LOS TRES OBSTACULOS Y LOS CUATRO DEMONIOS (SANSHO SHIMA)
Los «tres obstáculos y los cuatro demonios» describen las potenciales infuencias negativas que dificultan la práctica e impiden la obtención de la Budeidad. No obstante, si bien estos obstáculos impiden a algunas personas revelar su Budeidad, para otras funcionan como un impulso o estímulo. Luchando contra ellos, emerge la iluminación, logrando así la Budeidad.
Si la «ignorancia», los «maestros erróneos» y los «tres obstáculos y cuatro demonios» funcionan para impedir que la gente alcance la Budeidad, entonces, los esfuerzos para superar la ignorancia, buscar al maestro correcto y luchar contra los tres obstáculos y cuatro demonios son el camino para lograr la Budeidad.
El esfuerzo sincero en la fe, práctica y estudio del Budismo de Nichiren Daishonin es el camino más seguro y directo para lograrlo.
Superar la ignorancia y encontrar al Maestro correcto
Cuando el Daishonin se refiere a la «ignorancia de su mente», no está implicando simplemente la ignorancia de la gente acerca del Budismo. Por supuesto, es importante estudiar el Budismo, especialmente las escrituras del Daishonin, de modo que se pueda profundizar y fortalecer la fe mediante la comprensión. Pero solo la acumulación de conocimientos sobre el Budismo no protege contra la clase de «ignorancia» a la que se refiere el Daishonin. Hasta el más erudito de los estudiosos budistas puede caer víctima de las emociones y ser conducido por frivolidades si no está consciente y se esfuerza por hacer emerger el real potencial para la Budeidad que posee toda persona. Esta ignorancia de la mente, entonces, se refiere en realidad a la falta de fe en la esencia real del Budismo.
Los tres obstáculos
Una persona «inevitablemente, ... encontrará los tres obstáculos y cuatro demonios», conforme progrese signicativamente en su práctica. No es cuestión de si surgirán, sino de cuándo surgirán. Lo que importa, en todo caso, es nuestra disposición de enfrentar y vencer todos los impedimentos que se interpongan en nuestro camino hacia la felicidad absoluta. Los «tres obstáculos» son diversas funciones que tratan de impedirnos la práctica del Budismo; surgen de los deseos mundanos, el karma y la retribución, respectivamente.
El Daishonin explica: «El obstáculo de los deseos mundanos son los obstáculos a la práctica que se originan en la furia, la codicia y la estupidez». Algunos pueden abandonar su práctica budista debido a que anteponen el logro de sus deseos inmediatos al Budismo, que conduce a la iluminación fundamental.
En otras palabras, están más interesados con la ganancia a corto plazo que el desarrollo y el beneficio verdadero que es posible alcanzar perseverando en la práctica budista. Con esa actitud, incluso una dificultad relativamente menor puede ocasionar el abandono de la práctica.
Otros pueden renunciar a su fe debido a dejarse llevar por sus emociones –los gustos y disgustos mencionados antes. Esas personas, típicamente, encuentran razones para resentirse con otro practicante, y abandonar su fe para evitar o por rencor hacia esa persona. Estos son ejemplos del «obstáculo de los deseos mundanos».
Respecto al obstáculo del karma, el Daishonin dice que son «los obstáculos que presentan la esposa o los hijos». El obstáculo del karma se refiere a nuestra orientación kármica fundamental que nos desvía del correcto camino del Budismo.
Como lo sugiere el ejemplo del Daishonin, algunos pueden abandonar su práctica simplemente por satisfacer a los miembros de su familia o personas amadas que pueden temer o resentirse con su práctica budista, el tiempo que le toma, o las críticas que puede provocar de la comunidad en general.
El obstáculo de la retribución se refiere a las circunstancias hostiles en las que se nace como retribución kármica por acciones en contra de la Ley Mística en existencias pasadas; se refiere especialmente a los obstáculos causados por figuras de autoridad.
Si los que nacen en una sociedad o comunidad que alberga enemistad hacia el Budismo permiten que sus circunstancias anulen su práctica budista, estarán sucumbiendo al obstáculo de la retribución. A este respecto, el Daishonin dice: El obstáculo de la retribución son «los impedimentos provocados por el soberano o los padres».
Los cuatro demonios
Los «cuatro demonios» es una referencia a las diversas funciones negativas de la vida y el universo –no a seres demoníacos reales. Estas funciones atormentan el cuerpo y la mente de un practicante budista. La palabra sánscrita para demonio, Mara, era traducido al chino como «ladrón de vida», «asesino» y «destructor».
Como lo indican tales traducciones, los demonios en el Budismo pueden ser considerados como metáforas para las funciones destructivas de las vidas de los practicantes budistas en particular, y de la gente en general.
En un sentido, esto es similar al Cristianismo en tanto identifica a Satán con las fuerzas destructivas de la vida y como «un homicida desde el principio».
Específicamente, los «cuatro demonios» se refieren al impedimento de los deseos mundanos, el impedimento de los cinco componentes, el impedimento de la muerte, y el impedimento del rey demonio.
El impedimento de los deseos mundanos indica la función de los deseos e impulsos más bajos de la gente para debilitar su resolución para buscar el Budismo y, así, corromper sus vidas.
Los «cinco componentes» son los cinco elementos físicos y mentales que constituyen nuestra existencia –indican la estructura física y espiritual del ser humano. Nuestro componente físico o fisiológico es llamado «forma», y nuestras funciones mentales incluyen los componentes de «percepción», «concepción», «volición» y «conciencia».
El Budismo explica que esos cinco componentes se unen temporalmente y dan lugar a un ser humano individual. Podemos interpretar el impedimento de los cinco componentes como la desarmonía entre los cinco componentes que crean sufrimiento físico y mental, sofocando la pureza de la condición y oscureciendo la sabiduría innata.
El impedimento de la muerte se refiere a cualquier cosa que funcione para causar la muerte de un practicante budista, y de esa manera impedir su práctica. Sin embargo, podemos definirlo más ampliamente para incluir temor o aprehensión sobre la posibilidad de la propia muerte, o desaliento y duda originada por la muerte de un practicante.
Si tememos o nos desalentamos por la muerte y, como consecuencia, nos confundimos y retrocedemos en la fe, estamos sucumbiendo al impedimento de la muerte.
Ver al «rey demonio» dentro
Las escrituras budistas con frecuencia hacen referencia a seres tales como demonios, diablos, deidades benévolas y dioses.
El Budismo del Daishonin los interpreta como representaciones de las funciones de la vida y el universo.
En este aspecto, el Daishonin dice en «El tratamiento de la enfermedad»: El corazón de la escuela del Loto es la doctrina de los tres mil reinos en un simple momento de vida, que revela que tanto el bien como el mal son inherentes incluso en aquellos que están en la etapa más elevada de la iluminación perfecta.
La naturaleza fundamental de la iluminación se manifiesta como Brahma o Shakra(1) mientras que la oscuridad fundamental se manifiesta como del demonio del sexto cielo.
Las deidades benévolas odian a quienes cometen maldades, y los demonios malvados odian a la gente buena. Aquí, el Daishonin enseña que el bien y el mal –las funciones que afirman y que niegan la vida- son inherentes en todas las personas, incluyendo a los budas. Ignorando esto, algunas personas permiten que su naturaleza que niega la vida se desenfrene y origine miseria tanto para ellas mismas como para los demás.
Los budas, sin embargo, están plenamente conscientes de sus propias potencialidades –tanto buenas como malas.
En lugar de sucumbir ante los deseos destructivos, las vidas de los budas están firmemente enraizadas en su naturaleza que afirma la vida, específicamente en el supremo estado de vida llamado Budeidad, rico en misericordia y sabiduría. Una vez logrado este estado, sin embargo, no persiste simplemente por su cuenta.
Nadie se convierte en buda o se mantiene como tal distraídamente o sin acción. Esto nos dice algo importante acerca de la práctica budista: Budas son aquellos que están conscientes de su oscuridad fundamental innata y que siempre lucha por desafiar sus debilidades. Dicho de otra manera, para revelar nuestra Budeidad innata y convertirla en nuestra base, es preciso que veamos nuestra oscuridad fundamental y luchemos contra ella. Tal como alguien que se preocupa por la formación de su cuerpo no puede continuar haciéndolo sin esforzarse en ello, o como un estudioso no puede seguir siéndolo sin seguir estudiando, un Buda no puede seguir siéndolo sin un esfuerzo continuo y sin observar sus propias debilidades e ignorancia, observar desafiarlas y vencerlas.
La «oscuridad fundamental» que menciona el Daishonin es nuestra ignorancia o escepticismo respecto a la Budeidad dentro de nuestras vidas así como en las vidas de todas las personas. Mientras ignore este supremo potencial universal, la gente tiende a la desesperación en lugar de la esperanza, a la crueldad en lugar de la misericordia, a la estupidez en lugar de la sabiduría, y a la cobardía en lugar del coraje.
La gente que está saturada de su oscuridad fundamental es esencialmente insegura de sí misma, de modo que se inclina por insultar a otros e ignorar la miseria de los demás y hasta deriva satisfacción de ello. De la inseguridad proviene la arrogancia. Una gran inseguridad puede ocasionar una irreprimible urgencia por controlar a otros. Un intenso deseo de control tipifica a quienes actúan como el «rey demonio».
Debe notarse, en el monólogo del rey demonio, que su irritación emana de la potencial pérdida de su control sobre su «dominio». Él teme que la gente conozca su verdadero potencial y confía en sí misma. La gente con confianza en sí misma y que actúa con libertad espiritual hace que el «rey demonio» sienta más profundamente su miseria que emana de su escepticismo en el supremo potencial de la Budeidad. Ellos le recordarán su verdadera debilidad, que encubre con sus ínfulas.
Es por esta razón que el rey demonio se dice a sí mismo: «Esto es lo más irritante. Si permito que esta persona permanezca en mi dominio, no sólo se liberará de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, sino que también conducirá a otros hacia la iluminación. Además, tomará el mando de mi reino y lo transformará en una tierra pura. ¿Qué voy a hacer?».
Lo importante es tener en mente que este «rey demonio » se esconde en las más recónditas profundidades de la vida de todos. Cuando este potencial no es reconocido y pasa a ser dominante, verdaderamente nos convertimos en «pequeños demonios».
Por consiguiente, es importante estar siempre vigilantes de nuestra oscuridad fundamental y no sucumbir a ella. Para luchar contra «el rey demonio» interior, es preciso desarrollar nuestra convicción en la existencia de la Budeidad dentro de nuestra vida y de los demás. Por esto el Daishonin dice: «La ailada espada para cortar la oscuridad fundamental es sólo la fe».
Desafiar la injusticia exterior es revelar la Budeidad interior
El «rey demonio» es a veces llamado «demonio del sexto cielo» porque, se dice, vive en el más elevado de los seis cielos del mundo del deseo. En la antigua cosmología budista india, este cielo más elevado del mundo del deseo estaba asociado con el deseo de explotar a otros por placer propio.
En este sentido, el «rey demonio» simboliza nuestra tendencia a ver a otros seres humanos como medios para gratificar nuestros propios deseos y ansias.
Cuando la gente es deshumanizada y reducida como medios para algún fin puede resultar en grandes sufrimientos –siendo la guerra el más horrendo de los ejemplos–. Por esto el Daishonin era implacable para hablar en contra de la corrupta autoridad religiosa de su época, que trataba de oscurecer la verdad del Budismo contenida en el Sutra del Loto que, fundamentalmente, enseña la libertad espiritual.
Debido a que la «oscuridad fundamental» encuentra expresión en el deseo de controlar a otros por una egoísta gratificación, aquellos que están en posiciones de influencia puede ser especialmente susceptible de funcionar como el «rey demonio». A este respecto, el Daishonin hace que el metafórico rey demonio le diga a sus subordinados: «Ahora vayan y acosen a ese devoto, usando sus respectivas habilidades.
Si no logran hacerlo abandonar su práctica budista, entonces entren en la mente de sus discípulos, de sus protectores y de la gente de esta tierra e intenten así persuadirlo o amenazarlo. Si estos intentos tampoco son exitosos, yo mismo bajaré y entraré en la mente y en el cuerpo de su soberano para perseguir a ese devoto. Juntos, ¿cómo podemos fracasar en impedirle lograr la Budeidad?».
La subordinación como la otra cara de la arrogancia
Es importante notar, sin embargo, que la «oscuridad fundamental» puede, a veces, manifestarse como denigración de sí mismo y una servil obediencia a la autoridad externa. En la superficie, el autócrata dominante y adulador cobarde parecen representar extremos opuestos: desear el control y desear ser controlados.
No obstante, ambas tendencias emanan de la falta de confianza y en la no-creencia en el supremo potencial que tenemos dentro.
La gente que cree que no puede mejorar –que niega su propio potencial- actúa de una de dos maneras. Primero, puede abandonar su poder, sintiendo que no tiene esperanza en controlar su destino y, de esa manera, asigna el control a otro.
Segundo, puede hacerse arrogante. Debido a que en su interior no creen que pueden mejorar, tratan de justificarse convenciéndose a sí mismos y a otros de su grandeza. Tratando de ganar poder sobre otros, evitan observar sus propias limitaciones, que desprecian. Ellos interpretan la deferencia de los demás como una afirmación de su propia grandeza. En realidad, la creación de cualquier sistema tiránico o autoritario requiere de la existencia de ambos tipos de personas. Podemos decir que las tendencias de quienes han sucumbido a su «rey demonio» interior son diferentes sólo en la dirección de la manifestación –el control o el servilismo. Lo que tienen en común en su raíz es una profunda inseguridad y falta de confianza. Sean tiranos o sujetos obsequiosos –ambos han elegido su «oscuridad fundamental» sobre su «naturaleza fundamentalmente iluminada».
Ninguno de los dos es verdaderamente libre.
El Daishonin propagó incesantemente su mensaje acerca de la universalidad de la Budeidad, demostrando ser el verdadero devoto del Sutra de Loto. Respecto a esto, el Daishonin dice: «[A pesar de la interferencia personal del rey demonio del sexto cielo] es debido a que las deidades celestiales vienen en mi ayuda que he sobrevivido incluso en Tatsunokuchi, y también salí a salvo de otras grandes persecuciones. Por el momento, el demonio del sexto cielo debe sentirse desalentado».
La acción conquista la oscuridad fundamental
A través de su propio ejemplo, el Daishonin nos enseña la importancia de hablar sobre la verdad del Budismo desafiando la injusticia para revelar nuestra Budeidad innata.
Nuestras vidas están intrínsecamente dotadas tanto con la «oscuridad fundamental» como de la «iluminación fundamental». Si simplemente no hacemos nada, seremos superados por la oscuridad fundamental.
Para revelar nuestra naturaleza de iluminación fundamental, es preciso que reafirmemos continuamente la existencia de la Budeidad dentro de nosotros y de los demás.
Con propósitos de aclaración, podemos describir esto en cuatro categorías de actividades:
La primera es luchar para reconocer y hacer surgir nuestra propia naturaleza iluminada, orando seria y consistentemente al Gohonzon. Esto incluye siempre los esfuerzos por mejorar nuestra diaria práctica del Gongyo y Daimoku, estableciendo metas claras en nuestras vidas, y orar por lograrlas.
La segunda es hacer esfuerzos para ayudar a otros a hacer lo mismo. Esto significa compartir el gran beneficio y poder del Budismo del Daishonin con otros de modo que ellos también puedan acumular buena fortuna y experiencias de desarrollo personal. También significa apoyar las actividades de la SGI para compartir los ideales humanistas y no violentos del Budismo con la sociedad y el mundo en general.
La tercera es observar dentro de nuestras vidas para identificar las causas de nuestro sufrimiento. Necesitamos reconocer las debilidades o hábitos que nos frenan en nuestra vida diaria y en nuestra fe –las debilidades que surgen de nuestra oscuridad fundamental y esforzarnos para controlarlos. Con este fin, tratamos de exponernos a buenas influencias y aprender buenos ejemplos, lo que puede incluir nuestros esfuerzos en el estudio y la búsqueda de orientación de aquellos que tienen más experiencia en la fe y en la práctica.
Y la cuarta, es desafiar y esforzarse para transformar la oscuridad fundamental de otros –hablando con coraje y convicción para convencer a la gente a no abandonar su poder, a no esclavizarse a la autoridad, exponiendo al mismo tiempo la función del «rey demonio» dentro de la autoridad injusta.
Específicamente, nos ponemos del lado de las personas comunes que están tratando de mejorar sus vidas mediante la práctica budista y señalamos los errores de cualquier persona o poder que busca ahogar o usurpar el derecho de las personas a hacerlo. Esta es la esencia del «espíritu Soka».
Estas cuatro clases de actividad son listadas aquí no para implicar algún orden o aproximación específico.
Pueden coincidir parcialmente y cualquiera de ellos puede tener elementos de los otros.
Este ejemplo intenta expresar nuestra necesidad de desarrollar los aspectos positivos –la iluminación fundamental- dentro de uno y de los demás, y desafiar y superar la negatividad –la oscuridad fundamental- dentro de uno y de los demás.
Cuando nos esforzamos en estas áreas, nos hacemos conscientes de nuestra propia oscuridad fundamental, de manera que podemos desafiarla. Haciéndolo, manifestamos y solidificamos nuestra innata naturaleza iluminada fundamental. Nichiren Daishonin dice: «Yo, Nichiren, he estado consciente de esto desde hace mucho tiempo».
Esto es notable. Debido a que el Daishonin estaba claramente consciente de su propia oscuridad fundamental y de su funcionamiento en los demás, pudo percibir la naturaleza de las persecuciones y superarlas. Aquí, el Daishonin nos enseña que, en tanto nuestra fe en nuestra naturaleza iluminada fundamental sea sólida y nos mantengamos vigilantes contra nuestra oscuridad fundamental, podemos transformar las funciones del «rey demonio» tanto dentro como fuera de nosotros.
Desafiar las dificultades con valor
También el Daishonin dice: «en el momento en que resuelva liberarse de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, y alcance la Budeidad, encontrará los tres obstáculos y cuatro demonios. Esto es tan seguro como que la sombra sigue al cuerpo y los nubarrones acompañan a la lluvia». Si adoptamos la perspectiva del Daishonin sobre las dificultades de la vida, cualquier cosa que parezca frenar nuestra práctica budista y nuestra vida en general, se transformará en una oportunidad para demostrar nuestro supremo potencial.
En otra carta, «Los tres obstáculos y cuatro demonios», el Daishonin enfatiza la importancia de desafiar las dificultades con valor y optimismo en lugar de sucumbir al temor y la desesperación: «No sienta el mínimo temor en su corazón.
Lo que a uno le impide lograr la Budeidad es la falta de valor, aun cuando uno haya profesado la fe en el Sutra de Loto muchas veces, desde hace innumerables kalpas ... ocurre algo inusitado cuando una persona común manifiesta la Budeidad. En ese momento, los tres obstáculos y los cuatro demonios aparecen invariablemente.
...Y los sabios sienten regocijo, mientras que los necios retroceden.
Las dificultades de la vida pueden causar desesperación y sufrimiento; sin embargo, también pueden ser una fuente de esperanza y felicidad. El Daishonin enseña que depende de nosotros decidir lo que haremos con nuestra vida y que la fe valiente, fundamentalmente, nos posibilita derrotar «los tres obstáculos y cuatro demonios» y realizar la más genuina felicidad.
El alegórico rey demonio del Daishonin, a pesar de toda su malicia y maldad, sabe una importante verdad. Él sabe que una sola persona verdaderamente despierta puede reclamar todo su dominio entero y conducir a muchos otros al mismo estado de libertad espiritual. Reconocer este «poder de una sola persona» puede ser una importante lección que podemos aprender del «rey demonio».
(1) Shakra: También conocido como Indra. Junto con Brahma, uno de los dos principales dioses tutelares del Budismo.
Nueva Era. Soka Gakkai de Perú.
Reeditado por México Seikyo.
Si la «ignorancia», los «maestros erróneos» y los «tres obstáculos y cuatro demonios» funcionan para impedir que la gente alcance la Budeidad, entonces, los esfuerzos para superar la ignorancia, buscar al maestro correcto y luchar contra los tres obstáculos y cuatro demonios son el camino para lograr la Budeidad.
El esfuerzo sincero en la fe, práctica y estudio del Budismo de Nichiren Daishonin es el camino más seguro y directo para lograrlo.
Superar la ignorancia y encontrar al Maestro correcto
Cuando el Daishonin se refiere a la «ignorancia de su mente», no está implicando simplemente la ignorancia de la gente acerca del Budismo. Por supuesto, es importante estudiar el Budismo, especialmente las escrituras del Daishonin, de modo que se pueda profundizar y fortalecer la fe mediante la comprensión. Pero solo la acumulación de conocimientos sobre el Budismo no protege contra la clase de «ignorancia» a la que se refiere el Daishonin. Hasta el más erudito de los estudiosos budistas puede caer víctima de las emociones y ser conducido por frivolidades si no está consciente y se esfuerza por hacer emerger el real potencial para la Budeidad que posee toda persona. Esta ignorancia de la mente, entonces, se refiere en realidad a la falta de fe en la esencia real del Budismo.
Los tres obstáculos
Una persona «inevitablemente, ... encontrará los tres obstáculos y cuatro demonios», conforme progrese signicativamente en su práctica. No es cuestión de si surgirán, sino de cuándo surgirán. Lo que importa, en todo caso, es nuestra disposición de enfrentar y vencer todos los impedimentos que se interpongan en nuestro camino hacia la felicidad absoluta. Los «tres obstáculos» son diversas funciones que tratan de impedirnos la práctica del Budismo; surgen de los deseos mundanos, el karma y la retribución, respectivamente.
El Daishonin explica: «El obstáculo de los deseos mundanos son los obstáculos a la práctica que se originan en la furia, la codicia y la estupidez». Algunos pueden abandonar su práctica budista debido a que anteponen el logro de sus deseos inmediatos al Budismo, que conduce a la iluminación fundamental.
En otras palabras, están más interesados con la ganancia a corto plazo que el desarrollo y el beneficio verdadero que es posible alcanzar perseverando en la práctica budista. Con esa actitud, incluso una dificultad relativamente menor puede ocasionar el abandono de la práctica.
Otros pueden renunciar a su fe debido a dejarse llevar por sus emociones –los gustos y disgustos mencionados antes. Esas personas, típicamente, encuentran razones para resentirse con otro practicante, y abandonar su fe para evitar o por rencor hacia esa persona. Estos son ejemplos del «obstáculo de los deseos mundanos».
Respecto al obstáculo del karma, el Daishonin dice que son «los obstáculos que presentan la esposa o los hijos». El obstáculo del karma se refiere a nuestra orientación kármica fundamental que nos desvía del correcto camino del Budismo.
Como lo sugiere el ejemplo del Daishonin, algunos pueden abandonar su práctica simplemente por satisfacer a los miembros de su familia o personas amadas que pueden temer o resentirse con su práctica budista, el tiempo que le toma, o las críticas que puede provocar de la comunidad en general.
El obstáculo de la retribución se refiere a las circunstancias hostiles en las que se nace como retribución kármica por acciones en contra de la Ley Mística en existencias pasadas; se refiere especialmente a los obstáculos causados por figuras de autoridad.
Si los que nacen en una sociedad o comunidad que alberga enemistad hacia el Budismo permiten que sus circunstancias anulen su práctica budista, estarán sucumbiendo al obstáculo de la retribución. A este respecto, el Daishonin dice: El obstáculo de la retribución son «los impedimentos provocados por el soberano o los padres».
Los cuatro demonios
Los «cuatro demonios» es una referencia a las diversas funciones negativas de la vida y el universo –no a seres demoníacos reales. Estas funciones atormentan el cuerpo y la mente de un practicante budista. La palabra sánscrita para demonio, Mara, era traducido al chino como «ladrón de vida», «asesino» y «destructor».
Como lo indican tales traducciones, los demonios en el Budismo pueden ser considerados como metáforas para las funciones destructivas de las vidas de los practicantes budistas en particular, y de la gente en general.
En un sentido, esto es similar al Cristianismo en tanto identifica a Satán con las fuerzas destructivas de la vida y como «un homicida desde el principio».
Específicamente, los «cuatro demonios» se refieren al impedimento de los deseos mundanos, el impedimento de los cinco componentes, el impedimento de la muerte, y el impedimento del rey demonio.
El impedimento de los deseos mundanos indica la función de los deseos e impulsos más bajos de la gente para debilitar su resolución para buscar el Budismo y, así, corromper sus vidas.
Los «cinco componentes» son los cinco elementos físicos y mentales que constituyen nuestra existencia –indican la estructura física y espiritual del ser humano. Nuestro componente físico o fisiológico es llamado «forma», y nuestras funciones mentales incluyen los componentes de «percepción», «concepción», «volición» y «conciencia».
El Budismo explica que esos cinco componentes se unen temporalmente y dan lugar a un ser humano individual. Podemos interpretar el impedimento de los cinco componentes como la desarmonía entre los cinco componentes que crean sufrimiento físico y mental, sofocando la pureza de la condición y oscureciendo la sabiduría innata.
El impedimento de la muerte se refiere a cualquier cosa que funcione para causar la muerte de un practicante budista, y de esa manera impedir su práctica. Sin embargo, podemos definirlo más ampliamente para incluir temor o aprehensión sobre la posibilidad de la propia muerte, o desaliento y duda originada por la muerte de un practicante.
Si tememos o nos desalentamos por la muerte y, como consecuencia, nos confundimos y retrocedemos en la fe, estamos sucumbiendo al impedimento de la muerte.
Ver al «rey demonio» dentro
Las escrituras budistas con frecuencia hacen referencia a seres tales como demonios, diablos, deidades benévolas y dioses.
El Budismo del Daishonin los interpreta como representaciones de las funciones de la vida y el universo.
En este aspecto, el Daishonin dice en «El tratamiento de la enfermedad»: El corazón de la escuela del Loto es la doctrina de los tres mil reinos en un simple momento de vida, que revela que tanto el bien como el mal son inherentes incluso en aquellos que están en la etapa más elevada de la iluminación perfecta.
La naturaleza fundamental de la iluminación se manifiesta como Brahma o Shakra(1) mientras que la oscuridad fundamental se manifiesta como del demonio del sexto cielo.
Las deidades benévolas odian a quienes cometen maldades, y los demonios malvados odian a la gente buena. Aquí, el Daishonin enseña que el bien y el mal –las funciones que afirman y que niegan la vida- son inherentes en todas las personas, incluyendo a los budas. Ignorando esto, algunas personas permiten que su naturaleza que niega la vida se desenfrene y origine miseria tanto para ellas mismas como para los demás.
Los budas, sin embargo, están plenamente conscientes de sus propias potencialidades –tanto buenas como malas.
En lugar de sucumbir ante los deseos destructivos, las vidas de los budas están firmemente enraizadas en su naturaleza que afirma la vida, específicamente en el supremo estado de vida llamado Budeidad, rico en misericordia y sabiduría. Una vez logrado este estado, sin embargo, no persiste simplemente por su cuenta.
Nadie se convierte en buda o se mantiene como tal distraídamente o sin acción. Esto nos dice algo importante acerca de la práctica budista: Budas son aquellos que están conscientes de su oscuridad fundamental innata y que siempre lucha por desafiar sus debilidades. Dicho de otra manera, para revelar nuestra Budeidad innata y convertirla en nuestra base, es preciso que veamos nuestra oscuridad fundamental y luchemos contra ella. Tal como alguien que se preocupa por la formación de su cuerpo no puede continuar haciéndolo sin esforzarse en ello, o como un estudioso no puede seguir siéndolo sin seguir estudiando, un Buda no puede seguir siéndolo sin un esfuerzo continuo y sin observar sus propias debilidades e ignorancia, observar desafiarlas y vencerlas.
La «oscuridad fundamental» que menciona el Daishonin es nuestra ignorancia o escepticismo respecto a la Budeidad dentro de nuestras vidas así como en las vidas de todas las personas. Mientras ignore este supremo potencial universal, la gente tiende a la desesperación en lugar de la esperanza, a la crueldad en lugar de la misericordia, a la estupidez en lugar de la sabiduría, y a la cobardía en lugar del coraje.
La gente que está saturada de su oscuridad fundamental es esencialmente insegura de sí misma, de modo que se inclina por insultar a otros e ignorar la miseria de los demás y hasta deriva satisfacción de ello. De la inseguridad proviene la arrogancia. Una gran inseguridad puede ocasionar una irreprimible urgencia por controlar a otros. Un intenso deseo de control tipifica a quienes actúan como el «rey demonio».
Debe notarse, en el monólogo del rey demonio, que su irritación emana de la potencial pérdida de su control sobre su «dominio». Él teme que la gente conozca su verdadero potencial y confía en sí misma. La gente con confianza en sí misma y que actúa con libertad espiritual hace que el «rey demonio» sienta más profundamente su miseria que emana de su escepticismo en el supremo potencial de la Budeidad. Ellos le recordarán su verdadera debilidad, que encubre con sus ínfulas.
Es por esta razón que el rey demonio se dice a sí mismo: «Esto es lo más irritante. Si permito que esta persona permanezca en mi dominio, no sólo se liberará de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, sino que también conducirá a otros hacia la iluminación. Además, tomará el mando de mi reino y lo transformará en una tierra pura. ¿Qué voy a hacer?».
Lo importante es tener en mente que este «rey demonio » se esconde en las más recónditas profundidades de la vida de todos. Cuando este potencial no es reconocido y pasa a ser dominante, verdaderamente nos convertimos en «pequeños demonios».
Por consiguiente, es importante estar siempre vigilantes de nuestra oscuridad fundamental y no sucumbir a ella. Para luchar contra «el rey demonio» interior, es preciso desarrollar nuestra convicción en la existencia de la Budeidad dentro de nuestra vida y de los demás. Por esto el Daishonin dice: «La ailada espada para cortar la oscuridad fundamental es sólo la fe».
Desafiar la injusticia exterior es revelar la Budeidad interior
El «rey demonio» es a veces llamado «demonio del sexto cielo» porque, se dice, vive en el más elevado de los seis cielos del mundo del deseo. En la antigua cosmología budista india, este cielo más elevado del mundo del deseo estaba asociado con el deseo de explotar a otros por placer propio.
En este sentido, el «rey demonio» simboliza nuestra tendencia a ver a otros seres humanos como medios para gratificar nuestros propios deseos y ansias.
Cuando la gente es deshumanizada y reducida como medios para algún fin puede resultar en grandes sufrimientos –siendo la guerra el más horrendo de los ejemplos–. Por esto el Daishonin era implacable para hablar en contra de la corrupta autoridad religiosa de su época, que trataba de oscurecer la verdad del Budismo contenida en el Sutra del Loto que, fundamentalmente, enseña la libertad espiritual.
Debido a que la «oscuridad fundamental» encuentra expresión en el deseo de controlar a otros por una egoísta gratificación, aquellos que están en posiciones de influencia puede ser especialmente susceptible de funcionar como el «rey demonio». A este respecto, el Daishonin hace que el metafórico rey demonio le diga a sus subordinados: «Ahora vayan y acosen a ese devoto, usando sus respectivas habilidades.
Si no logran hacerlo abandonar su práctica budista, entonces entren en la mente de sus discípulos, de sus protectores y de la gente de esta tierra e intenten así persuadirlo o amenazarlo. Si estos intentos tampoco son exitosos, yo mismo bajaré y entraré en la mente y en el cuerpo de su soberano para perseguir a ese devoto. Juntos, ¿cómo podemos fracasar en impedirle lograr la Budeidad?».
La subordinación como la otra cara de la arrogancia
Es importante notar, sin embargo, que la «oscuridad fundamental» puede, a veces, manifestarse como denigración de sí mismo y una servil obediencia a la autoridad externa. En la superficie, el autócrata dominante y adulador cobarde parecen representar extremos opuestos: desear el control y desear ser controlados.
No obstante, ambas tendencias emanan de la falta de confianza y en la no-creencia en el supremo potencial que tenemos dentro.
La gente que cree que no puede mejorar –que niega su propio potencial- actúa de una de dos maneras. Primero, puede abandonar su poder, sintiendo que no tiene esperanza en controlar su destino y, de esa manera, asigna el control a otro.
Segundo, puede hacerse arrogante. Debido a que en su interior no creen que pueden mejorar, tratan de justificarse convenciéndose a sí mismos y a otros de su grandeza. Tratando de ganar poder sobre otros, evitan observar sus propias limitaciones, que desprecian. Ellos interpretan la deferencia de los demás como una afirmación de su propia grandeza. En realidad, la creación de cualquier sistema tiránico o autoritario requiere de la existencia de ambos tipos de personas. Podemos decir que las tendencias de quienes han sucumbido a su «rey demonio» interior son diferentes sólo en la dirección de la manifestación –el control o el servilismo. Lo que tienen en común en su raíz es una profunda inseguridad y falta de confianza. Sean tiranos o sujetos obsequiosos –ambos han elegido su «oscuridad fundamental» sobre su «naturaleza fundamentalmente iluminada».
Ninguno de los dos es verdaderamente libre.
El Daishonin propagó incesantemente su mensaje acerca de la universalidad de la Budeidad, demostrando ser el verdadero devoto del Sutra de Loto. Respecto a esto, el Daishonin dice: «[A pesar de la interferencia personal del rey demonio del sexto cielo] es debido a que las deidades celestiales vienen en mi ayuda que he sobrevivido incluso en Tatsunokuchi, y también salí a salvo de otras grandes persecuciones. Por el momento, el demonio del sexto cielo debe sentirse desalentado».
La acción conquista la oscuridad fundamental
A través de su propio ejemplo, el Daishonin nos enseña la importancia de hablar sobre la verdad del Budismo desafiando la injusticia para revelar nuestra Budeidad innata.
Nuestras vidas están intrínsecamente dotadas tanto con la «oscuridad fundamental» como de la «iluminación fundamental». Si simplemente no hacemos nada, seremos superados por la oscuridad fundamental.
Para revelar nuestra naturaleza de iluminación fundamental, es preciso que reafirmemos continuamente la existencia de la Budeidad dentro de nosotros y de los demás.
Con propósitos de aclaración, podemos describir esto en cuatro categorías de actividades:
La primera es luchar para reconocer y hacer surgir nuestra propia naturaleza iluminada, orando seria y consistentemente al Gohonzon. Esto incluye siempre los esfuerzos por mejorar nuestra diaria práctica del Gongyo y Daimoku, estableciendo metas claras en nuestras vidas, y orar por lograrlas.
La segunda es hacer esfuerzos para ayudar a otros a hacer lo mismo. Esto significa compartir el gran beneficio y poder del Budismo del Daishonin con otros de modo que ellos también puedan acumular buena fortuna y experiencias de desarrollo personal. También significa apoyar las actividades de la SGI para compartir los ideales humanistas y no violentos del Budismo con la sociedad y el mundo en general.
La tercera es observar dentro de nuestras vidas para identificar las causas de nuestro sufrimiento. Necesitamos reconocer las debilidades o hábitos que nos frenan en nuestra vida diaria y en nuestra fe –las debilidades que surgen de nuestra oscuridad fundamental y esforzarnos para controlarlos. Con este fin, tratamos de exponernos a buenas influencias y aprender buenos ejemplos, lo que puede incluir nuestros esfuerzos en el estudio y la búsqueda de orientación de aquellos que tienen más experiencia en la fe y en la práctica.
Y la cuarta, es desafiar y esforzarse para transformar la oscuridad fundamental de otros –hablando con coraje y convicción para convencer a la gente a no abandonar su poder, a no esclavizarse a la autoridad, exponiendo al mismo tiempo la función del «rey demonio» dentro de la autoridad injusta.
Específicamente, nos ponemos del lado de las personas comunes que están tratando de mejorar sus vidas mediante la práctica budista y señalamos los errores de cualquier persona o poder que busca ahogar o usurpar el derecho de las personas a hacerlo. Esta es la esencia del «espíritu Soka».
Estas cuatro clases de actividad son listadas aquí no para implicar algún orden o aproximación específico.
Pueden coincidir parcialmente y cualquiera de ellos puede tener elementos de los otros.
Este ejemplo intenta expresar nuestra necesidad de desarrollar los aspectos positivos –la iluminación fundamental- dentro de uno y de los demás, y desafiar y superar la negatividad –la oscuridad fundamental- dentro de uno y de los demás.
Cuando nos esforzamos en estas áreas, nos hacemos conscientes de nuestra propia oscuridad fundamental, de manera que podemos desafiarla. Haciéndolo, manifestamos y solidificamos nuestra innata naturaleza iluminada fundamental. Nichiren Daishonin dice: «Yo, Nichiren, he estado consciente de esto desde hace mucho tiempo».
Esto es notable. Debido a que el Daishonin estaba claramente consciente de su propia oscuridad fundamental y de su funcionamiento en los demás, pudo percibir la naturaleza de las persecuciones y superarlas. Aquí, el Daishonin nos enseña que, en tanto nuestra fe en nuestra naturaleza iluminada fundamental sea sólida y nos mantengamos vigilantes contra nuestra oscuridad fundamental, podemos transformar las funciones del «rey demonio» tanto dentro como fuera de nosotros.
Desafiar las dificultades con valor
También el Daishonin dice: «en el momento en que resuelva liberarse de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, y alcance la Budeidad, encontrará los tres obstáculos y cuatro demonios. Esto es tan seguro como que la sombra sigue al cuerpo y los nubarrones acompañan a la lluvia». Si adoptamos la perspectiva del Daishonin sobre las dificultades de la vida, cualquier cosa que parezca frenar nuestra práctica budista y nuestra vida en general, se transformará en una oportunidad para demostrar nuestro supremo potencial.
En otra carta, «Los tres obstáculos y cuatro demonios», el Daishonin enfatiza la importancia de desafiar las dificultades con valor y optimismo en lugar de sucumbir al temor y la desesperación: «No sienta el mínimo temor en su corazón.
Lo que a uno le impide lograr la Budeidad es la falta de valor, aun cuando uno haya profesado la fe en el Sutra de Loto muchas veces, desde hace innumerables kalpas ... ocurre algo inusitado cuando una persona común manifiesta la Budeidad. En ese momento, los tres obstáculos y los cuatro demonios aparecen invariablemente.
...Y los sabios sienten regocijo, mientras que los necios retroceden.
Las dificultades de la vida pueden causar desesperación y sufrimiento; sin embargo, también pueden ser una fuente de esperanza y felicidad. El Daishonin enseña que depende de nosotros decidir lo que haremos con nuestra vida y que la fe valiente, fundamentalmente, nos posibilita derrotar «los tres obstáculos y cuatro demonios» y realizar la más genuina felicidad.
El alegórico rey demonio del Daishonin, a pesar de toda su malicia y maldad, sabe una importante verdad. Él sabe que una sola persona verdaderamente despierta puede reclamar todo su dominio entero y conducir a muchos otros al mismo estado de libertad espiritual. Reconocer este «poder de una sola persona» puede ser una importante lección que podemos aprender del «rey demonio».
(1) Shakra: También conocido como Indra. Junto con Brahma, uno de los dos principales dioses tutelares del Budismo.
Nueva Era. Soka Gakkai de Perú.
Reeditado por México Seikyo.