LA PERSECUCIÓN DE NICHIREN Y SU LEGADO.
Nichiren criticó
las escuelas budistas que dependían del patrocinio gubernamental y servían a
los intereses de los poderosos, mientras alentaban la pasividad y el sufrimiento
de las personas de menor rango.
En reiteradas ocasiones
amonestó a las autoridades feudales e insistió en que los dirigentes se
hicieran responsables del padecimiento de la población y actuaran para
remediarlo.
Su postura de que el
estado existía para el bien del pueblo fue revolucionaria en su época.
En 1260, tras una serie
de desastres naturales devastadores, Nichiren escribió su tratado “Rissho
ankoku ron” (Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la
paz en la tierra), y lo presentó a las máximas autoridades políticas del Japón,
exortándolas a organizar un debate público con los representantes de otras
escuelas budistas. El llamado a un debate público –que Nichiren reiteró durante
toda su vida – fue desoído, y fue exiliado a la península de Izu.
Los años siguientes
trajeron más destierros y, finalmente, un intento de ejecución contra el
daishonin en la playa de Tatsunokuchi, cerca de Kamakura, asiento del gobierno
militar.
Según él lo relata,
momentos antes de que la espada del verdugo cayera, un objeto luminoso,
atravesó el cielo con tal resplandor, que los oficiales aterrados suspendieron
la ejecución; en consecuencia, Nichiren fue exiliado a la isla de Sado donde,
en medio de una privación extrema, continuó compartiendo sus enseñanzas y
escribiendo tratados y cartas.
Una vez que fue
perdonado del exilio, volvió a Kamakura y posteriormente se retiró al monte
Minobu, donde siguió escribiendo copiosamente para esclarecer la interpretación
del Sutra del loto y alentar a sus seguidores, hombres y mujeres, que le
escribían a menudo pidiéndole su consejo. Asimismo, se concentró en forjar a
sus sucesores.
Durante ese período,
quienes se habían convertido a las enseñanzas de Nichiren fueron hostigados y
atacados, y tres de ellos fueron ejecutados en 1279. El hecho de que esos
seguidores campesinos se hubieran mantenido firmes ante la persecución inspiró
a Nichiren la confianza de que sus enseñanzas se mantendrían y practicarían
después de su propia muerte. Si bien hasta ese momento había inscrito Gohonzon
individuales para algunos creyentes, a partir de entonces inscribió un mandala
dedicado explícitamente a la felicidad e iluminación de toda la humanidad.
Nichiren murió a una
edad avanzada tres años después.
El legado de Nichiren
yace en su lucha incansable por la felicidad de las personas y en su deseo de
lograr una sociedad que respete la dignidad y el potencial de cada individuo.