- Acciones del cuerpo (comportamiento).
- Acciones de la boca (palabras, lenguaje).
- Acciones de la mente (pensamientos).
FORMAS DE HACER KARMA: CUERPO, PALABRAS Y MENTE.
Desde hace mucho tiempo, los seres humanos
han comparado el destino como una condena, e incluso, con la voluntad de Dios,
los problemas ante los que se sintieron impotentes para resistir, resignándose
a estas fuerzas así percibidas. Los antiguos griegos imaginaron tres diosas
mayores –conocidas como las Parcas – que controlaban la vida de las personas.
La diosa Cloto determinaba el nacimiento, hilando el tejido de la vida humana;
Láquesis dispensaba ese tejido, conduciendo el camino que debía seguir una
persona en la vida; y Átropos cortaba el tejido, determinando así el momento de
la muerte del individuo.
Esta actitud –de que todo en la vida está predeterminado o es
inalterable – no se limita a las personas de la Antigüedad; sigue ejerciendo
influencia en el corazón y la mente de muchas personas en la actualidad.
Expresando su frustración por esta tendencia, el escritor y ensayista británico
George Orwell escribió: «Porque el hombre común es pasivo. Dentro de
un estrecho círculo... él se siente maestro de su destino, pero contra eventos
importantes se siente tan impotente como contra los elementos. De manera que
lejos de esforzarse por influir en el futuro, simplemente se acuesta y deja que
las cosas pasen».
La idea de que alguien,
aparte de nosotros mismos, controla nuestro destino puede ser enfocada, en un
sentido, como una forma de evasión –una racionalización para escapar del hecho
de tener que enfrentar y desafiar los problemas y sufrimientos reales. También
puede ser la expresión de un profundo y subconsciente sentido de impotencia.
El Budismo enseña la solución al sufrimiento
humano y brinda una manera para superar o transformar este sentido de
impotencia. Fundamentalmente, enseña que la causa de las miserias no yace en
una fuerza o circunstancia externa, sino en nosotros mismos. El Budismo enseña
que tanto la causa como la solución están en la persona que sufre.
De acuerdo con el buda
Sakyamuni: «Si una persona comete un acto de bien o de mal, ella misma se
convierte en heredera de dicha acción. Esto se debe a que esa acción en
realidad nunca desaparece (Udana)».
La palabra sánscrita
karma significa acción. Y el Budismo divide las acciones que constituyen karma
en tres categorías:
La fuerza latente de
nuestras acciones buenas y malas permanece en nuestra vida.
Una vez cometida,
cualquier acción humana, sea buena o mala, no se desvanece simplemente con el
paso del tiempo. Cada acto permanece en la vida, en el presente, como una
fuerza o energía potencial, influenciando el curso de la existencia desde el
momento de esa acción en adelante. En este sentido, en lugar de ver simplemente
el karma como una «acción», más apropiado sería pensar en esa acción, más la
influencia potencial de esta en la vida. O, en términos más simples, el
karma puede ser visto como los hábitos, inclinaciones o tendencias que tienden
a repetirse, o que tendemos a repetir.
El Budismo enseña la
naturaleza eterna de la vida como un ciclo de nacimiento y muerte. De modo que
cuando las personas hablan de «karma pasado», en realidad se están refiriendo a
la influencia actual en la vida, de acciones realizadas en el pasado (en vidas
pasadas); también enseña que las acciones (karma) pueden ser buenas o malas;
las buenas acciones (buen karma) originan efectos felices y positivos, y las
malas acciones (mal karma) dan lugar a efectos infelices y negativos.
Además, algunas acciones
producen resultados específicos que aparecerán en un momento determinado –esto
es conocido como karma fijo o inmutable. Otras acciones producen resultados no
determinados o específicos en su naturaleza u oportunidad –este es el karma no
fijo o mutable. El karma inmutable es la duración de la vida de una persona,
porque el momento de la muerte es determinado o establecido por la influencia
del karma.
¿Qué clase de acciones
forman el karma inmutable? En la escritura Budista Tesoro del Análisis de la
Ley (Kusha Ron, en japonés), las acciones son descritas como:
1.- Acciones que surgen de deseos mundanos profundos (ilusiones);
o, a la inversa, acciones que surgen de un corazón y mente muy puros.
2.- Acciones que se repiten continuamente en el transcurrir del
tiempo.
3.- Acciones emprendidas hacia la enseñanza correcta del Budismo.
4.- Acciones emprendidas hacia la madre o el padre.
Si bien los seres
humanos no pueden evitar los resultados de sus acciones en vidas pasadas, debemos
simplemente resignarnos a los efectos del karma, sean bueno o malo. La sumisión
al destino, al «destino de uno en la vida» o a algo que esté fuera de nosotros
mismos no es una visión budista correcta. Más bien, el Budismo es correctamente
entendido como una enseñanza previsora y capacitadora que enfatiza la
responsabilidad personal y la esperanza. «Si soy el único que pudo hacer lo que
soy, entonces soy el único que puede crear mi ‘yo’ del futuro».
El karma, entonces, no
se aplica tanto a nuestras circunstancias como a nuestros pensamientos,
palabras y acciones. Las cosas no nos suceden, hacemos que nos sucedan –o
actuamos de una manera habitual cuando esas cosas suceden, lo que nos conduce a
situaciones habituales. Nosotros mismos hemos hecho lo que somos y
experimentamos ahora, y en este preciso momento, estamos haciendo lo que
seremos y experimentaremos en el futuro. Eso es karma.
Así, cambiar el karma
significa cambiar nuestra vida ahora mismo; es decir, la manera en que pensamos,
hablamos y hacemos las cosas. La mejor manera para transformar positivamente
los efectos de nuestro pasado mal karma, disfrutar del pasado buen karma, y
crear buen karma para el futuro es inyectándole nueva fuerza vital y sabiduría
a nuestras acciones.
Afortunadamente, el
Daishonin nos proporciona una manera para hacer emerger esa poderosa fuerza
vital y sabiduría. El poder de nuestra práctica, también nos posibilita la
transformación del karma o circunstancias negativos en una fuerza motivadora
para crear grandes beneficios y recompensas futuras.
La fe y la práctica hacen posible un cambio
del destino y la acumulación de buena fortuna.
La clave para atravesar
el muro de nuestro mal karma y crear la futura felicidad yace en nosotros
mismos –en nuestras propias acciones.
Nichiren Daishonin escribe en «Sobre la
prolongación de la vida» que: «la reflexión y el arrepentimiento sincero
erradican hasta el karma inmutable, y con más razón, el que es mutable» (PE-1,
233)
«Sincero
arrepentimiento» significa refrescar repetidamente nuestra determinación de
dedicarnos a la Ley del Budismo para realizar continuamente la práctica de la
invocación de Nam Miojo Rengue Kio por nosotros mismos y por los demás.
Este es nuestro propósito,
brindarles a muchas personas el apoyo para que lo hagan. Cuando nos
involucramos libremente en la invocación de Daimoku y el Gongyo, una poderosa
vitalidad emergerá desde nuestro interior. No sólo nosotros atravesaremos las
restricciones que nos impone nuestro pasado karma, sino que también
construiremos una base sólida de buena fortuna y felicidad para el futuro.
Publicado en Living Buddhism 04/99.