Los dos ingredientes más importantes son un
sentimiento de gratitud y un objetivo común.
Cómo deben comportarse mutuamente un marido y una esposa no es una
cuestión sencilla.
Algunas veces las circunstancias conspiran de un modo extraño, de modo
que la riqueza o una vida fácil pueden llevar a que una pareja se separe,
mientras que lo que parece una montaña de problemas, visto desde afuera, puede
ser el momento de mayor felicidad que los una aún más.
A diferencia del tipo de confianza que cambia según la situación, el
verdadero amor, en el más profundo sentido de un vínculo entre dos personas, es
algo que se desarrolla enfrentando tormentas. Pero esto no significa que uno de
los dos tenga que ceder siempre frente al otro, o que la felicidad de uno pueda
ser construida basándose en el sufrimiento del otro.
El marido no es el
centro de la relación, ni tampoco es la esposa. No es una cuestión de quién es
el líder o de quién debe sacrificarse por el éxito o la felicidad del otro. Del
mismo modo que una canción es una unión entre poesía y música, marido y esposa
son individuos iguales, quienes a la vez, ejecutan juntos una melodía de vida.
Pienso que lo importante es cuán bella canción pueden crear juntos esos
compañeros de vida.
Creo que para lograr una relación profunda y armoniosa, los dos
ingredientes más importantes son un sentimiento de gratitud y un objetivo
común.
En la sociedad actual, una familia debería ser considerada como un
avión.
Zarandeado por los vientos de los cambios, pilotos y copilotos tienen la
responsabilidad de lograr un arribo seguro. La estabilidad del avión en vuelo
requiere de una clara dirección, impulso y esfuerzo constante. Y un vuelo
exitoso exige que ambos mantengan su visión en la misma dirección.
Escuché una historia sobre una esposa que estuvo deprimida por largo
tiempo, y pasaba todos sus días en cama. Un médico, que la conocía a ella y a
su marido, escribió una receta y se la entregó al marido. Cuando la esposa vio
la receta, se sorprendió mucho.
En la receta decía: “Cuando su esposo le ofrezca la medicina,
bébala luego de haberle dicho “gracias” tres veces”. Ella pensó que
esto era bastante raro, pero como estaba subrayado, dijo tres veces “gracias”
antes de beber la medicina. En ese
instante se dio cuenta de que no había usado esa palabra durante un largo
tiempo.
Desde entonces, cada vez que repetía “gracias” tres veces, su salud y
felicidad fueron retornando poco a poco. Una humilde expresión de gratitud hace
hermosa a una persona, no sólo en el corazón, sino también en la apariencia.
(¡No
hay necesidad de aclarar que esta lección también se aplica a los esposos!).
Un proverbio inglés dice: “Abra bien los ojos antes del matrimonio y
entreciérrelos luego de casarse”. Ambos, esposo y esposa, deben tratar de ser
tolerantes y tener un gran corazón para perdonar fallas y errores menores del
cónyuge. Si usted está siendo juzgado y criticado constantemente, no sentirá
deseos de tratar de cambiar, aun cuando sepa que lo que se le está señalando es
cierto.
Me gustaría compartir otra anécdota que dice mucho sobre el amor entre
marido y esposa. Esta es de la obra de O. Henry: El regalo de la maga.
Trata sobre una joven pareja, Della y Jim, que son pobres y viven en un
departamento alquilado casi sin muebles. Es la víspera de Navidad, ambos han
estado pensando qué regalarse mutuamente para mostrar su amor. La esposa,
Della, quiere regalarle a su marido una cadena para el reloj de oro que heredó
de su abuelo, y del cual está muy orgulloso. La cadena cuesta veintiún dólares,
pero ella sólo tiene 1,87 dólares. Entonces decide que lo único que puede hacer
es vender su hermoso cabello castaño, que es tan largo que le llega hasta las
rodillas. En la mayoría de las culturas, las mujeres sienten que su cabello es
algo muy valioso. Pero Della hace el sacrificio de vender su cabello a un
fabricante de pelucas y compra una cadena de platino con ese dinero.
Con el corazón latiendo
apresuradamente, espera el regreso de su marido. Cuando él arriba y la ve, se
siente perdido. El regalo que él le ha comprado es un par de hermosas peinetas
de carey para su largo cabello. Della le
asegura que volverá a crecer pronto y le ofrece la cadena de platino. Jim se
desploma en el sofá y le dice con una sonrisa: “Della, guardemos nuestros
regalos de Navidad durante un tiempo. Son demasiado hermosos para usarlos
ahora. Yo vendí el reloj para comprar las peinetas”.
Esta historia, cómica y patética,
demuestra a través de los regalos que intercambiaron, cuán profundo es el amor
entre ellos. Cada uno ha sacrificado algo muy querido para comprar un regalo
adecuado. Pero cuando entregan sus regalos, se encuentran con que no hay más
reloj de oro para utilizar la cadena, y no hay más cabello castaño para usar
las peinetas. Ambos regalos se han tornado inútiles para ellos. Una pareja
joven moderna dirá que si se hubieran tomado la molestia de conversar de
antemano qué se iban a regalar, se hubieran ahorrado el gasto inútil. Pero la
anécdota trata sobre algo que trasciende este tipo de lógica calculadora. Trata
sobre la belleza del amor profundo entre cónyuges.
El amor toma un millón de formas diferentes. Algunas veces, para quienes
miran desde afuera, el marido puede parecer insoportablemente dominador, y sin
embargo, la pareja se mantiene con un sorprendente grado de armonía. Por otro
lado, hay casos en que la esposa parece salirse con la suya en todo y sin
embargo prevalece una atmósfera pacífica. No es, de hecho, la apariencia
externa lo que importa; siempre pienso que cuando una pareja ha compartido las
alegrías y las penas de la vida por un largo período de tiempo, entre ellos
crece un profundo vínculo que no puede ser cercenado por fuerzas externas. Este
no es el tipo de amor abierto y directo que podemos ver en las parejas jóvenes.
Es algo amplio y profundo, un sentimiento de destino compartido.
He conocido unas veinte o treinta
parejas mayores quienes parecían poseer este poder, y he sentido la atmósfera
de indescriptible plenitud y madurez que crean. No encontrarán en esas parejas
la conversación tediosa y quejosa de alguna gente anciana. Y aunque muchos de
ellos no han llevado vidas fáciles, no hay tristeza en sus expresiones. Sólo
encontrarán el sentido de profunda
autosuficiencia que se obtiene cuando dos personas han atravesado juntos,
exitosamente, situaciones difíciles en la vida y un aprecio del valor del
tiempo que les queda para estar juntos.