EL MAESTRO Y EL DISCÍPULO CON UN SOLO CORAZÓN Y PROPÓSITO.
Si hoy puedo ser el devoto del Sutra del Loto y si se habla tanto de mí, en el buen y en el mal sentido, yo, Nichiren, se lo debo sólo a mi difunto maestro Dozen-bo.
Nichiren es como la planta, y mi maestro, como la tierra. [. . .]
La planta de arroz florece y da grano, pero su esencia permanece en la tierra. Por esta razón, el tallo puede volver a florecer y a dar grano. Los beneficios que Nichiren obtiene por propagar el Sutra del Loto regresarán siempre a Dozen-bo.
¡Cuán sublime! Se dice que si un maestro posee un buen discípulo, el fruto de la Budeidad será para ambos, pero si aquel forja un mal discípulo, los dos caerán en el infierno. Si el mentor y el discípulo tienen distintos propósitos, nunca conseguirán nada. (Extracto del Gosho “Florecer y dar grano”)
El propósito de la religión es ayudar al ser humano a ser feliz. Pero aun una enseñanza cuyo propósito original fuera promover la dicha humana puede comenzar a oprimir a los creyentes.Hasta el Sutra del Loto, si se lo explota maliciosamente, puede usarse como una “autoridad” para justificar la discriminación.
¿Qué hace falta para impedir el peligro de que ocurra una distorsión? La relación maestro-discípulo; la herencia que acepta el discípulo por la cual abraza el espíritu resuelto y la fe de su maestro, de guiar a las personas hacia la felicidad.
¿Cuál es el significado de la inseparabilidad de maestro y discípulo dentro del budismo? Físicamente, por supuesto, el maestro y el sucesor son dos entidades distintas. Pero ambas son inseparables en el corazón, en el espíritu, en la postura con la cual uno y otro mantienen y practican la Ley.
Por ende, es importante buscar un maestro que practique correctamente la Ley, y avanzar con el objetivo de compartir ese mismo espíritu del maestro.
Como es bien sabido la relación de maestro-discípulo que se plantea en el budismo nada tiene que ver con una relación de autoritarismo. Una relación que no se basa en la Ley o en el corazón; un lazo en el cual uno sigue ciegamente las órdenes del otro; un vínculo vertical de superior a subordinado, donde uno se dice discípulo, pero sólo formalmente, no constituye el camino auténtico del budismo.
Esta concepción, tan diferente de la occidental, es la que permitió la pervivencia del budismo, y en la Soka Gakkai ha supuesto los cimientos y su desarrollo como organización. Supone un avanzar juntos como compañeros, porque maestro y discípulos comparten los mismos ideales y el mismo espíritu.
Discípulo es el que continúa la fe de su maestro sin ninguna desviación. Lo importante es practicar una fe que se fortalezca más y más, sin caer en la arrogancia.
El mismo Daishonin estableció, por si mismo, un ejemplo de fe cada vez más poderosa y firme. Cuando se fue a vivir al monte Minobu, su vida no fue lo que se dice un retiro descansado y plácido.
Mientras disertaba a varios grupos de discípulos sobre el Sutra del Loto y otros escritos, componía una larga sucesión de tratados y redactaba cartas a sus seguidores, donde volcaba pautas muy detalladas de aliento, específicamente para la situación de cada uno.
Se dice que, durante esos ocho años y cuatro meses que pasó en Minobu, elaboró unas trescientas obras. Esto significa que, en promedio, redactaba un escrito cada diez días. Y entre ellas, hay textos muy largos, como la selección del tiempo” o “Retribución por los favores recibidos.”.
Se cree que, durante ese período, también inscribió casi ciento veinte Gohonzon, contando sólo aquellos que se conservan hasta el día de hoy. Fueron días de esfuerzo apabullante.
En lo más candente de la persecución de Atsuhara (1279), el Daishonin exhortó a sus seguidores: “Fortalezcan su fe día tras día y mes tras mes. Si su determinación se debilita tan sólo un instante, los demonios sacarán ventaja”. Esta es la esencia de la fe.
En el escrito “Sobre Jambudvipa”, el Daishonin incluso pide a sus discípulos que sigan su ejemplo “sin jamás escatimar la vida”. El pasaje dice: “Oro para que mis seguidores sean cachorros de rey león y jamás provoquen las burlas de las jaurías de zorros.
Luchen por exponer los errores de los poderosos adversarios, sin jamás escatimar la vida, tal como lo ha hecho Nichiren desde el infinito pasado hasta el día de hoy. Es sumamente raro encontrar un león rey así.”
Este tipo de exhortaciones son habituales en el Daishonin.
Tener “el mismo espíritu que Nichiren” significa perseverar en la práctica del devoto del Sutra del Loto, como hizo Nichiren Daishonin.
El Buda busca forjar discípulos genuinos, no seguidores que se limiten a orar pasivamente buscando la protección misericordiosa de un ser superior o trascendental. Lo que el Buda anhela son discípulos que luchen activamente a su lado.
Los que sólo esperan ser protegidos por su mentor todavía tienen mucho que comprender, antes de poder llamarse discípulos genuinos. En realidad, uno reúne los requisitos de un verdadero león, de un discípulo auténtico, sólo cuando lucha de la misma manera que su maestro por proteger a sus semejantes.
Un maestro budista es aquel que guía a las personas hacia la Ley y las pone en contacto con ella; les demuestra que la Ley en la cual pueden confiar existe dentro de su propia vida.
Los discípulos se esfuerzan en la práctica budista tomando a su maestro como ejemplo y modelo. Así pues, su forma de vivir les permite ser maestros de su mente.
En otras palabras, para lograr la Budeidad en esta existencia, es imprescindible tener un maestro que encarne la Ley y sea inseparable de ella y enseñe a las personas el inmenso potencial que poseen.
El tercer presidente de la Soka Gakkai, Daisaku Ikeda, tuvo como maestro a Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai. Toda fue un maestro que practicó tal como el Buda indicó, él consagró su existencia a propagar ampliamente el budismo del Daishonin en la era moderna.
Daisaku Ikeda, sobre su maestro Toda expresa: Él hizo de mí lo que hoy soy. El presidente Toda siempre está a mi lado, como mentor espiritual. Aún hoy, día a día y minuto a minuto, mi corazón no deja de dialogar con mi maestro.
Este es el espíritu de inseparabilidad entre maestro y discípulo.
Los que se unen a su mentor espiritual y se esfuerzan en hacer suyo el espíritu y la intención de su maestro son personas que viven basadas en la Ley. El budismo de Nichiren Daishonin es una enseñanza construida sobre la inseparabilidad de maestro y discípulo.
Los primeros tres presidentes de la Soka Gakkai triunfaron unidos, como maestro y discípulo, con un solo corazón y propósito. Sobre esta relación descansa el logro de nuestra Revolución Humana y el Kosen-rufu mundial.
Chou Tun-i, filósofo chino (También llamado Zhou Dunyi; 1017-1073) declaró: “Cuando se establezca la forma de aprender del maestro, aumentará la cantidad de personas de bien”.
Cuando el maestro comparte plenamente con sus discípulos y éstos comprenden y asumen la fuente del deseo del maestro, naturalmente se congregan muchas buenas personas. Así es, precisamente, como ha crecido y avanzado la Soka Gakkai.
Cuando el maestro y el discípulo se unen y emprenden una lucha genuina, la lucha por la paz y felicidad de todas las personas, es posible transformar la sociedad.
http://www.sgi-es.org/civglobal/Gosho_may08.pdf