DIVULGANDO EL BUDISMO DE NICHIREN DAISHONIN EN OCCIDENTE. Por Richard Causton director de la Soka Gakkai Británica. CAPITULO 4: ENTRE EXISTENCIA Y NO EXISTENCIA.
Temas desarrollados: ENTRE EXISTENCIA Y NO EXISTENCIA. LAS TRANSFORMACIONES DEL MUNDO FÍSICO. EN LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA.
ENTRE EXISTENCIA Y NO EXISTENCIA.
La existencia humana se expresa de lleno sólo cuando utiliza creativamente tanto los aspectos físicos como aquellos espirituales. Esta armonía se logra siguiendo el camino de la Vía del medio (chudo) que reúne y armoniza ke, la existencia temporal y material, y ku, el aspecto espiritual. Comprender que la existencia del mundo físico es sólo un fenómeno temporal es intuitivamente difícil, a pesar de que este concepto es confirmado cada vez más por los descubrimientos científicos, comenzando por aquellos hechos por la física atómica a comienzos del 1900.
Reflexionando sobre los principios budistas, nos damos cuenta del hecho de que tanto los individuos como las sociedades tienden a privilegiar o el aspecto material de la vida, o el espiritual, o sea ke o ku. Según el Budismo esto implica una visión distorsionada de la realidad, que inevitablemente conduce al sufrimiento. De hecho la existencia humana se vuelve armoniosa sólo cuando utiliza creativamente tanto los aspectos físicos como aquellos espirituales, creatividad y armonía que podemos conquistar siguiendo el recorrido de la Vía del medio (chudo), que fusiona y armoniza ke y ku y que corresponde a la realidad última de la vida: Nam-Myoho-Rengue-kyo. Si comparáramos ke y ku a dos caballos amarrados a un carro, chu sería entonces el conductor, que garantiza el progreso y la seguridad de la carrera obstaculizando la tendencia del caballo más fuerte, el cual tiende a halar el carro hacia su lado.
Estando así las cosas, sería lógico preguntarse si todo esto no estaba ya contenido en aquella vieja idea de la "justa mitad" de Aristóteles, según la cual, como explica Bertrand Russel, “cada virtud es la mitad entre dos extremos, cada uno de los cuales es un vicio”.
Sin embargo, el concepto de la Vía del medio, así como lo aclara el Daishonin, es mucho más profundo de la "justa mitad" de Aristóteles, pero para entenderlo hay que saber antes que nada, que el término Vía del medio ha sido usado en muchos y diferentes sentidos desde la época de Shakyamuni en adelante. Comúnmente, eso se refiere a todo lo que "transciende" dos maneras de ver unilaterales o contrastantes. Debemos, sin embargo, poner cuidado en no confundirlo con la idea del compromiso, el acuerdo que nace de recíprocas concesiones, así como tampoco con la posibilidad de recorrer aquel camino que se desenvuelve entre dos opuestos: la Vía del medio budista suma siempre una tercera perspectiva a las otras dos.
Aclarado su significado esencial, podemos ahora recorrer la evolución del concepto de Vía del medio dentro del pensamiento budista. Una de las primeras enseñanzas de Shakyamuni, por ejemplo, afirmaba que la iluminación no reside en una existencia dedicada al placer ni a la austeridad espiritual, sino más bien, en la Vía del medio entre estos dos extremos. Declarando que para lograrla, era necesario recorrer los ocho senderos, o sea seguir ocho reglas de comportamiento: recta visión, recto pensamiento, recta palabra, recta acción, recta vida, recto esfuerzo, recto recuerdo, recta concentración.
Esta interpretación de la Vía del Medio es la que más se acerca a la "justa mitad" de Aristóteles y a la idea de "moderación en cada cosa", y muy a menudo la cultura occidental la identifica con la ortodoxia de la doctrina budista. Sin embargo es necesario saber que Shakyamuni enseño este concepto con el único fin de aumentar la conciencia de las personas y prepararlas para sus enseñanzas mas profundas, el Sutra del Loto, y que los estudiosos que le siguieron desarrollaron este conocimiento basándose tanto en el Sutra del Loto como en otros sutras.
Nagarjuna, estudioso budista que vivió en la India entre el 150 y el 250 d.c., enseñaba que la Vía del medio es aquello que ni nace ni muere, y que transciende los conceptos de existencia y no-existencia. El desarrollo el concepto de ku: según Nagarjuna, ku era la verdadera naturaleza de cada cosa, lo que él llamaba la Vía del medio.
Más adelante T'ien-t'ai profundizó los estudios de Nagarjuna, y afirmó que la verdadera naturaleza de cada cosa no es ku, ni tampoco ke, si no más bien aquella Vía del medio que posee las características de ambas y que él definió chu. Ahondando aun más en la teoría de T'ien-t'ai, finalmente Nichiren Daishonin identificó chu con la gran pura Ley de Nam-Myoho-Rengue-kyo, la verdad esencial que sustenta cada cosa y que corresponde a la verdadera naturaleza de la vida de los comunes mortales. Como él declara: “La vida es verdaderamente una realidad insondable, que transciende las palabras y los conceptos de existencia y de no-existencia, sin embargo exhibe las cualidades de ambas; es la realidad mística de la Vía del medio que a su vez es la realidad de todas las cosas. Myo es el nombre de esta misteriosa naturaleza de la vida y Ho el de sus manifestaciones” (Las escrituras de Nichiren Daishonin, vol., IV, p.5).
Esta larga y difícil deliberación filosófica podría parecer un tanto exagerada, sin embargo se trata de algo muy importante. Llegando a definir la Vía del Medio como Nam-Myoho-Rengue-kyo, Nichiren Daishonin pudo explicar como, entonando esta frase, es posible revitalizar y armonizar los aspectos físicos y espirituales de la vida, a tal punto que se puede eliminar, una enfermedad o una ira incontrolable e inclusive influenciar el propio ambiente. Regresando por un momento a la metáfora de los dos caballos que arrastran el carro, Nam-Myoho-Rengue-kyo equivale al conductor, chu; entonces la entonación de esta frase nos suministra la energía y la sabiduría necesarias para gobernar "nuestros caballos" de ke y ku para que se dirijan en la dirección correcta. Para entender como a través de la entonación de Nam-Myoho-Rengue-kyo se puede lograr tal resultado, debemos examinar otra vez el concepto de ketai, la verdad de la existencia temporal, y el de Kutai, la verdad de lo no sustancial.
LAS TRANSFORMACIONES DEL MUNDO FÍSICO
Como hemos dicho anteriormente, ke se refiere al aspecto físico de la vida. Por lo que concierne a los seres humanos, fundamentalmente indica el cuerpo. En términos mas generales, ke abarca tanto las cosas que pueden ser percibida por los sentidos, como aquellas que, a pesar de no poder ser percibidas directamente por nuestros sentidos, pueden ser captadas con otros instrumentos. Pensemos, por ejemplo, a los rayos infrarrojos o ultravioletas, a las ondas radio, a los microbios, a los planetas en la frontera del sistema solar, etc. En otras palabras, todo lo que puede ser definido y medido cuantitativamente pertenece al reino de ke.
Ke significa también "existencia temporánea" porque cada existencia física, desde la más pequeña partícula atómica hasta el universo entero, recorre, según el Budismo, un idéntico ciclo de nacimiento, crecimiento, envejecimiento y muerte. Por ende cada existencia física es simplemente un fenómeno temporal. En el pensamiento Budista esta realidad asume un rol central, como se desprende de una de las ultimas afirmaciones de Shakyamuni: “La decadencia es implícita en cada creación”.
La única variable de este ciclo es la duración. La vida de una partícula atómica, por ejemplo, es infinitamente corta(cerca de un mil millonésimo de segundo), la de un ser humano varia considerablemente, sin embargo raramente supera los cien años, mientras que la duración de la vida del universo es inconcebiblemente larga. Si el universo entero sigue o no el mismo ciclo de nacimiento y muerte del cual habla el Budismo es tema de intensas análisis científicas. La mayoría de los astrónomos están de acuerdo con la idea expresada por George Gamow y por otros en los años cuarenta, según la cual el universo tuvo origen cerca de diez o veinte mil millones de años atrás con el Big Bang, o sea, cuando una concentración infinitamente pequeña pero infinitamente densa de "algo" explotó, creando materia, tiempo y espacio en un solo instante.
Independientemente de lo que haya ocurrido y de que material estuviera formado el universo antes del Big Bang eso queda un misterio, y muchos físicos podrían objetar que las preguntas no tienen sentido. Hasta el día de hoy (1978), por lo general todavía los científicos concuerdan en que el universo efectivamente se esta expandiendo según la teoría del Big Bang, tanto es así que los astrónomos se preguntan si continuara expandiéndose a lo infinito o si, en el futuro, llegará al limite de la expansión y se detendrá, o si empezará a contraerse, para volver a expenderse otra vez, probablemente en un lejano porvenir. Esta última hipótesis concuerda con el pensamiento budista, porque de ese modo el universo mismo seguiría aquel ritmo continuo de Myoho, que el Budismo reconoce en todos sus componentes.
Los astrónomos contemporáneos revelan que continuamente nacen cuerpos grandes como estrellas mientras que otros mueren: seria suficiente mencionar el ejemplo de la nueva estrella T-Tauri o de aquella estrella que, explotando, conformó la formación de la Nebulosa del Cangrejo, las dos en la constelación del Toro. Pareciera ilógico, entonces, suponer que el universo entero sea una excepción a esta regla, y por ende podrían existir muchos universos. De todos modos, considerando que los cálculos efectuados hasta el día de hoy no prevén que la muerte de nuestro universo pueda ocurrir antes de un indefinido numero de miles de millones de años, es muy probable que el argumento continúe siendo objeto de análisis por mucho tiempo.
De todos modos, a pesar de lo que pueda ocurrir a escala universal, el ciclo de formación, maduración, declino y desintegración implica el hecho de que el mundo físico esté sometido a continuas transformaciones, así como en el mundo interior de cada ser humano, se alternan continuamente, aun coexistiendo, los diez mundos. En este sentido es que el Budismo considera cada existencia como temporal. Hasta las células de nuestro cuerpo se renuevan totalmente (a excepción del cerebro y de los dientes), a tal punto que, desde el punto de vista físico, se puede decir que al transcurrir un cierto numero de años ya no somos la misma persona. A pesar de comprender la continua evolución del universo, algunos podrían sin embargo, no aceptar la idea de que también la materia inanimada esta sujeta a mutación.
Las mesas y las sillas, por ejemplo, a pesar de desgastarse, no desaparecen de golpe ni se transforman en alguna otra cosa: siguen permaneciendo como mesas y sillas. Aunque dictada por el sentido común, sin embargo, esta concepción parcial de la esencia de la materia limita la comprensión de la totalidad de la vida. El principio Budista de la existencia temporánea del mundo físico está además sustentado por los descubrimientos de los pioneros de la física atómica del comienzo del siglo, Albert Einstein, Niels Bohr, Max Born, Werner Heisenberg y otros.
De echo, después de haber dividido el átomo en partículas cada vez más pequeñas tras la búsqueda del origen de la materia, ellos se dieron cuenta, con gran sorpresa, de que ese mundo aparentemente tan estable estaba de hecho compuesto por partículas que se comportaban de una manera extremadamente contradictoria, y que hasta llegaban a aparecer y desaparecer sin una explicación. Por ende el mundo sub-atómico se presenta tan inestable que, para los físicos, es muy difícil poderlo describir con un mínimo de precisión, ya que para poder ser preciso se necesitan algunos puntos fijos de referencia. Interpretando este problema a la luz del Budismo podríamos concluir que, mientras estos y otros brillantes científicos estaban en la búsqueda de esta "cosa" que constituye la base del mundo físico (ke), sus experimentos los condujeron a enfrentarse a ku, la verdad de lo no substancial.
Como dijo Max Born hace muchos años: “Ahora estoy convencido de que la física teórica es pura filosofía”.
EN LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA
Sabemos que ku se refiere a los aspectos "invisibles" o "espirituales" de la vida, a lo que podríamos llamar la esencia de las cosas. Tal como lo demuestran diferentes ejemplos (las flores "escondidas" en los cerezos, la ira que "duerme" en alguna parte de nosotros...), no es existencia ni no-existencia.
Comprender el concepto de ku es difícil porque tratamos de aplicarle los criterios de evaluación que usamos para el mundo de ke.
Tomemos, por ejemplo, las dimensiones de espacio y de tiempo. La teoría de la relatividad de Einstein demostró que estas ultimas no tienen valores absolutos, si no mas bien que cambian la una en relación con la otra. Nuestro uso diario de los conceptos de espacio y de tiempo, aunque por lo general son valido para la vida en este planeta, ya no lo serian, por ejemplo, si nos encontráramos viajando a la velocidad de la luz.
Este conocimiento seguramente ha cambiado profundamente nuestra noción del universo, pero ni siquiera la teoría de la relatividad es suficiente para comprender ku. Cuando dormimos, por ejemplo, perdemos el sentido del tiempo. Los sueños de hecho son experiencias subjetivas de ku, a las cuales no pueden ser aplicadas las normas del "concreto" mundo de ke. Sin embargo a pesar de que sus relaciones con la vida consciente son, a menudo, muy tenues, nuestros sueños son experiencias reales, porque dejan una marca en nosotros... En otras palabras: ku es "real" cuanto ke, pero es real de una manera diferente, "no-substancial".
Por ende ningún fenómeno al mundo puede ser totalmente comprendido, a través de nuestro concepto de la existencia. Hasta la relación que permite a las moléculas, a los átomos o a los núcleos de existir es algo que no entra en la categoría de la existencia tangible. Este es el significado del concepto de lo no-sustancial (ku). Todos los fenómenos están constituidos por elementos carentes de una sustancia propia y unidos por una relación también carente de sustancia. Las cosas entonces, en el estado de existencia temporal (ke), nos aparecen como fenómenos transitorios y en constante evolución.
A pesar de eso, cuando se habla de lo no-sustancial de las cosas, no se pretende afirmar que "nada existe en realidad", mas bien que nada existe de forma independiente, ya que cada cosa existe en virtud de su relación con otras cosas, según el concepto budista del "origen dependiente". Por consecuencia, hasta la esencia de los fenómenos físicos trasciende los conceptos de existencia y no-existencia.
Los estudios de Nagarjuna sobre el pensamiento mahayana se concluyeron, hace 1800 años, justamente con la afirmación de que la naturaleza de todos los fenómenos es lo no-sustancial. Hoy en día también la física teórica se esta acercando a esta interpretación. Sin embargo, para poder proceder más allá en el conocimiento de la realidad, es necesario analizar la naturaleza de chu, que Nichiren Daishonin compara a Myo, la naturaleza mística de la vida que transciende la comprensión racional.
A esta altura podemos afirmar que todas las teorías y los experimentos científicos, pasados y presentes, sobre el átomo, se relacionan con Ho (lo que se puede ver), o por decirlo mejor, la manera en que Myo (lo que no se puede ver) se manifiesta asumiendo la forma de protón, neutrón, electrón o cualquiera otra partícula que compone el átomo.
Aquí, como admitió Max Born, entramos en el reino de la filosofía o (tendría que haber dicho) de la religión. De hecho, también Einstein llegó a la misma conclusión, declarando: “La ciencia sin la religión es coja, la religión sin la ciencia es ciega”. Muchos científicos contemporáneos, Fritjof Capra, por ejemplo, aceptaron las palabras de Einstein y empezaron a buscar paralelos entre el acercamiento religioso y aquel científico a la realidad fundamental de la vida. Su actitud innovadora sin embargo levantó muchas criticas, justamente porque pone en duda aquella separación entre "hechos reales" y especulaciones filosóficas que muchos científicos consideran como un acto de fe.
Es suficiente con pensar en la burla con la cual ha sido recibida la publicación de El Tao de la física de Capra, simplemente por reconocer la presencia de afinidades entre las teorías de la física atómica y algunas filosofías y religiones orientales. Sin embargo muchos de sus críticos de hace un tiempo, hoy en día han sido conquistados por sus opiniones.
Será interesante observar como evolucionará, en el futuro, la relación entre la ciencia y el Budismo de Nichiren Daishonin porque como afirma Daisaku Ikeda, “nunca se contradicen”.
Personalmente creo que el progreso de la ciencia favorecerá la comprensión del Budismo, y que este ultimo suministrará a la ciencia un inextinguible material de reflexión. De todos modos, para entender el porque la ciencia todavía no esta en condición de comprender la verdadera esencia de la vida, debemos regresar a Nagarjuna, cuyos estudios sobre ku pueden ser equiparados a los resultados científicos de hoy en día.