LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD EN LA VIDA
Cuando se estudia con la propia vida, las palabras se convierten en la sabiduría necesaria para vencer.
Caemos al mundo sin manual de instrucciones y adoptamos, o nos hacen adoptar, los principios y creencias de nuestros progenitores, mezclados con la educación de la escuela, la "enseñanza" en la calle, y un sinfín de informaciones que van conformando parte de lo que, cuando somos adultos, denominamos nuestra "filosofía de vida".
Pero, a veces no es suficiente, no es completa, no responde a nuestros interrogantes, no nos hace avanzar y ser felices, no nos enseña a vivir. Entonces, o nos conformamos y de alguna manera detenemos nuestro desarrollo como personas, o por el contrario nos dedicamos a la búsqueda de alguna otra escuela, de alguna otra enseñanza o simplemente de alguna fórmula que nos abra de una vez por todas la puerta hacia la ansiada felicidad.
Pero fórmulas mágicas no existen. Además, por muy atractiva que sea una filosofía, religión o enseñanza si se queda en el papel sin poder aplicarla a la vida cotidiana, a las cuestiones más sencillas y también a los momentos de mayor dificultad, se reduce sólo a eso, a palabras biensonantes y muy bien intencionadas que a la hora de la verdad solo nos sirven para teorizar "concienzudamente" en cualquier tertulia de café. Ejemplos de esto la historia
nos ha dado muchos. Sistemas políticos teóricamente muy válidos pero que en la piel de la gente no han sido eficaces, modos de vida escapistas, ideas que como en la Ilustración se quedaban en "todo para el pueblo pero sin el pueblo"...
En esta búsqueda que, de una u otra forma, consciente o inconscientemente todos emprendemos, se dan muchos y variados perfiles: quien se sabe al dedillo la parte teórica y se estanca a la hora de aplicarla; quien vive improvisando sin una guía que encamine sus pasos, o quienes teniendo una práctica en la que creen con total convicción no acaban de cimentarla en la teoría que la complementa, lo que les produce también cierto estancamiento. Entre estos últimos están quienes leyeron el primer capítulo de esa enseñanza que de veras les ayuda a vivir, pero se quedaron ahí, sin avanzar ni en el libro ni en su vida.
Al abordar cualquier disciplina, y si miramos a nuestro alrededor, descubrimos que a unos se les da muy bien estudiar y a otros no tanto. Sin embargo, el estudio cobra una relevancia especial cuando podemos ejemplificar lo aprendido, poner en práctica lo que leemos, cuando con la acción comprendemos la teoría, cuando las palabras nos sirven para superar los obstáculos y avanzar. Por muchos libros de cocina que nos aprendamos de memoria e incluso por muchos consejos que demos a los demás, no sabremos freír un huevo hasta que no calentemos el aceite...
Lo mismo ocurre cuando en materia de "principios para vivir" hablamos por hablar. Aunque la intención que nos lleve a hacerlo sea buena, podemos caer en el error de convertir lo que "hemos escuchado" de cualquier doctrina al uso en nuestra propia filosofía de vida, aprendiendo un poco de aquí, otro poco de allá, y finalmente creer que ya lo sabemos todo y peor aún, que lo que sabemos nos llegó "milagrosamente", sin reconocer ni acercarnos en profundidad a la fuente de la que procede.
Quienes practicamos el budismo de Nichiren Daishonin contamos con una "guía de viaje" que además, por lo que conocemos históricamente y por las cartas del Daishonin, podemos afirmar que no contiene ni un ápice de improvisación. Para llegar a la conclusión de que Nam-myoho-rengue-kyo es la Ley Mística e inscribir el Dai-Gohonzon, Nichiren profundizó en las enseñanzas de Shakyamuni con una postura de estudio activa y sincera, experimentando además a través de su lucha contra aquellas fuerzas que querían abatirlo, la esencia de lo que había leído, comprendido y captado en su intención.
La fuerte determinación de Nichiren Daishonin de ser "el pilar y el hombre más sabio del Japón", fue lo que le llevó a tomar el estudio unido a su propia vida, como la única forma de poder derrotar las fuerzas negativas que le acecharon, como el modo de descartar lo transitorio y así poder vencer.
El budismo es esencialmente victoria o derrota: podemos vencer aquello que nos impide ser felices, con la convicción de que es posible el cambio, o dejarnos vencer y claudicar sin ni siquiera intentarlo. La derrota está relacionada con ese velo que a veces nos cubre los ojos y que nos impide "ver" y comprender la esencia de lo que nos está ocurriendo. Nos quedamos parados ante esa neblina que dibuja los obstáculos como enormes montañas, inaccesibles, impenetrables...
Una neblina que se disipará cuando a través de la práctica y del estudio profundicemos en sus causas, en su significados. En la vida de cada uno de nosotros se suceden muchas oportunidades para ser mejores personas, o para superar aquello que nos está negando la felicidad. La práctica de Nam-myoho-rengue-kyo nos permite sacar lo mejor de nosotros, siendo conscientes de nuestra luz y también de nuestras debilidades, viendo claramente el diamante que sólo necesitamos pulir.
Pero si practicamos Nam-myoho-rengue-kyo sin comprender en profundidad este budismo, será como pretender tirar de un carro de dos ruedas con solo una. Quizá podamos avanzar algunos pasos pero seguramente nos estancaremos, porque no sabremos cómo superar las trabas que sin duda aparecerán a lo largo del camino.
Más de una vez nos ha ocurrido que en mitad de una tormenta emocional hemos acudido a nuestros guías y modelos en la vida, cuyas palabras nos han permitido comprender y accionar en una u otra dirección. Esas palabras, además, han cobrado relevancia cuando las hemos leído con nuestra propia vida, cuando han dejado de ser eso, palabras, para convertirse en la sabiduría necesaria para iluminar el espacio que permanecía oscuro.
Esta es la postura que ha adoptado Daisaku Ikeda, presidente de la SGI: "yo he perseverado con toda seriedad en los dos caminos de la práctica y del estudio, para propagar el budismo de mi maestro eterno, Nichiren Daishonin, y para cumplir con la promesa que hice a mi mentor en la vida, Josei Toda. Mi determinación de seguir esforzándome permanece absolutamente inmutable, porque sé que el refulgente sendero del mentor y del discípulo no existe fuera de los dos caminos de la práctica y del estudio".
Frase de Gosho
"Esfuércese en los dos caminos de la práctica y el estudio. Pues sin práctica y estudio no existe el budismo". WND. pag 386
Extraido del tema de dialogo de Nov.2006 "Licenciados en la Felicidad de la Vida" (de la publicación española Civilización Global)
http://www.sgi-es.org/civglobal/dialogo_nov06.pdf
Caemos al mundo sin manual de instrucciones y adoptamos, o nos hacen adoptar, los principios y creencias de nuestros progenitores, mezclados con la educación de la escuela, la "enseñanza" en la calle, y un sinfín de informaciones que van conformando parte de lo que, cuando somos adultos, denominamos nuestra "filosofía de vida".
Pero, a veces no es suficiente, no es completa, no responde a nuestros interrogantes, no nos hace avanzar y ser felices, no nos enseña a vivir. Entonces, o nos conformamos y de alguna manera detenemos nuestro desarrollo como personas, o por el contrario nos dedicamos a la búsqueda de alguna otra escuela, de alguna otra enseñanza o simplemente de alguna fórmula que nos abra de una vez por todas la puerta hacia la ansiada felicidad.
Pero fórmulas mágicas no existen. Además, por muy atractiva que sea una filosofía, religión o enseñanza si se queda en el papel sin poder aplicarla a la vida cotidiana, a las cuestiones más sencillas y también a los momentos de mayor dificultad, se reduce sólo a eso, a palabras biensonantes y muy bien intencionadas que a la hora de la verdad solo nos sirven para teorizar "concienzudamente" en cualquier tertulia de café. Ejemplos de esto la historia
nos ha dado muchos. Sistemas políticos teóricamente muy válidos pero que en la piel de la gente no han sido eficaces, modos de vida escapistas, ideas que como en la Ilustración se quedaban en "todo para el pueblo pero sin el pueblo"...
En esta búsqueda que, de una u otra forma, consciente o inconscientemente todos emprendemos, se dan muchos y variados perfiles: quien se sabe al dedillo la parte teórica y se estanca a la hora de aplicarla; quien vive improvisando sin una guía que encamine sus pasos, o quienes teniendo una práctica en la que creen con total convicción no acaban de cimentarla en la teoría que la complementa, lo que les produce también cierto estancamiento. Entre estos últimos están quienes leyeron el primer capítulo de esa enseñanza que de veras les ayuda a vivir, pero se quedaron ahí, sin avanzar ni en el libro ni en su vida.
Al abordar cualquier disciplina, y si miramos a nuestro alrededor, descubrimos que a unos se les da muy bien estudiar y a otros no tanto. Sin embargo, el estudio cobra una relevancia especial cuando podemos ejemplificar lo aprendido, poner en práctica lo que leemos, cuando con la acción comprendemos la teoría, cuando las palabras nos sirven para superar los obstáculos y avanzar. Por muchos libros de cocina que nos aprendamos de memoria e incluso por muchos consejos que demos a los demás, no sabremos freír un huevo hasta que no calentemos el aceite...
Lo mismo ocurre cuando en materia de "principios para vivir" hablamos por hablar. Aunque la intención que nos lleve a hacerlo sea buena, podemos caer en el error de convertir lo que "hemos escuchado" de cualquier doctrina al uso en nuestra propia filosofía de vida, aprendiendo un poco de aquí, otro poco de allá, y finalmente creer que ya lo sabemos todo y peor aún, que lo que sabemos nos llegó "milagrosamente", sin reconocer ni acercarnos en profundidad a la fuente de la que procede.
Quienes practicamos el budismo de Nichiren Daishonin contamos con una "guía de viaje" que además, por lo que conocemos históricamente y por las cartas del Daishonin, podemos afirmar que no contiene ni un ápice de improvisación. Para llegar a la conclusión de que Nam-myoho-rengue-kyo es la Ley Mística e inscribir el Dai-Gohonzon, Nichiren profundizó en las enseñanzas de Shakyamuni con una postura de estudio activa y sincera, experimentando además a través de su lucha contra aquellas fuerzas que querían abatirlo, la esencia de lo que había leído, comprendido y captado en su intención.
La fuerte determinación de Nichiren Daishonin de ser "el pilar y el hombre más sabio del Japón", fue lo que le llevó a tomar el estudio unido a su propia vida, como la única forma de poder derrotar las fuerzas negativas que le acecharon, como el modo de descartar lo transitorio y así poder vencer.
El budismo es esencialmente victoria o derrota: podemos vencer aquello que nos impide ser felices, con la convicción de que es posible el cambio, o dejarnos vencer y claudicar sin ni siquiera intentarlo. La derrota está relacionada con ese velo que a veces nos cubre los ojos y que nos impide "ver" y comprender la esencia de lo que nos está ocurriendo. Nos quedamos parados ante esa neblina que dibuja los obstáculos como enormes montañas, inaccesibles, impenetrables...
Una neblina que se disipará cuando a través de la práctica y del estudio profundicemos en sus causas, en su significados. En la vida de cada uno de nosotros se suceden muchas oportunidades para ser mejores personas, o para superar aquello que nos está negando la felicidad. La práctica de Nam-myoho-rengue-kyo nos permite sacar lo mejor de nosotros, siendo conscientes de nuestra luz y también de nuestras debilidades, viendo claramente el diamante que sólo necesitamos pulir.
Pero si practicamos Nam-myoho-rengue-kyo sin comprender en profundidad este budismo, será como pretender tirar de un carro de dos ruedas con solo una. Quizá podamos avanzar algunos pasos pero seguramente nos estancaremos, porque no sabremos cómo superar las trabas que sin duda aparecerán a lo largo del camino.
Más de una vez nos ha ocurrido que en mitad de una tormenta emocional hemos acudido a nuestros guías y modelos en la vida, cuyas palabras nos han permitido comprender y accionar en una u otra dirección. Esas palabras, además, han cobrado relevancia cuando las hemos leído con nuestra propia vida, cuando han dejado de ser eso, palabras, para convertirse en la sabiduría necesaria para iluminar el espacio que permanecía oscuro.
Esta es la postura que ha adoptado Daisaku Ikeda, presidente de la SGI: "yo he perseverado con toda seriedad en los dos caminos de la práctica y del estudio, para propagar el budismo de mi maestro eterno, Nichiren Daishonin, y para cumplir con la promesa que hice a mi mentor en la vida, Josei Toda. Mi determinación de seguir esforzándome permanece absolutamente inmutable, porque sé que el refulgente sendero del mentor y del discípulo no existe fuera de los dos caminos de la práctica y del estudio".
Frase de Gosho
"Esfuércese en los dos caminos de la práctica y el estudio. Pues sin práctica y estudio no existe el budismo". WND. pag 386
Extraido del tema de dialogo de Nov.2006 "Licenciados en la Felicidad de la Vida" (de la publicación española Civilización Global)
http://www.sgi-es.org/civglobal/dialogo_nov06.pdf