LA ILUMINACIÓN DE LAS MUJERES
En algunos sutras budistas se enseñaba que las mujeres nunca podrían llegar a ser budas. Un sutra dice: "Aún si los ojos de los budas de las tres existencias cayeran al suelo, ninguna mujer de ninguno de los reinos de la existencia podría alguna vez alcanzar la budeidad".
Esto refleja sin duda la forma de ver las cosas que prevalecía en la India del siglo V a.C., en donde eran consideradas más o menos una propiedad de sus esposos.
No obstante, se dice que en respuesta a la solicitud de su tía y otras mujeres, Shakyamuni permitió a éstas convertirse en monjas y llevar a cabo su práctica monástica después de establecer ocho reglas que ellas debían seguir.
El especialista en estudios indios, Dr. Jaime Nakamura, dice que: "La aparición (en el budismo) de una orden de monjas fue un acontecimiento sorprendente en la historia del mundo religioso. En aquel tiempo, no existía ninguna orden religiosa femenina en Europa, Norte de África, Occidente u Oriente de Asia. El budismo fue la primera tradición en generar una".
En los siglos posteriores, sin embargo, las percepciones predominantes de las mujeres comenzaron a reafirmarse y se creía comúnmente que éstas tendrían que nacer de nuevo como hombres y llevar a cabo prácticas interminables y dolorosas antes de ser capaces de alcanzar la budeidad. La sanga bikshuni, u orden de monjas budistas, declinó y casi desapareció.
Nichiren, el monje budista del siglo XIII cuyas enseñanzas siguen los miembros de la SGI, era un firme creyente en la igualdad de mujeres y hombres. Él escribió: "No debería haber discriminación entre aquellos que propagan los cinco caracteres de Miojo rengue kio en el Último Día de la Ley, ya sean hombres o mujeres". Esta fue una declaración revolucionaria para su tiempo, cuando las mujeres eran casi totalmente dependientes de los hombres. Las "tres obediencias" estipulaban que una mujer japonesa debería obedecer primero a sus padres, luego a su esposo y finalmente, al envejecer, debía obedecer a su hijo.
Nichiren envió cartas de aliento a muchas de sus seguidoras y les confirió a varias el título de Shonin, indicando su máximo respeto.
La fuerza de la fe y la independencia de espíritu mostrados por aquellas mujeres lo impresionaron profundamente.
En su Carta a Nichimyo Shonin, él escribió: Nunca había escuchado que una mujer viajara mil ri en busca del budismo como usted lo hizo... usted es indudablemente la más adelantada devota del Sutra del Loto entre todas las mujeres del Japón".
En el capítulo 12º (Devadata) de la versión del Sutra del Loto citada por Nichiren, Shakyamuni deja constancia de que la budeidad está al alcance de las mujeres al poner de manifiesto que una hembra dragón fue capaz de alcanzar la budeidad rápidamente al practicar el Sutra del Loto.
Esta mujer, a menudo conocida como la hija del rey dragón, se hace presente y manifiesta en forma dramática su logro de la budeidad, demostrando el principio de llegar a ser un buda en la forma presente de uno. Ella subvierte la creencia imperante de que la iluminación sólo podría ser alcanzada después de realizar penosas prácticas por un período de tiempo extremadamente largo. La mujer dragón tiene la forma de un animal, es del sexo femenino y además, es muy joven; el que ella haya sido la primera en demostrar el inmediato logro de la budeidad resulta impactante.
Nichiren enfatiza: "entre todas las enseñanzas del Sutra del Loto, aquella de las mujeres logrando la budeidad es la más avanzada".
En otra de sus cartas, él escribe: "Cuando yo, Nichiren, leo otros sutras distintos del Sutra del Loto, no tengo el más mínimo deseo de convertirme en una mujer. Un sutra denuncia a las mujeres como emisarias del infierno. Otro las describe como grandes serpientes... Sólo en el Sutra del Loto podemos leer que una mujer que abrace este sutra no sólo aventaja a todas las demás mujeres sino que supera a todos los hombres". Nichiren prometió compartir el esperanzador mensaje del Sutra del Loto con todas las mujeres del Japón.
El budismo considera las distinciones de género, raza y edad como una diversidad que existe para enriquecer nuestra experiencia individual y a la sociedad humana como un todo.
El Sutra del Loto es llamado a veces la enseñanza de la no-discriminación, porque revela que el estado de budeidad es inherente a todos los fenómenos. No existe diferencia entre hombres y mujeres en términos de su capacidad para lograr la budeidad, ya que unos y otras son por igual manifestaciones de la realidad última. Si consideramos la eternidad de la vida, es claro también que podemos nacer como un hombre en una vida y como mujer en otra.
El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, afirma:
"Lo importante es, que tanto las mujeres como los hombres, lleguen a ser seres humanos felices. Llegar a ser feliz es el objetivo; todo lo demás es un medio. El punto fundamental de la 'declaración de los derechos de las mujeres' que emana del Sutra del Loto, es que cada persona tiene el derecho y el potencial innato para cristalizar un estado de vida de grandiosa felicidad".
Esto refleja sin duda la forma de ver las cosas que prevalecía en la India del siglo V a.C., en donde eran consideradas más o menos una propiedad de sus esposos.
No obstante, se dice que en respuesta a la solicitud de su tía y otras mujeres, Shakyamuni permitió a éstas convertirse en monjas y llevar a cabo su práctica monástica después de establecer ocho reglas que ellas debían seguir.
El especialista en estudios indios, Dr. Jaime Nakamura, dice que: "La aparición (en el budismo) de una orden de monjas fue un acontecimiento sorprendente en la historia del mundo religioso. En aquel tiempo, no existía ninguna orden religiosa femenina en Europa, Norte de África, Occidente u Oriente de Asia. El budismo fue la primera tradición en generar una".
En los siglos posteriores, sin embargo, las percepciones predominantes de las mujeres comenzaron a reafirmarse y se creía comúnmente que éstas tendrían que nacer de nuevo como hombres y llevar a cabo prácticas interminables y dolorosas antes de ser capaces de alcanzar la budeidad. La sanga bikshuni, u orden de monjas budistas, declinó y casi desapareció.
Nichiren, el monje budista del siglo XIII cuyas enseñanzas siguen los miembros de la SGI, era un firme creyente en la igualdad de mujeres y hombres. Él escribió: "No debería haber discriminación entre aquellos que propagan los cinco caracteres de Miojo rengue kio en el Último Día de la Ley, ya sean hombres o mujeres". Esta fue una declaración revolucionaria para su tiempo, cuando las mujeres eran casi totalmente dependientes de los hombres. Las "tres obediencias" estipulaban que una mujer japonesa debería obedecer primero a sus padres, luego a su esposo y finalmente, al envejecer, debía obedecer a su hijo.
Nichiren envió cartas de aliento a muchas de sus seguidoras y les confirió a varias el título de Shonin, indicando su máximo respeto.
La fuerza de la fe y la independencia de espíritu mostrados por aquellas mujeres lo impresionaron profundamente.
En su Carta a Nichimyo Shonin, él escribió: Nunca había escuchado que una mujer viajara mil ri en busca del budismo como usted lo hizo... usted es indudablemente la más adelantada devota del Sutra del Loto entre todas las mujeres del Japón".
En el capítulo 12º (Devadata) de la versión del Sutra del Loto citada por Nichiren, Shakyamuni deja constancia de que la budeidad está al alcance de las mujeres al poner de manifiesto que una hembra dragón fue capaz de alcanzar la budeidad rápidamente al practicar el Sutra del Loto.
Esta mujer, a menudo conocida como la hija del rey dragón, se hace presente y manifiesta en forma dramática su logro de la budeidad, demostrando el principio de llegar a ser un buda en la forma presente de uno. Ella subvierte la creencia imperante de que la iluminación sólo podría ser alcanzada después de realizar penosas prácticas por un período de tiempo extremadamente largo. La mujer dragón tiene la forma de un animal, es del sexo femenino y además, es muy joven; el que ella haya sido la primera en demostrar el inmediato logro de la budeidad resulta impactante.
Nichiren enfatiza: "entre todas las enseñanzas del Sutra del Loto, aquella de las mujeres logrando la budeidad es la más avanzada".
En otra de sus cartas, él escribe: "Cuando yo, Nichiren, leo otros sutras distintos del Sutra del Loto, no tengo el más mínimo deseo de convertirme en una mujer. Un sutra denuncia a las mujeres como emisarias del infierno. Otro las describe como grandes serpientes... Sólo en el Sutra del Loto podemos leer que una mujer que abrace este sutra no sólo aventaja a todas las demás mujeres sino que supera a todos los hombres". Nichiren prometió compartir el esperanzador mensaje del Sutra del Loto con todas las mujeres del Japón.
El budismo considera las distinciones de género, raza y edad como una diversidad que existe para enriquecer nuestra experiencia individual y a la sociedad humana como un todo.
El Sutra del Loto es llamado a veces la enseñanza de la no-discriminación, porque revela que el estado de budeidad es inherente a todos los fenómenos. No existe diferencia entre hombres y mujeres en términos de su capacidad para lograr la budeidad, ya que unos y otras son por igual manifestaciones de la realidad última. Si consideramos la eternidad de la vida, es claro también que podemos nacer como un hombre en una vida y como mujer en otra.
El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, afirma:
"Lo importante es, que tanto las mujeres como los hombres, lleguen a ser seres humanos felices. Llegar a ser feliz es el objetivo; todo lo demás es un medio. El punto fundamental de la 'declaración de los derechos de las mujeres' que emana del Sutra del Loto, es que cada persona tiene el derecho y el potencial innato para cristalizar un estado de vida de grandiosa felicidad".