EL BODISHATTVA: SER VIVIENTE QUE ASPIRA A LA ILUMINACION.
Un bodhisattva es, literalmente, un ser viviente (sattva) que aspira a la iluminación (bodhi) y lleva a cabo prácticas altruistas. El ideal del bodhisattva es de fundamental importancia dentro de la tradición budista mahayana, y se refiere al individuo que busca la iluminación, no sólo para sí mismo, sino también para los demás.
El amor compasivo, un compartir que está pleno de empatía por el sufrimiento de los demás, es la más grandiosa de las características del bodhisattva.
Queda ilustrado en el incidente del Sutra Vimalakirti relativo a un prominente seguidor laico del Buda que estaba enfermo.
Cuando éste le preguntó acerca de su mal, Vimalakirti le contestó, "Puesto que los seres están enfermos, el bodhisattva está enfermo. La enfermedad del bodhisattva nace de su gran compasión".
Se dice que el bodhisattva hace cuatro votos que expresan su determinación de trabajar por la felicidad de las demás personas: "Por innumerables que sean los seres sensibles, juro salvarlos; por inagotables que sean las pasiones, juro dominarlas; por ilimitadas que sean las enseñanzas, juro estudiarlas; por infinita que sea la verdad del Buda, juro alcanzarla".
Estos votos comprometen al bodhisattva en la inagotable búsqueda de una meta que siempre parece inalcanzable. Una tarea aparentemente agotadora.
El budismo afirma, sin embargo, que el camino del bodhisattva no es una tarea ajena a lo cotidiano, o para personas con dones especiales de amor compasivo o sabiduría.
Por el contrario, la condición de vida del bodhisattva es inherente a las vidas de hombres y mujeres comunes, y el propósito de la práctica budista es fortalecer ese estado hasta que el amor compasivo se convierta en la base de todas nuestras acciones.
Además de la compasión, esos votos reflejan el compromiso del bodhisattva de dominarse a sí mismo, estudiar, aprender y lograr la sabiduría. Pero nada de esto se busca en un vacío, con la sola idea de mejorar o adornar el ego.
En la base de todos estos esfuerzos está siempre la determinación de eliminar el sufrimiento y reemplazarlo por la alegría.
Para los seguidores del budismo de Nichiren Daishonin, la práctica del bodhisattva incluye dos aspectos que son idénticos entre sí y que se refuerzan el uno al otro, es decir, "la práctica para uno y la práctica para los demás". Lo esencial en la práctica para uno es la recitación de Nam-myoho-renge-kyo (el "daimoku" del Sutra del loto) junto a algunos pasajes claves del sutra.
El propósito de esta práctica es revolucionar nuestra vida interior para desarrollar las cualidades del Buda: valentía, sabiduría, amor compasivo y abundante fuerza vital.
Aunque muchas personas pueden al principio sentirse animadas a practicar el budismo por el deseo de la felicidad personal, por superar alguna enfermedad o cualquier desafío que pudiera parecerles insuperable, a medida que su condición de vida se expande, desarrollan –de un modo natural– una preocupación más profunda por la felicidad de los demás. Al percibir la interconexión de todos los seres, emprenden acciones plenas de amor compasivo, como es el compartir con otras personas los enfoques del budismo, para que puedan hacer emerger los ricos recursos internos que también yacen dentro de sus vidas.
De un modo así de natural, los bodhisattvas asumen su compromiso dentro de la sociedad, a la vez que se esfuerzan activamente no sólo para transformarse a sí mismos, sino también con el fin de hacer que el mundo sea un lugar mejor –más humano– para todos.
Esto explica por qué los miembros de la SGI se esfuerzan por ser valiosos participantes dentro de la sociedad, y por contribuir, al máximo de sus capacidades, en pro de sus familias, sus lugares de trabajo y sus comunidades.
[ Cortesía de la revista SGI Quarterly, edición de enero de 1998]
El amor compasivo, un compartir que está pleno de empatía por el sufrimiento de los demás, es la más grandiosa de las características del bodhisattva.
Queda ilustrado en el incidente del Sutra Vimalakirti relativo a un prominente seguidor laico del Buda que estaba enfermo.
Cuando éste le preguntó acerca de su mal, Vimalakirti le contestó, "Puesto que los seres están enfermos, el bodhisattva está enfermo. La enfermedad del bodhisattva nace de su gran compasión".
Se dice que el bodhisattva hace cuatro votos que expresan su determinación de trabajar por la felicidad de las demás personas: "Por innumerables que sean los seres sensibles, juro salvarlos; por inagotables que sean las pasiones, juro dominarlas; por ilimitadas que sean las enseñanzas, juro estudiarlas; por infinita que sea la verdad del Buda, juro alcanzarla".
Estos votos comprometen al bodhisattva en la inagotable búsqueda de una meta que siempre parece inalcanzable. Una tarea aparentemente agotadora.
El budismo afirma, sin embargo, que el camino del bodhisattva no es una tarea ajena a lo cotidiano, o para personas con dones especiales de amor compasivo o sabiduría.
Por el contrario, la condición de vida del bodhisattva es inherente a las vidas de hombres y mujeres comunes, y el propósito de la práctica budista es fortalecer ese estado hasta que el amor compasivo se convierta en la base de todas nuestras acciones.
Además de la compasión, esos votos reflejan el compromiso del bodhisattva de dominarse a sí mismo, estudiar, aprender y lograr la sabiduría. Pero nada de esto se busca en un vacío, con la sola idea de mejorar o adornar el ego.
En la base de todos estos esfuerzos está siempre la determinación de eliminar el sufrimiento y reemplazarlo por la alegría.
Para los seguidores del budismo de Nichiren Daishonin, la práctica del bodhisattva incluye dos aspectos que son idénticos entre sí y que se refuerzan el uno al otro, es decir, "la práctica para uno y la práctica para los demás". Lo esencial en la práctica para uno es la recitación de Nam-myoho-renge-kyo (el "daimoku" del Sutra del loto) junto a algunos pasajes claves del sutra.
El propósito de esta práctica es revolucionar nuestra vida interior para desarrollar las cualidades del Buda: valentía, sabiduría, amor compasivo y abundante fuerza vital.
Aunque muchas personas pueden al principio sentirse animadas a practicar el budismo por el deseo de la felicidad personal, por superar alguna enfermedad o cualquier desafío que pudiera parecerles insuperable, a medida que su condición de vida se expande, desarrollan –de un modo natural– una preocupación más profunda por la felicidad de los demás. Al percibir la interconexión de todos los seres, emprenden acciones plenas de amor compasivo, como es el compartir con otras personas los enfoques del budismo, para que puedan hacer emerger los ricos recursos internos que también yacen dentro de sus vidas.
De un modo así de natural, los bodhisattvas asumen su compromiso dentro de la sociedad, a la vez que se esfuerzan activamente no sólo para transformarse a sí mismos, sino también con el fin de hacer que el mundo sea un lugar mejor –más humano– para todos.
Esto explica por qué los miembros de la SGI se esfuerzan por ser valiosos participantes dentro de la sociedad, y por contribuir, al máximo de sus capacidades, en pro de sus familias, sus lugares de trabajo y sus comunidades.
[ Cortesía de la revista SGI Quarterly, edición de enero de 1998]