EL VERDADERO OBJETO DE VENERACIÓN. Material preparado y comentado por Shin Yatomi para las reuniones de estudio del mes de junio de 2005 de la SGI-USA.
Pregunta: Los fragmentos del Sutra del Loto y las explicaciones de T’ien-t’ai, Chang-an y otros que citó están libres de puntos dudosos y oscuros. Pero usted parece decir que el fuego es agua o que lo negro es blanco. Aunque sean enseñanzas del Buda, me resulta difícil aceptarlas. Miro una y otra vez el rostro de la gente, pero sólo veo el estado de Tranquilidad. No percibo los otros estados. Y lo mismo ocurre cuando contemplo mi propio rostro.
¿Cómo puede creer en los Diez Estados?
Respuesta: Cuando contemplamos, en diferentes momentos, el rostro de una persona, a veces lo hallamos feliz; a veces enfurecido, y en ocasiones, sereno. Por momentos en el rostro de una persona se manifiesta la codicia; a veces la estupidez; en ocasiones la perversidad.
La furia es el estado de Infierno; la codicia, el Hambre; la estupidez, el de Animalidad; la perversidad, el de Ira; la dicha el de éxtasis, y la calma el de Tranquilidad. Todos estos estados, los seis caminos, están presentes en el aspecto físico que ofrece el rostro de una persona.
Los cuatro nobles estados que restan están latentes y ocultos; no se muestran en el semblante, pero si buscamos con cuidado, podemos afirmar que también allí existen.
Pregunta: Si bien no estoy totalmente seguro en lo que respecta a los seis caminos, por lo que usted dice parecería que los tenemos.
¿Pero qué puede decirnos sobre los otros cuatro estados nobles que no se ven?
Respuesta: Antes, usted dudó de que los seis estados inferiores pudiesen existir dentro del de Tranquilidad. Pero cuando se lo ilustré mediante una analogía comprendió. Tal vez ocurra lo mismo con los cuatro estados nobles. Trataré de utilizar el razonamiento para explicarle un poco la cuestión.
El hecho de que todas las cosas de este mundo sean transitorias nos resulta perfectamente claro. ¿No será porque los estados de los dos vehículos están presentes en el de Tranquilidad? Hasta un villano desalmado ama a su esposa y a sus hijos. El también posee una parte del estado de Bodhisattva dentro de sí.
La Budeidad es el más difícil de demostrar. Pero ya que usted posee los otros nueve, también debería creer que tiene el estado de Buda. No permita que lo asalten las dudas. El Sutra del Loto, para explicar el estado de Tranquilidad, dice que “[los budas aparecen en este mundo] para hacer que todos los seres abran el portal de la sabiduría de Buda en sí mismos”.
El Sutra Nirvana señala: “Se dice que los que estudian las enseñanzas del Mahayana, aunque posean los ojos de los mortales comunes nacidos en el Ultimo Día de la Ley puedan creer en el Sutra del Loto se debe a que el estado de Budeidad se encuentra en el de Tranquilidad.
PUNTOS CLAVES
1) Los “Diez Mundos” es una guía para mejorar nuestra condición de vida.
2) La “posesión mutua de los Diez Mundos” enseña que la felicidad genuina (Budeidad) es posible en cualesquiera circunstancias.
3) "Abrazar el Gohonzon es en si observar la mente”, explica que la fe en el Gohonzon es la base para el logro de la budeidad.
ANTECEDENTES
Nichiren Daishonin completó este trabajo, uno de los más importantes, en el cuarto mes de 1273, durante su exilio en la Isla de Sado. Fue dirigido específicamente a Toki Jonin, uno de los principales discípulos que vivió en la Provincia de Shimosa. La portada instruía que, debido a que la misma revela la enseñanza más importante del Daishonin, sólo podría ser leída a los discípulos de fe fuerte.
En otro de sus trabajos importantes, “La Apertura de los Ojos” escrita en Sado el año anterior, el Daishonin explica el objeto de devoción en términos de la Persona. El declara que está dotado con las tres virtudes, soberano, maestro y padre, dejando implícito con ello, que él es el Buda del Último Día de la Ley quien conduce a toda la gente a la Budeidad.
En el presente trabajo, el Daishonin explica el objeto de devoción desde el punto de vista de la Ley y declara que el Gohonzon, el cual representa la Ley de Nam-myoho-renge-kyo, es el objeto de devoción para el Ultimo Día de la Ley.
Fe y práctica basadas en el Gohonzon, concluye Nichiren en este trabajo, permiten a todos percibir la naturaleza de buda dentro de sus vidas y alcanzar la budeidad.
COMENTARIOS
LOS DIEZ MUNDOS: ¿DÓNDE SE ENCUENTRA USTED?
Nichiren Daishonin escribió “El verdadero objeto de veneración”, (uno de sus más importantes trabajos) en la primavera de 1273 en una remota isla del norte del Japón.
Anteriormente, en septiembre de 1271 Nichiren estuvo a punto de ser decapitado.
El gobierno del shogunato y las autoridades religiosas consideraban a Nichiren como una amenaza debido a los esfuerzos desplegados por él para capacitar al pueblo mediante sus enseñanzas. Al fracasar el intento de ejecución, fue exilado en la Isla de Sado bajo la estricta vigilancia de las autoridades locales.
Carecía de los medios para atender las necesidades básicas, y habitantes de la isla hostiles a su persona atentaron contra su vida, en tanto que su comunidad budista en la isla principal era casi exterminada por las medidas opresivas del gobierno. Como él rememora posteriormente, “999 de 1,000 personas…abandonaron su fe cuando fui arrestado” (WND, 469).
Sin embargo, mediante esta odisea, Nichiren probó ser el devoto del Sutra del Loto debido a que enfrentó persecuciones tal como el Sutra del Loto enseñó.
Basado en la convicción en su identidad y en su misión, él comenzó a inscribir el Gohonzon (el objeto de devoción en el Budismo de Nichiren) para sus seguidores.
En este tratado Nichiren aclara el fundamento doctrinal del Gohonzon y la importancia de la fe en el mismo, como el medio para lograr la budeidad. En el pasaje arriba citado de este tratado, Nichiren explica el concepto fundamental del Gohonzon, el cual es, los Diez Mundos y su posesión mutua.
En la tradición budista, originalmente, los Diez Mundos (Diez Estados) eran considerados como lugares físicamente distintos los unos de los otros en los cuales los seres humanos nacían dependiendo de su karma.
En el Budismo de Nichiren, sin embargo, los Diez Mundos (Diez Estados) son categorías de la “condición de vida” que podemos experimentar en cualquier momento. Condición de vida se refiere no sólo a la calidad de nuestra existencia, sino también a la magnitud de nuestra influencia (tanto en el ámbito espiritual como en el físico) sobre las personas y cosas que nos rodean. El propósito fundamental del budismo es, entonces, mejorar la calidad de nuestra vida e incrementar nuestra capacidad para influir en forma positiva sobre nuestro medio ambiente. La enseñanza de los Diez Mundos (Diez Estados) es, en este sentido, una guía para mejorar nuestra condición de vida mediante nuestra práctica budista.
Las personas pueden encontrarse en idénticos ambientes, pero dependiendo de su condición de vida, sus experiencias pueden resultar ser completamente diferentes. Por esta razón, el constante fortalecimiento y elevación de nuestra condición de vida es el enfoque correcto de nuestra práctica budista, de manera que gradualmente podamos establecer un estado de júbilo imperturbable frente a las dificultades, y donde podamos tener la capacidad para acoger todo lo que nos rodea con misericordia.
Lo más importante en el Budismo de Nichiren no es el mundo en que vivimos, sino el mundo que creamos dentro de cada momento. Con el establecimiento de una paz interior inconmovible, el surgimiento de un mundo pacífico en el exterior vendrá.
Desde el más bajo hasta el más alto, los Diez Mundos o Diez Estados son:
1) infierno.
2) espíritus hambrientos (hambre).
3) animales (animalidad).
4) asuras (ira) o demonios beligerantes en la mitología hindú.
5) seres humanos (tranquilidad o humanidad).
6) seres celestiales (éxtasis o alegría).
7) los que escuchan la voz (aprendizaje o erudición).
8) los que han despertado a la causa (realización o absorción).
9) bodhisattvas.
10) budas (budeidad).
LOS SEIS SENDEROS
Referente a los seis senderos, Nichiren Daishonin escribe: “La furia es el estado de Infierno; la codicia, el Hambre; la estupidez, el de Animalidad; la perversidad, el de Ira; la dicha el de Éxtasis, y la calma el de Tranquilidad” (Los escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1, pag. 52). Aquí, Nichiren Daishonin explica que los Diez Mundos son condiciones de vida diferentes, no son lugares físicos en los cuales uno nace.
Los primeros seis estados (de infierno a éxtasis) son conocidos como los seis “senderos”.
El mundo de infierno indica una condición en la cual se está privado de libertad, similar a una prisión de miseria constante. Nichiren describe este estado como “furia”, en el sentido que cuando las personas se sienten impotentes para mejorar sus vidas, reaccionan con un impulso destructivo, odio hacia si mismos y hacia los demás. La guerra y la violencia ejemplifican este sentimiento de impotencia.
Nichiren describe el mundo de hambre como “avaricia”, indicando con ello alguien atrapado en deseos insaciables. Es un vacío que se expande, irónicamente mediante la satisfacción de los anhelos egoístas.
El mundo de animalidad corresponde a la ignorancia o incapacidad de emplear la razón y comprender la causalidad. Nichiren le llama “insensatez”. Las personas atrapadas en este estado temen al fuerte y viven a costa del débil. Incapaces de ver las consecuencias negativas de sus acciones, no vacilan en lastimar a los demás, a fin de proteger sus intereses personales e inmediatos. Llenos de sufrimientos, los estados de infierno, hambre y animalidad son colectivamente conocidos como los tres senderos del mal.
El mundo de ira es caracterizado por la arrogancia y la animosidad; es la incapacidad de verse a si mismo en forma correcta, lo cual lleva a un desmesurado sentimiento de superioridad o al menosprecio destructivo.
En tanto que, la “furia” en el estado de infierno es un tipo de profunda y frustrado enojo causado por el sentimiento de impotencia, las personas en el estado de ira dirigen su hostilidad hacia los demás, a fin de sentirse superiores. Nichiren llama a aquéllos en este estado” perversos ” porque se dan aires pretendiendo humildad, en tanto que en realidad, se sienten celosos y envidiosos ante quienes ellos se sienten inferiores. El mundo de ira más los tres senderos del mal son conocidos como los cuatros senderos del mal.
El mundo de humanidad (tranquilidad) se caracteriza por la placidez lograda a través de los esfuerzos por alcanzar el auto control. Aquéllos que se encuentran en este estado controlan sus deseos e impulsos mediante la razón y actúan en armonía con los demás. A pesar de que, abrigan la aspiración de alcanzar un estado de vida superior, son influenciados fácilmente por su entorno y caen en los estados más bajos.
A pesar de que Nichiren describe el mundo de éxtasis como “júbilo”, esta es una condición de placer temporal que se da mediante el logro de deseos de índole material o espiritual. Debido a que este estado es transitorio, no puede considerarse el mismo como genuina felicidad.
Estos primeros seis estados de infierno a alegría están basados en una antigua visión hindú del mundo en la cual, los seres humanos, basado en sus acciones pasadas, se creía que transmigraban entre estos seis diferentes reinos de una existencia a otra. Muchos, por lo tanto, aspiraban a renacer en el mundo de los seres celestiales, lo cual era considerado como el mundo del placer puro y donde no existía el dolor.
Los cuatro siguientes a partir del estado de éxtasis (aprendizaje, realización, bodhisattva y budeidad) son budistas en su origen. En cierto sentido, estos cuatro (conocidos como los “cuatro mundos nobles”) representan la crítica budista del punto de vista del placer como la felicidad, y equivale al intento de buscar auténtica felicidad más allá de la simple búsqueda del placer o evitar el dolor.
El punto común que comparten aquéllos atrapados en los seis senderos es que sus condiciones de vida se encuentran a merced de las circunstancias externas. Alguien que se eleva al mundo de éxtasis, a consecuencia de recibir noticias sobre una herencia, repentinamente podría más tarde encontrarse en el mundo de infierno en razón de una disputa legal acerca de la misma. Esto ilustra la falacia de la felicidad, en cuanto a que la misma se encuentra fuera de uno mismo.
“Si usted busca la iluminación fuera de usted mismo, toda buena acción o disciplina perderá significado”, dice Nichiren (“Sobre el logro de la budeidad”, Los escritos de Nichiren Daishonin, vol.1, pág. 4). El Budismo de Nichiren, en otras palabras plantea un paradigma en términos del pensamiento acerca de la felicidad de “Soy feliz porque tengo X” a “Disfruto X porque soy feliz”; de “Soy feliz debido a Z” a “Debido a que soy infeliz permito que Z me derrote”. Deje que las variables representen cualquier cosa que le hace feliz o infeliz (dinero, relaciones, salud, o la falta de ellos) y considere el reto de encontrar una fuente de felicidad que transcienda el mero concepto “mejorar” sus circunstancias. A fin de hacer este cambio efectivo, nuestra percepción de la felicidad requiere del uso del poder supremo de la vida, es decir, nuestra budeidad inherente.
LOS CUATRO MUNDOS NOBLES
Aquéllos que se encuentran atrapados en los seis senderos son en gran medida controlados por su entorno y fácilmente influenciados por las cambiantes circunstancias de la vida. Por lo tanto, el primer paso para elevarnos sobre los seis senderos estriba en buscar establecer una condición de vida más fuerte que no sea influenciada por las circunstancias externas.
El mundo de aprendizaje (los que escuchan la voz) y el de realización (los que han despertado a la causa) pertenecen a este estado inicial de liberación de las ilusiones. Aquéllos en estado de aprendizaje vislumbran la verdad cuando escuchan las enseñanzas budistas, y aquéllos en el estado de realización buscan el auto mejoramiento a través de su propia observación y esfuerzo. Históricamente, “los que escuchan la voz” eran monjes quienes habitaban en monasterios y los “que han despertado a la causa”, eran ascetas en aislamiento.
Estos dos estados (también conocidos como los dos vehículos) son caracterizados por la comprensión de la impermanencia de todos los fenómenos, al igual que la capacidad para sobreponerse a los apegos a las cosas transitorias.
En este sentido, Nichiren explica: “El hecho de que todas las cosas en este mundo son transitorias nos resulta perfectamente claro. ¿No será porque los estados de los dos vehículos están presentes en el de Tranquilidad?” (Escritos de Nichiren Daishonin, pág. 53). Aquéllos de los dos vehículos, sin embargo, se inclinan hacia el nihilismo, y hacia ver el sufrimiento de los demás con indiferencia; ello se debe a que pueden estar tan absortos en si mismos y en la búsqueda de la iluminación.
Los que han sido capaces de sobreponerse a su indiferencia hacia los demás y trabajan por la felicidad de toda la gente son llamados bodhisattvas. En otras palabras, el mundo bodhisattva es un mundo de misericordia. En lugar de sustraerse al sufrimiento de los seis senderos, los bodhisattvas buscan su felicidad en el esfuerzo de ayudar a los demás.
En tanto que, los de los mundos de aprendizaje y realización ven a un buda como alguien completamente diferente a ellos, los bodhisattvas se esfuerzan por lograr la misma condición de vida de un buda, a fin de salvar a la gente. Nichiren explica que esta tendencia altruista existe en todas las personas: “Hasta un villano desalmado ama a su esposa y a sus hijos. El también posee una parte del estado de Bodhisattva dentro de sí” (Escritos de Nichiren Daishonin, pág. 53). El estado de bodhisattva, sin embargo, necesita despertarse y cultivarse mediante el voto y práctica altruista del bodhisattva.
El más elevado de los Diez Mundos es el estado llamado budeidad. El estado de buda es el supremo estado de la existencia manifestado por los budas. Buda significa “el que ha despertado”, una persona que ha despertado a la ley fundamental de la vida y el universo. Lograr la budeidad es darse cuenta que el universo entero es una entidad eterna que afirma la vida, y que la misma está impregnada de misericordia; y que las vidas de todos los seres vivientes son una con esta vida cósmica. Lograr la budeidad es descubrir esta verdad de la vida y el universo y vivir en armonía con ella. Desde otro punto de vista, se describe a los budas como quienes, basados en la verdad de la vida y el universo, a la cual han despertado, manifiestan misericordia y sabiduría ilimitadas y continúan luchando para permitir a toda la gente lograr el estado de iluminación.
En vez de ver la budeidad como un status a lograr de forma permanente algún día, podemos pensar en él como la capacidad para descubrir y redescubrir, confirmar y reconfirmar, nuestra sabiduría y misericordia innatas.
Lograr la iluminación, en este sentido, es mejor comprendido como el proceso de “despertar” a la verdad absoluta de la vida en medio de nuestras tercas tendencias al olvido y las ilusiones.
Lo que nos mantiene dentro de este proceso de iluminación es la fe. Nichiren explica: “La Budeidad es el más difícil de demostrar. Pero ya que usted posee los oros nueve, también debería creer que tiene el estado de Buda. No permita que lo asalten las dudas” (Escritos de Nichiren Daishonin, pág. 53). Nuestra fuerte fe en la budeidad, en este sentido es la iluminación misma.
LA POSESIÓN MUTUA DE LOS DIEZ MUNDOS: LA FELICIDAD ES POSIBLE BAJO CUALESQUIERA CIRCUNSTANCIAS.
La felicidad genuina, lejos de ser un conjunto de condiciones y circunstancias ideales, puede ser mejor descrita como el poder para crear el máximo valor posible bajo cualquier situación. La “posesión mutua de los Diez Mundos” enseña que todos nosotros tenemos este poder, independientemente de nuestras condiciones o circunstancias presentes. En este pasaje que estamos estudiando, Nichiren usa metáforas fáciles de comprender para explicar que todos los Diez Mundos contienen dentro de ellos el mundo de la existencia humana.
El concepto de la posesión mutua explica que dentro de cada uno de los diez estados (desde infierno hasta budeidad) existe el potencial para los otros nueve. Cuando uno de los diez se torna manifiesto, los otros nueve permanecen latentes.
Por lo tanto, de suma importancia es el hecho de que las personas en cualquiera de los mundos no iluminados poseen el potencial para la budeidad, y la vida de un buda comprende los nueve mundos de las personas comunes. Este concepto disipa la noción de la existencia de una brecha entre budas y personas comunes, y explica de que forma las personas pueden revelar su budeidad inherente.
Podríamos decir que el concepto de la posesión mutua celebra la igualdad y diversidad esenciales de la vida. Todas las personas (cualquiera que sea su condición presente) tienen el mismo potencial para revelar la budeidad, y las circunstancias de cada persona son oportunidades únicas para manifestar su iluminación innata y crear de esta forma el más grandioso logro. La capacidad de ver en las vidas de los demás las mismas condiciones de vida potenciales que nosotros poseemos, nos permite comprender que nuestra felicidad no está separada de la felicidad de los demás.
Como escribe Nichiren Daishonin, “El fracaso de otros en lograr la budeidad es mi fracaso en lograr la budeidad, y el logro de la budeidad de otros es mi logro de la budeidad” (Gosho Zenshu, 401).
El no reconocer el potencial para lograr la iluminación de quienes sufren en el mundo de infierno, por ejemplo, equivale a negar nuestro potencial cuando nos encontramos en el mismo estado. Aprendemos, por lo tanto, a valorar las circunstancias únicas de cada persona, y logramos esto debido a que dejemos de ver el sufrimiento como infortunio y pasamos a verlo como la oportunidad para hacer surgir la budeidad innata.
A menudo nos parece que no tenemos control sobre las condiciones de vida negativas, especialmente aquéllas que surgen en respuesta a circunstancias externas. Por ejemplo, cuando las cosas no marchan de la forma que esperamos, podríamos sentirnos furiosos y frustrados. El Budismo de Nichiren, sin embargo, muestra la posibilidad de un resultado positivo frente a cada circunstancia negativa.
En vez de abandonarnos a las fuerzas destructivas del enojo, por ejemplo, podemos crear el ímpetu para la comprensión y el respeto mutuos. De forma similar, el dolor o la tristeza pueden conducirnos a un profundo y perdurable júbilo, cuando podemos ver tales emociones como causas decisivas para despertar a la verdad eterna de la vida. La clave para esta transformación es la fe en nuestra budeidad inherente.
En tanto que, en cualquier momento la vida manifiesta cualquiera de los Diez Mundos, cada persona tiene la tendencia a gravitar en dirección hacia uno de ellos en particular. Hay quienes, por ejemplo, continuamente pierden la esperanza y sufren una agonía tras otra, una evidencia clara de una vida profundamente impregnada en el mundo de infierno. Otros, podrían luchar continuamente hacia la budeidad mediante su práctica para ellos y para los demás, su estado básico, en este caso es el mundo de bodhisattvas.
Las personas no manifiestan el estado de humanidad por el simple hecho de haber nacido como seres humanos; es perfectamente plausible tener un estado básico de vida bajo. Quizás esto pueda resultarnos más claro cuando observamos nuestra propia vida, al igual que las vidas de los demás. Nuestro estado básico de existencia, sin embargo, puede ser mejorado mediante la práctica budista. En realidad, lograr la budeidad es el acto de hacer del estado de budeidad nuestro estado básico de existencia.
La enseñanza de la posesión mutua garantiza que todas las personas pueden cambiar la orientación de su tendencia básica de vida, de manera que esta tendencia básica sea la budeidad. Ella es un principio budista para transformar nuestras vidas. Basado en este principio, Nichiren Daishonin inscribió el Gohonzon y enseñó la práctica de invocar
Nam-myoho-renge-kyo, a fin de que todas las personas puedan alcanzar la iluminación.
Nichiren escribe: “La posesión mutua de los Diez Estados es tan difícil de creer como el fuego que prende en una piedra o como las flores que brotan de los árboles. Pero, en las condiciones propicias, estos fenómenos ocurren de verdad, y es posible creer en ellos” (Escritos de Nichiren Daishonin, pág. 54). De la misma forma que podemos iniciar un fuego frotando un pedernal, y un suave brote primaveral anuncia una flor en las ásperas ramas de un cerezo, nosotros de forma natural veremos nuestra budeidad si continuamos invocando Nam-myoho-renge-kyo con fe firme y resuelta.
ABRAZAR EL GOHONZON ES EN SÍ OBSERVAR NUESTRA MENTE
El Gohonzon es llamado el “objeto de devoción para observar la mente”. Objeto de devoción indica que es digno de respeto incondicional y universal por parte de todos; y en este caso nos referimos tanto a la Ley Universal de
Nam-myoho-renge-kyo como a la budeidad inherente de cada persona, la cual es una con la Ley.
El objeto de devoción en el Budismo de Nichiren es para “observar la mente”, o ver nuestra budeidad inherente. Antes de Nichiren, la práctica para el logro de la budeidad en la tradición de T’ien-t’tai consistía en meditar y observar la mente basados en los principios contenidos en el Sutra del Loto. Esta práctica de meditación se denominaba “observación de la mente”. Ella requería, sin embargo, esfuerzos rigurosos y la rara habilidad para la concentración, una práctica extremadamente difícil.
Nichiren sabiamente la rechazó y expuso la práctica de abrazar el Gohonzon e invocar Nam-myoho-renge-kyo como un método accesible para todo el mundo para el logro de la budeidad.
En “El verdadero objeto de veneración”, Nichiren escribe: “Kanjin significa ‘observar la esencia de la propia vida’ y encontrar en ella los Diez Estados” (Escritos de Nichiren Daishonin, pág. 49). En otras palabras, observar la mente es reconocer que todos los diez mundos (particularmente el de la budeidad) existen en nuestras vidas independientemente de nuestras circunstancias.
Más adelante en este tratado, Nichiren escribe: “…pero, en esencia, quieren decir que todas las prácticas de Shakyamuni y las virtudes que alcanzó a causa de ellas quedan contenidas en la sola frase Myoho-renge-kyo. Si creemos en esta frase, naturalmente nos serán concedidos los mismos beneficios de causa y efecto que obtuvo Shakyamuni” (Escritos de Nichiren Daishonin, pág. 64). Aquéllos que abracen la frase Myoho-renge-kyo (el Gohonzon de Nam-myoho-renge-kyo) disfrutarán de la iluminación. Aquí, Nichiren explica un principio de su budismo de suma importancia, que “abrazar el Gohonzon es observar la esencia de la propia vida”.
“Abrazar el Gohonzon” significa creer en él e invocar Nam-myoho-renge-kyo para uno mismo y para los demás. Los budistas de Nichiren practican no solo para lograr su propia felicidad, sino también para propagar la Ley Mística a fin de que otras personas logren la felicidad. La esencia de “abrazar el Gohonzon”, entonces es, una fe dedicada a la amplia propagación de la Ley de Nam-myoho-renge-kyo, y a la paz y felicidad de toda la humanidad. En el Budismo de Nichiren, la observación de la mente es lograr la budeidad; es creer en el Gohonzon e invocar Nam-myoho-renge-kyo para si mismo y para los demás.
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO
1. ¿Qué son los Diez Mundos? ¿Cómo se manifiestan en nuestra vida diaria?
2. ¿De qué forma nuestra comprensión de la posesión mutua de los Diez Mundos nos ayuda a navegar nuestras dificultades y retos?
3. ¿Qué significa “observar la mente” en el Budismo de Nichiren? ¿Qué significa “abrazar el Gohonzon”?
Preparado por Shin Yatomi para el Departamento de Estudio de la SGI-USA.
Living Buddhism, mayo de 2005.
Los principales escritos de Nichiren Daishonin, Vol. I, pág. 52.