¿PUEDO VENCER? ¡NO... VOY A VENCER! (El logro de la Budeidad en esta existencia, Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 4)
¿En qué estás pensando?
Pues, estaba pensando en cómo hacer para que desaparezca de mi vida esa niebla, a ver si así apunto certeramente. También estaba pensando que, en conjunto, sé lo que no me gusta o no va bien en mi vida, pero lo que no sé es qué puedo hacer para que cambie. Por otro lado, también pienso que debe ser algo bastante obvio lo que he de hacer, porque si las circunstancias de mi vida son un reflejo de mi mismo tendré que cambiar yo mismo. ¡No voy a afeitar o a pintarle los ojos a mi imagen en el espejo! Eso es, sigo pensando, que si en mi conducta hay cosillas que puedo mejorar, pero no lo hago, yo mismo estoy obstaculizando mi propio desarrollo.
Como suele decirse, menos es más; un pequeño detalle que en este preciso instante decida cambiar en mi comportamiento puede ser el detonante que haga resaltar mis habilidades, en definitiva, puede ser el desatascador que despeje mi camino.
Pienso que ya puedo dejar de pensar y empezar a actuar.
¿Qué quieres?
Si contesto a esa pregunta, así de pronto, se me llena la cara con un pedazo de sonrisa.
¡¡¡¿Que qué quiero?!!! Cualquiera se pondría a enumerar un centenar de cosas que parece que no son posibles, que están ahí a la espera de otro momento, de que las circunstancias cambien para poder llevar a cabo una u otra cosa. Pero ¿por qué nos empeñamos en dejar justo lo que queremos a la cola del “más adelante…”? A veces es tan grande el deseo que ni siquiera lo mencionamos.
Un paso que podemos dar para ejecutarlos es comunicar lo que queremos, cuando empezamos a anunciarlo se va dando forma a nuestro deseo, objetivo o proyecto.
Por ejemplo, si se trata de un negocio nuevo y tienes una pequeña idea al compartirla e investigar cómo podrías crearla, la información comienza a caer a raudales, uno te cuenta cómo hizo su primer proyecto, el otro lo que necesitó, el de más allá lo que hizo su amigo... El paso crucial, de todas formas, es empezar a creer que podemos actuar para hacer realidad nuestro objetivo. …Si es que al final, cuando comienza la acción ya se está abriendo una puerta.
¿Desde qué estado estás mirando la vida?
El lugar desde donde miramos la realidad influye determinantemente en el concepto que de ella nos forjamos, ya se trate de un cuadro, un monumento, o un acontecimiento de la vida. Hablamos de ver o mirar las cosas desde esta o aquella perspectiva, para así poder apreciar mejor el arte del artista o para concluir afirmando que el vaso está medio lleno o medio vacío.
Situarnos en el mejor lugar físico para disfrutar de la mejor vista es bastante fácil, pero para mantenernos el mayor tiempo posible en ese óptimo lugar de nuestro interior desde el cual podemos descubrir, no sólo nuestros errores, sino también, nuestras habilidades y aptitudes, necesitamos estar un poco más alerta, para que la niebla de la duda o de nuestros miedos no nos haga perder de vista nuestros objetivos y esperanzas.
Pero si nos esforzamos en mantener nuestra determinación de vencer, pondremos en juego todas nuestras habilidades, aún aquellas que no sabemos que poseemos y de manera consciente o no, empezaremos a introducir pequeños cambios en nuestro actuar, pequeños cambios que harán posible que podamos encontrar oportunidades hasta ahora para nosotros invisibles.
¿Solo piensas en ti o también en los demás?
La doctrina expuesta por el Sutra del loto es una filosofía suprema de autorreflexión y de igualdad ya que no nos permite creernos especiales. Es una filosofía que expone directamente la dignidad de todas las personas.
Pensar en uno mismo pensando en los demás y pensar en los demás pensando en uno mismo sería un buen punto de partida. Esta idea se asemeja a algo circular, una reciprocidad que va intrínseca, unida una cosa a otra, como inseparable. Es igual que cuando se habla de alentar a una persona, de dar ánimo y dar la mano para levantarse. ¿Cuántas veces el alentador es el alentado?
Tres mil aspectos de vida en un solo instante, es mucha relatividad
Hay tantos hechos y acontecimientos como personas para interpretarlos, y es que incluso en un pequeño instante, puede optarse por cualquiera de las miles de opciones, reacciones o elecciones, tan determinantes en nuestro camino.
Pero de lo que si no hay duda, es que sólo se llega a la victoria en la medida de se actúe con determinación, con coraje y perseverancia en el tiempo, porque quién se esfuerza evitando el estancamiento y las lamentaciones, superando en el trayecto cada una de las dificultades, es el que finalmente logra dar en el clavo, manifestándose así un desenlace feliz y productivo.
Hay que preguntarse entonces: ¿puedo vencer? o -es que quiero- ¿voy a vencer?.
Pero si además, ya no se actúa pensando solo en sí mismo, sino en los demás, pues lógico que los beneficios alcanzan a muchos, llegando a ser como aquellos humanos que parecen adelantados a su época, los que luego la historia incluso califica como visionarios y líderes mundiales, porque aun partiendo con el mismo potencial que no es común a todos, tan sólo hicieron la gran diferencia, porque fervientemente desearon ir un poco más allá: Ghandi, Ikeda, Mandela, Luther King…
Hoy, mañana o ¿cuándo has dicho que era?
El sociólogo Zygmunt Bauman afirma que hoy la percepción del presente viene valorada en función de lo que llega después, y por ello, cualquier valor tenga el momento presente, sólo se le considera –y valora – en su función de acercarnos a ‘algo’ de más valor que vendrá después, en algún momento. Pero esta manera de percibir el momento presente nos hace débiles, porque para decirlo con palabras sencillas, no estamos a lo que estamos.
El budismo asigna un enorme valor al momento presente ya que tanto el futuro como el pasado dependen de lo que hagamos aquí y ahora mismo. Cada momento, cada instante (ichinen) es una oportunidad de cambiar el sentido de la realidad (sanzen), tanto lo que hemos vivido como lo que vamos a vivir. El cambio, el éxito en liberarnos de cargas que nos impiden ser plenamente personas libres, se juega ahora, a cada momento, en este preciso instante en que estás leyendo estas palabras, y no después, no en otro tiempo. A veces por miedo aplazamos decisiones, acciones, nuestro propio derecho a ser felices. Pero muchas otras veces lo hacemos porque hemos crecido en una cultura que ensalza la idea del peregrinaje, del largo viaje, de tener que llevar a cabo todo un proceso, o toda una penitencia.
Imagínate si mientras estás yendo de aquí a allí estuvieras todo el rato dudando: ¿voy, no voy, voy no voy? Darías un paso adelante y otro atrás y así te quedarías exactamente en el mismo lugar, eso sí gastando mucha energía para nada.
El budismo nos explica que, aunque la realización de un viaje o un proyecto pueda llevar un tiempo, iniciarlo depende de una decisión, de una determinación que tomamos en un instante y que mantenemos firme y viva todo el tiempo.
Gosho
“Cuando examinamos nuestra mente en cualquier instante, no percibimos en ella forma o color alguno que nos permitan confirmar su existencia.]
[...]
Y sin embargo, tampoco podemos decir que no exista, ya que en forma constante nos surgen pensamientos dispares.
[...]
Si entendemos que nuestra vida, en este momento, es myo, también entenderemos que nuestra vida, en otro momento, es la Ley mística.
Pues, estaba pensando en cómo hacer para que desaparezca de mi vida esa niebla, a ver si así apunto certeramente. También estaba pensando que, en conjunto, sé lo que no me gusta o no va bien en mi vida, pero lo que no sé es qué puedo hacer para que cambie. Por otro lado, también pienso que debe ser algo bastante obvio lo que he de hacer, porque si las circunstancias de mi vida son un reflejo de mi mismo tendré que cambiar yo mismo. ¡No voy a afeitar o a pintarle los ojos a mi imagen en el espejo! Eso es, sigo pensando, que si en mi conducta hay cosillas que puedo mejorar, pero no lo hago, yo mismo estoy obstaculizando mi propio desarrollo.
Como suele decirse, menos es más; un pequeño detalle que en este preciso instante decida cambiar en mi comportamiento puede ser el detonante que haga resaltar mis habilidades, en definitiva, puede ser el desatascador que despeje mi camino.
Pienso que ya puedo dejar de pensar y empezar a actuar.
¿Qué quieres?
Si contesto a esa pregunta, así de pronto, se me llena la cara con un pedazo de sonrisa.
¡¡¡¿Que qué quiero?!!! Cualquiera se pondría a enumerar un centenar de cosas que parece que no son posibles, que están ahí a la espera de otro momento, de que las circunstancias cambien para poder llevar a cabo una u otra cosa. Pero ¿por qué nos empeñamos en dejar justo lo que queremos a la cola del “más adelante…”? A veces es tan grande el deseo que ni siquiera lo mencionamos.
Un paso que podemos dar para ejecutarlos es comunicar lo que queremos, cuando empezamos a anunciarlo se va dando forma a nuestro deseo, objetivo o proyecto.
Por ejemplo, si se trata de un negocio nuevo y tienes una pequeña idea al compartirla e investigar cómo podrías crearla, la información comienza a caer a raudales, uno te cuenta cómo hizo su primer proyecto, el otro lo que necesitó, el de más allá lo que hizo su amigo... El paso crucial, de todas formas, es empezar a creer que podemos actuar para hacer realidad nuestro objetivo. …Si es que al final, cuando comienza la acción ya se está abriendo una puerta.
¿Desde qué estado estás mirando la vida?
El lugar desde donde miramos la realidad influye determinantemente en el concepto que de ella nos forjamos, ya se trate de un cuadro, un monumento, o un acontecimiento de la vida. Hablamos de ver o mirar las cosas desde esta o aquella perspectiva, para así poder apreciar mejor el arte del artista o para concluir afirmando que el vaso está medio lleno o medio vacío.
Situarnos en el mejor lugar físico para disfrutar de la mejor vista es bastante fácil, pero para mantenernos el mayor tiempo posible en ese óptimo lugar de nuestro interior desde el cual podemos descubrir, no sólo nuestros errores, sino también, nuestras habilidades y aptitudes, necesitamos estar un poco más alerta, para que la niebla de la duda o de nuestros miedos no nos haga perder de vista nuestros objetivos y esperanzas.
Pero si nos esforzamos en mantener nuestra determinación de vencer, pondremos en juego todas nuestras habilidades, aún aquellas que no sabemos que poseemos y de manera consciente o no, empezaremos a introducir pequeños cambios en nuestro actuar, pequeños cambios que harán posible que podamos encontrar oportunidades hasta ahora para nosotros invisibles.
¿Solo piensas en ti o también en los demás?
La doctrina expuesta por el Sutra del loto es una filosofía suprema de autorreflexión y de igualdad ya que no nos permite creernos especiales. Es una filosofía que expone directamente la dignidad de todas las personas.
Pensar en uno mismo pensando en los demás y pensar en los demás pensando en uno mismo sería un buen punto de partida. Esta idea se asemeja a algo circular, una reciprocidad que va intrínseca, unida una cosa a otra, como inseparable. Es igual que cuando se habla de alentar a una persona, de dar ánimo y dar la mano para levantarse. ¿Cuántas veces el alentador es el alentado?
Tres mil aspectos de vida en un solo instante, es mucha relatividad
Hay tantos hechos y acontecimientos como personas para interpretarlos, y es que incluso en un pequeño instante, puede optarse por cualquiera de las miles de opciones, reacciones o elecciones, tan determinantes en nuestro camino.
Pero de lo que si no hay duda, es que sólo se llega a la victoria en la medida de se actúe con determinación, con coraje y perseverancia en el tiempo, porque quién se esfuerza evitando el estancamiento y las lamentaciones, superando en el trayecto cada una de las dificultades, es el que finalmente logra dar en el clavo, manifestándose así un desenlace feliz y productivo.
Hay que preguntarse entonces: ¿puedo vencer? o -es que quiero- ¿voy a vencer?.
Pero si además, ya no se actúa pensando solo en sí mismo, sino en los demás, pues lógico que los beneficios alcanzan a muchos, llegando a ser como aquellos humanos que parecen adelantados a su época, los que luego la historia incluso califica como visionarios y líderes mundiales, porque aun partiendo con el mismo potencial que no es común a todos, tan sólo hicieron la gran diferencia, porque fervientemente desearon ir un poco más allá: Ghandi, Ikeda, Mandela, Luther King…
Hoy, mañana o ¿cuándo has dicho que era?
El sociólogo Zygmunt Bauman afirma que hoy la percepción del presente viene valorada en función de lo que llega después, y por ello, cualquier valor tenga el momento presente, sólo se le considera –y valora – en su función de acercarnos a ‘algo’ de más valor que vendrá después, en algún momento. Pero esta manera de percibir el momento presente nos hace débiles, porque para decirlo con palabras sencillas, no estamos a lo que estamos.
El budismo asigna un enorme valor al momento presente ya que tanto el futuro como el pasado dependen de lo que hagamos aquí y ahora mismo. Cada momento, cada instante (ichinen) es una oportunidad de cambiar el sentido de la realidad (sanzen), tanto lo que hemos vivido como lo que vamos a vivir. El cambio, el éxito en liberarnos de cargas que nos impiden ser plenamente personas libres, se juega ahora, a cada momento, en este preciso instante en que estás leyendo estas palabras, y no después, no en otro tiempo. A veces por miedo aplazamos decisiones, acciones, nuestro propio derecho a ser felices. Pero muchas otras veces lo hacemos porque hemos crecido en una cultura que ensalza la idea del peregrinaje, del largo viaje, de tener que llevar a cabo todo un proceso, o toda una penitencia.
Imagínate si mientras estás yendo de aquí a allí estuvieras todo el rato dudando: ¿voy, no voy, voy no voy? Darías un paso adelante y otro atrás y así te quedarías exactamente en el mismo lugar, eso sí gastando mucha energía para nada.
El budismo nos explica que, aunque la realización de un viaje o un proyecto pueda llevar un tiempo, iniciarlo depende de una decisión, de una determinación que tomamos en un instante y que mantenemos firme y viva todo el tiempo.
Gosho
“Cuando examinamos nuestra mente en cualquier instante, no percibimos en ella forma o color alguno que nos permitan confirmar su existencia.]
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Y sin embargo, tampoco podemos decir que no exista, ya que en forma constante nos surgen pensamientos dispares.
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Si entendemos que nuestra vida, en este momento, es myo, también entenderemos que nuestra vida, en otro momento, es la Ley mística.