EL SIGNIFICADO DE LA FELICIDAD.
Cuando uno logra satisfacer plenamente sus
deseos y necesidades, se siente feliz; no obstante, la simple culminación de
los anhelos no puede sustentar ese sentimiento de dicha. Aunque una persona no
se sienta completamente satisfecha con su vida, tal vez compruebe que es más
feliz de lo que era antes. Aun así, nadie es dichoso todo el tiempo. Más allá
de cuán satisfactorias sean las cosas, habrán de presentarse, inexorablemente,
circunstancias ingratas.
Todo ello forma parte de
una felicidad esencialmente relativa. Una dicha más profunda y duradera no
depende del objeto del deseo ni de la necesidad; tampoco del pasado, de la vida
de quien está próximo a nosotros ni de ningún otro factor externo. El requisito
supremo para esa felicidad se encuentra en la propia vida. La felicidad se
relaciona directamente con el impulso que uno puede imprimirle a su fuerza
vital y con la esperanza que tiene en el futuro. Si un ser humano no ejercita
tales cualidades, tenderá, por el contrario, a comparar su vida actual con el
pasado o con la que se desarrolla en su entorno. La «felicidad por comparación»
es el verdadero significado del término «felicidad relativa».
Para comprender la
diferencia que es capaz de ejercer la propia fuerza vital, imaginemos a dos
escaladores de montañas. Trepar por un pico al borde de un precipicio podría
infligir un sufrimiento insoportable a una persona común, pero proporcionar un
placer inolvidable a un escalador experimentado. Cuanto más alto, empinado y
dificultoso sea el risco, mayor será la alegría y la satisfacción de desafiado
y conquistado. Si uno sólo encuentra satisfacción en la comodidad, simplemente
estará eludiendo una gran parte de lo que es valioso en la vida. Tal actitud es
esencialmente negativa y escapista. Cuando caemos en ella, la comodidad se
transforma en un período de descanso en el que no se experimentan grandes
sufrimientos ni profundas alegrías.
Todas las acciones
humanas aspiran al logro de la felicidad. El Budismo, como otras religiones,
enseña a la gente cómo vivir para lograr una existencia dichosa. Sin embargo,
la mayoría de las demás religiones alientan a sus creyentes a orar para que
alguna fuerza mística y trascendente resuelva todos sus problemas. También en
este caso, las personas, sean o no religiosas, intentan con frecuencia eludir
las penurias y los contratiempos.
El Budismo muestra la
manera de cultivar una fresca vitalidad y una honda sabiduría, enseñando que
los seres humanos deben sentirse inspirados a desafiar, no a evitar, cualquier
dificultad que se presente ante ellos, para convertirla en felicidad, mediante
el desarrollo de su propia fuerza vital. Remontar el sufrimiento en lugar de
intentar escapar de él implica una actitud creativa de desafío y de coraje, que
conduce hacia la «felicidad absoluta».