LA FAMILIA CREATIVA (Cap.II). Por Daisaku Ikeda
Temas desarrollados: EL DIALOGO AHONDA EL AMOR Y EL ENTENDIMIENTO.
LA IMPORTANCIA DE UNA FORMA DE VIDA HUMANITARIA. LA MUJER Y SU PROPIA IDENTIDAD. EL DIALOGO ENTRE LOS ESPOSOS ACERCA DE SUS EMOCIONES.
EL DIALOGO AHONDA EL AMOR Y EL ENTENDIMIENTO.
Cada uno tiene su propia idea con respecto al significado de la palabra “hogar”. No es algo abstracto, puesto que cada persona tiene una imagen estampada en forma indeleble en el lienzo de su alma, sea éste el hogar en que ahora vive. Como el hogar es algo que se percibe en la vida real, si esa imagen personal es de felicidad, comprensión y seguridad, la persona será feliz. Pero si esta imagen es de tristeza, hostilidad y destrucción, estaremos ante un hombre infeliz, por muy grande que parezca a los ojos del mundo.
Se dice a menudo que el hombre encuentra el verdadero significado de la vida en el trabajo fuera de la casa, pero quienes así piensan sólo están engañándose a sí mismos. Lo primero que la gente tiene que hacer para aportar algo a la sociedad y poder triunfar en ella es formar un hogar feliz. Muchos dicen que esta tarea es la que reporta felicidad a la mujer.
En primer lugar, debemos considerar quién es el jefe del hogar, pero antes permítanme recordar algo evidente: un hogar no consiste en una sola persona. Tiene que haber por lo menos dos personas, y muchos hogares están formados por el marido, la mujer y los hijos. La profundidad del amor mutuo entre sus miembros y su grado de solidaridad determinan la clase de hogar en que se viva. Las personas que componen el hogar son quienes lo rigen.
Para el marido que sale a trabajar todos los días, el hogar es el lugar donde queda su esposa, y para los hijos es el lugar donde los espera la madre. En muchos casos, en la sociedad contemporánea, el padre es sólo un apéndice de esa unidad y entonces la esposa pasa a ser el jefe del hogar. Todo depende de lo que ella diga o haga.
Hoy en día, son muchos los hogares en que tanto el marido como la esposa salen a trabajar. Esas personas tienden a pensar en el hogar como el lugar donde dormir. Si el marido llega y ve las luces encendidas, piensa: “Qué bueno, ella está en casa”, pero si llega más temprano y no ve ninguna animación en la casa, aunque sepa que ella aún está trabajando, es posible que decida ir a cualquier otro lugar.
Incluso para la joven esposa que trabaja, regresar al hogar antes que el marido para poder recibirlo cuando llegue es una suerte de recurso que mantiene la continuidad del hogar.
En esencia, el hogar no es simplemente el espacio físico al que siempre debemos regresar. Es un lugar de vínculos humanos. Para el marido y los hijos, el hogar cristaliza su relación con la esposa y la madre, respectivamente. Por esa razón el hombre regresa cada día, aunque se vea forzado a volver de un trabajo distante y a tolerar el sufrimiento aniquilante de las horas pico en el tránsito.
LA IMPORTANCIA DE UNA FORMA DE VIDA HUMANITARIA
Fuera del hogar existe una competencia opresiva. Pero es en el hogar donde recuperamos la fuerza para vivir. En otras palabras, el hogar es como el suelo fértil que nutre el árbol de la vida humana. Nuestras vidas comienzan en casa, y es allí donde crecemos. Sin el amor, la misericordia y la educación que nos da el hogar, no podríamos crecer como seres humanos. Es el núcleo de la sociedad humana, y cuando el derecho a la existencia se ve amenazado, como ocurre hoy, allí encontramos fortaleza.
Cuando se presta poca atención a esta fortaleza, la vida en su interior no puede ser protegida para que crezca y dé flor. Puesto que la sociedad no es otra cosa que la conjunción de muchas familias, si no tenemos hogares pacíficos no podemos pretender tener una sociedad pacífica. Sin embargo, para la civilización actual, el hogar no es importante, y se ha trasformado en una víctima del progreso. De allí proviene la tragedia de la guerra y la destrucción ambiental; y de la educación que produce la sociedad contemporánea ha surgido gente que ha olvidado el significado de la vida humana.
Tenemos que realizar un cambio fundamental e inmediato en esta forma de pensar, ya que lo más importante es el ser humano. Debemos confirmar la creencia de que la prioridad máxima yace en una forma humana de vivir. Es preciso revalorizar la familia como fuente que nutre y protege la vida.
Cuando hablo de la restauración del hogar, no me refiero naturalmente al retorno a esas grandes familias que existían en la época feudal, porque en muchos aspectos la naturaleza de un hogar cambia con el devenir de los tiempos. Como respuesta a estos cambios, debemos construir un nuevo tipo de familia por medio de nuestros propios esfuerzos. Lo más importante es que esta nueva familia no subordine al individuo. Debe permitir el crecimiento de la personalidad de cada uno de los miembros para poder ser un hogar acorde con sus individualidades.
El hogar es también una unidad social. Está formada por un conjunto de individuos y, por lo tanto, es imperativo asignar a los miembros de dicha estructura diversas formas de responsabilidad y obligaciones.
Por supuesto, la familia debe estar basada en la misericordia y el amor que no busca recompensa, pero para construir condiciones en las que surjan tales emociones, se requiere un esfuerzo extraordinario. Si el marido no realiza las actividades necesarias para sostener a la familia, la mujer pierde el apoyo que le permite dar su amor y devoción. Si la mujer rehusa hacer las complejas y cansadoras tareas del hogar que le competen, aunque insista en lo mucho que quiere al marido y a los hijos, el cariño de éstos hacia ella tal vez ya no sea el mismo.
Mi parecer es que si se da demasiado énfasis a la libertad y se descuidan las tareas necesarias para sostener la unidad, se genera una situación en que ningún hogar puede perdurar. Me produce gran tristeza ver hogares que pasan por situaciones de crisis y están al borde del colapso debido a que tanta gente ignora este principio elemental.
LA MUJER Y SU PROPIA IDENTIDAD
La naturaleza humanitaria de cada persona que integra el hogar es lo que determina en forma categórica el que una familia sea o no creativa. Lo más importante para enriquecer la vida familiar es el continuo esfuerzo del marido y la esposa para desarrollarse como seres humanos, puesto que ellos constituyen el sostén de la unidad.
En general, se le exige al hombre grandes progresos en los negocios o en la vida profesional. Por el contrario, muchas mujeres se confinan en el hogar y se atienen exclusivamente al amor que les dan otros miembros de la familia, mientras dejan pasar los días sin deseo de desarrollarse en el aspecto humano.
En muchos de estos casos, la mujer ha perdido conciencia de sí misma como individuo. Esto no debe sorprendernos, ya que para muchos una mujer está completa si se casa y su marido se destaca en el mundo, o no importa lo que le pase a ella mientras que sus hijos crezcan y sean “alguien” en la sociedad.
Se supone que esa es la actitud de una madre y esposa virtuosa. Una mujer así abandona todo esfuerzo por crecer como ser humano y pierde respeto por sí misma y por su personalidad. La mujer que ha perdido su conciencia como individuo y su deseo de crecer puede recibir agradecimiento por todo lo que ha hecho, pero su capacidad de inspirar respeto a sus hijos por una personalidad que alguna vez pudo ser atractiva disminuye notablemente. El abandono de sí mismas, más las comodidades de los hogares modernos han llevado a los cínicos a llamar a las amas de casa “gente con trabajo permanente, tres comidas diarias y la libertad de dormir la siesta durante el día”. Lo que quiero para todas las mujeres, y en particular para las jóvenes que se están iniciando en la vida es que jamás pierdan su identidad. Poco después del matrimonio, la mujer tiende a perder aquella vitalidad, aquella vivacidad que hacía que todo a su alrededor fuera felicidad. Al caer en una vida de indolencia y aburrimiento, pone fin al encanto que la rodeaba.
Para vivir como un individuo con identidad claramente definida, es necesario llevar a cabo una lucha poco común y realizar un esfuerzo sostenido. La consagración a una meta es lo que hace surgir en el individuo el cautivante encanto de un ser humano. El pianista que olvida las bases de su instrumento perderá su destreza musical. Esto también es válido para el atleta, para la enfermera y para todo el mundo. Es el secreto que permite a la mujer conservar su magnetismo.
La esposa, protagonista en el hogar, siempre debe mantener su dignidad y el amor por su familia; entonces, como una feliz consecuencia, el marido sentirá una ilimitada fascinación y encontrará una rica personalidad en la mujer que tiene por esposa.
EL DIALOGO ENTRE LOS ESPOSOS ACERCA DE SUS EMOCIONES
Tal vez sea reiterativo, pero la comunión de personalidades entre marido y mujer es el sustento de toda la familia. Ninguno de los dos debe destruir su individualidad con tal de fundirse en esa entidad que se conoce como familia.
En una época, el casamiento fue considerado como una unión entre familias donde la personalidad del individuo era absorbida por la identidad del grupo. La familia que buscamos crear es fundamentalmente diferente. El hogar que constituye una colectividad sin individuos no merece ser considerado como tal. No hay ningún otro lugar donde una persona pueda manifestar tan espontáneamente su verdadero yo como en el medio familiar. Por lo tanto, tampoco hay otro lugar donde se vea en forma más evidente el aspecto más sombrío e infeliz de la naturaleza humana. En consecuencia, es inevitable que se desarrolle una intolerable tragedia humana que conduce al enfrentamiento.
Por otra parte, si cada miembro hace un esfuerzo sincero aun en los detalles más pequeños, brotarán flores de gran belleza y se cosecharán frutos exuberantes. Este es uno de los rasgos más característicos de esta diminuta sociedad llamada familia. La calidad de persona que se forja en el hogar está determinada incluso por la consideración y las atenciones más pequeñas.
La clase de hogar que anhelo con fervor es un ámbito de cálida relación entre las personas donde cada una pueda ver la riqueza de la personalidad de los demás; un lugar donde la gente se respete y se proteja, y donde uno aprenda del otro.
No es difícil conversar y ahondar el amor y la comprensión entre el hombre y la mujer. Dialogar con alguien de aquellas cosas que más nos conmueven, o de las cosas que son placenteras o dolorosas, y hablar con honestidad, desde el corazón, produce una inagotable sucesión de temas. Por esta razón no debe ser difícil hacerlo, ya que cuando una persona habla franca y abiertamente de las cosas que más le conmueven, se muestra libremente tal como es y hace posible que el otro la conozca mejor y la ame más aún.
¿Es cierto que para entender mejor al marido la esposa debe hacerle numerosas preguntas acerca de su trabajo? Me temo que no estoy de acuerdo con eso. Se supone que una mujer se ha casado con un hombre, no con su trabajo. El hecho de saber acerca del trabajo de una persona no tiene relación directa con el conocimiento que se tenga de la persona. Muchas veces, cuando uno llega cansado del trabajo ya no quiere oír hablar más acerca de él. Además, si siempre se habla del trabajo, el hogar pierde su carácter de puerto seguro o abrigo. La familia debe ser el lugar donde uno pueda restaurar sus energías para el día siguiente. Lo deseable es mantener una conversación que permita al marido conocer a la mujer, y a ella conocer a su compañero, y en este sentido, los temas son ilimitados.
LA IMPORTANCIA DE UNA FORMA DE VIDA HUMANITARIA. LA MUJER Y SU PROPIA IDENTIDAD. EL DIALOGO ENTRE LOS ESPOSOS ACERCA DE SUS EMOCIONES.
EL DIALOGO AHONDA EL AMOR Y EL ENTENDIMIENTO.
Cada uno tiene su propia idea con respecto al significado de la palabra “hogar”. No es algo abstracto, puesto que cada persona tiene una imagen estampada en forma indeleble en el lienzo de su alma, sea éste el hogar en que ahora vive. Como el hogar es algo que se percibe en la vida real, si esa imagen personal es de felicidad, comprensión y seguridad, la persona será feliz. Pero si esta imagen es de tristeza, hostilidad y destrucción, estaremos ante un hombre infeliz, por muy grande que parezca a los ojos del mundo.
Se dice a menudo que el hombre encuentra el verdadero significado de la vida en el trabajo fuera de la casa, pero quienes así piensan sólo están engañándose a sí mismos. Lo primero que la gente tiene que hacer para aportar algo a la sociedad y poder triunfar en ella es formar un hogar feliz. Muchos dicen que esta tarea es la que reporta felicidad a la mujer.
En primer lugar, debemos considerar quién es el jefe del hogar, pero antes permítanme recordar algo evidente: un hogar no consiste en una sola persona. Tiene que haber por lo menos dos personas, y muchos hogares están formados por el marido, la mujer y los hijos. La profundidad del amor mutuo entre sus miembros y su grado de solidaridad determinan la clase de hogar en que se viva. Las personas que componen el hogar son quienes lo rigen.
Para el marido que sale a trabajar todos los días, el hogar es el lugar donde queda su esposa, y para los hijos es el lugar donde los espera la madre. En muchos casos, en la sociedad contemporánea, el padre es sólo un apéndice de esa unidad y entonces la esposa pasa a ser el jefe del hogar. Todo depende de lo que ella diga o haga.
Hoy en día, son muchos los hogares en que tanto el marido como la esposa salen a trabajar. Esas personas tienden a pensar en el hogar como el lugar donde dormir. Si el marido llega y ve las luces encendidas, piensa: “Qué bueno, ella está en casa”, pero si llega más temprano y no ve ninguna animación en la casa, aunque sepa que ella aún está trabajando, es posible que decida ir a cualquier otro lugar.
Incluso para la joven esposa que trabaja, regresar al hogar antes que el marido para poder recibirlo cuando llegue es una suerte de recurso que mantiene la continuidad del hogar.
En esencia, el hogar no es simplemente el espacio físico al que siempre debemos regresar. Es un lugar de vínculos humanos. Para el marido y los hijos, el hogar cristaliza su relación con la esposa y la madre, respectivamente. Por esa razón el hombre regresa cada día, aunque se vea forzado a volver de un trabajo distante y a tolerar el sufrimiento aniquilante de las horas pico en el tránsito.
LA IMPORTANCIA DE UNA FORMA DE VIDA HUMANITARIA
Fuera del hogar existe una competencia opresiva. Pero es en el hogar donde recuperamos la fuerza para vivir. En otras palabras, el hogar es como el suelo fértil que nutre el árbol de la vida humana. Nuestras vidas comienzan en casa, y es allí donde crecemos. Sin el amor, la misericordia y la educación que nos da el hogar, no podríamos crecer como seres humanos. Es el núcleo de la sociedad humana, y cuando el derecho a la existencia se ve amenazado, como ocurre hoy, allí encontramos fortaleza.
Cuando se presta poca atención a esta fortaleza, la vida en su interior no puede ser protegida para que crezca y dé flor. Puesto que la sociedad no es otra cosa que la conjunción de muchas familias, si no tenemos hogares pacíficos no podemos pretender tener una sociedad pacífica. Sin embargo, para la civilización actual, el hogar no es importante, y se ha trasformado en una víctima del progreso. De allí proviene la tragedia de la guerra y la destrucción ambiental; y de la educación que produce la sociedad contemporánea ha surgido gente que ha olvidado el significado de la vida humana.
Tenemos que realizar un cambio fundamental e inmediato en esta forma de pensar, ya que lo más importante es el ser humano. Debemos confirmar la creencia de que la prioridad máxima yace en una forma humana de vivir. Es preciso revalorizar la familia como fuente que nutre y protege la vida.
Cuando hablo de la restauración del hogar, no me refiero naturalmente al retorno a esas grandes familias que existían en la época feudal, porque en muchos aspectos la naturaleza de un hogar cambia con el devenir de los tiempos. Como respuesta a estos cambios, debemos construir un nuevo tipo de familia por medio de nuestros propios esfuerzos. Lo más importante es que esta nueva familia no subordine al individuo. Debe permitir el crecimiento de la personalidad de cada uno de los miembros para poder ser un hogar acorde con sus individualidades.
El hogar es también una unidad social. Está formada por un conjunto de individuos y, por lo tanto, es imperativo asignar a los miembros de dicha estructura diversas formas de responsabilidad y obligaciones.
Por supuesto, la familia debe estar basada en la misericordia y el amor que no busca recompensa, pero para construir condiciones en las que surjan tales emociones, se requiere un esfuerzo extraordinario. Si el marido no realiza las actividades necesarias para sostener a la familia, la mujer pierde el apoyo que le permite dar su amor y devoción. Si la mujer rehusa hacer las complejas y cansadoras tareas del hogar que le competen, aunque insista en lo mucho que quiere al marido y a los hijos, el cariño de éstos hacia ella tal vez ya no sea el mismo.
Mi parecer es que si se da demasiado énfasis a la libertad y se descuidan las tareas necesarias para sostener la unidad, se genera una situación en que ningún hogar puede perdurar. Me produce gran tristeza ver hogares que pasan por situaciones de crisis y están al borde del colapso debido a que tanta gente ignora este principio elemental.
LA MUJER Y SU PROPIA IDENTIDAD
La naturaleza humanitaria de cada persona que integra el hogar es lo que determina en forma categórica el que una familia sea o no creativa. Lo más importante para enriquecer la vida familiar es el continuo esfuerzo del marido y la esposa para desarrollarse como seres humanos, puesto que ellos constituyen el sostén de la unidad.
En general, se le exige al hombre grandes progresos en los negocios o en la vida profesional. Por el contrario, muchas mujeres se confinan en el hogar y se atienen exclusivamente al amor que les dan otros miembros de la familia, mientras dejan pasar los días sin deseo de desarrollarse en el aspecto humano.
En muchos de estos casos, la mujer ha perdido conciencia de sí misma como individuo. Esto no debe sorprendernos, ya que para muchos una mujer está completa si se casa y su marido se destaca en el mundo, o no importa lo que le pase a ella mientras que sus hijos crezcan y sean “alguien” en la sociedad.
Se supone que esa es la actitud de una madre y esposa virtuosa. Una mujer así abandona todo esfuerzo por crecer como ser humano y pierde respeto por sí misma y por su personalidad. La mujer que ha perdido su conciencia como individuo y su deseo de crecer puede recibir agradecimiento por todo lo que ha hecho, pero su capacidad de inspirar respeto a sus hijos por una personalidad que alguna vez pudo ser atractiva disminuye notablemente. El abandono de sí mismas, más las comodidades de los hogares modernos han llevado a los cínicos a llamar a las amas de casa “gente con trabajo permanente, tres comidas diarias y la libertad de dormir la siesta durante el día”. Lo que quiero para todas las mujeres, y en particular para las jóvenes que se están iniciando en la vida es que jamás pierdan su identidad. Poco después del matrimonio, la mujer tiende a perder aquella vitalidad, aquella vivacidad que hacía que todo a su alrededor fuera felicidad. Al caer en una vida de indolencia y aburrimiento, pone fin al encanto que la rodeaba.
Para vivir como un individuo con identidad claramente definida, es necesario llevar a cabo una lucha poco común y realizar un esfuerzo sostenido. La consagración a una meta es lo que hace surgir en el individuo el cautivante encanto de un ser humano. El pianista que olvida las bases de su instrumento perderá su destreza musical. Esto también es válido para el atleta, para la enfermera y para todo el mundo. Es el secreto que permite a la mujer conservar su magnetismo.
La esposa, protagonista en el hogar, siempre debe mantener su dignidad y el amor por su familia; entonces, como una feliz consecuencia, el marido sentirá una ilimitada fascinación y encontrará una rica personalidad en la mujer que tiene por esposa.
EL DIALOGO ENTRE LOS ESPOSOS ACERCA DE SUS EMOCIONES
Tal vez sea reiterativo, pero la comunión de personalidades entre marido y mujer es el sustento de toda la familia. Ninguno de los dos debe destruir su individualidad con tal de fundirse en esa entidad que se conoce como familia.
En una época, el casamiento fue considerado como una unión entre familias donde la personalidad del individuo era absorbida por la identidad del grupo. La familia que buscamos crear es fundamentalmente diferente. El hogar que constituye una colectividad sin individuos no merece ser considerado como tal. No hay ningún otro lugar donde una persona pueda manifestar tan espontáneamente su verdadero yo como en el medio familiar. Por lo tanto, tampoco hay otro lugar donde se vea en forma más evidente el aspecto más sombrío e infeliz de la naturaleza humana. En consecuencia, es inevitable que se desarrolle una intolerable tragedia humana que conduce al enfrentamiento.
Por otra parte, si cada miembro hace un esfuerzo sincero aun en los detalles más pequeños, brotarán flores de gran belleza y se cosecharán frutos exuberantes. Este es uno de los rasgos más característicos de esta diminuta sociedad llamada familia. La calidad de persona que se forja en el hogar está determinada incluso por la consideración y las atenciones más pequeñas.
La clase de hogar que anhelo con fervor es un ámbito de cálida relación entre las personas donde cada una pueda ver la riqueza de la personalidad de los demás; un lugar donde la gente se respete y se proteja, y donde uno aprenda del otro.
No es difícil conversar y ahondar el amor y la comprensión entre el hombre y la mujer. Dialogar con alguien de aquellas cosas que más nos conmueven, o de las cosas que son placenteras o dolorosas, y hablar con honestidad, desde el corazón, produce una inagotable sucesión de temas. Por esta razón no debe ser difícil hacerlo, ya que cuando una persona habla franca y abiertamente de las cosas que más le conmueven, se muestra libremente tal como es y hace posible que el otro la conozca mejor y la ame más aún.
¿Es cierto que para entender mejor al marido la esposa debe hacerle numerosas preguntas acerca de su trabajo? Me temo que no estoy de acuerdo con eso. Se supone que una mujer se ha casado con un hombre, no con su trabajo. El hecho de saber acerca del trabajo de una persona no tiene relación directa con el conocimiento que se tenga de la persona. Muchas veces, cuando uno llega cansado del trabajo ya no quiere oír hablar más acerca de él. Además, si siempre se habla del trabajo, el hogar pierde su carácter de puerto seguro o abrigo. La familia debe ser el lugar donde uno pueda restaurar sus energías para el día siguiente. Lo deseable es mantener una conversación que permita al marido conocer a la mujer, y a ella conocer a su compañero, y en este sentido, los temas son ilimitados.