Desde lo externo es la percepción de un peligro real que nos impulsa a la acción (parálisis, huida o enfrentamiento) como mecanismo de autoprotección. Lo interno y lo externo es recepcionado por nuestro yo desde el instante mismo de nuestra concepción. Cada cosa que nos sucede y la forma en que la percibimos queda registrada en nuestra vida.
Si lo que hemos percibido nos da miedo o nos duele, evitamos conectarnos con esa emoción y creamos mecanismos de defensa para continuar funcionando. En realidad hacemos todo de acuerdo a lo que hemos incorporado. Los miedos se pueden convertir en trabas a nuestro crecimiento.
NUESTRO SISTEMA DE CREENCIA
Una de las cosas que da forma a nuestra respuesta es nuestro sistema de creencias, seamos o no concientes de ello.
Mi miedo no es en vano, a algo me remite. El miedo me dice cosas de mí mismo. Es primario y fundante de la vida. Ahora bien, cuando el miedo nos domina, puede transformarse en fracasos y angustias. El miedo nos limita.
Nuestros bloqueos emocionales se nutren de mensajes descalificantes, de deseos culpógenos, de culpas no sólo por no poder con los estímulos externos, sino de no poder con nosotros mismos. Nos asustamos de nosotros mismos, de este que soy yo en secreto, de lo que soy y de lo que debería ser.
DESACTIVANDO EL MECANISMO DEL MIEDO
Para desactivar este profundo mecanismo es importante hacer el esfuerzo para conocernos en profundidad cuando algo nos hace daño o nos da miedo.
Debemos reconocernos y aceptarnos.
- Preguntarnos: ¿Qué me pasa? ¿Qué me está diciendo esto?
La pregunta nos lleva a nuestro interior.
A empezar a tomar conciencia:
1. De los mecanismos de defensa que creamos.
2. Saber a qué o a quién respondemos.
3. Qué juicios y creencias sustentan estos mecanismos defensivos.
4. Poder develar los deseos reprimidos, ver que a veces lo prohibido es lo más deseado, probablemente antes de que aparezcan me dijeron que no tenía que tenerlos.
El miedo vivido en soledad enferma. Cuando el miedo no se puede evacuar anida adentro y desborda. Nosotros creamos nuestros propios monstruos. Cuando compartimos lo que nos pasa, hay alternativas de salida. A través de la invocación de Nam miojo renge kio tomamos fuerza, y esta fuerza nos da el coraje y la vitalidad necesarios para enfrentar nuestros miedos.
MIEDO VERSUS CORAJE
Cualquiera sea la circunstancia, lo importante es vencer las propias flaquezas
Eleonor Roosevelt (1884-1962) afirmaba: “Si puedes superar una situación difícil, puedes superar cualquier cosa. Cada experiencia que te lleva a mirar el miedo de frente te brinda fortaleza, coraje y convicción.
Entonces uno se dice a sí mismo: “Pasé por todo este horror. Ahora puedo hacerme cargo de lo que venga”
En realidad, a lo que más hay que temerle es a la propia cobardía, a nuestra personalidad débil. La lucha de la vida siempre es y será una contienda contra nuestras propias debilidades. En el Budismo, Mara representa nuestra negatividad, nuestra flaqueza interior, aquello que actúa para impedir la práctica budista. Uno posee, al mismo tiempo, una identidad fuerte y una faz débil; ambas son opuestas. Si dejamos que las flaquezas ganen terreno y se impongan, terminaremos derrotados.
En la vida de cada uno existe el estado de Buda y la función del mal.
De modo que, en última instancia, se trata de una batalla con uno mismo.
Esencialmente, todo se reduce a una contienda ente las fuerzas positivas y negativas.