Temas desarrollados: La eternidad de la vida. Sobre la muerte y morir.
La vida y la muerte en estado de buda.
La plena
conciencia y comprensión correcta de la naturaleza de la muerte, nos permiten
vivir plenamente y sin miedo, con claridad de propósito y alegría. Nichiren Daishonin
consideraba la muerte y el hecho de morir una cuestión de suma importancia que
todos debemos encarar y comprender.
Nichiren escribió: «La
vida de un ser humano es efímera. El aliento que se ha exhalado nunca espera al
inhalado. Inclusive la metáfora del rocío frente al viento es insuficiente. Es parte
de la vida que aunque uno sea sabio o tonto, viejo o joven, uno no sabe qué le
sucederá de un momento al siguiente. Por ende, primero que nada debo aprender acerca
de la muerte, y después otras cosas» (La importancia del momento de la muerte,
WND, Vol. 2, pág. 759).
El budismo considera que la vida es eterna, que
nuestra vida ha existido y continuará existiendo eternamente.
El Presidente Ikeda, nos
explica:
El problema es que, aun cuando uno haga un esfuerzo consciente
para tomar conciencia de la eternidad de la vida, en definitiva es la vida la
que sostiene
al yo que está tratando de llegar a este nivel de conciencia. No
se puede
comprender lo grande con lo pequeño; por analogía, una ola no
puede comprender el océano sobre cuya superficie pasa. Entonces ¿qué hacer?
La única forma de despertar a la eternidad de la
vida es hacer que «emerja» el eterno gran yo dentro del pequeño yo. Y para
hacerlo, hace falta que emprendamos la tarea de autopurificación con todo
nuestro ser. Este es el propósito de la práctica budista (La sabiduría del
Sutra del loto, Vol. 3, pág. 258).
En vez de tratar de
hacer caso omiso o evitar la cuestión de la muerte, como parece inclinarse la
gente en la actualidad, los budistas que practican el Budismo de Nichiren tratan
de captar la naturaleza eterna, verdadera, de la vida invocando Nam-myoho-renge-kyo
y realizando la práctica budista con diligencia.
SOBRE LA MUERTE Y
MORIR.
Una vida entera de nuestros actos, los que
recordamos y los que hemos olvidado, se reflejará cuando
hagamos frente a la muerte. Los que han vivido con sinceridad y han contribuido al
bienestar ajeno morirán con un profundo sentimiento de satisfacción, que le dan
los logros obtenidos.
Los que han vivido en medio del ocio, la
auto complacencia, o sin sentir respeto ni interés alguno por los demás, llegarán
a la muerte llenos de arrepentimientos.
Morir y la muerte en sí son procesos de transición
entre esta existencia y la próxima.
Si bien es posible mejorar nuestro estado mientras
estamos vivos, en el más allá, el lapso de
transición de esta vida a la próxima, la vida ya no se encuentra en su estado activo: nuestro
estado de vida en el momento de la muerte continuará más allá de la muerte e
influirá en las circunstancias de nuestro renacimiento.
La muerte, es un eslabón
importante entre esta existencia y la próxima.
LA VIDA Y LA MUERTE
EN ESTADO DE BUDA.
Los que se ven frente a la muerte en Estado de
Buda ingresarán en la muerte en ese mismo estado, estado que influirá en las circunstancias
de la próxima vida.
Nichiren Daishonin
escribe acerca de uno de sus discípulos:
«Fue un buda mientras vivió y lo es ahora que ha fallecido. Ha
sido un buda en
la vida y sigue siéndolo en la muerte. A eso se refiere la
importantísima doctrina sobre el logro de la Budeidad con la forma que uno
posee» (El infierno es la Tierra de la Luz Tranquila, END, pág. 478).
Sean cuales fueren las circunstancias en las
cuales las personas de fe firme lleguen al fin de su vida, en el momento de la
muerte pueden manifestar el Estado de Buda gracias al poder de la Ley Mística.
Nichiren escribe respecto
de la muerte:
Con respecto a aquel que se arma de fe e invoca Nam-myoho-renge-kyo
con la profunda conciencia de que ese es el último momento de su vida, el sutra
proclama: «cuando la vida
de estas personas concluya, un millar de budas extenderán sus manos para
recibirlos, librarlos de todo temor e impedir que caigan en los malos caminos
de la existencia».
¡Cómo contener las
lágrimas ante la dicha indescriptible de saber que no sólo uno o dos, cien o
doscientos, sino nada menos que mil budas nos darán la bienvenida con los brazos
abiertos! (La herencia de la Ley suprema de la vida, END, pág. 226-227).
Cuando practicamos el
budismo plenamente y vivimos cada minuto, cada día
como si fuera el último, haciendo que cada minuto importe,
podemos dar la bienvenida al fin de esta vida, venga cuando venga, sin ningún
arrepentimiento.
El Presidente Ikeda
proclama: «La muerte nos
llegará a todos algún día. Podemos morir después de haber peleado con todas las
fuerzas por nuestras creencias y convicciones o podemos morir sin haberlo hecho.
Como la realidad de la muerte es igual en los dos casos, ¿no es mucho mejor
empezar el viaje hacia la próxima existencia con mucho ánimo y una franca
sonrisa en la cara, sabiendo que todo lo que hemos hecho, lo hicimos lo mejor
que pudimos, emocionándonos al pensar: «¡esta fue realmente una vida interesante!»
(World Tribune, 14 de octubre de 1997, pág. 11).
Practicar el Budismo de
Nichiren nos ayuda a disfrutar y valorar esta vida al máximo mientras
construimos un estado de felicidad eterna que trasciende los límites de la vida
y la muerte. (Publicado en la edición de octubre de 2012
de Living Buddhism, págs. 12-13).