NANJO SCHICHIRO JIRO TAIRA NO TOKIMITSU. EL SAMURAI, AL SERVICIO DEL BUDISMO VERDADERO.
Todas las virtudes relacionadas con la Ley Mística están
encarnadas en este seguidor ejemplar, pero profundamente humano. Su
personalidad brillante nos hace recordar que es posible vivir basados en la fe
en cada sencilla acción de la vida cotidiana. Nanjo dedicó su juventud a la fe budista y, entre los 16 y los 23
años, se esforzó en la propagación, llevando una vida que muchos hombres
adultos no podrían resistir.
El presidente Ikeda manifestó, en una oportunidad, que si él
tuviera que señalar un personaje budista que conmueve hasta la raíz, elegiría
sin dudar a Nanjo Tokimitsu.
Tokimitsu fue uno de los primeros "budistas de segunda
generación": el padre y la madre de Tokimitsu practicaban antes de que él
naciera; al parecer, la madre con fe más firme que el padre.
La madre era hija del famoso señor feudal Matsuno, que era un
creyente muy culto y firme.
El padre, Nanjo Hyoe Shichiro, ejercía un cargo gubernamental equivalente
a lo que hoy sería un "intendente". Primero fue intendente de la
aldea Nanjo, y luego se mudó a la aldea Ueno, donde siguió ejerciendo la misma
función. El practicaba el Nembutsu, y en
un viaje oficial, por asuntos relacionados con su trabajo, conoció al
Daishonin.
A través de ese contacto, Nichiren lo hizo shakubuku y Nanjo
padre comenzó a practicar; no sabemos si la esposa ya practicaba con
anterioridad o si ambos abrazaron la fe juntos, pero de todas formas, fueron creyentes
de la primera época, porque hacia 1263 ya practicaban. Lo cierto es que Nanjo
padre, hacía la práctica y tenía fe, pero no terminaba de abandonar por
completo sus creencias en el Nembutsu, tal vez por razones políticas.
Sin embargo, el Daishonin los respetaba mucho y les tenía mucho
aprecio.
Un día, Nanjo padre enfermó y quedó postrado en cama. En ese
momento, el Daishonin le escribió una carta exhortándolo con firmeza a que
abandonara definitivamente su apego a las enseñanzas del Nembutsu y depositara
su fe sólo en el Sutra del Loto.
Gracias al aliento del Daishonin, él abrazó plenamente la fe en
el Sutra del Loto antes de fallecer.
Su señora, quedó viuda con nueve hijos: cinco varones y cuatro
mujeres. En realidad, el último hijo varón todavía no había nacido, cuando el
padre murió, de modo que la mujer estaba embarazada y con ocho bocas que
mantener.
Tokimitsu era el segundo hijo varón, y había nacido en 1259.
Cuando el padre murió en 1265, él tenía apenas seis años.
El Daishonin sentía un gran respeto por el fallecido señor Nanjo,
y cuando se hizo la ceremonia recordatoria, el Daishonin fue personalmente a
alentar a su familia. En dicho momento, el pequeño Nanjo, que tenía tan solo 7
años, quedó impactado al ver al Buda y a Nikko Shonin.
El hermano mayor de Tokimitsu asumió el cargo administrativo de
su padre durante un tiempo, pero también falleció prematuramente siendo muy
joven.
De modo que Nanjo Schichiro Jiro Taira no Tokimitsu se vio obligado
a a los 15 o 16 años, afrontar tremendas responsabilidades en plena
adolescencia, como la de ser jefe de
familia.
El practicaba con seriedad el Budismo de Nichiren Daishonin. A
los 16 años, hizo su primer viaje para llevarle ofrendas al Daishonin. En esta
postura hay que ver también la influencia excelente de la madre, que debe de
haberle inculcado al niño el corazón de proteger al Daishonin pase lo que pase.
Se casó joven con una practicante, Myoren, y tuvieron, trece
hijos: nueve varones y cuatro mujeres.
Nanjo Tokimitsu, se
destacó por su nobleza, integridad humana, generosidad y coraje.
Acostumbrado por los rigores de la vida a asumir el lugar central, a pesar de
ser muy joven, cuidaba de los demás como si fuera un padre venerable. Su acción era contundente,
valerosa e incansable. Siempre estaba actuando, pero sin apartarse jamás del
criterio de la fe.
A diferencia de su propio padre y de otros creyentes, Tokimitsu
asumía públicamente su adhesión a Nichiren Daishonin; nunca tuvo la
especulación de esconder sus creencias para mantener privilegios o para
esquivar la persecución.
Como era muy capaz, ejercía su cargo de intendente sin problemas,
pero el gobierno quería castigarlo, de alguna manera, por ser seguidor de un
sacerdote tan "problemático" como Nichiren Daishonin.
Por ello, Nanjo fue discriminado y perseguido por las
autoridades, cobrándole impuestos
muchísimo más altos que los de todos los demás súbditos. Él tenía que pagar
tributos tan, pero tan exorbitantes, que su situación quedó reducida a una
pobreza extrema. Sin permitir que esto debilitara su fe, siguió ofrendando al
Daishonin, asegurándose de que jamás le faltara nada.
Tan extrema llegó a ser su pobreza, que en determinado momento,
hasta tuvo que vender su caballo. En ese momento, el caballo era la posesión
más preciada para alguien, pues representaba la forma de comunicación y de
transporte, para comerciar, atender asuntos oficiales y domésticos.
Trabajó incansablemente en la propagación. Liderando una gran
campaña para difundir el Budismo verdadero, convirtiendo a toda su familia y a
su grupo de conocidos.
Su personalidad correcta y confiable fue un factor crucial para
que los demás lo escucharan con respeto.
En 1277, Nikko Shonin estaba encabezando una intensa campaña de
propagación en la región de Atsuhara (en
lo que hoy sería parte de la ciudad de Fuji, en la prefectura de Shizuoka), y
aprovechando esta situación, se gestaron planes para perseguir a Tokimitsu,
administrador local del área de Ueno.
En ese momento, el Daishonin le escribió: "Cuando las personas encumbradas le hagan
reproches a causa de su fe, piense en ellos como poderosos adversarios del
Sutra del Loto. Considere que está ante una oportunidad tan preciada como
cuando florece la udumbara o cuando la tortuga ciega se encuentra con un tronco
flotante de sándalo. Así, pues, respóndales firme y resueltamente".(1)
El Daishonin le decía que
quienes lo perseguían le estaban "ofreciendo" la valiosa oportunidad
de manifestar la Budeidad, y le aconsejó a Tokimitsu que fuese valiente
en la fe y que hablara sin temor. Alentándolo para que no hiciera concesiones
en sus convicciones ni se dejara intimidar.
Durante los dos años que abarcaron los hechos de Atsuhara,
Tokimitsu se colocó a la vanguardia y protegió a muchísimos creyentes
perseguidos por las autoridades.
A muchos, los ocultó en su propia casa. Por otros, intercedió
exponiendo su propia seguridad y peticionando al gobierno para que los liberara
o dejara en paz.
Cuando encarcelaron a los campesinos de Atsuhara, él se movilizó
como nexo entre el Daishonin y la gente, alentando a todos, transmitiendo
orientaciones y protegiendo a cuantos podía.
Por su coraje heroico y su
fe ejemplar, el Daishonin le concedió un título honorífico que ningún otro
creyente había recibido: "El sabio de Ueno" (lleno Kenjin).
¡Y cuando esto ocurrió, Tokimitsu tenía sólo 20 años! Dos años
después, contrajo una enfermedad terminal, sumamente grave, por la cual los
médicos lo desahuciaron.
En ese momento, el Daishonin le escribió varias veces, para
alentarlo y explicarle que esa enfermedad no era una retribución negativa, sino
un intento de la función demoníaca para impedirle lograr la Budeidad.
Nanjo luchó con toda su vida para concretar la prueba real de la
fe, gracias al cálido aliento del Daishonin. No solo se curó, sino que vivió
cincuenta años más, hasta cumplir 73 años.
En total, recibió treinta y ocho cartas del Daishonin en el
término de nueve años, algo que denota el estrecho vínculo que tenía con el
Buda original.
Construyó una vida hermosa, tanto por su salud y armonía familiar
como por su prosperidad económica y sus ilimitados tesoros del corazón. ¡Qué
ejemplo de prueba real, a lo largo de casi sesenta años de practicar la fe en
vínculo directo con el Daishonin!
Cuando Nikko Shonin tuvo que abandonar el monte Minobu, a causa
de las acciones contra la Ley de Hakiri Sanenaga y de Mimbu Niko, en octubre de
1290, Tokimitsu le ofreció un predio dentro de sus tierras para que allí
construyera el templo principal y entronizara el Dai-Gohonzon.
Efectivamente, gracias al espíritu de ofrenda sincero de este
joven, allí se construyó un recinto de unos veinticuatro metros cuadrados,
llamado Dai-bo, que luego sería el Taiseki-ji.
Nanjo era muy amigo de Nichimoku Shonin (tercer sumo prelado),
quien tenía su misma edad y con quien había compartido muchas luchas por el
kosen-rufu.
Juntos, cada uno desde su lugar, mantenían una relación de
estrecha camaradería, centrada en propagar las enseñanzas de su maestro y
construir un núcleo inamovible de la fe en el seno del pueblo.
Realmente, dedicó la vida a la fe. La fe le permitió construir
una personalidad admirable y confiable para todos, y desplegar las cualidades
de un coraje maduro y generoso hacia los que más sufrían.
En su conducta, las personas de todas las épocas podemos hallar
un horizonte hacia el cual ir marchando en nuestra revolución humana.
NOTA
(1) The major writings of Nichiren
Daishonin, vol. 3, pág. 225.