TENER POCO DINERO. DE "A LA MANERA DE LOS JOVENES" Por Daisaku Ikeda.
Para todo lo que quiero necesito dinero.
¡Y no lo tengo!
Me gustaría que mi familia fuera rica.
Quizás vengas de una familia pobre y sientas frustración porque no puedes comprar lo que quieres. Es posible que a tu familia le cueste pagar la renta y todavía más pagar los caprichos de chicos. Estas situaciones no son poco comunes. Hay mucha gente que cree que el dinero equivale a la felicidad. Pero están equivocados.
Haber nacido en una casa majestuosa no es ninguna garantía de felicidad, del mismo modo que el haber nacido en una choza no condena a nadie al fracaso. El que una persona sea feliz o infeliz no tiene nada que ver con las posesiones materiales que tenga.
Hasta una familia acomodada y aparentemente envidiable puede estar pasándolo mal por problemas graves que desde fuera no se vean. Muchas veces la gente parece feliz, pero pueden estar ocultando una agonía personal. Aunque la gente parezca de un modo por fuera, es difícil saber lo que hay en su corazón.
Así que nunca te avergüences por tu estatus económico. La desgracia es tener un corazón pobre y no vivir honradamente.
Un hombre de negocios famoso en todo el mundo me dijo una vez: "He conseguido fama y riqueza, pero las metas que me fijaba y los logros tenían más sentido cuando era pobre. Tenía objetivos, y mi vida estaba llena de retos. Para recuperar esa sensación de logro, me doy cuenta de que ahora tengo que fijarme un nuevo objetivo: contribuir al bienestar y la felicidad de los demás".
Muchas veces vemos a gente involucrada en batallas desagradables por el dinero, personas que se hunden en la miseria y la depresión si se apaga su popularidad; personas que destrozan sus vidas cuando dejan que la fama y el poder se les suban a la cabeza; y personas que viven en lujosas mansiones donde los miembros de la familia no se soportan unos a otros. A menudo, aquellos que viven en familias aparentemente ideales, adineradas y distinguidas están atados por los formalismos, la tradición y las apariencias. Y demasiadas veces, los jóvenes privilegiados tienen dificultades para fijarse metas y alcanzarlas, ya que tienen aparentemente todas las necesidades cubiertas.
Así que: ¿crees que la riqueza, la fama y el lujo garantizan la felicidad?
La respuesta es rotunda: NO.
Todo depende de cómo lo mires. En lugar de pensar que tienes mala suerte simplemente porque tu familia no tiene mucho dinero o estudios, piensa que es una situación habitual. Verás que esta perspectiva te permitirá desarrollarte como una persona muy humana.
Te darás cuenta de que tus dificultades son el auténtico material que te permitirá forjar un gran corazón y convertirte en una persona profunda y llena de sustancia.
Da la casualidad de que sólo puedes llegar a ser el tipo de persona que entiende los sentimientos de los demás si experimentas dificultades.
Tu dolor y tu pena cultivarán el terreno para que crezca tu ser interior. Y, a partir de ahí, podrá brotar la bella flor de la compasión, y el deseo de trabajar para hacer felices a los demás.
El dinero, la fama y las pertenencias materiales sólo aportan una satisfacción fugaz, lo que puede llamarse una felicidad "relativa". Los practicantes budista aprenden, sin embargo, a establecer las felicidad absoluta transformando sus vida desde adentro. Cuando desarrollamos un estado tan grande y resplandeciente como un magnífico palacio, anda puede minar y destruir nuestra felicidad, independientemente de lo que hagamos o nos encontremos en la vida.
¡Y no lo tengo!
Me gustaría que mi familia fuera rica.
Quizás vengas de una familia pobre y sientas frustración porque no puedes comprar lo que quieres. Es posible que a tu familia le cueste pagar la renta y todavía más pagar los caprichos de chicos. Estas situaciones no son poco comunes. Hay mucha gente que cree que el dinero equivale a la felicidad. Pero están equivocados.
Haber nacido en una casa majestuosa no es ninguna garantía de felicidad, del mismo modo que el haber nacido en una choza no condena a nadie al fracaso. El que una persona sea feliz o infeliz no tiene nada que ver con las posesiones materiales que tenga.
Hasta una familia acomodada y aparentemente envidiable puede estar pasándolo mal por problemas graves que desde fuera no se vean. Muchas veces la gente parece feliz, pero pueden estar ocultando una agonía personal. Aunque la gente parezca de un modo por fuera, es difícil saber lo que hay en su corazón.
Así que nunca te avergüences por tu estatus económico. La desgracia es tener un corazón pobre y no vivir honradamente.
Un hombre de negocios famoso en todo el mundo me dijo una vez: "He conseguido fama y riqueza, pero las metas que me fijaba y los logros tenían más sentido cuando era pobre. Tenía objetivos, y mi vida estaba llena de retos. Para recuperar esa sensación de logro, me doy cuenta de que ahora tengo que fijarme un nuevo objetivo: contribuir al bienestar y la felicidad de los demás".
Muchas veces vemos a gente involucrada en batallas desagradables por el dinero, personas que se hunden en la miseria y la depresión si se apaga su popularidad; personas que destrozan sus vidas cuando dejan que la fama y el poder se les suban a la cabeza; y personas que viven en lujosas mansiones donde los miembros de la familia no se soportan unos a otros. A menudo, aquellos que viven en familias aparentemente ideales, adineradas y distinguidas están atados por los formalismos, la tradición y las apariencias. Y demasiadas veces, los jóvenes privilegiados tienen dificultades para fijarse metas y alcanzarlas, ya que tienen aparentemente todas las necesidades cubiertas.
Así que: ¿crees que la riqueza, la fama y el lujo garantizan la felicidad?
La respuesta es rotunda: NO.
Todo depende de cómo lo mires. En lugar de pensar que tienes mala suerte simplemente porque tu familia no tiene mucho dinero o estudios, piensa que es una situación habitual. Verás que esta perspectiva te permitirá desarrollarte como una persona muy humana.
Te darás cuenta de que tus dificultades son el auténtico material que te permitirá forjar un gran corazón y convertirte en una persona profunda y llena de sustancia.
Da la casualidad de que sólo puedes llegar a ser el tipo de persona que entiende los sentimientos de los demás si experimentas dificultades.
Tu dolor y tu pena cultivarán el terreno para que crezca tu ser interior. Y, a partir de ahí, podrá brotar la bella flor de la compasión, y el deseo de trabajar para hacer felices a los demás.
El dinero, la fama y las pertenencias materiales sólo aportan una satisfacción fugaz, lo que puede llamarse una felicidad "relativa". Los practicantes budista aprenden, sin embargo, a establecer las felicidad absoluta transformando sus vida desde adentro. Cuando desarrollamos un estado tan grande y resplandeciente como un magnífico palacio, anda puede minar y destruir nuestra felicidad, independientemente de lo que hagamos o nos encontremos en la vida.