¨Pascual y Angela Olivera, maestros del baile español ¨
Traducción del original en japonés publicado el 23 de octubre del 2004 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai.
Fue una persona extraordinaria...
Por supuesto, sé que hablo de mi esposo, pero al margen de eso... realmente fue un ser humano admirable.
Ahora que ya no lo tengo a mi lado, lo siento más claramente que nunca. . .".
Cuando Angela del Moral conoció a Pascual Olivera, no tenía treinta años, y ya era una de las mejores bailarinas de España. Pero tenía un problema: una colega en la compañía donde actuaba le estaba haciendo la vida imposible, con el afán de usurpar su puesto como primera bailarina.Angela confió sus preocupaciones a Pascual.
Acababa de conocerlo, pero al escucharlo describir la alegría que le producía la práctica del budismo, decidió confiar en él.Sin embargo, el consejo que le dio la dejó aturdida. "Angela", le dijo. "tienes que enfrentar este problema de raíz. En otras palabras, debes orar por la felicidad de tu compañera".Angela no podía dar crédito a sus oídos. ¡No tenía ninguna intención de orar por su rival, por la persona que intentaba arrebatarle su carrera!
"Por esa misma razón, exactamente, tienes que incluirla en tu oración", le explicó Pascual. "Una persona feliz no desea la desgracia ajena. Trata de mirar las cosas desde su punto de vista". Al prestar atención a sus palabras, Angela comprendió qué corazón hermoso tenía ese hombre que trataba de alentarla."¿No sería estupendo que ambas se hiciesen amigas?", le siguió diciendo. "Si haces daimoku, puedes convertir un veneno en una medicina. Inténtalo y lo verás con tus propios ojos". Angela lo escuchó, con la sensación de que, atrás de sus verdes ojos, lo que estaba viendo era su alma, luminosa y transparente como un puro lago de montaña.
Entonces, comenzó a entonar daimoku, diciéndose a sí misma:"¡La quiero. Quiero que sea feliz!". Los sentimientos de Angela conmovieron de algún modo el corazón de la otra bailarina, pues ésta, poco a poco, dejó de mostrarse antipática con ella e, incluso, llegó a ser una de las amigas más estrechas de su vida.
Mostrar la naturaleza de Buda en nuestra vida
Angela y Pascual se casaron cinco años después, en 1976. El era norteamericano y, en su propio país, se dedicaba profesionalmente a la danza. Angela aceptó acompañarlo y se instaló con él en los Estados Unidos. Poco después, les pidieron que actuasen en, un centro de detención juvenil.
Angela dudó, por no decir que se opuso rotundamente. A los diecinueve años, había sido escogida para viajar a los Estados Unidos y bailar en la jura presidencial de John E Kennedy. Había actuado ante la reina Isabel, en Londres. Había ido de gira muchas veces al exterior, y aparecido en películas y programas de televisión.
Sabía que no debía comparar esa invitación con las otras ocasiones célebres que habían engalanado su carrera; ásí y todo, se preguntaba si los reclusos apreciarían o entenderían siquiera su arte. Esto la preocupaba; y, además, sentía que no tenía por qué actuar ante personas que ni siquiera eran capaces de vivir honradamente o respetar las reglas de la sociedad.
Cuando confesó a Pascual sus sentimientos, lo que él respondió fue la síntesis de su estatura como ser humano: "Angela, nuestra misión es mostrar a todos el poder de la naturaleza de Buda que brota de nuestra vida...
"Si, pero ... ".
Aún no terminaba de convencerse."Se supone que la penitenciaría existe para ayudar a que esos jóvenes reformen su vida, ¿no es así? Por eso tenemos que ir.
Nuestra actuación podrá conmover su vida, y si esto ocurre, ¡cambiarán! Pienso que somos capaces de hacerlo. ¿Por qué no lo intentamos? Es un desafio que nos hará bien afrontar".De modo que Angela aceptó.
El lugar, de atmósfera intimidante, estaba fuertemente custodiado por carceleros armados. Los temores de Angela no fueron sino en aumento ... Tal como había temido, el público estaba formado por jóvenes ruidosos, que no prestaban atención alguna a lo que sucedía en el escenario. Contrariada, se puso a entonar daimoku en silencio, con toda su alma, diciéndose: "¡No temas! ¡Cumple tu misión!".
Pascual bailó con toda su alma y, durante el intervalo, se puso a hablar con el público sobre su propia experiencia de vida.Las cosas no habían sido fáciles. para él, hijo de unos pobres inmigrantes españoles, con un abuelo intérprete de guitarra flamenca. De niño, Pascual convenció a sus padres de que lo dejaran volver a España, para cursar allí sus estudios secundarios. En este país, empezó a estudiar danzas. De regreso a los Estados Unidos, se unió a la célebre compañía de danzas de José Greco, donde llegó a ser una de las principales figuras.
Sin embargo, en 1970 contrajo una grave enfermedad hepática, y los doctores pronosticaron que nunca podría volver a bailar. De hecho, no le dieron más que diez años de vida. Pascual se quedó atónito... Ya llevaba varios años practicando el budismo del Daishonin, pero ese encuentro frente a frente con la perspectiva de morir hizo que tomara la fe con mucha mayor seriedad.
¿Había hecho lo suficiente por los demás hasta ahora?
¿O la suya era una vida egocéntrica?
Si llegase a morir en ese momento, ¿se iría de este mundo con los "bolsillos vacíos", por así decirlo?Años después, diría a menudo: "Uno podrá tener un montón de dinero en el banco, ser famoso o hacerse de prestigio, pero el día que muera, no podrá llevarse nada de eso consigo. Lo único que nos acompañará serán nuestros tesoros del corazón. Pero, como no quiero irme a mi próxima existencia con los bolsillos vacíos, pienso acumular buenas causas, a cada momento, día tras día. Hay que estar siempre haciendo cosas buenas para los demás".
La actuación continuó ante el grupo de jóvenes reclusos, y la seriedad y el compromiso de los bailarines terminaron por cautivar al público. El silencio se apoderó del auditorio. Pascual y Angela buscaban dialogar con el corazón de cada uno de esos jóvenes absortos, brindándose por entero. "¡Pónganse de pie!
¡Sueñen! ¡Crean en ustedes mismos ! Tienen una misión que es suya, y de nadie más. Para eso nacieron. ¡En lo profundo de su ser, son personas radiantes y extraordinarias!". Pascual recordaba su propio pasado de inseguridad personal y de falta de confianza en sí mismo.Finalmente, el número terminó. Mientras Pascual recuperaba el aliento sobre el escenario, preguntó cordialmente si alguien quería preguntar algo. Se alzó un mar de manos en alto. Un joven fornido y de rudo aspecto gritó: "Quiero decir algo". "Adelante", lo invitó Pascual. El muchacho se puso de pie y confesó, conmovido: "En toda mi vida, hasta el día de hoy nunca había conocido gente tan buena y hermosa como ustedes. Si todos los demás fueran así, creo que hoy no estaría en este lugar".
Alentar al ser humano, en todo el mundo
Muchas veces fui alentado por las actuaciones de Pascual y Angela, como lo fueron también nuestros miembros de la SGI. La atmósfera se llenaba de luz en el mismo instante en que pisaban el escenario. Se apoderaban del espacio. . .
Apoyaron numerosos festivales culturales del mundo, dentro y fuera de las tablas.Pascual fue titular de la División de Artistas de la SGI-USA durante más de una década, y fundó el Comité Internacional de Artistas para la Paz (ICAP, por sus siglas en inglés), que hoy preside Angela.
Normalmente, la carrera de un bailarín suele ser corta. Por lo general, los "bailaores" de flamenco se retiran entre los 30 y los 40 años. Pero los Olivera, a sus cincuenta años, seguían recibiendo invitaciones para actuaren todo el mundo. Su deseo de brindar placer al público y compartir el sentir de la gente fue lo que los llevó a escenarios de todo el globo, donde cosecharon prestigio internacional por elevar la danza española a un nuevo nivel de excelencia artística.
¡Ha llegado mi oportunidad! En 1995, a Angela le diagnosticaron artritis reumatoidea. En determinado momento, los síntomas fueron tan agudos, que ni siquiera pudo seguir caminando; sin embargo, ella tomó esta dolencia como una oportunidad de hacer su revolución humana. Invocó ardientemente el daimoku y se sometió a un tratamiento de rehabilitación. Al poco tiempo, la doctora se encogió de hombros, sin poder creerlo. ¿Cómo era posible que estuviese bailando, cuando la mayoría de las personas en su estado ni siquiera podrían moverse? Y le dijo en son de broma que si todos sus pacientes fueran como Angela, ella y sus colegas tendrían que dedicarse a otra cosa.
Angela dice: "Sigo sufriendo de reumatismo, pero lo controlo completamente, y he aprendido a vivir con mi enfermedad. Así es: el reumatismo y yo somos buenos amigos". Ha podido convertir una enfermedad en una oportunidad. "No es un infortunio", explica, "sino la ocasión propicia para fortalecerme; en tal sentido, ha sido un don y un beneficio".
Nichiren Daishonin alentaba a sus discípulos: "Cuando ocurre un gran mal, luego sucede un gran bien. [ ... ] Aunque no sean el venerable Mahakashyapa, todos deberian ponerse a danzar. Aunque no sean Shariputra, deberían salir a bailar de un salto. Cuando el bodhisattva Prácticas Superiores surgió de la Tierra, ¿acaso no lo hizo danzando?".Cuantos más obstáculos enfrentamos, más valiente y jubilosamente debemos luchar por superarlos, con espíritu dinámico y danzante.
Es el privilegio que nos distingue a los budistas. ¿Cuál es el origen de esa dicha? En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, dice: "Uno danza de alegría cuando llega a comprender que los elementos del cuerpo y de la mente son la Ley prodigiosa". En otras palabras, cada uno de ustedes es la Ley mistica. Son budas, con ese cuerpo que poseen y esa mente que les es propia. Si pueden tomar conciencia de esta verdad, cualquier dificultad se convertirá en alegría y en beneficios.
Escenarios inconscientes
Pascual dijo, una vez, a sus compañeros de la División de Artistas: "Todos somos actores representando la obra teatral de la vida. Somos nosotros los que creamos el escenario e interpretamos el guión de nuestra propia vida: no es la suerte, ni el destino ni una divinidad quienes definen el argumento. Nosotros lo escribimos y nos hacemos cargo del papel. ¡Esto es lo que enseña el budismo. Y por eso tenemos el poder de cambiar nuestra vida!
"Pero el problema es que, aunque oramos y nos esforzamos, en el nivel más inconsciente hay otra voz que nos dice algo distinto. Por ejemplo, conscientemente uno ora: ¡Quiero obtener este papel en la audición!. ¡Quiero mejorar mi relación de pareja!', pero en lo profundo de su mente, lo que se dicen a sí mismos es:
No sirvo. No alcanza con lo que soy. Soy demasiado gordo. Demasiado bajo. No podré hacerlo ...' ."Cuando oramos para superar una enfermedad, tal vez pensemos en lo más hondo de nuestra vida que jamás nos curaremos. Este sería el guión diferente del que hablaba. Y la realidad se mueve en torno a ese escenario inconsciente. Por eso es tan importante borrar de nuestra mente cualquier imagen negativa".
En el verano del 2001, Pascual notó un cambio en su salud; se sentía siempre cansado, y tenía frecuentes dolores agudos en el estómago. Después de una serie de estudios médicos, finalmente le diagnosticaron un un linfoma no hodgkiniano. El cáncer había avanzado hasta el grado cuatro .
No bien lo supe, le envié un mensaje de aliento.Pascual hizo quimioterapia, y los efectos colaterales fueron devastadores. El cuerpo le dolía como si le hubiera pasado un camión por encima. Tenía náuseas y vómitos espantosos, y había perdido el sentido del gusto. También se le cayó el cabello."Pero, sorprendentemente, nunca se deprimió", cuenta Angela. "Todo el tiempo decía: ¡Voy a lograr la victoria total, venceré esta enfermedad, y seré un león!.
Una heroica gesta de triunfo
Pascual siguió diciendo a los miembros de la División de Artistas: "Para representar el papel de la victoria, deben decidir que triunfarán. Visualicen es resultado y grábenlo en su mente. Hagan un "ensayo" en su corazón. Escriban sus objetivos en un papel o repítanlos en voz alta varias veces. Eso ayudará a que su vida se fusione con ellos. Deben reiterar ese escenario de victoria total y grabarlo a fuego en su mente. Si adquieren la convicción de que podrán hacerlo, realmente así será. La oración significa seguir orando y luchando hasta ver los resultados".
Siguió propagando el budismo jubilosamente aun en su lecho de muerte. El día de Año Nuevo de 2002, dos personas a quienes había transmitido el budismo de Nichiren Daishonin recibieron el Gohonzon. El día siguiente, 2 de enero, debía recibir el resultado de unos estudios. Con una mezcla de felicidad e incredulidad, el médico anunció, después de revisar exhaustivamente a Pascual y de reiterar todos los estudios posibles, que, según mostraban los resultados, las células cancerígenas habían desaparecido completamente de su cuerpo.
Fue un dramático regreso de una muerte casi segura.En mayo, Pascual y Angela visitaron el Japón y actuaron en el Auditorio de la Universidad Soka. Jamás los había visto bailar tan extraordinariamente. El cabello de Pascual había encanecido por completo, pero esto sólo realzaba su apuesta figura.
La danza revela el alma desnuda. Comprendí con absoluta claridad que lo que le había permitido vencer su enfermedad era el deseo imperioso de bailar una vez más ante su mentor. En esa actuación, Pascual expresó la alegría de estar vivo, su valiente compromiso con la paz, y su apasionado amor a la humanidad. Fue una danza de auténtico y genuino triunfo. Y fue la última vez que lo vi bailar.
Un año después de haber mostrado una espléndida recuperación, el cáncer volvió a aparecer. "Aun entonces", dice Angela, "su estado de vida era increíblemente elevado; nada podía conmoverlo. Cuanto más se debilitaba su cuerpo, más se fortalecía su vitalidad. Estaba decidido a propagar el budismo en todo el país. Fui testigo de su proceder, y sé que fue genuino. La persona que más amé en el mundo me mostró el verdadero poder de la fe".
Un amigo que fue a visitar a Pascual al hospital, pocos días antes de su muerte, llegó justo cuando los médicos lo llevaban a terapia intensiva. A Pascual le costaba respirar. Este amigo cuenta: "Incluso en esa situación, cuando me vio, me preguntó cómo estaban mis cosas y mi familia. Siempre se preocupaba por los demás. Alguien podrá pensar que lo suyo era una mera expresión de cortesía, pero a él la gente le importaba de verdad. ¡Ahí estaba, en esa situación límite, queriendo saber de nosotros! En ese momento, le pusieron un respirador, y ya no pudo hablar, así que sus últimas palabras fueron: ¿Estás bien? ¿Está bien tu familia?.
Pascual fue la corporificación del amor a los demás".
Falleció el 19 de setiembre del año pasado (2003), rodeado de catorce familiares y amigos. El doctor dijo que dejaría de respirar cinco minutos después de que le retirasen el respirador, pero siguió haciéndolo durante una hora y media. El hálito que lo mantenía con vida era milagrosamente potente. Los que estuvieron allí luego dijeron que su respiración parecía el rugido de un león, y que la suya fue la muerte de un auténtico vencedor. Parecía estar diciéndoles: "¿Me escuchan? ¡Cuento con que seguirán construyendo el kosen-rufu de los Estados Unidos!".
Falleció serenamente, con un suave resplandor en el rostro. En ese momento, uno de sus amigos exclamó: "¡Gracias, Pascual, gracias!"."Gracias". Eso fue lo que todos sintieron. Pascual les había enseñado tanto... Los había alentado indescriptiblemente.
Ese coro de gratitud se propagó de una persona a otra, a medida que más y más miembros se fueron enterando de su muerte. Les había mostrado a todos el valor de consagrarse a la felicidad de los demás. Les había enseñado en qué consistía el espíritu de búsqueda. Les había mostrado un ejemplo de vida completamente dedicado al ideal de paz que es el kosen-rufu.
"¡Gracias!". Aun después de enfermar, siguió viviendo con todas sus fuerzas y mostrándoles que, en la lucha contra la enfermedad, uno podía seguir acuñando una vida de extraordinario valor.
Pascual falleció a los 59 años, tres décadas después de haber superado su primera enfermedad con riesgo de muerte. Durante esos treinta años en los que pudo prolongar su vida, acumuló una rebosante arca de tesoros en su corazón.
"Mi esposo obtuvo un triunfo absoluto", declaró Angela, "porque siguió elevando su estado de vida en una de sus batallas contra la enfermedad. Fuimos muy felices; jamás peleamos en veintisiete años de matrimonio. Siempre nos apoyamos mutuamente, y siempre avanzamos junto a Sensei, dedicados a hacer realidad el sueño de nuestro maestro. Para nosotros, nada había más importante".
Un nuevo traje para un nuevo comienzo
Naturalmente, Angela lloró hondamente la muerte de su esposo. Trató de alentarse y de levantarse el ánimo, pero parecía incapaz de superar ese vacío y esa sensación apabullante de pérdida que la envolvía. En determinado momento, se dijo: "No tengo alas. He venido volando todos estos años sobre las alas de Pascual. Soy un ave que no sabe volar...".
Sabía que tenía que usar sus propias alas, pero no sabía cómo hacerlo.Entonces le pidieron que bailara en Tokio, en la reunión para máximos responsables de mayo de 2004. Pero vaciló. ¿Sería capaz de bailar? ¿Sería capaz de transmitir algún sentimiento en el escenario? Pero un amigo le recordó el deseo de Pascual: que siguiera brindando a los demás, el don del arte, y que no se retirara. Sus compañeros de fe le escribieron una canción titulada "Pascual vive". Cuando la escuchó, contuvo el aliento emocionada...
"¡ SI!, declaró. "Tengo que bailar esta canción. Pascual está vivo. Está vivo aquí, en mi corazón, y debo transmitírselo al presidente Ikeda y a todos. ¡Bailaré!".
Uno de sus mejores amigos se ofreció a hacerle un nuevo vestuario para esa actuación. "No puedes bailar con el mismo traje de antes. ¡Tiene que ser algo nuevo! Y el motivo será la primavera, con el azul intenso de la bandera de la SGI, y el rosa y el amarillo, para representar la juventud. Tu traje simbolizará la vida, y la capa será del mismo color. Eso le gustará a Pascual...".Detrás de bambalinas, antes de comenzar su número, Angela se puso a entonar daimoku y le dijo a su esposo: "Pascual, Sensei está aquí. Está esperándonos. Voy a salir a escena".
Su actuación fue explosiva. Parecía flotar en el aire... Fue como si las flores y todas las cosas hermosas se hubiesen abierto de golpe, en un instante. Feliz y rebosante de vitalidad, hablaba con Pascual en el lenguaje de su corazón: "Mi amor, estoy bailando. Es lo que tú querías. ¡ Sé que estás orgulloso de mí ! ".
Cuando la vi bailar, tuve que ponerme de pie; no pude quedarme allí sentado. Tendí los brazos bien abiertos, como acompañando el ritmo de su actuación. En silencio, le dije: "¡No estás sola! ¡Pascual está contigo ! ¡Y yo también lo estoy!".
Y supe que había escuchado mis palabras.¡Eso es! ¡Seguir bailando! Las estrellas bailan a través del espacio sobre la bóveda celeste; la Tierra jamás deja de girar... ¡Y es que la vida danza: los árboles en el viento, las olas en el mar, las aves, los peces, todo se mueve y baila al compás de la vida! Cada ser del universo ejecuta su danza, y por eso ¡cada uno tiene que seguir bailando, hasta el final de su existencia!Los movimientos de Angela cobraron velocidad y adquirieron un dinamismo inimaginable en una artista de 63 años. Entonces, sucedió algo que nos dejó pasmados. Inconscientemente, sus pies comenzaron a taconear un "zapateado" en el escenario, que todos reconocieron como el típico estilo de Pascual. Sin darse cuenta siquiera, tornó a mover la capa reproduciendo uno de los pasos característicos de su esposo. Nunca jamás había usado esa técnica... Más sorprendida que cualquiera del público, de pronto comprendió: "¡Pascual está aquí conmigo! ¡Estamos bailando juntos!".
Una vez más, se alzaba el telón en la gesta conmovedora de esta pareja inseparable.
Fue una persona extraordinaria...
Por supuesto, sé que hablo de mi esposo, pero al margen de eso... realmente fue un ser humano admirable.
Ahora que ya no lo tengo a mi lado, lo siento más claramente que nunca. . .".
Cuando Angela del Moral conoció a Pascual Olivera, no tenía treinta años, y ya era una de las mejores bailarinas de España. Pero tenía un problema: una colega en la compañía donde actuaba le estaba haciendo la vida imposible, con el afán de usurpar su puesto como primera bailarina.Angela confió sus preocupaciones a Pascual.
Acababa de conocerlo, pero al escucharlo describir la alegría que le producía la práctica del budismo, decidió confiar en él.Sin embargo, el consejo que le dio la dejó aturdida. "Angela", le dijo. "tienes que enfrentar este problema de raíz. En otras palabras, debes orar por la felicidad de tu compañera".Angela no podía dar crédito a sus oídos. ¡No tenía ninguna intención de orar por su rival, por la persona que intentaba arrebatarle su carrera!
"Por esa misma razón, exactamente, tienes que incluirla en tu oración", le explicó Pascual. "Una persona feliz no desea la desgracia ajena. Trata de mirar las cosas desde su punto de vista". Al prestar atención a sus palabras, Angela comprendió qué corazón hermoso tenía ese hombre que trataba de alentarla."¿No sería estupendo que ambas se hiciesen amigas?", le siguió diciendo. "Si haces daimoku, puedes convertir un veneno en una medicina. Inténtalo y lo verás con tus propios ojos". Angela lo escuchó, con la sensación de que, atrás de sus verdes ojos, lo que estaba viendo era su alma, luminosa y transparente como un puro lago de montaña.
Entonces, comenzó a entonar daimoku, diciéndose a sí misma:"¡La quiero. Quiero que sea feliz!". Los sentimientos de Angela conmovieron de algún modo el corazón de la otra bailarina, pues ésta, poco a poco, dejó de mostrarse antipática con ella e, incluso, llegó a ser una de las amigas más estrechas de su vida.
Mostrar la naturaleza de Buda en nuestra vida
Angela y Pascual se casaron cinco años después, en 1976. El era norteamericano y, en su propio país, se dedicaba profesionalmente a la danza. Angela aceptó acompañarlo y se instaló con él en los Estados Unidos. Poco después, les pidieron que actuasen en, un centro de detención juvenil.
Angela dudó, por no decir que se opuso rotundamente. A los diecinueve años, había sido escogida para viajar a los Estados Unidos y bailar en la jura presidencial de John E Kennedy. Había actuado ante la reina Isabel, en Londres. Había ido de gira muchas veces al exterior, y aparecido en películas y programas de televisión.
Sabía que no debía comparar esa invitación con las otras ocasiones célebres que habían engalanado su carrera; ásí y todo, se preguntaba si los reclusos apreciarían o entenderían siquiera su arte. Esto la preocupaba; y, además, sentía que no tenía por qué actuar ante personas que ni siquiera eran capaces de vivir honradamente o respetar las reglas de la sociedad.
Cuando confesó a Pascual sus sentimientos, lo que él respondió fue la síntesis de su estatura como ser humano: "Angela, nuestra misión es mostrar a todos el poder de la naturaleza de Buda que brota de nuestra vida...
"Si, pero ... ".
Aún no terminaba de convencerse."Se supone que la penitenciaría existe para ayudar a que esos jóvenes reformen su vida, ¿no es así? Por eso tenemos que ir.
Nuestra actuación podrá conmover su vida, y si esto ocurre, ¡cambiarán! Pienso que somos capaces de hacerlo. ¿Por qué no lo intentamos? Es un desafio que nos hará bien afrontar".De modo que Angela aceptó.
El lugar, de atmósfera intimidante, estaba fuertemente custodiado por carceleros armados. Los temores de Angela no fueron sino en aumento ... Tal como había temido, el público estaba formado por jóvenes ruidosos, que no prestaban atención alguna a lo que sucedía en el escenario. Contrariada, se puso a entonar daimoku en silencio, con toda su alma, diciéndose: "¡No temas! ¡Cumple tu misión!".
Pascual bailó con toda su alma y, durante el intervalo, se puso a hablar con el público sobre su propia experiencia de vida.Las cosas no habían sido fáciles. para él, hijo de unos pobres inmigrantes españoles, con un abuelo intérprete de guitarra flamenca. De niño, Pascual convenció a sus padres de que lo dejaran volver a España, para cursar allí sus estudios secundarios. En este país, empezó a estudiar danzas. De regreso a los Estados Unidos, se unió a la célebre compañía de danzas de José Greco, donde llegó a ser una de las principales figuras.
Sin embargo, en 1970 contrajo una grave enfermedad hepática, y los doctores pronosticaron que nunca podría volver a bailar. De hecho, no le dieron más que diez años de vida. Pascual se quedó atónito... Ya llevaba varios años practicando el budismo del Daishonin, pero ese encuentro frente a frente con la perspectiva de morir hizo que tomara la fe con mucha mayor seriedad.
¿Había hecho lo suficiente por los demás hasta ahora?
¿O la suya era una vida egocéntrica?
Si llegase a morir en ese momento, ¿se iría de este mundo con los "bolsillos vacíos", por así decirlo?Años después, diría a menudo: "Uno podrá tener un montón de dinero en el banco, ser famoso o hacerse de prestigio, pero el día que muera, no podrá llevarse nada de eso consigo. Lo único que nos acompañará serán nuestros tesoros del corazón. Pero, como no quiero irme a mi próxima existencia con los bolsillos vacíos, pienso acumular buenas causas, a cada momento, día tras día. Hay que estar siempre haciendo cosas buenas para los demás".
La actuación continuó ante el grupo de jóvenes reclusos, y la seriedad y el compromiso de los bailarines terminaron por cautivar al público. El silencio se apoderó del auditorio. Pascual y Angela buscaban dialogar con el corazón de cada uno de esos jóvenes absortos, brindándose por entero. "¡Pónganse de pie!
¡Sueñen! ¡Crean en ustedes mismos ! Tienen una misión que es suya, y de nadie más. Para eso nacieron. ¡En lo profundo de su ser, son personas radiantes y extraordinarias!". Pascual recordaba su propio pasado de inseguridad personal y de falta de confianza en sí mismo.Finalmente, el número terminó. Mientras Pascual recuperaba el aliento sobre el escenario, preguntó cordialmente si alguien quería preguntar algo. Se alzó un mar de manos en alto. Un joven fornido y de rudo aspecto gritó: "Quiero decir algo". "Adelante", lo invitó Pascual. El muchacho se puso de pie y confesó, conmovido: "En toda mi vida, hasta el día de hoy nunca había conocido gente tan buena y hermosa como ustedes. Si todos los demás fueran así, creo que hoy no estaría en este lugar".
Alentar al ser humano, en todo el mundo
Muchas veces fui alentado por las actuaciones de Pascual y Angela, como lo fueron también nuestros miembros de la SGI. La atmósfera se llenaba de luz en el mismo instante en que pisaban el escenario. Se apoderaban del espacio. . .
Apoyaron numerosos festivales culturales del mundo, dentro y fuera de las tablas.Pascual fue titular de la División de Artistas de la SGI-USA durante más de una década, y fundó el Comité Internacional de Artistas para la Paz (ICAP, por sus siglas en inglés), que hoy preside Angela.
Normalmente, la carrera de un bailarín suele ser corta. Por lo general, los "bailaores" de flamenco se retiran entre los 30 y los 40 años. Pero los Olivera, a sus cincuenta años, seguían recibiendo invitaciones para actuaren todo el mundo. Su deseo de brindar placer al público y compartir el sentir de la gente fue lo que los llevó a escenarios de todo el globo, donde cosecharon prestigio internacional por elevar la danza española a un nuevo nivel de excelencia artística.
¡Ha llegado mi oportunidad! En 1995, a Angela le diagnosticaron artritis reumatoidea. En determinado momento, los síntomas fueron tan agudos, que ni siquiera pudo seguir caminando; sin embargo, ella tomó esta dolencia como una oportunidad de hacer su revolución humana. Invocó ardientemente el daimoku y se sometió a un tratamiento de rehabilitación. Al poco tiempo, la doctora se encogió de hombros, sin poder creerlo. ¿Cómo era posible que estuviese bailando, cuando la mayoría de las personas en su estado ni siquiera podrían moverse? Y le dijo en son de broma que si todos sus pacientes fueran como Angela, ella y sus colegas tendrían que dedicarse a otra cosa.
Angela dice: "Sigo sufriendo de reumatismo, pero lo controlo completamente, y he aprendido a vivir con mi enfermedad. Así es: el reumatismo y yo somos buenos amigos". Ha podido convertir una enfermedad en una oportunidad. "No es un infortunio", explica, "sino la ocasión propicia para fortalecerme; en tal sentido, ha sido un don y un beneficio".
Nichiren Daishonin alentaba a sus discípulos: "Cuando ocurre un gran mal, luego sucede un gran bien. [ ... ] Aunque no sean el venerable Mahakashyapa, todos deberian ponerse a danzar. Aunque no sean Shariputra, deberían salir a bailar de un salto. Cuando el bodhisattva Prácticas Superiores surgió de la Tierra, ¿acaso no lo hizo danzando?".Cuantos más obstáculos enfrentamos, más valiente y jubilosamente debemos luchar por superarlos, con espíritu dinámico y danzante.
Es el privilegio que nos distingue a los budistas. ¿Cuál es el origen de esa dicha? En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, dice: "Uno danza de alegría cuando llega a comprender que los elementos del cuerpo y de la mente son la Ley prodigiosa". En otras palabras, cada uno de ustedes es la Ley mistica. Son budas, con ese cuerpo que poseen y esa mente que les es propia. Si pueden tomar conciencia de esta verdad, cualquier dificultad se convertirá en alegría y en beneficios.
Escenarios inconscientes
Pascual dijo, una vez, a sus compañeros de la División de Artistas: "Todos somos actores representando la obra teatral de la vida. Somos nosotros los que creamos el escenario e interpretamos el guión de nuestra propia vida: no es la suerte, ni el destino ni una divinidad quienes definen el argumento. Nosotros lo escribimos y nos hacemos cargo del papel. ¡Esto es lo que enseña el budismo. Y por eso tenemos el poder de cambiar nuestra vida!
"Pero el problema es que, aunque oramos y nos esforzamos, en el nivel más inconsciente hay otra voz que nos dice algo distinto. Por ejemplo, conscientemente uno ora: ¡Quiero obtener este papel en la audición!. ¡Quiero mejorar mi relación de pareja!', pero en lo profundo de su mente, lo que se dicen a sí mismos es:
No sirvo. No alcanza con lo que soy. Soy demasiado gordo. Demasiado bajo. No podré hacerlo ...' ."Cuando oramos para superar una enfermedad, tal vez pensemos en lo más hondo de nuestra vida que jamás nos curaremos. Este sería el guión diferente del que hablaba. Y la realidad se mueve en torno a ese escenario inconsciente. Por eso es tan importante borrar de nuestra mente cualquier imagen negativa".
En el verano del 2001, Pascual notó un cambio en su salud; se sentía siempre cansado, y tenía frecuentes dolores agudos en el estómago. Después de una serie de estudios médicos, finalmente le diagnosticaron un un linfoma no hodgkiniano. El cáncer había avanzado hasta el grado cuatro .
No bien lo supe, le envié un mensaje de aliento.Pascual hizo quimioterapia, y los efectos colaterales fueron devastadores. El cuerpo le dolía como si le hubiera pasado un camión por encima. Tenía náuseas y vómitos espantosos, y había perdido el sentido del gusto. También se le cayó el cabello."Pero, sorprendentemente, nunca se deprimió", cuenta Angela. "Todo el tiempo decía: ¡Voy a lograr la victoria total, venceré esta enfermedad, y seré un león!.
Una heroica gesta de triunfo
Pascual siguió diciendo a los miembros de la División de Artistas: "Para representar el papel de la victoria, deben decidir que triunfarán. Visualicen es resultado y grábenlo en su mente. Hagan un "ensayo" en su corazón. Escriban sus objetivos en un papel o repítanlos en voz alta varias veces. Eso ayudará a que su vida se fusione con ellos. Deben reiterar ese escenario de victoria total y grabarlo a fuego en su mente. Si adquieren la convicción de que podrán hacerlo, realmente así será. La oración significa seguir orando y luchando hasta ver los resultados".
Siguió propagando el budismo jubilosamente aun en su lecho de muerte. El día de Año Nuevo de 2002, dos personas a quienes había transmitido el budismo de Nichiren Daishonin recibieron el Gohonzon. El día siguiente, 2 de enero, debía recibir el resultado de unos estudios. Con una mezcla de felicidad e incredulidad, el médico anunció, después de revisar exhaustivamente a Pascual y de reiterar todos los estudios posibles, que, según mostraban los resultados, las células cancerígenas habían desaparecido completamente de su cuerpo.
Fue un dramático regreso de una muerte casi segura.En mayo, Pascual y Angela visitaron el Japón y actuaron en el Auditorio de la Universidad Soka. Jamás los había visto bailar tan extraordinariamente. El cabello de Pascual había encanecido por completo, pero esto sólo realzaba su apuesta figura.
La danza revela el alma desnuda. Comprendí con absoluta claridad que lo que le había permitido vencer su enfermedad era el deseo imperioso de bailar una vez más ante su mentor. En esa actuación, Pascual expresó la alegría de estar vivo, su valiente compromiso con la paz, y su apasionado amor a la humanidad. Fue una danza de auténtico y genuino triunfo. Y fue la última vez que lo vi bailar.
Un año después de haber mostrado una espléndida recuperación, el cáncer volvió a aparecer. "Aun entonces", dice Angela, "su estado de vida era increíblemente elevado; nada podía conmoverlo. Cuanto más se debilitaba su cuerpo, más se fortalecía su vitalidad. Estaba decidido a propagar el budismo en todo el país. Fui testigo de su proceder, y sé que fue genuino. La persona que más amé en el mundo me mostró el verdadero poder de la fe".
Un amigo que fue a visitar a Pascual al hospital, pocos días antes de su muerte, llegó justo cuando los médicos lo llevaban a terapia intensiva. A Pascual le costaba respirar. Este amigo cuenta: "Incluso en esa situación, cuando me vio, me preguntó cómo estaban mis cosas y mi familia. Siempre se preocupaba por los demás. Alguien podrá pensar que lo suyo era una mera expresión de cortesía, pero a él la gente le importaba de verdad. ¡Ahí estaba, en esa situación límite, queriendo saber de nosotros! En ese momento, le pusieron un respirador, y ya no pudo hablar, así que sus últimas palabras fueron: ¿Estás bien? ¿Está bien tu familia?.
Pascual fue la corporificación del amor a los demás".
Falleció el 19 de setiembre del año pasado (2003), rodeado de catorce familiares y amigos. El doctor dijo que dejaría de respirar cinco minutos después de que le retirasen el respirador, pero siguió haciéndolo durante una hora y media. El hálito que lo mantenía con vida era milagrosamente potente. Los que estuvieron allí luego dijeron que su respiración parecía el rugido de un león, y que la suya fue la muerte de un auténtico vencedor. Parecía estar diciéndoles: "¿Me escuchan? ¡Cuento con que seguirán construyendo el kosen-rufu de los Estados Unidos!".
Falleció serenamente, con un suave resplandor en el rostro. En ese momento, uno de sus amigos exclamó: "¡Gracias, Pascual, gracias!"."Gracias". Eso fue lo que todos sintieron. Pascual les había enseñado tanto... Los había alentado indescriptiblemente.
Ese coro de gratitud se propagó de una persona a otra, a medida que más y más miembros se fueron enterando de su muerte. Les había mostrado a todos el valor de consagrarse a la felicidad de los demás. Les había enseñado en qué consistía el espíritu de búsqueda. Les había mostrado un ejemplo de vida completamente dedicado al ideal de paz que es el kosen-rufu.
"¡Gracias!". Aun después de enfermar, siguió viviendo con todas sus fuerzas y mostrándoles que, en la lucha contra la enfermedad, uno podía seguir acuñando una vida de extraordinario valor.
Pascual falleció a los 59 años, tres décadas después de haber superado su primera enfermedad con riesgo de muerte. Durante esos treinta años en los que pudo prolongar su vida, acumuló una rebosante arca de tesoros en su corazón.
"Mi esposo obtuvo un triunfo absoluto", declaró Angela, "porque siguió elevando su estado de vida en una de sus batallas contra la enfermedad. Fuimos muy felices; jamás peleamos en veintisiete años de matrimonio. Siempre nos apoyamos mutuamente, y siempre avanzamos junto a Sensei, dedicados a hacer realidad el sueño de nuestro maestro. Para nosotros, nada había más importante".
Un nuevo traje para un nuevo comienzo
Naturalmente, Angela lloró hondamente la muerte de su esposo. Trató de alentarse y de levantarse el ánimo, pero parecía incapaz de superar ese vacío y esa sensación apabullante de pérdida que la envolvía. En determinado momento, se dijo: "No tengo alas. He venido volando todos estos años sobre las alas de Pascual. Soy un ave que no sabe volar...".
Sabía que tenía que usar sus propias alas, pero no sabía cómo hacerlo.Entonces le pidieron que bailara en Tokio, en la reunión para máximos responsables de mayo de 2004. Pero vaciló. ¿Sería capaz de bailar? ¿Sería capaz de transmitir algún sentimiento en el escenario? Pero un amigo le recordó el deseo de Pascual: que siguiera brindando a los demás, el don del arte, y que no se retirara. Sus compañeros de fe le escribieron una canción titulada "Pascual vive". Cuando la escuchó, contuvo el aliento emocionada...
"¡ SI!, declaró. "Tengo que bailar esta canción. Pascual está vivo. Está vivo aquí, en mi corazón, y debo transmitírselo al presidente Ikeda y a todos. ¡Bailaré!".
Uno de sus mejores amigos se ofreció a hacerle un nuevo vestuario para esa actuación. "No puedes bailar con el mismo traje de antes. ¡Tiene que ser algo nuevo! Y el motivo será la primavera, con el azul intenso de la bandera de la SGI, y el rosa y el amarillo, para representar la juventud. Tu traje simbolizará la vida, y la capa será del mismo color. Eso le gustará a Pascual...".Detrás de bambalinas, antes de comenzar su número, Angela se puso a entonar daimoku y le dijo a su esposo: "Pascual, Sensei está aquí. Está esperándonos. Voy a salir a escena".
Su actuación fue explosiva. Parecía flotar en el aire... Fue como si las flores y todas las cosas hermosas se hubiesen abierto de golpe, en un instante. Feliz y rebosante de vitalidad, hablaba con Pascual en el lenguaje de su corazón: "Mi amor, estoy bailando. Es lo que tú querías. ¡ Sé que estás orgulloso de mí ! ".
Cuando la vi bailar, tuve que ponerme de pie; no pude quedarme allí sentado. Tendí los brazos bien abiertos, como acompañando el ritmo de su actuación. En silencio, le dije: "¡No estás sola! ¡Pascual está contigo ! ¡Y yo también lo estoy!".
Y supe que había escuchado mis palabras.¡Eso es! ¡Seguir bailando! Las estrellas bailan a través del espacio sobre la bóveda celeste; la Tierra jamás deja de girar... ¡Y es que la vida danza: los árboles en el viento, las olas en el mar, las aves, los peces, todo se mueve y baila al compás de la vida! Cada ser del universo ejecuta su danza, y por eso ¡cada uno tiene que seguir bailando, hasta el final de su existencia!Los movimientos de Angela cobraron velocidad y adquirieron un dinamismo inimaginable en una artista de 63 años. Entonces, sucedió algo que nos dejó pasmados. Inconscientemente, sus pies comenzaron a taconear un "zapateado" en el escenario, que todos reconocieron como el típico estilo de Pascual. Sin darse cuenta siquiera, tornó a mover la capa reproduciendo uno de los pasos característicos de su esposo. Nunca jamás había usado esa técnica... Más sorprendida que cualquiera del público, de pronto comprendió: "¡Pascual está aquí conmigo! ¡Estamos bailando juntos!".
Una vez más, se alzaba el telón en la gesta conmovedora de esta pareja inseparable.