VAMOS A TRIUNFAR A PESAR DE TODO. Por Takehisa Tsuji, Vice Presidente de la Soka Gakkai Internacional (SGI).
Una vez tomada la determinación de que vamos a triunfar frente a una gran oportunidad, debemos proteger nuestro mundo interior subjetivo de las voces negativas que se nos presentan ya sea como violenta embestida o como sutil insinuación que nos susurra: “Nada cambiará, siempre será lo mismo”.
Si somos permeables a esto, lo que nos sucede a la mayoría de nosotros, al menos hasta que somos lo suficientemente fuertes para rechazar estas voces de manera automática, terminaremos por escucharlas y, finalmente, permitiremos que nos influencien.
Cuanto más las escuchemos, más erosionarán nuestra oración, de manera tal que, en nuestro fuero íntimo, comenzamos a reemplazar nuestra decisión: en algún punto hemos comenzado a aceptar nuestras voces negativas debido a que, en suma, esto es lo que hemos venido haciendo la mayor parte de nuestra vida.
Cuando llegamos a este punto, nuestra oración sencillamente no se concreta. Cuando usted invoca Daimoku, todo lo que está pensando o sintiendo es proyectado hacia el universo y, debido a que la Ley de Causalidad es imparcial, poseemos total libertad: el Gohonzon es como un espejo. De manera que si inadvertidamente cambiamos nuestra oración, entonces la Ley de Causalidad aceptará esta nueva modificación sin tomar partido alguno.
De modo que nuestro real compromiso consiste en que, si queremos concretar determinado objetivo, entonces debemos mantener nuestra determinación y no permitir que nuestra voz negativa nos desaliente. Porque una vez que comenzamos a transar, ya hemos abandonado nuestra determinación original sin siquiera darnos cuenta; por eso, una vez que hemos fijado nuestra determinación, no debemos transigir.
El budismo es triunfo o derrota, o sea lo opuesto a transar, que es lo que venimos haciendo a diario en nuestras vidas.
Por lo tanto, determine e invoque daimoku hasta lograr el objetivo.
Una vez que ha tomado la determinación, el cómo lo logre y demás detalles constituyen ya la tarea del Gohonzon. Nuestra única responsabilidad consiste en mantener nuestra oración sin dejarnos desviar interna ni externamente.
Es esencial que, cada mañana, invoque daimoku para manifestar su budeidad: este es el punto básico porque, si no podemos manifestar la budeidad, entonces tampoco nuestras oraciones lograrán mucho efecto. Si no comprendemos este punto, estamos malgastando nuestro tiempo al invocar por aquello que anhelamos.
Lo que es importante es el concepto de que poseemos en forma inherente la naturaleza de Buda.
La vida misma es Buda, nuestra entera vida es Buda. Todo aquello nacido en este mundo es Buda. No debemos permitirnos pensar que esta naturaleza de Buda es algo que se encuentra fuera de nosotros mismos: es una e inseparable.
El Gohonzon es un objeto externo, pero constituye un catalizador que hace emerger nuestra budeidad inherente desde las profundidades de nuestra vida, y aquello que corporifica el Gohonzon representa la misma realidad.
Parecen dos cosas separadas pero, la inmutable y eterna verdad es que la budeidad es la vida misma.
Usted es ahora un Buda.
Una vez que cobre conciencia de esto, comenzará a valorar y reconocer la dignidad y el poder de los ilimitados aspectos de su propia vida.
Esto significa que usted es el Buda a cargo de su propia vida. Nadie más que usted puede hacer que sea lo que quiere ser, ni siquiera el medio ambiente.
Cuando usted cobre conciencia de que su vida es Buda y experimente esa convicción, entonces eso es ichinen sanzen.
Sólo entonces podrá direccionar ese poder para transformar o crear una tierra de Buda precisamente en el lugar en el cual se halla, no en algún otro sitio ni en el futuro.
El pasado es sólo un sueño, no importa qué tan bueno o malo haya sido, nada más que un sueño. Y el futuro no es más que producto de nuestra imaginación, sea ésta optimista o pesimista, en sí mismo carece de existencia o sustento real. La esencia de la vida, que es MYO, es eterna e inmutable y, cuanto más conciencia tome de que su vida es Buda, más convicción tendrá su daimoku.
El Ichinen último del Gohonzon es hacer a todas las personas del universo iguales a sí mismas; ésa es la razón por la cual surge el Buda: permitirles a todas las personas abrir el palacio de su propia iluminación y sabiduría.
Si no logramos comprender esto, sólo seremos como mendigos que invocan daimoku y, en determinado momento, el Gohonzon dejará de responder a nuestras oraciones debido a que, si continuamos por este camino, nunca manifestaremos nuestra iluminación.
Así, estaremos fallando en el punto principal: aquello que sintamos respecto del Gohonzon también lo sentiremos respecto del Gohonzon viviente que se encuentra dentro nuestro. El budismo es vertical, este momento presente es infinito, ilimitado y eterno.
Llegará un momento en el cual usted deba comenzar a trabajar sobre su propia iluminación y no podrá simplemente ir a la deriva, porque puede pasarse practicando toda su vida desde una perspectiva errónea.
Pero si se esfuerza por estar conscientemente alerta, podrá percibir que su propia vida es, en sí misma, Buda. Usted debe lograr percibir la naturaleza de su propia vida. Si no puede lograrlo, entonces cada vez que se le presente un problema sufrirá y se sentirá desesperanzado e indefenso. Pero cuando tome conciencia de que su vida es Buda, entonces no importa qué problema aparezca, surgirá una gran convicción y autoconfianza y sentirá: “Debido a que mi vida es Buda, puedo transformar esto en un gran beneficio”.
Cuando usted pueda profundizar esta convicción de que nuestra propia vida constituye la entidad de Buda tal como somos y somos en verdad seres perfectos, entonces frente a cualquier dificultad no experimentará ni temor ni ansiedad sino solamente que es una nueva oportunidad de transformarla en un mayor beneficio y que usted es capaz de convertir el sufrimiento en alegría.
Sentirá un supremo optimismo y dejará de temer el futuro y de arrepentirse por el pasado.
Nuestra vida es Buda y podemos transformar cualquier cosa y hacer que cualquier situación manifieste su budeidad inherente. Así, aún en medio de una situación de infierno, debido a que poseemos una profunda convicción en que nuestra vida misma es Buda, es que podemos manifestar esta convicción y la budeidad innata dentro del fenómeno o situación emergerá en consonancia con esta convicción.
Si somos permeables a esto, lo que nos sucede a la mayoría de nosotros, al menos hasta que somos lo suficientemente fuertes para rechazar estas voces de manera automática, terminaremos por escucharlas y, finalmente, permitiremos que nos influencien.
Cuanto más las escuchemos, más erosionarán nuestra oración, de manera tal que, en nuestro fuero íntimo, comenzamos a reemplazar nuestra decisión: en algún punto hemos comenzado a aceptar nuestras voces negativas debido a que, en suma, esto es lo que hemos venido haciendo la mayor parte de nuestra vida.
Cuando llegamos a este punto, nuestra oración sencillamente no se concreta. Cuando usted invoca Daimoku, todo lo que está pensando o sintiendo es proyectado hacia el universo y, debido a que la Ley de Causalidad es imparcial, poseemos total libertad: el Gohonzon es como un espejo. De manera que si inadvertidamente cambiamos nuestra oración, entonces la Ley de Causalidad aceptará esta nueva modificación sin tomar partido alguno.
De modo que nuestro real compromiso consiste en que, si queremos concretar determinado objetivo, entonces debemos mantener nuestra determinación y no permitir que nuestra voz negativa nos desaliente. Porque una vez que comenzamos a transar, ya hemos abandonado nuestra determinación original sin siquiera darnos cuenta; por eso, una vez que hemos fijado nuestra determinación, no debemos transigir.
El budismo es triunfo o derrota, o sea lo opuesto a transar, que es lo que venimos haciendo a diario en nuestras vidas.
Por lo tanto, determine e invoque daimoku hasta lograr el objetivo.
Una vez que ha tomado la determinación, el cómo lo logre y demás detalles constituyen ya la tarea del Gohonzon. Nuestra única responsabilidad consiste en mantener nuestra oración sin dejarnos desviar interna ni externamente.
Es esencial que, cada mañana, invoque daimoku para manifestar su budeidad: este es el punto básico porque, si no podemos manifestar la budeidad, entonces tampoco nuestras oraciones lograrán mucho efecto. Si no comprendemos este punto, estamos malgastando nuestro tiempo al invocar por aquello que anhelamos.
Lo que es importante es el concepto de que poseemos en forma inherente la naturaleza de Buda.
La vida misma es Buda, nuestra entera vida es Buda. Todo aquello nacido en este mundo es Buda. No debemos permitirnos pensar que esta naturaleza de Buda es algo que se encuentra fuera de nosotros mismos: es una e inseparable.
El Gohonzon es un objeto externo, pero constituye un catalizador que hace emerger nuestra budeidad inherente desde las profundidades de nuestra vida, y aquello que corporifica el Gohonzon representa la misma realidad.
Parecen dos cosas separadas pero, la inmutable y eterna verdad es que la budeidad es la vida misma.
Usted es ahora un Buda.
Una vez que cobre conciencia de esto, comenzará a valorar y reconocer la dignidad y el poder de los ilimitados aspectos de su propia vida.
Esto significa que usted es el Buda a cargo de su propia vida. Nadie más que usted puede hacer que sea lo que quiere ser, ni siquiera el medio ambiente.
Cuando usted cobre conciencia de que su vida es Buda y experimente esa convicción, entonces eso es ichinen sanzen.
Sólo entonces podrá direccionar ese poder para transformar o crear una tierra de Buda precisamente en el lugar en el cual se halla, no en algún otro sitio ni en el futuro.
El pasado es sólo un sueño, no importa qué tan bueno o malo haya sido, nada más que un sueño. Y el futuro no es más que producto de nuestra imaginación, sea ésta optimista o pesimista, en sí mismo carece de existencia o sustento real. La esencia de la vida, que es MYO, es eterna e inmutable y, cuanto más conciencia tome de que su vida es Buda, más convicción tendrá su daimoku.
El Ichinen último del Gohonzon es hacer a todas las personas del universo iguales a sí mismas; ésa es la razón por la cual surge el Buda: permitirles a todas las personas abrir el palacio de su propia iluminación y sabiduría.
Si no logramos comprender esto, sólo seremos como mendigos que invocan daimoku y, en determinado momento, el Gohonzon dejará de responder a nuestras oraciones debido a que, si continuamos por este camino, nunca manifestaremos nuestra iluminación.
Así, estaremos fallando en el punto principal: aquello que sintamos respecto del Gohonzon también lo sentiremos respecto del Gohonzon viviente que se encuentra dentro nuestro. El budismo es vertical, este momento presente es infinito, ilimitado y eterno.
Llegará un momento en el cual usted deba comenzar a trabajar sobre su propia iluminación y no podrá simplemente ir a la deriva, porque puede pasarse practicando toda su vida desde una perspectiva errónea.
Pero si se esfuerza por estar conscientemente alerta, podrá percibir que su propia vida es, en sí misma, Buda. Usted debe lograr percibir la naturaleza de su propia vida. Si no puede lograrlo, entonces cada vez que se le presente un problema sufrirá y se sentirá desesperanzado e indefenso. Pero cuando tome conciencia de que su vida es Buda, entonces no importa qué problema aparezca, surgirá una gran convicción y autoconfianza y sentirá: “Debido a que mi vida es Buda, puedo transformar esto en un gran beneficio”.
Cuando usted pueda profundizar esta convicción de que nuestra propia vida constituye la entidad de Buda tal como somos y somos en verdad seres perfectos, entonces frente a cualquier dificultad no experimentará ni temor ni ansiedad sino solamente que es una nueva oportunidad de transformarla en un mayor beneficio y que usted es capaz de convertir el sufrimiento en alegría.
Sentirá un supremo optimismo y dejará de temer el futuro y de arrepentirse por el pasado.
Nuestra vida es Buda y podemos transformar cualquier cosa y hacer que cualquier situación manifieste su budeidad inherente. Así, aún en medio de una situación de infierno, debido a que poseemos una profunda convicción en que nuestra vida misma es Buda, es que podemos manifestar esta convicción y la budeidad innata dentro del fenómeno o situación emergerá en consonancia con esta convicción.