LAS DIFICULTADES SON EL TRAMPOLIN DE NUESTRO CRECIMIENTO. Desarrollado en la convención de señoras del Han Policromía (2009).
Vivimos unas vidas
fragmentadas y llenas de conflictos. Estamos divididos en decenas de
fracciones; limitados por el miedo, la vergüenza, la culpa, la ira, las
obsesiones y muchas otras emociones.
Cada suceso de esta vida
manifiesta un aspecto de nuestra personalidad, no elaborado y encerrado en
nuestro interior.
El niño resentido, el
abandonado, el traicionado, el vengador. También conviven con ellos el creador,
el emprendedor, el soñador, el alegre, el audaz. Cada uno de ellos, lucha por
manifestarse y ocupar su lugar.
…Y muchas veces, esta
lucha interna hace que no nos podamos entender.
La sensación de ser una
sola persona, es producto de la costumbre, dado que somos una aldea condensada
en un solo paquete de carne y hueso.
¿Por que pasa esto? Por
que no nos podemos integrar?
Para el budismo es
siempre importante mirar dentro de uno mismo, para examinar los propios
sentimientos con respecto a la vida.
Podemos engañar a otros
sobre lo que sentimos, pero no podemos engañarnos a nosotros mismos.
Cuando estamos
atormentados por al angustia sin alivio, vivimos en el infierno.
Si nos sentimos completamente felices por
dentro y por fuera, experimentamos un toque del estado de buda.
Por lo tanto, la principal ocupación del budismo, se basa en
fortalecer nuestra vida interior, dejando de fluctuar entre las emociones que
experimentamos a cada momento.
…La Vida es, instante a
instante.
Cada instante de nuestra
vida abarca tanto al individuo como al ambiente, y este es impredecible.
Ante situaciones que nos
desestabilizan, pretendemos controlar el afuera y buscamos el cambio en el
otro. Pero no podemos controlarlo por más que lo intentemos. Es solamente una
ilusión. Y entonces…. nos frustramos.
Para el budismo, la
persona es como el cuerpo y la sociedad como la sombra.
Cuando el cuerpo se
inclina, lo hace también la sombra.
Esto significa que para
cambiar las situaciones que nos hacen sufrir, tenemos que trabajar en nuestro
interior. Cambiando nosotros, cambia la relación con las personas y nuestras
circunstancias.
La vida es Victoria o
derrota, y cuando nos referimos a este principio, estamos hablando de la
victoria o derrota de nuestro corazón.
La felicidad, depende de
crear una autonomía y no una dependencia, fortaleciendo nuestro estado de vida
interior.
Cuando no podemos ver
con claridad, Que nos enseña este principio?
Que las dificultades son
el trampolín de nuestro crecimiento
¿Por que permanecer
fatigados por el peso de la memoria, permitiendo que el pasado cree el
presente, o que las fantasías, temores y creencias formen las proyecciones del
futuro?
Hemos olvidado que el
presente es el único momento que existe, y vivimos arruinando así cada minuto
de nuestra vida
Cuando algo nos supera,
parecemos como caballos con anteojeras. Nos convertimos en el problema y no
podemos ver las infinitas posibilidades que tenemos para solucionarlo.
Si en cambio, ante cada
adversidad, tomamos la decisión de salir victoriosos, entendiéndola como un
medio para fortalecernos y desarrollarnos, no solamente estaremos avanzando en
el camino de nuestra felicidad, sino generando una influencia positiva en cada
lugar que nos encontremos.
La vida esta llena de
dificultades, pero estas no deberían ser impedimento para nuestra felicidad.
En cada vida existe un
potencial de infinita sabiduría y vitalidad, al que llamamos budeidad.
Cuando despertamos a ese
potencial, descubrimos que este ejerce un poderoso impacto positivo no solo en
nosotros, sino en todo lo que nos rodea. Tomar contacto con nuestra sabiduría
interior, nuestro amor compasivo y nuestra profunda fuerza vital, es lo que nos
permite transformar cada sufrimiento en trampolín para nuestro desarrollo.
Leon Tolstoy dijo: “Sin
sufrimiento, no puede haber crecimiento espiritual. El sufrimiento es también
una condición útil y benéfica para la vida”
Este principio, en el
budismo se lo llama GANKEN O”GO, y significa que nuestros sufrimientos y
dificultades, pueden transformarse en potencial para la felicidad...entonando NAM-MIOHO-RENGUE-KYO.
La vida es impermanencia
y lo que hoy nos parece un sufrimiento imposible de superar, puede ser el motor
que nos impulsa a la felicidad. Depende de nosotros.
Ante situaciones que nos
atraviesan, o que creemos inamovibles, nuestros pensamientos y emociones, harán
que estemos atados por nuestras limitaciones.
Señales contradictorias,
hasta nos hacen dudar acerca de lo que deseamos.
Sin embargo, si antes
que cualquier otra estrategia, comenzamos con la invocación de
NAM-MIOHO-RENGUE-KYO, nuestra práctica producirá oportunidades y soluciones que
jamás hubiésemos pensado con nuestro razonamiento común.
Cambiara nuestro ángulo
de visión, surgirá sabiduría para realizar la acción adecuada y estaremos
plenamente concientes de que somos los protagonistas de nuestra propia
historia.
Somos: El observador, el
observado y el proceso de observar.
Nuestra práctica
consiste no solo en invocar el daimoku, sino invocar y actuar.
Esta es la correcta
relación entre la oración y el esfuerzo en la vida diaria.
PODEMOS ELEGIR. Solo hay
que despertar y darse cuenta. Hagamos
nuestro mejor esfuerzo sin rendirnos jamás.