6. LAS CUATRO DEUDAS DE GRATITUD. ENVIADA A KUDO SAKON-NO-JO. (Los escritos de Nichiren Daishonin, Soka Gakkai, Paginas 43 /49).
Con respecto a mi actual
exilio,(1) hay dos cuestiones importantes que debo mencionar. Una es que ciento
una inmensa alegría. Y la razón es que esta tierra se denomina “mundo saha”, y
saha significa “resistir”. Por eso. Al Buda también se lo llama "El que
puede resistir". En el mundo saha (2), hay mil millones de Montes Sumeru,
mil millones de soles y lunas, y mil millones de grupos de cuatro continentes.
Entre todos esos mundos, fue en el del centro - con su Monte Sumeru, su sol y
su luna, y sus cuatro continentes – donde el Buda hizo su advenimiento. El
Japón es una diminuta tierra de islas situadas en un lejano rincón de ese
mundo, al noreste del país en el que el Buda nació.
Ya que todos los mundos
de las, excepto este mundo saha, son tierras puras, sus habitantes de buen
corazón, no insultan ni odian a los sabios y venerables. En cambio, este mundo
esta poblado de seres rechazados en las tierras puras de las diez direcciones,
por haber cometido las diez malas acciones o las cincos faltas capitales, por
calumniar a los sabios y venerables, por haber tratado a sus padres sin el
debido amor filial, o a los sacerdotes, sin el debido respeto. Por tales
ofensas, estos hombres caen en los tres malos caminos y, solo después de haber
morado allí durantes kalpas incontables,
finalmente acaban renaciendo en este mundo. Así y todo como aún no han
eliminado los residuo de su mal karma creado en existencias anteriores,
conservan la tendencia perpetrar las diez malas acciones o las cinco faltas
capitales, a vilipendiar a los sabios y venerables, a tratar a sus padres sin
devoción filial, y a ser irreverentes con los monjes.
Por dichas razones,
cuando Shakyamuni El Que Así Llega hizo su advenimiento a este mundo, algunos
le ofrecieron alimentos mezclados con veneno; otros trataron de herirlo con palos y espadas,
con elefantes enloquecidos, con leones, toros furiosos o perros salvajes. Otros,
a su vez, lo acusaron [falsamente] de haber violado mujeres, dijeron que era un
hombre de baja calaña, y le endilgaron homicidios. Algunos, al cruzarse con el,
se cubrían los ojos para no tener que verlo; otros cerraban las puertas o trancaban las ventanas.
Y hubo quienes informaron a los reyes y ministros que [Shakyamuni] propugnaba
ideas erróneas y era proclive a hablar mal de personajes excelsos. Tales
incidentes se describen en el “Sutras de la Gran Compilación”, en el “Sutra del
Nirvana” y otras escrituras. El Buda era inocente de todas esas malas
acciones,; pero este mundo adolece de una deficiencia peculiar: en el nacen
personas dotadas de un mal karma, que lo pueblan en gran número. Además el Rey Demonio
del Sexto Cielo conspira para impedir que los habitantes de este mundo lo
abandonen y se marchen a otras tierras puras, y por eso se vale de la menor
oportunidad para ejecutar sus depravadas
acciones.
Todo parece indicar que
el fin último de estas maquinaciones es impedir que el Buda exponga el “Sutra
del Loto”. Porque este Rey Demonio, por naturaleza, se la gente crea el karma
de los tres malos caminos y sufre cuando las personas crean el karma de los tres buenos caminos (3). Sin
embargo no es esto último lo que mas le aflige, sinó las personas que aspiran a
los tres vehículos, quienes, en realidad lo abruman de dolor. Así y todo, no
son estas personas que aspiran a los tres vehículos las que mas lo hacen
sufrir, sinó quienes crean el Karma que les permite llegar a ser budas; por
eso, aprovecha la menor oportunidad para impedir que estos avancen. Sabe que aquellos
que escuchan una sola frase u oración del “Sutra del Loto” lograran la Budeidad.
Terriblemente contrariado por esta perspectiva, concibe los planes más diversos
y se dedica a reprimir y perseguir a los creyentes, con la intención de que
abandonen la fe.
Aunque la época en que
vivió el Buda fue en verdad corrupta, las cinco impurezas recién habían
comenzado a manifestarse; además el demonio se detenía, pasmado y sobrecogido
ante los poderes del Buda. Pero incluso en esa época, cuando la codicia, el
odio y la estupidez de la gente todavía no cundían desenfrenadamente, y tampoco
proliferaban las ideas erróneas, un grupo de Brahmanes de la escuela Bastón de
Bambú asesino al venerable Maudgalyayana, conocido por dominar como nadie los poderes
transcendentales; y el Rey Ajatashatru, soltó una estampida de elefantes enloquecidos para acabar con la vida
de la única persona digna de honor en los tres mundos (4). Devadatta mató a la monja
Utpalavarna, que había alcanzado el estado de arhat; y el honorable Kokalika echó
a correr rumores maliciosos sobre Shariputra, conocido por ser el de mayor en
sabiduría. ¡Cuánto empeoraron las cosas en este mundo, a medida que las cinco
impurezas fueron extendiendose! Y ahora, en esta última época, serán aún mas
terribles los celos y el odio hacia los que creen incluso mínimamente en el “Sutra
del Loto”. Al respecto, el “Sutra del
Loto” dice: “Puesto que el odio y los celos hacia este sutra abundan incluso
durante la vida del “Que Así Llega”, ¡cuanto peor será después de su muerte!
(5). Cuando leí este pasaje por primera vez, no pensé que la situación llegaría
a ser tan grave como allí se vaticina. Pero Ahora me impacta la precisión infalible
de las palabras del Buda, en especial viendo mis circunstancias actuales.
Yo, Nichiren, no observo
los preceptos con mi cuerpo; mi corazón tampoco está exento de los tres
venenos. No obstante, dado que creo en este sutra [del Loto], y permite que
otros se relacionen con él, pensé que, la sociedad me trataría con mayor gentileza.
Probablemente porque el mundo ha ingresado en la última época, hoy hay quienes siguen incluso a monjes
casados y con hijos, y a sacerdotes que comen aves y pescado. Yo no tengo ni
esposa ni hijos, ni tampoco como aves o pescado; he sido censurado sólo por
propagar el “Sutra del Loto”. Aunque no poseo hijos ni mujer, todo el país cree que soy un
monje que transgrede el código de conducta, y aunque jamás di muerte a una sola
hormiga o langosta, mi mala reputación se ha diseminado por toda la nación.
Esto tiene mucho en común con la situación del Buda Shakyamuni, calumniado en
vida por una muchedumbre de personas no Budistas.
Al parecer, tan solo
porque mi fe en el “Sutra del Loto” concuerda con sus enseñanzas un poco mas
que la del resto de la gente, los demonios malignos se valen del cuerpo de los
demás y hace que estos me odien. Soy solo un monje sin preceptos, humilde e
ignorante. Pero cuando pienso que el “Sutra del Loto” – expuesto hace mas de
dos mil años – menciona a alguien como yo, y que, y que según profetiza el
Buda, esa persona tendrá que enfrentar persecuciones, no encuentro palabras con
que expresar mi alegría.
Ya han transcurrido veinticuatro
o veinticinco años desde que comencé a estudia Budismo. Sin embargo, sólo en
los últimos seis o siete años, creí en el “Sutra del Loto”. Además, aunque tenía
fe en este sutra, debido a mi negligencia, a mis estudios o a las
interrupciones de los asuntos mundanos, diariamente recitaba apenas un solo
rollo, un solo capitulo o el titulo. Pero ahora, en los últimos doscientos
cuarenta días - desde el duodécimo día del quinto mes del pasado, hasta el
decimosexto día del primer mes de este año – creo que he practicado el “Sutra
del Loto” las veinticuatro horas, de día y de noche. Y lo digo porque, habiendo
sufrido el exilio por causa del “Sutra del Loto”, ahora lo leo y lo practico en
forma continua, mientras camino o cuando estoy de pie, sentado o recostado.
Para cualquiera que haya nacido como ser humano, ¿podría haber acaso una dicha
mas grande?
Es habitual que las
personas comunes apenas se esfuercen una o dos horas por día - y esto solo cuando se acuerdan de hacerlo -,
aún cuando ellas mismas se incentivan para albergar el deseo de la iluminación
y el anhelo de la felicidad en su próxima existencia. En lo que a mí concierne,
leo el Sutra del Loto sin que haya que recordármelo, y lo práctico incluso
mientras no leo sus palabras en voz alta.
Durante el transcurso de
incontables kalpas, mientras transmigré por los seis caminos y las cuatro
formas de nacer, es posible que a veces haya participado en alzamientos, que
haya robado, que haya irrumpido en viviendas ajenas durante la noche y que, a
causa de tales delitos, el gobernante me haya sentenciado y condenado al exilio
o la muerte. Pero esta vez, personas de mal karma han prestado cargos fraguados
contra mi tan solo por mi firme determinación a propagar el “Sutra del Loto”;
he aquí la causa de mi exilio. Seguramente, esto obrará en mi favor en futuras
existencias. En esta última época, no puede haber nadie más que este
practicando el “Sutra del loto” las veinticuatro horas, de día y de noche, sin tener
que hacer un esfuerzo deliberado para ello.
Hay otra cosa que
despierta mi profundo agradecimiento. Es posible que, durante incontables
palpas transmigrando por los seis caminos, haya conocido a numerosos soberanos
y haya llegado a ser su regente o ministro favorito. En tal caso, puede ser que
me hayan concedidos feudos, tesoros y remuneraciones. Sin embargo, ni una sola
vez conocí a un soberano en cuyo país se hubiera propagado el “Sutra del Loto”,
donde pudiese yo escuchar su nombre, practicarlo y, debido a esta causa, ser
calumniado por otros o incluso desterrado por las autoridades. El “Sutra del
Loto” dice: “Con respecto a este “Sutra del Loto”, a través de tierras
incontables, uno no puede oír su nombre siquiera y mucho menos verlo, aceptarlo,
creer en el, leerlo y recitarlo.” (6) Así pues, las personas que me calumniaron
y el gobernante [que me exilio] son las personas a quienes les debo mi más
profunda gratitud.
El mismo que estudia las
enseñanzas del Budismo no debe dejar de saldar las cuatro deudas de gratitud.
De acuerdo con el “Sutra sobre la Contemplación de la Mente como terreno”, la primera de las cuatro deudas de gratitud
es la que uno tiene con todos los seres vivos. De no ser por ellos, a uno le
sería imposible sostener el juramento de salvar a innumerables seres vivientes.
Además ¿Cómo podrían los bodhisattvas, incrementar su mérito si no hubiera
malas personas que los persiguiesen?
La Segunda de las cuatro deudas de gratitud
es la que uno tiene con su padre y su madre. Sin progenitores, nadie podría nacer
en los seis caminos. Si uno nace en la familia de un asesino, un ladrón, un transgresor
de las normas de conducta o alguien que actúa contra la Ley, aunque uno mismo
no cometa esas faltas, en cierta manera genera el mismo karma que quienes si lo
hacen. Sin embargo en lo que concierne a mis padres en esta existencia, ellos
no solo me dieron la vida, sinó que además, me condujeron a practicar el “Sutra
del Loto”. Por eso la deuda de gratitud que tengo con ellos es mucho mas grande
que si hubiera nacido en la familia de Brahma, de Shakra, de uno de los cuatro
reyes celestiales, o un rey que hace girar la rueda, y por tal motivo hubiese heredado
los tres mundos en los cuatro
continentes, para que me veneraran las cuatro clases de creyentes en los mundos
de los seres humanos y celestiales.
La tercera es la deuda que uno tiene con el soberano. Gracias a el,
uno puede calentar su cuerpo bajo las tres clases de luz celestial (7) y mantener
su vida con las cinco clases de granos (8) que crecen en la tierra. Por
añadidura, en esta existencia he abrazado la fe en el “Sutra del Loto” y he encontrado
un gobernante que me permitirá liberarme en esta vida de los sufrimientos del
nacimiento y la muerte. Así pues, ¿cómo podría vivir recordando el daño insignificante
que el me a causado y pasar por alto lo mucho que le debo?
La cuarta es la deuda de gratitud con los
tres tesoros. Cuando Shakyamuni El Que Así Llega se dedicó a la práctica de
Bodhisattva durante incontables kalpas, acumuló toda la buena fortuna y las virtudes
obtenidas por ese medio, y las dividió en sesenta y cuatro partes, con sus
respectivos meritos. De las sesenta y cuatro, él reservo una sola para si mismo
y dejó en este mundo las sesenta y tres restantes, con el siguiente juramento:
“Habrá una época en que cundirán las cinco impurezas, florecerán las enseñanzas
erróneas, y los difamadores poblarán la tierra. En ese momento, como las innumerables
deidades benevolentes y guardianas ya no podrán deleitarse con el sabor de la
Ley, su majestad y fortaleza irán menguando. El sol y luna perderán su fulgor, los
dragones celestiales ya no provocarán mas lluvias, y las deidades terrenales harán decrecer
la fertilidad de los suelos. Las raíces y tallos, ramas y hojas, flores y
frutos perderán sus propiedades medicinales y sus siete sabores. (9) Y hasta aquellos
que llegaron al trono por haber observado en existencias anteriores los diez
buenos preceptos se entregarán a la codicia, el odio y la estupidez. Los seres humanos ya no
brindarán a sus padres el debido amor filial, y la discordia reinará entre las
seis clases de parientes (10). En un momento así, mis discípulos serán personas
sin erudición y sin preceptos. Por esta razón, aunque lleven la cabeza rapada, serán
abandonados por las deidades tutelares y se verán privados de todos los medios
de subsistencia. Para mantener a esos monjes y monjas [ahora dejo aquí estas tres
partes]”.
Por otro lado, con
respecto a los beneficios que el Buda habia adquirido como resultado de sus prácticas,
los dividió en tres partes, de las cuales solo utilizó dos. Así pues, aunque podría
haber vivido en este mundo ciento veinte años, falleció al cabo de ochenta y
nos entregó a nosotros los cuarenta años restantes de la duración de su vida.
(11)
Aunque pudiésemos juntar
toda el agua de los cuatro grandes océanos para humedecer en ellas piedras de
tinta, aunque quemásemos todos los árboles y plantas para hacer barras de
tinta, aunque recogiésemos las cerdas de todos los animales para fabricar pinceles,
aunque utilizáramos como papel la superficie entera de todos los mundos de las
diez direcciones y, con ello, escribiésemos palabras de agradecimientos, ni aún
así podríamos saldar nuestra deuda con el Buda.
Con respecto a la deuda
de gratitud con la ley, esta es el maestro de todos los budas. Si los Budas son
dignos de respeto, se debe a la Ley. Por ende, los que deseen saldar su deuda con
el Buda deberán, primero, retribuir los favores recibidos de la Ley.
Y con respecto a la
deuda de gratitud con la Orden Budista, tanto el tesoro del Buda y como el
tesoro de la Ley pueden perpetuarse., invariablemente, gracias a que existe una
Orden. Para dar un ejemplo, sin leña no puede haber fuego, y sin tierra, no
pueden crecer las plantas o los árboles. Del mismo modo, aunque existiera el
Budismo, sin miembros de la Orden que lo estudiaran y lo difundieran, jamás
podría haberse transmitido durante los dos mil años del Primer Día y del Día Medio
de la Ley, y llegar hasta el Ultimo Día. En consecuencia, el Sutra de la Gran
Compilación dice: “Si en él ultimo de los cinco periodos de quinientos años, alguien
hostigara a los monjes sin erudición y sin preceptos, y los acusara de algún
delito, esa persona estará extinguiendo la gran antorcha del Budismo". Por
lo tanto, la inmensa deuda que uno tiene con la Orden es difícil de saldar.
Por tal razón, es imperioso
retribuir los favores recibidos de los tres tesoros. En tiempos antiguos, hubo
venerables como el niño Montañas Nevadas, el Bodhisattva Lamento Perpetuo, el
Bodhisattva Rey de la Medicina, y el Rey Brillo Universal, [que ofrendaron su
vida para saldar dicha deuda]. El primero dio su cuerpo como alimento a un
demonio; el segundo vendió su carne y medula. El tercero se quemó los brazos, y
el cuarto se ofreció para que le cortaran la cabeza. Con todo, las personas
comunes de esta última época, aunque reciben beneficios de los tres tesoros, se
muestran reacias a retribuirlos. ¿Cómo piensan, entonces, acceder al Camino del Buda? El Stra sobre la contemplación de la mente
como terreno, el Sutra de la red de Brahma, y otras enseñanzas afirman que los
que estudian el budismo y reciben los
preceptos de la iluminación perfecta e inmediata deben, sin falta, saldar las
cuatro deudas de gratitud. Yo soy solo una persona común e ignorante, y mi
cuerpo es de carne y sangre; no me he ni librado ni siquiera un poco, de las
tres categorías de ilusiones. Y sin embargo, en bien del Sutra del Loto he sido
difamado, calumniado, atacado con palos y espadas, y enviado al destierro. En vista
de tales persecuciones, creo que se me podría comparar con los grandes venerables
que quemaron los brazos, se aplastaron la médula o aceptaron ser decapitados. A esto me refiero cuando hablo de
mi inmensa alegría.
La segunda de las dos
cuestiones importantes es que siento un hondo pesar. El cuarto volumen del “Sutra
del Loto” dice: “Si una mala persona, con el corazón vacio de bondad,
apareciera durante el término de un kalpa en presencia del Buda y lo
vilipendiara y lo maldijera sin cesar, la falta cometida por dicha persona
sería relativamente leve. Pero si una persona dijese una única palabra malvada
para difamar o maldecir la persona laica, o al monje o monja que lee y recita el “Sutra
del Loto”, en tal caso su falta sería muy graves.” (12) Cuando leo este y otros
pasajes, mi convicción se enciende, el sudor irrumpe baña mi cuerpo y un
torrente de lágrimas brota de mis ojos. Me duele que, por haber nacido yo en
este país, tantas personas de esta tierra hayan creado, el peor de todos los karmas
más posibles. Los que golpearon y azotaron Bodhisattva Jamás Despreciar pudieron
arrepentirse mientras aún vivían; así y todo, sus faltas fueron de erradicar,
que cayeron en el infierno Avichi y tuvieron que permanecer allí durante mil
kalpas. Pero los que me hicieron daño a mi, todavía no han mostrado asomo de arrepentimiento.
El Sutra de la gran
compilación, al describir la retribución karmica que deben recibir dichas
personas, dice: “[El Buda pregunto:] “Si una persona derrama sangre del cuerpo
de mil, diez mil o un millón de Budas, ¿Qué pensaríais vosotros? ¿Qué ha
cometido una grave falta o no?”.
El Gran Rey Brahma
respondió: “Si una persona derrama sangre de un solo Buda, su falta sería tan
seria que lo llevaría a caer en el infierno del sufrimientos incesante. Su
ofensa seria insondablemente grave, y debería permanecer en el gran infierno
Avichi durante tantos kalpas, que un ábaco no serviría para calcular tamaña
medida. Peor sería la falta de alguien que hiciera sangrar a diez mil o un
millón de Budas. Nadie podría explicar cabalmente la falta de esa persona ni
tampoco su retribución. Nadie, salvo el Que así Llega”. “Gran Rey Brahma – dijo
el Buda -, supongamos que alguien, por mi bien, adoptase la tonsurara y el
habito sacerdotal. Aunque no hubiese recibido nunca y, por ende, no observara
ni uno solo de ellos, si alguien lo hostigara, lo insultara o lo golpease con
un palo, la falta cometida por esa persona sería aún mas grave que aquella [de
lastimar a mil o un millón de Budas]”.
Nichiren
En el decimosexto día
del primer mes en el segundo año de Kocho (1262), signo cíclico mizunoe-inu
A
Kudo Sakon-no-jo
ANTECEDENTES
Nichiren Daishonin
escribió esta carta mientras se hallaba exiliado en Ito península de Izu, y se
la dirigió a Kudo Sakon-no-jo Yoshitaka, también conocido como Kudo Yoshitaka,
Señor de Amatsu en la provincia de Awa.
Se dice que Kudo
Yoshitaka adoptó la enseñanza de Nichiren Daishonin alrededor de 1256, aproximadamente
en la misma época de Shijo Kingo y que Ikegami Munenaka, y cuando hacía pocos
años que el Daishonin había comenzado a propagarla. Durante el destierro de su
maestro en Izu, Yoshitaka le envió ofrendas y siguió siempre la fe con pureza.
Murió encorbate, defendiendo al Daishonin de un atentado conocido como la
persecución de Komatsubara, en el undécimo mes de 1264. "Las cuatro deudas
de gratitud" es la única carta del Daishonin dirigida Yoshitaka que se ha
conservado hasta hoy.
En el texto,
considerando el motivo de su exilio, Nichiren Daishonin expresa su convicción
de ser un verdadero practicante del “Sutra del Loto”. Menciona “dos cuestiones
importantes” referidas a su exilio en Izu. “Una es que siento una inmensa
alegría,” afirma, y procede a explicar la razón de su júbilo. La mayor parte de
la carta se ocupa de este punto. A continuación señala: “La Segunda de las dos cuestiones
importantes es que siento un hondo pesar”. Cita pasajes del “Sutra del Loto” y
del “Sutra de la gran compilación” que revelan la grave falta de actuar contra
la Ley y contra sus devotos, y explica que lo acongoja pensar en la gran
retribución karmica que tendrán que sobrellevar sus perseguidores. Esta es la
parte final de la carta.
A lo largo del texto, el
Daishonin menciona dos razones de su
“inmensa alegría”. Una: haber demostrado que es el devoto del “Sutra del
Loto”, en la medida en que fue cumpliendo las predicciones del Sutra referidas a las persecuciones que habría de
enfrentar su devoto en el “Ultimo Día de la Ley”. La otra es que soportar un
destierro por causa del Sutra, le permite saldar las cuatro deudas de gratitud.
Declara que el gobernante que lo condeno al exilio, es la persona a la cual el mas
le debe; gracias a el, ha podido vivir las palabras del “Sutra del Loto” y demostrar
que es su verdadero devoto.
A continuación recalca
la importancia de saldar las cuatro deudas de gratitud enunciadas en el “Sutra sobre
la contemplación de la mente como terreno”. Estas indican el agradecimiento que
se debe a todos los seres vivos, a los padres, al soberano, y a los
tres tesoros: “el Buda, la Ley y la Orden Budista”.
El Daishonin considera
que lo más importante es saldar la deuda de gratitud con los tres tesoros, pues
de otro modo uno no podría lograr la Budeidad.
NOTAS
1. Referencia al exilio del Daishonin a Ito, península de Izu,
desde el duodécimo día del quinto mes,
1261 hasta el vigésimo segundo día del segundo mes, 1263.
2. Aquí la expresión “mundo saha ” indica el gran sistema planetario
que rodea nuestro mundo.
3. Los “tres buenos caminos” son los de los asuras, los seres
humanos, y los seres celestiales, en contraste con los “tres malos caminos”: el
infierno, el estado de las entidades hambrientas y la animalidad.
4. la historia de Ajatashatru se cuenta entre las nueve grandes
persecuciones sufridas por Shakyamuni.
5. Sutra del Loto, Cáp. 10.
6. Ibíd., Cáp. 14.
7. La luz del sol, la luna y las estrellas.
8. Trigo, arroz, frijoles y dos tipos de mijo. También, termino
genérico que se aplica a todos los
granos.
9. Dulce, picante, agrio, amargo, salado, astringente, y sabores
sutiles.
10. Las seis clases de parientes se refieren al padre, la madre, el
hermano mayor, el hermano menor, la esposa y los hijos. Otra clasificación toma
en cuenta al padre, los hijos, el hermano
mayor, el hermano menor, el esposo y la esposa.
11. No se ha podido rastrear el origen de esta afirmación;
presuntamente, se basa en un pasaje del “Sutra de la Gran Compilación”.
12. Sutra del Loto, Cáp. 10.