Este es el lugar donde se dice que el buda Shakyamuni expuso el Sutra del Loto, es decir, donde cumplió el propósito por el cual había nacido en este mundo.
En los tiempos de Shakyamuni, la ciudad de Rajagriha (actual Rajgir) prosperó como capital de Magadha, el reino más poderoso de la antigua India.
Cubría una superficie rodeada de cinco montañas y descrita como una fortaleza natural. El Pico del Águila (también conocido como monte Gridhrakuta o Pico del Buitre) es una de esas elevaciones, situada al noreste de la antigua ciudad.
Su nombre deriva de su pico, con forma de águila. Y también se lo llama Sacro Pico del Águila, para resaltar su naturaleza sagrada o venerable.
En ese Pico del Águila el buda Shakyamuni expuso la Ley. Allí, bajo su guía, sus discípulos se consagraron seriamente a la práctica budista, lo protegieron y apoyaron con lealtad, y grabaron en el alma sus enseñanzas.
En otras palabras, fue un lugar donde los discípulos se esforzaron en la práctica y el estudio junto a su mentor; un cónclave de prédica y práctica, donde el mentor y los sucesores trabajaron en unión espiritual por la amplia propagación de la Ley.
Al Daishonin le parecía sumamente significativo que los hechos de la magnífica asamblea del Sutra del Loto, que abarca todo el universo, se hubieran llevado a cabo en una montaña así. Y exponía el principio budista esencial de que “el mundo saha es, en sí, la Tierra de la Luz Eternamente Tranquila”.
El mundo saha es un lugar donde se debe resistir; es este mundo real colmado de incontables padecimientos y problemas, que debemos sobrellevar en el transcurso de la vida.
La Tierra de la Luz Tranquila se refiere a la tierra pura, digna, pacífica e inmaculada, donde habita un buda.
De este modo, el Pico del Águila simboliza el mundo saha, atravesado por las cuatro realidades del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Y la Tierra de la Luz Eternamente Tranquila, representada por la asamblea del Sutra del Loto, aparece en medio del Pico del Águila; no en algún lugar distanciado o alejado de ella. En otras palabras, el budismo no está, en esencia, fuera de la realidad; se encuentra dentro de ella, enfrenta los padecimientos en forma directa y frontal, y enseña la manera de trascenderlos.
El verdadero budismo también convierte este mundo de sufrimiento y de adversidades en una tierra de tesoros rebosante de esperanza.
En una de sus disertaciones, el Daishonin señala: Ya sea en las montañas o en los campos, el Pico del Águila es el lugar donde habitan Nichiren y sus discípulos que practican el Sutra del Loto. […] Allí donde practicamos el vehículo único de Nam-myoho-rengue-kyo, ese lugar es el Pico del Águila, la capital de la Luz Tranquila.(1)
En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin expresa: El lugar donde las personas honran y practican el Sutra del Loto es el “sitial de la práctica” hacia el cual se dirige la persona. No hay que abandonar el lugar actual e ir a algún otro sitio.(2)
Los que honran y practican el Sutra del Loto no se apartan de la realidad ni van a algún lugar hipotético en busca de la paz y de la felicidad.
El lugar donde viven los que siguen la guía del Daishonin y practican la Ley Mística con apasionado deseo de lograr el Kosen Rufu, ese lugar, es la tierra pura de la Luz Tranquila.
La esencia del budismo no se halla en ningún lugar lejano. Existe en el aquí y ahora.
En El logro de la Budeidad en esta existencia, el Daishonin sostiene: “No existen, en sí mismas, una tierra pura y otra impura. La diferencia sólo reside en el bien y el mal de nuestro corazón”.(4)
Cuando uno emprende un cambio positivo y profundo en su corazón y su actitud [es decir, cuando revela su Budeidad innata], la tierra pura que ha existido desde la eternidad se manifestará aquí mismo, en esta tierra impura y sumergida en el sufrimiento y los deseos mundanos.
Lo que el Daishonin nos dice en el pasaje citado de Respuesta a Sairen-bo es que, aunque nuestro cuerpo esté aquí en este mundo saha atribulado, nuestro corazón puede vivir en la tierra pura del Pico del Águila.
Hace una observación similar en otro de sus escritos: una carta a la monja laica Sennichi, que vivía en la remota isla de Sado. Allí le escribe: “Aunque vivimos en la tierra impura, nuestro corazón habita en la tierra pura del Pico del Águila. […] Lo importante es el corazón”.(5)
“Lo importante es el corazón”. Aquí, “corazón” se refiere a la postura de fe de aceptar y practicar la Ley Mística.
El Daishonin escribe: Asimismo, este carruaje [el gran carruaje tirado por un buey blanco, metáfora del Sutra del Loto] que he venido describiendo posee como ruedas las dos doctrinas, la teórica y la esencial, y lleva uncido el buey de myoho-rengue-kyo. Es un carro que gira y gira, siguiendo el ciclo de nacimiento y muerte, nacimiento y muerte, en la casa en llamas que simboliza los tres mundos.(6)
Pero con la bien fuerza de nuestra convicción en la fe [que sostenga las ruedas en su sitio] y el aceite de la determinación que lo engrase debidamente, puede transportarnos hasta la tierra pura del Pico del Águila.(7)
Cuando el Daishonin habla de la tierra pura del Pico del Águila, se refiere al supremo estado de Budeidad que podremos lograr en esta existencia mediante la práctica budista.
La tierra pura del Pico del Águila existe cada día, año tras año, en la vida de aquellos que trabajan por el Kosen-rufu con firme fe.
Durante el gongyo, recitamos partes del Sutra del Loto. En el desarrollo del sutra la asamblea se desplaza desde el Pico del Águila hasta la Ceremonia en el Aire, y luego retorna al Pico del Águila una vez más.
En otras palabras, deja el mundo real para pasar al plano de la iluminación, y desde aquí retorna al mundo real.
Nuestra propia ceremonia matutina y vespertina del gongyo es la fuente que nos permite revivir en nuestra propia vida esa sublime epopeya espiritual del Sutra del Loto, y vivir cada jornada con tremenda vitalidad y entusiasmo.
Podemos manifestar el poder innato de nuestra Budeidad, para desafiar con convicción nuestros obstáculos y desafíos en la vida real, y coronar esa lucha de manera triunfal.
Nuestra vida, entonces, puede vibrar con este enorme poder. De eso se trata lograr la Budeidad con la forma que poseemos.
Estos parten de la tierra pura del Pico del Águila y se internan en este mundo plagado de conflictos para llevar a cabo su misión por el Kosen-rufu. Y regresan de aquella cuando ha concluido su misión.
Por lo tanto, para los Bodhisattvas de la Tierra la tierra pura del Pico del Águila es su eterna morada, y es un mundo poblado de eternos camaradas que comparten la fe en la Ley Mística.
También es un reino de eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza, que los dirige por siempre a construir vidas significativas y valiosas, colmadas de plenitud y de victoria.
En La apertura de los ojos, el Daishonin revela su gran juramento de concretar el Kosen-rufu, y su actitud personal de jamás escatimar la vida en pos de esa causa.
Además, exhorta a todos sus seguidores a esforzarse en la fe con el mismo compromiso que él. Aunque mis discípulos y yo encontremos toda clase de dificultades, si no albergamos dudas en nuestro corazón, manifestaremos la Budeidad en forma natural.
No duden tan solo porque el cielo no les brinde su protección. No se desalienten tan solo porque en esta existencia no disfruten de una vida cómoda y segura. Es lo que he venido enseñando a mis discípulos día y noche, y sin embargo, comienzan a albergar dudas y a abandonar la fe.
Cuando llega el momento crucial, los necios tienden a olvidar sus promesas.(8)
El Daishonin prosigue diciendo: “[Mis discípulos] Deberían mantener fielmente la fe en el Sutra del Loto y avanzar hacia [la tierra pura de] el Pico del Águila, para poder guiar hasta allí también a sus esposas e hijos [es decir, a otras personas]”.(9)
Esforzarse en la fe con la misma consagración que el mentor significa seguir avanzando junto al maestro en medio de grandes adversidades y obstáculos, con determinación inamovible, dispuestos a cumplir el gran juramento del kosen rufu.
Los que mantengan tenazmente esta postura de fe, a lo largo de su vida, podrán adquirir por toda la eternidad el estado de vida magnífica e ilimitada que caracteriza la tierra pura del Pico del Águila.
Además, podrán guiar a ese estado y a esa tierra a sus familiares y seres queridos.
En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin señala de manera inequívoca que el Gohonzon es la “realización y la manifestación” de la asamblea en el Pico del Águila e indica que representa “la asamblea sobre el sagrado Pico del Águila que prosigue en estado solemne y aún no se ha dispersado”. (10)
Del mismo modo, allí donde las personas entonan Nam-myoho-rengue-kyo y practican la Ley Mística tal como lo hace el Daishonin, la asamblea sobre el Pico del Águila se manifiesta con toda solemnidad y no se dispersa jamás. En otras palabras, ellos pueden hacer surgir libremente el estado de Budeidad, en cualquier momento.
La fe basada en el Gohonzon significa ponernos de pie para afrontar la misión de los Bodhisattvas de la Tierra y dedicarnos al gran juramento del Kosen-rufu.
Esto expresa el verdadero respeto y la auténtica veneración al Gohonzon.
En un escrito titulado “Florecer y dar grano”, el Daishonin escribe: “Si el mentor y el discípulo tienen distintos propósitos, nunca conseguirán nada”.(11)
El Daishonin escribe: [Hoy] El relincho de los caballos blancos [con su poder revitalizador](12) es el sonido de nuestras voces que entonan Nam-myoho-rengue-kyo.
Cuando Brahma, Shakra, las deidades del Sol y de la Luna, los cuatro reyes celestiales(13) y las demás [funciones protectores] oigan este sonido, ¿cómo pensar que no recobrarán su color saludable y que no irradiarán un brillante resplandor? ¿Cómo pensar que no nos protegerán y cuidarán? ¡Debemos creer firmemente que lo harán!(14)