LAS TRANSCRIPCIONES DEL DAI GOHONZON
Invocar daimoku con fe en el Gohonzon pone de manifiesto el "Nam-myoho-renge-kyo", la Ley de la vida, que existe en nuestro interior.
De este modo, uno fusiona su vida con él. Sólo mediante esta fusión se puede lograr el objetivo de la práctica: la Budeidad.
Nichiren Daishonin enseña que «abrazar el Gohonzon es en sí la iluminación».
Éste es el principio de lograr la Budeidad con nuestra forma presente de mortales comunes.
Todos los Gohonzon individuales, consagrados en los hogares de los creyentes o en los centros comunitarios, derivan del Dai-Gohonzon, que Nichiren Daishonin inscribió el 12 de octubre de 1279.
En otras palabras, son transcripciones del Dai-Gohonzon.
En cualquier lugar en el que uno se halle, si cree en el Gohonzon e invoca sinceramente, puede manifestar la naturaleza de buda.
El Dai-Gohonzon fue inscrito en caracteres chinos por el propio Daishonin.
Que esos caracteres hayan sido escritos por él, tiene un profundo significado, pues expresan la vida interior del fundador, en el momento en que los inscribió.
Así, los propios caracteres se convierten en la expresión de la vida del Daishonin.
De este modo, uno fusiona su vida con él. Sólo mediante esta fusión se puede lograr el objetivo de la práctica: la Budeidad.
Nichiren Daishonin enseña que «abrazar el Gohonzon es en sí la iluminación».
Éste es el principio de lograr la Budeidad con nuestra forma presente de mortales comunes.
Todos los Gohonzon individuales, consagrados en los hogares de los creyentes o en los centros comunitarios, derivan del Dai-Gohonzon, que Nichiren Daishonin inscribió el 12 de octubre de 1279.
En otras palabras, son transcripciones del Dai-Gohonzon.
En cualquier lugar en el que uno se halle, si cree en el Gohonzon e invoca sinceramente, puede manifestar la naturaleza de buda.
El Dai-Gohonzon fue inscrito en caracteres chinos por el propio Daishonin.
Que esos caracteres hayan sido escritos por él, tiene un profundo significado, pues expresan la vida interior del fundador, en el momento en que los inscribió.
Así, los propios caracteres se convierten en la expresión de la vida del Daishonin.