APEGOS Y DESEOS MUNDANOS. COMO COADYUVAR AL SER HUMANO A SUPERAR EL SUFRIMIENTO Y LA INFELICIDAD.
El buda Shakyamuni
consideró que la causa fundamental del sufrimiento era la tendencia del ser
humano a desarrollar apegos de la más variada índole, y el desconocimiento del
principio de la transitoriedad de todos los fenómenos, es decir, el hecho de
que todo está en constante cambio y nada permanece igual.
El bienestar, la dicha, la suerte, el afecto, la salud y la
prosperidad están sometidos al flujo incierto de la vida. Sin embargo, el ser humano sufre
cuando se ve despojado de las cosas que le son valiosas, y se ve profundamente
impactado cuando, por ejemplo, debe enfrentar la realidad de la muerte. Por ello, el Buda enseñó que una
manera de no dejarse abatir por el sufrimiento era erradicar los deseos
mundanos, o los impulsos derivados de la ilusión, y que tal condición de vida
liberada de apegos conducía a la iluminación.
Este concepto está desarrollado mas profundamente en el Sutra del
loto, que es el canon budista más importante en el que se basó Nichiren.
Algunas enseñanzas tempranas consideran la iluminación o la
Budeidad como algo que se logra de manera posterior, en el futuro. Sin embargo,
en el Sutra del loto se recalca la idea de que cada individuo es un buda de por
sí, de manera inherente y desde un principio.
Vivir en la filosofía budista, permite a las personas desarrollar
libremente su potencial y su estado de vida, de manera que pueden transitar por
vidas positivas y significativas. Es en base a dicho trasfondo que Nichiren, con el afán de instar
a la gente a convertir la ilusión y el sufrimiento en convicción, alegría y
esperanza, orientó que "los deseos mundanos son la iluminación" y
"los sufrimientos de la vida y la muerte son el nirvana" (Los
escritos de Nichiren Daishonin, Alemania, Soka Gakkai, 2008, pág. 228).
Nichiren también subrayó la importancia de "quemar la leña
de los deseos mundanos [y] encender el fuego de la sabiduría del bodhi o
iluminación". (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, trad.
por Burton Watson, Tokio, Soka Gakkai, 1996, pág. 11)
Es imposible vivir sin
apegos o deshacerse de ellos. El interés, la pasión, el afecto por otros, la
búsqueda del éxito y el apego por la vida misma son inclinaciones que se
convierten en causa de sufrimiento, pero también son un componente esencial de
nuestra humanidad.
El budismo explica que así como la flor de loto abre sus
inmaculados pétalos en medio de aguas fangosas, el ser humano puede vivir una
existencia triunfal en medio de las vicisitudes de la vida.
Daisaku Ikeda, presidente de la SGI, escribe: "Shakyamuni
nos dice que él trató de liberar a los seres humanos de los diversos deseos e
ilusiones (…) La causa fundamental de la infelicidad en que vive la gente es la
tendencia a desarrollar apegos de la más variada índole. Un apego, así como
suena, es una sujeción que nos mantiene 'atados' en algún aspecto de nuestro
corazón. El término se refiere a los deseos mundanos, las ansias e impulsos.
En las enseñanzas anteriores al Sutra del loto, Shakyamuni enseñó
a las personas de los nueve estados cuya vida se hallaba sumida en la
pesadumbre, el camino para que pudieran liberarse de tales apegos. (…) Por
ende, desde el punto de vista del budismo de Nichiren, la frase 'hacer que
renuncien a sus apegos' debería interpretarse 'hacer que se iluminen con respecto a sus apegos'. No es
cuestión de erradicar los apegos, sino de verlos claramente. En otras
palabras, nuestra práctica budista nos permite discernir la verdadera
naturaleza de los apegos, en lugar de llevarnos a abandonar los deseos mundanos,
y hace que podamos utilizarlos como fuerza motriz para ser felices".
Quienes viven sujetos a
los apegos generados desde su yo inferior, invariablemente quedan controlados
por el egoísmo y la negatividad.
El presidente Ikeda afirma: "Cuando profundizamos nuestra fe
en la Ley Mística atravesamos nuestra ignorancia y oscuridad interior, y
vivimos fieles a nuestro yo superior o identidad verdadera, en forma natural,
llegamos a sentir un agradecimiento infinito por todos los que nos rodean, por
quienes nos han apoyado, y nos han ayudado a ser lo que somos. (…).
Todo se reduce, entonces,
a si vivimos basados en nuestro yo superior o permanecemos apegados a nuestro
pequeño yo". (Daisaku Ikeda: "Saldar las deudas de gratitud",
Aprendamos del Gosho: La rebosante esperanza en los escritos de Nichiren
Daishonin)
Asimismo, Daisaku Ikeda señala: "Fundamentalmente, la vida
de todos los seres humanos está dotada de suprema nobleza; cada persona es una
valiosa y respetable entidad de la Ley Mística, y todas poseen el recurso de
una sabiduría infinita e inagotable. (…) Cuando tomamos conciencia de nuestra
verdadera identidad, es decir, nuestro yo superior, podemos obtener una
sabiduría infinita y trascender y refutar todas las ilusiones y sufrimientos
derivados del apego a nuestro yo pequeño. Aquí yace el camino para construir
una felicidad genuina". (Daisaku Ikeda: "Las bases para manifestar la
budeidad", Aprendamos del Gosho: La rebosante esperanza en los escritos de
Nichiren Daishonin)
Una de las características
principales del yo superior es la misericordia o el amor compasivo. Un estado
liberado de los apegos es cuando una persona puede utilizar toda su energía en
actuar con consideración por el bien ajeno, en lugar de utilizarla en debatirse
en el remolino de sus apegos.
SGI Quarterly, julio 2011.