Cuando Josei Toda fue liberado de prisión
un poco después del fin de la guerra, la organización que él y Makiguchi habían
creado estaba semi-destruida. Muchos miembros habían abandonado la fe, y la
primera reunión en la posguerra tuvo una concurrencia de sólo una docena de
miembros.
La salud de Toda estaba dañada y su
situación financiera era frágil. Sin embargo, para la época de su muerte en
1958, había reconstruido la organización tornándola en algo vital con una
membresía de más de 750.000 y las estructuras en su lugar para asegurar la
continua expansión y desarrollo en el futuro.
Èste era el resultado de una
determinación decidida y un rechazo a sucumbir a la adversidad.
Desde el momento en que fue liberado,
empezó la reconstrucción de la Soka Gakkai, y pronto estuvo dando charlas y
comprometiéndose en el dialogo diario.
Durante muchos años, Toda estuvo acosado
por las dificultades financieras, y aún así, siguió proponiendo nuevas y
ambiciosas ideas.
No fue sino hasta 1951 que Toda asumió la
presidencia, habiendo primero resuelto sus problemas personales y alcanzado una
recuperación de la membresía.
En los restantes años de su vida, en
tanto los miembros de la Soka Gakkai crecìan exponencialmente en numero,
organizó su estructura y sus actividades y creo la infraestructura de guía y
aliento que sobrevive hasta el día de hoy.
Sus ideas con frecuencia fueron
radicales: ponía gran énfasis en el papel de las mujeres y la juventud, en
total contraste con las tendencias prevalecientes en la sociedad japonesa.
Para el momento en que fallece en 1958, había
sentado una sólida base para revitalizar el Budismo, en un movimiento que se transformaría
en presencia vibrante en el mundo moderno.