EL ICHINEN SANZEN. La vida del ser humano en cada instante. Simultáneamente es parte del universo entero y abarca dentro de sí mismo todas las leyes y los fenómenos del universo.
Temas desarrollados: EL YO. EL MUNDO FENOMÉNICO Y LA REALIDAD SUPREMA. LA RELACIÓN ENTRE LOS COMPONENTES. LOS DIEZ MUNDOS. LOS DIEZ MUNDOS CONSIDERADOS INDIVIDUALMENTE. LOS DIEZ TÍTULOS HONORÍFICOS DEL BUDA. LA POSESIÓN MUTUA DE LOS DIEZ MUNDOS. LOS DIEZ FACTORES. LOS TRES ÁMBITOS DE EXISTENCIA. LOS CINCO COMPONENTES.
Era una tranquila mañana de Sábado cuando llegó el telegrama. Juan estaba sentado junto a la mesa de la cocina, tomando su café y leyendo el diario. Del otro lado de la mesa, Juana leía una revista. Un perezoso sol matinal penetraba calladamente a través de la ventana. La quietud fue interrumpida por el sonido del timbre en la puerta del frente.
Juan retornó a la mesa con un telegrama en la mano. A medida que lo iba leyendo, Juana vio los cambios que ocurrían. Las pupilas de Juan se dilataron y sus mandíbulas se tensaron. Su rostro se tornó rojo y sus puños se apretaron. De repente, todo el cuarto parecía haberse transformado. La temperatura parecía haber aumentado, el aire parecía espeso y los rayos del sol a través de la ventana se convirtieron en una brusca intromisión. Sin ni siquiera escuchar una palabra, Juana supo que había malas noticias.
Si congelamos esta escena y la examinamos, podemos observar los misteriosos funcionamientos de la vida a medida que ésta cambia de momento a momento. Cualquier cosa que fuera lo que decía el telegrama, obviamente enojó a Juan. Pero de igual forma podrían haber sido noticias que despertaban extrema felicidad, o una miríada de emociones diferentes.
En la filosofía budista de la vida, ichinen sanzen, que afirma que un solo instante de la vida posee tres mil aspectos, explica exactamente cuáles son esas posibilidades y cómo funcionan. Ichinen significa "un pensamiento" o "una mente", que proviene de la realidad suprema o el verdadero aspecto de la vida que existe a cada momento en la vida humana y en toda fenómeno. Sanzen significa "tres mil" y se refiere a la variedad de experiencias que la vida manifiesta en relación con su ambiente.
La experiencia de Juan respecto a las noticias en el telegrama cambió no sólo su vida interna sino también su ambiente inmediato. Todas las variaciones de la experiencia de la vida son manifestaciones de la Ley única o la entidad de la vida.
El Yo
Nuestra conciencia del "yo" forma una estructura en la cual nosotros basamos nuestra visión del mundo. Las dos partes en que nosotros percibimos el universo -el yo y lo otro, o lo interno y lo externo– provienen de nuestra conciencia del yo. Asimismo esta conciencia da lugar a otras dualidades: por ejemplo, la dualidad de la mente y el cuerpo (en la cual consideramos la mente como parte de nuestro ser verdadero, mientras que el cuerpo no lo es), la cualidad de lo material y de lo espiritual, o la dualidad de la humanidad y la naturaleza. Un pensamiento dualista tal como éste ha definido la evolución de la civilización moderna, pero es también la raíz de muchas crisis presentes en ella.
El Budismo señala maneras de solucionar tales crisis demostrando la verdad de que nuestra vida no está limitada al yo solamente, sino que comprende otras personas, el mundo y aún el universo. Tal vez no encontremos en ningún lugar una explicación mejor de esta idea –de que el individuo y el cosmos son inseparables– que en el principio de ichinen sanzen, que sostiene que un instante de la vida posee tres mil aspectos. El sistema filosófico de ichinen sanzen fue desarrollado en la China por el destacado maestro budista del Siglo V1, T’ien-t’ai (a quien la Corte Imperial de la China le dio formalmente el título de Gran Maestro). Él basó sus ideas en el Sutra del Loto, el cual gradualmente llegó a ser, en parte por sus esfuerzos, reverenciado como las enseñanzas supremas del Buda Shakyamuni. ichinen sanzen constituye una visión universal que explica la relación mutuamente inclusiva de todo los fenómenos y la realidad suprema de la vida.
Por supuesto, hay muchos más que tres mil fenómenos en el universo, pero el número es tomado para indicar la multiplicidad de fenómenos en la que la realidad suprema se muestra a sí misma. El número tres mil deriva de la multiplicación de los componentes principales de ichinen sanzen, los que discutiremos en detalle más adelante. Aquí, al menos, podemos señalar que esos componentes consisten en, primero, los Diez Mundos o estados de la vida. Cada uno de ellos posee en sí mismo la totalidad de los diez, constituyendo de esta manera cien mundos. Cada uno de esos mundos está dotado de los Diez Factores. Finalmente, cada uno de esos factores opera en Tres Ámbitos y así llegamos nuestro total de tres mil aspectos.
El mundo fenoménico y la realidad suprema
Así vemos que el principio de ichinen sanzen revela la influencia recíproca entre el mundo de los fenómenos y la realidad fundamental de la vida. También enseña que todos los fenómenos, sin excepción, existen dentro de cada momento de la vida de un individuo, y que por lo tanto cada uno de esos momentos contiene un potencial infinito. En "Sobre cómo lograr la Budeidad", el Daishonin escribe: "La vida, a cada momento, abarca el aspecto material y el espiritual; el sujeto y el ambiente de todos los seres animados, en todos los estados de la vida, así como el de todos los seres inanimados, desde las plantas, el cielo y la tierra, hasta la más diminuta partícula de polvo. La vida, a cada momento, es parte de todo el universo y se revela en todos los fenómenos." (MW1,3.) Lo que él quiere dar a entender es que el ichinen individual –la vida del individuo a cada momento -simultáneamente es parte del universo entero y abarca dentro de sí mismo todas las leyes y los fenómenos del universo.
Lo que, por lo tanto, significa que se extiende paralelamente (en tiempo y espacio) con el universo. Esta relación entre el microcosmos de la vida humana y el macrocosmos del universo es misteriosa -y maravillosa. Si miramos el mundo físico, podemos ver fácilmente que aún las cosas más pequeñas contienen un inmenso potencial. Todo este vasto universo tiene sus orígenes en un "huevo cósmico" que los físicos creen que fue indescriptiblemente diminuto,tal vez del tamaño de una partícula subatómica. La fusión de un núcleo minúsculo puede producir la potente energía de la bomba de hidrógeno. Cientos de millones de "pizcas" de información están almacenadas en un gen tan diminuto que es imposible verlo a través del microscopio. Se cree que el cerebro humano contiene cerca de 14 millones de neuronas, cada una de las cuales extiende sus dendritas a otras miles de neuronas, formando una red de comunicaciones de una vastedad incomprensible.
Desde el punto de vista temporal, la vida a cada momento puede ser enseñada como un corte transversal de una continuidad ininterrumpida, extendiéndose desde el pasado infinito hacia el futuro infinito. Respecto a esto, podemos pensar que el ichinen de una persona es como una película televisiva. En cuestión de un segundo, treinta imágenes sucesivas aparecen a través de la pantalla de la televisión, emergiendo para conformar una película de movimientos coherentes. Pero la longitud del momento, como lo explican las escrituras budistas, es mucho más corto que la duración de una de esas imágenes. El Gran Comentario sobre el Abhidharma dice que hay "sesenta y cinco instantes en un abrir y cerrar de ojos".
Sin embargo, de hecho el concepto budista de un "momento" implica una duración inconcebiblemente breve. Nuestra vida es una acumulación de una miríada de tales minúsculos momentos que circulan sin interrupción desde el pasado a través del presente y hacia el futuro. En cierto sentido, podemos ver cada momento como el producto de todos los momentos previos.
De forma similar, la causa hecha en el momento presente ayudará a determinar la naturaleza de cada momento subsecuente. Por lo tanto, podemos decir que el pasado, el presente y el futuro están contenidos en cada momento -cada momento es la condensación de una vida entera. La cosa más importante, entonces, es nuestro estado de vida a cada momento. La condición de vida de una persona de momento a momento determina el curso general que su vida tomará.
Nosotros podemos observar hasta cierto punto las actividades físicas y mentales de nuestra vida a través de disciplinas tales como la biología, la bioquímica, la psicología y la fisiología; pero los fenómenos que conciernen a todas estas ciencias son meramente expresiones de la vida, no la vida misma. La realidad última de la vida es intangible e invisible, incontrolable por el tiempo y el espacio. Sin embargo, se manifiesta en el mundo fenoménico a cada momento.
Nuestros cuerpos físicos están compuestos por muchos millones de células, que mueren constantemente y son reemplazadas. Nuestra mente también cambia a medida que ocurren distintas emociones y pensamientos. Nosotros estamos sujetos al cambio, tanto física como mentalmente; y a medida que el tiempo pasa, continuamente repetimos el ciclo de nacer y morir. Las circunstancias constantemente cambiantes de nuestro cuerpo y nuestra mente son consideradas como las funciones inherentes de una realidad fundamental inmutable.
La vida y la muerte son, por lo tanto. expresiones naturales de la realidad eterna de la vida; esta realidad eterna es, a su vez, el fenómeno inmutable del nacimiento y la muerte. La liberación de los sufrimientos del cambio viene sólo al momento cuando despertamos a la verdad eterna manifestada en nuestro ichinen. Entonces, como dice el
Daishonin, "repetimos el ciclo del nacimiento y la muerte en el eterno sendero de nuestra inherente naturaleza iluminada" (Gosho Zenshu, p.724)
Aunque los momentos de nuestra vida parecen pasar volando, podemos ver que, desde un punto de vista profundo, todos juntos, ellos abarcan la realidad fundamental. Cada momento trasciende los límites de espacio y tiempo para ser simultáneamente uno con la fuerza vital cósmica - la realidad fundamental del universo. Todas las formas de la vida se interrelacionan infinitamente en la vasta totalidad de la vida cósmica, y aún así ninguna de ellas pierde su individualidad. Nichikan Shonin, el décimo sexto sumo prelado de la Nichiren Shoshu, expresa la idea en su obra "La Triple Enseñanza Secreta”: "Desde el punto de vista del Sutra del Loto, la frase ‘tres mil mundos en un solo momento de vida’ tiene dos significados: ‘incluir’ e ‘impregnar’. El universo entero está incluido en cada momento; y cada momento penetra el universo entero. Cada momento es una partícula de polvo que posee los elementos de todas la tierras del universo, o una gota de agua cuya esencia no difiere en nada del mismo vasto océano.
La relación entre los componentes
Analicemos ahora las relaciones que existen entre los componentes principales de cada momento, o ichinen sanzen. Ellos son los Diez Mundos, su inclusión mutua, los Diez Factores y los Tres Ámbitos. Al comienzo del Gosho "El Verdadero Objeto de Veneración", Nichiren Daishonin cita un pasaje de "Gran Concentración y Discernimiento" (Maka Shikan) de T’ien-t’ai: “La vida a cada momento está dotada de los diez estados. Al mismo tiempo, cada uno de los Diez Mundos está dotado de los otros diez, de modo que cada entidad de vida posee, en realidad, cien estados. Cada uno de esos mundos por su parte posee treinta aspectos, lo que significa que en cien mundos hay tres mil aspectos. Estos tres mil aspectos de la existencia están presentes en cada entidad del ichinen. Sin la vida se acaba la materia. Pero si existe el menor soplo de vida, allí están contenidos los tres mil aspectos.” (MW-I,pág. 45).
Cuando T’ien-t’ai escribe : "La vida a cada momento está dotada de los Diez Mundos", quiere decir que en cada momento de vida existe el potencial para las diez condiciones: Infierno, Hambre, Animalidad, Ira, Tranquilidad, Éxtasis, Aprendizaje, Comprensión, Bodhisattva y Budeidad. Ninguno de los diez estados es fijo. La vida en cualquiera de los diez estados contiene en sí mismo todos los demás; en otras palabras, una persona en cualquier estado tiene, a cada momento, el potencial de manifestar cualquiera de los otros nueve estados. Este es el concepto de inclusión mutua, o "posesión mutua", de los Diez Mundos. Nuevamente, porque cada uno de los diez estados contiene en sí mismo los diez estados en su totalidad, es que llegamos al total de cien estados.
La expresión de T’ien-t’ai de que "cada uno de esos mundos posee treinta aspectos" se explica al entender que cada uno de los diez estados incluye Diez Factores de la vida, y a su vez, cada factor posee los tres aspectos de existencia. Esto podría entenderse como que los diez estados juntos tienen trescientos aspectos, sin embargo, desde que cada uno de los diez estados contiene los otros nueve además del suyo, el total es de tres mil aspectos. Los Diez Factores de la vida son: apariencia, naturaleza, entidad, poder (fuerza inherente), influencia, causa interna, causa externa, efecto latente y efecto manifiesto, y finalmente consistencia del principio al fin. Los Tres Ámbitos de la existencia son: el ámbito de los cinco componentes de la vida (forma, percepción, conceptualización, volición y conciencia); el ámbito de los seres vivientes y el ámbito del medio ambiente. Tres mil no es un número elegido al azar, sino que más bien es la expresión de un conjunto de principios que refleja la inmensidad y diversificación de la vida.
A través de la historia, las personas han comprendido que todos los fenómenos naturales son ilusorios e inciertos, y por ello han buscado la eterna e inmutable verdad de la vida. Diferentes maestros han ofrecido diferentes explicaciones de la relación entre esta verdad absoluta y el mundo efímero que experimentamos. Algunos han sugerido que esta verdad suprema gobierna este mundo desde un plano superior; otros, que yace más allá o detrás de los fenómenos, o que los fenómenos son en realidad mera ilusión y que sólo la verdad suprema es real. Una tendencia dualista similar se encuentra en algunas de las enseñanzas budistas anteriores al Sutra del Loto. Éstas generalmente sostienen que la mente es la base de todos los fenómenos, y que todos los fenómenos provienen de la mente.
En contraste, el principio de ichinen sanzen, basado en el Sutra del Loto, sostiene que la mente ( o cada momento de nuestra vida) y los fenómenos del universo son "dos pero no dos". Todos los fenómenos son manifestaciones de la realidad suprema, y esta realidad fundamental existen sólo en los fenómenos mutables: en otras palabras, ninguno puede existir independientemente del otro. Es así que todos los eventos del universo, por ser manifestaciones de nuestro Ichinen, están integrados formando una sola entidad, de tal forma que cada individuo está directamente conectado con el resto del universo.
Cada momento en la vida de cada individuo penetra los tres mil aspectos y éstos están comprendidos en cada uno de esos momentos. O sea que las formas de todos los fenómenos del universo derivan de esta interrelación,
A través del principio de ichinen sanzen, cada ser humano tiene el potencial de ser un Buda, despertado a la eternidad y la infinidad de la vida. Sin embargo, lo que las personas realmente experimentan es más bien algo diferente. Así, este principio, puede ser dividido en dos tipos: el ichinen sanzen teórico y el ichinen sanzen real. El ichinen sanzen teórico se refiere a la vida de los mortales comunes o las personas que no se han iluminado, a través de los nueve estados desde el Infierno hasta el de Bodhisattva, en el cual la Budeidad permanece en estado latente. En contraste, el ichinen sanzen real indica la vida de la Budeidad, o sea, la vida que activa y plenamente manifiesta la Budeidad..
El ichinen sanzen descrito en el "Hoben", segundo capítulo del Sutra del Loto es reconocido como teórico porque explica la Budeidad como un potencial inherente a las personas de los nueve estados inferiores. El ichinen sanzen indicado en el décimo sexto capítulo, "Juryo", es descrito como real porque presenta la Budeidad como una realidad manifestada en la vida de Shakyamuni. De acuerdo al Budismo de Nichiren Daishonin, sin embargo, la versión de ichinen sanzen descrita en el décimo sexto capítulo es incompleta, porque está explicada sólo como efecto, o sea, como la iluminación de Shakyamuni alcanzada en el pasado remoto.
Como la descripción de ichinen sanzen en este décimo sexto capítulo fracasa en revelar la causa que permitió que Shakyamuni alcanzara su iluminación original; carece de una clarificación completa de la realidad fundamental de la vida. Nichiren Daishonin fue la persona que identificó la causa original de la iluminación de Shakyamuni y, por lo tanto, la iluminación de todos los Budas, como Nam-myoho-renge-kyo, o la Ley Mística.
En "La Esencia del capítulo ‘Juryo' ", él escribe: "Nam-myoho-renge-kyo, el corazón del capítulo 'Juryo,' es la madre de todos los Budas en las diez direcciones y en las tres existencias del pasado, presente y futuro (MW-3,35).
La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo los mortales comunes de los nueve estados inferiores pueden despertarse y manifestar su Budeidad latente? El Budismo de T’ien-t’ai fue, y es, extremadamente difícil de entender, y la meditación y prácticas que prescribe para "observar la esencia de la vida", o percibir los tres mil aspectos dentro de uno mismo, era poco factible para la vasta mayoría de la gente, siendo adecuado solamente para una pequeña élite monástica. Más aún, esas prácticas se concentraban solamente en las funciones internas de la vida y tenían muy poca relevancia al mundo exterior, la vida que todos tenemos que vivir en la sociedad.
Nichiren Daishonin, buscó establecer un forma de percibir el ichinen sanzen que sería accesible para todos, una práctica que no sólo iluminaría el ámbito interno de la vida sino que también transformaría el mundo en que vivimos.
De acuerdo a ello, él incorporó su iluminación a la ley de Nam-myoho-renge-kyo en la forma de una mandala llamada Gohonzon, la cual, en sus enseñanzas es el objeto fundamental de veneración. El Daishonin enseña que creer en el Gohonzon y entonar Nam-myoho-renge-kyo constituyen en sí mismos "observar la esencia de la vida" o el logro de la Budeidad. Por lo tanto, a través de la inscripción del Gohonzon, estableció un camino por el cual, todas las personas por igual, podrían percibir el ichinen sanzen y lograr la Budeidad en sus vidas comunes.
Para usar una analogía, aunque no sepamos nada de electrónica o del funcionamiento de un aparato de televisión, nosotros aún podemos disfrutar simplemente prendiendo el aparato. La fe en el Gohonzon es análoga al acto de prender la televisión y seleccionar el canal; la imagen que entonces vemos está ligada a la Budeidad que disfrutamos mientras se manifiesta desde dentro de nuestra vida. Nichiren Daishonin, por lo tanto, da una expresión concreta y práctica a la filosofía budista enseñada por Shakyamuni y sistematizada más tarde por T’ien-t’ai.
Los Diez Mundos
Los Diez Mundos, el primero de los principios que componen el ichinen sanzen, son los diez estados o condiciones de vida que experimentamos. Tomados conjuntamente, los Diez Mundos comprenden un análisis de las condiciones que una vida individual manifiesta en el transcurso del tiempo. La idea de los Diez Mundos describe las sensaciones subjetivas experimentadas por el yo, en el nivel más fundamental de la vida. Como hemos visto, los Diez Mundos comenzando con el más inferior hasta el más elevado, son: Infierno, Hambre, Animalidad, Ira, Humanidad, Éxtasis, Aprendizaje, Comprensión, Bodhisattva y Budeidad.
La idea de los Diez Mundos tuvo sus orígenes en una teoría cosmológica. En ésta se creía que había diez ámbitos distintos y separados en los que la gente renacía, y donde cada ámbito en particular estaba determinado por la naturaleza del karma acumulado por el individuo. Por ejemplo, la Humanidad denota el mundo de los seres humanos; la Animalidad el reino de las bestias, y el Infierno una prisión subterránea.
Sin embargo, en la doctrina de ichinen sanzen, los Diez Mundos no son vistos como lugares físicos sino más bien como estados o condiciones inherentes a cada uno de nosotros que experimentamos de momento a momento a través de nuestra interacción con el ambiente.
Nichiren Daishonin discute este aspecto de los seis primeros estados en "El Verdadero Objeto de Veneración": "Cuando miramos de tanto en tanto el rostro de una persona, la encontramos algunas veces alegre, otras encolerizada, y otras en calma. Por momento la avaricia aparece en la cara de la personas, por momentos la necedad y a veces la perversidad. La cólera es el estado del Infierno, la avaricia es el del Hambre, la necedad es el de la Animalidad, la perversidad es el de la Ira, la alegría es el del Éxtasis y la calma es el de la Humanidad (MW-I, 52).
Los cuatro mundos superiores son, del mismo modo, inherentes a la vida. De acuerdo con el Budismo de Nichiren Daishonin, el Infierno, el Éxtasis y aún la Budeidad son condiciones de la vida: " En cuanto al interrogante de dónde exactamente existen el Infierno y el Buda, un sutra dice que el Infierno existe debajo de la tierra y otro sutra dice que el Buda está en el Oeste. Sin embargo, un análisis más profundo revela que ambos existen en nuestro cuerpo de cinco pies" (MW I, 271). Como podemos ver, los Diez Mundos en su totalidad existen dentro de nuestra vidas cotidianas comunes.
Los Diez Mundos considerados individualmente
* El primer mundo, el Infierno (jigoku), indica un estado totalmente desprovisto de libertad, una condición de extremo sufrimiento y desesperación, en el que uno es impulsado por la cólera a destruirse a sí mismo y a los demás. Los sutras budistas describen varias clases de infiernos, tales como los ocho infiernos candentes, los ocho infiernos fríos y los dieciséis infiernos menores. Muy semejante a la manera en que el Dante describió en su Divina Comedia los nueve niveles del Infierno, los nueve niveles del Purgatorio y los diez niveles del Paraíso, esquema típico de la cosmología medieval cristiana.
El 26° Sumo Prelado Nichikan Shonin, se refiere igualmente a la cosmología tradicional cuando escribe en su "La Triple Enseñanza Secreta": “...el Infierno es la morada incandescente y el Hambre, un lugar de 500 yojanas debajo del mundo humano. Aquéllos en el estado de Animalidad viven en el agua, en la tierra y en el aire. La Ira tiene su morada junto al océano o en el fondo del mar. La Humanidad es la vida en la Tierra, y los seres en Éxtasis residen en un palacio".
Sin embargo, como hemos notado, el concepto de los Diez Mundos puede considerarse no sólo como un sistema cosmológico sino también como un esquema de potencias inherentes en toda vida. En este sentido, la afirmación de que "el Infierno es una morada de hierro incandescente" puede entenderse como la tormenta ineludible que sufrimos cuando estamos en el estado de Infierno.
* El segundo mundo es el Hambre (gaki). En este estado somos gobernados por unas ansias constantes de objetos o de ciertas experiencias tales como riqueza, fama, poder y placer. Las causas de este estado pueden encontrarse en tendencias como la avaricia, la mezquindad y los celos. Originalmente el mundo del Hambre era visto como un ámbito habitado por los espíritus de los muertos, quienes se creía, estaban sufriendo de inanición como retribución kármica por la avaricia y el egoísmo demostrado mientras vivían.
En el mundo del arte son representados con vientres abultados y cuellos angostos. En su "Tratado conforme a la Doctrina Correcta", Samghabhadra, el erudito oriundo de la India que vivió durante el Siglo V A.C., describe tres tipos de espíritus hambrientos cada uno de los cuales se subdivide en tres, el Sutra de la Meditación sobre la Ley Verdadera enumera treinta y seis clases. El reino habitado por esos espíritus hambrientos se creía estar localizado 500 yojana debajo de la superficie de la Tierra. (Una yojana era una medida métrica usada en la India Antigua: los cálculos de su longitud varían entre los 9.6 y los 24 Km.).
La imagen de una morada oscura y estrecha en las profundidades de la tierra, expresa vívidamente las restricciones del estado de Hambre, en la cual somos prisioneros de nuestros insaciables deseos.
* El tercer mundo es el de la Animalidad (chikusho). En este estado, somos como animales gobernados por instintos de supervivencia y por la falta de virtudes coercitivas tales como la razón o la moral. Las personas en este estado solamente observan "la ley de la jungla". Se aprovechan de los que son más débiles que ellos y adulan a los que son más fuertes.
* El cuarto de los mundos es el de la Ira (shura). Los primeros tres estados -Infierno, Hambre y Animalidad- se conoce, en conjunto, como los tres caminos del mal. La vida en estos estados está dominada por deseos instintivos y pasiones. En este estado, la Ira, existe una conciencia del ego -pero es un ego voraz y distorsionado, decidido a triunfar sobre los demás, a cualquier precio, y viéndolo todo como una posible amenaza a sus supervivencia. Se decía que este estado estaba caracterizado por asuras, demonios contenciosos que aparecen en la mitología de la India antigua. Como hemos visto, el Sumo sacerdote Nichikan escribió que "la Ira reside junto al océano; las olas rompen en el océano y su temible potencia para sumergir cualquier cosa en fracción de segundos pueden verse como una representación de un ego agresivo y arrogante, que es la carácter distintivo de la Ira.
En este estado solamente nos valoramos a nosotros mismos, despreciando a todos los demás. Nos creemos superiores a otros y no podemos soportar ser considerados inferiores a ninguna otra persona, en ningún aspecto. Los tres caminos del mal, junto con la Ira, se llaman "los cuatro caminos del mal" o los cuatro mundos inferiores.
* El quinto de los Diez Mundos, es el de la Humanidad (nin). Este mundo se caracteriza por la estabilidad vasta y llana de la Tierra. La Humanidad es el estado en el cual podemos usar la razón para controlar los deseos instintivos permitiendo así que las cualidades verdaderamente humanas, tales como el amor y la benevolencia, puedan emerger. Las personas en el estado de Humanidad experimentan tranquilidad y en general viven una existencia calma.
* El sexto de los mundos es el Éxtasis (ten). Este estado puede entenderse mejor si pensamos en el intenso placer que experimentamos cuando, por ejemplo, tenemos las satisfacción de lograr algo que hemos deseado por mucho tiempo, o cuando un largo sufrimiento se alivia. Aunque es intenso, el placer experimentado en este estado es de corta duración y extremadamente vulnerable a influencias externas.
Estos primeros seis estados, desde el Infierno al Éxtasis, se llaman en conjunto, los "Seis Caminos" o los seis mundos inferiores. Todos ellos tienen una cosa en común: se originan mediante la satisfacción o la frustración de diferentes deseos e impulsos. Por lo tanto, su aparición o desaparición está gobernada por circunstancias externas. El budismo señala que la mayoría de las personas pasan su vida fluctuando entre los seis estados, sin comprender que están completamente a la merced de sus reacciones al ambiente.
Cualquier felicidad o satisfacción que podamos obtener en este estado están totalmente gobernadas por las circunstancias y por lo tanto son transitorias. Pero cuando estamos atrapados en los seis mundos inferiores fracasamos en comprender esto, y en su lugar basamos toda nuestra felicidad (en realidad toda nuestra entidad) en factores externos, que por definición, están más allá de nuestro control. Sin embargo, cuando reconocemos que todo lo experimentado en los seis mundos inferiores es impermanente, una aceptación que nos impulsa comenzar una búsqueda por una verdad duradera, es cuando entramos los dos estados siguientes del Aprendizaje y la Comprensión.
Estos dos estados, junto con los dos últimos, de Bodhisattva y el de Budeidad, se llaman los "Cuatro Mundos Nobles". A diferencia de los Seis Caminos, que en esencia constituyen una reacción pasiva al ambiente, éstos cuatro estados superiores se logran solamente por medio de un esfuerzo continuo y deliberado.
* El septimo de los mundos, es el estado de Aprendizaje, en el buscamos la verdad indirectamente, por medio de las enseñanzas o experiencias de otras personas. La palabra japonesa para este estado, shomon, puede ser traducida como "el que oye la voz". Originalmente, fue usada para aquellos discípulos del Buda que lo habían escuchado predicar en persona.
* El octavo de los mundos, es el mundo de la Comprensión (engaku). Este estado es similar al del Aprendizaje, excepto que aquí, buscamos la verdad no a través de las enseñanzas de otras personas sino a través de nuestra propia percepción directa. La palabra sánscrita para este estado es pratyekabuda, y denota una persona que llega independientemente a un entendimiento de las verdades budistas.
Juntos, el Aprendizaje y la Comprensión, se describen como los "dos vehículos". En esos estados, habiendo comprendido la impermanencia de todas las cosas, hemos ganado cierto grado de independencia: ya no estamos sujetos a nuestras reacciones hacia el ambiente, como cuando estamos transitando por los seis estados inferiores.
Pero nada es perfecto. Las personas de los dos vehículos tienen la tendencia a mirar con desdén a aquellos que aún no alcanzado su mismo nivel de entendimiento, o sea, aquellos que marchan penosamente por los Seis Caminos. Además, su búsqueda de la verdad es en gran parte una cuestión de interés propio; de modo que las personas en esos dos estados pueden retener un poco de egoísmo.
* El noveno de los mundos, es el mundo de el Bodhisattva (bosatsu). Este estado, en contraste con los dos vehículos, está caracterizado por la compasión y el comportamiento altruista. Los Bodhisattvas, aunque aspiran a la iluminación suprema, al mismo tiempo tienen la determinación de que todos los demás seres humanos, también alcancen el mismo estado. Conscientes de los lazos que nos unen a los demás cuando estamos en el estado de Bodhisattva, comprendemos que la felicidad que disfrutamos en forma solitaria es ilusoria y sólo parcial, y por lo tanto nos dedicamos a aliviar los sufrimientos de otras personas, aunque sea a costa de nuestra propia vida.
Cuando estamos en este estado encontramos que nuestra mayor satisfacción proviene de un comportamiento altruista. Nichiren Daishonin señala el objetivo y el espíritu del Bodhisattva en una frase de la "Recopilación de la Enseñanzas Transmitidas Oralmente" (Ongi Kuden): "La alegría significa que tanto uno mismo como los demás se regocijan" (Gosho Zenshu, pág.761). Dr. Hans Selye, en su libro El Stress de la Vida (1956), enfatiza la importancia de expandir los horizontes personales. Él dice que transformando los impulsos egoístas en acciones altruistas, provocando así un sentimiento de gratitud en otras personas- es el camino hacia la verdadera seguridad interna. Esta preocupación por los demás es característica del estado de Bodhisattva.
Los estados desde el Infierno hasta el Bodhisattva son conocidos colectivamente como los "nueve mundos". El término es usado con frecuencia para indicar la condición no iluminada de los mortales comunes, en contraste con el décimo de los Diez Mundos: la Budeidad (butsu).
* El décimo de los Diez Mundos: la Budeidad (butsu), implica una condición de libertad perfecta y absoluta; el estado supremo en el cual despertamos a la verdad perfecta y fundamental que es la realidad de todas las cosas.
Se considera que en conjunto, los diez títulos honoríficos del Buda, que aparecen en el Comentarios sobre las Diez Etapas de Nagarjuna, describen el gran poder, la sabiduría, la virtud y la capacidad única de aquellos en el estado de la Budeidad.
Los diez títulos honoríficos del Buda.
1."El que así llega".
Se refiere a alguien que ha venido del mundo de la verdad. Un Buda personifica la verdad fundamental de todos los fenómenos y capta la ley de causalidad que penetra el pasado, el presente y el futuro.
2."Digno de ofrendas".
Se refiere a una persona que está calificada para recibir ofrendas tanto de los seres humanos como los celestiales.
3."Conocimiento correcto y universal".
Lo que implica alguien que comprende todos los fenómenos correcta y perfectamente.
4."Claridad y conducta perfectas".
Es el título que describe una persona que entiende la eternidad del pasado, el presente y el futuro y quien realiza buenas acciones hasta la perfección.
5."Bondad alcanzada".
Esto significa una persona que ha alcanzado el mundo de la iluminación.
6."Entendimiento del mundo".
Esto implica una persona quien, mediante su comprensión de la ley de causalidad, entiende todos los asuntos seculares y religiosos.
7."Valor insuperable".
Una persona que se distingue supremamente entre los demás seres humanos.
8."Instructor de las personas".
Este título describe alguien quien instruye y guía a las personas a la iluminación.
9."Maestro de los seres humanos".
En otras palabras, un maestro que puede guiar a todos los seres humanos y a los celestiales.
10. ‘Buda, el Honrado por el mundo".
Este título significa una persona dotada de perfecta sabiduría y virtud, quien puede ganar el respeto de todas las personas. El Budismo constituye un sistema práctico de enseñanza que en su totalidad provee de los medios para comprender este estado ideal de la Budeidad.
Hoy, por todos lados vemos evidencias de los logros remarcables de la ciencia y la tecnología durante las últimas décadas pasadas, y sin embargo, irónicamente, esos mismos avances han actuado a menudo para restringir nuestra libertad, dando la impresión de que sólo somos una pieza en la gigante maquinaria de la sociedad burocrática. Aún más, las enfermedades que han aparecido por la naturaleza de nuestra civilización moderna, tales como las relacionadas con el stress y varios desórdenes emocionales, que son endémicas. A pesar de nuestros beneficios, entonces, todavía nos tenemos que liberar de los sufrimientos de los seis mundos inferiores.
La Budeidad trae como consecuencia la sabiduría de reconocer la realidad fundamental de nuestra vida, la compasión infinita, un perfecto yo eterno, y una pureza de vida total e incorruptible. De acuerdo con las enseñanzas budistas, sólo cuando hemos establecido como nuestra base este estado superior –la Budeidad– es que podemos transformar nuestra existencia, dirigiendo todas las actividades mentales y físicas de nuestros nueve mundos hacia metas altruistas y valiosas.
La posesión mutua de los Diez Mundos
En "La Apertura de los Ojos", Nichiren Daishonin escribe: "El concepto de ichinen sanzen comienza con un entendimiento de la posesión mutua de los Diez Mundos o estados de la existencia" (MW-2, 80). Posesión mutua o inclusión mutua significa que cada uno de los Diez Mundos comprende los otros mundos dentro de sí.
Podemos interpretar esto como que todos los diez estados son inherentes en cada individuo. Una persona que experimenta el estado de Humanidad en un momento puede, en el momento siguiente, permanecer en ese estado o manifestar cualquier otro de los nueve mundos.
Lo que este principio nos dice, entonces, es que la vida no permanece fija en cualquiera de las diez condiciones sino que a cada momento puede manifestar cualquiera de las diez; y también que la vida en cualquiera de esas condiciones, posee todas las otras condiciones en forma latente dentro de sí mismas.
La idea de la posesión mutua explica la interrelación de los Diez Mundos en como uno o el otro pasa de su estado latente a una manifestación activa, o de una manifestación activa a un estado latente. Por ejemplo, en un momento podemos estar experimentando la alegría del Éxtasis, pero en el momento siguiente algún factor de nuestro alrededor puede cambiar repentinamente y así nosotros nos zambullimos en las profundidades del Infierno.
Pero esto no significa que el estado de Éxtasis ha dejado de existir en nosotros, sino que simplemente a pasado a un estado latente; y con el estímulo externo apropiado, emergerá nuevamente de su latencia.
De esta manera, los diez estados desde el Infierno a la Budeidad pueden ser activados a través de nuestra relación con el mundo externo, manifestándose tanto en el aspecto físico como en el espiritual de nuestra vida cotidiana.
Podemos ver, entonces, que la idea de la posesión mutua de los Diez Mundos es un concepto que describe la dinámica estructura de la vida en una forma total. Nichiren Daishonin explica el concepto en su " El Verdadero Objeto de Veneración": "Aún un villano despiadado ama a su esposa y a sus hijos" (MW-1, 53).
Por lo tanto el estado de la Budeidad -así como todos los otros estados- existe aún en el mundo del Infierno.
Konrad Lorenz (un científico en comportamiento, oriundo de Austria) señala que aunque los animales actúan normalmente sólo de acuerdo con sus instintos, algunos ayudarán a otra criatura que sufre. Podemos tomar esto como un ejemplo de que el estado de la Budeidad existe en el mundo de la Animalidad.
Cuál de los Diez Mundos se manifestará en un momento dado, depende no sólo de las influencias externas sino también de las propias tendencias básicas. Una cierta influencia externa no necesariamente hará que el mismo mundo se manifieste en dos personas en forma diferentes.
Por supuesto, nuestras condiciones fluctúan de un momento al otro, pero en una perspectiva más amplia, siempre existe una condición o un conjunto de condiciones alrededor de las cuales se centran nuestras actividades y a las cuales estamos más propensos a regresar.
Por ejemplo, algunas vidas giran en los tres caminos del mal, otras oscilan entre los seis mundos inferiores, y la motivación de algunas personas es la búsqueda de la verdad, lo que caracteriza los dos vehículos.
En definitiva, el concepto de la posesión mutua de los Diez Mundos -que clarifica la igualdad fundamental y el potencial infinito de cada ser humano, explica que cada individuo posee la potencia para elevar sus tendencias básicas. En otras palabras, a través de un esfuerzo continuo en la práctica budista, podemos elevar gradualmente nuestras tendencias básicas hasta que a lo largo del tiempo establezcamos el estado supremo de la Budeidad como nuestra fundación.
Aunque es imposible describir el estado de la Budeidad, incluso imposible de imaginar, podemos pensar en éste como una condición de júbilo y confianza absolutas experimentadas en lo profundo de nuestro ser, y expresadas a través de los nueve mundos de la vida cotidiana. Durante el proceso de elevar nuestras tendencias básicas, nuestras percepciones y valores seguramente cambiarán.
En una carta a su discípulo Soya Kyoshin, Nichiren Daishonin escribe: “Espíritus hambrientos perciben el río Ganges como fuego, los seres humanos lo perciben como agua, y los seres celestiales lo perciben como amrita (néctar divino).
El agua es la misma, pero parece diferente de acuerdo con la capacidad kármica de los individuos” (Gosho Zenshu, pág.1050). El Daishonin está diciendo que la vida en el estado de Hambre percibe las aguas del Ganges como si fueran sus propias llamas abrasadoras de la avaricia, mientras que una vida en un estado diferente tiene una percepción totalmente distinta.
Aunque el párrafo se refiere sólo a la percepción en el estado de Hambre, Humanidad y Éxtasis, de igual forma el mismo principio obviamente se aplica a todos los otros estados. En el análisis final, entonces, cuando establezcamos la Budeidad como una fundación inmutable, de tal manera que nuestra vida individual se fusione con la Budeidad del cosmos, entonces con toda seguridad crearemos una vida de júbilo ilimitado y libertad absoluta.
Los Diez Factores
Cada uno de los Diez Mundos tienen sus únicas y propias características -el Infierno por ejemplo, es muy diferente del estado de Aprendizaje. Los Diez Factores (junyoze), por otra parte, son el mecanismo por el cual un estado cambia con cada momento que pasa.
La vida en el Infierno, Hambre, Animalidad o cualquiera de los otros Diez Mundos, posee los mismos Diez Factores. La palabra nyoze, literalmente "es como" es un prefijo de los nombres de los Diez Factores que se recitan en el capítulo "Hoben” del Sutra del Loto. Los Diez Factores explican cómo cambia la vida de uno de los Diez Mundos al otro.
Los Diez Factores
* Apariencia (nyoze-so): Esos aspectos que pueden ser percibidos o pueden discernirse desde el exterior. La apariencia incluye atributos tales como el color, la forma y el comportamiento, y en términos de los seres humanos señala el aspecto físico de nuestra existencia, incluyendo el cuerpo y sus funciones.
* Naturaleza (nyoze-sho): La disposición inherente o esas cualidades que no pueden discernirse desde el exterior. En términos de la vida humana, la naturaleza indica los aspectos espirituales como la mente y la conciencia.
* Entidad (nyoze-tai): La entidad o esencia de la vida que se manifiesta como una apariencia externa y una naturaleza interna pero en sí misma no es ninguna de las dos. Es la entidad de la vida en cualquiera de los Diez Mundos.
Estos primeros tres factores describen la vida desde un punto de vista estático. Analizan lo que la vida es y forman también una base teórica para el concepto budista de la unidad del cuerpo y la mente (shiki shin funi). Los seis factores siguientes analizan las funciones dinámicas de la vida. El poder y la influencia describen el funcionamiento de la vida en términos del espacio, mientras que la causa interna, relación, efecto latente y efecto tienen que ver con la causalidad y explican las funciones de la vida en términos del tiempo.
* Poder (nyoze-riki): La capacidad de actuar inherente a la vida, su fuerza latente o energía para lograr algo. Cada uno de estos diez estados tiene su poder correspondiente. La vida en el estado de Ira tiene el poder de destruir valor, mientras que la vida en el estado de Bodhisattva tiene el poder de aliviar el sufrimiento de los demás.
* Influencia (nyoze-sa): La acción o el movimiento producido cuando el poder latente de la vida es activado. Es el empleo de la influencia, ya sea buena o mala, en pensamientos, hechos o acciones.
Estos dos factores, el poder y la influencia, presuponen la existencia de algún objeto externo hacia el cual se dirige un movimiento o una acción. La entidad, cuando es acompañada por los factores dinámicos del poder y la influencia, podría considerarse como un sujeto autónomo que puede actuar en relación con otras existencias. Más aún. El poder y la influencia no están necesariamente en proporción uno con el otro.
El poder inherente puede ser grande, pero la influencia pequeña; o el poder inherente de uno puede ser pequeño pero la influencia inmensa. Una persona de gran talento (poder inherente) que está en estado de Infierno, donde la fuerza vital es insignificante, ejercerá muy poca influencia en el ambiente.
Mientras que una persona que pueda tener un talento promedio pero se encuentra en un estado de vida superior como el de la Humanidad o el de Bodhisattva, revelará una gran parte de su poder inherente y producirá un impacto mayor en el ambiente. Los próximos cuatro factores explican cómo las acciones del sujeto causa el fluctuación desde uno de los Diez Mundos al otro.
* Causa interna (nyoze-in): La causa latente en la vida que simultáneamente contiene un efecto en una latente posibilidad. Causas buenas producen efectos buenos, mientras que malas causas, producen malos efectos.
* Relación (nyoze-en): La causa auxiliar o el estímulo ambiental que ayuda al karma a producir su efecto. Aunque se le llama causa externa, no es el ambiente en sí mismo sino la conexión entre la vida y el ambiente. Cuando es activada por la relación, una causa interna sufre un cambio y simultáneamente produce un nuevo efecto latente. Es también a través de esta función de relación que los efectos latentes se manifiestan.
* Efecto latente (nyoze-ka): El efecto latente producido en las profundidades de la vida cuanto la causa interna es activada por la relación. Como tanto la causa interna y el efecto latente están dormidos en la profundidad de la vida, no hay lapso entre las dos, tal como ocurre frecuentemente entre la acción y su resultado perceptible.
* Efecto manifiesto (nyoze-ho): El resultado concreto, perceptible que emerge después de cierto tiempo como consecuencia de una causa interna y un efecto latente.
Para clarificar cómo los primeros tres factores (apariencia, naturaleza y entidad), los cuales componen una vida humana, demuestran los seis factores siguientes desde el poder hasta el efecto manifiesto, tomemos como ejemplo una escultora principiante. Su capacidad artística (poder) encuentra su expresión en los esfuerzos concretos (influencia) de perfeccionar el uso del martillo y el cincel. A través de su interacción con la madera o la piedra (relación) sus habilidades artísticas innatas (causa interna) son estimuladas (efecto latente) y con el tiempo ella se convertirá en una artista magistral (efecto manifiesto).
* Consistencia desde el principio hasta el fin (nyoze-honmmatsu-kukyo-to) El factor integrante que unifica todos los otros nueve factores a cada momento en una sola entidad de la vida. Donde hay un factor, los otros nueve estarán invariablemente presentes. No importa en cuál de los Diez Mundos uno se encuentre, el décimo factor afirma que los otros nueve estarán en consistencia con ese estado. Los primeros tres factores son la entidad (principio) y los seis factores siguientes son su función (fin). Tanto el principio como el fin, que son la entidad y la función de todos los fenómenos, son inseparables.
LOS TRES ÁMBITOS DE EXISTENCIA
Los Tres Ámbitos son el último de los componentes de ichinen sanzen.
Ellos son: el ámbito de los cinco componentes, el ámbito de los seres vivientes, y el ámbito del medio ambiente. Podemos considerar estos Tres Ámbitos como las tres dimensiones del mundo fenoménico en el cual los Diez Mundos se manifiestan.
Los cinco componentes se combinan para formar un ser viviente. Los seres vivientes son seres individuales que manifiestan los Diez Mundos. El ambiente es donde los seres vivientes llevan a cabo sus actividades.
Los cinco componentes
Forma (shiki): El aspecto físico de la vida que posee atributos tales como la forma y el color. Forma también indica los cinco sentidos - vista, oído, olfato, gusto y tacto- a través de los cuales uno percibe su mundo externo.
Percepción (ju): La función de recibir información externa a través de los cinco órganos sensoriales (los cinco sentidos) más la mente ( que integra las impresiones sensoriales).
Conceptualización (so): La función por la cual uno forma una idea o un concepto sobre lo que ha sido percibido.
Volición (gyo): La voluntad de tomar acción hacia lo que ha sido percibido. (La acción misma sería clasificada como "forma").
Conciencia (shiki): La función discerniente de la vida que puede hacer juicios válidos, distinguir entre lo bueno y lo malo y así sucesivamente. La conciencia también actúa para apoyar e integrar los otros cuatro componentes.
La forma corresponde al aspecto físico de la vida y los otros cuatro al aspecto espiritual. Sin embargo, como el Budismo sostiene que los aspectos materiales y espirituales de la vida son inseparables, no hay forma sin percepción, conceptualización, volición y conciencia y tampoco puede haber conciencia sin forma, percepción conceptualización y volición. Los cinco componentes deben ser entendidos como un todo y asimilados en términos de su interrelación.
Las diferencia entre los Diez Mundos son reflejadas en el funcionamiento de los cinco componentes. Por ejemplo, en el estado de Infierno, uno percibe y reacciona a un fenómeno dado en forma muy diferente que si hubiera encontrado en el estado de Bodhisattva. El karma que uno crea por lo tanto también diferirá. Por ello, los cinco componentes están coloreados por el karma individual formado en vidas sucesivas y ellos también funcionan para acumular karma posterior.
El segundo ámbito es el de los seres vivientes. Todos los seres vivientes, desde aquellos en el estado de Infierno a aquellos en el estado de Budeidad, están formados por la unión temporaria de cinco componentes, temporaria porque se desintegrará al morir.
Cualquiera de esos Diez Mundos que sirva de base para el funcionamiento de los cinco componentes, se manifestará también en el ser viviente formado por esos cinco componentes.
Ya que los seres vivientes son percibidos como una unión temporaria de los cinco componentes, surge la interrogante de por qué se debiera establecer un ámbito separado para ellos, aparte del ámbito de los cinco componentes. La respuesta es que esos dos ámbitos consideran los seres vivientes desde ángulos diferentes.
El ámbito de los cinco componentes analiza los seres vivientes en el funcionamiento de los componentes físicos y espirituales, mientras que el ámbito de los seres vivientes lo considera como un individuo integro capaz de interactuar como el ambiente.
El ámbito de los seres vivientes también puede interpretarse en el plural como un grupo de seres vivientes. En este sentido, el reino de los seres vivientes indica la verdad que nosotros vivimos en un estado de interrelación perpetua y dependencia mutua con otros seres vivientes.
Sin embargo, a menudo caemos bajo la ilusión de que el "yo" es de alguna manera absoluta e independiente de los demás. El Budismo enseña que el sufrimiento nace finalmente de este egocentrismo. La idea de que "los seres vivientes no son más que una unión temporaria de los cinco componentes" tenía la intención de ayudar a romper la el apego a una idea de uno mismo como fija y absoluta.
El tercer ámbito es el del medio ambiente, el lugar donde los seres vivientes habitan y del cual dependen para subsistir.
Este incluye toda forma de vida como las plantas, árboles, montañas, ríos y así sucesivamente. Cualquiera de los Diez Mundos que sea manifestado por un ser viviente, se manifestará en el medio ambiente.
Como se explicó anteriormente, los Diez Mundos fueron originalmente concebidos como ambientes físicos distintos. El Infierno se consideraba estar bajo de la tierra, el Paraíso en la cima del Monte Sumeru, y así sucesivamente.
De acuerdo con el ichinen sanzen, la tierra misma, como los seres vivientes, posee todos los Diez Mundos.
La única diferencia es que el ambiente no tiene una condición de vida independiente. Manifiesta uno u otro de los Diez Mundos en respuesta a la condición de vida de los seres vivientes que la habitan.
Por ejemplo, aquellos en el estado de Hambre experimentarán un ambiente determinado en una forma diferente que lo haría en el estado de Humanidad. La implicación más significativa aquí es que los seres humanos pueden transformar su ambiente elevando su propio estado de vida. No hay un ámbito especial donde mora el Buda. Mejor dicho, al manifestar nuestra Budeidad innata, los seres humanos pueden hacer del ambiente inmediato la tierra del Buda.
Mientras los Diez Mundos y los Diez Factores son comunes a todos lo seres, los Tres Ámbitos explican que no hay seres iguales. Las diferencias más básicas expresadas en los Tres Ámbitos de existencia son las de los Diez Mundos. Aún entre los seres vivientes en el mismo mundo de Aprendizaje, no habrá dos que tengan la misma forma física, o dos que percibirán, conceptualizarán y responderán al mundo exactamente de la misma manera.
Tampoco ninguno de ellos tendrá el mismo ambiente, pues cada persona se interrelaciona en forma única con el resto del mundo.
Era una tranquila mañana de Sábado cuando llegó el telegrama. Juan estaba sentado junto a la mesa de la cocina, tomando su café y leyendo el diario. Del otro lado de la mesa, Juana leía una revista. Un perezoso sol matinal penetraba calladamente a través de la ventana. La quietud fue interrumpida por el sonido del timbre en la puerta del frente.
Juan retornó a la mesa con un telegrama en la mano. A medida que lo iba leyendo, Juana vio los cambios que ocurrían. Las pupilas de Juan se dilataron y sus mandíbulas se tensaron. Su rostro se tornó rojo y sus puños se apretaron. De repente, todo el cuarto parecía haberse transformado. La temperatura parecía haber aumentado, el aire parecía espeso y los rayos del sol a través de la ventana se convirtieron en una brusca intromisión. Sin ni siquiera escuchar una palabra, Juana supo que había malas noticias.
Si congelamos esta escena y la examinamos, podemos observar los misteriosos funcionamientos de la vida a medida que ésta cambia de momento a momento. Cualquier cosa que fuera lo que decía el telegrama, obviamente enojó a Juan. Pero de igual forma podrían haber sido noticias que despertaban extrema felicidad, o una miríada de emociones diferentes.
En la filosofía budista de la vida, ichinen sanzen, que afirma que un solo instante de la vida posee tres mil aspectos, explica exactamente cuáles son esas posibilidades y cómo funcionan. Ichinen significa "un pensamiento" o "una mente", que proviene de la realidad suprema o el verdadero aspecto de la vida que existe a cada momento en la vida humana y en toda fenómeno. Sanzen significa "tres mil" y se refiere a la variedad de experiencias que la vida manifiesta en relación con su ambiente.
La experiencia de Juan respecto a las noticias en el telegrama cambió no sólo su vida interna sino también su ambiente inmediato. Todas las variaciones de la experiencia de la vida son manifestaciones de la Ley única o la entidad de la vida.
El Yo
Nuestra conciencia del "yo" forma una estructura en la cual nosotros basamos nuestra visión del mundo. Las dos partes en que nosotros percibimos el universo -el yo y lo otro, o lo interno y lo externo– provienen de nuestra conciencia del yo. Asimismo esta conciencia da lugar a otras dualidades: por ejemplo, la dualidad de la mente y el cuerpo (en la cual consideramos la mente como parte de nuestro ser verdadero, mientras que el cuerpo no lo es), la cualidad de lo material y de lo espiritual, o la dualidad de la humanidad y la naturaleza. Un pensamiento dualista tal como éste ha definido la evolución de la civilización moderna, pero es también la raíz de muchas crisis presentes en ella.
El Budismo señala maneras de solucionar tales crisis demostrando la verdad de que nuestra vida no está limitada al yo solamente, sino que comprende otras personas, el mundo y aún el universo. Tal vez no encontremos en ningún lugar una explicación mejor de esta idea –de que el individuo y el cosmos son inseparables– que en el principio de ichinen sanzen, que sostiene que un instante de la vida posee tres mil aspectos. El sistema filosófico de ichinen sanzen fue desarrollado en la China por el destacado maestro budista del Siglo V1, T’ien-t’ai (a quien la Corte Imperial de la China le dio formalmente el título de Gran Maestro). Él basó sus ideas en el Sutra del Loto, el cual gradualmente llegó a ser, en parte por sus esfuerzos, reverenciado como las enseñanzas supremas del Buda Shakyamuni. ichinen sanzen constituye una visión universal que explica la relación mutuamente inclusiva de todo los fenómenos y la realidad suprema de la vida.
Por supuesto, hay muchos más que tres mil fenómenos en el universo, pero el número es tomado para indicar la multiplicidad de fenómenos en la que la realidad suprema se muestra a sí misma. El número tres mil deriva de la multiplicación de los componentes principales de ichinen sanzen, los que discutiremos en detalle más adelante. Aquí, al menos, podemos señalar que esos componentes consisten en, primero, los Diez Mundos o estados de la vida. Cada uno de ellos posee en sí mismo la totalidad de los diez, constituyendo de esta manera cien mundos. Cada uno de esos mundos está dotado de los Diez Factores. Finalmente, cada uno de esos factores opera en Tres Ámbitos y así llegamos nuestro total de tres mil aspectos.
El mundo fenoménico y la realidad suprema
Así vemos que el principio de ichinen sanzen revela la influencia recíproca entre el mundo de los fenómenos y la realidad fundamental de la vida. También enseña que todos los fenómenos, sin excepción, existen dentro de cada momento de la vida de un individuo, y que por lo tanto cada uno de esos momentos contiene un potencial infinito. En "Sobre cómo lograr la Budeidad", el Daishonin escribe: "La vida, a cada momento, abarca el aspecto material y el espiritual; el sujeto y el ambiente de todos los seres animados, en todos los estados de la vida, así como el de todos los seres inanimados, desde las plantas, el cielo y la tierra, hasta la más diminuta partícula de polvo. La vida, a cada momento, es parte de todo el universo y se revela en todos los fenómenos." (MW1,3.) Lo que él quiere dar a entender es que el ichinen individual –la vida del individuo a cada momento -simultáneamente es parte del universo entero y abarca dentro de sí mismo todas las leyes y los fenómenos del universo.
Lo que, por lo tanto, significa que se extiende paralelamente (en tiempo y espacio) con el universo. Esta relación entre el microcosmos de la vida humana y el macrocosmos del universo es misteriosa -y maravillosa. Si miramos el mundo físico, podemos ver fácilmente que aún las cosas más pequeñas contienen un inmenso potencial. Todo este vasto universo tiene sus orígenes en un "huevo cósmico" que los físicos creen que fue indescriptiblemente diminuto,tal vez del tamaño de una partícula subatómica. La fusión de un núcleo minúsculo puede producir la potente energía de la bomba de hidrógeno. Cientos de millones de "pizcas" de información están almacenadas en un gen tan diminuto que es imposible verlo a través del microscopio. Se cree que el cerebro humano contiene cerca de 14 millones de neuronas, cada una de las cuales extiende sus dendritas a otras miles de neuronas, formando una red de comunicaciones de una vastedad incomprensible.
Desde el punto de vista temporal, la vida a cada momento puede ser enseñada como un corte transversal de una continuidad ininterrumpida, extendiéndose desde el pasado infinito hacia el futuro infinito. Respecto a esto, podemos pensar que el ichinen de una persona es como una película televisiva. En cuestión de un segundo, treinta imágenes sucesivas aparecen a través de la pantalla de la televisión, emergiendo para conformar una película de movimientos coherentes. Pero la longitud del momento, como lo explican las escrituras budistas, es mucho más corto que la duración de una de esas imágenes. El Gran Comentario sobre el Abhidharma dice que hay "sesenta y cinco instantes en un abrir y cerrar de ojos".
Sin embargo, de hecho el concepto budista de un "momento" implica una duración inconcebiblemente breve. Nuestra vida es una acumulación de una miríada de tales minúsculos momentos que circulan sin interrupción desde el pasado a través del presente y hacia el futuro. En cierto sentido, podemos ver cada momento como el producto de todos los momentos previos.
De forma similar, la causa hecha en el momento presente ayudará a determinar la naturaleza de cada momento subsecuente. Por lo tanto, podemos decir que el pasado, el presente y el futuro están contenidos en cada momento -cada momento es la condensación de una vida entera. La cosa más importante, entonces, es nuestro estado de vida a cada momento. La condición de vida de una persona de momento a momento determina el curso general que su vida tomará.
Nosotros podemos observar hasta cierto punto las actividades físicas y mentales de nuestra vida a través de disciplinas tales como la biología, la bioquímica, la psicología y la fisiología; pero los fenómenos que conciernen a todas estas ciencias son meramente expresiones de la vida, no la vida misma. La realidad última de la vida es intangible e invisible, incontrolable por el tiempo y el espacio. Sin embargo, se manifiesta en el mundo fenoménico a cada momento.
Nuestros cuerpos físicos están compuestos por muchos millones de células, que mueren constantemente y son reemplazadas. Nuestra mente también cambia a medida que ocurren distintas emociones y pensamientos. Nosotros estamos sujetos al cambio, tanto física como mentalmente; y a medida que el tiempo pasa, continuamente repetimos el ciclo de nacer y morir. Las circunstancias constantemente cambiantes de nuestro cuerpo y nuestra mente son consideradas como las funciones inherentes de una realidad fundamental inmutable.
La vida y la muerte son, por lo tanto. expresiones naturales de la realidad eterna de la vida; esta realidad eterna es, a su vez, el fenómeno inmutable del nacimiento y la muerte. La liberación de los sufrimientos del cambio viene sólo al momento cuando despertamos a la verdad eterna manifestada en nuestro ichinen. Entonces, como dice el
Daishonin, "repetimos el ciclo del nacimiento y la muerte en el eterno sendero de nuestra inherente naturaleza iluminada" (Gosho Zenshu, p.724)
Aunque los momentos de nuestra vida parecen pasar volando, podemos ver que, desde un punto de vista profundo, todos juntos, ellos abarcan la realidad fundamental. Cada momento trasciende los límites de espacio y tiempo para ser simultáneamente uno con la fuerza vital cósmica - la realidad fundamental del universo. Todas las formas de la vida se interrelacionan infinitamente en la vasta totalidad de la vida cósmica, y aún así ninguna de ellas pierde su individualidad. Nichikan Shonin, el décimo sexto sumo prelado de la Nichiren Shoshu, expresa la idea en su obra "La Triple Enseñanza Secreta”: "Desde el punto de vista del Sutra del Loto, la frase ‘tres mil mundos en un solo momento de vida’ tiene dos significados: ‘incluir’ e ‘impregnar’. El universo entero está incluido en cada momento; y cada momento penetra el universo entero. Cada momento es una partícula de polvo que posee los elementos de todas la tierras del universo, o una gota de agua cuya esencia no difiere en nada del mismo vasto océano.
La relación entre los componentes
Analicemos ahora las relaciones que existen entre los componentes principales de cada momento, o ichinen sanzen. Ellos son los Diez Mundos, su inclusión mutua, los Diez Factores y los Tres Ámbitos. Al comienzo del Gosho "El Verdadero Objeto de Veneración", Nichiren Daishonin cita un pasaje de "Gran Concentración y Discernimiento" (Maka Shikan) de T’ien-t’ai: “La vida a cada momento está dotada de los diez estados. Al mismo tiempo, cada uno de los Diez Mundos está dotado de los otros diez, de modo que cada entidad de vida posee, en realidad, cien estados. Cada uno de esos mundos por su parte posee treinta aspectos, lo que significa que en cien mundos hay tres mil aspectos. Estos tres mil aspectos de la existencia están presentes en cada entidad del ichinen. Sin la vida se acaba la materia. Pero si existe el menor soplo de vida, allí están contenidos los tres mil aspectos.” (MW-I,pág. 45).
Cuando T’ien-t’ai escribe : "La vida a cada momento está dotada de los Diez Mundos", quiere decir que en cada momento de vida existe el potencial para las diez condiciones: Infierno, Hambre, Animalidad, Ira, Tranquilidad, Éxtasis, Aprendizaje, Comprensión, Bodhisattva y Budeidad. Ninguno de los diez estados es fijo. La vida en cualquiera de los diez estados contiene en sí mismo todos los demás; en otras palabras, una persona en cualquier estado tiene, a cada momento, el potencial de manifestar cualquiera de los otros nueve estados. Este es el concepto de inclusión mutua, o "posesión mutua", de los Diez Mundos. Nuevamente, porque cada uno de los diez estados contiene en sí mismo los diez estados en su totalidad, es que llegamos al total de cien estados.
La expresión de T’ien-t’ai de que "cada uno de esos mundos posee treinta aspectos" se explica al entender que cada uno de los diez estados incluye Diez Factores de la vida, y a su vez, cada factor posee los tres aspectos de existencia. Esto podría entenderse como que los diez estados juntos tienen trescientos aspectos, sin embargo, desde que cada uno de los diez estados contiene los otros nueve además del suyo, el total es de tres mil aspectos. Los Diez Factores de la vida son: apariencia, naturaleza, entidad, poder (fuerza inherente), influencia, causa interna, causa externa, efecto latente y efecto manifiesto, y finalmente consistencia del principio al fin. Los Tres Ámbitos de la existencia son: el ámbito de los cinco componentes de la vida (forma, percepción, conceptualización, volición y conciencia); el ámbito de los seres vivientes y el ámbito del medio ambiente. Tres mil no es un número elegido al azar, sino que más bien es la expresión de un conjunto de principios que refleja la inmensidad y diversificación de la vida.
A través de la historia, las personas han comprendido que todos los fenómenos naturales son ilusorios e inciertos, y por ello han buscado la eterna e inmutable verdad de la vida. Diferentes maestros han ofrecido diferentes explicaciones de la relación entre esta verdad absoluta y el mundo efímero que experimentamos. Algunos han sugerido que esta verdad suprema gobierna este mundo desde un plano superior; otros, que yace más allá o detrás de los fenómenos, o que los fenómenos son en realidad mera ilusión y que sólo la verdad suprema es real. Una tendencia dualista similar se encuentra en algunas de las enseñanzas budistas anteriores al Sutra del Loto. Éstas generalmente sostienen que la mente es la base de todos los fenómenos, y que todos los fenómenos provienen de la mente.
En contraste, el principio de ichinen sanzen, basado en el Sutra del Loto, sostiene que la mente ( o cada momento de nuestra vida) y los fenómenos del universo son "dos pero no dos". Todos los fenómenos son manifestaciones de la realidad suprema, y esta realidad fundamental existen sólo en los fenómenos mutables: en otras palabras, ninguno puede existir independientemente del otro. Es así que todos los eventos del universo, por ser manifestaciones de nuestro Ichinen, están integrados formando una sola entidad, de tal forma que cada individuo está directamente conectado con el resto del universo.
Cada momento en la vida de cada individuo penetra los tres mil aspectos y éstos están comprendidos en cada uno de esos momentos. O sea que las formas de todos los fenómenos del universo derivan de esta interrelación,
A través del principio de ichinen sanzen, cada ser humano tiene el potencial de ser un Buda, despertado a la eternidad y la infinidad de la vida. Sin embargo, lo que las personas realmente experimentan es más bien algo diferente. Así, este principio, puede ser dividido en dos tipos: el ichinen sanzen teórico y el ichinen sanzen real. El ichinen sanzen teórico se refiere a la vida de los mortales comunes o las personas que no se han iluminado, a través de los nueve estados desde el Infierno hasta el de Bodhisattva, en el cual la Budeidad permanece en estado latente. En contraste, el ichinen sanzen real indica la vida de la Budeidad, o sea, la vida que activa y plenamente manifiesta la Budeidad..
El ichinen sanzen descrito en el "Hoben", segundo capítulo del Sutra del Loto es reconocido como teórico porque explica la Budeidad como un potencial inherente a las personas de los nueve estados inferiores. El ichinen sanzen indicado en el décimo sexto capítulo, "Juryo", es descrito como real porque presenta la Budeidad como una realidad manifestada en la vida de Shakyamuni. De acuerdo al Budismo de Nichiren Daishonin, sin embargo, la versión de ichinen sanzen descrita en el décimo sexto capítulo es incompleta, porque está explicada sólo como efecto, o sea, como la iluminación de Shakyamuni alcanzada en el pasado remoto.
Como la descripción de ichinen sanzen en este décimo sexto capítulo fracasa en revelar la causa que permitió que Shakyamuni alcanzara su iluminación original; carece de una clarificación completa de la realidad fundamental de la vida. Nichiren Daishonin fue la persona que identificó la causa original de la iluminación de Shakyamuni y, por lo tanto, la iluminación de todos los Budas, como Nam-myoho-renge-kyo, o la Ley Mística.
En "La Esencia del capítulo ‘Juryo' ", él escribe: "Nam-myoho-renge-kyo, el corazón del capítulo 'Juryo,' es la madre de todos los Budas en las diez direcciones y en las tres existencias del pasado, presente y futuro (MW-3,35).
La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo los mortales comunes de los nueve estados inferiores pueden despertarse y manifestar su Budeidad latente? El Budismo de T’ien-t’ai fue, y es, extremadamente difícil de entender, y la meditación y prácticas que prescribe para "observar la esencia de la vida", o percibir los tres mil aspectos dentro de uno mismo, era poco factible para la vasta mayoría de la gente, siendo adecuado solamente para una pequeña élite monástica. Más aún, esas prácticas se concentraban solamente en las funciones internas de la vida y tenían muy poca relevancia al mundo exterior, la vida que todos tenemos que vivir en la sociedad.
Nichiren Daishonin, buscó establecer un forma de percibir el ichinen sanzen que sería accesible para todos, una práctica que no sólo iluminaría el ámbito interno de la vida sino que también transformaría el mundo en que vivimos.
De acuerdo a ello, él incorporó su iluminación a la ley de Nam-myoho-renge-kyo en la forma de una mandala llamada Gohonzon, la cual, en sus enseñanzas es el objeto fundamental de veneración. El Daishonin enseña que creer en el Gohonzon y entonar Nam-myoho-renge-kyo constituyen en sí mismos "observar la esencia de la vida" o el logro de la Budeidad. Por lo tanto, a través de la inscripción del Gohonzon, estableció un camino por el cual, todas las personas por igual, podrían percibir el ichinen sanzen y lograr la Budeidad en sus vidas comunes.
Para usar una analogía, aunque no sepamos nada de electrónica o del funcionamiento de un aparato de televisión, nosotros aún podemos disfrutar simplemente prendiendo el aparato. La fe en el Gohonzon es análoga al acto de prender la televisión y seleccionar el canal; la imagen que entonces vemos está ligada a la Budeidad que disfrutamos mientras se manifiesta desde dentro de nuestra vida. Nichiren Daishonin, por lo tanto, da una expresión concreta y práctica a la filosofía budista enseñada por Shakyamuni y sistematizada más tarde por T’ien-t’ai.
Los Diez Mundos
Los Diez Mundos, el primero de los principios que componen el ichinen sanzen, son los diez estados o condiciones de vida que experimentamos. Tomados conjuntamente, los Diez Mundos comprenden un análisis de las condiciones que una vida individual manifiesta en el transcurso del tiempo. La idea de los Diez Mundos describe las sensaciones subjetivas experimentadas por el yo, en el nivel más fundamental de la vida. Como hemos visto, los Diez Mundos comenzando con el más inferior hasta el más elevado, son: Infierno, Hambre, Animalidad, Ira, Humanidad, Éxtasis, Aprendizaje, Comprensión, Bodhisattva y Budeidad.
La idea de los Diez Mundos tuvo sus orígenes en una teoría cosmológica. En ésta se creía que había diez ámbitos distintos y separados en los que la gente renacía, y donde cada ámbito en particular estaba determinado por la naturaleza del karma acumulado por el individuo. Por ejemplo, la Humanidad denota el mundo de los seres humanos; la Animalidad el reino de las bestias, y el Infierno una prisión subterránea.
Sin embargo, en la doctrina de ichinen sanzen, los Diez Mundos no son vistos como lugares físicos sino más bien como estados o condiciones inherentes a cada uno de nosotros que experimentamos de momento a momento a través de nuestra interacción con el ambiente.
Nichiren Daishonin discute este aspecto de los seis primeros estados en "El Verdadero Objeto de Veneración": "Cuando miramos de tanto en tanto el rostro de una persona, la encontramos algunas veces alegre, otras encolerizada, y otras en calma. Por momento la avaricia aparece en la cara de la personas, por momentos la necedad y a veces la perversidad. La cólera es el estado del Infierno, la avaricia es el del Hambre, la necedad es el de la Animalidad, la perversidad es el de la Ira, la alegría es el del Éxtasis y la calma es el de la Humanidad (MW-I, 52).
Los cuatro mundos superiores son, del mismo modo, inherentes a la vida. De acuerdo con el Budismo de Nichiren Daishonin, el Infierno, el Éxtasis y aún la Budeidad son condiciones de la vida: " En cuanto al interrogante de dónde exactamente existen el Infierno y el Buda, un sutra dice que el Infierno existe debajo de la tierra y otro sutra dice que el Buda está en el Oeste. Sin embargo, un análisis más profundo revela que ambos existen en nuestro cuerpo de cinco pies" (MW I, 271). Como podemos ver, los Diez Mundos en su totalidad existen dentro de nuestra vidas cotidianas comunes.
Los Diez Mundos considerados individualmente
* El primer mundo, el Infierno (jigoku), indica un estado totalmente desprovisto de libertad, una condición de extremo sufrimiento y desesperación, en el que uno es impulsado por la cólera a destruirse a sí mismo y a los demás. Los sutras budistas describen varias clases de infiernos, tales como los ocho infiernos candentes, los ocho infiernos fríos y los dieciséis infiernos menores. Muy semejante a la manera en que el Dante describió en su Divina Comedia los nueve niveles del Infierno, los nueve niveles del Purgatorio y los diez niveles del Paraíso, esquema típico de la cosmología medieval cristiana.
El 26° Sumo Prelado Nichikan Shonin, se refiere igualmente a la cosmología tradicional cuando escribe en su "La Triple Enseñanza Secreta": “...el Infierno es la morada incandescente y el Hambre, un lugar de 500 yojanas debajo del mundo humano. Aquéllos en el estado de Animalidad viven en el agua, en la tierra y en el aire. La Ira tiene su morada junto al océano o en el fondo del mar. La Humanidad es la vida en la Tierra, y los seres en Éxtasis residen en un palacio".
Sin embargo, como hemos notado, el concepto de los Diez Mundos puede considerarse no sólo como un sistema cosmológico sino también como un esquema de potencias inherentes en toda vida. En este sentido, la afirmación de que "el Infierno es una morada de hierro incandescente" puede entenderse como la tormenta ineludible que sufrimos cuando estamos en el estado de Infierno.
* El segundo mundo es el Hambre (gaki). En este estado somos gobernados por unas ansias constantes de objetos o de ciertas experiencias tales como riqueza, fama, poder y placer. Las causas de este estado pueden encontrarse en tendencias como la avaricia, la mezquindad y los celos. Originalmente el mundo del Hambre era visto como un ámbito habitado por los espíritus de los muertos, quienes se creía, estaban sufriendo de inanición como retribución kármica por la avaricia y el egoísmo demostrado mientras vivían.
En el mundo del arte son representados con vientres abultados y cuellos angostos. En su "Tratado conforme a la Doctrina Correcta", Samghabhadra, el erudito oriundo de la India que vivió durante el Siglo V A.C., describe tres tipos de espíritus hambrientos cada uno de los cuales se subdivide en tres, el Sutra de la Meditación sobre la Ley Verdadera enumera treinta y seis clases. El reino habitado por esos espíritus hambrientos se creía estar localizado 500 yojana debajo de la superficie de la Tierra. (Una yojana era una medida métrica usada en la India Antigua: los cálculos de su longitud varían entre los 9.6 y los 24 Km.).
La imagen de una morada oscura y estrecha en las profundidades de la tierra, expresa vívidamente las restricciones del estado de Hambre, en la cual somos prisioneros de nuestros insaciables deseos.
* El tercer mundo es el de la Animalidad (chikusho). En este estado, somos como animales gobernados por instintos de supervivencia y por la falta de virtudes coercitivas tales como la razón o la moral. Las personas en este estado solamente observan "la ley de la jungla". Se aprovechan de los que son más débiles que ellos y adulan a los que son más fuertes.
* El cuarto de los mundos es el de la Ira (shura). Los primeros tres estados -Infierno, Hambre y Animalidad- se conoce, en conjunto, como los tres caminos del mal. La vida en estos estados está dominada por deseos instintivos y pasiones. En este estado, la Ira, existe una conciencia del ego -pero es un ego voraz y distorsionado, decidido a triunfar sobre los demás, a cualquier precio, y viéndolo todo como una posible amenaza a sus supervivencia. Se decía que este estado estaba caracterizado por asuras, demonios contenciosos que aparecen en la mitología de la India antigua. Como hemos visto, el Sumo sacerdote Nichikan escribió que "la Ira reside junto al océano; las olas rompen en el océano y su temible potencia para sumergir cualquier cosa en fracción de segundos pueden verse como una representación de un ego agresivo y arrogante, que es la carácter distintivo de la Ira.
En este estado solamente nos valoramos a nosotros mismos, despreciando a todos los demás. Nos creemos superiores a otros y no podemos soportar ser considerados inferiores a ninguna otra persona, en ningún aspecto. Los tres caminos del mal, junto con la Ira, se llaman "los cuatro caminos del mal" o los cuatro mundos inferiores.
* El quinto de los Diez Mundos, es el de la Humanidad (nin). Este mundo se caracteriza por la estabilidad vasta y llana de la Tierra. La Humanidad es el estado en el cual podemos usar la razón para controlar los deseos instintivos permitiendo así que las cualidades verdaderamente humanas, tales como el amor y la benevolencia, puedan emerger. Las personas en el estado de Humanidad experimentan tranquilidad y en general viven una existencia calma.
* El sexto de los mundos es el Éxtasis (ten). Este estado puede entenderse mejor si pensamos en el intenso placer que experimentamos cuando, por ejemplo, tenemos las satisfacción de lograr algo que hemos deseado por mucho tiempo, o cuando un largo sufrimiento se alivia. Aunque es intenso, el placer experimentado en este estado es de corta duración y extremadamente vulnerable a influencias externas.
Estos primeros seis estados, desde el Infierno al Éxtasis, se llaman en conjunto, los "Seis Caminos" o los seis mundos inferiores. Todos ellos tienen una cosa en común: se originan mediante la satisfacción o la frustración de diferentes deseos e impulsos. Por lo tanto, su aparición o desaparición está gobernada por circunstancias externas. El budismo señala que la mayoría de las personas pasan su vida fluctuando entre los seis estados, sin comprender que están completamente a la merced de sus reacciones al ambiente.
Cualquier felicidad o satisfacción que podamos obtener en este estado están totalmente gobernadas por las circunstancias y por lo tanto son transitorias. Pero cuando estamos atrapados en los seis mundos inferiores fracasamos en comprender esto, y en su lugar basamos toda nuestra felicidad (en realidad toda nuestra entidad) en factores externos, que por definición, están más allá de nuestro control. Sin embargo, cuando reconocemos que todo lo experimentado en los seis mundos inferiores es impermanente, una aceptación que nos impulsa comenzar una búsqueda por una verdad duradera, es cuando entramos los dos estados siguientes del Aprendizaje y la Comprensión.
Estos dos estados, junto con los dos últimos, de Bodhisattva y el de Budeidad, se llaman los "Cuatro Mundos Nobles". A diferencia de los Seis Caminos, que en esencia constituyen una reacción pasiva al ambiente, éstos cuatro estados superiores se logran solamente por medio de un esfuerzo continuo y deliberado.
* El septimo de los mundos, es el estado de Aprendizaje, en el buscamos la verdad indirectamente, por medio de las enseñanzas o experiencias de otras personas. La palabra japonesa para este estado, shomon, puede ser traducida como "el que oye la voz". Originalmente, fue usada para aquellos discípulos del Buda que lo habían escuchado predicar en persona.
* El octavo de los mundos, es el mundo de la Comprensión (engaku). Este estado es similar al del Aprendizaje, excepto que aquí, buscamos la verdad no a través de las enseñanzas de otras personas sino a través de nuestra propia percepción directa. La palabra sánscrita para este estado es pratyekabuda, y denota una persona que llega independientemente a un entendimiento de las verdades budistas.
Juntos, el Aprendizaje y la Comprensión, se describen como los "dos vehículos". En esos estados, habiendo comprendido la impermanencia de todas las cosas, hemos ganado cierto grado de independencia: ya no estamos sujetos a nuestras reacciones hacia el ambiente, como cuando estamos transitando por los seis estados inferiores.
Pero nada es perfecto. Las personas de los dos vehículos tienen la tendencia a mirar con desdén a aquellos que aún no alcanzado su mismo nivel de entendimiento, o sea, aquellos que marchan penosamente por los Seis Caminos. Además, su búsqueda de la verdad es en gran parte una cuestión de interés propio; de modo que las personas en esos dos estados pueden retener un poco de egoísmo.
* El noveno de los mundos, es el mundo de el Bodhisattva (bosatsu). Este estado, en contraste con los dos vehículos, está caracterizado por la compasión y el comportamiento altruista. Los Bodhisattvas, aunque aspiran a la iluminación suprema, al mismo tiempo tienen la determinación de que todos los demás seres humanos, también alcancen el mismo estado. Conscientes de los lazos que nos unen a los demás cuando estamos en el estado de Bodhisattva, comprendemos que la felicidad que disfrutamos en forma solitaria es ilusoria y sólo parcial, y por lo tanto nos dedicamos a aliviar los sufrimientos de otras personas, aunque sea a costa de nuestra propia vida.
Cuando estamos en este estado encontramos que nuestra mayor satisfacción proviene de un comportamiento altruista. Nichiren Daishonin señala el objetivo y el espíritu del Bodhisattva en una frase de la "Recopilación de la Enseñanzas Transmitidas Oralmente" (Ongi Kuden): "La alegría significa que tanto uno mismo como los demás se regocijan" (Gosho Zenshu, pág.761). Dr. Hans Selye, en su libro El Stress de la Vida (1956), enfatiza la importancia de expandir los horizontes personales. Él dice que transformando los impulsos egoístas en acciones altruistas, provocando así un sentimiento de gratitud en otras personas- es el camino hacia la verdadera seguridad interna. Esta preocupación por los demás es característica del estado de Bodhisattva.
Los estados desde el Infierno hasta el Bodhisattva son conocidos colectivamente como los "nueve mundos". El término es usado con frecuencia para indicar la condición no iluminada de los mortales comunes, en contraste con el décimo de los Diez Mundos: la Budeidad (butsu).
* El décimo de los Diez Mundos: la Budeidad (butsu), implica una condición de libertad perfecta y absoluta; el estado supremo en el cual despertamos a la verdad perfecta y fundamental que es la realidad de todas las cosas.
Se considera que en conjunto, los diez títulos honoríficos del Buda, que aparecen en el Comentarios sobre las Diez Etapas de Nagarjuna, describen el gran poder, la sabiduría, la virtud y la capacidad única de aquellos en el estado de la Budeidad.
Los diez títulos honoríficos del Buda.
1."El que así llega".
Se refiere a alguien que ha venido del mundo de la verdad. Un Buda personifica la verdad fundamental de todos los fenómenos y capta la ley de causalidad que penetra el pasado, el presente y el futuro.
2."Digno de ofrendas".
Se refiere a una persona que está calificada para recibir ofrendas tanto de los seres humanos como los celestiales.
3."Conocimiento correcto y universal".
Lo que implica alguien que comprende todos los fenómenos correcta y perfectamente.
4."Claridad y conducta perfectas".
Es el título que describe una persona que entiende la eternidad del pasado, el presente y el futuro y quien realiza buenas acciones hasta la perfección.
5."Bondad alcanzada".
Esto significa una persona que ha alcanzado el mundo de la iluminación.
6."Entendimiento del mundo".
Esto implica una persona quien, mediante su comprensión de la ley de causalidad, entiende todos los asuntos seculares y religiosos.
7."Valor insuperable".
Una persona que se distingue supremamente entre los demás seres humanos.
8."Instructor de las personas".
Este título describe alguien quien instruye y guía a las personas a la iluminación.
9."Maestro de los seres humanos".
En otras palabras, un maestro que puede guiar a todos los seres humanos y a los celestiales.
10. ‘Buda, el Honrado por el mundo".
Este título significa una persona dotada de perfecta sabiduría y virtud, quien puede ganar el respeto de todas las personas. El Budismo constituye un sistema práctico de enseñanza que en su totalidad provee de los medios para comprender este estado ideal de la Budeidad.
Hoy, por todos lados vemos evidencias de los logros remarcables de la ciencia y la tecnología durante las últimas décadas pasadas, y sin embargo, irónicamente, esos mismos avances han actuado a menudo para restringir nuestra libertad, dando la impresión de que sólo somos una pieza en la gigante maquinaria de la sociedad burocrática. Aún más, las enfermedades que han aparecido por la naturaleza de nuestra civilización moderna, tales como las relacionadas con el stress y varios desórdenes emocionales, que son endémicas. A pesar de nuestros beneficios, entonces, todavía nos tenemos que liberar de los sufrimientos de los seis mundos inferiores.
La Budeidad trae como consecuencia la sabiduría de reconocer la realidad fundamental de nuestra vida, la compasión infinita, un perfecto yo eterno, y una pureza de vida total e incorruptible. De acuerdo con las enseñanzas budistas, sólo cuando hemos establecido como nuestra base este estado superior –la Budeidad– es que podemos transformar nuestra existencia, dirigiendo todas las actividades mentales y físicas de nuestros nueve mundos hacia metas altruistas y valiosas.
La posesión mutua de los Diez Mundos
En "La Apertura de los Ojos", Nichiren Daishonin escribe: "El concepto de ichinen sanzen comienza con un entendimiento de la posesión mutua de los Diez Mundos o estados de la existencia" (MW-2, 80). Posesión mutua o inclusión mutua significa que cada uno de los Diez Mundos comprende los otros mundos dentro de sí.
Podemos interpretar esto como que todos los diez estados son inherentes en cada individuo. Una persona que experimenta el estado de Humanidad en un momento puede, en el momento siguiente, permanecer en ese estado o manifestar cualquier otro de los nueve mundos.
Lo que este principio nos dice, entonces, es que la vida no permanece fija en cualquiera de las diez condiciones sino que a cada momento puede manifestar cualquiera de las diez; y también que la vida en cualquiera de esas condiciones, posee todas las otras condiciones en forma latente dentro de sí mismas.
La idea de la posesión mutua explica la interrelación de los Diez Mundos en como uno o el otro pasa de su estado latente a una manifestación activa, o de una manifestación activa a un estado latente. Por ejemplo, en un momento podemos estar experimentando la alegría del Éxtasis, pero en el momento siguiente algún factor de nuestro alrededor puede cambiar repentinamente y así nosotros nos zambullimos en las profundidades del Infierno.
Pero esto no significa que el estado de Éxtasis ha dejado de existir en nosotros, sino que simplemente a pasado a un estado latente; y con el estímulo externo apropiado, emergerá nuevamente de su latencia.
De esta manera, los diez estados desde el Infierno a la Budeidad pueden ser activados a través de nuestra relación con el mundo externo, manifestándose tanto en el aspecto físico como en el espiritual de nuestra vida cotidiana.
Podemos ver, entonces, que la idea de la posesión mutua de los Diez Mundos es un concepto que describe la dinámica estructura de la vida en una forma total. Nichiren Daishonin explica el concepto en su " El Verdadero Objeto de Veneración": "Aún un villano despiadado ama a su esposa y a sus hijos" (MW-1, 53).
Por lo tanto el estado de la Budeidad -así como todos los otros estados- existe aún en el mundo del Infierno.
Konrad Lorenz (un científico en comportamiento, oriundo de Austria) señala que aunque los animales actúan normalmente sólo de acuerdo con sus instintos, algunos ayudarán a otra criatura que sufre. Podemos tomar esto como un ejemplo de que el estado de la Budeidad existe en el mundo de la Animalidad.
Cuál de los Diez Mundos se manifestará en un momento dado, depende no sólo de las influencias externas sino también de las propias tendencias básicas. Una cierta influencia externa no necesariamente hará que el mismo mundo se manifieste en dos personas en forma diferentes.
Por supuesto, nuestras condiciones fluctúan de un momento al otro, pero en una perspectiva más amplia, siempre existe una condición o un conjunto de condiciones alrededor de las cuales se centran nuestras actividades y a las cuales estamos más propensos a regresar.
Por ejemplo, algunas vidas giran en los tres caminos del mal, otras oscilan entre los seis mundos inferiores, y la motivación de algunas personas es la búsqueda de la verdad, lo que caracteriza los dos vehículos.
En definitiva, el concepto de la posesión mutua de los Diez Mundos -que clarifica la igualdad fundamental y el potencial infinito de cada ser humano, explica que cada individuo posee la potencia para elevar sus tendencias básicas. En otras palabras, a través de un esfuerzo continuo en la práctica budista, podemos elevar gradualmente nuestras tendencias básicas hasta que a lo largo del tiempo establezcamos el estado supremo de la Budeidad como nuestra fundación.
Aunque es imposible describir el estado de la Budeidad, incluso imposible de imaginar, podemos pensar en éste como una condición de júbilo y confianza absolutas experimentadas en lo profundo de nuestro ser, y expresadas a través de los nueve mundos de la vida cotidiana. Durante el proceso de elevar nuestras tendencias básicas, nuestras percepciones y valores seguramente cambiarán.
En una carta a su discípulo Soya Kyoshin, Nichiren Daishonin escribe: “Espíritus hambrientos perciben el río Ganges como fuego, los seres humanos lo perciben como agua, y los seres celestiales lo perciben como amrita (néctar divino).
El agua es la misma, pero parece diferente de acuerdo con la capacidad kármica de los individuos” (Gosho Zenshu, pág.1050). El Daishonin está diciendo que la vida en el estado de Hambre percibe las aguas del Ganges como si fueran sus propias llamas abrasadoras de la avaricia, mientras que una vida en un estado diferente tiene una percepción totalmente distinta.
Aunque el párrafo se refiere sólo a la percepción en el estado de Hambre, Humanidad y Éxtasis, de igual forma el mismo principio obviamente se aplica a todos los otros estados. En el análisis final, entonces, cuando establezcamos la Budeidad como una fundación inmutable, de tal manera que nuestra vida individual se fusione con la Budeidad del cosmos, entonces con toda seguridad crearemos una vida de júbilo ilimitado y libertad absoluta.
Los Diez Factores
Cada uno de los Diez Mundos tienen sus únicas y propias características -el Infierno por ejemplo, es muy diferente del estado de Aprendizaje. Los Diez Factores (junyoze), por otra parte, son el mecanismo por el cual un estado cambia con cada momento que pasa.
La vida en el Infierno, Hambre, Animalidad o cualquiera de los otros Diez Mundos, posee los mismos Diez Factores. La palabra nyoze, literalmente "es como" es un prefijo de los nombres de los Diez Factores que se recitan en el capítulo "Hoben” del Sutra del Loto. Los Diez Factores explican cómo cambia la vida de uno de los Diez Mundos al otro.
Los Diez Factores
* Apariencia (nyoze-so): Esos aspectos que pueden ser percibidos o pueden discernirse desde el exterior. La apariencia incluye atributos tales como el color, la forma y el comportamiento, y en términos de los seres humanos señala el aspecto físico de nuestra existencia, incluyendo el cuerpo y sus funciones.
* Naturaleza (nyoze-sho): La disposición inherente o esas cualidades que no pueden discernirse desde el exterior. En términos de la vida humana, la naturaleza indica los aspectos espirituales como la mente y la conciencia.
* Entidad (nyoze-tai): La entidad o esencia de la vida que se manifiesta como una apariencia externa y una naturaleza interna pero en sí misma no es ninguna de las dos. Es la entidad de la vida en cualquiera de los Diez Mundos.
Estos primeros tres factores describen la vida desde un punto de vista estático. Analizan lo que la vida es y forman también una base teórica para el concepto budista de la unidad del cuerpo y la mente (shiki shin funi). Los seis factores siguientes analizan las funciones dinámicas de la vida. El poder y la influencia describen el funcionamiento de la vida en términos del espacio, mientras que la causa interna, relación, efecto latente y efecto tienen que ver con la causalidad y explican las funciones de la vida en términos del tiempo.
* Poder (nyoze-riki): La capacidad de actuar inherente a la vida, su fuerza latente o energía para lograr algo. Cada uno de estos diez estados tiene su poder correspondiente. La vida en el estado de Ira tiene el poder de destruir valor, mientras que la vida en el estado de Bodhisattva tiene el poder de aliviar el sufrimiento de los demás.
* Influencia (nyoze-sa): La acción o el movimiento producido cuando el poder latente de la vida es activado. Es el empleo de la influencia, ya sea buena o mala, en pensamientos, hechos o acciones.
Estos dos factores, el poder y la influencia, presuponen la existencia de algún objeto externo hacia el cual se dirige un movimiento o una acción. La entidad, cuando es acompañada por los factores dinámicos del poder y la influencia, podría considerarse como un sujeto autónomo que puede actuar en relación con otras existencias. Más aún. El poder y la influencia no están necesariamente en proporción uno con el otro.
El poder inherente puede ser grande, pero la influencia pequeña; o el poder inherente de uno puede ser pequeño pero la influencia inmensa. Una persona de gran talento (poder inherente) que está en estado de Infierno, donde la fuerza vital es insignificante, ejercerá muy poca influencia en el ambiente.
Mientras que una persona que pueda tener un talento promedio pero se encuentra en un estado de vida superior como el de la Humanidad o el de Bodhisattva, revelará una gran parte de su poder inherente y producirá un impacto mayor en el ambiente. Los próximos cuatro factores explican cómo las acciones del sujeto causa el fluctuación desde uno de los Diez Mundos al otro.
* Causa interna (nyoze-in): La causa latente en la vida que simultáneamente contiene un efecto en una latente posibilidad. Causas buenas producen efectos buenos, mientras que malas causas, producen malos efectos.
* Relación (nyoze-en): La causa auxiliar o el estímulo ambiental que ayuda al karma a producir su efecto. Aunque se le llama causa externa, no es el ambiente en sí mismo sino la conexión entre la vida y el ambiente. Cuando es activada por la relación, una causa interna sufre un cambio y simultáneamente produce un nuevo efecto latente. Es también a través de esta función de relación que los efectos latentes se manifiestan.
* Efecto latente (nyoze-ka): El efecto latente producido en las profundidades de la vida cuanto la causa interna es activada por la relación. Como tanto la causa interna y el efecto latente están dormidos en la profundidad de la vida, no hay lapso entre las dos, tal como ocurre frecuentemente entre la acción y su resultado perceptible.
* Efecto manifiesto (nyoze-ho): El resultado concreto, perceptible que emerge después de cierto tiempo como consecuencia de una causa interna y un efecto latente.
Para clarificar cómo los primeros tres factores (apariencia, naturaleza y entidad), los cuales componen una vida humana, demuestran los seis factores siguientes desde el poder hasta el efecto manifiesto, tomemos como ejemplo una escultora principiante. Su capacidad artística (poder) encuentra su expresión en los esfuerzos concretos (influencia) de perfeccionar el uso del martillo y el cincel. A través de su interacción con la madera o la piedra (relación) sus habilidades artísticas innatas (causa interna) son estimuladas (efecto latente) y con el tiempo ella se convertirá en una artista magistral (efecto manifiesto).
* Consistencia desde el principio hasta el fin (nyoze-honmmatsu-kukyo-to) El factor integrante que unifica todos los otros nueve factores a cada momento en una sola entidad de la vida. Donde hay un factor, los otros nueve estarán invariablemente presentes. No importa en cuál de los Diez Mundos uno se encuentre, el décimo factor afirma que los otros nueve estarán en consistencia con ese estado. Los primeros tres factores son la entidad (principio) y los seis factores siguientes son su función (fin). Tanto el principio como el fin, que son la entidad y la función de todos los fenómenos, son inseparables.
LOS TRES ÁMBITOS DE EXISTENCIA
Los Tres Ámbitos son el último de los componentes de ichinen sanzen.
Ellos son: el ámbito de los cinco componentes, el ámbito de los seres vivientes, y el ámbito del medio ambiente. Podemos considerar estos Tres Ámbitos como las tres dimensiones del mundo fenoménico en el cual los Diez Mundos se manifiestan.
Los cinco componentes se combinan para formar un ser viviente. Los seres vivientes son seres individuales que manifiestan los Diez Mundos. El ambiente es donde los seres vivientes llevan a cabo sus actividades.
Los cinco componentes
Forma (shiki): El aspecto físico de la vida que posee atributos tales como la forma y el color. Forma también indica los cinco sentidos - vista, oído, olfato, gusto y tacto- a través de los cuales uno percibe su mundo externo.
Percepción (ju): La función de recibir información externa a través de los cinco órganos sensoriales (los cinco sentidos) más la mente ( que integra las impresiones sensoriales).
Conceptualización (so): La función por la cual uno forma una idea o un concepto sobre lo que ha sido percibido.
Volición (gyo): La voluntad de tomar acción hacia lo que ha sido percibido. (La acción misma sería clasificada como "forma").
Conciencia (shiki): La función discerniente de la vida que puede hacer juicios válidos, distinguir entre lo bueno y lo malo y así sucesivamente. La conciencia también actúa para apoyar e integrar los otros cuatro componentes.
La forma corresponde al aspecto físico de la vida y los otros cuatro al aspecto espiritual. Sin embargo, como el Budismo sostiene que los aspectos materiales y espirituales de la vida son inseparables, no hay forma sin percepción, conceptualización, volición y conciencia y tampoco puede haber conciencia sin forma, percepción conceptualización y volición. Los cinco componentes deben ser entendidos como un todo y asimilados en términos de su interrelación.
Las diferencia entre los Diez Mundos son reflejadas en el funcionamiento de los cinco componentes. Por ejemplo, en el estado de Infierno, uno percibe y reacciona a un fenómeno dado en forma muy diferente que si hubiera encontrado en el estado de Bodhisattva. El karma que uno crea por lo tanto también diferirá. Por ello, los cinco componentes están coloreados por el karma individual formado en vidas sucesivas y ellos también funcionan para acumular karma posterior.
El segundo ámbito es el de los seres vivientes. Todos los seres vivientes, desde aquellos en el estado de Infierno a aquellos en el estado de Budeidad, están formados por la unión temporaria de cinco componentes, temporaria porque se desintegrará al morir.
Cualquiera de esos Diez Mundos que sirva de base para el funcionamiento de los cinco componentes, se manifestará también en el ser viviente formado por esos cinco componentes.
Ya que los seres vivientes son percibidos como una unión temporaria de los cinco componentes, surge la interrogante de por qué se debiera establecer un ámbito separado para ellos, aparte del ámbito de los cinco componentes. La respuesta es que esos dos ámbitos consideran los seres vivientes desde ángulos diferentes.
El ámbito de los cinco componentes analiza los seres vivientes en el funcionamiento de los componentes físicos y espirituales, mientras que el ámbito de los seres vivientes lo considera como un individuo integro capaz de interactuar como el ambiente.
El ámbito de los seres vivientes también puede interpretarse en el plural como un grupo de seres vivientes. En este sentido, el reino de los seres vivientes indica la verdad que nosotros vivimos en un estado de interrelación perpetua y dependencia mutua con otros seres vivientes.
Sin embargo, a menudo caemos bajo la ilusión de que el "yo" es de alguna manera absoluta e independiente de los demás. El Budismo enseña que el sufrimiento nace finalmente de este egocentrismo. La idea de que "los seres vivientes no son más que una unión temporaria de los cinco componentes" tenía la intención de ayudar a romper la el apego a una idea de uno mismo como fija y absoluta.
El tercer ámbito es el del medio ambiente, el lugar donde los seres vivientes habitan y del cual dependen para subsistir.
Este incluye toda forma de vida como las plantas, árboles, montañas, ríos y así sucesivamente. Cualquiera de los Diez Mundos que sea manifestado por un ser viviente, se manifestará en el medio ambiente.
Como se explicó anteriormente, los Diez Mundos fueron originalmente concebidos como ambientes físicos distintos. El Infierno se consideraba estar bajo de la tierra, el Paraíso en la cima del Monte Sumeru, y así sucesivamente.
De acuerdo con el ichinen sanzen, la tierra misma, como los seres vivientes, posee todos los Diez Mundos.
La única diferencia es que el ambiente no tiene una condición de vida independiente. Manifiesta uno u otro de los Diez Mundos en respuesta a la condición de vida de los seres vivientes que la habitan.
Por ejemplo, aquellos en el estado de Hambre experimentarán un ambiente determinado en una forma diferente que lo haría en el estado de Humanidad. La implicación más significativa aquí es que los seres humanos pueden transformar su ambiente elevando su propio estado de vida. No hay un ámbito especial donde mora el Buda. Mejor dicho, al manifestar nuestra Budeidad innata, los seres humanos pueden hacer del ambiente inmediato la tierra del Buda.
Mientras los Diez Mundos y los Diez Factores son comunes a todos lo seres, los Tres Ámbitos explican que no hay seres iguales. Las diferencias más básicas expresadas en los Tres Ámbitos de existencia son las de los Diez Mundos. Aún entre los seres vivientes en el mismo mundo de Aprendizaje, no habrá dos que tengan la misma forma física, o dos que percibirán, conceptualizarán y responderán al mundo exactamente de la misma manera.
Tampoco ninguno de ellos tendrá el mismo ambiente, pues cada persona se interrelaciona en forma única con el resto del mundo.