LA RELACIÓN DE TOKI JONIN CON NICHIREN. SEGUIDORES DE NICHIREN DAISHONIN.
Nichiren Daishonin, en agosto de 1253, se instaló en una pequeña
cabaña, sita en Matsubagayatsu, y allí y en la casa de otros adeptos, comenzó a
predicar sus enseñanzas, algunas veces visitaba los templos de la ciudad, para
debatir con los priores; donde denunciaba las creencias de la escuela Jodo, que
aseguraba la salvación, con sólo invocar el nombre del Buda Amida, y atacaba al
Budismo Zen, porque rechazaba a los sutras.
Estos debates religiosos, le permitieron incorporar numerosos
adeptos, entre otros: Shijo Kingo, Toki Jonin, Kudo Yoshitaka, Ikegami
Munenaka; y pronto debió enfrentar una feroz oposición.
El 16 de Julio de 1260, Nichiren le entregó a Hojo Tokiyori,
antiguo regente del sogunato de Kamakura un tratado titulado “Rissho Ankoku
Ron” (Tesis sobre la pacificación de la tierra mediante la propagación del
Budismo verdadero) donde sostenía que las causas de las recientes calamidades
eran los actos contra la
Ley Verdadera , y la adhesión a falsas doctrinas. La nación,
decía, no conocería ningún alivio a sus sufrimientos, hasta que la gente
renunciara a sus creencias erróneas y abrazara las enseñanzas del Sutra del
Loto.
Ésta fue la Primera Amonestación al gobierno.
Tokiyori y los dirigentes del sogunato, hicieron caso omiso del
tratado; pero su contenido molestó a los seguidores de la escuela Jodo, y una
banda armada atacó la cabaña en que vivía, con la intención de matarlo. Escapó
de allí acompañado de algunos discípulos y se refugió en la casa de Toki Jonin,
de gran influencia en la provincia de Shimousa, y lo llevó a vivir a su templo
familiar durante casi seis meses. pero antes de cumplirse un año, volvía a
Kamakura a reiniciar su prédica.
Toki Jonin servía al Señor Chiba, guardia de la Provincia de
Shimosa, como secretario o ayudante para la familia Chiba. Era muy culto, recibió varios escritos
importantes de Nichiren Daishonin, incluyendo, “El Verdadero Objeto de
Veneración”, “La Esencia del Sutra del Loto” y “Sobre las cuatro etapas de la
fe y las cinco etapas de la Practica”.
Podemos deducir que la casa de esta familia era una especie de
"centro de propagación" donde a todas horas del día se invocaba, se
hacían "encuentros de diálogo", se daban disertaciones sobre los
sutras… Su postura tiene que haber sido muy correcta para sobrellevar un ritmo
tan intenso de dedicación a la fe sin una palabra de queja o de reproche. A
todo esto, recordemos que la persona que ella hospedaba era perseguida por las
autoridades, así que tanto movimiento ponía en peligro la seguridad de su
familia.
A los ocho años, cuando llegó el enviado mongol, las autoridades
policiales citaron a declarar a tres seguidores del Daishonin: Toki Jonin, Ota
Jomyo y Shijo Kingo. La esposa lo apoyó en todo momento, sin saber qué suerte
correría el esposo. Además, cuando el Daishonin fue condenado al exilio en
Sado, Toki Jonin impuso prácticamente en el bote a uno de sus hombres, para que
acompañara al Daishonin durante el largo viaje por mar y se asegurara de que
éste llegase a salvo a la isla. Durante todo el exilio, Toki quedó a cargo de
sostener a todos los miembros de Shimosa. Y la mujer, firme a su lado,
ocupándose de todo lo que pudiera para que nadie abandonara la fe.
Toki Jonin tenía una madre muy ancianita, a la cual amaba con
devoción. A su vez, Toki era el hijo favorito de ella, y la tenía viviendo en
su casa. Esta señora había caído enferma, y falleció en 1275, luego de un largo
proceso que la tenía en cama. Aparentemente, la viejita tenía más e 90 años al
morir.
Ya podemos imaginar quién se ocupó de cuidar a la suegra durante
su larga enfermedad, además de todas las responsabilidades en momentos de
inestabilidad y persecución: la fiel Myojo.
Podemos pensar que, siendo un nyudo y un típico hombre japonés de
esa época, bastante mayor que la esposa, Toki Jonin probablemente no haya sido
un hombre muy demostrativo de sus afectos. Pero lo cierto es que a Toki Jonin
lo conmovió ver la manera cariñosa y sincera en que Myojo atendió a su madre
durante la enfermedad y la muerte. Cuando llevó las cenizas de la difunta al
monte Minobu, para que allí las sepultaran, le contó en confianza al Daishonin
lo agradecido que estaba por tener una mujer tan maravillosa. Y es el Daishonin
el que se asegura de que Myojo lo sepa.
Al parecer, la personalidad de esta señora estaba tan centrada en
servir a los demás y en ocupar un segundo plano, que a Myojo le costaba mucho
tener confianza en sí misma y valorarse. Quizá influida por la sociedad feudal,
que tan poco valoraba a la mujer, Myojo se desvalorizaba y no comprendía el
valor de su propia vida. Era sumamente humilde. Por eso, el Daishonin le hace
saber cuán feliz y orgulloso de ella estaba Toki Jonin. Todo el tiempo, en las
cartas la alienta a valorarse, a sentir respeto por sí misma y a cuidar su
salud y su fe, como una mujer que vale por derecho propio.
Ocurre que en el mismo momento en que se estaba muriendo la mamá
del marido, la misma Myojo cayó enferma, pero no le prestó atención a su
enfermedad. Al parecer, Shijo Kingo, que era médico, observó los síntomas y
también advirtió que esta señora no daba valor a su propia salud, pues no se
quería hacer atender. Y se lo comunicó al Daishonin con preocupación.
Shijo Kingo y el Daishonin siguieron con ojos atentos el avance
de la enfermedad durante casi tres años, antes de que la señora se decidiera a
luchar resueltamente contra el mal. El cansancio de cuidar a la anciana más
todas las otras responsabilidad seguramente la llevaron a alimentarse mal y a
dormir poco, con gran esfuerzo físico. Fue el mismo Daishonin quien tuvo que
tomar las riendas y abrirle los ojos sobre la importancia de su vida y de su
salud, y hasta sugerirle formas de actuar para resolver la enfermedad. Es
increíble la forma en que el Daishonin se preocupaba por sus discípulos, a
veces más que ellos mismos…
En esta misma época (1279), cuando la enfermedad ya se hizo
inocultable y Myojo empezaba a sentir temor, en Fuji se produjeron los hechos
de Atsuhara. Los sacerdotes Nisshu y Nichiben tuvieron que escapar de la zona
de Fuji, perseguidos por las autoridades corruptas. En ese momento, sin
vacilar, Toki los escondió en su casa y los protegió, sabiendo que contaba con
la discreción y la comprensión de su esposa. Pero la pobre Myojo siempre tenía
"cosas más importantes" que reclamaban su atención.
En este sentido, quien lee la carta "Sobre la prolongación
de la vida" siente que es muy estricta y severa. Al principio, uno puede
pensar que el Daishonin le estaba escribiendo a una mujer de fe pobre o débil,
pero en realidad, no es así. Justamente porque esta mujer era tan dedicada y
abnegada, y había vivido por el Sutra del Loto, el Daishonin es severo y le
pide que reflexione. Ser un buen budista no es descuidar la propia vida en un
falso sacrificio, sino cuidar la longevidad, para poder cumplir la misión
durante la mayor cantidad de años posible. La "sacude" para que
reflexione, ajuste su fe y tome una nueva decisión. Si ella también muere, es
un fracaso para todos.
Gracias al cálido aliento del Daishonin, esta señora de inmediato
corrigió su postura equivocada y pudo superar su enfermedad rápidamente. A los
tres años, el Daishonin falleció, y en ese momento, el matrimonio decidió
cambiar el nombre de su templo familiar y llamarlo Hokke. Este templo existe
hasta el día de hoy, en Nakayama. Se cree que la señora falleció en 1303.