GOSHO: MIEDO, ESPERANZA Y CORAJE...
“La gloria y los beneficios son meros adornos de la existencia actual, y la arrogancia y el prejuicio son los lazos que nos encadenan en la siguiente” indica Nichiren Daishonin.
Con facilidad nos llenamos las casas de cosas que nos recuerdan algo, y también nos apegamos a una o más imágenes de nosotros mismos que sirven para lo mismo: recordarnos algo que pasó o que nos gustaría que hubiera pasado, es decir, imaginar que somos algo que no somos. Así podemos hipotecar el presente.
Quizá por miedo o quizá por fantasía, estando aquí miramos más allá pensando en algo que ya no está. Pero ¿es esto ayer, hoy o mañana?, ¿a qué botón hay que darle? ¡Que no me entero!.
La idea de “empezar de nuevo”, independientemente de si hemos llegado a este punto por voluntad propia o forzados por las circunstancias, siempre desencadena sentimientos contradictorios que fluctúan entre la esperanza y el temor ante lo desconocido.
Por eso, aunque frecuentemente pensamos que nos gustaría dar un cambio a nuestra vida, no acabamos de concretar los cambios que soñamos.
Por un lado, nuestra cotidianeidad puede parecernos tediosa, poco interesante o abrumadora; pero, por otro lado, en lo conocido, aunque no sea muy satisfactorio, nos encontramos seguros.
Sin embargo, empezar de nuevo, no tiene forzosamente porqué comportar una ruptura drástica con nuestra realidad, sino, más bien, liberarla del lastre que nos impide desarrollar nuestras cualidades y que obstruye nuestro avance.
Vamos, que podríamos intentar darle esa sacudida a nuestra vida, como la del centrifugado máximo de la lavadora, que nos libere de la rutina y la tristeza. Y, después, ligeros de peso, como una colada bien escurrida, nos será más fácil reencontrarnos de nuevo con nuestra creatividad, iniciativa y agradecimiento.
En realidad, volver a los inicios, cuando cualquier ocasión era propicia para preguntar, aprender y hacer daimoku. En definitiva, descubrimos que asumir el control de los problemas, hace la vida más emocionante.
Gosho
Tal como las flores se abren y dan frutos, tal como la luna nueva crece invariablemente hasta alcanzar el plenilunio, como la luz de una lámpara cobra intensidad cuando se le agrega aceite, y como las plantas y los árboles florecen con la lluvia, así, del mismo modo, los seres humanos siempre prosperan cuando llevan a cabo buenas acciones.
El tercer día de Año Nuevo, LEND, pág.1058
Fragmentos del Tema de diálogo del mes de septiembre de 2010 publicado en Civilización Global (SGI España)
Con facilidad nos llenamos las casas de cosas que nos recuerdan algo, y también nos apegamos a una o más imágenes de nosotros mismos que sirven para lo mismo: recordarnos algo que pasó o que nos gustaría que hubiera pasado, es decir, imaginar que somos algo que no somos. Así podemos hipotecar el presente.
Quizá por miedo o quizá por fantasía, estando aquí miramos más allá pensando en algo que ya no está. Pero ¿es esto ayer, hoy o mañana?, ¿a qué botón hay que darle? ¡Que no me entero!.
La idea de “empezar de nuevo”, independientemente de si hemos llegado a este punto por voluntad propia o forzados por las circunstancias, siempre desencadena sentimientos contradictorios que fluctúan entre la esperanza y el temor ante lo desconocido.
Por eso, aunque frecuentemente pensamos que nos gustaría dar un cambio a nuestra vida, no acabamos de concretar los cambios que soñamos.
Por un lado, nuestra cotidianeidad puede parecernos tediosa, poco interesante o abrumadora; pero, por otro lado, en lo conocido, aunque no sea muy satisfactorio, nos encontramos seguros.
Sin embargo, empezar de nuevo, no tiene forzosamente porqué comportar una ruptura drástica con nuestra realidad, sino, más bien, liberarla del lastre que nos impide desarrollar nuestras cualidades y que obstruye nuestro avance.
Vamos, que podríamos intentar darle esa sacudida a nuestra vida, como la del centrifugado máximo de la lavadora, que nos libere de la rutina y la tristeza. Y, después, ligeros de peso, como una colada bien escurrida, nos será más fácil reencontrarnos de nuevo con nuestra creatividad, iniciativa y agradecimiento.
En realidad, volver a los inicios, cuando cualquier ocasión era propicia para preguntar, aprender y hacer daimoku. En definitiva, descubrimos que asumir el control de los problemas, hace la vida más emocionante.
Gosho
Tal como las flores se abren y dan frutos, tal como la luna nueva crece invariablemente hasta alcanzar el plenilunio, como la luz de una lámpara cobra intensidad cuando se le agrega aceite, y como las plantas y los árboles florecen con la lluvia, así, del mismo modo, los seres humanos siempre prosperan cuando llevan a cabo buenas acciones.
El tercer día de Año Nuevo, LEND, pág.1058
Fragmentos del Tema de diálogo del mes de septiembre de 2010 publicado en Civilización Global (SGI España)