CAMINAR EL SENDERO DEL BUDA. LA PERSPECTIVA BUDISTA EN LAS RELACIONES HUMANAS. Por Greg Martín SGI-USA.
Una bellota se convierte en un majestuoso roble si se planta y se nutre con el calor del sol, con la humedad de la lluvia y con los nutrientes de la tierra. Pero una bellota no es todavía un roble. Una bellota es una potencialidad. Un roble es la manifestación de ese potencial. Existe una gran diferencia entre lo que puede ser y lo que realmente es.
La Budeidad es igual. Últimamente he escuchado a la gente decir con seguridad “Yo soy un Buda”. Es verdad. Todo mundo es un Buda. Somos Budas potenciales. Todos poseemos la energía potencial de la naturaleza de Buda. Pero cada uno de nosotros es responsable de transformar la potencialidad en realidad.
Por esto, la enseñanza budista que para mí es más difícil de personificar, es la que dice: “El verdadero significado del advenimiento del buda Shakyamuni a este mundo yace en su comportamiento como ser humano.” (Gosho “Las tres clases de tesoros”, Los principales escritos de Nichiren Daishonin, Vol. 2, p. 259)
Mi potencial de sabiduría, coraje y compasión debe manifestarse en mi comportamiento en la vida diaria. El simple hecho de que cante Nam-myojo-rengue-kyo no equivale automáticamente a comportarme como Buda.
Los miembros de mi familia han sido mayormente los responsables de mostrarme qué necesito modificar en mi comportamiento. Hace años, en medio de una acalorada discusión, mi hijo me hizo ver que yo había abandonado completamente del diálogo respetuoso, al decir sarcásticamente sobre mi proceder “¿Así que este es el ejemplo de liderazgo que va a traer la paz al mundo?” Me dieron ganas de llorar: ¡Golpe bajo! ¡No se vale!
Poner la teoría en práctica siempre es difícil. Desafortunadamente ha habido muchas ocasiones, a pesar de mis constantes esfuerzos en mi practica budista, que me he comportado terriblemente con las demás personas – familia, amigos, compañeros miembros de la SGI-USA. En alguna ocasión llegue a creer que mientras practicara el budismo fuertemente, cualquier comportamiento automáticamente seria el “comportamiento del Buda”.
Esa percepción me trajo problemas en todos los aspectos de mi vida. También era un problema cuando, como líder de la SGI-USA, daba respuestas cortantes como “es tu karma”. Sin embargo no era tan fácil contestarle a mi hijo “el problema no es mi comportamiento, es tu karma de tenerme como padre”.
La idea de que toda persona común es un Buda y puede manifestar la Budeidad en su forma presente, tiene profundas raíces en la tradición budista Majayana. Sin embargo, en cierta medida se ha desarrollado la idea absurda de que como toda persona es un Buda, todo lo que hace – mentir, hacer fraude, odiar, gritar – es el comportamiento del Buda. Si esto fuera cierto, no habría necesidad de practicar el budismo porque ya todos serían Budas tal y como son.
Afortunadamente, esta distorsión pasó a la categoría de anacronismo religioso. No obstante, en mi comportamiento anterior se reflejaba mi manera de pensar que lo que hiciera, pensara o dijera sería aceptable en tanto continuara haciendo la práctica. Esto se convirtió en una licencia para tratar mal a los demás – quizá poniendo de pretexto una “estricta misericordia” – olvidando la advertencia del Daishonin de que “los creyentes en el Sutra del Loto no deben por ningún motivo abusar uno del otro” (The writings of Nichiren Daishonin, 756).
Creer que el comportamiento de uno automáticamente es el comportamiento del Buda brinda un pretexto excelente para no hacerse responsable de sus acciones y se vuelve terreno fértil para justificar una larga lista de comportamientos no iluminados.
En mi propia vida, he sido más bien lento para despertar de este atontamiento sobre lo que significa manifestar la Budeidad en nuestra forma presente. A menos que mi práctica budista se refleje en acciones compasivas, valerosas y sabias hacia las demás personas sería un logro de la Budeidad teórico solamente.
La prueba final de mi práctica budista está en la forma en que pienso (de la gente), hablo y me comporto con las demás personas. Por más difícil que parezca como modelo de comportamiento lo antes mencionado, a final de cuentas lo que más importa, es mi forma de tratar a los demás. Una bellota libera su potencial innato en la medida en que reciba los cuidados pertinentes.
Nuestra naturaleza de Buda se manifiesta en forma similar en la medida en que fortalezcamos nuestra fe y nuestra práctica. Una persona común manifiesta su Budeidad por medio de su comportamiento como ser humano.
Finalmente, no es suficiente repetir lo que decía el Buda, debemos caminar el sendero del Buda a través de nuestros actos.
La Budeidad es igual. Últimamente he escuchado a la gente decir con seguridad “Yo soy un Buda”. Es verdad. Todo mundo es un Buda. Somos Budas potenciales. Todos poseemos la energía potencial de la naturaleza de Buda. Pero cada uno de nosotros es responsable de transformar la potencialidad en realidad.
Por esto, la enseñanza budista que para mí es más difícil de personificar, es la que dice: “El verdadero significado del advenimiento del buda Shakyamuni a este mundo yace en su comportamiento como ser humano.” (Gosho “Las tres clases de tesoros”, Los principales escritos de Nichiren Daishonin, Vol. 2, p. 259)
Mi potencial de sabiduría, coraje y compasión debe manifestarse en mi comportamiento en la vida diaria. El simple hecho de que cante Nam-myojo-rengue-kyo no equivale automáticamente a comportarme como Buda.
Los miembros de mi familia han sido mayormente los responsables de mostrarme qué necesito modificar en mi comportamiento. Hace años, en medio de una acalorada discusión, mi hijo me hizo ver que yo había abandonado completamente del diálogo respetuoso, al decir sarcásticamente sobre mi proceder “¿Así que este es el ejemplo de liderazgo que va a traer la paz al mundo?” Me dieron ganas de llorar: ¡Golpe bajo! ¡No se vale!
Poner la teoría en práctica siempre es difícil. Desafortunadamente ha habido muchas ocasiones, a pesar de mis constantes esfuerzos en mi practica budista, que me he comportado terriblemente con las demás personas – familia, amigos, compañeros miembros de la SGI-USA. En alguna ocasión llegue a creer que mientras practicara el budismo fuertemente, cualquier comportamiento automáticamente seria el “comportamiento del Buda”.
Esa percepción me trajo problemas en todos los aspectos de mi vida. También era un problema cuando, como líder de la SGI-USA, daba respuestas cortantes como “es tu karma”. Sin embargo no era tan fácil contestarle a mi hijo “el problema no es mi comportamiento, es tu karma de tenerme como padre”.
La idea de que toda persona común es un Buda y puede manifestar la Budeidad en su forma presente, tiene profundas raíces en la tradición budista Majayana. Sin embargo, en cierta medida se ha desarrollado la idea absurda de que como toda persona es un Buda, todo lo que hace – mentir, hacer fraude, odiar, gritar – es el comportamiento del Buda. Si esto fuera cierto, no habría necesidad de practicar el budismo porque ya todos serían Budas tal y como son.
Afortunadamente, esta distorsión pasó a la categoría de anacronismo religioso. No obstante, en mi comportamiento anterior se reflejaba mi manera de pensar que lo que hiciera, pensara o dijera sería aceptable en tanto continuara haciendo la práctica. Esto se convirtió en una licencia para tratar mal a los demás – quizá poniendo de pretexto una “estricta misericordia” – olvidando la advertencia del Daishonin de que “los creyentes en el Sutra del Loto no deben por ningún motivo abusar uno del otro” (The writings of Nichiren Daishonin, 756).
Creer que el comportamiento de uno automáticamente es el comportamiento del Buda brinda un pretexto excelente para no hacerse responsable de sus acciones y se vuelve terreno fértil para justificar una larga lista de comportamientos no iluminados.
En mi propia vida, he sido más bien lento para despertar de este atontamiento sobre lo que significa manifestar la Budeidad en nuestra forma presente. A menos que mi práctica budista se refleje en acciones compasivas, valerosas y sabias hacia las demás personas sería un logro de la Budeidad teórico solamente.
La prueba final de mi práctica budista está en la forma en que pienso (de la gente), hablo y me comporto con las demás personas. Por más difícil que parezca como modelo de comportamiento lo antes mencionado, a final de cuentas lo que más importa, es mi forma de tratar a los demás. Una bellota libera su potencial innato en la medida en que reciba los cuidados pertinentes.
Nuestra naturaleza de Buda se manifiesta en forma similar en la medida en que fortalezcamos nuestra fe y nuestra práctica. Una persona común manifiesta su Budeidad por medio de su comportamiento como ser humano.
Finalmente, no es suficiente repetir lo que decía el Buda, debemos caminar el sendero del Buda a través de nuestros actos.