punto de vista fisiológico, cada cinco años, una gran parte de las células de nuestro cuerpo, desde el globo ocular hasta la médula ósea, invariablemente han sido reemplazadas. [Así que la persona que hoy somos, fisiológicamente, no es la misma que existía hace cinco años. Es algo que la ciencia médica admite y confirma. Sobre esa base, uno podría sostener que no es responsable de una deuda contraída hace cinco años [cuando uno era "otra persona"]. Pero aunque nos gustaría que nos eximieran del pago, el cobrador va a golpearnos la puerta igual. Del mismo modo, no hay otra opción que hacernos responsables de lo que hemos hecho en el pasado.

    Todo nuestro karma se acumula en la conciencia alaya, como en un almacén. Tanto el bueno como el mal karma quedan almacenados allí, como semillas en un granero.

   Nacemos con un cuerpo y una mente (un “efecto vital”), en un ambiente (un “efecto ambiental”) que coincide con nuestra energía “kármica”.

    En el Budismo, la vida en la fase de existencia intermedia no solo elige a los padres de acuerdo con el karma almacenado en la conciencia alaya, sino que, además, recibe de ellos aquellos genes específicos correspondientes a su propio karma; aun cuando los padres sean los mismos, su información genética será distribuida de manera diferente entre sus hijos.

    Cuando los hermanos difieren genéticamente, tanto mental como físicamente, debemos buscar la causa fundamental de esas distinciones en las diferencias del karma que llevaban dentro de ellos mientras se hallaban aún en la fase de existencia intermedia.

    Un pasaje del Oko kikigaki, un registro que Mimbu Ajari Niko tomó de disertaciones sobre el Sutra del Loto dadas por el Daishonin, se expresa: “Entre los hijos que trae al mundo una mujer, puede haber hijos buenos e hijos malos; hijos atractivos e hijos que no lo son; hijos bajos e hijos altos; varones y hembras, y así, sucesivamente”. El karma almacenado en la conciencia alaya de la vida, que se encuentra en la existencia intermedia, actúa como “causa”, mientras que la información genética de ambos padres contenida en el óvulo y en el esperma es la “condición”. Podemos afirmar que, mediante la unión de causa y condición, surge una vida humana.

    Por eso necesitamos luchar por conseguir nuestra revolución humana  (la gran transformación que experimentamos en nuestro interior para cambiar el Karma negativo del pasado y del presente, mediante la práctica del Budismo de Nichiren Daishonin), ahora que estamos vivos, en esta existencia. Si uno pasa la vida en vano, aunque después se arrepienta durante diez mil años, será muy tarde para hacer algo al respecto… Pero la fuerza de la Ley Mística es inmensa. El daimoku que invocamos llega a la vida de los fallecidos, latente en la vida universal.

    El presidente Toda decía: “El poder del daimoku es enorme. Puede hacer que una vida condenada por un karma tremendo experimente un estado de plácida ensoñación, como si descansara en un jardín fragante y florido”.

    Hay religiones que piden dinero a los creyentes diciéndoles que el espíritu de su antepasado quiere tal o cual cosa. Es algo lamentable y digno de reprochar…”Si hasta ahora, usted se engañaba creyendo que su esposa muerta o sus antepasados fallecidos eran espíritus. No se deje engañar más. Si fuera de esa manera, el mundo estaría lleno de fantasmas, y habría tantos espíritus rondando, que no nos podríamos ni mover”.

     El segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, solía decir que, luego de la muerte, nuestra vida se fusionaba con el universo. No es que haya un alma; en realidad, nuestra vida, como entidad de la inseparabilidad entre cuerpo y mente, regresa al universo. El universo es, en sí, una gran entidad viviente. Es un vasto océano de vida. Nutre todas las cosas, da vida a todas las cosas, les permite funcionar… Cuando las cosas mueren, regresan a ese abrazo y reciben nueva vitalidad.

     En todo caso, el universo está desarrollando eternamente un ritmo de vida y muerte. Es difícil morir feliz. Y como la muerte es el balance final de las cuentas de la vida de una persona, es cuando nuestro verdadero yo se pone de manifiesto. Practicamos el budismo para vivir felices y para morir felices.

     El budismo garantiza que quienes practiquen con sinceridad se acercarán a la muerte en un estado de plena satisfacción.



KARMA. Por Dr. Yoichi Kawada, director del Instituto de Filosofía Oriental, Soka Gakkai Internacional.

¿Qué es el karma? ¿Por qué oramos al Gohonzon? ¿Dónde está el karma creado?

El Karma está en el subconsciente, el inconsciente específicamente en la parte del subconsciente. El subconsciente es todo nuestro potencial latente. La felicidad y la infelicidad.

Todas nuestras imágenes de la vida están en ellos. Es un lugar amplio y expansivo. Todo nuestro pasado está allí. Todas las imágenes de nuestras vidas anteriores están almacenados allí, junto a nuestras experiencias, sentimientos y sonidos.

Están en nuestra vida y en nuestras células cerebrales.
 
Todo, desde el momento en que nacimos, cuando estábamos en el seno materno, los sonidos cuando nuestra madre nos cantaba siendo nonatos, y las experiencias que nos rodean, es almacenado en el inconsciente del subconsciente.
 
Esto incluye las imágenes Aussi que están guardadas desde hace miles de años atrás, fotos, y experiencias se llevan dentro de nosotros. Es nuestra herencia. El continuar de la descendencia, etc.
 
Estas imágenes y vivir nuestra vida es lo que estamos experimentando aquí, ahora, en este instante. Por ejemplo, si tenemos tendencia a tener accidentes, podemos asumir que fueron nuestros antepasados propensos también a los accidentes. Del mismo modo, si experimentamos longevidad, muchos de nuestros antepasados también experimentaron la longevidad o también la enfermedad en nuestra familia, todos estos hechos probablemente se producirán en nuestra vida.
 
Este es el karma familiar y es almacenado en nuestro subconsciente.
 
Debido a la conectividad con la familia, compartimos este karma con ellos. Cuando oramos al Gohonzon no solo cambiamos nuestro karma, sino el karma de toda nuestra familia.
 
Al cambiar nuestro karma, el karma de la familia entera puede cambiar.
 
Debido a que llevan imágenes, que llevan los mismos problemas, las enfermedades, la forma de morir, finanzas pobres, malas relaciones, etc. A menos que cambiemos  las imágenes, persisten en nuestra vida y la de nuestra familia.
 
Estas imágenes se producen, incluso si no somos conscientes de ello. La  imagen o propósito inconsciente es el control, de quien soy, lo que hago, la muerte, cuando nos enfermamos, etc.
 
Estos resultados son todas las imágenes que uno lleva. Todas las imágenes inconscientes, que nos han llevado a donde estamos. La comunidad científica está empezando a reconocer esto. Sus imagenes son su karma inconsciente.

Usar la palabra "gracias" tiene un enorme impacto en el cambio del karma. 
 
El lado derecho del cerebro es feliz al oír las palabras "gracias" y responde en consecuencia. Las palabras Nam-Myoho-Renge-Kyo en Indian sánscrito son Namu Sada Ruma Fundareka Sotalon (esta es la ortografía fonética) y se traduce como "Muchas Gracias"
 
Entonces, ¿cuál es la manera correcta de orar? No es "Por cierto, que esto no me sucede a mí." En dicha forma no estamos pidiendo o pedimos nada.
 
Cada vez que recitamos Nam-Myoho-Renge-Kyo, con profundo aprecio, estamos diciendo “muchas gracias”.
 
Nuestra mente / emociones deben coincidir con nuestras palabras. El sentimiento humano más básico o emoción es la gratitud. Es la primera emoción que aprendemos cuando éramos un bebé. Más allá del subconsciente y el inconsciente es un mundo de oro y  alegre larga vida.
 
Cuando usamos el lado derecho de nuestro cerebro es mucho más fácil de cantar. Nos damos cuenta de que podemos cantar junto a nuestra  imaginación.
 
Muchas prácticas religiosas enseñan a pedir ayuda, etc, pero no este no es el caso del Budismo de Nichiren.
 
Tenemos que apreciar todo en nuestra vida, incluyendo todo nuestro pasado. Es necesario hacer un esfuerzo consciente para recordar todo lo que podamos de nuestro pasado y apreciarlo. Incluso en las cosas que  creemos que no se pueden apreciar, tenemos que encontrar la gratitud para ellas.
 
Entonces debemos apreciar las circunstancias actuales, incluso si nos  encontramos en medio de un enorme obstáculo, como el cáncer, la ruina financiera, un divorcio, cualquiera sea la situación, debemos seguir apreciándola. Hay que agradecer al Gohonzon (nuestra vida) por darnos este problema, porque esta es nuestra oportunidad de cambiar el karma negativo.
 
Pero… ¿Cuál es la forma correcta de orar cuando tenemos un problema? Debemos orar con el espíritu de "¡Muchas gracias por darme este problema!. Debido a esto puedo cambiar mi karma negativo y el de mi familia".
 
Ore sinceramente desde el fondo de su corazón para apreciar sus circunstancias presentes. Debido a esto, nosotros podemos desconectar o cambiar nuestro karma familiar, comenzando a proyectar una nueva imagen. También, deberíamos fijarnos una fecha específica, en la que ya no tendremos más este problema.
 
…Dr. Kawada: Catorce personas con cáncer, fueron tratadas siguiendo este concepto. Algunas ni siquiera eran miembros de la SGI. Sus médicos las habían trataban con los métodos hoy conocidos por la ciencia médica... Incluso algunos tuvieron que ser llevados a realizar el tratamiento en  camilla.
 
Las catorce personas se unieron a la IMS. Todas ellas aprendieron a orar.  Siguiendo esta orientación de utilizar el lado derecho de su cerebro para proyectar una imagen de que no hay cáncer en sus cuerpos.
 
En los EE.UU. a los pacientes con cáncer, se les anima a dibujar una célula blanca comiendo una célula cancerosa. Aunque esto ha demostrado que ayuda, practicando el budismo tiene un impacto aún más grande.
 
En dos meses, la persona que debía ser transportada en la camilla, supero su cáncer. Con el tiempo los catorce superaron su cáncer.
 
Podemos cambiar cualquier enfermedad, alergias, erupciones en la piel,  etc. Si usted lleva años de una relación abusiva, puede crear una imagen nueva y positiva, que va a cambiar la relación, conectándose a nivel subconsciente. Su inconsciencia está vinculada a la inconsciencia. 
 
El que tiene un problema, necesita orar y la oración le ayudará a cambiar la imagen inconsciente. Debemos trabajar en ello una y otra vez y, finalmente, nuestra nueva imagen será proyectada. Esta es realmente la verdad. Podemos afectar las imágenes para toda la familia. Por ello tenemos que usar el lado derecho de nuestro cerebro para lograr el cambio. Ese es el propósito y la función de la parte derecha del cerebro.
 
Nosotros deberíamos escribir un diario. No un diario de lo que nos pasó hoy, sinó ¿Qué objetivo queremos desarrollar en nuestra vida durante los próximos 10, 20, 30 años, o mas?. Si lo hacemos, nuestra vida cambiará. Nosotros podemos ser los autores de nuestro destino…


LA VIDA Y LA MUERTE. Por Daisaku Ikeda.

La muerte es algo de lo que nadie puede escapar. La muerte sigue a la vida con tanta seguridad como la noche sigue al día, el invierno sigue al otoño o la vejez sigue a la juventud. Las personas se preparan para no sufrir cuando les llegue el invierno; se preparan para no tener que sufrir en la vejez. ¡Pero pocos se preparan para la certeza aun mayor de la muerte!

La sociedad moderna ha alejado su mirada de este problema tan fundamental. Para la mayoría de las personas, la muerte es algo a temer, algo terrible o si no, sólo la ausencia de vida, algo hueco y vacío. Y la muerte ha llegado a ser considerada incluso como algo “antinatural.”

 ¿Qué es la muerte? ¿Qué ocurre con nosotros después de que morimos? Podemos intentar ignorar estas preguntas. Muchas personas lo hacen. Pero si ignoramos la muerte, creo que estaremos condenados a vivir una existencia poco profunda, a vivir insatisfechos, espiritualmente hablando. Puede que hasta nos convenzamos a nosotros mismos de que, de alguna manera, haremos una transacción con la muerte "cuando llegue el momento." Algunas personas se mantienen muy comprometidas en un sinfín de constantes tareas que le evitan pensar en los problemas fundamentales de la vida y la muerte. Pero en semejante estado mental, la alegría que sentimos es, en fin de cuentas, frágil y se encuentra ensombrecida por la presencia ineludible de muerte. Es mi firme creencia que enfrentar el problema de la muerte puede ayudar a traer verdadera estabilidad, paz y profundidad a nuestras vidas.

 ¿Qué es, entonces, la muerte? ¿Es sólo extinción, un retroceso hacia la nada? ¿O es la puerta hacia una nueva vida, una transformación en lugar de un fin? ¿Acaso es que la vida no es más que una fase fugaz de actividad precedida y seguida por la quietud y la no-existencia? ¿O será que tiene una continuidad más profunda, que persiste más allá de la muerte en alguna forma u otra?
 
Según el punto de vista budista, la idea de que nuestras vidas acaban con la muerte, es interpretada como una captación muy equivocada de la realidad. El budismo ve que todo en el universo, todo lo que ocurre en él, es parte de un inmenso tejido viviente de interconexiones. La energía vibrante que nosotros llamamos vida y que fluye a lo largo y ancho del universo no tiene principio ni final. La vida es un proceso continuo y dinámico de cambio. ¿Por qué, entonces, ha de ser la vida humana la única excepción? ¿Por qué ha de ser nuestra existencia algo arbitrario, aislado y desconectado del ritmo universal de la vida?
 
Nosotros sabemos ahora que las estrellas y las galaxias nacen, viven lo que les corresponde por naturaleza vivir, y mueren. Lo que es aplicable a las inmensas realidades del universo es igualmente aplicable al reino en miniatura de nuestros cuerpos. Desde una perspectiva totalmente física, nuestros cuerpos están constituidos por los mismos materiales y compuestos químicos que constituyen a las galaxias más distantes. En este sentido nosotros somos, literalmente, hijos de las estrellas.

Un cuerpo humano consta de unos sesenta billones de células individualizadas y la vida es la fuerza inherente que armoniza el infinitamente complejo funcionamiento de este arrebatador número de células. A cada momento, enormes cantidades de estas células mueren y son reemplazadas por el nacimiento de otras. A este nivel, cada uno de nosotros está experimentando día a día los ciclos de nacimiento y muerte.
 
En términos muy prácticos, la muerte es necesaria. Si las personas vivieran para siempre, tarde o temprano empezarían a anhelar la muerte. Sin la muerte, enfrentaríamos gran cantidad de nuevos problemas, desde la superpoblación hasta el hecho de que las personas tuvieran que vivir para siempre en cuerpos avejentados. La muerte hace espacio para la renovación y la regeneración.
 
La muerte debe, por consiguiente, agradecerse tanto como se agradece la vida, como una bendición. El budismo ve la muerte como un período de descanso, como un sueño a partir del cual la vida recobra energía y se prepara para nuevos ciclos de existencia. No hay ninguna razón para temerle a la muerte, para odiarla o para buscar desterrarla de nuestras mentes.
 
La muerte no discrimina, nos despoja de todo. La fama, la riqueza y el poder son todos inútiles en los solemnes momentos finales de la vida. Cuando el momento llega, en lo único que podemos confiar es en nosotros mismos. Ésta es una confrontación imponente ante la cual nos presentamos con la sola armadura de nuestra cruda humanidad, del registro real de lo que hemos hecho, de cómo hemos escogido vivir nuestras vidas. "¿He sido fiel a mí mismo? ¿Qué contribución he aportado yo al mundo? ¿Cuáles son mis satisfacciones o pesares?"

Para morir bien, uno tiene que haber vivido bien. Para quienes han vivido fieles a sus convicciones, para quienes han trabajado por llevar felicidad a los demás, la muerte puede venir como un placentero descanso, como un sueño bien ganado después de un día de agradable ejercicio.
 
Yo me sentí muy impresionado cuando supe sobre la actitud que asumió mi amigo David Norton, al confrontar su propia muerte, hace algunos años.
 
Cuando sólo tenía diecisiete años, el joven David era un bombero paracaidista voluntario que se lanzaba en las áreas inaccesibles con el fin de cortar árboles y excavar trincheras para impedir que los fuegos se extendieran. Él hacía esto, decía él, para aprender a enfrentar sus propios miedos.
 
Cuando tenía alrededor de sesenta y cinco años, le fue diagnosticado un cáncer avanzado y enfrentó la muerte con actitud de avance hasta encontrar que el dolor no lo derrotaría. Tampoco encontró él que la muerte fuese una experiencia solitaria. Según su esposa, Mary, rodeado por todos sus amigos, su marido enfrentó la muerte sin miedo, y se refería a ella como: "otra aventura; el mismo tipo de prueba que se enfrentan ante un fuego en el bosque."
 
"Yo supongo que lo primero sobre semejante aventura," dijo Mary, "es que es una oportunidad en la que uno puede desafiarse a sí mismo. Es salirse de situaciones que son cómodas, en las que uno sabe lo que está ocurriendo y en las que uno no tiene nada de qué preocuparse. Es una oportunidad para crecer. Es una oportunidad para uno transformarse a sí mismo en lo que uno necesita ser. Pero es algo que se debe enfrentar sin miedo."
 
El estar consciente de la muerte nos permite vivir cada día y cada momento lleno de agradecimiento hacia la incomparable oportunidad que tenemos de crear algo durante nuestra estadía en la Tierra. Creo que para disfrutar verdadera felicidad debemos vivir cada momento como si fuese el último. El presente nunca volverá. Podemos hablar del pasado o del futuro, pero la única realidad que tenemos es este momento presente. Y el confrontar la realidad de la muerte realmente nos permite generar creatividad ilimitada, valor y alegría en cada momento que vivimos.
 

ACERCA DE LA MUERTE. Develando los misterios del nacimiento y la muerte. El budismo en el mundo contemporáneo, por Daisaku Ikeda.

Temas desarrollados: ETAPAS DE LA MUERTE. EL PROCESO DE MORIR.
EL KARMA. HACIA UNA PERSPECTIVA MÁS AMPLIA.

Según la concepción budista, la vida es eterna. Se cree que se atraviesa por sucesivas encarnaciones, de manera tal que la muerte es considerada no tanto como la cesación de una existencia sino como el comienzo de otra diferente. Para el budismo el fenómeno de transmigración es evidente y se le da el nombre sánscrito de samsara.

En un breve ensayo denominado "Filosofía de la vida", Josei Toda enuncia sus ideas acerca de este tema, mientras estaba en prisión durante la Segunda Guerra: "Mientras estaba detenido en una fría prisión a causa de acusaciones infundadas, viviendo una vida de soledad y aislamiento, meditaba día tras día y mes tras mes acerca de la naturaleza última de la vida. ¿Qué es la vida? ¿Es eterna? ¿Existe solamente en este planeta? A lo largo de la historia, los hombres sabios han tratado de abordar estos acertijos, cada uno tratando de resolverlo a su propia manera. En la suciedad de la prisión, los piojos se reproducían libremente. Un día, como si se sintieran invitados por el tibio sol primaveral, varios piojos aparecieron alegremente... Aplasté uno con mi uña, pero los demás seguían saltando llenos de vida. ¿Adónde se había ido la vida que había animado a ese ser viviente? ¿Había desaparecido para siempre de este mundo?"
 
ETAPAS DE LA MUERTE
La Dra. Elisabeth Kübler-Ross es una renombrada pionera en el campo del estudio clínico de la muerte. Ella sostiene que los pacientes terminales generalmente atraviesan por cinco etapas a medida que se aproximan a la muerte:
1) Incredulidad
2) Ira, furia
3) Autoengaño
4) Depresión o duelo preparatorio
5) Aceptación
 
Los pacientes que tienen una fe religiosa fuerte, tienden a morir más calmamente que aquéllos que carecen de ella.

Muchas personas se acercan a la muerte con sentimientos de ira o depresión. Las personas que se resisten a morir hasta el último momento pueden llegar a crearse a sí mismas algo así como una agonía adicional, mientras que aquéllos que han aceptado el hecho de que están muriendo sólo a nivel superficial, meramente resignándose a su suerte, suelen morir mucho menos pacíficamente que aquéllos que auténticamente aceptan que el fin se aproxima.

Enfrentar la muerte cara a cara puede incluso hacer surgir sentimientos positivos de misericordia y benevolencia. En el fin de nuestras vidas, tanto las energías positivas como las negativas emergen de nuestro inconsciente (la conciencia alaya) y, frecuentemente los sentimientos negativos superan a los positivos; con el objeto de controlar esta negatividad, debemos transformarla, vale decir, fortalecer nuestra energía positiva: es aquí donde es esencial que comprendamos cabalmente las enseñanzas del budismo si queremos prepararnos correctamente para la muerte. Nichiren Daishonin dice:
 
"Nagarjuna explica el carácter myo de myoho o Ley Mística, diciendo que "es como un excelente médico que puede cambiar veneno en medicina". Veneno significa los tres caminos de los deseos mundanos, karma y sufrimientos de la vida. Medicina significa las tres virtudes de la Ley: la naturaleza del dharma, sabiduría y emancipación o libertad. Cambiar veneno en medicina significa transformar los Tres Caminos en las Tres Virtudes."
 
Este pasaje implica que la última Ley del Universo puede cambiar los aspectos negativos de la vida -representados por los Tres Caminos- en aspectos positivos, representados por las Tres Virtudes. La Ley Mística puede transformar la esfera de la conciencia alaya (almacén del karma) identificándola con la esfera de la Novena Conciencia o amala que trasciende la octava, más pequeña y está libre de impurezas kármicas. A través de la aceptación y fe en la Ley última, la energía vital de la budeidad latente en nuestra Novena Conciencia es activada de manera que los otros niveles de conciencia son bañados por el poderoso torrente de esta fuerza vital.
 
EL PROCESO DE MORIR
Cuando atravesamos el portal de la muerte, tanto nuestras condiciones físicas como psicológicas se ven profundamente afectadas. La manera en que nos afecta impacta de forma crucial en cómo renacerá nuestra vida. Muchos textos budistas consideran que existen cuatro etapas o niveles a las que toda vida se halla sujeta:
1) Existencia durante el nacimiento
2) Existencia durante la vida
3) Existencia durante la muerte
4) Existencia entre la muerte y el nacimiento (también llamada "existencia intermedia").
 
La existencia durante la muerte es así considerada en budismo como muy distinta de la existencia durante la vida, implicando que la fase de la muerte es completamente distinta de la de la vida. En el proceso de atravesar al morir a la existencia intermedia experimentamos una transformación de nuestro ser. Durante esta etapa, las numerosas funciones vitales se convierten en latentes y son almacenadas en la conciencia alaya. Estas funciones incluyen las primeras cinco conciencias de los sentidos, la conciencia de la mente y la conciencia manas que constituye el centro de la autoconciencia. Cuando la sexta y séptima conciencia pasan al estado de latencia, todas las actividades psicológicas, incluyendo las funciones mentales y los deseos emocionales, se ven convertidos en semillas inactivas y depositadas en el almacén kármico de la conciencia octava o alaya. Al mismo tiempo, nuestro ser físico comienza a ser desintegrado y su energía también es absorbida por la conciencia alaya.

En medio del torbellino de este proceso, es natural que nuestra manera de experimentar sea muy distinta de aquélla que teníamos en vida. Si nos sentimos atemorizados y confusos a causa de todas estas sensaciones desconocidas, permitiendo a los deseos mundanos e ilusiones que penetren en nuestras vidas en una frenética batalla en el momento de morir, todos los esfuerzos que podamos haber realizado para elevarnos, si no fueron basados en la Ley Mística, pueden ser anulados en un simple instante. La manera en que enfrentamos el momento de la muerte determina si coronamos o no nuestra vida de completa realización.

Desde el punto de vista budista, nuestra capacidad para atravesar exitosamente el proceso de morir depende de nuestros firmes esfuerzos durante la vida en acumular buenas causas y fortalecer la base de bondad en las profundidades de nuestras vidas.
 
EL KARMA
La acumulación de buenas causas durante la propia vida equivale a una muerte tranquila. Dañar de palabra o acción a otros nos conduce a los Tres Malos Caminos. Pero si bien es importante el balance del karma al momento de la muerte, mucho más importante es nuestra capacidad para mantener inamovible nuestra fe en la Ley Mística: esto es lo que transforma fundamentalmente los sufrimientos de la muerte de los Tres Malos Caminos en la maravillosa experiencia de atravesar ese umbral con un estado de vida elevado.

Por eso Nichiren Daishonin recomienda que adquiramos de por vida el hábito de invocar Nam-myoho-renge-kyo con la profunda convicción de que nuestra vida es, en esencia, idéntica a la del Buda. El Daishonin dice:


"Si una persona despierta plenamente a la verdad de que la mente de los mortales comunes y la mente del Buda son una sola, ni siquiera su mal karma impedirá que muera en paz ni los pensamientos erráticos lo atarán al ciclo de nacimiento y muerte."
 
Este estado iluminado, pleno de bondad y misericordia, se refleja en el cuerpo, en el aspecto físico del individuo fallecido. Los efectos acumulados a través de invocar daimoku trascienden la dimensión del mal karma. De este modo, no importa los sufrimientos o calamidades que uno pueda haber encontrado en vida, si una persona cree en la Ley Mística e invoca Nam-myoho-renge-kyo, inevitablemente disfrutará de paz mental en el momento de la muerte y su vida se fusionará con la vida de la budeidad del Universo. Más aún, si los miembros de una familia practican el budismo juntos y manifiestan la budeidad, serán capaces -más allá de sus momentos individuales de la muerte- de estar nuevamente juntos en la existencia siguiente. Nichiren Daishonin dice:
 
"Aquéllos que practican este sutra se dirigirán al mismo lugar: el Pico del Águila. Más aún, debido a que su difunto padre creía en el Sutra del Loto al igual que usted, definitivamente él renacerá junto a usted en la próxima existencia."
 
HACIA UNA PERSPECTIVA MÁS AMPLIA
A lo largo de la eternidad de la vida continuamente atravesamos el ciclo natural de nacimiento y muerte. Al morir, nuestra vida retorna a la vida del Universo, de manera muy parecida a la que la espuma del mar vuelve a las aguas del océano. El budismo nos permite conocer la Ley eterna que penetra todo ser viviente y todo fenómeno de universo entero. El nacimiento y la muerte de los seres vivientes, el surgimiento y cesación de los fenómenos inanimados y el constante flujo de todo el cosmos constituyen todas manifestaciones de esa Ley. Es el funcionamiento de esta Ley el que nos capacita para continuar eternamente de una existencia a otra.

Shakyamuni consideró su propia muerte más como un medio que como un fin: explicó a sus seguidores que, si él permaneciera para siempre en este mundo, las gentes terminarían confiando más en él que en sus propias percepciones mentales de su budeidad. Por lo tanto, enseñó que el Buda no debía permanecer en este mundo para siempre sino venir de a intervalos. Por eso instó a la gente a que, en lugar de buscar la misericordia, compasión y sabiduría del Buda, buscara su propia iluminación a través de sus enseñanzas y el propio esfuerzo individual.


La vida de cada ser humano es, de este modo, un medio hacia un propósito: poder renacer. A medida que envejecemos, nos debilitamos, enfermamos y, a su tiempo, morimos. Pero no morimos por nada: morimos con el propósito de comenzar una nueva vida.


El propósito fundamental de la muerte es permitirnos renacer en la próxima fase de nuestra vida eterna. El capítulo 16 del Sutra del Loto dice: "No existe flujo o reflujo de nacimiento y muerte".

En el Ongi Kuden, Nichiren Daishonin interpreta esta frase así:

"Si el nacimiento y muerte son percibidos como inmanentes a la eternidad de la vida, no existe nacimiento ni muerte. Si no existe nacimiento ni muerte, tampoco existe aparición ni desaparición. Esto no quiere decir simplemente que no hay ni nacimiento ni muerte.

Contemplar el nacimiento y muerte con rechazo y tratar de separarse uno mismo de ellos constituye una ilusión y es reflejo de la creencia de que la iluminación se adquiere en algún momento determinado. Pero percibir claramente nacimiento y muerte como fenómenos alternos de la eternidad de la vida es verdadero despertar, la toma de conciencia de que la iluminación es inherente eternamente.

Nichiren y sus discípulos que invocan Nam-myoho-renge-kyo toman conciencia de que nacimiento y muerte o surgimiento y desaparición son solamente expresiones de la acción intrínseca de la eternidad de la vida."

 
Este pasaje expande la visión de que nacimiento y muerte son inmanentes a la eternidad de la vida, una de las doctrinas budistas más profundas. La palabra "inmanente" significa que la vida de uno no fue creada por ningún ser superior o trascendente ni por las acciones de los padres, sino que siempre existió dentro del universo.

El término "eternidad de la vida" significa que la propia vida ha venido existiendo y existirá eternamente en el universo: nunca comenzó y nunca terminará, y su existencia no es intermitente sino continúa. Fuera del nacimiento y la muerte no puede haber eternidad de la vida. Nacimiento y muerte existen a lo largo de la eternidad como dos aspectos de la vida.


Si percibimos correctamente que el nacimiento y la muerte son aspectos de la eternidad de la vida, tal como Nichiren Daishonin lo explica, transitaremos de la ilusión al despertar o, en otras palabras, de la visión superficial de que la iluminación se producirá cuando nos liberemos del nacimiento y la muerte a la profunda comprensión de que la iluminación es por siempre inherente a nosotros.

Entonces no temeremos más los sufrimientos de nacimiento y muerte y, por el contrario, acumularemos tesoros de incalculable valor dentro de nuestras vidas, basados en nuestra budeidad eterna e indestructible, de manera tal que podamos eternamente disfrutar de la incesante repetición del ciclo de nacimiento-muerte-nacimiento... etc.

Si tenemos fe y practicamos la Ley Mística, naturalmente nos daremos cuenta de que nuestras vidas son eternas. Al mismo tiempo, ya sea que lo reconozcamos o no, seremos capaces naturalmente de desarrollar todos los tesoros de la vida eterna.


Cuando observamos la naturaleza, la sociedad y nuestros propios asuntos cotidianos no podemos dejar de darnos cuenta de que los tres se encuentran en un constante estado de fluctuación, nunca permaneciendo en el mismo estado y constantemente repitiendo el ciclo de nacimiento y muerte. Y, en cuanto percibimos que la vida coexiste con el universo y que el nacimiento y la muerte son aspectos alternados de la eternidad de la vida, podemos entender nuestras propias vidas y las vidas de todos aquéllos que nos rodean -sin mencionar el mundo como un todo- con una profunda interiorización y simpatía... dejamos de experimentar miedo a la muerte. A través de descubrir nuestro ser inmutable -el Yo no afectado por los asuntos mundanos de la sociedad o de los hombres- somos capaces de vencer nuestro miedo a la muerte. Es mi convicción que no hay nada más hermoso para un ser humano que alcanzar este estado de vida.


Creo que una forma completamente nueva de sociedad, basada en el concepto de eternidad de la vida, dará paso a un amanecer más brillante que cualquier otro en los miles de años de historia de la humanidad. Y creo que este amanecer representará el florecimiento de la felicidad eterna. Este será el tiempo en el cual la humanidad pondrá término a su historia de miseria e iniciará su avance a lo largo del gran camino de la felicidad eterna. De todos los logros humanos, éste será el más grande.
 
Traducido por Eduardo Ciancaglini