Figura
central de los discípulos de Nichiren.
Recibió
numerosas cartas del Buda, “La apertura de los ojos” es una de las más
importantes.
Modelo
eterno de nuestra fe:
Por su
coraje y fe, frente a la persecución.Por su fe aplicada a la vida cotidiana.
Por su espíritu
de búsqueda.
Por su desafío
en el trabajo.
Por su matrimonio
basado en la fe.
Por su inseparabilidad
entre maestro y discípulo.
El
nombre completo era Shijo Nakatsukasa Saburo Zaemon-no-jo Yorimoto. Kingo
equivale al título Saemon-no-jo o Zaemon-no-jo. Sus rasgos distintivos eran:
agudo temperamento y buen corazón, además de un fuerte sentido de justicia. Por
otra parte, descollaba en erudición y dominaba las artes militares.
Tenía
tres hermanos menores. Se supone que tenía una hermana, cuyo nombre nos es
desconocido. Su esposa se llamó Nichigennyo (nombre que le dio el Daishonin),
con quien tuvo dos hijas: Kyo'o y Tsukimaro.
Su
esposa llevaba un nombre budista concedido por el Daishonin: Nichigen-nyo. Ella
también practicaba la fe con devoción. Ambos lideraban el movimiento incipiente
de seguidores en la región de Kamakura,
donde vivían.
Su
unión armoniosa, como pareja, se basaba en la fe y en el sentido de la misión.
Al
parecer, el matrimonio tenía dificultades para tener hijos. Cuando finalmente,
la señora quedó embarazada, tenía aproximadamente unos cuarenta años. A través
de la fe y del aliento constante, enfrentó esta situación con coraje, y pudo
tener dos hijas hermosas, a quienes el Daishonin les dio los nombres de
Tsukimaro y Kyo'o.
Como
samurai fue contratado por la familia Emma de Kamakura, una rama del clan gobernante
Hojo. Fue un fiel asistente, como samurai y médico, al igual que su padre,
Yorazaku..
Se
convirtió a las enseñanzas de Nichiren, alrededor de 1256 a los 26 años, al mismo
tiempo que Kudo Yoshitaka y los hermanos Ikegami Munenaka y Ikegami Munenaga.
En
aquellos días, cuando la gente padecía hambre, pestilencia y otros desastres,
sólo Nichiren señalaba la causa de esas miserias: la creencia en falsas
enseñanzas. Por ello, Kingo abrazó tan firmemente la enseñanza del Daishonin.
El 12
de septiembre de 1271, un nutrido grupo de guerreros samuráis, bajo el mando de
Hei no Saemon, irrumpió en la morada del Daishonin en Kamakura para arrestarlo
bajo el falso cargo de traición. Pero, ilegalmente, buscaban llevarlo a
Tatsunokuchi para ejecutarlo. En el camino al patíbulo, el Buda envió un
mensajero a Shijo Kingo, para informarle de la emergencia. Atónito, Kingo y sus
tres hermanos llegaron corriendo hasta el maestro.
Al
llegar al lugar, Kingo tomó las riendas del caballo que llevaba al Daishonin,
decidido a martirizarse junto con él. Pero un inusual fenómeno celeste impidió
la ejecución.
Al día
siguiente, 13 de setiembre de 1271, el gobierno puso temporariamente al
Daishonin bajo la custodia de la familia Honma, en Echi (provincia de Sagami).
Hasta allí lo acompañó Kingo.
En
octubre, el Buda fue exiliado a la isla de Sado, que por lo desolado y cruel de
su clima era considerada como sinónimo de la pena capital. A pesar de ello,
Kingo le envió numerosos mensajeros con donaciones.
Debido
a su férrea fe en el Budismo, Kingo recibió, en febrero de 1272, uno de los
escritos más importantes del Daishonin: "La apertura de los ojos"
(Kaimoku sho).
En esa
época, el Japón enfrentaba rebeliones internas y la amenaza de una invasión
mongólica, tal como lo habla predicho Nichiren en el "Rissho ankoku
ron". En aquel momento, Kingo desempeñó un papel fundamental entre los
discípulos del Daishonin. Además de enviar a sus emisarios a Sado, Kingo viajó
ala isla en muchas ocasiones, deseoso de encontrarse con su maestro.
Finalmente,
el gobierno indultó al Daishonin, quien regresó a Kamakura el 26 de marzo de
1274.
En
abril, el Buda amonestó a Hei-no Saemon nuevamente (lo habla hecho
anteriormente antes de la persecución de Tatsunokuchi), pero sus consejos
fueron otras vez desoídos, por lo que se dirigió al monte Minobu, desde donde alentó a todos sus seguidores para que
propagasen la fe.
Cuando
Shijo Kingo le habló a su amo del Daishonin, éste no sólo lo rechazó, sino que
dudó de su lealtad, afectado por las maliciosas informaciones de otros
súbditos, que envidiaban a Kingo. Así, bajo la influencia de quienes tenían
celos de Kingo, lord Emma lo rebajó de grado y confiscó parte de sus tierras
(en setiembre de 1276). A pesar de ello, Kingo se mantuvo fiel a su amo,
siguiendo el consejo del Daishonin.
Tiempo
despues de haber Nichiren retornado de Sado y una vez que se había retirado a
Minobu en 1274, Shijo Kingo trató de convertir a su Lord, Ema, quien era
creyente de la escuela de La
Tierra Pura (Jodo) y seguidor del sacerdote Ryokan del templo
Gokuraku-ji. Lord Ema no tomó de buen modo que su empleado fuera creyente del
Sutra del Loto o que apoyara a Nichiren, a quien Ryokan odiaba. Él le ordenó a
Kingo abandonar su Fe en las enseñanzas de Nichiren, amenazándolo con
transferirlo a la remota provincia de Echigo si no lo obedecía.
En la
primavera de 1277, Ryuzo-bo, un sacerdote que había sido expulsado de Kyoto por
corrupción, se asentó en Kamakura y bajo el amparo de Ryokan -el máximo
dirigente de la escuela Nembutsu- declaró que estaba dispuesto a vencer a
cualquiera en un debate religioso.
Kingo
acompañó a un bonzo llamado Sanmi-bo para que lo enfrentara. Derrotado en la
disputa y lleno de rencor, Ryuzo-bo le habló mal de Kingo a Emma Mitsutoki.
Influenciado por esas mentiras, lord Emma intimó a Kingo a que abandonara su fe
en las enseñanzas del Daishonin y comenzó por quitarle sus dominios.
Sus
compañeros samurais, celosos de Kingo, vieron la posibilidad de hacerlo caer en
desgracia frente a su Lord y le reportaron, falsamente, a Lord Ema que Kingo
había forzado negativamente en el debate. Esto provocó la amenaza de Lord Ema
de confiscar los bienes de Kingo.
Ante
esa situación, Nichiren escribió una petición a Lord Ema en defensa de Shijo
Kingo, la que envió a su leal discípulo.
Tiempo
después, Lord Ema cayó enfermo y tuvo que pedir un tratamiento a Shijo Kingo.
Ema se recuperó bajo los cuidados de Kingo, de ahí en mas recuperó la confianza
en su samurai. En 1278 Kingo recibió de Ema propiedades tres veces más grandes
que las primeras.
Ante
ese cambio de actitud del amo, quienes tenían celos de Kingo planearon un
ataque contra él, pero Kingo salió indemne de la emboscada.
Cuando
Nichiren se enfermó, en sus últimos años, Shijo Kingo lo atendió en Minobu.
Kingo
también lo atendió a Nichiren en su lecho de muerte y participó en su funeral.
Cuando
el Daishonin falleció, el 13 de octubre de 1282, Kingo se retiró a su propiedad
de Koshu, en Utsubuna, provincia de Kai, donde murió el 15 de marzo de 1300, a la edad de 71 años.
Su vida
contempla dos aspectos: en primer lugar, Kingo siempre estuvo al servicio del
Daishonin y desarrolló un infatigable espíritu de propagación de las enseñanzas
del Buda. En segundo lugar, aplicó el Budismo a sus situaciones personales y
testimonió la supremacía de la enseñanza del Daishonin cuando conquistó la
profunda confianza de su amo.