LA BELLEZA EN LA MUJER. Por Daisaku Ikeda.
A mi parecer, el rostro de una mujer que ha
sido marcado por las numerosas tormentas de la vida, es hermoso. Sea cual sea
su edad, tal como ocurre con las vetas de la madera, cuya belleza tiende a ser
más profunda con el paso de los años, la belleza de una mujer que ha resistido
las dificultades de la vida brilla con un esplendor que se destaca.
Creo que cuando uno ve a una mujer por lo
que realmente es, libre de adornos o cosméticos, es cuando ve emerge su vida en
toda su naturalidad y en toda su verdadera e indestructible belleza. Sin
embargo, ¿En qué consiste esta ilusoria cualidad llamada belleza?
En la antigua literatura china, el concepto
de “mujer bella” luce delgada y frágil. Sus pies son pequeños, por haber sido
moldeados, también luce débil, casi enferma. Esa parece haber sido la
preferencia en algún momento. No obstante, más adelante, en la dinastía T’ang,
una mujer ideal era voluptuosa y de apariencia saludable. Incluso hoy en día,
en muchas culturas, una mujer “rellenita” es considerada hermosa y, con
frecuencia, a las jóvenes se les anima a que coman bien. Esto puede parecer
increíble para mujeres que viven en sociedades en las que las modelos altas y
delgadas son las que establecen la tendencia de lo que es considerado bello.
En Japón, la definición de belleza también
parece haber variado según la época. Las mujeres bonitas que fueron
representadas en impresiones de madera durante el período Edo tenían caras
largas, ojos alargados y mejillas grandes y prominentes. No obstante, en el
período que siguió a la segunda guerra mundial, las mujeres de apariencia
masculina pasaron, de repente, a ser consideradas atractivas. Esto nos hace
preguntarnos: ¿Cómo puede haber estándares tan diferentes en la sociedad, en cuanto a la belleza
femenina?
Las mujeres tienen la tendencia a caer en la
trampa que las hace buscar encajar en el molde de “belleza”, según los
parámetros establecidos por las tendencias sociales de cada época.
El propósito de esta interminable búsqueda,
y el objeto para el cual se busca, suelen ser olvidados. Después de todo, tal
vez su búsqueda de la belleza sea en
realidad para usted misma, para que se sienta bien cuando se vea en el espejo.
Si el propósito de su búsqueda de la belleza es lucir atractiva para los demás,
entonces, honestamente, le recomendaría que dedicara este tiempo y energía a
pulir y cultivar su ser interior, su carácter. Creo que esto sería mucho más
efectivo para lograr su propósito.
Hablemos de su novio, su esposo o sus
amigos... ¿Por qué se sienten ellos
atraídos hacia usted? Estoy seguro de
que no es solamente por su aspecto físico, sino por la clase de persona que es
usted, por lo que ellos encuentran en usted, por la belleza de su corazón y por
la de su personalidad. En mi opinión por muy bonita que sea una mujer, si lo
que la hace atractiva está sólo en su apariencia física, el interés por ella
lejos de mantenerse por mucho tiempo, se desvanecerá poco a poco. La atracción
duradera y verdadera que ejerce una persona sobre otra proviene de la belleza
interior y la seguridad con la que esa persona brilla desde adentro.
En cierta oportunidad escuché la historia de
una dama que cuando fue a la reunión conmemorativa del vigésimo aniversario de
su graduación de estudios secundarios descubrió algo sorprendente: la mayor
parte de las señoras que habían sido hermosas en su juventud se veían más bien
marchitas, mientras que muchas de las que habían sido chicas cuyo atractivo no
era algo que se destacara, mostraban ahora el brillo de su belleza interior. A
medida que hablaba con estas amigas de tantos años atrás, se fue dando cuenta
de que las que habían sido hermosas no habían tenido que hacer muchos esfuerzos
para atraer la atención. A lo largo de los años habían mantenido la tendencia a
sentirse satisfechas consigo mismas. Por el contrario, las otras damas de
aspecto más sencillo, habían tenido que trabajar abiertamente para
desarrollarse y, por eso, llegaron a convertirse en seres humanos verdaderamente
atractivos.
Mi concepción de la verdadera belleza de una
mujer no está en su apariencia sino en lo profundo de su corazón. Una mujer que
hace esfuerzos extremos y que se dedica con todo su corazón a su campo de
acción es hermosa, brilla de verdad. Luce aguda, decidida y segura de sí misma.
Este tipo de esplendor siempre sobrepasará, en mi opinión, a la belleza externa
de cualquier adorno que lleve puesto esa mujer.
De hecho, las mujeres que están conscientes de su belleza interior, no
necesitan pedirle prestada la belleza a nada que les sea externo. Por otra
parte, resulta lamentable que quienes sólo se preocupan por su apariencia
física, la mayoría de las veces lucen empobrecidas espiritualmente y tratan de
remediar esa carencia con trampas externas.
Todos añoramos tener cosas hermosas: belleza
interior, belleza física, una vida hermosa, una hermosa familia, y así
sucesivamente. Pero esto no puede lograrse si nos aislamos y nos limitamos a
sólo vernos a nosotros mismos. Debemos establecer las mejores relaciones con
otras personas e interactuar con nuestra comunidad y sociedad con un corazón
abierto. Debemos ser amables con la naturaleza. Es sólo mediante este proceso
que podemos realmente crecer y cultivar nuestra propia belleza.
Una mujer que puede alabar, apreciar y
respetar con todo su corazón a los que la rodean es más hermosa que otra que
constante está criticando a los demás. De igual modo, una persona que puede
encontrar alegría y júbilo por sí misma, en su cotidianidad, o hasta en la
naturaleza y en el cambio de las estaciones, tiene la calidez y el brillo que
puede proporcionar un sentido de paz y bienestar a los demás. Una gran
capacidad para descubrir la belleza hace bella a una persona.
El famoso escultor Rodin dijo una vez que
la belleza no ha de ser encontrada en una mujer en particular sino en todas las
mujeres. Rodin identifica la fuente que ilumina esta belleza como la “llama de nuestra vida
interior”. La llama de un corazón puro, la llama de la compasión, la llama de
la esperanza, la llama del coraje. Estas llamas son las fuentes de luz que le
permiten a la mujer irradiar belleza.
Se dice que “lo más hermoso de una mujer
brilla con la edad.” Encuentro tanta
sabiduría en estas palabras. La gente,
por lo general, relaciona la belleza con la juventud. No logra establecer la
conexión entre las palabras “mujer bella” con “mujer mayor”. Una mujer joven,
en su adolescencia, es en verdad hermosa, pero hay una clase diferente de
belleza que se encuentra en las mujeres que tienen alrededor de 30, 50 y hasta
70 años de edad. Cuando buscamos la belleza dentro de una persona nos
percatamos de que una mujer verdaderamente hermosa es aquella cuya belleza
interior sigue siendo profunda y sigue siendo cultivada a lo largo del tiempo.
El budismo nos enseña, que la apariencia
física de una persona es un reflejo de su ser interior. De allí que una mujer
verdaderamente hermosa es fiel a sí misma.
Hoy en día vivimos en una época en la cual
el comercialismo determina lo que es “bello”. No obstante, por favor, recuerde
que usted no podrá encontrar la verdadera belleza en estas tendencias de la
moda. Recuerde también que la belleza tampoco puede ser comprada con el dinero.
Muchas mujeres inseguras tienden a
confundirse con los mensajes que reciben por parte de los productos o
comerciales masivos en el presente hoy en día en nuestro entorno; sin
embargo, siento que el que usted aprecie y perciba su propia belleza tiene que
ver con que establezca un ser interior
seguro y firme que no pueda ser influenciado por las circunstancias externas.
Toda mujer puede ser hermosa. Todo comienza
con que ella crea en su propia belleza.