ALGO MAS SOBRE LA DUDA...
Quien no aspira a una vida de felicidad así, quien busca, codiciosamente, alegrías minúsculas, como ser humano es digno de lástima.
Lograr la Budeidad significa adquirir el estado en el cual uno siempre renace desbordante de fuerza vital, potente y profusa. Así, es posible actuar hasta sentir genuina satisfacción interior, sobre la base de un profundo sentido de misión: así, uno puede lograr todas sus metas y acumular una buena fortuna que nada consiga destruir.
Porque podemos guiar decenas, cientos, miles, decenas de millones de veces nuestras vidas en esta dirección, nuestra felicidad no sabe de fronteras. Quien no aspira a una vida de felicidad así, quien busca, codiciosamente, alegrías minúsculas, como ser humano es digno de lástima.
"Cuanto más se deshacen los apegos y se provoca la duda, mayores son las dificultades que surgen. Ya que estamos 'deshaciéndonos de los apegos y provocando la duda' para mejorar radicalmente la vida de las personas, es imposible que no asomen dificultades tremendas en nuestra lucha. Al mismo tiempo, nuestro trabajo se centra en el mundo entero.
Estamos instrumentando este principio de deshacerse del apego y provocar la duda en el escenario mundial. Mientras difundamos la paz y la cultura, la amistad y la educación, estamos cambiando profundamente las ideas del pueblo sobre el Budismo y sobre el sentido de la vida humana".
Podríamos decir que existen dos tipos de dudas, en tanto obstaculizan o favorecen el desenvolvimiento espiritual:
1. La que surge de la investigación de la Doctrina, e incrementa la sabiduría.
2. La que nace de la ilusión; es la escéptica, y mantiene en la ignorancia.
Sobre la duda se construye el progreso del ser humano. Si el primate, nuestro progenitor, no hubiese dudado de que un pedazo de hueso podía ser usado como arma - pensamiento que, en la película 2001 Odisea en el espacio simboliza la evolución - probablemente, nosotros no estaríamos aquí razonando. Si a Kepler no le hubiesen surgido dudas sobre la exactitud de los cálculos de los movimientos planetarios, estaríamos todavía regocijándonos con la idea de que la tierra, y por ende el Hombre (probablemente también blanco y occidental) fuese el centro del universo.
La duda relativiza, nos permite redimensionar los absolutos, ser más humildes, aceptar las diferencias, abrirnos al diálogo y a las buenas ideas. Hasta aquellas, absolutamente negadas por las apariencias, como el hecho, por ejemplo, de que la suma de los ángulos internos de un triángulo no sea 180 grados, sino algo más o menos, según el tipo de curvatura del espacio.
Se dice muy a menudo, que el filosofo para trabajar necesita papel y lápiz, el científico necesita también de una papelera, justo porque pone en duda sistemáticamente cualquier cosa, verificando la exactitud de los datos basándose en ciertas reglas, listo a emprender nuevos caminos, si el que se ha recorrido no es satisfactorio.
El método critico del estudioso, que se abstiene del aceptar o del formular juicios o verdades sin antes haberlos examinado, y hasta tanto que la prueba evidente no es acertada, es definido "duda metódica", o sea la suspensión voluntaria (o sistemática) de la verdad, comúnmente admitida, para buscar el fundamento, demostrarla, reconocer sus limites, darle su verdadero valor.
Podemos decir que ésta continua verificación esta también en la base del Budismo de Nichiren Daishonin, cuya validez viene comprobada diariamente en la vida de cada creyente. Es lo que comúnmente se define como "espíritu de búsqueda"; son las grandes preguntas las que empujaron a Shakyamuni a indagar sobre las causas del sufrimiento y a llevarlo a fundar una nueva religión.
La duda, fue crucial también en la base del recorrido espiritual de Nichiren, que así se expresó al comienzo del tratado La apertura de los ojos: "¿Por qué los dioses no me asisten? Las varias autoridades guardianas del cielo juraron frente al Buda [de proteger al Devoto del Sutra del Loto]...¿El hecho que no lo hagan, significa probablemente, que yo no soy el Devoto del Sutra del Loto? Esta duda es el punto esencial de este, mi tratado.
Y ya que es de importancia capital para mi vida, lo evidenciaré varias veces y lo profundizaré antes de tratar de contestarles."
Hasta este momento, hemos hablado de construcción, de búsqueda, de profundización. En otras palabras, de una actitud dirigida hacia el futuro. Por lo cual como vimos no podemos considerar a la duda como problema pero si al sentimiento que la genera.
El aspecto negativo de la duda, su función paralizante, es aquella expresada en su misma definición: "Estado de incertidumbre y de perplejidad (de la mente y del espíritu), por el cual no se posee un juicio seguro, una opinión exacta, una decisión convencida, como tampoco se está en condición de creer, conocer, actuar con firmeza, confianza, constancia o satisfacción".
Esta incertidumbre de la mente, incesantemente incluida en las preguntas "Lo habré hecho bien, o, lo habré hecho mal" o "Hago esto o aquello", incapaz de formar juicios y de actuar consecuentemente, podría por ejemplo, ser tomada, desde el punto de vista budista, como un bloqueo en la relación entre el individuo y el ambiente.
La indecisión lleva a la pasividad, a la sumisión, a la insatisfacción. A una vida que se deja vivir, no a una existencia dirigida y consciente. A la parálisis en el presente y al remordimiento del pasado,.
Qué es lo que genera todo esto? Seguramente el temor de cumplir alguna acción sin la garantía del éxito, el miedo de perder, o de equivocarse, pero probablemente también el egoísmo, la arrogancia, la dificultad de aceptar ser cuestionados. En último análisis, la falta de confianza en sí mismo, y por consecuencia, en los demás.
La actitud opuesta, o sea aquella de la absoluta certeza de aquella acción en aquel instante, lleva a resultados admirables. Las crónicas cuentan por ejemplo, de una mujer frágil que logró levantar un camión que había atropellado a su hijo, mientras Nichiren Daishonin del General Tigre de Piedra, que clavó una flecha en una roca confundiéndola por el tigre que había matado a su madre.
Vittorio Zucconi cuenta en su D, el suplemento femenino de la revista La república, la historia de una muchacha que saliendo de un supermercado, fue amenazada por un violador armado con un picahielos. La mujer lo trató amablemente, lo invitó a su casa, le preparó la cena, lo puso a hablar, lo hizo sentirse cómodo y a la final el hombre se hizo llevar a otro sitio, y la dejó libre sin haberla ni siquiera tocado.
Qué hubiese ocurrido, si en vez de mantener esa actitud, ella hubiese, por un momento, prestado oído a su miedo y a las dudas que seguramente se agitaban en su interior?
En una autopista a 130 Kms. por hora explota un caucho. Silencio de ultratumba. Momentos cruciales, en los cuales el chofer logra llevar el auto a salvo al canal de emergencia, ¿Qué hubiese ocurrido si uno o más pasajeros se hubiesen dejado llevar por el pánico?
Las escrituras budistas exhortan a volverse dueños de la propia mente donde "mente" indica el núcleo del ser humano, la totalidad de sus funciones intelectuales y emotivas. En realidad, entonces volverse dueño de sí mismo, construir internamente aquella solidez que Nichiren define "el palacio de la novena conciencia", la Budeidad. Creer en la propia Budeidad, significa creer en sí mismo. Esto es lo que significa la frase: "Ninguna duda equivale a fe".
Es construir también, la conciencia de que esta Budeidad es el sutil hilo, que une cada fenómeno del universo, según el principio de Shojo jisso, "La verdadera entidad de todos los fenómenos", también definido Ichinen Sanzen o "tres mil condiciones en un instante de vida". Esto equivale a creer que, cuanto mayor es nuestra convicción, tanto más fuerte serán los efectos sobre nosotros mismos y sobre el ambiente.
Desconfianza de sí mismo es la peor de las dudas. En cuanto a ésto, Tien-t'ai declara, "La falta de fe en sí mismo significa que usted se menosprecia a sí mismo, pensando que no es merecedor y capaz de poder llevar a cabo la práctica budista."
De esta manera, señala como la desconfianza de nosotros mismos puede prevenirnos en lograr beneficios y puede llevarnos hasta el punto de abandonar nuestra práctica budista.
Lamentablemente, estamos viviendo en una época de escepticismo, en la cual es muy fácil para la gente desconfiar de todo, comenzando con ellos mismos. Mucha gente no tiene confianza en la política, educación, la prensa, religión y hasta la misma raza humana. Esta "lista de desconfianza" sigue creciendo sin límite.
Sin embargo, al tope de dicha lista, está la desconfianza de sí mismo. Así que vemos aquí, un ciclo vicioso: La desconfianza en uno mismo afecta desfavorablemente nuestro ego y auto-estima, lo cual últimamente degrada la sociedad aun más.
Una de las grandes metas del Budismo es eliminar la desconfianza de sí mismo de la faz de la tierra y ayudar a cada individuo establecer una verdadera confianza en sí mismo.
En "La apertura de los ojos", Nichiren Daishonin dice: "Aunque yo y mis discípulos debamos enfrentar diversas dificultades, si no albergamos dudas en nuestro corazón, naturalmente manifestaremos la Budeidad. No duden tan sólo porque el cielo no les brinde su protección.
No se desalienten porque no gozan de una vida fácil y segura en esta existencia. Es lo que vine enseñando a mis discípulos mañana y noche, y sin embargo comienzan a albergar dudas y a abandonar la fe. Los necios tienden a olvidar sus promesas cuando llega el momento crucial".
Dice el Gosho: "El gran maestro Dengyo declaró que el poder del Sutra del Loto le permite a cualquier persona manifestar su propia Budeidad. Lo señaló, porque hasta la hija del Rey Dragón pudo lograr la Budeidad mediante el poder del Sutra del Loto. No dude de esto en absoluto". Como vemos aquí, y en muchos otros escritos, Nichiren Daishonin invariablemente respalda sus argumentos con citas documentales.
Como lo indica el Daishonin al final de esta carta cuando escribe "no dude de esto en lo absoluto", es necesario tener gran convicción y vivir con franca esperanza, tanto de jóvenes como de viejos.
Cuando adquirimos una esperanza radiante, podemos escrutar nuestros sufrimientos del pasado con calma y compostura, podemos comprobar cuántas veces nos ahogamos en una vaso de agua, dando a nuestros obstáculos mucho mayor trascendencia de la que realmente tenían.
Por lo tanto no debemos dudar del poder de la Ley Mística y de que cada persona puede manifestar la iluminación. "Si encontramos tales prodigios aún entre las cosas más simples de este mundo, cuánto más prodigioso será el poder de la Ley Mística!
La vida de los hombres y mujeres comunes está presa en los grilletes del karma negativo, los deseos mundanos y los sufrimientos innatos del nacimiento y de la muerte. Pero debido a los tres potenciales inherentes a la naturaleza de Buda,
-la Budeidad innata, la sabiduría para tomar conciencia de ella y la acción de manifestarla-, nuestra vida puede llegar a revelar, sin ninguna duda, las tres propiedades".
Seguramente, es mucho más fácil reconocer este poder intrínseco de la existencia en los momentos cruciales, donde se trata de vida o de muerte, porque en tales circunstancias, no hay otra alternativa o la posibilidad de postergar. Mucho más difícil, es superar la cotidiana parálisis de la duda y las frecuentes angustias del remordimiento.
Incertidumbres, indecisiones que nos arrastran por meses, años. Que desgastan. Crean insatisfacciones, destruyen la confianza en sí mismo.
Sin actuar, es imposible cambiar, construir la propia autoreforma. El Budismo queda entonces como una filosofía abstracta y no un instrumento práctico para realizarnos nosotros mismos. Una teoría para entender, no un medio para cambiar y para vivir una existencia sin remordimientos.
El Buda no es un ser imaginario ni un ideal ético, sino una existencia real que yace en la profundidad de la vida humana, que comprendió Shakyamuni con su profunda percepción. Nagarjuna dice: "El Buda es el supremo de todos los seres".
El estado de Buda indica el más esplendente estado de la vida o la vida más pura y poderosa.
"Nichiren Daishonin enseña que manifestar la Budeidad no es cuestión de 'convertirse' en un buda sino de 'revelar' el Buda que uno lleva intrínsecamente dentro de su propia vida, es decir, de 'cultivar' la propia condición de Budeidad.
El presidente Toda decía: 'Lograr la Budeidad no significa que uno se convierta en un Buda ni que ande intentándolo. En cambio, quiere decir que uno crea honestamente en las palabras del Daishonin -'un mortal común es un ser supremo' y 'todos los fenómenos manifiestan la verdadera entidad de la vida'- y que tome conciencia de su propia identidad: es decir, que cada uno es un buda que existe desde el remoto pasado y a lo largo del futuro infinito'".
El propósito de la fe consiste en que logremos este estado de felicidad eterna. La nuestra es una existencia fugaz como un sueño. Practicamos la fe para poder despertar de ese sueño y construir firmemente un estado de felicidad eterna en lo profundo de nuestro ser, durante esta existencia. Eso quiere decir 'lograr la Budeidad en esta vida'. Y por eso, tenemos que empeñar todos los esfuerzos posibles en la fe".
Otro nombre con el cual se define la fuerza vital que emana de la entonación de Nam-myoho-rengue-kyo, podría ser aquel de "coraje". Un coraje, una energía que deben transformarse en una iniciativa - que puede expresarse en los tres niveles de pensamientos, palabras y acciones concretas -, un coraje que tendrá su éxito, no porque tenemos alguna garantía de antemano, si no más bien, en la medida en que le damos valor a nuestra oración. Lo que es también, el metro mediante el cual, podemos evaluar la eficacia del camino espiritual que hemos escogido.
Los mortales comunes son, simplemente Budas ilusionados; Budas que tienen que todavía comprender el poder absoluto de sus existencias -su identidad como entidades de Nam-myoho-rengue-kyo- El Daishonin ilustra este punto cuando dice: Si el corazón de las personas es impuro, la tierra en que viven también es impura. Pero que, si el corazón de las personas es puro, su tierra también lo será.
No existen dos tierras que sean una pura y otra impura en sí mismas. La única diferencia yace en el bien o el mal de nuestro corazón. Lo mismo sucede en el caso de un Buda y un hombre común. No se trata de dos entidades separadas. Uno se llama "mortal común" mientras duda de que la Budeidad y su propia vida son una misma cosa; pero una vez que percibe esta verdad, puede llamarse "buda".
Hasta un espejo percudido brilla como una gema, si se pule y se lo lustra. Una mente nublada por las ilusiones que se originan en la oscuridad fundamental de la vida es como un espejo percudido, pero, cuando se la pule, se vuelve clara y refleja la iluminación de la verdad inmutable.
"El hecho de que el buda busque abrir el portal de la sabiduría de Buda (es decir, el estado de Budeidad) a los seres vivientes significa que estos ya poseen la sabiduría de Buda en su propia vida, en forma inherente. La razón por la cual poseen la sabiduría de Buda es que, originariamente, todos son budas, Las palabras de Shakyamuni entrañan, en verdad, la gran declaración de que todos los seres vivientes son dignos de respeto supremo".
Lograr la Budeidad significa adquirir el estado en el cual uno siempre renace desbordante de fuerza vital, potente y profusa. Así, es posible actuar hasta sentir genuina satisfacción interior, sobre la base de un profundo sentido de misión: así, uno puede lograr todas sus metas y acumular una buena fortuna que nada consiga destruir.
Porque podemos guiar decenas, cientos, miles, decenas de millones de veces nuestras vidas en esta dirección, nuestra felicidad no sabe de fronteras. Quien no aspira a una vida de felicidad así, quien busca, codiciosamente, alegrías minúsculas, como ser humano es digno de lástima.
"Cuanto más se deshacen los apegos y se provoca la duda, mayores son las dificultades que surgen. Ya que estamos 'deshaciéndonos de los apegos y provocando la duda' para mejorar radicalmente la vida de las personas, es imposible que no asomen dificultades tremendas en nuestra lucha. Al mismo tiempo, nuestro trabajo se centra en el mundo entero.
Estamos instrumentando este principio de deshacerse del apego y provocar la duda en el escenario mundial. Mientras difundamos la paz y la cultura, la amistad y la educación, estamos cambiando profundamente las ideas del pueblo sobre el Budismo y sobre el sentido de la vida humana".
Podríamos decir que existen dos tipos de dudas, en tanto obstaculizan o favorecen el desenvolvimiento espiritual:
1. La que surge de la investigación de la Doctrina, e incrementa la sabiduría.
2. La que nace de la ilusión; es la escéptica, y mantiene en la ignorancia.
Sobre la duda se construye el progreso del ser humano. Si el primate, nuestro progenitor, no hubiese dudado de que un pedazo de hueso podía ser usado como arma - pensamiento que, en la película 2001 Odisea en el espacio simboliza la evolución - probablemente, nosotros no estaríamos aquí razonando. Si a Kepler no le hubiesen surgido dudas sobre la exactitud de los cálculos de los movimientos planetarios, estaríamos todavía regocijándonos con la idea de que la tierra, y por ende el Hombre (probablemente también blanco y occidental) fuese el centro del universo.
La duda relativiza, nos permite redimensionar los absolutos, ser más humildes, aceptar las diferencias, abrirnos al diálogo y a las buenas ideas. Hasta aquellas, absolutamente negadas por las apariencias, como el hecho, por ejemplo, de que la suma de los ángulos internos de un triángulo no sea 180 grados, sino algo más o menos, según el tipo de curvatura del espacio.
Se dice muy a menudo, que el filosofo para trabajar necesita papel y lápiz, el científico necesita también de una papelera, justo porque pone en duda sistemáticamente cualquier cosa, verificando la exactitud de los datos basándose en ciertas reglas, listo a emprender nuevos caminos, si el que se ha recorrido no es satisfactorio.
El método critico del estudioso, que se abstiene del aceptar o del formular juicios o verdades sin antes haberlos examinado, y hasta tanto que la prueba evidente no es acertada, es definido "duda metódica", o sea la suspensión voluntaria (o sistemática) de la verdad, comúnmente admitida, para buscar el fundamento, demostrarla, reconocer sus limites, darle su verdadero valor.
Podemos decir que ésta continua verificación esta también en la base del Budismo de Nichiren Daishonin, cuya validez viene comprobada diariamente en la vida de cada creyente. Es lo que comúnmente se define como "espíritu de búsqueda"; son las grandes preguntas las que empujaron a Shakyamuni a indagar sobre las causas del sufrimiento y a llevarlo a fundar una nueva religión.
La duda, fue crucial también en la base del recorrido espiritual de Nichiren, que así se expresó al comienzo del tratado La apertura de los ojos: "¿Por qué los dioses no me asisten? Las varias autoridades guardianas del cielo juraron frente al Buda [de proteger al Devoto del Sutra del Loto]...¿El hecho que no lo hagan, significa probablemente, que yo no soy el Devoto del Sutra del Loto? Esta duda es el punto esencial de este, mi tratado.
Y ya que es de importancia capital para mi vida, lo evidenciaré varias veces y lo profundizaré antes de tratar de contestarles."
Hasta este momento, hemos hablado de construcción, de búsqueda, de profundización. En otras palabras, de una actitud dirigida hacia el futuro. Por lo cual como vimos no podemos considerar a la duda como problema pero si al sentimiento que la genera.
El aspecto negativo de la duda, su función paralizante, es aquella expresada en su misma definición: "Estado de incertidumbre y de perplejidad (de la mente y del espíritu), por el cual no se posee un juicio seguro, una opinión exacta, una decisión convencida, como tampoco se está en condición de creer, conocer, actuar con firmeza, confianza, constancia o satisfacción".
Esta incertidumbre de la mente, incesantemente incluida en las preguntas "Lo habré hecho bien, o, lo habré hecho mal" o "Hago esto o aquello", incapaz de formar juicios y de actuar consecuentemente, podría por ejemplo, ser tomada, desde el punto de vista budista, como un bloqueo en la relación entre el individuo y el ambiente.
La indecisión lleva a la pasividad, a la sumisión, a la insatisfacción. A una vida que se deja vivir, no a una existencia dirigida y consciente. A la parálisis en el presente y al remordimiento del pasado,.
Qué es lo que genera todo esto? Seguramente el temor de cumplir alguna acción sin la garantía del éxito, el miedo de perder, o de equivocarse, pero probablemente también el egoísmo, la arrogancia, la dificultad de aceptar ser cuestionados. En último análisis, la falta de confianza en sí mismo, y por consecuencia, en los demás.
La actitud opuesta, o sea aquella de la absoluta certeza de aquella acción en aquel instante, lleva a resultados admirables. Las crónicas cuentan por ejemplo, de una mujer frágil que logró levantar un camión que había atropellado a su hijo, mientras Nichiren Daishonin del General Tigre de Piedra, que clavó una flecha en una roca confundiéndola por el tigre que había matado a su madre.
Vittorio Zucconi cuenta en su D, el suplemento femenino de la revista La república, la historia de una muchacha que saliendo de un supermercado, fue amenazada por un violador armado con un picahielos. La mujer lo trató amablemente, lo invitó a su casa, le preparó la cena, lo puso a hablar, lo hizo sentirse cómodo y a la final el hombre se hizo llevar a otro sitio, y la dejó libre sin haberla ni siquiera tocado.
Qué hubiese ocurrido, si en vez de mantener esa actitud, ella hubiese, por un momento, prestado oído a su miedo y a las dudas que seguramente se agitaban en su interior?
En una autopista a 130 Kms. por hora explota un caucho. Silencio de ultratumba. Momentos cruciales, en los cuales el chofer logra llevar el auto a salvo al canal de emergencia, ¿Qué hubiese ocurrido si uno o más pasajeros se hubiesen dejado llevar por el pánico?
Las escrituras budistas exhortan a volverse dueños de la propia mente donde "mente" indica el núcleo del ser humano, la totalidad de sus funciones intelectuales y emotivas. En realidad, entonces volverse dueño de sí mismo, construir internamente aquella solidez que Nichiren define "el palacio de la novena conciencia", la Budeidad. Creer en la propia Budeidad, significa creer en sí mismo. Esto es lo que significa la frase: "Ninguna duda equivale a fe".
Es construir también, la conciencia de que esta Budeidad es el sutil hilo, que une cada fenómeno del universo, según el principio de Shojo jisso, "La verdadera entidad de todos los fenómenos", también definido Ichinen Sanzen o "tres mil condiciones en un instante de vida". Esto equivale a creer que, cuanto mayor es nuestra convicción, tanto más fuerte serán los efectos sobre nosotros mismos y sobre el ambiente.
Desconfianza de sí mismo es la peor de las dudas. En cuanto a ésto, Tien-t'ai declara, "La falta de fe en sí mismo significa que usted se menosprecia a sí mismo, pensando que no es merecedor y capaz de poder llevar a cabo la práctica budista."
De esta manera, señala como la desconfianza de nosotros mismos puede prevenirnos en lograr beneficios y puede llevarnos hasta el punto de abandonar nuestra práctica budista.
Lamentablemente, estamos viviendo en una época de escepticismo, en la cual es muy fácil para la gente desconfiar de todo, comenzando con ellos mismos. Mucha gente no tiene confianza en la política, educación, la prensa, religión y hasta la misma raza humana. Esta "lista de desconfianza" sigue creciendo sin límite.
Sin embargo, al tope de dicha lista, está la desconfianza de sí mismo. Así que vemos aquí, un ciclo vicioso: La desconfianza en uno mismo afecta desfavorablemente nuestro ego y auto-estima, lo cual últimamente degrada la sociedad aun más.
Una de las grandes metas del Budismo es eliminar la desconfianza de sí mismo de la faz de la tierra y ayudar a cada individuo establecer una verdadera confianza en sí mismo.
En "La apertura de los ojos", Nichiren Daishonin dice: "Aunque yo y mis discípulos debamos enfrentar diversas dificultades, si no albergamos dudas en nuestro corazón, naturalmente manifestaremos la Budeidad. No duden tan sólo porque el cielo no les brinde su protección.
No se desalienten porque no gozan de una vida fácil y segura en esta existencia. Es lo que vine enseñando a mis discípulos mañana y noche, y sin embargo comienzan a albergar dudas y a abandonar la fe. Los necios tienden a olvidar sus promesas cuando llega el momento crucial".
Dice el Gosho: "El gran maestro Dengyo declaró que el poder del Sutra del Loto le permite a cualquier persona manifestar su propia Budeidad. Lo señaló, porque hasta la hija del Rey Dragón pudo lograr la Budeidad mediante el poder del Sutra del Loto. No dude de esto en absoluto". Como vemos aquí, y en muchos otros escritos, Nichiren Daishonin invariablemente respalda sus argumentos con citas documentales.
Como lo indica el Daishonin al final de esta carta cuando escribe "no dude de esto en lo absoluto", es necesario tener gran convicción y vivir con franca esperanza, tanto de jóvenes como de viejos.
Cuando adquirimos una esperanza radiante, podemos escrutar nuestros sufrimientos del pasado con calma y compostura, podemos comprobar cuántas veces nos ahogamos en una vaso de agua, dando a nuestros obstáculos mucho mayor trascendencia de la que realmente tenían.
Por lo tanto no debemos dudar del poder de la Ley Mística y de que cada persona puede manifestar la iluminación. "Si encontramos tales prodigios aún entre las cosas más simples de este mundo, cuánto más prodigioso será el poder de la Ley Mística!
La vida de los hombres y mujeres comunes está presa en los grilletes del karma negativo, los deseos mundanos y los sufrimientos innatos del nacimiento y de la muerte. Pero debido a los tres potenciales inherentes a la naturaleza de Buda,
-la Budeidad innata, la sabiduría para tomar conciencia de ella y la acción de manifestarla-, nuestra vida puede llegar a revelar, sin ninguna duda, las tres propiedades".
Seguramente, es mucho más fácil reconocer este poder intrínseco de la existencia en los momentos cruciales, donde se trata de vida o de muerte, porque en tales circunstancias, no hay otra alternativa o la posibilidad de postergar. Mucho más difícil, es superar la cotidiana parálisis de la duda y las frecuentes angustias del remordimiento.
Incertidumbres, indecisiones que nos arrastran por meses, años. Que desgastan. Crean insatisfacciones, destruyen la confianza en sí mismo.
Sin actuar, es imposible cambiar, construir la propia autoreforma. El Budismo queda entonces como una filosofía abstracta y no un instrumento práctico para realizarnos nosotros mismos. Una teoría para entender, no un medio para cambiar y para vivir una existencia sin remordimientos.
El Buda no es un ser imaginario ni un ideal ético, sino una existencia real que yace en la profundidad de la vida humana, que comprendió Shakyamuni con su profunda percepción. Nagarjuna dice: "El Buda es el supremo de todos los seres".
El estado de Buda indica el más esplendente estado de la vida o la vida más pura y poderosa.
"Nichiren Daishonin enseña que manifestar la Budeidad no es cuestión de 'convertirse' en un buda sino de 'revelar' el Buda que uno lleva intrínsecamente dentro de su propia vida, es decir, de 'cultivar' la propia condición de Budeidad.
El presidente Toda decía: 'Lograr la Budeidad no significa que uno se convierta en un Buda ni que ande intentándolo. En cambio, quiere decir que uno crea honestamente en las palabras del Daishonin -'un mortal común es un ser supremo' y 'todos los fenómenos manifiestan la verdadera entidad de la vida'- y que tome conciencia de su propia identidad: es decir, que cada uno es un buda que existe desde el remoto pasado y a lo largo del futuro infinito'".
El propósito de la fe consiste en que logremos este estado de felicidad eterna. La nuestra es una existencia fugaz como un sueño. Practicamos la fe para poder despertar de ese sueño y construir firmemente un estado de felicidad eterna en lo profundo de nuestro ser, durante esta existencia. Eso quiere decir 'lograr la Budeidad en esta vida'. Y por eso, tenemos que empeñar todos los esfuerzos posibles en la fe".
Otro nombre con el cual se define la fuerza vital que emana de la entonación de Nam-myoho-rengue-kyo, podría ser aquel de "coraje". Un coraje, una energía que deben transformarse en una iniciativa - que puede expresarse en los tres niveles de pensamientos, palabras y acciones concretas -, un coraje que tendrá su éxito, no porque tenemos alguna garantía de antemano, si no más bien, en la medida en que le damos valor a nuestra oración. Lo que es también, el metro mediante el cual, podemos evaluar la eficacia del camino espiritual que hemos escogido.
Los mortales comunes son, simplemente Budas ilusionados; Budas que tienen que todavía comprender el poder absoluto de sus existencias -su identidad como entidades de Nam-myoho-rengue-kyo- El Daishonin ilustra este punto cuando dice: Si el corazón de las personas es impuro, la tierra en que viven también es impura. Pero que, si el corazón de las personas es puro, su tierra también lo será.
No existen dos tierras que sean una pura y otra impura en sí mismas. La única diferencia yace en el bien o el mal de nuestro corazón. Lo mismo sucede en el caso de un Buda y un hombre común. No se trata de dos entidades separadas. Uno se llama "mortal común" mientras duda de que la Budeidad y su propia vida son una misma cosa; pero una vez que percibe esta verdad, puede llamarse "buda".
Hasta un espejo percudido brilla como una gema, si se pule y se lo lustra. Una mente nublada por las ilusiones que se originan en la oscuridad fundamental de la vida es como un espejo percudido, pero, cuando se la pule, se vuelve clara y refleja la iluminación de la verdad inmutable.
"El hecho de que el buda busque abrir el portal de la sabiduría de Buda (es decir, el estado de Budeidad) a los seres vivientes significa que estos ya poseen la sabiduría de Buda en su propia vida, en forma inherente. La razón por la cual poseen la sabiduría de Buda es que, originariamente, todos son budas, Las palabras de Shakyamuni entrañan, en verdad, la gran declaración de que todos los seres vivientes son dignos de respeto supremo".