A NUESTROS QUERIDOS AMIGOS EN PLENO PROCESO
DE REVOLUCION HUMANA: QUE ESTE 2015 “AÑO DEL DESARROLLO DINAMICO DE LA NUEVA
ERA DEL KOSEN RUFU MUNDIAL”, LOS INTEGRANTES DEL HAN POLICROMÍA, LES DESEAMOS BUENA
FORTUNA, QUE PROFUNDICEN SU FE, SU PRÁCTICA Y SU ESTUDIOS, AMPLIANDO NUESTRA RED DE AMIGOS, FORJANDO VALORES HUMANOS.
POR ELLO…CUANDO LAS PALABRAS SE ACABAN, SOLO
RESTA DECIRLES GRACIAS, GRACIAS POR COMPARTIR Y MANTENER ESTE ESPIRITU.LA PERSECUCIÓN DE NICHIREN Y SU LEGADO.
Nichiren criticó
las escuelas budistas que dependían del patrocinio gubernamental y servían a
los intereses de los poderosos, mientras alentaban la pasividad y el sufrimiento
de las personas de menor rango.
En reiteradas ocasiones
amonestó a las autoridades feudales e insistió en que los dirigentes se
hicieran responsables del padecimiento de la población y actuaran para
remediarlo.
Su postura de que el
estado existía para el bien del pueblo fue revolucionaria en su época.
En 1260, tras una serie
de desastres naturales devastadores, Nichiren escribió su tratado “Rissho
ankoku ron” (Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la
paz en la tierra), y lo presentó a las máximas autoridades políticas del Japón,
exortándolas a organizar un debate público con los representantes de otras
escuelas budistas. El llamado a un debate público –que Nichiren reiteró durante
toda su vida – fue desoído, y fue exiliado a la península de Izu.
Los años siguientes
trajeron más destierros y, finalmente, un intento de ejecución contra el
daishonin en la playa de Tatsunokuchi, cerca de Kamakura, asiento del gobierno
militar.
Según él lo relata,
momentos antes de que la espada del verdugo cayera, un objeto luminoso,
atravesó el cielo con tal resplandor, que los oficiales aterrados suspendieron
la ejecución; en consecuencia, Nichiren fue exiliado a la isla de Sado donde,
en medio de una privación extrema, continuó compartiendo sus enseñanzas y
escribiendo tratados y cartas.
Una vez que fue
perdonado del exilio, volvió a Kamakura y posteriormente se retiró al monte
Minobu, donde siguió escribiendo copiosamente para esclarecer la interpretación
del Sutra del loto y alentar a sus seguidores, hombres y mujeres, que le
escribían a menudo pidiéndole su consejo. Asimismo, se concentró en forjar a
sus sucesores.
Durante ese período,
quienes se habían convertido a las enseñanzas de Nichiren fueron hostigados y
atacados, y tres de ellos fueron ejecutados en 1279. El hecho de que esos
seguidores campesinos se hubieran mantenido firmes ante la persecución inspiró
a Nichiren la confianza de que sus enseñanzas se mantendrían y practicarían
después de su propia muerte. Si bien hasta ese momento había inscrito Gohonzon
individuales para algunos creyentes, a partir de entonces inscribió un mandala
dedicado explícitamente a la felicidad e iluminación de toda la humanidad.
Nichiren murió a una
edad avanzada tres años después.
El legado de Nichiren
yace en su lucha incansable por la felicidad de las personas y en su deseo de
lograr una sociedad que respete la dignidad y el potencial de cada individuo.
EL ORIGEN DE URABON. CEREMONIA DEL DIA DE LOS FALLECIDOS. Gosho Zenshu, pág. 1111 The Major Writings of Nichiren Daishonin, vol. 4, pág. 921.
“Los espíritus
hambrientos que devoran la Ley renuncian al mundo para difundir el Budismo sólo
porque creen que, si predican la Ley, la gente los respetará. Buscan fama y
fortuna mundanas, pasan íntegramente esta vida tratando de hacer ver que son
superiores a todos en todo. Ni ayudan a los demás ni tratan de salvar siquiera
a sus propios padres. A estas personas se las llama espíritus hambrientos que
devoran la Ley, o seres que utilizan la Ley para satisfacer sus deseos.
Cuando observamos a los
sacerdotes de nuestra época, vemos a algunos que, en secreto, se hacen entregar
ofrendas sólo para ellos. El Sutra del Nirvana llama a estos hombres “sacerdotes
con corazón de perro”. En su próxima vida, serán demonios con cabeza de buey. [1]
Otros reciben ofrendas abiertamente, pero a causa de su codicia, no las
comparten con los demás. En su próxima existencia, nacerán como demonios con
cabeza de caballo.
Algunos creyentes laicos
no oran por el reposo de sus padres que han caído en los estados de Infierno,
Hambre o Animalidad y soportan agonías extremas. Llevan ropas lujosas, se
alimentan opíparamente, poseen bueyes, caballos y servidores en abundancia y
disfrutan de todos los placeres que les vengan en gana. ¡Cuánto deben de estar
envidiándoles sus padres, cuánto deben de lamentarlo! Hasta los sacerdotes, con
muy pocas excepciones, descuidan la oración por el reposo de sus padres y
maestros en los aniversarios de su fallecimiento. Por cierto, los dioses del
Sol y de la Luna, en los cielos, y las deidades terrenales deben estar furiosos
e indignados por esta conducta nada filial. Y aunque estas personas tan
ingratas poseen forma humana, no son mejores que los animales. Habría que
llamarlos bestias con cabeza de hombre.
Yo, Nichiren, estoy
convencido de que, al erradicar impedimentos “kármicos" como los que he
descrito, podré ir a la tierra pura del Pico del Aguila en el futuro. Por lo
tanto, aunque caigan sobre mí persecuciones graves y numerosas, como una lluvia
o asciendan a mi alrededor como nubes, mis
sufrimientos no me parecen tales, en absoluto, ya que los enfrento por la causa
del Sutra del Loto. Quienes se convierten en discípulos y seguidores de esta
persona llamada Nichiren son devotos del Sutra del Loto. Especialmente la
difunta Myoho [2] cuyo aniversario cae el duodécimo día de este mes, fue una
devota del Sutra del Loto y seguidora de
Nichiren.
¿Acaso sería posible que
cayera en el estado de Hambre? Sin duda, hoy está en presencia de Shakyamuni,
Taho y de todos los demás budas de las diez direcciones. Deben de estar
diciéndose: “¡De modo que ésta es la madre de Shijo Kingo...!” y, de común
acuerdo, acariciándole la cabeza y alabándola con cantos de alegría... Por su
parte, ella le estará diciendo al buda Shakyamuni qué espléndido hijo ha
tenido.
ANTECEDENTES
Este gosho fue escrito el 12 de julio de 1271, cuando el
Daishonin tenía cincuenta años y se encontraba en Matsubagayatsu, Kamakura. Se
lo envió a Shijo Kingo. Como el 12 de julio era el aniversario del
fallecimiento de la madre de Kingo, éste ofrendó al Daishonin diversos
artículos, y esta carta es la respuesta a la pregunta que hizo sobre el origen
de ofrendar a los fallecidos que sufren de hambre.
En este gosho, se señala el origen de la ceremonia del día de los
fallecidos y se enseña que invocar Nam-myoho-renge-kyo es la verdadera ofrenda
a los difuntos. Luego menciona los aspectos de diversos demonios del estado de
Hambre (gaki). Entre ellos, refuta a los sacerdotes que buscan la fama y la
fortuna, y los define como “espíritus hambrientos que devoran la Ley”. A estos,
los compara con los perros.
La difunta madre de
Kingo se había convertido en seguidora del Daishonin, consagrada a la fe en la
Ley Mística. Por esa razón, es imposible que caiga en el estado de Hambre.
Por el contrario, sin
falta estará frente a Shakyamuni, Taho y los budas de las diez direcciones y
tres existencias, para ser elogiada por ellos. De esta forma, el Daishonin
señala el benefìcio de practicar la Ley Mística.
ANALISIS DEL FRAGMENTO
A raíz de la ofrenda que
hizo Shijo Kingo en el día de los difuntos, el Daishonin explica el origen de
ofrendar a los fallecidos que sufren de hambre. En ella, cita el Sutra Shobonenjo
y otras enseñanzas, para mencionar treinta y seis clases de demonios del estado
de hambre (gaki), y explicar algunos de ellos. Dentro de ellos, menciona a
aquellas personas que enseñan el Budismo, no para salvar al pueblo, sino por su
propia fama y fortuna.
En el sutra citado, dice
que las personas codiciosas de ofrendas y consumidas por los celos adquieren
esta cualidad hambrienta y lastimosa. Compara con los perros a los sacerdotes
que acumulan ofrendas a escondidas, con rapacidad. Además de esto, en este
gosho describe a aquellos sacerdotes que aceptan ofrendas de otros, pero no
tienen la actitud de compartirlas con los demás; a los clérigos avaros que no
rezan por sus difuntos padres; a los creyentes que no oran por sus padres
difuntos en el aniversario de su fallecimiento. Señala que estas personas
ingratas y avaras, que no reconocen los favores recibidos, en futuras
existencias nacerán en el estado de Hambre, compartiendo rasgos humanos con
rasgos de buey o de caballo, por ejemplo.
Estas personas, aun en
el presente, ya muestran el grotesco aspecto de un demonio hambriento, en su
comportamiento y apariencia. El Daishonin señala, estrictamente, “aunque poseen
forma humana, no son mejores que los animales. Habría que llamarlos bestias con
cabeza de hombre”.
Califica a los
sacerdotes que se aprovechan de la Ley, fingiendo actuar en bien del Budismo
cuando, en realidad, sólo buscan su prosperidad personal mediante hábil
retórica, y dice que son como espíritus malvados y hambrientos que devoran la
Ley.
Por detrás del aire de
importancia que alguien pretenda darse, lo esencial es descubrir su esencia y
saber detectar cuándo, en esencia, un sacerdote es como un espíritu hambriento
y aprovechador.
Hay diversos aspectos en
el estado de Hambre. De todos modos, los hombres caemos en él a causa de la
avaricia. En cambio, el Daishonin, no daba importancia a las persecuciones que
caían como la lluvia o que lo rodeaban como nubes. El luchaba solamente por la
causa del Sutra del Loto, sin especular. Como estaba recibiendo numerosas
persecuciones por enseñar la Ley Mística a todo el pueblo y por la felicidad de
todos los hombres, era absolutamente ajeno a la fama y la fortuna propia. Esto
le permitía continuar su actividad más esencial, actuar por los demás, sin
dejarse influir por la menor avaricia.
Al final, se refiere a
la madre de Shijo Kingo, quien se había convertido en discípula del Daishonin.
Cuando le llegó la hora de la muerte, falleció como devota del Sutra del Loto.
Y, además, su hijo Kingo, se estaba dedicando a la fe como discípulo de
Daishonin, y estaba compartiendo sus beneficios. Por tal razón, sin falta su
madre falleció en estado de iluminación. El Daishonin dice que debía de estar
en la tierra pura, alabada y protegida por todos los budas de las diez
direcciones, Taho y Shakyamuni.
Nosotros también, como
discípulos de Daishonin, si nos dedicamos a la propagación y seguimos la
enseñanza del gosho haciendo a un lado la motivación de la propia fama y la
fortuna, podemos tener la convicción y la tranquilidad de trascender el mundo
ruin de la codicia y disfrutar libremente junto a los budas de las tres
existencias y de todo el universo.
Nichiren Daishonin dice
que es muy difícil salvar a los padres y a otras personas sin lograr la
iluminación.
Por eso se desprende de
este gosho y de otros que, aunque nos urja a orar por los difuntos, el origen
de los beneficios de los padres esta en nuestra propia dedicación al
kosen-ntfu. Con este principio grabado en nuestro corazón dediquémonos
diariamente a la práctica para nosotros y para los demás.
NOTAS
1. Demonios con cabeza de buey: Seres que, junto a los demonios
con cabeza de caballo, actuarían como guardia cárceles en el infierno
aplastante, tercero de los ocho infiernos calientes. Ambas clases de demonios
suelen representarse como seres de cuerpo humano, pero con cabeza de buey o de
caballo, según el caso.
2. Myoho: También llamada Myoho-ama. Madre de Shijo Kingo.
¿QUÉ SON LOS DIEZ MUNDOS?
Al examinar los «Diez
Mundos», clasificación de los distintos diez estados de la vida, podemos tener
una clara comprensión de la filosofía del budismo sobre la dinámica de la
condición humana y obtener una profunda percepción sobre la manera de
mejorarla.
¿Qué significa
esto para nosotros los budistas? Desde nuestra perspectiva, aunque en un
momento dado estemos experimentando la infelicidad característica del mundo de
infierno, en ese mismo momento, a través de la práctica del budismo, podemos
comenzar a transformar nuestras vidas para saborear la dicha profunda e
inextinguible del mundo o estado de Buda.
Los Diez Mundos son:
1. El mundo de infierno.
2. El mundo de los espíritus hambrientos (o Hambre).
3. El mundo de los animales (o Animalidad).
4. El mundo de los asuras (o Ira).
5. El mundo de los seres humanos (o Humanidad o Tranquilidad).
6. El mundo de los seres celestiales (o Cielo o éxtasis).
7. El mundo de los que escuchan la voz (o Aprendizaje).
8. El mundo de los que están despiertos a las causas (o Comprensión
o Absorción).
9. El mundo de los Bodhisattvas.
10. El mundo del Buda.
Los mundos de infierno,
hambre, animalidad, ira, humanidad y cielo se conocen colectivamente como los
«seis mundos inferiores» o «los seis senderos del mal»
(o caminos). Los mundos de aprendizaje, absorción, bodhisattvas y
Buda se conocen como «los cuatro mundos nobles».
El concepto de los seis
senderos se origina en la antigua visión hindú, «védica» que cree en seis
reinos amplios dentro de cuales transmigran todos los seres vivos, a través del
repetido ciclo de nacer y morir. El budismo adoptó esta concepción. Los cuatro mundos
nobles indican niveles o estados que están fuera o más allá de los seis
senderos y que se logran mediante la práctica del budismo.
A menudo, los Sutras
distintos al Sutra del Loto definen a estos mundos como lugares habitados por
cierta clase de seres, o en el caso de los cuatro mundos nobles, por los
practicantes del budismo. Por ejemplo, se considera que el infierno es un lugar
de tormentos que está bajo tierra, mientras que los Budas y bodhisattvas
estarían en tierras puras, separadas y distantes del ámbito normal de los seres
humanos.
Pero el Sutra del Loto
depone estas concepciones cuando enseña «la Posesión
Mutua de los Diez Mundos». En vez de reinos o lugares separados,
los Diez Mundos son condiciones o estados de la vida que todas las personas
tienen el potencial de experimentar en cualquier momento.
Nichiren escribió: «Ni
la tierra pura ni el infierno existen fuera de nosotros mismo, ambos se
encuentran en nuestro corazón.
Cuando uno toma
conciencia de esto, pasa a llamarse buda; mientras lo ignora, sigue siendo una
persona común. El Sutra del loto revela esta verdad, y quien abrace el Sutra del
loto comprenderá que el infierno es en sí mismo, la Tierra de la Luz Tranquila»
Los escritos de Nichiren Daishonin [END], pág. 478-479).
¿Qué significa esto para
nosotros? Desde una perspectiva, aunque en un momento dado estemos experimentando
la infelicidad característica del mundo de infierno, en ese mismo momento, a
través de la práctica del budismo, podemos comenzar a transformar nuestras
vidas para saborear la dicha profunda e inextinguible del mundo o estado de
Buda.
1. El mundo de Infierno.
La palabra japonesa
jigoku (naraka, en sánscrito) que significa infierno, indica «una prisión bajo
tierra». Los textos budistas indican diversos infiernos que incluyen infiernos
calientes y otros fríos. El «infierno» representa la condición de vida inferior
en la que uno está confinado en la agonía, totalmente carente de libertad.
Nichiren Daishonin
escribe: «El infierno es una temible morada de fuego (END, pág.
1071). Si consideramos el infierno como un estado potencial de la
vida, su descripción es la de estar tan agobiado que nuestros sufrimientos
parecen tenernos atrapados completamente, como en medio del rugir de las
llamas.
Nichiren también dijo
que «el odio corresponde al estado de infierno» (END, pág.
358). Aquí «el odio» significa la desesperación y resentimiento
de no poder vencer el dolor, de no tener la esperanza de aliviarse, ni por
corto tiempo, del tormento. Podemos decir que en el estado de infierno estamos
controlados por los impulsos destructivos.
La guerra, que
materializa los extremos de la miseria humana, se puede considerar como
expresión del mundo de infierno.
2. El mundo de hambre.
El mundo de hambre, o de los espíritus hambrientos, se
caracteriza por los deseos irresistibles y por el sufrimiento que resulta de no
satisfacer a cualquiera de ellos.
El término japonés gaki
(preta, en sánscrito) se traduce como «espíritu hambriento» o «fantasma
hambriento» y se refería originalmente a los difuntos porque se creía que
estaban constantemente hambrientos.
El mundo de hambre es un
estado en el que nuestro cuerpo y mente arden continuamente en ansias o anhelos
intensos. «El reino de las entidades hambrientas es un lastimoso lugar, donde
estas, impulsadas por el hambre extremo y la sed devoran a sus propios hijos»
(“Carta a Niike”, END, 1071).
También dice: «La
Codicia [el mundo] de las entidades hambrientas» (“Objeto de devoción para
observar la vida…”, END, pág. 377). Estar tan hambriento como para llegar a
devorarse a los propios hijos es estar gobernado por la miseria de anhelos que
no conocen limitaciones.
En sí mismos, los deseos
no son ni buenos ni malos. Si no sintiésemos deseos de comer cuando nuestro
cuerpo necesita alimentos, moriríamos de hambre. Los deseos y necesidades nos
pueden dar el ímpetu para mejorarnos a nosotros mismos, y para el progreso del
ser humano. Sin embargo, en el mundo de hambre somos incapaces de utilizar
creativamente a los deseos; nos convertimos en sus esclavos y como resultado de
ello sufrimos.
3. El mundo de los
animales.
Este mundo, o
“animalidad”, se caracteriza por las motivaciones basadas en la obtención de
ganancias o pérdidas inmediatas, irracionalmente, en vez de basarse en la razón
o en la lógica.
Nichiren Daishonin dice:
«La Estupidez es [el mundo de] los animales» (“Objeto de devoción para observar
la vida…”, END, pág. 377). Cuando estamos en estado de animalidad actuamos
basados en los instintos o impulsos, incapaces de distinguir entre lo correcto
e incorrecto, entre el bien y el mal.
Nichiren también
escribe: «Es propio de las bestias amenazar a los débiles y temer a los poderosos»
(“Carta desde Sado”, END, pág. 320) y el ámbito de los animales se caracteriza por
la necesidad extrema de «dejarse matar o morir» (“Carta a Niike”, END-1, 1026).
En el mundo de animalidad olvidamos razonar y a la consciencia, viendo a la vida
como una lucha para sobrevivir, en la que estamos dispuestos a dañar a los
demás para protegernos. No podemos hacer planes para el futuro, incapaces de
ver más allá de lo inmediato. Semejante estado de ignorancia conduce a la larga
hacia la propia destrucción y sufrimientos.
Aunque el budismo toma
de la antigua tradición hindú la asociación de este mundo o estado de vida con
los animales, en realidad, los animales pueden exhibir cualidades como la
lealtad y generosidad que a los humanos les haría bien aprender de ellos.
Además, de maneras
diversas, los animales desempeñan el papel irremplazable de apoyar y sustentar
la vida de los seres humanos quienes pueden ser capaces de crueldades y bajezas,
como por ejemplo durante las guerras, mucho más atroces que cualquier cosa vista
en el mundo animal.
Como los mundos de
infierno, hambre y animalidad representan condiciones de sufrimientos, se les
llama colectivamente «los tres senderos del mal».
4. El mundo de los
Asuras.
Un «asura» es un demonio
o un dios belicoso de la mitología hindú. Una de las características de quienes
están en el estado de vida de los «asuras» es la fuerte tendencia a compararse
a sí mismos con los demás y su preocupación por superarles. Cuando se consideran a sí mismas superiores a
los demás, estas personas se consumen en la arrogancia y el desdén.
Si, por otro lado,
encuentra a una persona claramente superior a ellas, se tornan aduladoras y obsequiosas.
Las personas que están
en el mundo de los «asuras» se dan aires de superioridad para impresionar a los
demás con la grandeza que piensan poseer.
Superficialmente, pueden
aparecer bien intencionados, educados, corteses y hasta humildes o modestos,
pero en su interior albergan envidia o resentimientos hacia los que piensan que
son mejor que ellos.
Este conflicto entre lo
que aparentan ser y sus sentimientos y disposición interior hace que los que
están en el mundo de los “asuras” sean propensos a ser hipócritas y traidores.
Por esto es que
Nichiren Daishonin escribe que «la perversidad es [el mundo] de los asuras»
(“Objeto de devoción para observar la vida…”, END, pág. 377). La palabra
japonesa tenkoku que aquí fue traducida como «perversidad» se compone de dos
caracteres: uno significa «someterse sin revelar la verdadera intención de uno»
y el otro significa «doblado» o «torcido».
A diferencia de los tres
senderos del mal (los mundos de infierno, hambre y animalidad) en los que uno está
controlado por los tres venenos (la ilusión o ilusiones fundamentales de la
avaricia o voracidad, ira y estupidez o ignorancia) los que están en el mundo
de los «asuras» despliegan un grado mayor de consciencia y dominio de sí mismo.
Desde este punto de vista se le puede considerar como un estado más alto que
los tres senderos del mal. Sin embargo, el permanecer en el estado de los
«asuras» a la larga da lugar a sufrimientos y por ello se le clasifica, junto
con los mundos de infierno, hambre y animalidad, como uno de los «cuatro
senderos del mal».
Aunque con frecuencia se
denomina «mundo de ira» al mundo de los «asuras» esto no significa que se
caracterice por la rabia o enojo, ni por la tendencia a perder los
estribos. Más bien, se refiere a una tendencia
permanente a contender, a una predisposición hacia los conflictos que surge de
una ambición egocéntrica.
5. El mundo de los seres
humanos.
Este es un estado de
tranquilidad y de compostura, por lo que Nichiren Daishonin dice: «La Calma es
[el mundo] de los seres humanos» (“Objeto de devoción para observar la vida…”,
END, pág. 377).
Un aspecto del mundo de
humanidad es la calidad del razonamiento que nos permite distinguir lo correcto
de lo incorrecto y de hacer juicios en base a ello.
En este estado, también
tenemos un alto grado de dominio propio. Nichiren escribe que «A los sabios
puede llamárseles humanos, pero los desconsiderados no son más que animales
(“Las tres clases de tesoros”, END, pág. 893).
Sin embargo, para
permanecer en este estado de humanidad se requiere de esfuerzo.
En un mundo donde
abundan las influencias negativas, no es fácil seguir viviendo de modo
realmente humano. En realidad, es imposible, a menos que se hagan esfuerzos constantes
para mejorarse a uno mismo. De los Diez Mundos, el mundo de humanidad es el
primero en que podemos acercarnos a vencer nuestras debilidades.
Es más, los que están en
el mundo de humanidad, aunque son vulnerables a las influencias negativas, son
capaces de esforzarse en la práctica del budismo y por ende, de avanzar a los
cuatros mundos nobles.
6. El mundo de los
seres celestiales.
El nombre de este mundo
proviene de la palabra hindú deva-loka que significa el lugar donde
habitan los dioses y seres sobre-humano semejante a dioses.
En la filosofía budista,
el cielo se refiere a un estado de vida en que experimentamos la dicha de haber
cumplido nuestros deseos. De ahí que Nichiren diga: «La alegría es [el mundo]
de los seres celestiales» (“Objeto de devoción para observar la vida…” END,
377).
Los seres humanos
sienten muchas clases de deseos. Hay deseos básicos o instintivos como comer y
dormir, los hay de cosas materiales, sociales, intelectuales y espirituales.
En general, podemos
pensar que el mundo de cielo es el estado de alegría que invade nuestra vida
cuando se realiza alguno de esos deseos.
Pero la alegría del
mundo de cielo no es perdurable, a la larga se debilita y desaparece.
Por lo tanto, este mundo
no puede ser representativo del estado de felicidad genuina que el budismo
permite que logre la gente.
De los seis senderos a
los “cuatro mundos nobles”.
Los seis mundos de los
cuales ya hemos hablado y que juntos, constituyen los seis senderos, son
estados de vida fácilmente influenciados por las circunstancias externas. Quienes permanecen en ellos no pueden
disfrutar la verdadera libertad o independencia.
La práctica del budismo
aspira a transcender estos seis senderos y a construir una felicidad que sólo
depende de uno mismo, no controlada por las circunstancias externas.
Los estados de vida que
una persona cultiva con la práctica budista se conocen como los cuatro mundos
nobles: el de los que escuchan la voz (aprendizaje), el de los despiertos a la
causa (comprensión o absorción), el de los Bodhisattvas y el del Buda o Budas.
7/8. Los mundos de «Los
que escuchan la voz» y de «Los despiertos a la causa».
En enseñazas anteriores
al Sutra del Loto, estos dos mundos representaban los dos estados más altos que
podían lograr los practicantes del budismo. Juntos, se les denomina «los dos
vehículos».
Originalmente, «Los que
escuchan la voz» designaba a los que había logrado un despertar parcial por
escuchar una enseñanza del Buda. Pero «los despiertos a la causa» eran los que
habían logrado un despertar por su propia cuenta, a través de su conexión u observación
de varios fenómenos.
La iluminación parcial
que caracteriza a ambos mundos o estados, a estos dos vehículos, consiste en un
despertar a la transitoriedad o no permanencia de todas las cosas. La no
permanencia indica la realidad de que todos los fenómenos cambian con el paso
del tiempo y que finalmente dejan de existir, mueren. Quienes están en la
condición de vida de los dos vehículos, al haber superado la tendencia a apegarse
a las cosas no permanentes, pueden verse a sí mismos y al mundo objetivamente,
despiertos a la verdad de que todo en este mundo real cambia y perece con paso
del tiempo.
Nichiren Daishonin dice:
«El hecho de que todo en este mundo sea transitorio nos resulta muy claro. ¿No
es porque los estados de los dos vehículos están presentes en el mundo humano?
(“Objeto de devoción para observar la vida…”, END, 377). Está diciendo que
dentro del mundo de humanidad existe el potencial de los estados de vida de los
dos vehículos.
Al considerar a los Diez
Mundos como estados potenciales en la vida humana, podemos decir que los mundos
de aprendizaje y absorción representan estados de despertar y de
autodeterminación que trascienden a los mundos que constituyen los seis
senderos.
Los que están en los dos
vehículos pueden ser inquisitivos, intelectuales y creativos, pero las
limitaciones que enfrentan son las propias de la auto complacencia, de pensar que
han llegado al pináculo de su desarrollo, y de sólo preocuparse y esforzarse
por su bien y su realización
personal, sin hacerlo por los demás. Fue por esta tendencia al egocentrismo y
egoísmo que en escrituras budistas anteriores al Sutra del Loto se les negó a
las personas de los dos vehículos la posibilidad de lograr la iluminación.
9. El mundo de los Bodhisattvas.
Los Bodhisattvas son
seres que se esfuerzan incesantemente
en lograr la iluminación de un Buda. Las personas de los dos vehículos, aunque
consideran que su maestro es el Buda, no se creen capaces de lograr el mismo
estado de iluminación que el del Buda, pero los Bodhisattvas, no sólo consideran que el Buda es su maestro,
sino que también aspiran a lograr la misma iluminación suprema que la del Buda.
Además, los Bodhisattvas trabajan
para propagar ampliamente las enseñanzas del Buda para liberar a las personas
de sus sufrimientos y conducirlas a la felicidad.
Lo
que distingue a los Bodhisattvas es su
firme intención de buscar el mundo de Buda, estado éste más alto que un ser
humano puede manifestar, y también sus esfuerzos para compartir con los demás
los beneficios que han obtenido a través de su práctica del budismo. Antes que
nada, lo que más les preocupa es su fuerte deseo por la felicidad de las
personas.
El
mundo de los Bodhisattvas es
un estado de vida en el que se actúa con un sentido de misión por el bien de la
gente y por el de la Ley. La misericordia es fundamental en dicho mundo. La
palabra sánscrita karuna (jihi, en japonés) que significa compasión, a veces se
traduce como «amor compasivo» o «misericordia». En relación a ello, Nichiren
Daishonin dice: «Hasta un villano desalmado ama a su esposa y a sus hijos. Él
también, posee dentro de sí una parte del estado de Bodhisattvas» (“Objeto de
devoción para observar la vida…”, END PAG 377). Aquí, Nichiren nos recuerda que
todas las personas, hasta la corruptas y crueles, poseen el potencial de la misericordia.
El basar sus vidas y acciones en el amor compasivo
por todas las personas es la naturaleza de los que manifiestan el mundo de los Bodhisattvas.
10. El mundo de los Budas.
El mundo de los Budas es el estado de vida
supremamente noble y virtuosa.
En sánscrito, la palabra «buda» significa «el
que ha despertado». Un Buda es el que está iluminado a la Ley Mística, la Ley
maravillosa o principio, base de toda vida y de todo fenómeno en el universo.
Específicamente, «el Buda», se refiere a Shakyamuni,
también conocido como Gautama
o
Siddhartha, quién vivió y enseñó en la India hace unos dos mil quinientos años.
Los Sutras budistas describen a otros budas
tales como Amida y Mahavairochana, pero estos son figuras míticas y la
intención es representar la maravilla y grandeza de alguna cualidad o virtud en
particular del estado de vida del Buda.
Nichiren Daishonin apareció en el Último Día
de la Ley, época en la que se predijo que las enseñazas de Shakyamuni habrían decaído
y tornado ineficaces para conducir a las personas a la iluminación. Para salvar
a toda la gente de sus sufrimientos, Nichiren manifestó el mundo de Buda en su
propia vida como demostración de que también lo puede lograr cualquier ser
humano común. Como él estableció el camino por el que todas las personas pueden
lograr la Budeidad, se le respeta como el Buda del Último Día de la Ley.
El mundo de los Budas es una condición de
vida, rica en virtudes nobles y en buena fortuna que emerge cuando una persona despierta
a la realidad de que la fuente y base de su propia vida es la Ley Mística. Un
Buda es quién abre este estado de vida interior y por ende, corporiza
insuperables sabiduría y misericordia ilimitadas y, alimentado por ellas,
trabaja constantemente para que todas las personas manifiesten el mismo estado
de Buda.
Todos tenemos el mundo de la Budeidad inherente,
pero hacerlo emerger en medio de la realidad de nuestra vida no es cosa fácil.
Por ello, el Daishonin estableció el Gohonzon, el objeto de devoción, como corporización
del mundo de Buda que él manifestó. Lo hizo para proporcionarnos el medio para
que todos manifestemos la Budeidad que está en nuestras propias vidas.
En relación a esto escribió: ”Yo, Nichiren, he
inscrito mi vida en tinta sumi”; por eso, crea en el Gohonzon con todo su
corazón.
La voluntad del Buda es el Sutra del Loto,
pero el alma de Nichiren no es otra cosa que
Nam-myoho-renge-kyo” (“Respuesta a Kyo’o”, END, pág. 433).
El mundo de la Budeidad, estado que Nichiren
manifestó en su esencia, es la Ley de
Nam-myoho-renge-kyo. Cuando creemos en el Gohonzon y nos esforzamos en
invocar a esta Ley, tanto para nuestra propia felicidad, como para la de los
demás, contactamos al mundo de Buda inherente en nosotros y lo corporizamos en
nuestras vidas.
En “El Objeto de devoción para observar la
vida”, Nichiren se refiere a la profunda conexión que hay entre la fe y nuestra
Budeidad innata. El dice : «Si las personas comunes nacidas en la última época
pueden creer en el Sutra del Loto es porque, en el estado de humanidad existe
el estado de Budeidad» (END, pág. 378).
El Sutra del Loto revela que todas las
personas son Budas innatos y nosotros, los seres humanos, podemos creer en esa
enseñanza precisamente porque nuestras vidas poseen fundamentalmente al mundo
de la Budeidad.
Nichikan, el gran erudito del budismo,
escribió basado en la cita anterior de Nichiren lo siguiente: «Un corazón que
cree firmemente en el Sutra del Loto [otro] nombre para el mundo de la
Budeidad». Aquí, Sutra del Loto se refiere al Gohonzon y el mundo de la
Budeidad no es otro que la fe inquebrantable de vivir basado en invocar
Nam-myoho-renge-kyo al Gohonzon ante todo tipo de circunstancias.
Los textos budistas, incluidos los escritos
de Nichiren, comparan con frecuencia al mundo de la Budeidad con el rey león.
Así como el rey león, los que han activado
su Budeidad no le temen ni se dejan amedrentar por nada ni por nadie. Es un
estado de paz genuina, de felicidad absoluta y de iluminación.
LOS TRES OBSTACULOS Y LOS CUATRO DEMONIOS
Nichiren Daishonin dice:
«Sin duda, hay algo extraordinario en el flujo y reflujo de las mareas, en el
recorrido de la luna desde que asoma hasta que se pone, en la forma en que se
suceden el verano, el otoño, el invierno y la primavera.
También sucede algo
inusitado cuando una persona común logra la Budeidad. En ese momento,
invariablemente aparecen los tres obstáculos y los cuatro demonios» («Los tres obstáculos
y los cuatro demonios», Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 668)
Cuando un avión esta
parado en la pista no encuentra resistencia del viento. Pero, a medida que
acelera por la pista, se encuentra con la resistencia del aire a su alrededor. La
resistencia del viento que va en aumento genera debajo de las alas una fuerza
de elevación que le permite volar. Mientras el avión mantenga suficiente
velocidad, la fuerza opuesta del viento continuará generando la elevación
necesaria para continuar volando.
De manera similar,
cuando nos esforzamos en la práctica del budismo y comenzamos a movernos hacia
la felicidad perdurable, nos encontraremos la «resistencia» de obstáculos
internos y externos que funcionan para resistir o detener nuestro avance.
El budismo describe
estas funciones como los «tres obstáculos y los cuatro demonios».
En el caso del avión, la
aparición de la resistencia del viento muestra que la velocidad del avión ha
aumentado y que está a punto de despegar. Para nosotros, encontrarnos con los
tres obstáculos y los cuatro demonios es prueba de que estamos acelerando hacia
la felicidad, la revolución humana y la transformación
de nuestro karma.
T’ien-t’ai declara en su
escrito titulado “Gran concentración e introspección”: «A medida que avanza la
práctica y mejora la comprensión, comienzan a surgir los tres obstáculos y los
cuatro demonios de manera confusa, pugnando entre sí para interferir […] Uno no
debería dejarse influenciar ni atemorizar por estas funciones». («Carta a los
hermanos», END, pág. 525).
Respecto de este pasaje,
Nichiren escribe: «Esta declaración no sólo se aplica a mí, sino que constituye
una guía para mis seguidores.
Con profundo respeto,
graben esta enseñanza en lo más hondo de su vida y transmítanla como axioma de
fe para las futuras generaciones» (END, pág. 525).
Como señala Nichiren
Daishonin, la característica de los obstáculos y los demonios es que surgen «en
forma confusa». Es importante entenderlos para poder reconocerlos mejor y
superarlos. De otro modo, podemos dejarnos influir y asustar hasta tal punto
que dejemos de practicar.
Lamentablemente, significaría
que hemos dejado de avanzar hacia la felicidad.
Los tres obstáculos son:
1. El obstáculo de los deseos mundanos.
2. El obstáculo del karma.
3. El obstáculo de la retribución.
Nichiren Daishonin dice:
El obstáculo de los
deseos mundanos se produce cuando la codicia, el odio, la estupidez y otras
inclinaciones semejantes nos impiden practicar.
El obstáculo del karma son
los escollos que nos presentan los hijos o la esposa.
El obstáculo de la
retribución son las obstrucciones provocadas por el soberano o los padres (END,
pág. 525).
Si nuestra codicia, ira
o estupidez nos distraen de nuestro camino a la felicidad perdurable o Budeidad
que procuramos mediante la práctica del budismo, entonces estamos bajo los
efectos del primero de los tres obstáculos. Si la oposición de nuestros familiares
o de personas en posición de autoridad nos desanima a seguir el camino de nuestra
verdadera felicidad, habremos sucumbido al miedo ante el segundo y tercer obstáculo.
Los cuatro demonios son
funciones negativas que obstruyen nuestra práctica, son:
1. La obstrucción de nuestras propias funciones mentales y
físicas.
2. La obstrucción de los deseos mundanos.
3. La obstrucción de la muerte inoportuna de un compañero de
práctica.
4. La obstrucción del rey demonio del sexto cielo, o sucumbir
ante la oposición de personas de autoridad.
Los tres obstáculos y
cuatro demonios debilitan nuestro espíritu de luchar por nuestra propia
felicidad y hacen que descienda nuestro estado de vida. Como consecuencia, nuestra
práctica nos aporta menos sabiduría y coraje. En otras palabras, nos succionan desde
adentro el estado de vida brillante y positiva de quienes practicamos.
El rey demonio del sexto
cielo es poderoso. Nichiren declara: La oscuridad fundamental se expresa como el
Rey Demonio del Sexto Cielo» («El tratamiento de la enfermedad», END, pág, 1158).
Debemos comprender que el demonio es la personificación de tendencias destructivas
fundamentales que anidan en la vida de todas bien que las personas han cultivado
en su vida y alimenta el deseo de controlar a los demás, incluso hasta el punto
de llegar a tomar vidas ajenas. Si no se la enfrenta y se le pone límite esta
negatividad conduce a la destrucción y a la guerra. En definitiva, los tres
obstáculos y los cuatro demonios en realidad son funciones negativas que llevan
a la gente a la desgracia y el sufrimiento.
Nichiren dice: «[El rey
demonio del sexto cielo] se vale del gobernante para amenazar al devoto del
Sutra del loto» («Carta a los hermanos», END, pág. 519). Aquí nos dice que el
rey demonio también opera por medio de la autoridad gubernamental. Cuando eso sucede,
debemos ver a través de su naturaleza demoníaca y triunfar ante cualquier fuerza
de oposición que se proponga impedir que practiquemos nuestra fe.
Por lo tanto, es
importante estar preparados para cuando surjan estos obstáculos o funciones y
para que, cuando aparezcan —cosa que sucederá sin falta— no nos distraigamos ni nos desanimemos de
seguir el camino en que hemos emprendido.
Lograr la felicidad perdurable, o Budeidad,
es una lucha sin fin entre nuestra oscuridad fundamental, que nos pinta
atractiva la imagen de sucumbir a los tres obstáculos y los cuatro demonios y
quedarnos así, y la determinación de mejorar nuestra vida. Ante los obstáculos
y la oposición, debemos esforzarnos a nuevo en nuestra práctica del budismo con
determinación valiente y fortalecida. Como resultado, no nos dejaremos vencer
por ningún obstáculo y los superaremos todos y seguiramos avanzando.
El
axioma que Nichiren nos insta a practicar y propagar podría expresarse de esta manera:
A lo largo del camino hacia nuestra felicidad absoluta, los tres obstáculos y los
cuatro demonios aparecerán sin duda. Debemos estar preparados para su aparición
y jamás dejarnos influir ni asustar por ellos.
Cuando
surgen los tres obstáculos y los cuatro demonios, ese es el momento de
transformar el karma, luchar por nuestra revolución
humana y acelerar en dirección a nuestra felicidad. Como dice Nichiren: «En ese
momento, invariablemente aparecen los tres obstáculos y los cuatro demonios, pero
cuando ello sucede, los sabios se regocijan, mientras que los necios se echan atrás»
(«Los tres obstáculos y los cuatro demonios», pág. 668). El nos está exhortando
a no retroceder jamás, sino en cambio a desafiar con alegría y superar nuestros
problemas. Si lo hacemos, podemos elevar enormemente nuestro estado de vida.
El
presidente Ikeda manifiesta: «Es importante tener un estado de vida lo
suficientemente elevado como para poder aceptar con calma lo que sea que suceda
en la vida siempre luchando para ver los problemas desde la perspectiva
correcta y resolverlos con una postura positiva. La felicidad aflora desde un
estado de vida así de elevado y que todo lo abarca.
Ustedes
pueden forjar el camino a una vida satisfactoria y placentera si tienen la fe profunda
como para considerar todo como fuente de creación de felicidad y valor. A la
inversa, si ven todo en forma negativa o pesimista, su vida se hundirá gradual
e inevitablemente en la oscuridad. El budismo nos enseña el principio sutil de
nuestra determinación y, más aún, la fuerza de la fe» (Mis queridos amigos en América, segunda edición, págs. 4–5).
Las
personas sabias se alegrarán cuando se enfrenten con los tres obstáculos y los cuatro
demonios porque saben que los obstáculos y la oposición son la resistencia que
los ayuda a alzar el vuelo hacia la Budeidad.
LAS RAZONES DE LA VIDA. NICHIREN DAISHONIN.
Nichiren Daishonin
afirmó que para juzgar la validez de una enseñanza había que analizarla bajo
tres criterios o pruebas:
- La
prueba documental.
- L
prueba teórica
- y la
prueba real.
La prueba documental
confirma que el cuerpo de la enseñanza coincide con lo asentado por su
fundador, que no ha sufrido alteración.
La prueba teórica
confirma que la enseñanza es compatible con la razón y la lógica, y ofrece una
explicación de la realidad que concuerda con la experiencia.
La prueba real confirma,
por medio de resultados concretos, que la enseñanza beneficia a la vida.
Para Nichiren Daishonin, la prueba real es la más importante de las tres porque una enseñanza debe poder ayudar a las personas a desarrollarse, mejorarse y vivir de forma más significativa.
LOS DIOSES BUDISTAS (SHOTEN ZENJIN). LOS FENÓMENOS DEL UNIVERSO QUE TRABAJAN PARA NUESTRA FELICIDAD.
La invocación de la Ley
Mística hace surgir la vitalidad.
Llamamos Dioses Budistas
a los fenómenos del universo que nos orientan hacia la felicidad y al progreso.
Son las funciones de la vida del cosmos que actúan positivamente protegiendo a
las personas.
Supongamos, por ejemplo,
que vamos de paseo en bicicleta un día de primavera con un Sol radiante, y de
repente, comienza a soplar un viento fuerte. Si vamos con viento favorable,
pedalearemos muy fácilmente avanzando; pero si tenemos viento en contra sería
muy cansador.
En el caso del viento
favorable, este nos ayuda y protege. Cualquier función que proteja a los
creyentes de la Ley Mística y los orienta hacia la felicidad, ya sea una
función de la naturaleza, sociedad o de algún ser humano, en el Budismo es
llamado protección de los "Dioses Budistas". Aunque digamos
"dioses", esta palabra se usa con un significado completamente
distinto al del Dios de la creación del cristianismo o los dioses del
sintoísmo.
En la primera oración
silenciosa del Gongyo de la mañana dice: "Manifiesto mi agradecimiento a
los shoten zenjin, funciones de la vida y del ambiente que actúan para protegernos
día y noche. Oro para que su fuerza protectora se fortalezca y aumente cada vez
más, a través de mi práctica de la Ley". Según el capítulo “Introducción”
(Jo) del Sutra del Loto, los Dioses Budistas, incluidos Bonten, Taishaku, se
reúnen en ese lugar para escuchar la prédica del Sutra del Loto, y prometen que
sin falta protegerán a los creyentes del Budismo Verdadero.
En el capítulo catorce
del Sutra del Loto, “Prácticas pacíficas” (Anrakugyo) dice: "Los Dioses
Budistas siempre protegerán a los creyentes del Budismo Verdadero durante el
día y la noche". Es decir, los Dioses Budistas protegen a quienes
practican correctamente la Ley Mística y la propagan. Por eso, no son de
ninguna manera objetos de fe ni de invocación, sino que solamente actúan para
proteger a quienes practican con firmeza la Ley Mística.
Los Dioses Budistas se
reúnen donde la Ley Mística puede ser escuchada. Cuando nuestro comportamiento
se basa en esta “Ley”, recibimos la protección de los dioses.
Cuando Nichiren Daishonin sufría la persecución de Tatsunokuchi,
amonestó severamente a los Dioses Budistas para que lo protegieran y poco
después, una luz deslumbrante atravesó el cielo desde la isla de Eno. Se dice
que pudo haber sido un aerolito o algún otro fenómeno que haya surgido después
que el Daishonin amonestara a los dioses, justo antes de ser decapitado; pero
que indica que no es una simple casualidad, sino el resultado natural de
acuerdo a la profunda filosofía de vida del Budismo.
Fue la firme
determinación (ichinen) del Daishonin, su poderosa fuerza vital lo que activó
la protección de los Dioses Budistas en ese momento crucial.
En el Gosho dice:
"Cuanto más poderosa es la fe, mayor es la protección de las deidades
(Gosho Zenshu, pág.1186)”. El punto importante es que la protección de los
Dioses Budistas se manifiesta según la fortaleza de la fe. Los Dioses Budistas
no están fuera de nuestra vida, sino que nuestra fuerza vital y nuestra fe los
ponen en funcionamiento.
El Gosho también dice:
"la naturaleza fundamental de la vida se manifiesta como Bonten y Taishaku
(Gosho Zenshu, pág.997)”. La naturaleza fundamental se refiere al estado de
vida e iluminación se refiere al brillo de la vida.
Cuando vivimos practicando con firmeza, la vida es brillante y
surgen los Dioses Budistas. Por ende, cuando dice que "Bonten y Taishaku
protegen al creyente de la Ley Mística", también lo podríamos interpretar
como que uno puede hacer surgir una vitalidad pura y poderosa.
El Budismo nos explica
que la persona y su medio ambiente son inseparables (Esho Funi) y que por eso
el ambiente protege al creyente de la Ley Mística. Tener esa protección depende
de la persona.
Por ejemplo, supongamos
que el Sol está brillando en el cielo. Si uno está gravemente enfermo, los
rayos del Sol pueden ser perjudiciales para su salud, pero serían placenteros
para aquellos que gozan de una buena salud. Aunque los rayos del Sol sean los
mismos, el efecto depende de la situación de la persona. Por lo tanto, la misma
función de la naturaleza actuaría como los Dioses Budistas o como algo
perjudicial según la situación de la persona.
Las creencias
equivocadas atraen el desastre al país.
Quienes practicamos la
Ley Mística, somos capaces de cambiar cualquier circunstancia en una función de
los Dioses Budistas a través de nuestra determinación basada en la fe firme.
Por eso, no nos lamentemos por no tener el apoyo de los Dioses Budistas cuando
sufrimos alguna dificultad. Más bien, decidamos construir una fe firme para
vivir por el logro del kosen-rufu. Entonces, todas las condiciones negativas se
transforman en función de los Dioses Budistas, permitiéndonos progresar y
construir una felicidad estable en nuestra vida.
La existencia de los
Dioses Budistas, representados por el Sol y la Luna no son algo sobrenatural. Lo importante es la manera
en que adoptamos su luz, su calor u otras funciones para dirigirnos a un estado
de felicidad indestructible. Todo ello dependerá de nuestra determinación y
fuerza vital. Debemos elevar y fortalecer nuestra vida fundamentalmente con la
Ley Mística. En la tesis "Pacificación de la Tierra a través del
establecimiento del Budismo Verdadero" (Rissho Ankoku Ron) el Daishonin
nos dice que si las creencias equivocadas que debilitan la vida prosperan por todo
el país, entonces el poder de los Dioses Budistas disminuiría en la gente y en
la tierra, aconteciendo desastres y calamidades.
Si aumentan las personas
que practican la Ley Mística, la sociedad se llenará de fuerza vital. Por eso,
es de gran importancia nuestra práctica budista con fe firme y fuerte
determinación para el logro del kosen-rufu.
LO QUE CREEMOS…
LA TRADICIÓN BUDISTA.
Los orígenes de la
perspectiva a nivel mundial de la SGI pueden ser trazados hasta las enseñanzas
del Buda Shakyamuni, quién vivió hace unos 2500 años en lo que es Nepal hoy en
día. Su iluminación a la eternidad está más sucintamente articulada en el Sutra
del Loto, ampliamente considerada como su enseñanza más importante. Aquí la
existencia de la innata y universal verdad, conocida como la naturaleza de
Buda, fue revelada como inherente en todas las formas del ser. El Sutra del
Loto afirma que las realidades de la vida diaria proveen motivación y
oportunidad para la transformación espiritual.
Las funciones del
universo son una expresión de un solo principio o Ley, expresado como Nam-myoho-renge-kyo.
Al poner sus vidas en armonía con esta Ley, las personas pueden abrir su
potencial oculto y obtener armonía creativa con su medio ambiente. Esta es la máxima expresión del poder
individual —que cada persona puede transformar los sufrimientos inevitables de
la vida en fuentes de crecimiento y satisfacción —convirtiéndose en una
influencia positiva en su familia y comunidad.
EL SURGIMIENTO DE LA TORRE DE LOS TESOROS.
«El surgimiento de
la Torre de los Tesoros», capítulo 11º del Sutra del loto, describe una
descomunal torre de los tesoros que emerge desde las profundidades de la tierra
y queda suspendida en el aire.
Nichiren explica que
esta torre es una metáfora para describir la magnitud del potencial del ser
humano — la grandeza de la naturaleza de Buda inherente a todas las personas
(«Sobre la Torre de los Tesoros», END, pág. 317). A continuación, el sutra
describe la Ceremonia del Aire — una vasta congregación de budas, bodhisattvas
y seres de todas las descripciones, llegados desde todos los rincones del
cosmos. El Buda emplea poderes especiales para elevar al aire a toda la
congregación ante la Torre de los Tesoros.
Entonces, comienza
a predicar.
Nichiren eligió incluir
en el Gohonzon, por escrito, elementos clave de esta Ceremonia del Aire.
Nam-myoho-renge-kyo, que representa la Torre de los Tesoros, se encuentra
escrito en el centro del Gohonzon.
En vez de usar una
imagen pintada o esculpida, que no podía llegar a capturar la totalidad de lo
que es un Buda, Nichiren utilizó los caracteres escritos del Gohonzon para
comunicar el estado de unión con la Ley mística que él manifestó en su propia
vida.
Según dice el presidente
Ikeda: «Semejante [estatua o imagen] nunca iba a poder expresar plenamente Nam-myoho-renge-kyo,
la Ley fundamental que incluye todas las causas (prácticas) y efectos
(virtudes). El atributo invisible del corazón o mente, no obstante, se puede
expresar con palabras» (El mundo de los escritos de Nichiren Daishonin, Vol. 2,
pág. 181).
El presidente Ikeda
también recalca: «Mediante nuestra práctica cotidiana [recitación del sutra]
e invocación [Nam-myoho-renge-kyo] podemos sumarnos a la eterna Ceremonia Del
Aire aquí y ahora. Podemos hacer brillar la Torre de los Tesoros en nuestro
interior y dentro de nuestras vidas y actividades diarias. Esa es la
magnificencia de Gohonzon. Un esplendoroso “cosmos” de vida se abre ante
nosotros, y la realidad se presenta como un mundo de creación de valor. (El mundo de Los escritos de Nichiren Daishonin, Vol. 2. pag 176)
¿EL GOHONZON NO ES UN PAPEL?
Única fotografía publicada del Dai Gohonzon tomada con permiso en 1910. |
KIMURA: ¿Qué hay con respecto a los que dicen que no quieren orar a un
pedazo de papel impreso, porque un papel no puede tener el poder de resolver
nuestros problemas?
PRESIDENTE IKEDA: Nuestro Gohonzon puede estar impreso, pero
así y todo conserva su poder inherente. Un billete de 10 dólares está impreso,
al igual que un diploma que certifica nuestro título profesional o que los
documentos oficiales donde se nombra a los ministros del gabinete.
Todos los documentos
importantes están impresos, y cada uno de ellos conserva su poder específico.
El papel es una
sustancia física, pero las palabras escritas en él son el espíritu y la esencia
de Nichiren Daishonin. El Buda original del Ultimo Día de la Ley inscribió, en
la tinta del Gohonzon, su propia vida.
"Yo,
Nichiren, diluí mi vida y en ella impregné la tinta sumi con la cual inscribí
este Gohonzon. Por eso, crea en él con todo su corazón".
El principio budista de
la inseparabilidad entre la mente y el cuerpo nos enseña que lo físico y lo
espiritual son una misma cosa. La vida se encuentra en la unión de ambos
términos. El Gohonzon corporifica la vida del Buda. Cuando invocamos al
Gohonzon, no estamos dirigiendo nuestras oraciones a una hoja de papel.
Los textos y libros
también son papel impreso, pero al leer las palabras escritas sobre sus páginas
adquirimos conocimientos, hacemos nuevos descubrimientos y hallamos nuevas
ideas.
Tomemos otro ejemplo:
Supongamos que nos cruzamos con un cartel que dice: "Estación de
Tokio". Estas tres palabras contienen las muchas funciones que se llevan a
cabo en una estación, desde ser cabecera del tren bala hasta ser la boca de acceso
a la ciudad de Tokio. Desde luego, la estación de Tokio existiría igual sin el
cartel, sin las palabras, al igual que sus muchas funciones. Pero el cartel y
las palabras ayudan a la gente a encontrar la estación fácilmente.
KIMURA: Los caracteres impresos en el Gohonzon representan un medio para
que nos comuniquemos con el universo, ¿no?
PRESIDENTE IKEDA: Aquí va otro ejemplo. Un teléfono celular no
sirve de nada sin estaciones centrales que transmitan las ondas de radio de un
punto al otro. De la misma manera, el Gohonzon es una "estación
central" que nos permite comunicarnos con el universo.
Fragmento de una serie de conversaciones sobre la juventud que mantiene el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, con los responsables de la División de Segunda Enseñanza Superior de la Soka Gakkai, Hidenobu Kimura –División Juvenil Masculina- y Yoshiko Ueda –División Juvenil Femenina-, en representación de todos los miembros en esta etapa de sus estudios. Material publicado el 11/02/1998 en el Koko Shimpo, periódico quincenal de la División.
EL GOHONZON EXISTE EN LA FE
Si bien muchos
concuerdan con el concepto de que todos poseemos un maravilloso potencial en
nuestro interior, realmente creer esto de toda la gente y lo viviente partiendo
de esta creencia no es cosa fácil.
Nichiren Daishonin
inscribió el Gohonzon para que todos puedan creer y activar su naturaleza de
Buda. Aunque el solo tener el Gohonzon no nos asegurará este resultado. Tanto la fe como la práctica son esenciales
para revelar nuestra poderosísima naturaleza de Buda.
Nichiren dice: «este
Gohonzon se encuentra sólo en los dos ideogramas con que se escribe “fe”. A
esto se refiere el sutra cuando dice que uno sólo puede obtener el acceso a través
de la fe […] Lo más importante es que, con sólo entonar Nam-myoho-renge-kyo, usted puede manifestar la Budeidad.
Sin duda, ello dependerá
de la fortaleza de su fe; tener fe es la base del budismo («El verdadero
aspecto del Gohonzon», END, págs. 873–74).
El estandarte de la propagación.
Nichiren Daishonin
también dice: «que yo haya sido el primero en revelar, como estandarte de la propagación
del Sutra del loto, este gran mándala» («El verdadero aspecto del Gohonzon »,
END, pág. 872).
Hoy, la SGI, con el liderazgo
de sus tres presidentes fundadores— Tsunesaburo
Makiguchi, Josei Toda y Daisaku Ikeda—ha abrazado el Gohonzon tal
como Nichiren
Daishonin quería— como «estandarte de la propagación» de la
enseñanza budista que puede conducir a la humanidad a la paz y la felicidad. Es
por eso que los miembros que invocan Nam-myoho-renge-kyo al Gohonzon y se
esfuerzan por realizar las actividades de la SGI para propagar la Ley con el
espíritu de los tres presidentes, constantemente alcanzan notable crecimiento, beneficios
y victoria en la vida.
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