EL SIGNIFICADO DE LA CALUMNIA. LAS 14 CAUSAS DEL MAL, CARTA DE NICHIREN AL SEÑOR FEUDAL MATSUNO.
Nuestros
actos presentes, sean positivos o negativos, son las causas de nuestra
felicidad o mala fortuna futuras. Lo que uno hace ahora produce cambios
internos que más tarde dan lugar a resultados o efectos específicos. La calidad
de nuestros actos, buenos o malos, puede considerarse desde dos puntos de
vista: sus efectos y los motivos que existen tras las acciones. El Budismo les
da mayor importancia a los últimos.
La
historia del rey Ashoka se cita con frecuencia, como ejemplo de buenas causas o
motivos creados en una existencia pasada. Cuando el buda Shakyamuni estaba
mendigando en Rajagriha, la capital del reino de Magadha, en la India, un niño
hizo una torta de barro y la ofreció al Buda, porque no tenía nada más para
ofrendar. Al reconocer la sinceridad del pequeño, el Buda predijo que, en su
próxima existencia, se convertiría en el rey de un gran imperio. Así, el niño
nació como el rey Ashoka. Este relato enfatiza la importancia del espíritu puro
de hacer ofrenda, más que el valor del obsequio en sí.
En
su carta al señor feudal Matsuno, Nichiren Daishonin enumeró las catorce causas
del mal:
1) Arrogancia.
2) Negligencia.
3) Juicio arbitrario y egoísta.
4) Comprensión superficial y autocomplaciente.
5) Apego a los deseos mundanos.
6) Falta de espíritu de búsqueda.
7) Incredulidad.
8) Aversión manifiesta.
10) Calumnia.
11) Desprecio.
12) Odio.
13) Envidia.
14) Rencor.
Estas
catorce malas causas se refieren no tanto a acciones específicas, sino a
nuestros motivos malvados u orientación espiritual distorsionada. La más grave
de todas es la calumnia a la Ley Verdadera, el acto de condenar, menospreciar,
desdeñar o rechazar la enseñanza budista correcta o a sus practicantes, por
antagonismo u odio. Se dice que el efecto negativo que produce tal ofensa está
más allá de la imaginación. En el Sutra del Loto está escrito que quien
comete calumnia está condenado a caer en el infierno del sufrimiento incesante
durante incontable kalpas. Éste es el más horrible de todos los infiernos.
Se dice que el que mata a su padre permanece en él no menos de veinte kalpas,
pero que el que calumnia lo hace durante un tiempo inmensurablemente más largo.
El
acto de calumniar es sumamente pesado, y muy oneroso.
Según
otra interpretación, algunas personas consideran calumnioso tener fe en
religiones que no sean el Budismo, pero esto no siempre es estrictamente
cierto. Si alguien adhiere a otra creencia, sin el más mínimo conocimiento de
la existencia de la Ley Mística, no está
cometiendo una acción contra la Ley. Sin embargo, si una religión es contraria
a la Ley Mística, sus creyentes, sin saberlo, serán llevados a la calumnia. Por
eso, a quienes profesan esa fe se los considera calumniadores de la Ley
Mística. Por otra parte, si una religión fue establecida sin el menor
conocimiento de la existencia de dicha Ley, no entra dentro del concepto de
calumnia como tal. El error de las personas que pertenecen a esa religión se
debe a la ignorancia y no, a una intención maliciosa. Una vez más, la intención
o motivo es mucho más importante que el propio acto.
A
veces, se dice que quien desobedece a sus antecesores comete calumnia, pero eso
es incorrecto. Naturalmente, uno debería seguir un consejo sabio, pero no debe
aceptar una orientación desencaminada. La admonición de Shakyamuni de «confiar
en la Ley y no en las personas» es una de las enseñanzas más valiosas que dejó
para las generaciones futuras.