Estas son la paz interior; la paz en la comunidad de la humanidad; y la paz ecológica o la paz con la Tierra.
Primero, tenemos que entender cuáles son las causas fundamentales de la ausencia o presencia de la paz.
En esa ocasión, Shakyamuni ascendió a la cima de una montaña junto con sus discípulos recientemente convertidos. Mirando el panorama que tenía por debajo, Shakyamuni comenzó a exponer: "En verdad, este mundo está ardiendo con muchos y muy diversos fuegos. Hay fuegos de avaricia, fuegos de odio, fuegos de estupidez, fuegos de encaprichamiento y egoísmo, fuegos de decrepitud, enfermedad y muerte, fuegos de pena y lamentación, sufrimiento y dolor".
Shakyamuni nos insta, primero y principalmente, a alcanzar un claro entendimiento de la causa fundamental de los sufrimientos.
La sabiduría que ilumina y revela la verdadera naturaleza del cosmos es conocida como "iluminación", mientras que esta clase de ignorancia obstinada es conocida como "oscuridad fundamental" porque nubla y oscurece la luz con la que podemos ver las cosas en su verdadera naturaleza.
De todos los impulsos ilusorios, el Budismo considera la ignorancia como el más fundamental.
Lo que Shakyamuni buscaba enseñarle a sus discípulos en su sermón es que las llamas de los tres venenos y de todos los impulsos ilusorios se originan en la vida interior de las personas y son lanzadas para envolver a las familias, los grupos étnicos, las naciones y finalmente a toda la humanidad.
La avaricia de las naciones industrializadas ha privado a los pueblos de los países en vías de desarrollo de las condiciones por las cuales se puedan satisfacer sus necesidades básicas. Y la avaricia de la raza humana está socavando el derecho a la existencia que tienen otros seres vivientes.
En otras palabras, esta clase de ignorancia obstinada puede ser encontrada en todos los sistemas de valores, formas de vida, y visiones de la naturaleza que lo ponen a uno en incontrolable conflicto con los principios mismos que apoyan su propia existencia, los principios que, fundamentalmente, gobiernan el funcionamiento del universo viviente.
Con respecto al estado de paz interior, un texto budista lo describe como sigue: "La tranquilidad mental proviene de haber trascendido exitosamente la avaricia, el odio y la ignorancia". Como lo aclara este pasaje, el enfoque budista de la paz comienza del acto fundamental de superar estos impulsos ilusorios o venenos interiores. El estado de haber puesto bajo control estos impulsos, sin embargo, no es una paz interior estática y privada. Más bien, es ilimitadamente dinámica, expansiva y evolutiva en su naturaleza.
O sea que, mediante la práctica espiritual, la energía inherente a nuestros impulsos ilusorios puede ser transformada en su totalidad por una "llama" esclarecedora de sabiduría iluminada. De este modo, los tres venenos pueden ser subyugados de modo que ya no produzcan confusión y trastorno; ellos ya no pueden conducirnos a actuar de una manera estrafalaria y destructiva.
Si uno estudia las enseñanzas del Buda, desde las primeras escrituras hasta la tradición Mahayana posterior, puede ver que la esencia de la iluminación de Shakyamuni fue su despertar a la "ley del origen dependiente".
Este concepto ha sido expresado de diversas maneras y fue desarrollado en gran profundidad y detalle en el Budismo Mahayana; su esencia es la interdependencia de todos los seres vivientes y, en verdad, de todos los fenómenos.
El origen dependiente nos enseña que todas las cosas ocurren y existen sólo a través de su interrelación con todos los demás fenómenos y que esta estructura de relaciones es de un alcance infinito tanto temporal como espacialmente.
Aquí está la base para el principio de la coexistencia de apoyo mutuo de todos los seres que es tan importante para el pensamiento budista.
En el Budismo, la misericordia indica la práctica ética de mantener siempre un compromiso empático con los demás. Significa compartir sus sufrimientos e infelicidades, esforzándose a su lado para superar los impulsos ilusorios que son su causa principal, transformándolos en felicidad, beneficio y alegría.
Esta ignorancia da lugar a la avaricia que conduce a las personas a buscar la realización de sus deseos aun a costa del sufrimiento de los demás.
También conduce a la clase de ira incontrolada que busca la destrucción de una situación en la que los deseos se ven frustrados. Es por esta razón que el impulso ilusorio de la ignorancia es considerado como equivalente a un egocentrismo fundamental. Es un egocentrismo ciego y finalmente autodestructivo porque corta violentamente las hebras de la red de la vida que apoya nuestra propia existencia.
En el Sutra del Loto de Shakyamuni, los efectos destructivos originados por los impulsos ilusorios son descritos como "impurezas", y clasificados en cinco etapas, desde la más interior y más personal hasta la que contamina toda una época o era. Estas son: las impurezas del deseo, del pensamiento, del pueblo, de la vida misma y de la época.
La "impureza del deseo" señala los impulsos ilusorios tales como los tres venenos en sí. La "impureza del pensamiento" se refiere a un apego excesivo e irracional a ideas o ideologías específicas. De acuerdo con T'ien-t'ai, las impurezas del pensamiento y del deseo son las más fundamentales y, a través de su impacto en las personas, originan el caos y trastornos en las familias, naciones y estados.
Transmitidas de una generación a otra, estas impurezas ocasionan la "impureza de la vida", infundiendo el odio y la violencia histórica entre diferentes pueblos, grupos étnicos y naciones. Estas impurezas, finalmente, influyen en todas las personas que viven en esa era, resultando en la "impureza de la época".
Las señales de esto incluyen el materialismo galopante, la implacable dominación y explotación de la naturaleza y el consumismo desenfrenado. Desde el término de la Guerra Fría, nuestro mundo ha venido teniendo muchos brotes de conflictos que emanan del apego a la ideología, es decir, la impureza del pensamiento.
No obstante, las clases de conflictos que van empeorando están enraizadas en las pasiones irracionales, tales como el nacionalismo extremo, que el Budismo clasificaría como una "impureza del deseo". Se considera que estas están más profundamente enraizadas en la vida de las personas y, por consiguiente, son aún más difíciles de controlar.
En otras palabras, no debemos contentarnos con nuestra paz mental interior sino que tenemos que ampliar nuestros horizontes y extender nuestros esfuerzos para incluir la abolición de la guerra -es decir, la paz de la comunidad humana global, así como la paz con el mundo natural, a través de un desarrollo verdaderamente sostenible y una coexistencia armoniosa con el ecosistema global.
Un bodhisattva se esfuerza primero por transformar su propia vida; el escenario de este esfuerzo está en las realidades de la existencia humana y en el apoyo sostenido para aliviar los sufrimientos de las personas. De esta manera el bodhisattva se esmera por generar felicidad tanto para sí mismo como para los demás.
En la sociedad actual, donde el egoísmo desmedido ha provocado profundos trastornos en el corazón humano, y donde la humanidad está perdiendo de vista el arte de la coexistencia con la naturaleza, estos pequeños cónclaves de personas de todas las edades, razas, intereses y antecedentes ofrecen un foro para un intercambio rico y refrescante.
En un mundo afectado por la "desertificación social", estas reuniones sirven como un oasis humano.
Como una organización, la SGI se ha centrado consistentemente en las personas y en el movimiento por la revolución humana a través de la práctica del bodhisattva.
Como budistas, procuramos establecer una condición de paz interior en la vida cotidiana y, al mismo tiempo, por contribuir con la realización de la paz del mundo que nos rodea, posibilitándole a cada uno desarrollar al máximo sus cualidades peculiares.
Estas incluyen la abolición de las armas nucleares y la reducción de la desigualdad económica.
Como parte de los continuos esfuerzos de la SGI para promover la educación pública respecto a estos y otros temas, hemos montado exposiciones internacionales que han sido apreciadas por millones de ciudadanos de todo el mundo.
De manera similar, nuestros esfuerzos por brindar un apoyo humanitario concreto a los refugiados y los desplazados del mundo son de larga data.
En el nivel individual, esto significa una transformación de un modo de vida dominado por el apego a deseos materiales a uno centrado en valores espirituales y existenciales. Al mismo tiempo, también se refiere a un modo de vida misericordioso, de estar preparados para hacer los esfuerzos que se requieren para asegurar que los ciudadanos de los países en vías de desarrollo puedan satisfacer sus necesidades básicas.
Con respecto a los derechos humanos, reconocemos la existencia de la condición de vida suprema, la de la Budeidad en todas las personas y, por lo tanto, insistimos en que todos los miembros de la familia humana, sin distinción, son capaces de manifestar ese estado de ilimitada sabiduría y misericordia.
La contribución peculiar del Budismo a la solución de los conflictos basados en la cultura está relacionada con la enseñanza del "origen dependiente" citado antes, y con la empatía y la tolerancia que derivan de esa cosmología.
Dado que el Budismo considera los impulsos ilusorios como los que impiden que las personas vean claramente esta realidad, nosotros sentimos que la humanidad será mejor servida cuando la tradición religiosa se comprometa en su lucha característica contra los tres venenos del odio, la avaricia y la ignorancia, en tanto coopera hacia la solución de temas globales. Así es como ve el Budismo los conceptos clave del pluralismo cultural y la tolerancia religiosa.
La misericordia de Shakyamuni no se limitaba a la humanidad, sino que se extendía a todas las cosas vivientes. La base filosófica para el desarrollo sostenible se puede encontrar en esta clase de simbiosis creativa con el resto del mundo natural.
Esa perspectiva filosófica apoyará la clase de estilo de vida que esté verdaderamente en armonía con el ecosistema. La SGI ha apoyado proyectos de forestación en el Amazonas y otros lugares.
Las organizaciones locales de la SGI han estado comprometidas en una amplia gama de actividades para proteger el medio ambiente.
Nuestra meta superior debe ser cultivar una conciencia compartida de nuestra común humanidad y de solidaridad con el organismo viviente que es la Tierra.
Conforme avanzamos hacia esa conciencia, debemos desarrollar la sabiduría para dirigirnos apropiadamente hacia los fines benéficos de las ciencias de la vida, incluyendo el floreciente campo de la ingeniería genética.
En esto, la perspectiva de las tradiciones religiosas y éticas del mundo pueden y deben hacer una importante contribución.
La causa de una paz verdaderamente global y duradera se puede profundizar más efectivamente expandiendo incesantemente los círculos de amistad y entendimiento a través del diálogo, el intercambio y la cooperación.
SOKA GAKKAI DE ESPAÑA