ESTUDIO DE GHOSO: RESPUESTA AL SACERDOTE LAICO TAKAHASHI. APRENDAMOS DE LOS ESCRITOS DE NICHIREN DAISHONIN: LAS ENSEÑANZAS PARA LOGRAR LA VICTORIA. Fuente: La Tribuna del Mundo Septiembre de 2013.
“ ESFORZARNOS CON ESPERANZA Y BENEVOLENCIA
SIN LÍMITES”.
En esa época, el bodhisattva Prácticas
Superiores hará su aparición en el mundo y concederá los cinco caracteres de
Myoho-renge-kyo a todos los seres vivos de Jambudvipa.
…El año
pasado, cuando me marché de Kamakura y me retiré a este lugar, [el monte
Minobu,] pensé en detenerme en el camino para hablar con usted [el sacerdote
laico Takahashi] y los demás, ya que me quedaba de paso, pero al final no lo
hice. Por otro lado, aunque no he tenido ninguna intención de ser negligente, me
fue imposible responder hasta este momento. ¿Cómo podría tomar distancia de
cualquiera de ustedes? Incluso cuando amonesto a los sacerdotes del Nembutsu o
del Zen, a los maestros de la escuela Palabra Verdadera, al gobernante de la
nación y otras autoridades, que tanto me odian, es porque quiero ayudarlos; su
odio sólo me inspira una compasión mucho mayor por todos ellos. En tal caso,
¿cómo podría menospreciar a quienes actuaron como aliados y me beneficiaron con
su solidaridad, aunque no fuese más que un día?
…En realidad, siento alivio cuando los que
tienen esposa e hijos a su cargo se mantienen lejos de mí por miedo a la
reacción de la sociedad. No tengo poder para salvar a los que se alían conmigo;
es más, quienes lo hagan tal vez se arriesguen a que les quiten sus
propiedades, por pequeñas que sean. Me duele pensar cómo habrán de sufrir sus
esposas, hijos y vasallos, que no comprenden verdaderamente la situación.
…El segundo mes del año pasado fui
indultado; el decimotercer día del tercer mes, abandoné la provincia de Sado y,
el vigésimo sexto día del mismo mes, llegué a Kamakura. Cuando me reuní con Hei
no Saemon, el octavo día del cuarto mes, me preguntó sobre diversas cuestiones
y, durante la conversación que mantuvimos, quiso saber cuándo lanzarían su
invasión los mongoles. ¡Vendrán este año, respondí! Y, con respecto a esto,
nadie más que Nichiren puede salvar al Japón! [...] El gran maestro Kobo y el
gran maestro Jikaku, confundidos por tales enseñanzas [de la escuela Palabra
Verdadera], han puesto al Japón al borde de la ruina. Aunque un país esté
destinado a ser destruido en dos o tres años, si el gobernante hace que los
sacerdotes de la escuela Palabra Verdadera eleven plegarias para obtener
seguridad, ¡la nación será atacada antes de que transcurra un año o incluso
seis meses!
Esto fue lo que le dije. Habiendo sido tan
odiado por ofrecer consejos que podían salvar la nación, consideré que al
volver indultado de mi destierro debía partir de Sado y ocultarme en algún
lugar lejano, en medio de las montañas o a orillas del mar. Pero en cambio fui
a Kamakura, con la esperanza de explicar a Hei no Saemon la situación por
última vez, y salvar así a aquellos que consiguieran sobrevivir a un ataque
contra el Japón. Una vez hecha mi advertencia, supe que no debía permanecer más
tiempo en Kamakura y me marché, dejando que mis pies eligieran el rumbo. Al ver
que habría de pasar cerca de ustedes, pensé cuánto me gustaría verlos a todos
una vez más, aunque mi visita les impusiera una carga. Pero a pesar de que lo
pensé mil veces, luché contra mis sentimientos y, finalmente, seguí de largo.
…Que usted haya confiado aunque sea un poco
en mí cuando todos los demás me odiaban, y que haya recorrido todo ese trayecto
para visitarme no es algo que pueda atribuirse sólo al karma de la existencia
actual. ¡Con seguridad, hay un lazo que ambos compartimos desde existencias
anteriores!
…Me produce una enorme aflicción saber que
su enfermedad se ha agravado tanto.
…Además, el Sutra del loto sostiene que es el
«buen remedio para los males del pueblo de Jambudvipa». Las personas de este
mundo de Jambudvipa sufren a causa de la enfermedad, aunque tienen el remedio
del Sutra del loto. Pero usted, que ya reúne los tres requisitos, ¿podría acaso
no sanar? Así y todo, si duda, nada podré hacer yo para ayudarlo.
Nam-myoho-renge-kyo.
EL ALIENTO FERVIENTE A UN SEGUIDOR ENFERMO
El Ghosos que
estudiaremos, Respuesta al sacerdote laico Takahashi, fue escrito en el monte
Minobu en julio de 1275. Su destinatario, también conocido como Takahashi
Rokuro Hyoe, vivió en la localidad de Kajima, distrito Fuji, provincia de
Suruga (actualmente ciudad de Fuji, en el centro de la prefectura de Shizuoka).
Su esposa, la monja laica Myoshin, fue tía de, quien luego sería el sucesor
directo del Daishonin, Nikko Shonin. El fue quien le habló a Takahashi sobre el
Budismo de Nichiren.
El Daishonin envió esta
carta al sacerdote laico Takahashi, motivado por su sincero deseo de alentar y
de tranquilizar a este leal discípulo que sufría de una grave enfermedad.
La convicción monumental
del Daishonin abre caminos de esperanza ilimitada. En esta entrega,
estudiaremos este texto decididos a avanzar por el camino que nos permite
elevar nuestro espíritu.
…En esa época, el bodhisattva
Prácticas Superiores hará su aparición en el mundo y concederá los cinco
caracteres de Myoho-renge-kyo a todos los seres vivos de Jambudvipa.
PROPAGAR LA LEY MÍSTICA A LOS PUEBLOS DE
TODO EL MUNDO.
El Buda suele ser comparado con un médico
que conoce la capacidad humana de entender la Ley, sabe de sus enfermedades (es
decir, las causas de sus diversos sufrimientos), administra los remedios más
adecuados —las enseñanzas budistas— y los salva de su aflicción. En el comienzo de
esta carta, el Daishonin describe diversas clases de «remedios» que Shakyamuni
confió a diferentes seguidores para que estos los transmitieran a la gente
después de su muerte, a lo largo de los días Primero, Medio y Último de la Ley.
Mientras que el Buda
ansiaba la felicidad de todos los seres vivos por igual, lo que más le
preocupaba era cómo ayudar a los que vivirían en la era corrupta del Último
Día, en la cual «las enfermedades [de los seres vivos] serán graves».
Ya que un remedio
ineficaz no alcanza a curar una dolencia grave, Shakyamuni
predicó el Sutra del loto y encomendó los cinco caracteres de
Myoho-renge-kyo —que el sutra describe como el remedio de extrema eficacia— al
bodhisattva Prácticas Superiores, adalid de los Bodhisattvas de la Tierra, con
la misión de concederlos a los seres vivos de Jambudvipa —el mundo entero— en
el Último Día de la Ley.
Los «cinco caracteres de
Myoho-renge-kyo» se refieren a Nam-myoho-renge-kyo, corazón de todas las
enseñanzas expuestas por el Buda durante su existencia, y esencia del Sutra del
loto. Esta gran enseñanza, escribe el Daishonin, es el remedio sumamente eficaz
que puede curar de raíz la enfermedad que padecía el sacerdote laico Takahashi.
Pero con el solo hecho
de que el Buda aparezca y esclarezca la Ley no podía asegurar que, después de
su muerte, todos los seres del Último Día pudiesen librarse del sufrimiento.
Solo podrían beneficiarse de tan eficaz remedio de la Ley Mística si, en esa
época, también existiese alguien dedicado a propagar ampliamente la enseñanza.
Esto vuelve tan
importante la presencia del devoto del Sutra del loto, cuya misión es difundir
la Ley Mística. En esta carta, el Daishonin busca explicarle este punto al
sacerdote laico Takahashi, describiendo sus propias acciones como devoto del
Sutra del loto.
Para el Daishonin,
propagar el remedio espléndidamente efectivo de la Ley Mística en la época
corrupta y perversa del Último Día significaba arrojarse en medio de una
furiosa tempestad de dificultades y persecuciones. No obstante, como devoto del
sutra se aventuró a este destino resueltamente, porque sabía que era la única
forma de guiar a la iluminación a la población de esta época malvada e impura.
La lucha del Daishonin
continuó aun después de haber obtenido el indulto
de su exilio a la isla de Sado, cuando pasó brevemente por
Kamakura y, por fin, estableció su residencia en el monte Minobu. En especial,
después de trasladarse a Minobu inició una campaña para proclamar la enseñanza
budista correcta en un nivel más profundo que antes, con el afán de abrir rutas
al kosen-rufu del eterno futuro.
En esta carta, el
Daishonin explica con qué intensidad vino trabajando hasta ese día como devoto
del Sutra del loto, para guiar a la iluminación a las personas del Último Día
de la Ley, y de qué manera piensa sostener y ampliar su esfuerzo en el presente
y futuro. Además de describir su contienda, procura inspirar al sacerdote laico
Takahashi una convicción intrépida y absoluta. Le dice: «¡Usted es seguidor de
Nichiren, el devoto del Sutra del loto! ¡Por eso, no debe temer a nada!». Este
es el mensaje de aliento que atraviesa el texto de esta carta.
…El año pasado, cuando
[en mayo de 1274] me marché de Kamakura y me retiré a este lugar, [el monte
Minobu,] pensé en detenerme en el camino para hablar con usted [el sacerdote
laico Takahashi] y los demás, ya que me quedaba de paso, pero al final no lo
hice. Por otro lado, aunque no tenía ninguna intención de ser negligente, me
fue imposible responder hasta este momento. ¿Cómo podría tomar distancia de
cualquiera de ustedes? Incluso cuando amonesto a los sacerdotes del Nembutsu
[que pertenecen la escuela Tierra Pura] o del Zen, a los maestros de la escuela
Palabra Verdadera, al gobernante de la nación y otras autoridades, que tanto me
odian, es porque quiero ayudarlos; su odio sólo me inspira una compasión mucho
mayor por todos ellos. En tal caso, ¿cómo podría menospreciar a quienes
actuaron como aliados y me beneficiaron con su solidaridad, aunque no fuese más
que un día?
En realidad, siento
alivio cuando los que tienen esposa e hijos a su cargo se mantienen lejos de mí
por miedo a la reacción de la sociedad. No tengo poder para salvar a los que se
alian conmigo; es más, quienes lo hagan tal vez se arriesguen a que les quiten
sus propiedades, por pequeñas que sean. Me duele pensar cómo habrán de sufrir
sus esposas, hijos y vasallos, que no comprenden verdaderamente la situación.
LA INQUIETUD CONSTANTE DEL DAISHONIN POR LA
SEGURIDAD DE SUS SEGUIDORES
…Aquí vemos la honda
preocupación del Daishonin por sus seguidores, que estaban pasando por una
situación muy tensa.
Cuando el Daishonin
viajó desde Kamakura hasta el monte Minobu, él se abstuvo de tomar contacto con
sus discípulos a pesar de que vivían a lo largo del trayecto. Como dice más de
una vez en la carta, quería evitar toda acción visible que pudiese perjudicar a
sus seguidores e intensificar la persecución contra ellos. Por eso, el
Daishonin escribe: «¿Cómo podría tomar distancia de cualquiera de ustedes?
[...] Quiero ayudarlos [incluso a quienes tanto me odian]. [...] En tal caso,
¿cómo podría menospreciar a quienes actuaron como aliados?».
…Además, agrega: «En
realidad, siento alivio cuando los [seguidores míos] que tienen esposa e hijos
a su cargo se mantienen lejos de mí por miedo a la reacción de la sociedad». En
otras palabras, el Daishonin prefirió mantener distancia, pensando en los
inconvenientes que podía causarles a las esposas, hijos y otros familiares de
sus seguidores — como el sacerdote laico Takahashi— si, a causa de su vínculo abierto
con él, estos tuviesen que perder sus fincas y tierras. El deseo del Daishonin
era que sus seguidores, sabiamente, evitaran crear fricciones innecesarias con
las autoridades que los llevara a agravar las hostilidades. Aunque él mismo
siempre estuvo dispuesto a asumir cualquier dificultad en nombre del
kosen-rufu, su postura constante fue evitar problemas a sus seguidores o a sus
familias, pensando siempre en la seguridad y el bienestar de cada uno de sus
creyentes. Esta fue siempre la actitud del Daishonin.
…En esta carta describe
de qué manera decidió levantarse para consagrarse a luchar sin escatimar la
vida, y hacer frente a las circunstancias, a sabiendas de que esto podía
ocasionarle persecuciones. Observa que cuando uno, basado en el Sutra del loto,
trata de propagar la enseñanza correcta en el Ultimo Día, «estas funciones
demoníacas entrarán en el corazón de los monjes y monjas de toda la nación
[...] y se valdrán de ellos para engañar al gobernante y a sus ministros».
Además, nos dice, el devoto del Sutra del loto será perseguido no solo por el
gobernante, sino también por la población de todo el territorio, e incluso
correrá el riesgo de ser exiliado o amenazado de ejecución.
Si eso ocurriera,
también se expondrían al peligro sus padres y todas las demás personas
vinculadas a él. Esto podría instar a algunos de ellos a abandonar la fe en la
Ley Mística, e incluso a actuar contra el Sutra del loto, haciéndolos caer,
como resultado, en los tres malos caminos de la existencia. El Daishonin escribe
que se detuvo a ponderar todo esto detenidamente, preguntándose qué decisión
tomar.
El buda Shakyamuni nos advirtió: «Si, pese a entender esta
cuestión, aún vaciláis a la hora de arriesgar vuestra vida y, por ende, no lo
declaráis a la gente, no sólo os convertís en mis enemigos, sino también en el
enemigo mortal de todos los seres vivos».
Por eso, el Daishonin
señala: «Fue así como, habiendo sopesado las alternativas, tomé la decisión de
hablar».
Luego prosigue: Sabía que una vez que comenzara a decir lo
que debía, de nada me serviría vacilar o desistir en el camino, de modo que
opté por hablar cada vez con más vigor. A partir de entonces, tal como predicen
las palabras del Buda en el sutra [del loto], el gobernante comenzó a tratarme
con hostilidad, y el pueblo, a atacarme. A raíz de esta animosidad, los cielos
se enfurecieron, el sol y la luna manifestaron grandes cambios, y aparecieron
enormes cometas. La tierra se estremeció como si fuera a tumbarse, estallaron
rebeliones internas, y se produjo el ataque de un país extranjero. Todo esto
sucedió tal como el Buda lo había predicho, y no hay duda de que yo, Nichiren,
soy el devoto del Sutra del loto.
…En esta resuelta
declaración, el Daishonin afirma que él es el maestro esencial de todos los seres
vivos.
El kosen-rufu es una
lucha por transformar la vida de los seres humanos a través de revertir la
oscuridad fundamental que reside en el interior de la vida, y de hacerlos tomar
conciencia de su naturaleza de Buda inherente. La esencia del ideal del
Daishonin, que es «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la
tierra», radica en construir una red de personas comunes esclarecidas y
dedicadas al bien. Pero como esta contienda implica transformar de raíz la vida
de las personas, puede provocar violentas resistencias en ciertos sectores; en
especial, la feroz oposición y la persecución de los falsos venerables
arrogantes, que constituyen el grupo más insidioso dentro de los tres enemigos
poderosos. Triunfar en esta gran batalla es la clave para crear un mundo de paz
y de felicidad verdaderas, una tierra de Buda.
El Daishonin se puso de
pie y asumió la total responsabilidad de una labor tan ingente como el desafío
del kosen-rufu. Por eso, emprendió una campaña implacable sustentada en la
palabra, dispuesto a denunciar las fuerzas destructivas que buscaban dañar al
pueblo. Sin embargo, en su trato con la gente era sumamente bondadoso y
humanitario; trataba a todos con inmenso cuidado y amor compasivo, mientras
procuraba brindar a cada persona tranquilidad y paz espiritual. Con este
corazón procedió en su lucha.
Los dos primeros
presidentes de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, mantuvieron
la misma actitud de negarse a ser intimidados por las autoridades, pero ser benevolentes
y considerados con la gente común.
Un
conocido episodio muestra la calidez y el afecto del señor Makiguchi hacia los
demás. Una fría noche de invierno, una joven madre que cargaba su bebé a sus
espaldas fue hasta su casa para pedirle orientación en la fe, como lo hacían
muchos miembros en aquella época. Mientras esta madre se disponía a regresar a
su hogar, el señor Makiguchi le colocó unos pliegos de papel de diario entre el
manto que lo cubría y la espalda del bebé y le dijo: “Esto protegerá del frío
al niño. Es como si tuviera una capa más de abrigo sobre su cuerpo”.
El señor Makiguchi y su
esposa siempre acompañaban cordialmente a los miembros hasta la puerta de calle
cuando los despedían.
En el corazón
humanitario del fundador de la Soka Gakkai se conjugaban, por un lado, el valor
indómito de un defensor de la enseñanza budista correcta, y, por el otro, una
inmensa bondad hacia cada persona.
…El objetivo de las
actividades que hacemos en la SGI es siempre procurar la felicidad de cada
individuo; nuestro afán es que cada miembro triunfe en la vida.
Por ende, como
compañeros de fe, es importante que nos respetemos unos a otros. Además, es de
esperar, que todos los líderes de la SGI se pregunten constantemente cómo
seguir abriendo nuevas rutas de esperanza, alegría y satisfacción, que expandan
la adhesión a nuestro movimiento, basados en un persistente esfuerzo de diálogo
y de aliento, tanto dentro como fuera de la organización.
…En particular, es
necesario que todos los miembros, tomen la iniciativa en nuestro movimiento y
estén dispuestos a colaborar voluntariamente en toda contienda tras bastidores
y que este esfuerzo se traduzca en nuestro crecimiento personal y que nos convierta
en líderes de primera línea, capaces de comprender la lucha y los padecimientos
de nuestros semejantes y de convertir cualquier obstáculo en un motivo de
alborozo.
…Continúa el Daishonin: El segundo mes del año pasado [en febrero de 1274] fui indultado [de
mi destierro en Sado]; el decimotercer día del tercer mes [13 de marzo],
abandoné la provincia de Sado y, el vigésimo sexto día del mismo mes [26 de
marzo], llegué a Kamakura. Cuando me reuní con Hei no Saemon, el octavo día del
cuarto mes [8 de abril], me preguntó sobre diversas cuestiones y, durante la
conversación que mantuvimos, quiso saber cuándo lanzarían su invasión los
mongoles.
—Vendrán
este año —respondí—. ¡Y, con respecto a esto, nadie más que Nichiren puede
salvar al Japón! [...] El gran maestro Kobo [fundador de la escuela Palabra
Verdadera en el Japón] y el gran maestro Jikaku, [prior de la escuela Tendai
que llevó a esta corriente budista a incorporar doctrinas esotéricas y a
denigrar el Sutra del loto], confundidos por tales enseñanzas, han puesto al
Japón al borde de la ruina. Aunque un país esté destinado a ser destruido en
dos o tres años, si el gobernante hace que los sacerdotes de la escuela Palabra
Verdadera eleven plegarias para obtener seguridad, ¡la nación será atacada
antes de que transcurra un año o incluso seis meses!
Esto fue
lo que le dije.
ADVERTIR A LAS AUTORIDADES DEL GOBIERNO Y
RECTIFICAR LOS ERRORES
Hasta el final de su
vida, el Daishonin se consagró a «establecer la enseñanza correcta para
asegurar la paz en la tierra»; en otras palabras, a la lucha por construir una
sociedad segura y pacífica, basada en las enseñanzas correctas del budismo. En
su escrito Razones por las cuales escribí «Sobre el establecimiento de la
enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra», afirma: «Mi único
propósito al hablar así es el bienestar de la nación, de la Ley y de los demás,
no mi propio beneficio». Su contienda estaba motivada en el deseo de contribuir
al bienestar del pueblo y de salvar a la nación de la ruina.
Que el Daishonin
regresara con vida de su destierro a Sado —que equivalía en esa época, a una
condena a muerte— representaba casi un milagro. Y sin embargo, ¿qué fue lo
primero que hizo al regresar a Kamakura, en 1274? Fue a ver a Hei no Saemon, el
funcionario y oficial que lo había perseguido encarnizadamente, y en ese
encuentro le reiteró la importancia de «establecer la enseñanza correcta para
asegurar la paz en la tierra».
Mientras tanto, ¿qué
habían hecho durante ese destierro los miembros del gobierno militar
responsables de haber exiliado al Daishonin a Sado?
En febrero de 1272, en
los dos centros más importantes del poder —Kamakura y Kioto, que eran,
respectivamente, las capitales militar e imperial—, se habían producido
levantamientos conocidos como los Disturbios de Febrero. Esto hizo realidad una
de las predicciones formuladas por el Daishonin en su escrito Sobre el
establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra: la
calamidad de una rebelión en los propios territorios (revueltas internas). Al
mismo tiempo, el gobierno de entonces enfrentaba otra de las amenazas, que era
la invasión mongola, por lo cual estaba movilizándose laboriosamente para
controlar al país y prepararse para esta temible perspectiva.
El 19 de setiembre de
1271, inmediatamente después de la persecución de Tatsunokuchi [el 12 de
setiembre], un enviado mongol llamado Chao Liang-pi (Zhao Liangbi; 1217-1286)
llegó a la provincia de Chikuzen (parte de la actual prefectura de Fukuoka, en
Kyushu) portando una carta del emperador mongol [Kublai Khan (r. 1260-1294)] en
la cual se exigía la rendición japonesa. Sin embargo, la corte imperial y el
gobierno militar decidieron no responder a esta amenaza sin precedentes contra
el país.
El enviado regresó con
las manos vacías, de modo que el Emperador mongol optó por enviar nuevos
emisarios con la misma exigencia.
Los gobernantes del
Japón confiaban en poder repeler a los invasores extranjeros a través de las
rogativas por la derrota mongola que solicitaban a los sacerdotes de la escuela
esotérica Palabra Verdadera. En verdad, la perspectiva de una invasión foránea
los paralizaba de miedo.
A diferencia de ello,
inmediatamente después de regresar a Kamakura el Daishonin sin perder un
instante advirtió a las autoridades una vez más, decidido a proteger al país y
a su pueblo. Lo hizo sin pensar en el peligro personal que esto podía
acarrearle.
Cuando Hei no Saemon le
preguntó en qué momento pensaba que se produciría la invasión mongola, el
Daishonin respondió que tendría lugar antes de que pasara un año. En esta
declaración se aprecia su poderosa convicción y seguridad personal, basada en
una comprensión correcta de los hechos y de la ley budista de causa y efecto.
Tal como el Daishonin pronosticó, la primera invasión mongola ocurrió seis
meses más tarde (en octubre de 1274).
En dicha carta, el
Daishonin denuncia con rigor las doctrinas erróneas de la escuela Palabra
Verdadera, declarando que constituyen una amenaza aún más destructiva para el
Japón que las enseñanzas de las escuelas Zen, Nembutsu y Preceptos. Esto se
debe a que todo el país recurría a los sacerdotes de la escuela Palabra
Verdadera para que elevaran rogativas protectoras del Estado, y a que se
gastaban enormes sumas en financiar estos patrocinios religiosos.
El Daishonin explica
detalladamente al sacerdote laico Takahashi sobre el verdadero propósito por el
cual refutaba las doctrinas de la escuela Palabra Verdadera. Responsabiliza a
Kobo, fundador de Palabra Verdadera en el Japón, y a Jikaku, prior del templo
Enryaku-ji del monte Hiei perteneciente a la escuela Tendai, por el predominio
de estas enseñanzas que distorsionaban el espíritu fundamental del budismo. En
los tiempos de Jikaku, la escuela Tendai comenzó a incorporar en sus enseñanzas
las doctrinas erróneas de la corriente Palabra Verdadera, lo cual condujo a
tergiversar gravemente el conjunto de la filosofía budista en el Japón. Sin
embargo, antes de Jikaku la escuela Tendai se había basado en el Sutra del loto
y era una de las ocho escuelas reconocidas del budismo japonés. Por tal motivo,
el Daishonin dirige sus críticas a la escuela Palabra Verdadera y la denuncia
con tanta vehemencia.
…Continua el Daishonin: Habiendo
sido tan odiado por ofrecer consejos que podían salvar la nación, consideré que
al volver indultado de mi destierro debía partir de Sado y ocultarme en algún
lugar lejano, en medio de las montañas o a orillas del mar. Pero en cambio fui
a Kamakura, con la esperanza de explicar a Hei no Saemon la situación por
última vez, y salvar así a aquellos que consiguieran sobrevivir a un ataque [de
los invasores mongoles] contra el Japón. Una vez hecha mi advertencia, supe que
no debía permanecer más tiempo en Kamakura y me marché, dejando que mis pies
eligieran el rumbo. Al ver que habría de pasar cerca de ustedes, pensé cuánto
me gustaría verlos a todos una vez más, aunque mi visita les impusiera una
carga. Pero a pesar de que lo pensé mil veces, luché contra mis sentimientos y,
finalmente, seguí de largo.
LA LUCHA ALTRUISTA DEL DAISHONIN POR
PROTEGER A LAS PERSONAS
…En esta parte, el
Daishonin describe sus reflexiones respecto al encuentro que mantuvo con su
perseguidor Hei no Saemon en Kamakura después de retomar de Sado, y formular su
tercera advertencia. Vuelve a relatar que, en el trayecto hacia el monte
Minobu, contuvo su deseo de encontrarse con el sacerdote laico Takahashi y con
los demás seguidores de la región, y decidió seguir de largo sin detenerse.
En primer lugar, dice
que después de ser indultado y de marcharse de la isla de Sado, lo más
conveniente para él tal vez habría sido ocultarse «en algún lugar lejano, en
medio de las montañas o a orillas del mar». Dadas las circunstancias, considera
que esa no habría sido una decisión irrazonable. Pero, competido a expresar una
vez más lo que había que decir, el Daishonin optó por ir directamente a
Kamakura. Procedió de ese modo, según dice, para «salvar así a aquellos que
consiguieran sobrevivir a un ataque contra el Japón [por parte de los invasores
mongoles]». Esta noble dedicación al bienestar del pueblo es el eterno honor y
el orgullo intachable de los practicantes del Budismo de Nichiren.
Señala que durante ese
encuentro con Hei no Saemon, el gobierno de Kamakura le ofreció patrocinarlo
construyéndole un templo. Pero el Daishonin comprendió que las autoridades no
tenían ninguna intención de cambiar sus políticas, de modo que declinó el
ofrecimiento.
Cuán noble ejemplo de
integridad... ¡Qué postura majestuosa y modelo de honorabilidad humana!
SER LÍDERES QUE SIEMPRE PONGAN EN PRIMER
LUGAR A LOS MIEMBROS
Al mismo tiempo, lo que más le preocupaba al Daishonin era el
bienestar de sus seguidores. La idea de encontrarse con sus creyentes de Suruga
o de no hacerlo para ahorrarles inconvenientes era lo que desgarraba su
corazón. Por eso, escribe: «Luché contra mis sentimientos». Pero finalmente, a
pesar de su tristeza, decide no ir.
Lo explica de este modo:
“Y
lo hice por esta razón. La provincia de Suruga es dominio del señor feudal de
Sagami [es decir, el octavo regente Hojo Tokimune]; en especial, el área de
Fuji abunda en personas relacionadas con las viudas de funcionarios
jerárquicos, que sienten gran rencor hacia mí porque me consideran enemigo de
los difuntos sacerdotes laicos del Saimyo-ji [que era Hojo Tokiyori, el quinto
regente retirado] y del Gokuraku-ji [que era Hojo Shigetoki, corregente
retirado del anterior]. Temí que ustedes se vieran en dificultades si estas
personas se enteraban de que yo los había visitado. Hasta ahora he tomado
precauciones para no ocasionarle problemas, y por eso ni siquiera le respondí.
Además, una y otra vez, advertí a los sacerdotes que evitaran acercarse a
cualquier lugar próximo al área de Kajima, en Fuji, fueran cuales fuesen las
circunstancias; así y todo, me inquieta lo que pueda suceder.
Cada vez que leo este
pasaje, me vuelve a conmover el inmenso amor compasivo y consideración que
sentía Nichiren Daishonin hacia cada uno de sus seguidores.
Por ello cada uno de quienes
integramos la SGI en el mundo, son absolutamente preciados. El desarrollo del
kosen-rufu se debe íntegramente al trabajo asiduo, sincero y abnegado de todos,
y esto es algo que jamás se aparta de nuestros corazones, ni siquiera por un
breve instante.
Debemos seguir
edificando la SGI como una organización cuyos miembros nobles y confiables
puedan declarar con orgullo y alegría, como héroes anónimos del pueblo: «¡Mi
trabajo laborioso ha valido la pena! ¡Estoy feliz de practicar este budismo!».
Esta es la clase de organización que todos debemos seguir construyendo. Creer
profunda y firmemente [en este inicio de 2013] que nuestro “Año de la victoria
de la SGI juvenil" será un año de enormes avances en esta dirección.
Continúa el Daishonin: Que usted haya confiado aunque sea un
poco en mí cuando todos los demás me odiaban, y que haya recorrido todo ese
trayecto [hasta el monte Minobu] para visitarme no es algo que pueda atribuirse
sólo al karma de la existencia actual. ¡Con seguridad, hay un lazo que ambos
compartimos desde existencias anteriores!
Me produce una enorme aflicción saber que su
enfermedad se ha agravado tanto. [...]
Además, el Sutra del loto sostiene que es el
«buen remedio para los males del pueblo de Jambudvipa [es decir, el mundo
entero]». Las personas de este mundo de Jambudvipa sufren a causa de la
enfermedad, aunque tienen el remedio del Sutra del loto. Pero usted, que ya
reúne los tres requisitos, ¿podría acaso no sanar? Así y todo, si duda, nada
podré hacer yo para ayudarlo.
Nam-myoho-renge-kyo, Nam- myoho-renge-kyo.
LOS LAZOS ETERNOS ENTRE EL MAESTRO Y SUS DISCÍPULOS
Los seguidores del
Daishonin, en unión espiritual con su mentor, habían trabajado juntos
sobrellevando las más grandes persecuciones para avanzar triunfal en toda
contienda. Ahora, uno de esos creyentes leales, el sacerdote laico Takahashi,
se encontraba sufriendo pero desafiándose valientemente contra el mal que
padecía. Se deduce que el Daishonin, hondamente dolorido por esta
circunstancia, oró con todo su ser por su recuperación y tomó el pincel para
escribir esta carta y encomendar a Nikko Shonin y a otros para que se la
hiciera llegar al destinatario.
En la misiva, el
Daishonin se dirige al sacerdote laico Takahashi con estas palabras:«[...] Que
usted haya confiado aunque sea un poco en mí cuando todos los demás me odiaban,
y que haya recorrido todo ese trayecto [hasta el monte Minobu) para visitarme
no es algo que pueda atribuirse sólo al karma de la existencia actual. ¡Con
seguridad, hay un lazo que ambos compartimos desde existencias anteriores!».
Estoy seguro de que estas palabras conmovedoras del Daishonin habrán
reconfortado con calidez el corazón de su discípulo.
En ellas, vemos la
esperanza ilimitada que el Daishonin le infunde al sacerdote laico Takahashi,
al asegurarle que maestro y discípulo comparten lazos que van más allá de esta
existencia, y que continuarán trabajando juntos eternamente, también en
existencias futuras.
En un famoso pasaje de
la carta El buen remedio para todos los males, escrita a la monja laica Myoshin,
esposa de Takahashi, le dice: «¿No podría ser la dolencia de su esposo un
designio del Buda? Las enfermedades hacen surgir en nosotros la determinación
de entrar en el Camino».
En ese mismo texto en
que ora para que ella y su esposo se unan y superen juntos la enfermedad a
través de la fe firme, el Daishonin le brinda la tranquilidad de que a ambos
les espera la Budeidad, sin falta, con las siguientes palabras:
«Si, en este preciso
instante, [su esposo] tuviera que dirigirse al Pico del Aguila, se sentiría tan
feliz como si hubiese salido el sol y pudiera ver en las diez direcciones».
Se regocijaría, pensando
que una muerte prematura puede, pese a todo, ser vivida con felicidad.
«Por mucho que suceda en
el trayecto entre esta vida y la próxima, él [su esposo] debe proclamarse
discípulo de Nichiren».
Por su parte, en
Respuesta al sacerdote laico Takahashi, el Daishonin escribe: «Pero usted, que
ya reúne los tres requisitos, ¿podría acaso no sanar?». Los «tres requisitos»
pueden interpretarse, aquí, como una alusión al Buda, la Ley y el devoto del Sutra
del loto.
El buda es Shakyamuni,
cuyo deseo fue curar la grave enfermedad de todos los seres en el Último Día.
La Ley es Nam-myoho-renge-kyo, el buen remedio para todo Jambudvipa, es decir,
el mundo entero. Y el devoto es Nichiren Daishonin, quien se puso de pie como
devoto del Sutra del loto para propagar ese remedio benéfico y guiar a todas
las personas a la iluminación. Esto, le dice el Daishonin a Takahashi, debería
ser motivo de profunda tranquilidad y confianza.
Desde sus primeros días,
la Soka Gakkai vino enfatizando que la relación de maestro y discípulo
fundamentada en la postura de que no excite un camino en la vida tan admirable,
alegre y triunfal como basar nuestra existencia a la insuperable Ley Mística y
esforzarnos juntos a un mentor incomparable.
Sin embargo, en última
instancia, todo depende de la fe del discípulo. Como advierte el Daishonin al
sacerdote laico Takahashi: «Así y todo, si duda, nada podré hacer yo para
ayudarlo».
La fe es sinónimo de
convicción. La persona de convicción sigue avanzando siempre hacia adelante, y
jamás pierde la esperanza. La persona de convicción siempre triunfa.
En la última parte de
esta carta del Daishonin al sacerdote laico Takahashi contiene el mensaje:
«¡Usted es una persona de fe firme, que ha mostrado absoluta confianza en
Nichiren, incluso mientras otros lo criticaban de todas las formas posibles!»
¡Qué inspiradoras y alentadoras tienen que haber sido estas palabras para
Takahashi!
EL HUMANISMO BUDISTA ES LA ESPERANZA DEL
FUTURO
Ya han pasado cuatro décadas desde que me
encontré a dialogar con el gran historiador británico Amold J. Toynbee en su
residencia de Londres, en 1972 y 1973, recuerda Daisaku Ikeda.
En el inicio de nuestra
conversación, la cordial mirada del doctor Toynbee brilló de expectativas
mientras me decía: «Señor Ikeda, he venido esperando esta ocasión desde hace
largo tiempo. [...] Al igual que usted, me preocupa mucho lo que vaya a suceder
en los años futuros, cuando yo, e incluso usted, nos hayamos ido de este
mundo».
En esa reunión de hace
cuarenta años, el doctor Toynbee tenía 84, y yo, 45. Nos enfrascamos en un
serio intercambio sobre las formas de superar el egocentrismo, trascender las
limitaciones del nacionalismo y otras muchas cuestiones acuciantes que la
humanidad tenía por delante.
Cuando nuestro diálogo
llegó a su fin, le pregunté si podía darme algún consejo personal. Comenzó su
respuesta diciendo:
—Me parece algo impertinente de mi parte darle consejos personales
a usted, pues mientras que usted es un hombre de acción, yo soy un académico.
Y luego siguió: —Creo
que ambos coincidimos en lo que debe hacer un hombre con su vida. El Camino
Medio —como usted ha dicho— es el recorrido que debemos seguir.
El Camino Medio es el
humanismo basado en la filosofía budista de respeto a la dignidad de la vida.
Es la vía del gradua-lismo, que consiste en avanzar junto al pueblo y por el
pueblo.
El doctor Toynbee
prosiguió:
—Estoy seguro de que la Soka Gakkai está avanzando enfocada en el
futuro distante.
Es lo que todos
deberíamos hacer.
Ya hace más de una
década que entramos en el siglo XXI; las palabras del doctor Toynbee han
adquirido una relevancia mucho mayor. A medida que la época se toma más
confusa, también se vuelve más imperiosa la necesidad de ese Camino Medio que
jamás debemos perder de vista y que es tan fundamental como importante.
El humanismo budista
significa marchar siempre del lado del pueblo. Este es el verdadero camino a la
que se refiere Nichiren Daishonin en Respuesta al sacerdote laico Takahashi.
Para trabajar por la
felicidad de los semejantes y para valorar sinceramente a la persona que está
frente nuestro hay que tener una fe absoluta en el potencial positivo que cada
individuo lleva en su interior. Esa fe y esa convicción son la fuerza motriz
para crear una red de esperanza y abrir rutas a un futuro más venturoso.
Nuestros compañeros de
la División de Jóvenes, que en su conjunto obran como una nueva fuerza enérgica
y creativa, son los que están marchando a la vanguardia de esta visión. Tengo
la fe más profunda y poderosa en su crecimiento y en sus victorias.
Es hora de iniciar una nueva
partida. Rebosantes de potente convicción, ¡demos un paso adelante decidido a
lograr nuevos resultados!