
13. CONVERSACIÓN ENTRE UN VENERABLE Y UN HOMBRE NO ILUMINADO. TRATADO. (Los escritos de Nichiren Daishonin, Soka Gakkai, Páginas 103/147).

¡Pero cuidado! Ni
jóvenes ni ancianos saben qué suerte les aguarda... Así es la vida en nuestro
mundo saha. Los que se encuentran están destinados a decirse adiós: así es la
regla en este mundo donde se vive a la deriva...
Aunque no era la primera
vez que me asaltaban tales pensamientos, veía [con asombro] a todos los que
habían abandonado este mundo en forma intempestiva a comienzos de la era Shoka,
(3) algunos de ellos dejando hijos pequeños; otros, forzados a abandonar a sus
padres ancianos. ¡Cuánta zozobra habrá embargado el alma de todos ellos al ver
que, en la flor de la vida, debían marchar hacia el Manantial Amarillo! Habrá
sido doloroso para los que partieron y doloroso para los que quedaron.
La pasión que sintió el
Rey de Ch’u por una diosa perduró convertida en tenue nube matinal; (4) la
tristeza con que Liu recordaba su encuentro con la visitante inmortal hallaba
consuelo cuando contemplaba a su séptima generación de descendientes. (5) ¿Pero
cómo podría alguien como yo librarse de la aflicción? Me veo evocando al poeta
de antaño, que confiaba en verse libre de tal pesadumbre por el hecho de ser un
rústico montañés (6) Hago acopio de mis pensamientos. Como los hombres de
Naniwa que recogen algas para extraer sal, y tomo el pincel para asentarlos por
escrito, como recordatorio para los hombres de las épocas venideras. ¡Cuán
triste es, y cuán lamentable! Desde el pasado sin comienzo hemos vivido
embriagados por el vino de la ignorancia, renaciendo una y otra vez en los seis
caminos de la existencia y experimentando alguna de las cuatro formas de nacer.
A veces, jadeamos asfixiados entre las llamas, en el infierno del calor
abrasador o en el infierno del gran calor abrasador;(7) otras, nos helamos en
el infierno del loto carmesí o en el infierno del gran loto carmesí.(8) En
ocasiones, soportamos el hambre y la sed que atormentan a los que viven en el
estado de las entidades hambrientas, sin siquiera oír las palabras «alimento» o
«bebida» en quinientas existencias. A veces, recibimos la muerte o sufrimos
heridas en el estado de animalidad, como se hieren o se matan las bestias
cuando las criaturas pequeñas son devoradas por las más grandes, o las más
cortas son engullidas por las de mayor longitud. Por momentos, nos vemos
envueltos en la lucha y el conflicto, tan propios del estado de los asuras; a veces, nacemos como seres humanos y
experimentamos los ocho sufrimientos: nacer, envejecer, enfermar, morir,
separarse de los seres queridos, tener que estar con los que odiamos, no
conseguir lo que queremos y sufrir por los cinco componentes del cuerpo y de la
mente.(9) Y en ocasiones nacemos en el estado de los cielos, y padecemos las
cinco señales de decadencia.
Así damos vueltas y
vueltas como una noria en estos tres mundos. Aun aquellos que, otrora,
compartieron los lazos de padres e hijos, cuando renacen olvidan que fueron
padres o que fueron hijos. Aun aquellos que fueron marido y mujer, cuando
vuelven a encontrarse no saben que ya se han conocido. Nos dejamos arrastrar
como si tuviésemos ojos de carnero; vivimos en la ignorancia como si tuviésemos
ojos de lobo. No reconocemos nuestro vínculo anterior con la madre que nos
trajo al mundo, ni sabemos en qué momento sucumbiremos a la muerte.
Y, sin embargo, hemos
podido nacer en el mundo humano, algo difícil de lograr, y hemos conocido las
enseñanzas sagradas de El Que Así Llega, con las que tanto cuesta encontrarse.
Somos como la tortuga tuerta que halla un tronco de sándalo flotando a la
deriva, con un hueco del tamaño justo para caber en él. ¡Qué lamentable sería,
entonces, no aprovechar la oportunidad para cortar los lazos del nacimiento y
la muerte, y no intentar liberarnos de la jaula que nos mantiene prisioneros en
estos tres mundos!(10)
En ese momento, se
presentó un erudito que dijo así al hombre no iluminado: -Tiene usted razón en
lamentarse así. Pero los que comprenden de tal modo la transitoriedad de este
mundo e inclinan su corazón al bien son más extraordinarios que los cuernos del
chH-lín, mientras que aquellos que no entienden y, en cambio, se entregan a los
malos pensamientos son más numerosos que los pelos de una vaca. Si desea que
surja en usted la aspiración a la Budeidad y ansia liberarse rápidamente de las
aflicciones del nacimiento y la muerte, conozco la doctrina más excelsa que
existe a fin de cumplir ese propósito. Si quiere, se la explicaré para que
pueda conocerla.
El hombre no iluminado
se puso de pie, unió las palmas de sus manos y dijo:
—Llevo tiempo estudiando los clásicos de la literatura secular y
dedicando toda mi atención a la poesía, y por eso no tengo un conocimiento
detallado de las enseñanzas budistas. Espero que tenga la gentileza de
explicármelas, señor.
Entonces, el estudioso
repuso: -Escuche con los oídos de Ling Lun,(11) pida prestados los ojos de Li
Chu,(12) y aquiete su mente; entonces, le expondré esta cuestión. Las
enseñanzas sagradas del budismo son nada menos que ochenta mil. Pero las más
importantes, padre y madre de todas las escuelas, son las referidas a los
preceptos y reglas de conducta. En la India, los bodhisattvas Vasubandhu v
Ashvaghosha, y en la China, los sacerdotes Hui-k’uang y Tao-hsüan hicieron gran
hincapié en ellas. Y en nuestro país, durante el reinado del cuadragésimo
quinto soberano —el emperador Sho-mu-, el reverendo Chien-chen [Ganjin] trajo
al Japón las enseñanzas de la escuela Preceptos, junto con las de la escuela
T’ien-t’ai, y estableció en el templo To-dai-ji una plataforma de ordenación
para administrar los preceptos. Desde ese entonces hasta la época actual,
dichas reglas han venido respetándose durante años y años, y el honor que se les
tributa aumenta día a día.
En particular, menciono
al honorable Ryokan del templo Gokuraku-ji. Desde el supremo gobernante hasta
el pueblo raso, todos lo respetan como si fuera El Que Así Llega viviente, y
con sólo observar su conducta se ve que ella no va a la zaga de su reputación.
Ha dirigido actividades de beneficencia en el puerto de Iijima; en la barrera
de Mutsura (13) ha gravado el paso con tributos de arroz y ha usado los fondos
para construir caminos en varias provincias. Ha levantado barreras en las siete
avenidas,(14) cobrado peaje a todos los transeúntes y destinado el dinero a
edificar puentes en numerosos ríos. Por tales actos de bondad, se lo equipara a
El Que Así Llega, y su conducta virtuosa supera la de los venerables de la
Antigüedad. Si desea liberarse rápidamente de las aflicciones del nacimiento y
la muerte, debe observar cinco preceptos y los doscientos cincuenta preceptos,
ahondar en su amor compasivo por los demás, abstenerse de matar cualquier
criatura viviente y, como el honorable Ryokan, dedicarse a construir caminos y
puentes. Esta es la mejor enseñanza. ¿Está dispuesto a abrazarla?
El hombre no iluminado
unió las palmas de las manos con redoblado fervor y manifestó:
-A decir verdad, siento muchos deseos de adoptarla. Por favor,
explíqueme-la de manera comprensible. Usted habla de cinco preceptos y de
doscientos cincuenta preceptos, pero no sé de qué se trata. Por favor,
descríbamelos en forma detallada.
—¡Su ignorancia es
abismal! —dijo el erudito—. Hasta un niño sabe cuáles son los cinco preceptos y
los doscientos cincuenta preceptos. Así y todo, me pondré a explicárselos. Los cinco preceptos prohíben, en primer
lugar, matar vidas; en segundo término, robar; en tercer orden, mentir; cuarto,
tener relaciones sexuales ilícitas; quinto, beber sustancias que produzcan
embriaguez. Los doscientos cincuenta preceptos son numerosos, y por eso no
los expondré en esta oportunidad.
Al oír esto, el hombre
no iluminado se inclinó en profunda reverencia y, con el mayor respeto, dijo:
—A partir de hoy, me consagraré a esta doctrina de todo corazón.
Este hombre tenía un
viejo conocido, un creyente budista laico que hacía vida de retiro, quien vino
un día a visitarlo para darle ánimo. Al principio, el visitante habló de
cuestiones pasadas comparándolas con un sueño confuso e interminable; luego,
habló del futuro señalando cuán inmenso y oscuro era el porvenir, y cuán
difícil resultaba predecirlo. Cuando hubo discurrido de este modo para
entretener a su interlocutor, una vez expuestas sus propias ideas, agregó:
—La mayoría de los que vivimos en este mundo no podemos dejar de
pensar en la próxima existencia. ¿Puedo preguntarle qué clase de doctrina
budista ha adoptado para liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la
muerte, o para orar por el bienestar de los que ya han partido hacia la otra
vida?
—Días atrás, recibí la
visita de un sacerdote eminente que me instruyó sobre los cinco preceptos y los
doscientos cincuenta preceptos —respondió el hombre no iluminado—. A decir
verdad, sus enseñanzas me dejaron hondamente impresionado y me parecieron
admirables. Aunque sé que nunca podré igualar al honorable Ryokan, he
determinado hacer cuanto esté a mi alcance para reparar caminos en mal estado y
construir puentes en ríos demasiado profundos para ser cruzados a pie.
Entonces, el creyente
laico le ofreció este consejo:
—Su preocupación por el
Camino es encomiable, pero su enfoque es necio. La doctrina que acaba de
describirme es la enseñanza inferior del Hinayana. Por eso, el Buda estableció
ocho analogías,(15) y el bodhisattva Manjushri describió diecisiete diferencias(16)
entre el Hinayana y el Mahayana. El Buda ha dicho, por ejemplo, que el Hinayana
es como la luz de una luciérnaga comparada con el brillo del sol, o como un simple
cristal ante una esmeralda. Por otro lado, los maestros de la India, la China y
el Japón han escrito no pocos tratados refutando las enseñanzas del Hinayana.
A continuación, con
respecto a la veneración que usted siente por aquellos que observan dichas
prácticas, una enseñanza no necesariamente es digna de honor tan sólo porque
sus practicantes sean venerados. Por tai motivo, el Buda estableció la
admonición; «Seguid la Ley y no a las personas».(17)
»He oído decir que los
venerables de la Antigüedad que observaban los preceptos no se permitían
siquiera pronunciar las palabras «matar» o «acumular», y que las reemplazaban
por algún circunloquio de sonido más puro; y que cuando una mujer hermosa
pasaba ante sus ojos, meditaban pensando en un cadáver.(18) Pero si examinamos
la conducta de los sacerdotes actuales, que supuestamente observan los
preceptos, vemos que acumulan sedas, riquezas y joyas, y que su ocupación es
prestar dinero a interés. Ya que las doctrinas difieren tanto de las prácticas,
¿quién se atrevería a creer en ellas?
»Y con respecto a este
asunto de construir caminos y puentes, sólo ocasiona problemas a la población.
Las actividades caritativas del puerto de Iijima y la recaudación tributaria de
arroz en la barrera de Mutsura han hecho infelices a muchas personas, y el
trazado de barreras a lo largo de las siete rutas ha impuesto penurias a los
viajeros en diversas provincias. Son cosas que ocurren frente a sus propios
ojos.
¿Acaso no ve lo que
sucede?
El hombre no iluminado,
al escuchar estas palabras, enrojeció de ira y dijo: -¡Usted, con su escaso
saber, no tiene motivos para hablar mal de un sacerdote eminente y difamar sus
enseñanzas! ¿Lo hace a sabiendas o por pura necedad? Su comportamiento es, en
verdad, temible...
Pero el creyente laico echó a reír y dijo:
—¡Por todos los cielos,
si el necio es usted...! Déjeme explicarle en pocas palabras las ideas
distorsionadas de esa escuela. Sepa que, en lo concerniente a la enseñanza
budista, existe la división entre el Mahayana y el Hinayana, y que, en lo
referente a las escuelas, están las que se basan en enseñanzas provisionales y
las que se basan en la enseñanza verdadera. Hace mucho tiempo, cuando el Buda
se hallaba exponiendo las doctrinas del Hinayana en el Parque de los Ciervos,
este abrió las puertas que conducian a una ciudad fantasma (19). Pero luego, cuando
hubo tendido las esterillas para exponer el Sufra del loto sobre el Pico del
Aguila, aquellas doctrinas tempranas dejaron de prestar utilidad.
El hombre no iluminado
miró al ere-vente laico con perplejidad y comentó:
-Las pruebas
documentales y la evidencia de los hechos parecen sustentar lo que usted dice.
Pero, entonces, ¿qué clase de enseñanza budista debería uno abrazar para
liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la muerte, y obtener rápidamente
la Budeidad?
-Aunque apenas soy un
laico —replicó el otro-, me he dedicado con seriedad a la práctica del budismo
y, desde la época de mi juventud, pude escuchar las palabras de muchos
maestros, como así también leer numerosas escrituras sagradas. Para los que
vivimos en esta última época, perpetradores del mal en todas sus expresiones,
nada puede compararse con las enseñanzas del Nembutsu que conducen a renacer en
la Tierra Pura. Así pues, el supervisor sacerdotal Eshin ha dicho: «Las
enseñanzas y prácticas que conducen a renacer en la Tierra de la Perfecta
Felicidad son los ojos y los pies de los que vivimos en esta época impura».(20)
El honorable Honen reunió los pasajes esenciales de los diversos sufras y
propagó la doctrina de la devoción exclusiva a la práctica del Nembutsu. En
particular, los votos originales(21) del buda Amida superan los de todos los
demás budas en valor e importancia. Desde el primer juramento -que los tres
malos caminos dejarán de existir en su tierra— hasta el último —que a los bodhisattvas
se les permitirá alcanzar las tres clases de percepción—(22) todos los votos
misericordiosos de Amida han sido muy bienvenidos. Pero el decimoctavo es
particularmente eficaz para nosotros. Además, aun cuando no se excluya a los
que han cometido las diez malas acciones o las cinco faltas capitales, tampoco se
hace distinción alguna entre los que han recitado el Nembutsu sólo una vez y
quienes lo han hecho muchas veces. Por tal razón, todos, desde el gobernante
hasta el pueblo, favorecen esta escuela mucho más que cualquier otra. Y ¡qué
infinidad de personas han logrado renacer en la Tierra Pura gracias a ello!
El hombre no iluminado
expresó:
—Es verdad que uno
debería avergonzarse de lo pequeño y aspirar a lo grande; abandonar lo
superficial y abrazar lo profundo. Esto no sólo es un principio budista, sino
también una regla del mundo secular. Por lo tanto, me gustaría adoptar, sin
demora, la fe en esta escuela que usted describe. Por favor, explíqueme sus
principios en detalle. Dice que ni siquiera los que han cometido las cinco
faltas capitales o las diez malas acciones quedan excluidos del juramento
misericordioso del Buda. ¿Cuáles son —si se me permite preguntar— las cinco
faltas capitales y las diez malas acciones?
-Las cinco faltas capitales —respondió el
docto creyente laico— son matar al padre, matar a la madre, matar a un arhat, derramar la sangre de un buda y romper la armonía de
la Orden budista. Y con respecto a
las diez malas acciones, hay tres actos que corresponden a la acción física;
cuatro, a los actos verbales, y tres, al pensamiento. Los tres primeros son
matar, robar y mantener relaciones sexuales ilícitas. Los cuatro siguientes son
mentir, adular, difamar y ser hipócrita. Y los tres últimos son la codicia, el
odio y la estupidez.
—Ya entiendo —dijo el
hombre no iluminado—. A partir de hoy, depositaré toda mi confianza en el poder
del buda Amida, para que este me haga renacer en la Tierra Pura.
No mucho tiempo después,
otro creyente de la escuela esotérica, muy diligente en la práctica de sus
enseñanzas, acudió también a visitar al hombre no iluminado para reconfortarlo.
Al principio, habló sólo de «palabras insensatas» y de «frases ornamentadas»,(23)
pero, al final, discurrió sobre las diferencias entre las escuelas budistas
exotéricas y las escuelas budistas esotéricas. Preguntó al hombre no iluminado:
-¿Qué clase de doctrina
budista practica usted, y qué sutras y tratados lee y recita?
-En tiempos recientes, a
partir de la enseñanza de un creyente laico que conozco —replicó el hombre no
iluminado— me dediqué a leer los tres sutras de la Tierra Pura, y llegué a
confiar profundamente en Amida, señor del Paraíso Occidental.
—Hay dos clases de
enseñanzas budistas —dijo el practicante—: exotéricas y esotéricas. Las
doctrinas más profundas dentro de las enseñanzas exotéricas no pueden
compararse siquiera con los niveles más elementales de las enseñanzas
esotéricas. A juzgar por sus palabras, deduzco que está practicando la
enseñanza exotérica establecida por Shakyamuni. Pero la doctrina que yo sigo es
la enseñanza secreta de Mahavairochana, Rey de la Iluminación. Si realmente
teme a la casa en llamas que son los tres mundos en que vivimos, y ansia la
espléndida Tierra de la Luz Tranquila, debería hacer a un lado de inmediato las
enseñanzas exotéricas y tener fe en las esotéricas.
El hombre no iluminado
dijo, con profundo asombro:
—Nunca había oído hablar
de esta distinción entre doctrinas exotéricas y esotéricas. ¿Cuáles son las
primeras? ¿Y cuáles, las segundas?
—Soy una persona necia y
de escasa capacidad, y no tengo saber alguno —respondió el practicante—. Así y
todo, quisiera citar uno o dos pasajes para ver si ellos disipan su ignorancia.
Las enseñanzas exotéricas son las doctrinas que, en respuesta al pedido de
Shariputra y de otros discípulos, predicó El Que Así Llega del cuerpo
manifiesto. Pero las enseñanzas esotéricas son las que en forma espontánea
predicó Mahavairochana, El Que Así Llega del cuerpo del Dharma, a partir de la
alegría sin límites que le produjo la Ley, ante su interlocutor Vajrasattva.
Estas enseñanzas constituyen el Sutra Mahavairochana y otros que forman, en
conjunto, los tres sutras esotéricos.(24)
—Lo que usted dice
parece razonable —comentó el hombre no iluminado-. Creo que debería corregir mi
equivocación anterior y abrazar sin demora estas enseñanzas más meritorias.
Pero luego, casi sin que
nadie lo advirtiera, llegó al lugar un sacerdote mendicante, que deambulaba de
provincia en provincia como hierba flotante, y vagaba de un distrito al otro
como maleza que rueda. Se detuvo en el portón, inclinado sobre el pilar,
sonriendo pero sin decir palabra.
El hombre no iluminado,
azorado ante esta aparición, le preguntó qué deseaba. Al principio, el
sacerdote no respondió, pero al oír que el otro repetía la pregunta, dijo:
—La luna es difusa y
lejana; el viento, vigoroso y ululante.
Su aspecto se apartaba
de lo corriente, y sus palabras no tenían sentido. No obstante, el hombre no
iluminado le preguntó por el principio supremo que ellas contenían, y supo que
representaban las enseñanzas del Zen, tal como se las exponía en el mundo en
esa época.
Observó el aspecto
físico del monje, escuchó sus palabras y le preguntó qué consideraba una buena
causa para ingresar en el Camino del Buda. El sacerdote mendicante replicó:
—Las enseñanzas de los
sutras son un dedo que apunta a la luna. Sus redes doctrinales son disparates
capturados en palabras. Pero hay una enseñanza que le permitirá hallar reposo
en la naturaleza esencial de su propia mente;
se la llama Zen.
-Me gustaría saber algo acerca de ella, - dijo el hombre no iluminado.
-Si, en verdad, su intención es seria y sincera -repuso el monje—, debe
situarse frente a una pared, realizar la meditación en posición sentada del Zen
y despejar la luna de su mente primordial. Hay alijo evidente a la vista de
todos, y es que el linaje de los veintiocho patriarcas del Zen fue transmitido
sin interrupción en la India, y que la línea de sucesión se perpetuó a través
de los seis patriarcas (25) de la China. Sería muy lamentable que usted no
comprendiera lo que ellos enseñaron y permaneciera capturado en las redes de la
doctrina. Ya que la mente es el Buda, y el Buda no es más que la mente. ¿Qué
buda podría haber fuera de usted mismo?
Cuando el hombre no iluminado escuchó estas palabras, comenzó a ponderar
varios puntos y a considerar en silencio los principios que le habían
transmitido.
-Hay muchas doctrinas budistas diferentes -dijo entonces—, y es muy
difícil determinar cuáles de ellas son sólidas, y cuáles no lo son. Es natural
que el bodhisattva Lamento Perpetuo haya partido hacia el este para indagar la
verdad, que el niño Buenos Tesoros haya marchado al sur en pos de ella, que el bodhisattva
Rey de la Medicina se haya quemado los brazos como ofrenda y que el asceta
Aspiración a la Ley se haya arrancado la piel. Un buen maestro es, realmente,
difícil de hallar. Algunos dicen que uno debería basarse en las enseñanzas de
los sutras, mientras que, para otros, la verdad yace fuera de las escrituras. A
la hora de ponderar los aciertos y errores de tales doctrinas, quien aún no ha
escrutado las profundidades del budismo y permanece contemplando las aguas de
la Ley se encuentra preguntándose cuán hondas serán; el que evalúa a un maestro
lo hace con la inquietud del que camina sobre hielo delgado. Por eso, el Buda
nos dejó estas palabras de oro: «Seguid la Ley y no a las personas», y por eso
se dice que los que encuentran la enseñanza correcta son tan pocos como los
granos de tierra que caben sobre una uña. Si hubiera alguien que supiese cuáles
enseñanzas budistas son verdaderas y cuáles, falsas, debería ir en busca de esa
persona, adoptarla como maestro y tratarla con el debido respeto.
Dicen que nacer en el mundo de los seres humanos es tan difícil como
enhebrar una aguja haciendo descender un hilo desde los cielos, y que ver y
escuchar las enseñanzas del Buda entraña la misma dificultad que tiene una
tortuga tuerta para hallar un tronco a flote con un agujero del tamaño exacto
para caber en él. Consciente de todo ello y a sabiendas de que uno debe
considerar el cuerpo como algo insignificante y la Ley como algo supremo, el
hombre no iluminado escaló numerosas montañas, y fue de un templo a otro hasta
donde lo llevaron sus pies. Entonces, arribó a una caverna de roca, situada
justo delante de unas verdes montañas. El viento soplaba entre los pinos
desgranando una melodía de eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza.
Frente a la gruta corría un arroyo de aguas burbujeantes, del color de la
esmeralda, cuyo oleaje lamía la ribera y evocaba con sus ecos la perfección de
esas cuatro virtudes. Un manto de flores recubría el valle profundo con el
matiz del verdadero aspecto del Camino Medio, y los ciruelos, que comenzaban a
dar flor en la amplia pradera, parecían exudar la fragancia de los tres mil
aspectos. Era un cuadro sublime, que las palabras no alcanzarían a describir ni
el pensamiento a imaginar. Uno habría creído estar en el sitio donde moraron
los cuatro ancianos eremitas del monte Shang, o donde algún buda de tiempos
antiguos hubiera paseado después de meditar. Allí los amaneceres se adornaban
de nubes venturosas, y los ocasos se teñían de una mística luz, ¡ah!, como la
mente no lograría concebir, ni las palabras, expresar.
El hombre no iluminado
merodeó por el lugar apreciando lo que sus ojos veían, ora deteniéndose a
cavilar, ora retomando el paso. De pronto, dio con un venerable. Prestó
atención a sus actos y comprendió que recitaba el Sutra del loto. Halló que su
voz lo conmovía hondamente y se puso a observarlo por la ventana de la gruta
silenciosa. Lo halló meditando sobre el profundo significado del sutra, con los
codos posados sobre el escritorio.
El venerable, advirtiendo
que el hombre no iluminado iba en busca de la Ley, preguntó con actitud
cordial:
-¿Qué lo ha traído a
esta caverna en lo profundo de la montaña?
—Es que doy poca
importancia a la vida, y gran estima a la Ley —replicó el otro.
-¿Qué práctica lleva
usted a cabo? -lo interrogó el venerable.
El hombre no iluminado
respondió:
-He vivido toda mi
existencia en el polvo del mundo secular, sin haber aprendido aún a liberarme
de los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Sin embargo, di con varios
buenos maestros, quienes me enseñaron, primero, las reglas de la disciplina y,
luego, las doctrinas del Nembutsu, la escuela Palabra Verdadera y el Zen. Con
todo, habiendo aprendido tales enseñanzas, no he podido determinar si eran
verdaderas o falsas.
—Cuando escucho sus
palabras —manifestó el venerable—, siento la razón de lo que expresan. En
efecto, valorar escasamente la vida y en gran medida la Ley es la enseñanza de
los venerables de antaño, de la cual tengo cabal conocimiento.
»Desde el reino donde no
existen el pensamiento ni el no pensamiento,(26) si-
tuado más allá de las nubes, hasta el fondo más profundo del
infierno, ¿hay algún ser que asome a la vida y logre escapar de la muerte? Así
pues, incluso en los escritos seculares, no iluminados, leemos: «Aunque uno
emprenda el viaje de la vida al amanecer, orgulloso del bello rubor de sus
mejillas, cuando caiga el sol será una pila de blancos huesos pudriéndose en
algún páramo».(27) Aunque uno se codee con lo más granado de la aristocracia
cortesana y luzca elegantes peinados, altos como nubes, o haga aletear sus
mangas al caminar como etéreos copos de nieve, si se detiene a pensarlo verá
que tales deleites son sólo un sueño dentro de un sueño. En definitiva, uno
termina descansando bajo un manto de hierba, al pie de las colinas, y
comprendiendo que, en la senda hacia la otra vida, de nada sirven todos esos
estrados y recintos enjoyados, y colgantes de brocado. Con el tiempo, la
célebre belleza de Ono no Komachi(28) y de Soto ori Hime,(29) espléndida como
las flores, acabó desintegrándose bajo el viento de la transitoriedad. Fan
K’uai y Chang Liang, diestros en las artes marciales, en última instancia
terminaron padeciendo bajo los azotes de los guardianes infernales. Por eso,
los hombres sensibles de otros tiempos escribieron poemas como estos:
»¡Qué triste, el humo de los atardeceres
desde el monte Toribe!
Los que despiden a sus muertos
¿Cuánto más durarán?(30)
»El rocío en el borde de las ramas,
las gotas en el tronco,
tarde o temprano
de este mundo se irán.(31)
»Esta regla de la
existencia, por la cual quien no muere antes habrá de hacerlo después, no
debería sorprenderlo a esta altura de su
vida. Pero lo que debería ansiar, más que ninguna otra cosa, Ls el Camino del
Buda. Y lo que debería buscar sin descanso son las enseñanzas de los sutras. A
juzgar por lo que usted me cuenta sobre las doctrinas budistas que ha llegado a
conocer, veo que algunas de ellas pertenecen a la división del Hinayana. y
otras, al Mahayana. Pero, sin considerar de momento cuáles son superiores o
interiores, puedo decir que la práctica de tales enseñanzas, lejos de
liberarlo, lo conducirá a renacer en los malos caminos.
Al escuchar esto, el hombre no iluminado exclamó sorprendido:
-¿Pero acaso las enseñanzas sagradas que el Buda expuso durante toda su
existencia no fueron concebidas para beneficiar a los seres vivos? Desde la
época en que se predicó el Sutra de la guirnalda de flores en los siete lugares
y las ocho asambleas, hasta la ceremonia en que se expuso el Sutra del nirvana
a orillas del río Ajitavati, todas las doctrinas salieron de boca del mismísimo
buda Shakyamuni. Aun cuando sólo sea posible distinguir entre ellas pequeñas
diferencias comparativas de mérito, ¿cómo decir que alguna nos hará renacer en
los malos caminos?
-Las enseñanzas sagradas que proclamó El Que Asi Llega en el transcurso
de su vida —replicó el venerable— pueden dividirse en provisionales o
verdaderas, y en doctrinas del Hinayana o del Mahayana. Además, otra clasificación
las identifica como exotéricas y esotéricas. Como vemos, no todas pertenecen a
la misma clase. Por el momento, permítame que le explique la naturaleza general
de las enseñanzas para, así, aclarar su contusión.
»A sus diecinueve años, Shakyamuni -señor de las enseñanzas en los tres
mundos- se marchó de la ciudad de Gaya y * miro al monte Dandaka,(32) donde llevó
a cabo diversas austeridades, tan difíciles como penosas. A los treinta años
logró la iluminación y, en ese momento, instantáneamente erradicó las tres
categorías de ilusiones, y puso fin a la larga noche de la ignorancia. Uno
pensaría que, en ese momento, debió haber predicado el vehículo único del Sutra
del Loto de la Ley prodigiosa para cumplir su juramento primordial. Pero él
sabía que la capacidad de todas las personas no era la misma, y que sus
interlocutores no tenían la receptividad necesaria para entender el vehículo de
la Budeidad. Por eso, dedicó más de cuarenta años, desde entonces, a
desarrollar la capacidad innata de los seres humanos. Y cuando lo hubo hecho,
en los últimos ocho años de su vida, cumplió el propósito de su advenimiento a
este mundo predicando el Sutra del Loto de la Ley prodigiosa.
»Fue así como a los setenta y dos años el Buda predicó el Sutra de los
infinitos significados como introducción del Sutra del Loto, y allí señaló: «En
el pasado, me senté erguido en el lugar de la meditación durante seis años,
bajo el árbol bodhi, y pude adquirir la suprema y perfecta iluminación. Con el
ojo del Buda, observé todos los fenómenos y supe que esta iluminación no podía
explicarse ni describirse. ¿Por qué? Porque supe que la naturaleza y los deseos
de las personas no son los mismos. Y porque la naturaleza y los deseos de las
personas no son los mismos, prediqué la Ley de muy diversas maneras. Para
predicarla de muy diversas maneras, empleé el poder de los medios hábiles. Pero
en estos más de cuarenta años, todavía no he revelado la verdad».
»El significado de este pasaje es que el Buda, a los treinta años,
sentado bajo el árbol bodhi en el lugar de la iluminación, observó la capacidad
espiritual de todos los seres vivos valiéndose de su ojo de Buda, y comprendió
que no era el momento propicio para predicarles el Sutra del loto, que revela
la vía directa hacia el logro de la Budeidad en todos los seres vivos. Por lo tanto, así
como uno menea el puño vacío para entretener a un bebe, él recurrió a diversos
medios hábiles y, durante los cuarenta años siguientes, se abstuvo de revelar
la verdad. De tal manera, definió el período de las enseñanzas preparatorias
tan claramente como el ascenso del sol sobre el firmamento azul o la aparición
de la luna en la negra noche.
»En vista de esta cita,
¿por qué deberíamos aferramos a las enseñanzas provisionales anteriores al
Sufra del loto —doctrinas que el mismísimo Buda definió como vacías— sabiendo
que esto nos hará regresar a la vieja morada de siempre en los tres mundos,
siendo que con tanta facilidad podríamos enfocar esa misma fe en el Sufra del
loto?
»Así pues, en el
capítulo «Medios hábiles», en el primer volumen del Sufra del loto, el Buda
dice: «Descartando honestamente los medios hábiles, predicaré sólo el Camino
insuperable». Este pasaje indica que uno debería desechar con actitud sincera
las enseñanzas predicadas por el Buda en los cuarenta y dos años anteriores; es
decir, las doctrinas presentes en los sufras de las escuelas Nembutsu, Palabra
Verdadera, Zen y Preceptos.
El significado de esas
palabras es sobradamente claro. Y, además, está la advertencia del capítulo «Parábolas
y semejanzas», en el segundo volumen, que destaca «el único deseo de aceptar y
abrazar el sufra del gran vehículo y no aceptar una sola estrofa de los demás
sufras». Esta frase nos exhorta a no aceptar ni una sola estrofa de ningún otro
sufra, salvo el Sufra del loto, sea cual fuere el año en que hayan sido
predicados.
»Las diversas doctrinas
de las ocho escudas son numerosas como las orquídeas o los crisantemos; a su
vez, los sacerdotes y creyentes laicos difieren mucho en su aspecto; sin embargo,
unas y otros coinciden en sostener que valoran el .Sufra del loto. Pero ¿cómo
interpretan, entonces, los pasajes del sutra que acabo de citar? En ellos se
nos exhorta a «descartar honestamente» las enseñanzas anteriores y se nos
prohíbe aceptar incluso una sola estrofa de los otros sutras. Pero ¿acaso las
doctrinas de las escuelas Nembutsu, Palabra Verdadera, Zen y Preceptos no se
basan en los «otros sufras»?
»Ahora bien, este Sufra
del loto de la Ley prodigiosa del que he estado hablando representa la
verdadera razón por la cual todos los budas hacen su aparición en el mundo, y
enseña el camino directo hacia el logro de la Budeidad en todos los seres
vivos. El buda Shakyamuni se lo encomendó a sus discípulos; el buda Muchos
Tesoros dio testimonio de su veracidad, y los demás budas extendieron sus
lenguas en dirección al cielo de Brahma, proclamando: «¡Todo lo que has
expuesto [Shakyamuni] es la verdad!».(33) Cada ideograma de este sutra
representa la verdadera intención de los budas, y cada uno de sus trazos presta
ayuda a todos aquellos que repiten el ciclo de nacimiento y muerte. No hay en
él una sola palabra que falte a la verdad.
»Los que no acatan las
advertencias de este sufra ¿no estarían, en cierto modo, cortando la lengua a
los budas y engañando a los sabios y venerables? Es una falta en verdad
temible. Por eso, en el segundo volumen se dice: «El que no tiene fe en este
sufra y, en cambio, actúa contra él, inmediatamente destruirá todas las
semillas que le permitirán ser un buda en este mundo».34 El significado de esta
cita es que si uno se pone en contra de una sola estrofa o frase de este sufra,
será culpable de un crimen equivalente al de matar a todos los budas de las
diez direcciones y de las tres existencias: pasado, presente y futuro.
»Si usamos las
enseñanzas de ios sufras como espejo para observar nuestro mundo actual,
veremos que es muy difícil hallar a alguien que no traicione el Sutra del loro.
Y si entendemos el significado de tales asuntos, vemos que ni siquiera una
persona incrédula puede evitar renacer en el infierno del sufrimiento
incesante, ¡Cuánto peor será en el caso de alguien como el honorable Honen, fundador
de la escuela Nembutsu, quien exhortó a la población a descartar el Sutra del
loto en favor del Nembutsu! ¿Dónde, pregunto yo, en los cinco mil o siete mil
volúmenes de los su tras aparece una sola frase que nos enseñe a descartar el
Sufra del loto?
El reverendo Shan-tao,
respetado como practicante que logró iluminarse mediante la práctica de la
meditación y atesorado como encarnación viviente del buda Amida, designó cinco
clases de prácticas secundarias que había que abandonar, y dijo que «ni una
sola persona en mil» podía ser salvada mediante el Sutra del loto; con eso
quiso decir que si mil personas depositan la fe en ese sutra, ni una sola de
ellas logrará la Budeidad. Y sin embargo, en el Sufra del loto leemos: «Si hay
personas que escuchan la Ley, ni una sola dejará de lograr la iluminación».35
Esto indica que si escuchan este sutra todos los seres de los diez estados,
cada uno con su ambiente, entrarán en el Camino del Buda. Por eso, el sutra
predice que Devadatta, aun habiendo cometido las cinco faltas capitales, en el
futuro llegará a ser un buda llamado El Que Así Llega Rey Celestial, y afirma
que la hija del Rey Dragón, aun siendo mujer sujeta a los cinco impedimentos y
presuntamente incapaz de lograr la Budeidad, pudo entrar al instante en el
Camino del Buda en el reino meridional. D* tal suerte, hasta el escarabajo
estercolero puede escalar los seis niveles de h práctica un quedar excluido, en
modo alguno, de lograr la Budeidad.(36)
»De hecho, las palabras
de Shan-tao y los pasajes del Sutra del loto son tan distintos entre sí como el
cielo y la tierra, y tan diferentes como las nubes y el fango. ¿A cuáles
deberíamos seguir? Si nos detenemos a ponderar la lógica de la cuestión,
comprendemos que Shan-tao es el enemigo mortal de todos los budas y su-tras, y
el oponente de los sabios sacerdotes y de los humildes creyentes laicos. Si las
palabras del Sutra del loto son veraces, ¿de qué modo podríamos escapar del
infierno del sufrimiento incesante?
Al escuchar tales
reflexiones, el hombre no iluminado enfureció y dijo:
—¿Cómo se atreve usted,
un hombre de la más humilde formación, a expresar acusaciones tan
desagradables? Me cuesta mucho juzgar si sus palabras provienen del
esclarecimiento o de la ilusión, y si lo que usted dice responde a criterios
lógicos. Bien nos haría recordar que, según la creencia, el reverendo Shan-tao
fue un cuerpo transmutado de Amida El del Buen Logro,(37) o de su asistente, el
bodhisattva Gran Poder. Y lo mismo se afirma del honorable Honen, a quien la
creencia le atribuye ser una reencarnación de Shan-tao. Todos ellos fueron
hombres descollantes de los tiempos pasados que gracias a su práctica religiosa
pudieron adquirir méritos extraordinarios y alcanzar el más profundo nivel de
entendimiento. ¿Cómo puede ser que estas personas hayan caído en los malos
caminos?
-Lo que dice es correcto
-respondió el venerable—; también yo sentía un hondo respeto por estos hombres
y creía en ellos como lo hace usted. Pero, en cuestiones de doctrina budista,
uno no puede sacar conclusiones apresuradas tomando como único criterio la
eminencia de la persona involucrada. Lo primero que hay que considerar es la
palabra de los sutras. No desmerezca una enseñanza tan sólo porque aquel que la
predica es de humilde posición. El zorro del reino de Bima que recitaba la
estrofa de doce ideogramas «Hay quienes aman la vida y odian la muerte; hay
quienes aman la muerte v odian la vida» fue proclamado maestro por la deidad
Shakra;(38) y el demonio que recitó la estrofa de dieciséis ideogramas que dice
«Todo es mutable, nada es constante» fue tratado con suma deferencia por el
niño Montañas Nevadas. Y esto ocurrió no porque el zorro o el demonio fuesen
eminentes, sino por respeto a las doctrinas que ellos exponían.
»Por ende, nuestro padre
benevolente, el buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas, afirmó en el sexto
volumen del Sutra del nirvana, su última enseñanza predicada en el bosque de
árboles sal: «Seguid la Ley, y no a las personas». Aun cuando las enseñanzas
budistas provengan de grandes bodhisattvas como Sabio Universal y Manjushri,
hombres que regresaron (39) al estadio de la iluminación casi perfecta, si
estos no enseñan con el texto del sutra en la mano, uno no debería prestarles
atención.
»El gran maestro
T’ien-t’ai señala: «Deberá asentarse y darse a conocer aquello que [...]
concuerde con los sutras. Pero no deberá darse crédito a nada que no [...]
concuerde con los sutras, ya sea en su texto o en su contenido».(40) Aquí vemos
que uno debería aceptar lo que está dicho con claridad en el texto de los
sutras, y descartar todo lo que no pueda ser fundamentado en ellos. El gran
maestro Dengyo expresó: «Depended de la prédica del Buda, y no de las doctrinas
transmitidas posteriormente en forma oral»,41 en torno a la misma idea que
T’ien-t’ai había expuesto en su comentario. Y el bodhisattva Nagarjuna dice que
uno debería basarse en tratados fieles a los sutras, mas no en aquellos que
distorsionan las escrituras.(42) Y aun dentro de los mismos sutras, esta cita
puede interpretarse como una indicación a descartar las enseñanzas
provisionales predicadas antes que el Sutra del loto, y depositar la fe en este
último sutra. Así pues, tanto los sutras como los tratados dejan perfectamente
claro que uno debería descartar todas las demás escrituras, a excepción del
Sutra del loto.
»En ninguna parte dentro
de los cinco mil o siete mil volúmenes de sutras enunciados en el catálogo de
la era K’ai-yüan,(43) hallamos un solo pasaje de las escrituras que exprese
desaprobación al Sutra del loto y que aconseje descartarlo o rechazarlo;
tampoco hay una sola cita que diga que debe clasificárselo como parte de las prácticas
secundarias y, por tal motivo, abandonárselo. Y si usted discrepara, le
convendría hallar algún fragmento confiable en los sutras con el cual
fundamentar su posición, para rescatar así a Shan-tao y a Honen de sus
tormentos en el infierno del sufrimiento incesante.
»Los practicantes del
Nembutsu en la época actual —tanto sacerdotes como mujeres y hombres laicos- no
sólo transgreden las palabras de los sutras, sino que, además, contrarían las
indicaciones de sus propios maestros. Shan-tao redactó un comentario donde
describe cinco tipos de prácticas secundarias que los fieles del Nembutsu
deberían descartar. Con respecto a tales prácticas secundarias, en Escoger el
Nembutsu sobre todas las cosas leemos: «[Shan-tao declara lo siguiente:] “En
relación con la primera de las prácticas secundarias, la de leer y recitar los
sutras, se considerará práctica secundaria la adopción, lectura y recitación de
todos los demás sutras, del Mahayana o del Hinayana, exotéricos o esotéricos,
excepto la recitación del Sutra de la meditación sobre el buda Vida Infinita y
de los demás sutras que predican el renacimiento en la Tierra Pura. [...] Con
respecto a la tercera de las prácticas secundarias, que es la de la veneración,
se considerara práctica secundaria la veneración o culto a todo otro buda o
bodhisattva, o deidad de este mundo, con excepción de la veneración al buda
Amida. Con respecto a la cuarta de las prácticas secundarias, la de invocar el
nombre, se considerará práctica secundaria la invocación del nombre de
cualquier otro buda o bodhisattva, o deidad de este mundo, salvo la del buda
Amida. Con respecto a la quinta práctica secundaria, la de alabar y dar
ofrendas, se considerará práctica secundaria la alabanza y la donación de
ofrendas a cualquier otro buda o bodhisattva, o deidad de este mundo, salvo la
alabanza v la donación de ofrendas dirigidas al buda Amida”».
Este comentario explica
que, con respecto a la primera práctica secundaria, la de leer y recitar
sutras, hay reglas fijas para los sacerdotes y practicantes laicos del
Nembutsu, hombres o mujeres, acerca de cuáles sutras deben leerse y cuáles, no.
Entre las escrituras cuya lectura hay que evitar están el Sutra del loto, el Sutra
de los reyes benevolentes, el Sutra Maestro de la Medicina, el Sutra de la gran
compilación, el Sutra del corazón, el Sutra de la mujer que nació como hombre
para llegar a ser un buda y el Sutra de la prolongación de la vida de la Osa
Mayor. Y, en particular, de los ocho volúmenes del Sutra del loto, hay que
evitar el Sutra Percibir los Sonidos del Mundo,(44) ampliamente leído por
muchas personas. Si uno llegase a leer una sola frase o estrofa de estas
escrituras, aunque fuese un devoto practicante del Nembutsu, caería dentro del
grupo de seguidores de enseñanzas secundarias, y no podría renacer en la Tierra
Pura. Sin embargo, al observar el mundo con mis propios ojos, veo entre los que
entonan el Nembutsu muchos que leen esos sutras diversos, y que, por tal
motivo, contradicen la enseñanza de sus nuestros y cometen alguna de las siete faltas
capitales. (45)
»Por añadidura, en el
pasaje referido a la tercera clase de práctica secundaria, la veneración, se
dice que, con excepción del culto a Amida flanqueado por los dos bodhisattva
honorables,(46) honrar o venerar a cualquiera de los budas, bodhisattvas,
deidades celestiales o deidades benevolentes antes mencionados es una práctica
secundaria, prohibida para los seguidores del Nembutsu. Pero el Japón es una
tierra de deidades, creada por las augustas divinidades Izanagi e Izanami;(47)
además, la Diosa del Sol se digna escoger este país como morada y, desde hace
muchísimos años, hasta el día de hoy, el río Mimosuso (48) sigue fluyendo [a
través de las tierras en donde está emplazado su santuario]. ¿Cómo podría
alguien nacido en este país prestar oídos a una doctrina tan errónea? Por otro
lado, como hemos nacido bajo el cielo que nos envuelve a todos y recibimos los
beneficios de las tres clases de cuerpos luminosos —el Sol, la Luna y las
estrellas—, sería algo temible faltar al respeto a las deidades de estos
cuerpos celestes.
»Además, en el pasaje
referido a la cuarta clase de práctica secundaria, la de invocar el nombre,
dice que hay ciertos nombres de budas y bodhisattvas que los creyentes del
Nembutsu deben invocar, y otros que deben abstenerse de mencionar. Los que hay
que entonar son los del buda Amida y sus dos honorables asistentes. Los que no
deben invocar son los de Shakyamuni, Maestro de la Medicina, Mahavairochana y
otros budas; los de los bodhisattvas Acervo de la Tierra, Sabio Universal y
Manjushri; los de las deidades del Sol, la Luna y las estrellas, y los de
aquellas otras deidades entronizadas en los santuarios de Izu y Hakone,
Mishima, Kumano y Haguro; y tampoco los de la Diosa del Sol y el gran
bodhisattva Hachiman. Si alguien llegase a recitar cualquiera de estos nombres,
aunque entonase el Nembutsu cien mil veces o un millón de veces, por haber
cometido el error de pronunciar el nombre de uno de tales budas, bodhisattvas.
deidades del Sol y de la Luna y otras deidades« caerá en el infierno del
sufrimiento incesante y no podrá renacer en la Tierra Pura. Pero cuando observo
el mundo« veo creyentes del Nembutsu que entonan los nombres de todos esos
budas, bodhisattvas, deidades celestiales y deidades benevolentes. También en
este sentido contradicen las instrucciones de sus propios maestros.
»En el párrafo referido
a la quinta práctica secundaria, la de elogiar y dar ofrendas, a los creyentes
del Nembutsu se les indica hacer ofrendas al buda Amida y a sus dos bodhisattvas
asistentes. Pero si llegasen a ofrendar un ápice de incienso o unas pocas
flores a los budas, bodhisattvas o deidades celestiales y benevolentes antes
nombrados, aunque hubieran acumulado méritos encomiables mediante la práctica
del Nembutsu, a causa de ese error cometido quedarían calificados como personas
que realizan prácticas secundarias. Y así y todo, cuando observo el mundo, veo
que los creyentes del Nembutsu visitan varios santuarios y ofrendan banderolas
de papel o de tela, y que entran en diversos santuarios budistas donde se
inclinan en reverencia. En esto, también, contradicen las indicaciones de sus
maestros. Si duda de lo que digo, examine el texto de Escoger el Nembutsu sobre
todas las cosas. Es muy claro acerca de estas cuestiones.
»Además, en el Sutra de
la enseñanza sobre lo meditación (49) del reverendo Shan-tao, se afirma: «Con
respecto a las bebidas espirituosas, la carne y los cinco alimentos de sabores
intensos, (50) uno debe jurar que jamás los tocara ni dejará que entren en su
boca. Y prometen “¡Si faltase a estas palabras, que el cuerpo y la boca se me
cubran de pústulas!”». El significado de esta indicación es que los creyentes
del Nembutsu, hombres y mujeres laicos, monjas y sacerdotes por igual, no deben
beber vino ni comer pescado o carne de ave. Y, además, tampoco han de comer los
cinco alimentos de sabores intensos, que son picantes o tienen fuerte aroma,
como el puerro o el ajo. Si algún creyente del Nembutsu desobedeciera esta
regla, en esta existencia vería su cuerpo cubrirse de llagas, y en la próxima
existencia caería en el infierno del sufrimiento incesante. Sin embargo, pese a
esta admonición, vemos que muchos practicantes del Nembutsu —hombres y mujeres
laicos, sacerdotes y monjas- hacen caso omiso de esta prohibición y beben vino,
y comen pescado y carne de ave como les viene en gana. Es como si se tragaran
cuchillos para lastimarse por dentro, ¿verdad?
Al oír tales palabras,
el hombre no iluminado dijo:
—Por cierto, ahora que
escucho su descripción de la doctrina, veo que aun cuando la enseñanza del
Nembutsu pudiese llevarnos a renacer en la Tierra Pura, sus mandamientos y
prácticas son muy difíciles de mantener. Y, desde luego, como los sutras y
tratados en los que se basa pertenecen a la categoría de las enseñanzas
provisionales, queda claro a todas luces que la escuela Nembutsu jamás puede
conducir al renacimiento en la Tierra Pura. Pero no veo razón para repudiar las
enseñanzas de la escuela Palabra Verdadera. El Sutra Mahavairochana constituye la
enseñanza secreta de Mahavairochana, Rey de la Iluminación. Vino
transmitiéndose en forma ininterrumpida desde Mahavairochana El Que Así Llega
hasta Shan-wu-wei y Pu-k’ung. Y, en el Japón, el gran maestro Kobo propagó las
enseñanzas referidas a los mándalas del Reino de Diamante y del Reino de la
Matriz. Son enseñanzas secretas y arcanas que se refieren a los treinta y siete
honorables. (51) Por ende, ni siquiera las doctrinas más profundas
pertenecientes a las enseñanzas exotéricas pueden compararse con los niveles
elementales de las enseñanzas esotéricas. Por eso, el gran maestro Chisho del
templo Goto-in (52) señaló en su comentario: «Ni siquiera el Sutra del loto
puede compararse [con el Sutra Mahavairochana], así que mucho menos pueden
hacerlo otras doctrinas». (53) ¿Cuál es su opinión sobre este particular?
-Al principio —respondió
el venerable-, yo también deposité mi fe en Mahavairochana El Que Así Llega, y
quise llevar a cabo las enseñanzas de la escuela Palabra Verdadera. Pero cuando
investigué las doctrinas básicas de esta corriente budista, hallé que se
fundamentan en ideas que, en verdad, van en contra de la enseñanza correcta.
»El gran maestro Kobo
del monte Koya, a quien usted mencionó, vivió en la época del emperador Saga.
Recibió directamente del Emperador la orden de determinar y explicar la
profundidad relativa de las diversas enseñanzas budistas. En respuesta, produjo
una obra en diez volúmenes titulada Tratado sobre los diez niveles de ¡a mente.
Pero como era muy amplia y extensa, decidió condensarla en tres volúmenes,
titulados La preciada llave del tesoro secreto.
En ella, se describen
diez niveles de desarrollo de la mente, que van desde el primero —la «mente del
hombre inferior, de deseos viles y lascivos»— (54) hasta el último: la «mente
gloriosa, la más secreta y sagrada (55) Sitúa el Sutra del loto en el octavo
nivel, el Sutra de la guirnalda de flores en el noveno, y las enseñanzas de la
escuela Palabra Verdadera [o sea, el Sutra Mahavairochana] en el décimo. De tal
forma, clasifica el Sutra del loto incluso debajo del Sutra de la guirnalda de
flores y lo sitúa dos niveles por debajo del Sutra Mahavairochana. En esa obra,
escribe: «Cada vehículo expuesto alega ser el de la Budeidad, pero cuando los
examinamos a todos desde un estadio posterior, (56) vemos que son teorías
pueriles». También caracteriza el Sutra del loto como una obra de «palabras
insensatas» y «frases ornamentadas», y desprecia al buda Shakyamuni diciendo
que se halla extraviado en la región de la oscuridad.
»Como resultado, Shokaku-bo, discípulo de Kobo
en épocas posteriores y fundador del templo
Dembo-in, fue inducido a escribir que el Sutra del loto ni
siquiera merecía ser el paje calzador del Sutra Mahavairochana, y que el buda
Shakyamuni ni siquiera merecía ser boyero de Mahavairochana El Que Así Llega. (57)
»Sosiegue sus
pensamientos y escuche lo que le digo. En los cinco mil o siete mil volúmenes
de sutras que el buda predicó durante su existencia, o en los más de tres mil
volúmenes de literatura confuciana o taoísta, ¿dónde hay una sola cita que diga
en forma clara que el Sutra del loto es una doctrina de «teorías pueriles» o
que está dos niveles por debajo del Sutra Mahavairochana, además de ser
inferior al Sutra de la guirnalda de flores, o que el buda Shakyamuni se
encuentra perdido en la región de la oscuridad y no merece ser siquiera el
boyero de Mahavairochana El Que Así Llega? Y aun cuando hubiese un pasaje así,
habría que examinarlo con sumo cuidado.
»Cuando las enseñanzas y
los sutras budistas entraron en la China procedentes de la India, la forma en
que se los tradujo dependió mayormente de la inclinación de los distintos
traductores; no había traducciones fijas de los sutras o tratados. Por eso,
Kumarajiva, maestro del Tripitaka que vivió en la dinastía Ch’in posterior,
siempre solía decir: «Cuando examino las enseñanzas budistas que existen en la
China, hallo que, en muchos casos, difieren de los originales en sánscrito. Si
las traducciones de sutras que yo hice están libres de error, cuando muera y
sea cremado, mi cuerpo —que es impuro— será consumido por las llamas, pero mi
lengua será lo único que el fuego no podrá quemar». Y cuando, al final, lo
cremaron, su cuerpo quedó reducido a un montículo de huesos, pero su lengua
quedó intacta, posada sobre un capullo de loto azul, e irradió una luz
brillante que eclipsó los rayos del sol. ¡Qué prodigio!
De esa forma, sucedió
que la traducción del Sutra del loto hecha por Kumarajiva. maestro del
Tripitaka, se diseminó enseguida por toda la China. Y por eso, cuando el gran
maestro Kompon [Dengyo) del templo Enryaku-ji atacó las enseñanzas de las demás
escuelas, las refutó diciendo: «Tenemos pruebas de que la lengua de Kumarajiva,
maestro del Tripitaka, traductor del Sutra del loto, no fue consumida por las
llamas. Los sutras en los cuales ustedes se basan están completamente
equivocados.
En el Sutra del
nirvana, el Buda dice que, cuando sus enseñanzas sean transmitidas a otros
países, se introducirán en ellas muchos errores. Aun cuando encontrásemos citas
de los Sutras que afirmaran que el Sutra del loto no tiene sentido, o que el
buda Shakyamumi mora extraviado en el remo de la oscuridad, deberíamos indagar
con detenimiento si los textos que afirman tales cosas pertenecen a las
enseñanzas provisionales o a la enseñanza verdadera, al Mahayana o al Hinayana.
si fueron predicados en el primer periodo de la vida del Buda o en último, y
quién ha sido su traductor.
Se dice que Lao Tzu y
Confucio pensaban nueve veces antes de pronunciar cada palabra, o tres veces
antes de decir un solo vocablo. Y que Tan, duque de Chou, estaba tan ansioso de
recibir a sus huéspedes, que escupía tres veces el alimento que se llevaba a la
boca durante la comida y se retorcía el cabello tres veces durante el lavado [para
no hacerlos esperar]. Si hasta las personas que mencionan las superficiales
obras no budistas se conducían con semejante cuidado y respeto, ¡cuánto más
deberíamos hacerlo quienes estudiamos las profundas doctrinas de los escritos
budistas!
»Pero en ninguna parte
de los sutras y tratados hallamos una sola prueba que fundamente esa
aseveración [de que el Sutra del loto es inferior al Sutra Mahavairochana]. El
propio comentario del gran maestro Kobo dice que el que denigre a las personas
y desprecie la enseñanza correcta caerá en los malos caminos. (58)
Invariablemente, entonces, alguien como Kobo caerá en el infierno. De esto no
puede haber duda.
El hombre no iluminado
pareció abstraerse en sus pensamientos. De pronto, suspiró, y al cabo de un tiempo,
dijo:
-El gran maestro Kobo
fue un experto en asuntos budistas y no budistas, y líder de las multitudes.
Superó a todos sus contemporáneos en prácticas virtuosas, y su reputación fue
conocida por doquier. Se dice que cuando vivió en la China, arrojó un mazo
diamantino de tres puntas (59) a través de ochenta mil ris de océano y lo hizo
caer en el Japón, y que cuando expuso el significado del Sutra del corazón,
fueron tantos los enfermos de plaga que sanaron, que colmaron las calles. Por
eso, no puede haber sido una persona común, sino la manifestación temporal y
corpórea de un gran venerable. Es difícil no tenerlo en gran estima y no tener
fe en sus enseñanzas.
-Al principio —respondió
el venerable—, yo también pensé como usted. Pero cuando ingresé en el camino de
las enseñanzas budistas y comencé a distinguir entre aquello que concuerda con
sus principios y aquello que difiere, comprendí que la capacidad de ejecutar
actos milagrosos no necesariamente representa un criterio válido para
determinar la verdad o falsedad de esas enseñanzas. Por tal motivo, el Buda estableció la regla de «seguir la Ley y no a
las personas», que antes mencioné.
«El asceta Agastva
vertió el río Ganges en uno de sus oídos y lo retuvo allí durante doce años: el
asceta Jinu bebió en un solo día el agua de todo el océano: Chang Chieh exhaló
niebla y Luán Pa expelió nubes de su boca. (60) Pero esto no significa que
hayan sabido qué era lo correcto y lo incorrecto en cuestiones budistas, ni que
hayan comprendido el principio de causa y efecto. En la China, cuando el
maestro del Dharma Fa-yün disertó sobre el Sutra del loto, en un instante
llovieron del cielo todas las flores. Pero el gran maestro Miao-lo dijo: “Aunque
fue capaz de provocar semejante respuesta, su comprensión no concuerda con la
verdad [del Sutra del loto]».(61) Así pues, Miao-lo lo acusó de no haber
comprendido la verdad del budismo.
El Sutra del loto
rechaza las tres clases de prédica —es decir, las que el Buda hizo en el
pasado, hace en el presente y hará en el futuro—.(62) Refuta los sutras
predicados antes que él, diciendo que, en ellos, el Buda «todavía no ha
revelado la verdad». (63) Ataca las escrituras del mismo período declarándose
superior a las que «predica» en ese momento y repudia los sutras expuestos
después diciendo que supera todos «los que predicará». De hecho, el Sutra del
loto es el más prominente de todos los sutras expuestos en los tres períodos:
el pasado, el presente y el futuro.
»En el cuarto volumen
del Sutra del ¡oto, leemos: «¡Rey de la Medicina, ahora te digo que he
predicado diversos sutras y que, de todos ellos, el Sutra del loto es el
primero!». (64) Este pasaje significa que, en el cónclave del Pico del Águila,
el Buda se dirigió al bodhisattva Rey de la Medicina y le expresó que, desde el
primer Sutra de la guirnalda de flores hasta el último Sutra del nirvana, él
había predicado sutras incontables como los granos de arena del Ganges, pero
que, de todos ellos, el Sutra del loto que estaba exponiendo en ese momento
ocupaba el primer lugar. Pero, evidentemente, el gran maestro Kobo interpretó
que «primero» significaba «tercero».
»En el mismo volumen del
Sutra del loto, el Buda afirma: «En bien del Camino del Buda, en tierras
innumerables desde el comienzo hasta ahora, he predicado ampliamente muchos sutras
y, de todos ellos, este sutra ocupa el primer lugar».(65) Este pasaje significa
que el buda Shakyamuni ha aparecido en infinidad de tierras con distintos
nombres y con vidas de diferente duración. Y establece que, de todas las
enseñanzas que predicó, con la variedad de formas físicas que fue adoptando, el
Sutra del loto ocupa el lugar número uno.
»En el quinto volumen
del Sutra del loto, se dice que este «ocupa el sitio más elevado», (66) y se
deja claro que supera todos los otros sutras innumerables, incluso el Sutra
Mahavairochana y el Sutra de la corona de diamantes. Pero, evidentemente, el
gran maestro Kobo creyó leer en esta cita que ocupaba «el sitio más bajo». Así
pues, Shakyamuni y Kobo; el Sutra del loto y La preciada llave del tesoro
secreto se contradicen por completo. ¿Piensa usted rechazar a Shakyamuni y
seguir a Kobo? ¿O rechazará a Kobo para seguir a Shakyamuni? ¿Irá contra el
texto del sutra y aceptará las palabras de un maestro corriente? ¿O descartará
las palabras de un maestro común para rendir tributo a las palabras de oro del
Buda? Piense con cuidado antes de elegir qué aceptar y qué impugnar.
»Por otro lado, en el
capítulo «Rey de la Medicina», del volumen siete, se ofrecen diez analogías
para alabar las enseñanzas del Sutra del loto. La primera se refiere al agua, y
en ella se comparan todos los demás sutras con los arroyos y ríos, y al Sutra
del loto con el gran océano. Si alguien dijese que el Sutra Mahavairochana es
superior y el Sutra del loto inferior, estaría afirmando que el gran océano
tiene menos agua que un arroyuelo. Hoy en día, todo el mundo entiende que el
caudal del océano supera el de los distintos ríos, y sin embargo, nadie
entiende que el Sutra del loto es el más excelso de todos los sutras.
»La segunda analogía se
refiere a las montañas; los montes comunes se comparan con los otros sutras,
mientras que el Sutra del loto se equipara al monte Sumeru. Este mide ciento
sesenta y ocho mil yojanas desde la base hasta la cumbre; ¿qué otra elevación
se le podría igualar? Decir que el Sutra Mahavairochana es superior al Sutra
del loto es como afirmar que el monte Fuji supera en altura al monte Sumeru.
»La tercera analogía se
refiere a la luna y las estrellas. Los demás sutras se comparan con las
estrellas, y el Sutra del loto, con la luna. Si cotejáramos la luna con las
estrellas, ¿a alguien le cabría alguna duda de cuál es superior?
»Más adelante, en esta
serie de analogías, leemos: «Del mismo modo, este sutra es el más elevado entre
todas las enseñanzas predicadas por todos Los Que Así Llegan, predicadas por
todos los bodhisattvas o predicadas por todos los discípulos que escuchan la
voz».
»Este pasaje nos dice
que el Sutra del loto no sólo es la mejor de todas las doctrinas predicadas por
el buda Shakyamumi durante su existencia, sino también el más prominente de
todos los sufras y enseñanzas expuestos por budas como Mahavairochana, Maestro
de la Medicina o Amida, y por bodhisattvas como Sabio Universal o Manjushri.
Por lo tanto, si alguien afirma que existe un sutra superior al Sutra del loto,
entiendan que esa persona está exponiendo ideas propias de los que siguen
enseñanzas no budistas o del demonio celestial.
»Además, con respecto a
la identidad de Mahavairochana El Que Así Llega, cuando el buda Shakyamuni
—señor de las enseñanzas cuya iluminación se remonta al pasado más remoto—
durante cuarenta y dos años opacó su luz y se mezcló con el polvo de este
mundo, y se ciñó a la capacidad de las personas de su época, temporalmente adoptó
la forma de Vairochana, (67) aun siendo El Que Así Llega, capaz de unificar los
tres cuerpos en uno. Por ende, cuando el buda Shakyamuni reveló el verdadero
aspecto de todos los fenómenos, (68) quedó claro que Vairochana era una forma
temporal de Shakyamuni, quien se había manifestado así en respuesta a la
capacidad de los seres humanos. Por tal motivo, el Sutra Sabio Universal dice
que al buda Shakyamuni se le da el nombre de Vairochana Que Todo lo Impregna, y
que a su morada se la conoce como la Tierra de la Luz Tranquila.
»Ahora bien, el Sutra
del loto expone la doctrina de la posesión mutua de los diez estados, la
doctrina de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital, la
unificación de las tres verdades y la inseparabilidad de las cuatro clases de
tierras. Asimismo, la esencia de todas las enseñanzas sagradas expuestas por el
buda Shakyamuni en esta existencia —la doctrina de que las personas de los dos
vehículos pueden lograr la Budeidad, y la doctrina de que el Buda logró la
iluminación en el pasado inconcebiblemente remoto— se encuentra sólo en este
Sutra del loto. ¿Hay alguna mención de estas importantísimas cuestiones en los
tres sutras esotéricos de los que usted hablaba antes, como el Sutra
Mahavairochana o el Sutra de la corona de diamantes? Shan-wu-wei y Pu-k’ung
robaron estas doctrinas de extrema importancia contenidas en el Sutra del loto
y se las ingeniaron para presentarlas como elementos esenciales de sus propios
sutras. Pero esto en realidad es un fraude, pues sus propios sutras y tratados
no contienen ni asomos de tales doctrinas. Apresúrese a corregir sus ideas
sobre esta cuestión.
»Lo cierto es que el
Sutra Mahavairochana incluye cada uno de estos cuatro tipos de enseñanzas (69)
y expone la clase de preceptos cuyo beneficio se agota cuando la forma corpórea
llega a su fin. (70) Es una enseñanza provisional, que según los maestros
chinos (71) pertenece a la categoría [de los sutras] Correctos e Iguales, el
grupo de enseñanzas que, según la clasificación de T’ien-t ai, se predicaron en
el tercer período. ¡Qué vergüenza [ponerla por encima del Sutra del loto]. Si
realmente su propósito es seguir el Camino, debe apresurarse a revertir sus
errores pasados. En última instancia, este Sutra del loto de la Ley prodigiosa
abarca en cada instante vital todas las enseñanzas y prácticas meditativas
postuladas por el buda Shakyamuni a lo largo de su existencia, y contiene a
todos los seres vivos de los diez estados y sus ambientes, en los tres mil
aspectos.
PARTE DOS
Al oír esto, el hombre
no iluminado, algo más tranquilo, manifestó:
-Las palabras del sutra
son claras como un espejo; no dan lugar a dudas o a cuestionamientos con
respecto a su significado. Pero, aunque el Sutra del loto supera todos los
otros sutras expuestos por el Buda antes, durante o después, y representa el
punto culminante de toda su vida de prédica, así y todo no puede compararse con
la sola verdad del Zen, que al no dejarse constreñir por las palabras ni
confinarse al texto de un sutra, aborda la verdadera naturaleza de nuestra
mente. De hecho, se llama «verdad del Zen» al reino donde no llegan las
palabras y donde caen las muchas e incontables doctrinas.
A orillas del río
Ajitavati, en el bosque de árboles sal, el buda Shakyamuni salió de su féretro
de oro, tomó entre los dedos una flor y la hizo girar, y cuando vio la tenue
sonrisa de Mahakashyapa, le confió la enseñanza del Zen. Desde entonces, esta
ha sido transmitida en la India sin ninguna irregularidad, a través de un
linaje de veintiocho patriarcas, y propagada ampliamente en la China, a lo
largo de una sucesión de seis patriarcas. Bodhidharma fue el último de los
veintiocho patriarcas indios, y el primero de los seis chinos. No debemos dejar
que esta transmisión se pierda ni que se extravíe en las redes de la doctrina.
»Así pues, en el Sutra
del Buda que responde las preguntas del gran rey celestial Brahma, el Buda
afirma: «Tengo una sutil enseñanza referida al ojo y al tesoro de la enseñanza
correcta; a la espléndida mente del nirvana, al verdadero aspecto de la
realidad que no posee características. Representa una transmisión separada por
fuera de los sutras, independiente de la palabra oral o escrita. Se la confío a
Mahakashyapa».
»De este modo, vemos que
tal verdad del Zen fue transmitida a Mahakashyapa, aparte de los sutras. Las
enseñanzas de todos los sutras son como un dedo que apunta a la luna. Una vez
que hemos visto la luna, ¿qué utilidad puede tener el dedo? Y una vez que hemos
comprendido esta sola verdad del Zen, la verdadera naturaleza de la mente, ¿por
qué deberíamos seguir teniendo en cuenta las enseñanzas del Buda? Por eso, un
hombre de épocas pasadas dijo: «Las doce divisiones de las escrituras son, en
su totalidad, escritos inútiles».
Si abre y lee el Sutra
de la plataforma, de Hui-neng, sexto patriarca de esta escuela, verá que lo que
digo es cierto. Una vez que alguien ha escuchado una palabra, y que ha captado
y comprendido de este modo la verdad, ¿para qué habría de necesitar las
enseñanzas? ¿Qué piensa usted de este principio?
—En primer lugar, por el
momento deje a un lado las doctrinas y considere la lógica del asunto
-respondió el venerable—. ¿Puede alguien presumir de enseñar a los demás y de
amonestar a la nación, sin haber indagado el significado esencial de las
enseñanzas predicadas por el Buda a lo largo de su vida, y sin haber
investigado los principios fundamentales de las diez escuelas? Este Zen del que
usted habla es algo que vengo estudiando exhaustivamente desde hace tiempo. En
vista de las doctrinas extremas que enseña, debo decir que conlleva una
distorsión muy profunda.
El término «Zen» se
aplica a tres conceptos distintos: Zen El Que Así Llega, Zen doctrinal y Zen
patriarcal.(72) Usted hizo referencia al Zen patriarcal, y por ese motivo quisiera
brindarle una idea general de su contenido.
Este propone una
transmisión que tiene lugar fuera de las enseñanzas. Pero fuera de las
enseñanzas no hay principios; y fuera de los principios no hay enseñanzas. ¿No
ve la lógica de esto? ¿No ve que los principios no son más que enseñanzas, y
las enseñanzas no son más que principios? Todo esto que se cuenta sobre la flor
retorcida entre los dedos, la tenue sonrisa y la transferencia a Mahakashyapa
no deja de ser una enseñanza en sí; y la frase de cuatro ideogramas que dice
«independiente de la palabra oral o escrita» también es una enseñanza, y una
proposición constituida de palabras. Este tipo de discurso se viene difundiendo
desde hace tiempo en la China y en el Japón. A usted le resulta novedoso, pero quisiera
citarle uno o dos pasajes que esclarecerán sus errores de juicio.
»El volumen once del
Suplemento de las tres obras principales de T'ien-t’ai afirma: «Aunque se dice
que no debemos estorbarnos con el uso de expresiones verbales, ¿de qué otro modo
en este mundo salía, tan siquiera un instante, podríamos llevar a cabo la tarea
del Buda? ¿Acaso los seguidores del Zen no usan explicaciones verbales cuando
enseñan a los demás? Si descartamos las palabras y frases, no tenemos forma de
explicar el significado de la emancipación; en tal caso, ¿cómo haría alguien
para enterarse siquiera de ella?».
»Más adelante, leemos:
«Se dice que Bodhidharma llegó desde Occidente y que enseñó a “apuntar en forma
directa a la mente del hombre” y a “percibir nuestra verdadera naturaleza y
lograr la Budeidad”. Pero ¿acaso estos mismos conceptos no se encuentran en el
Sutra de la guirnalda de flores y en otros sutras del Mahayana? ¡Cómo es
posible que la gente de nuestra época sea tan poco sagaz! I a fe debe
depositarse por completo en las enseñanzas del Buda. ¡Los budas, Los Que Así
Llegan, no dicen mentiras!».
Replanteo el
significado de este pasaje: si uno objeta que los escritos doctrinales son un
lastre y que las explicaciones verbales son un estorbo, y recomienda una
práctica religiosa por fuera de las enseñanzas de los sutras, ¿de qué medio
piensa uno valerse para llevar a cabo la labor del Buda y hacer buenas causas
en este mundo saha en que vivimos? Hasta los seguidores del Zen, que propugnan
tales ideas, recurren a la palabra para instruir a los demás. Por añadidura,
cuando uno intenta que otras personas lleguen a comprender el Camino del Buda,
si no emplea palabras y frases no puede comunicar su significado. Bodhidharma
llegó a la China desde el oeste, apuntó en forma directa a la mente de las
personas, y declaró que esas mentes eran el Buda.
Pero este principio se
enuncia en varios lugares; aun en doctrinas provisionales del Mahayana,
anteriores al Sufra del loto, como el Sutra de la guirnalda de flores, el Sufra
de la gran compilación y el Sutra de la gran sabiduría. Es el colmo de la
ridiculez tratar estas ideas como algo singular v prodigioso. ¿Cómo es posible
que la gente de estos tiempos tenga conceptos tan distorsionados? En vez de
pensar así, usted debería depositar su fe en las palabras verdaderas expuestas
por El Que Así Llega de la perfecta iluminación y de la completa recompensa,
quien encarna el principio del Camino Medio, verdadero aspecto de todas las
cosas.
»Además, el gran maestro
Miao-lo, en el primer volumen de Comentario sobre «Gran concentración e
introspección», analiza esta circunstancia diciendo: «Hoy, las personas tienden
a despreciar las enseñanzas de los sutras y a recalcar sólo la contemplación de
la verdad, pero cometen un grave error, un error realmente muy grave!».
»Este párrafo se aplica
a las personas del mundo actual que dan prioridad a la meditación y a otras
prácticas semejantes, y no profundizan en los sutras ni estudian sus
enseñanzas. Por el contrario, los menosprecian y toman a la ligera. El pasaje
citado dice que esta postura es errada.
»Además, debo señalar
que los seguidores del Zen en esta época también se contunden con respecto a
las enseñanzas de su propia escuela. Si abrimos las páginas de Continuación de las
biografías de sacerdotes eminentes, vemos que, en la biografía del gran maestro
Bodhidharma, primer patriarca del Zen en la China, se lee: «Por medio de las
enseñanzas, uno puede entender el significado esencial». Por ende, hay que
estudiar y practicar los principios contenidos en las enseñanzas sagradas
predicadas por El Que Así Liega en el transcurso de su vida y, así, comprender
la sustancia de las diversas doctrinas y la naturaleza de las distintas
escuelas.
»Asimismo, en la
biografía del discípulo de Bodhidharma, Hui-k’o, segundo de los seis patriarcas
chinos, leemos que el maestro de la meditación Bodhidharma transfirió a Hui-k’o
los cuatro volúmenes del Sutra Lankavatara con estas palabras: «Al observar
esta tierra, la China, veo que sólo este sutra es de auténtico valor. Si basas
tu práctica en él, podrás brindar la salvación al mundo». Aquí vemos que,
cuando el gran maestro Bodhidharma llegó a la China desde la India, llevó
consigo los cuatro volúmenes del Sutra Lankavatara y se los transfirió a
Hui-k’o diciéndole: «Cuando observo la situación imperante en este país, veo
que este sutra es de superioridad ostensible. Debes basarte en él y ponerlo en
práctica para llegar a ser un buda».
»Como ya vimos, estos
maestros-patriarcas dieron énfasis primordial al texto de los sutras. Pero si,
en consideración a esto, afirmamos que uno debe basarse en los sutras, cabría
tomar la precaución de preguntar cuáles pertenecen al Mahayana y cuáles al
Hinayana; si son enseñanzas provisionales o si corresponden a la enseñanza
verdadera.
»En lo que concierne a
la aplicación de los sutras, la escuela Zen confía en obras como el Sutra
Lankavatara, el Sutra del shuramgama y el Sutra de la sabiduría de diamante.
Todos ellos son enseñanzas provisionales, predicadas antes que el Sutra del
loto; son doctrinas que ocultan la verdad.
»Estos diversos sutras
exponen verdades parciales, como cuando dicen que «la mente, en sí, es el Buda»
y que «el Buda no es más que la mente». Los seguidores del Zen se han dejado
confundir por una o dos frases como esta, sin indagar en qué medida representan
el Mahayana o el Hinayana, si son enseñanzas provisionales o la enseñanza
verdadera, si son doctrinas que revelan la verdad o doctrinas que la ocultan.
Se limitan a postular el principio de la no dualidad sin haber comprendido el
principio de la dualidad, (73) y cometen una falta de grave arrogancia al
proclamar que son iguales al Buda. Siguen las huellas del Gran Brahmán
Arrogante de la India e imitan la vieja usanza del maestro de la meditación
San-chieh de la China. Pero deberíamos recordar que el Gran Brahmán Arrogante,
aun en vida, cayó en el infierno del sufrimiento incesante; y que San-chieh,
después de morir, se convirtió en una sierpe gigante. ¡Qué perspectiva temible,
realmente temible!
»El buda Shakyamuni, con
su esclarecimiento que atravesaba las tres existencias [pasado, presente y
futuro], y con la luz de luna de su perfecta iluminación y de su completa
recompensa, luna de clara sabiduría, escrutó el futuro e hizo esta predicción
en el Sutra sobre la resolución de las dudas acerca del Día Medio de la Ley:
«Entre los monjes malvados habrá algunos que practicarán la meditación y, en
lugar de confiar en los sutras y tratados, sólo se basarán en su propia visión
de las cosas, y dirán que lo incorrecto es lo acertado. Incapaces de distinguir
entre lo correcto y lo erróneo, todo lo que harán será enfrentar a los monjes y
creyentes laicos y hablar así: “Entiendo lo correcto y veo lo correcto”. Debéis
comprender que serán personas como estas las que destruirán mis enseñanzas en
un abrir y cerrar de ojos».
»Este pasaje dice que
habrá monjes perversos, que depositarán toda su fe en el Zen y no estudiarán
los sutras ni los tratados. Se basarán en ideas distorsionadas y no sabrán discernir
las doctrinas falsas de las verdaderas. Además, se dirigirán a hombres y
mujeres creyentes, monjes y monjas, y les dirán: «Yo entiendo las doctrinas,
pero el resto de la gente, no», y así obrarán para propagar las enseñanzas del
Zen. Pero debe entender que estas personas destruyen la enseñanza correcta del
Buda. Si examinamos este pasaje y observamos el estado del mundo actual, vemos
que ambos concuerdan perfectamente, como las dos mitades de una tarja. ¡Sea
precavido! En todo esto, hay mucho que temer.
»Antes, usted mencionó a
los veintiocho patriarcas de la India que transmitieron en forma oral esta
doctrina del Zen. Pero ¿en qué evidencia basa su afirmación? Todos los textos
que he visto hablan de veinticuatro o, en ciertos casos, de veintitrés personas
que transmitieron las enseñanzas del Buda. ¿Dónde está la traducción que
establece que los patriarcas han sido veintiocho? Nunca he visto una
declaración así. Pero la cuestión de las personas involucradas en la línea de
transmisión de las enseñanzas budistas no es algo sobre lo cual pueda
escribirse en forma arbitraria. El Que Así Llega dejó un claro registro de cuál
sería la línea de transmisión.
»En Historia de los
sucesores del Buda, se lee: «Habrá un monje llamado Aryasimha que vivirá en el
reino de Cachemira, que se esforzará con diligencia para cumplir la labor del
Buda. En ese momento, el soberano del reino será un hombre llamado Mirakutsu, (74)
totalmente entregado a ideas falsas, de corazón cerrado a la fe y al
sentimiento de reverencia. En todo el reino de Cachemira, destruirá templos y
stupas budistas, y se dará a la matanza de monjes. Y blandirá una filosa espada
para decapitar a Aryasimha, de cuyo cuello no manará sangre, sino leche. Y con
esto, quedará cercenado el linaje de las personas que transmitirán la Ley».
»Parafraseando este
pasaje, el Buda dice que cuando él haya entrado en el nirvana habrá una
sucesión de veinticuatro personas que transmitirán sus enseñanzas. De ellas, el
último que mantendrá esta línea de transmisión será un monje llamado Aryasimha,
quien propagará con ahínco las enseñanzas del Buda en todo el reino de
Cachemira. El gobernante de este Estado será un rey conocido como Dammira,
propenso a albergar ideas falsas y a vivir de manera licenciosa, sin fe en las
enseñanzas del Buda ni reverencia hacia los monjes. Este monarca destruirá los
salones y stupas budistas, v usará una espada para decapitar a los monjes. Y
cuando le corte la cabeza a Aryasimha, no será sangre lo que brote de su
cuello, sino leche. El Buda declara que, en ese momento, se interrumpirá la
línea de personas que transmitirán sus enseñanzas.
»Los acontecimientos
reales no se apartaron, en ningún modo, de lo predicho por el Buda; el
respetable Aryasimha murió efectivamente decapitado. Y cuando su cabeza rodó
por el suelo, también lo hizo el brazo del Rey.
»Es un craso error decir
que los patriarcas fueron veintiocho. Y ese es sólo el primero de los muchos
errores que comete la escuela Zen. El motivo por el cual Hui-neng enuncia
veintiocho patriarcas en el Sutra de la plataforma es que cuando decidió
señalar a Bodhidharma como primer patriarca de la escuela Zen en la China vio
que había un intervalo excesivo de años entre la época de Aryasimha y la de
Bodhidharma. Entonces, de modo arbitrario, introdujo los nombres de tres
maestros del Zen para cubrir esa brecha de tiempo, y hacer ver como si la Ley
se hubiese transmitido de la India a la China sin ninguna ruptura o
irregularidad en la línea de transmisión. Fue un ardid concebido para hacer que
la gente respetara las enseñanzas del Zen.
»Este engaño fue
perpetrado hace mucho tiempo en la China. Leemos que el undécimo volumen de
Suplemento de las tres obras principales de T’ien-t’ai señala: «En nuestra
escuela [T’ien-t’ai|, reconocemos una transmisión efectuada a lo largo de
veintitrés patriarcas. ¿Cómo podría haber, en esta noción, error alguno? Con
respecto al argumento de que hubo veintiocho patriarcas, no encontramos ninguna
traducción de fuente alguna que respalde esta idea. En épocas recientes, los
sacerdotes del Zen llegaron incluso a inventar tallas en piedra y grabados en
madera, con el agregado de versos sagrados, donde representaron a los siete
budas y a los veintiocho patriarcas, y luego se las legaron a sus discípulos.
¡Pero cómo puede alguien pergeñar una falsedad tan burda! Si las personas
dotadas de comprensión tienen el mínimo poder a su alcance, deberían emplearlo
para corregir tales abusos».
»El texto dice que
afirmar una transmisión a lo largo de veintiocho patriarcas y mandar hacer
tallas en piedra y grabados en madera para fundamentar esta línea de
transmisión es una empresa profundamente errada. Y que todo aquel que así lo
entienda deberá obrar para enmendar este tipo de equivocación. Por eso digo que
el Zen patriarcal conlleva una gravísima distorsión.
»Antes, usted tuvo a
bien citar un pasaje del Sutra del Buda que responde las preguntas del gran rey
celestial Brahma para fundamentar su aserto de que el Zen constituye «una
transmisión separada por fuera de los sufras». Pero, con el solo hecho de citar
un sutra ya está contradiciendo su propio argumento. Además, este sutra
representa las enseñanzas provisionales y, por otro lado, no aparece nombrado
en los catálogos de obras budistas de la era K’ai-yüan y de la era Chen-yüan.
Vemos, entonces, que se trata de una obra no reconocida en los catálogos y,
asimismo, perteneciente a las enseñanzas provisionales. Por eso, los estudiosos
de nuestra época no se refieren a ella; no es válida como demostración de nada.
En lo concerniente al
Sutra del loto, notemos ahora cuáles son los grupos que se beneficiaron de su
prédica. Cuando, en la enseñanza teórica, se expuso la doctrina de los cien
estados y de los mil factores, o de los tres mil aspectos contenidos en cada
instante vital, los practicantes de los dos vehículos, que hasta ese momento
habían sido comparados con semillas putrefactas, vieron germinar en su vida la
semilla de la Budeidad. En los cuarenta y dos años anteriores de prédica del
Buda, a estas personas se las condenó por su total incapacidad de lograr la
Budeidad. En cada encuentro y asamblea, lo único que oyeron sus oídos fueron
denuestos y calumnias, y el único trato que recibieron de los seres humanos y
celestiales fue el repudio, hasta tal punto que pareció que estas personas
acabarían muriendo de hambre. Pero entonces, cuando el Buda predicó el Sutra
del loto, predijo que Shariputra llegaría a ser El Que Así Llega Fulgor de
Flor; que Maudgalyayana sería El Que Así Llega, Tamalapattra Fragancia de
Sándalo; que Ananda sería el buda Rey del Poder Ilimitado de la Sabiduría del
Mar y de la Montaña; que Rahula sería El Que Así Llega Posado sobre Siete
Flores como Tesoros; que los quinientos arhats serían Los Que Así Llegan Brillo
Universal, y que los dos mil discípulos que escuchaban la voz llegarían a ser
Los Que Así Llegan Signo de la Joya. Y el día en que se reveló la duración de
la vida del Buda, desde el momento en que este obtuvo la iluminación en el
remoto pasado, los incontables bodhisattvas numerosos como las partículas de
polvo incrementaron su comprensión del Camino, descartaron las ilusiones que
aún conservaban y alcanzaron el último nivel anterior al de la iluminación
suprema.
»Ahora bien, si
examinamos el comentario del gran maestro T’ien-t ai, allí leemos: «Los otros
su tras nos dicen que aunque los bodhisattvas lleguen a ser budas, las personas
de los dos vehículos no podrán serlo jamás. También nos dicen que los hombres
de bien pueden llegar a ser budas, pero no hay indicios de que las malas
personas tengan esta posibilidad. Nos dicen que los hombres pueden llegar a ser
budas, pero a las mujeres se las tilda de mensajeras del infierno. Los seres
humanos y los seres celestiales pueden lograr la Budeidad, mas en ningún lado
se indica que las criaturas no humanas tengan acceso a este estado. Y sin
embargo, en este sutra se afirma que todos estos seres pueden manifestar la
Budeidad». (75)
»¡Qué maravillosa
declaración! Aunque nacimos en este mundo impuro en el Ultimo Día de la Ley, no
hemos cometido las cinco faltas capitales ni las tres faltas capitales, (76)
como lo hizo Devadatta. Y sin embargo, si está dicho que incluso Devadatta
llegará a ser El Que Así Llega Rey Celestial al cabo del tiempo, ¡cuánto más
podremos hacerlo las personas como nosotros, que no hemos llevado a cabo ninguna
de esas malas acciones! Y la hija del Rey Dragón, a sus ocho años, sin
modificar su forma de reptil, obtuvo el espléndido fruto de la Budeidad en el
reino meridional. (77) Así pues, ¡cuánto más factible les será hacerlo a las
mujeres que han nacido en el mundo humano!
»Es muy difícil nacer
con forma humana, y es no menos infrecuente conocer la enseñanza correcta. Si
quiere liberarse rápidamente de sus creencias erróneas y adherir a lo correcto,
si quiere convertir su estado de simple ser humano en el estado de Budeidad,
debe abandonar las enseñanzas de las escuelas Nembutsu, Palabra Verdadera, Zen
y Preceptos, y adoptar el texto prodigioso del vehículo único.(78) Si lo hace,
sin falta podrá sacudirse el polvo y la suciedad de la ilusión y la impureza, y
manifestarse como una pura entidad de iluminación.
Entonces, el hombre no
iluminado expresó:
—Al escuchar las
enseñanzas y advertencias de un venerable como usted, siento que de pronto se
desvanecen las falsas nociones que venían ocupando mi mente en los días
pasados. Es como si hubiera despertado en mí una sabiduría intrínseca. Cuando
lo correcto y lo incorrecto quedan expuestos con tal claridad, ¿quién podría no
creer?
Así y todo, cuando
observo el mundo a mi alrededor, encuentro que, desde el supremo gobernante
hasta la infinidad de personas comunes, todos creen profundamente en las
escuelas Nembutsu, Palabra Verdadera, Zen y Preceptos. Habiendo nacido en esta
tierra, ¿cómo podría yo contrariar el ejemplo que nos da el soberano?
»Por otro lado, mis
padres y ancestros abrazaron la fe en los principios del Nembutsu y en otras
enseñanzas, y practicando esa fe se despidieron de este mundo desvaneciéndose
en la bruma del más allá».
«Es cierto que aquí, en
el Japón, vive una inmensa cantidad de habitantes, y que los hay ilustres y
humildes. Con todo, aunque son muchos los que siguen las enseñanzas
provisionales y las escuelas que en días se basan, todavía no he conocido el
nombre de una sola persona que creyera en la doctrina que usted acaba de
exponer. Por lo tanto, sin examinar por el momento cuáles enseñanzas conducirán
a buenos lugares en la próxima existencia y cuáles, a malos ámbitos, y sin
tratar de establecer tampoco cuáles enseñanzas son verdades y cuáles, falsas,
vemos que los cinco mil o siete mil volúmenes de escrituras budistas y los más
de tres mil volúmenes de escrituras confucianas y taoístas recalcan en conjunto
la importancia de obedecer las órdenes del gobernante y de acatar los deseos de
nuestros padres.
»En la India,
Shakyamuni, señor de las enseñanzas, expuso principios que recomendaban actuar
con devoción filial y saldar nuestras deudas de gratitud; en la China, Confucio
estableció prácticas como la de prestar leal servicio al soberano y honrar a
los padres como corresponde a todo buen hijo. Las personas decididas a saldar
la deuda de gratitud que han contraído con sus maestros no deberían vacilar
ante la posibilidad de rebanarse la carne o de sacrificar su cuerpo. De
aquellos que honraron la deuda de gratitud contraída con sus amos, Hun Yen se
abrió el vientre, y Yü Jang se dejó caer sobre el filo de su espada. Y entre
aquellos realmente escrupulosos a la hora de saldar las obligaciones contraídas
con sus padres, Ting Lan hizo tallar en madera una estatua de su difunta madre,
y Han Po-yü lloró [al comprender cuán débil se había vuelto su madre anciana]
cuando esta lo azotó con su bastón. Aunque el confucianismo, el brahmanismo y
el budismo difieren en sus doctrinas, todos enseñan por igual a saldar nuestras
deudas de cortesía y a agradecer los favores que recibimos de los demás.
»Por lo tanto, si fuese
yo el primero en abrazar una doctrina en la que no han creído ni el gobernante
ni mi maestro, ni mis padres, con seguridad estaría cometiendo la falta de
contradecir a unos y a otros, ¿no es así? Por otro lado, los pasajes de sutras
que usted citó establecen con claridad meridiana la verdad de esta doctrina, y
han podido resolver las dudas que me aquejaban. Sé que si no me preparo para la
vida que vendrá, en mi próxima existencia me hallaré inmerso en el sufrimiento.
Pero ya sea que intente avanzar o retroceder, en ambos casos mi camino parece
estar sembrado de dificultades. ¿Qué debo hacer?
El venerable respondió:
—Dice entender esta doctrina,
y sin embargo habla de ese modo... ¿Acaso no ha comprendido la lógica de esta
cuestión? ¿O es que supera su entendimiento?
»Desde que comencé a
estudiar la Ley transmitida por el buda Shakyamuni y emprendí la práctica de
las enseñanzas budistas, consideré que lo más importante era reconocer las
obligaciones con los demás, y entendí que mi primer deber era saldar las deudas
de gratitud, que, en este mundo, son cuatro; quienes las reconocen merecen el
nombre de seres humanos: quienes las ignoran no son más que animales.
»Como deseo ayudar a mis
padres a tener una vida mejor en su próxima existencia, y quiero saldar la
deuda que he contraído con mi nación, estoy dispuesto a dar la vida tan sólo
porque reconozco lo mucho que les debo, sin necesitar ninguna otra razón.
»Pero permítame pedirle
que cierre los ojos, serene la mente y enfoque sus pensamientos en la lógica de
este asunto. Si, conociendo el mejor camino, uno ve que los padres o el
soberano eligen un sendero equivocado, ¿dejaría acaso de advertirles? Si uno
supiera que un demente, ebrio de vino, se dispone a ingerir veneno, ¿no
intentaría detenerlo? Del mismo modo, si uno comprende la verdad de las
enseñanzas budistas y conoce los sufrimientos del fuego, la sangre y las
espadas, (79) ¿no lo entristecería ver que una persona con quien uno tiene una
deuda de gratitud está por caer en los malos caminos? Cualquiera estaría
dispuesto a dar su cuerpo y a entregar la vida con tal de salvarla, y no se
cansaría de advertirle ni dejaría de afligirse por ella un solo instante.
»Los sufrimientos que
uno tiene que padecer en esta existencia son harto lamentables. ¡Pero cuánto
más lamentables serán los que uno tendrá que afrontar en el largo camino de la
muerte! ¿Cómo no acongojarse de sólo pensarlo? Si hay algo infinitamente
temible es la vida por venir; si hay algo digno de nuestra consideración
suprema es nuestra próxima existencia.
»Y no obstante, usted
dice que, sin indagar en la cuestión de lo correcto y 10 incorrecto, piensa
acatar las órdenes de sus padres; sin tratar de establecer qué es acertado y
qué es erróneo, piensa obedecer las palabras del soberano. Al necio podrá
parecerle que esta conducta es una prueba de lealtad y de amor filial, pero
para el hombre de sabiduría no existe comportamiento más desleal y más alejado
de la devoción a los padres.
»El buda Shakyamuni,
señor de las enseñanzas, fue descendiente de reyes que hicieron girar la rueda,
nieto del rey Simhahanu, heredero del rey Shuddhodana, y legítimo aspirante a
gobernarlas cinco regiones de la India. Pero habiendo comprendido la verdad
sobre la transitoriedad de la vida, llegó a aborrecer este mundo y a buscar la
vía para lograr la emancipación a fin de escapar de este reino de sufrimiento.
El rey Shuddhodana, profundamente afligido, concibió un plan para distraer al
Príncipe de su propósito y le mostró, en las cuatro direcciones, las más bellas
vistas de las cuatro estaciones.
»Primero, en dirección
al este, donde se abría un claro en la bruma, le hizo oír el graznido de una
bandada de gansos silvestres que volaban de regreso al norte; le hizo ver los
ciruelos florecidos a un lado de los ventanales, y oler su fragancia que imbuía
el aire a través de las cortinas de abalorios; le mostró el color sobrecogedor
de las flores, y los infinitos trinos de la curruca en los arbustos, y muchas
otras señales de la primavera.
»En dirección al sur, le
mostró los colores cristalinos de las fuentes, y las flores estivales que se
abrían a la vera de los arroyos de transparente caudal, y los cuclillos del
bosque de Shinoda, (80) y los demás indicios del verano.
En dirección al oeste,
le mostró las hojas arreboladas del otoño, que tejían con el follaje perenne un
bello brocado, v le hizo ver el hálito sutil de la brisa que mecía las flores
del cañaveral, o el viento borrascoso que sacudía los pinos con fuña. Y las
luciérnagas que titilaban en la ciénaga como recordando la partida del estío,
en tal profusión que uno las habría creído estrellas en la bóveda celeste, y el
eco interminable de los grillos que movían a los hombres al llanto.
Y en dirección al
norte, de manera inesperada, le mostró el color melancólico de los campos
marchitos, las márgenes del estanque escarchadas de hielo, y el triste
gorgotear de los arroyuelos en el valle.
Y además de consolar el
alma de su hijo mostrándole el mundo de este modo, el Key dispuso que una
guardia de quinientos soldados custodiase los cuatro pórticos del palacio.
Pero, por fin, cuando el Príncipe cumplió los diecinueve años, a la medianoche
del octavo día del segundo mes, mandó llamar a su paje Chandaka, le ordenó que
ensillara su corcel Kanthaka y partió hacia la ciudad de Gaya.
Se internó en el monte
Dandaka, donde pasó doce años recogiendo leña en las altas laderas, cargando
agua en los profundos valles y realizando prácticas y austeridades extremas. A
los treinta años, obtuvo el espléndido fruto de la iluminación y pasó a ser el
único digno de honor en los tres mundos, y el señor de todas las enseñanzas que
expondría a lo largo de su vida. Guió a su padre y a su madre a la salvación, y
abrió el camino a todos los seres vivos. ¿Podría alguien decir que un hombre
así faltó a sus deberes filiales?
Las noventa y cinco
escuelas brahmanistas fueron las únicas que acusaron al Buda de no respetar los
dictados de la piedad filial. Pero justamente desobedeciendo a su padre y a su
madre, y entrando en el reino de lo incondicionado pudo conducirlos a ambos a
la salvación y mostrar que su conducta era ejemplo de devoción filial.
»El rey Adorno
Maravilloso, padre de Acervo de Pureza y de Ojos Puros, era practicante de
enseñanzas no budistas y detractor de las doctrinas del Buda. Sus dos hijos y
herederos desacataron las órdenes paternas y se hicieron discípulos del buda
Rey del Sonido del Trueno Nebuloso; con todo, al final pudieron guiar a su
padre, quien llegó a ser un buda conocido como Rey del Arbol Sal. (81) ¿Podría
alguien sostener que estos dos hijos faltaron a su deber filial?
»Hay un pasaje de sutra
que dice: «Uno puede saldar sus obligaciones en forma verdadera y cabal sólo
renunciando a ellas y adoptando una vida budista».(82) Vemos así que aquel que
se desprende de todos los lazos que lo obligan o sujetan a sus afectos en esta
existencia, e ingresa en el verdadero Camino del budismo, es quien comprende de
manera cabal el significado de las obligaciones.
»Por otro lado, conozco
mucho mejor que usted la profundidad de la deuda de gratitud contraída con el
soberano. Si, realmente, quiere mostrar que comprende tales obligaciones, debería
advertir al gobernante desde lo más profundo de su ser y aconsejarlo en
términos enérgicos. Seguir las órdenes del soberano cuando estas se oponen a lo
correcto es propio de un completo adulador y representa el epítome de la
deslealtad.
El rey Chou de la
dinastía Yin fue un mal soberano; y Pi Kan, su leal ministro. Cuando este vio
que el Rey conducía la nación en contra de los principios del bien, lo amonestó
con severidad. A causa de esto, a Pi Kan le abrieron el pecho de un tajo, pero,
ya muerto el ministro, el rey Chou fue derrocado por el monarca de los Chou.
Hasta el día de hoy, a Pi Kan se lo recuerda como ministro leal, y al rey Chou,
como a un perverso gobernante.
»Kuan Lung-feng fue
decapitado por amonestar a su soberano, el rey Chieh de la dinastía Hsia. Pero
al rey Chieh, hasta el día de hoy, se lo considera un monarca corrupto, y a
Kuan Lung-feng, un ministro leal. Se sabe que si uno advierte al soberano tres
veces, y este no tiene en cuenta la advertencia, uno debe retirarse a un bosque
de montaña.(83) Sin embargo, ¿por qué guarda silencio, mientras el gobernante
falta al bien ante sus propios ojos?
»Mencionaré en su
beneficio varios ejemplos de sabios de la Antigüedad que se retiraron del mundo
para vivir en bosques de montaña. ¡Abra sus oídos contumaces y escuche por un
instante! Durante la dinastía Yin, T’ai-kung Wang se ocultó en un valle llamado
P’o-ch’i; durante la dinastía Chou, Po I y Shu Ch’i se recluyeron en el monte
Shou-yang; Ch’i Li-chi (84) de la dinastía Ch'in se retiró al monte Shang; Yen
Kuang (85) de la dinastía Han, vivió en un albergue solitario, y Chieh Tzu-sui
(86) del estado de Chin adoptó la vida de clausura en el monte Mien-shang.
¿Diremos que aquellos hombres fueron desleales? Sólo un tonto puede opinar de
ese modo. Si comprende el significado de la lealtad, debe advertir al soberano;
y si desea actuar con devoción filial, debe decir lo que sea necesario.
»Usted dijo, antes, que
eran muchos los que seguían las enseñanzas provisionales y las escuelas basadas
en estas doctrinas, mientras que hay muy pocas personas que estén siguiendo la
escuela que yo recomiendo. Y pregunta por qué razón uno debería abandonar las
enseñanzas preferidas por muchos para abrazar las que pocos eligen. Pero no
necesariamente ios muchos son dignos de honor, ni los pocos, merecedores de
desprecio.
»De hecho, es
extraordinario encontrar personas buenas y sabías, mientras que los necios y
perversos abundan por doquier. El animal más sublime es el ch’i-lin, y el ave
más prodigiosa es el fénix, y sin embargo, ambos son rarísimos de hallar. Por
otro lado, las reses y ovejas, los cuervos y las palomas no podrían ser más
frecuentes, y no obstante se cuentan entre las criaturas más ordinarias y poco
notorias. Si los muchos fuesen siempre loables, y los pocos, dignos de
menosprecio, en tal caso uno debería rechazar un ch’i-lin para quedarse con una
vaca o un carnero, o dejar pasar un fénix para escoger un cuervo o una
tórtola...
»Entre las piedras
preciosas más valiosas se cuentan el mani y el diamante; ambos son escasos.
Pero si hay algo que abunda son las piedras y los escombros, los terrones y
guijarros comunes, a cual más inservible. Si uno siguiera su consejo, ¿debería
acaso tirar las gemas y conservar los escombros? ¡Claro que este sería un
proceder tan lastimoso como insensato!
»Los gobernantes
venerables son una rareza; sólo surge uno cada mil años; por su parte, sólo
cada quinientos años vemos aparecer un ministro sabio. El mani es una gema tan
extraordinaria que sólo se la conoce de nombre. Y, para el caso, ¿quién ha
visto un fénix o un ch’i-lin de verdad? Tanto en cuestiones seculares como en
el mundo religioso, como cualquiera puede apreciar, las buenas personas son
pocas, mientras que la gente mala es multitud. ¿Por qué, entonces, insiste en
despreciar lo escaso y preferir lo abundante? El polvo y la arena están por
todos lados, pero el arroz y los cereales existen en menor cantidad. La corteza
de árbol abunda, pero el cáñamo y el hilo de seda son difíciles de encontrar.
Debería poner en primer plano la verdad de las enseñanzas frente a cualquier
otra consideración; y lo que no debería hacer, en ninguna circunstancia, es
basar su juicio en el número de practicantes.
En ese momento, el
hombre no iluminado se levantó de su esterilla en señal de respeto, se estiró
las mangas y dijo: —He escuchado lo que dijo sobre los principios de las
enseñanzas sagradas. En verdad, es más difícil nacer como ser humano que
arrojar un hilo desde el cielo y pasarlo por el ojo de una aguja en el fondo
del mar. Y escuchar la Ley del Buda es más extraordinario que la posibilidad de
que una tortuga tuerta encuentre a flote un tronco de sándalo [con una cavidad
del tamaño justo para caber en ella]. Pude lograr algo tan difícil como nacer
en este mundo humano, y tuve el privilegio de escuchar las enseñanzas budistas,
cosa que sólo sucede en raras ocasiones. Si dejara que mi vida transcurriera en
vano, ¿en qué otra existencia futura podría liberarme de las aflicciones del
nacimiento y la muerte, y lograr la iluminación?
»Aunque los esqueletos
que abandoné en mis sucesivas existencias durante el transcurso de un kalpa se
apilaran y superaran la altura de una montaña, hasta el día de hoy no he
sacrificado un solo hueso por la Ley del Buda. Y aunque, al cabo de todas mis
existencias, las lágrimas vertidas por mis seres queridos y por las personas
con quienes contraje deudas de gratitud superasen el caudal del mar, ni una
sola vez derramé una sola lágrima en bien de mis futuras existencias. Soy el
más necio de los necios; el más tonto de los tontos. Pero aun cuando deba
desprenderme de mi vida y destruir este cuerpo, estoy resuelto a combatir mi
apego a esta existencia y entrar en el Camino de las enseñanzas del Buda,
procurar la iluminación de mis padres y salvar mi propia persona de las
ataduras del infierno. Por favor, enséñeme exactamente cómo debo proceder.
¿Cómo debería practicar el que quiere abrazar la fe en el Sutra del loto? De
las cinco prácticas, ¿en cuál debería centrarme primero? Por favor, le pido que
se explaye en profundidad sobre sus valiosas enseñanzas.
—¡Ha quedado imbuido con
la fragancia de un amigo en el salón perfumado de orquídeas! (87) —repuso el
venerable—. ¡Se ha enderezado como la artemisa que crece entre las plantas de
cáñamo!(88) Es cierto que el árbol desnudo no está desnudo por completo: cuando
llega la primavera, rompe en flor. Y el campo yermo tampoco está yermo por
completo; cuando llega el estío, recupera la frescura y el verdor. Si ha
llegado a arrepentirse de sus viejos errores y está dispuesto a abrazar la
doctrina correcta, sin duda es capaz de nadar en las honduras calmas y serenas
[del nirvana] y vivir a salvo en el palacio de lo incondicionado.
»Ahora bien, quien desee
propagar ampliamente las enseñanzas budistas y procurar la salvación de todas
las personas, deberá primero considerar la enseñanza, la capacidad de la gente,
el tiempo, el país y el orden de la propagación. Y el motivo es el siguiente.
Desde el punto de vista de la época, hay tres períodos: el Primer Día, el Día
Medio y el Ultimo Día de la Ley. Desde el punto de vista de la enseñanza, están
las doctrinas del Hinayana y las del Mahayana. En cuanto a las prácticas que
deberán adoptarse, existen el shoju y el shakubuku. Es un error practicar el
shakubuku en una época en que hace falta el shoju, y es no menos equivocado
emplear el shoju cuando lo apropiado es el shakubuku. Por ende, lo primero que
hay que establecer es si el período actual requiere del shoju o si es tiempo de
aplicar el shakubuku.
»El shoju se practica
cuando en todo el país sólo se ha difundido el Sutra del loto, y cuando no hay
ningún maestro equivocado que exponga doctrinas erróneas. En momentos así, uno
puede retirarse a un bosque de montaña, practicar la meditación o llevar a cabo
las cinco, las seis o las diez prácticas.(89) Pero la época del shakubuku es
muy distinta; en este período, proliferan como orquídeas o crisantemos toda
clase de sufras y de enseñanzas en cada lugar; y las distintas escuelas reúnen
una gran cantidad de seguidores y se hacen de renombre; la verdad y el error
avanzan codo a codo, y el Mahayana y el Hinayana se disputan el lugar de
superioridad. En una época así, uno debe hacer aun lado todas las otras
cuestiones y centrar su atención en refutar los actos contra la enseñanza
correcta. Esta es la práctica del shakubuku.
»Si por no entender este
principio uno practica el shoju o el shakubuku en épocas inapropiadas, no sólo
será incapaz de lograr la Budeidad, sino que, además, caerá en los malos
caminos. Esto está estipulado con claridad en el Sutra del loto y en el Sutra
del nirvana, y también figura en forma inequívoca en los comentarios de T’ien-t’ai
y de Miao-lo. De hecho, es un importante principio de la práctica budista.
»Podemos comparar estas
dos clases de práctica con el régimen civil y el modo militar de gobernar una
nación. Hay épocas que exigen el empleo prioritario de medidas militares, y hay
tiempos en los que deben enfatizarse las medidas de carácter civil. Cuando en
el mundo imperan la calma y la paz, es mejor hacer hincapié en las medidas
civiles. Pero cuando se alzan en armas las tribus bárbaras del este, el sur, el
oeste y el norte, empujadas como tábanos por salvajes ambiciones, debería
recurrirse, primordialmente, a las medidas de índole militar.
»Aunque uno comprenda la
importancia de las artes civiles y marciales, si no sabe interpretar el
carácter de la época, si viste armadura y toma las armas cuando todos los
países conviven en paz y no hay disturbios en el mundo, su proceder será errado.
A la inversa, el que abandona las armas en el campo de batalla mientras los
enemigos marchan contra su monarca, y en cambio toma tinta y pincel, tampoco
actúa de acuerdo con lo que exigen los tiempos.
»Los métodos del shoju y
el shakubuku también operan así. Cuando sólo se difunde la enseñanza correcta y
no hay doctrinas distorsionadas ni maestros equivocados, uno puede internarse
en los valles profundos y vivir en serena placidez, dedicado a recitar y copiar
el sutra, y a la práctica de la meditación. Es como tomar el pincel y la tinta
cuando en el mundo reina la paz. Pero cuando en el país cunden las escuelas
provisionales o las personas que denigran la enseñanza correcta, es tiempo de
hacer a un lado todas las demás cuestiones y consagrarse a refutar los actos
contra la Ley. Esto es como blandir las armas en el campo de batalla.
»Así pues, el gran
maestro Chang-an dijo en su comentario sobre el Sutra del nirvana: «En la
Antigüedad, reinaba la paz, y la Ley se difundía en todo el país. En ese momento,
era correcto observar los preceptos y no llevar palos. Pero ahora, los tiempos
se han vuelto peligrosos, y la Ley ha quedado ensombrecida. Por lo tanto, es
correcto portar palos y no dar importancia a los preceptos. Si el pasado
hubiese sido peligroso como lo es el presente, en tal caso lo correcto habría
sido ir armado en ambos períodos. Y si el presente fuera una época de paz, como
lo fue el pasado, lo correcto sería observar los preceptos en ambos momentos.
Las elecciones de uno deben ser las adecuadas [a la época] y nunca ceñirse a
una u otra». El significado de esta frase del comentario es claro por demás.
»En tiempos pasados, el
mundo era honesto, la gente era honrada y no había enseñanzas erróneas o
doctrinas desviadas. Por eso, uno podía conducirse de manera correcta y llevar
a cabo su práctica religiosa pacífica y amistosamente. No había necesidad de
portar palos ni de enfrentar a los demás, ni tampoco ocasión de atacar las
enseñanzas erróneas.
»Pero la época actual es
impura. Como la mentalidad de la población es retorcida y desviada, y abundan
las enseñanzas provisionales y los actos contra la Ley, a la enseñanza correcta
le es imposible prevalecer. En épocas así, es inútil dedicarse a leer, recitar
y copiar [el Sufra del loto) o consagrarse a los métodos v prácticas de la
meditación. Uno debería practicar sólo el método de propagación conocido como
shakubuku y, mientras tenga tuerzas, emplear su autoridad e influencia para
poner fin a los actos contra la enseñanza correcta, mientras utiliza su
conocimiento de las enseñanzas para refutar las doctrinas erróneas.
»Como hemos visto, se
dice que hay que tomar medidas que resulten adecuadas y oportunas, en lugar de
ceñirse ciegamente a unas o a otras. Por tal razón, hay que observar el mundo
actual y ponderar hasta qué punto el nuestro es un país donde prevalece la
doctrina correcta o una tierra donde florecen las enseñanzas erróneas.
»A la hora de responder
esta pregunta, cabe recordar que Honen, de la escuela Tierra Pura, nos ordena
«descartar, cerrar, ignorar y abandonar» el Sutra del loto en favor del
Nembutsu. Y Shan-tao, en sus escritos, dice que el Sutra del loto es una
«práctica secundaria», y que «ni una sola persona en mil» ha podido ser salvada
mediante este sutra, con lo cual indica que si mil personas abrazan la fe en el
Sufra del loto, ni una sola logrará la iluminación.
»Kobo, de la escuela
Palabra Verdadera, afirma en sus escritos que el Sutra del loto es inferior
incluso al Sutra de la guirnalda de flores, y lo sitúa dos niveles por debajo
del Sutra Mahavairochana, tras postular que consiste en”teorías pueriles”. Y
Shokaku-bo, de esta misma escuela, declara que el Sutra del loto no es digno
siquiera de prestar servicio al Sufra Mahavairochana como paje calzador, y que
el buda Shakyamuni no merece siquiera ser boyero de Mahavairochana El Que Así
Llega.
»Los sacerdotes de la
escuela Zen desprecian el Sutra del loto diciendo que es saliva escupida de la
boca, que es un dedo apuntando la luna, que es una red doctrinaria que sólo
sirve para enredar. Los sacerdotes de la escuela Preceptos -derivada del
Hinayana- afirman que el Sutra del loto es una enseñanza errónea y lo censuran
definiéndolo como una prédica del demonio celestial.
»¿Acaso estas personas
no están denigrando la enseñanza correcta? No hay rigor que resulte excesivo a
la hora de condenarlas, ni hay cómo ser lo bastante enérgico al amonestarlas.
-En las más de sesenta
provincias que integran el Japón -observó el hombre no iluminado—, hay muchas
clases de personas y muy diversas doctrinas budistas. Con semejante cantidad de
sacerdotes del Nembutsu, maestros de la escuela Palabra Verdadera, seguidores
del Zen y de la escuela Preceptos, prácticamente no hay una sola persona que no
denigre la enseñanza correcta. En tal caso, ¿por qué habría yo de criticar a
otras personas? Mi deber, creo al menos, es cultivar una fe profunda en mi
propio fuero interno y no inmiscuirme en los errores ajenos.
—Lo que dice es cierto
—respondió el venerable—, y en principio me sentiría inclinado a pensar como
usted. Pero cuando estudiamos los sufras, vemos que nos exhortan a no escatimar
la vida [en bien de la Ley]; también nos dicen [que deberíamos propagar las
enseñanzas del Buda] aunque ello nos costara la vida.(90) Y afirman tales
cosas, porque si uno no duda ante los demás y propaga los principios budistas
tal como indican los sufras en una época en que sean muchos los que denigren la
enseñanza correcta, invariablemente aparecerán tres clases de enemigos y, en
muchos casos, atentarán contra nuestra vida. Pero, nos dicen los sutras, si uno
observa desviaciones de las enseñanzas del Buda y no las denuncia, si no se
dirige al gobernante pidiendo que este les ponga treno, estará siendo desleal a
las enseñanzas e indigno de ser considerado discípulo del Buda.
»En el tercer volumen
del Sutra del nirvana se afirma: «Si incluso un buen monje ve a alguien que
está destruyendo la enseñanza y no le da importancia, no lo refuta, no lo
expulsa o sanciona por su falta, debéis comprender que ese monje está
traicionando la enseñanza del Buda. Pero si expulsa al que destruye la Ley, lo
refuta o lo castiga, en tal caso es mi discípulo y es alguien que
auténticamente escucha la voz».
»Este pasaje significa
que si una persona empeñada en difundir la enseñanza correcta del Buda viera u
oyese a alguien postular las doctrinas de los sutras de manera errada y no lo
llamara al orden en forma personal, o si careciendo del poder para hacerlo, no
se dirigiese al soberano para solicitar medidas correctivas, en tal caso
estaría traicionando la enseñanza del Buda. Pero, como exhortan los sutras, si
lejos de temer a otros se ocupa de censurar a los que denigran la Ley y apela
al gobernante para que este tome medidas contra tales personas, podrá ser
considerado un discípulo del Buda y un genuino sacerdote.
»Decidido a evitar que
se me acuse de estar «traicionando la enseñanza del Buda», aun siendo blanco
del odio de otros, consagré mi vida al buda Shakyamuni y al Sutra del loto,
extendí mi amor compasivo a todos los seres vivos y refuté los actos contra la
enseñanza correcta. Quienes fueron incapaces de comprender mi corazón
fruncieron los labios y me lanzaron miradas de odio. Pero si a usted le
preocupa en verdad su próxima existencia, debería pensar menos en su seguridad
personal y considerar la Ley por encima de todas las cosas. Por eso el gran maestro
Chang-an señaló: «La expresión “[Un enviado real] finalmente no calla ninguna
de las palabras de su soberano aunque ello le cueste la vida» (91) significa que
nuestro cuerpo es insignificante pero la Ley es suprema. Uno debería dar la
vida con tal de propagar la Ley».(92)
»En esta frase, está
diciendo que aunque uno tenga que entregar la vida, no debe ocultar la
enseñanza correcta; y es así porque el cuerpo es insignificante pero la Ley es
suprema. Aunque nuestro cuerpo se destruya, debemos esforzarnos por propagar la
Ley.
»¡Qué triste es nuestro
destino, que a todos los que nacemos nos condena a perecer! Ni siquiera los que
viven muchísimos años pueden escapar de esta transitoriedad. En este mundo la
vida dura a lo sumo cien años. Si nos detenemos a pensarlo, es como un sueño
dentro de un sueño. Ni siquiera en el cielo donde no existen el pensamiento y
el no pensamiento, donde la vida dura ochenta mil años, pueden eludirse las
leyes del cambio. Y aun en el cielo de las treinta y tres deidades, donde la
vida dura un milenio, esta acaba siendo barrida por los vientos del cambio y de
la decadencia. ¡Cuánto más triste es, entonces, el sino del ser humano en esta
tierra de Jambudvipa, cuya vida es fugaz como el rocío, frágil como las hojas
del plátano, carente de sustancia como la espuma o las burbujas! No hay modo de
afirmar con certeza si uno existe o no, como la luna reflejada sobre las aguas;
como el rocío posado sobre la hierba, podemos desaparecer en cualquier momento.
»Todo el que comprenda
este principio debe saber que es extremadamente importante pensar en nuestra
próxima existencia. En la última época del buda Alegría Creciente, el monje
Concreción de la Virtud se dedicó a propagar la enseñanza correcta. Sus actos
despertaron un profundo sentimiento de animosidad en incalculables monjes,
culpables de violar los preceptos. Estos comenzaron a atacarlo, pero el rey
Poseedor de Virtud, decidido a proteger la enseñanza correcta, luchó contra
quienes denigraban la Ley. Al final, perdió la vida y renació en la tierra del
buda Akshabhva, donde llegó a ser su más destacado discípulo. En forma similar,
gracias a que el rey Sen’yo honró las enseñanzas del Mahayana y dio castigo a
quinientos brahmanes por sus acciones contra la enseñanza correcta, pudo
alcanzar el nivel del cual no hay retroceso. ¡Qué reconfortante es ver que
aquellos que respetaron a los monjes de la enseñanza correcta y amonestaron a
las personas malvadas y erradas pudieron recibir beneficios como estos!
»Pero si, en nuestra época actual» alguien
llegase a practicar el shoju (en lugar del shakubuku), sin duda alguna caería
en los malos caminos junto a aquellos que denigraron la enseñanza correcta. El
gran maestro Nan-yüeh escribe en Las cuatro prácticas pacíficas: «Si un
bodhisattva protegiera a las malas personas en lugar de reprenderlas [...],
cuando su vida termine, caerá en el infierno junto a esas malas personas».
»Este pasaje significa que
si un practicante del budismo no castiga a las malas personas que actúan contra
la Ley y, en cambio, se entrega por completo a la meditación y a la
contemplación; si, en vez de discernir entre las doctrinas correctas e
incorrectas, o entre las enseñanzas provisionales y la verdadera, finge ser
modelo de benevolencia, esa persona caerá en los malos caminos junto a todos los
demás perpetradores del mal. Esta será la suerte que habrán de correr los que,
lejos de corregir a los seguidores de las escuelas Palabra Verdadera, Nembutsu,
Zen y Preceptos que denigren la enseñanza correcta, en cambio finjan ser
ejemplo de bondad.
Entonces, el hombre no
iluminado, abrigando esta determinación en su pecho, proclamó:
—Advertir al soberano y
orientar a la familia hacia el rumbo correcto es lo que han enseñado los sabios
de tiempos pasados y es lo que indican, con claridad incuestionable, los textos
que usted mencionó. Todos los escritos no budistas hacen hincapié en este
punto, y las enseñanzas del budismo lo destacan en la misma medida. Ver el mal
y no refutarlo, tener conciencia de un acto contra la Ley y no combatirlo es ir
contra la palabra de los sutras y desobedecer a los patriarcas budistas. La
retribución que genera esta falta es severa en extremo y por eso, de hoy en
más, me consagraré de lleno a la fe.
»Pero es muy difícil
poner en práctica este Sutra del loto. Si hubiese algún punto esencial que yo
debiese observar, ¿podría señalármelo?
-Veo que su aspiración
al Camino es sena y sincera —apreció el venerable—. Lo esencial que han
necesitado todos los budas para lograr el verdadero Camino o iluminación no es
otra cosa que los cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo. Si el rey Suzudan
renunció a su trono enjoyado [y logró la Budeidad] fue exclusivamente por estos
cinco caracteres; y también por ellos la hija del Rey Dragón pudo convertir sus
características de reptil [en las de un buda].(93)
»Si nos detenemos a
considerarlo, vemos que es el sutra el que dice que un solo verso o frase es
suficiente, cuando explica cuánto o cuán poco ha de practicarse, y el que dice
que la persona que se regocija aun un solo instante al escucharlo [sin falta
llegará a ser un buda], cuando explica cuanto tiempo de práctica es necesario
[para lograr la iluminación]. Las ochenta mil enseñanzas, en su enorme
totalidad, y las muchas palabras y frases de los ocho volúmenes del Sutra del
loto fueron expuestas con el sencillo propósito de revelar esos cinco
ideogramas. Cuando el buda Shakyamuni, entre las nubes de la Montaña Sagrada,
en la bruma del Pico del Águila, resumió la esencia de la doctrina y se la
transfirió a los Bodhisattvas de la Tierra, ¿cuál cree usted que fue esa
enseñanza? Ni más ni menos que los cinco ideogramas, la Ley esencial.
Las seis mil hojas (94)
de comentarios de T'ien-t’ai y de Miao-lo, cual sartas de piedras preciosas, y
los muchos rollos de las exégesis escritas por Tao-sui y Hsing-man, cual piezas
de oro, no trascienden el significado de esta enseñanza. Si realmente teme las
aflicciones del nacimiento y la muerte, y ansia el nirvana, si mantiene la fe y
desea con fervor entrar en el Camino, los padecimientos del cambio y de la
transitoriedad serán apenas como el sueño de ayer, y el despertar de la
iluminación pasará a ser su realidad de hoy. Si entona Natn-myoho-renge-kyo,
¿habrá alguna falta que no sea erradicada? ¿Habrá algún beneficio que no se
manifieste? Esta es la verdad, y su profundidad es inmensa. Debe creer en ella
y aceptaría.
El hombre no iluminado
unió las palmas de sus manos e, hincándose de rodillas en señal de reverencia,
dijo:
-Me siento hondamente
conmovido por las invalorables palabras que acaba de transmitirme. Su enseñanza
ha esclarecido mis pensamientos. Y sin embargo, si me atengo al principio de
que las cosas superiores contienen las inferiores, parecería que lo amplio
también abarca lo acotado y que lo numeroso incluye lo escaso. Con todo, cuando
examinamos este asunto, vemos que los cinco ideogramas que usted mencionó son
pocos, mientras que las palabras que forman el sutra son muchas; que el daimoku
o título del Sutra del loto es breve, mientras que sus ocho rollos son muy
amplios. ¿Cómo, entonces, pueden ambos prodigar iguales beneficios?
-¡Pero qué necio es
usted! -dijo el venerable-. Su apego a la idea de que hay que abandonar lo
escaso en favor de lo cuantioso es más alto que el monte Sumeru, y su
convicción de que hay que despreciar lo acotado para preferir lo amplio es más
profunda que el gran océano. En el transcurso de nuestra conversación, ya le he
demostrado que las cosas no necesariamente son dignas de honor tan sólo por ser
numerosas, ni merecedoras de desprecio tan sólo por ser escasas. Ahora me
gustaría ampliar un poco la idea y explicarle por qué lo pequeño, en realidad,
puede contener lo grande, y por qué una cosa puede ser superior a muchas.
»La semilla del árbol de
nyagrodha mide la tercera parte de una semilla de mostaza, y sin embargo puede
ocultar quinientas carretas en su interior.95 ¿No sería este un ejemplo de algo
pequeño que contiene lo grande dentro de sí? La joya que concede los deseos es
única, pero basta para otorgar diez mil tesoros sin negar uno solo. ¿No sería
este un ejemplo de algo único que contiene muchas cosas dentro de sí? Un
proverbio popular dice que «el uno es madre de diez mil». ¿No entiende el
principio que subyace a estas cuestiones? La consideración más importante es si
una doctrina se ajusta o no al principio del verdadero aspecto de las cosas.
¡No se aferre ciegamente al criterio de lo numeroso o lo escaso!
»Pero como su necedad es
extrema, voy a ofrecerle una analogía. Nam-myoho-renge-kyo es la naturaleza de
Buda que existe en todos los seres vivientes.
La naturaleza de Buda es la naturaleza del Dharma, y esta última
es la iluminación. La naturaleza de Buda que poseyeron Shakyamuni, Muchos
Tesoros y los budas de las diez direcciones; la naturaleza de Buda de Prácticas
Superiores, Prácticas Ilimitadas y los demás Bodhisattvas de la Tierra, y la de
Sabio Universal, Manjushri, Shariputra, Maudgalyayana y los demás; y la del gran
Brahma y el señor Shakra, y la de las deidades del Sol y de la Luna, el lucero
matinal, las siete estrellas de la Osa Mayor en el firmamento boreal, las
veintiocho constelaciones y la infinidad de otras estrellas; y la de las
deidades celestiales, las deidades terrenales, las deidades dragones, las ocho clases
de seres no humanos, y los seres humanos y celestiales que se congregaron en
inmensa asamblea para escuchar la prédica del Buda; y la del rey Yama; en
síntesis, la naturaleza de Buda de todos los seres vivos, desde el mundo donde
no existe el pensamiento ni el no pensamiento, situado allende las nubes, hasta
las llamas del infierno más bajo y profundo, esa naturaleza de Buda que poseen
todos los seres responde al nombre de Myoho-renge-kyo. Por lo tanto, si usted
recita las palabras del daimoku una sola vez, estará llamando y congregando a
su alrededor la naturaleza de Buda de todos los seres vivos. En ese momento, se
manifestarán y se harán visibles los tres cuerpos de la naturaleza del Dharma
que hay en su interior -el cuerpo del Dharma, el cuerpo de la recompensa y el
cuerpo manifiesto-. A esto se le llama lograr la Budeidad. Para dar un ejemplo,
cuando canta un pájaro enjaulado, las numerosas aves que vuelan en el cielo se
reúnen de inmediato en torno a su jaula. Y al verlas acercarse, el pájaro
confinado lucha por salir en libertad.
El hombre no iluminado
expresó:
-Ya me ha enseñado en
detalle los beneficios del daimoku y el significado de la Ley Mística. Pero me
gustaría preguntarle si estas cuestiones aparecen explicadas en el sutra de
esta misma forma.
—Dado que ya ha comprendido el principio expuesto —respondió el
venerable—, en realidad no hay necesidad de seguir preguntando en qué pasaje de
las escrituras se basa. Sin embargo, accediendo a su pedido citaré una frase
del sutra.
»En el capítulo
«Dharani» del octavo volumen del Sutra del loto se afirma: «Si podéis escudar y
proteger a aquellos que acepten y practiquen tan sólo el nombre del Sutra del
loto, vuestro mérito será incalculable». En esta cita, el Buda elogia a la
Madre Demonio y a las diez demonios por haber jurado que protegerían a los
devotos del Sutra del loto, y afirma que los beneficios que les proporcionará
esta promesa de proteger a los que abracen el daimoku del Sutra del loto ni
siquiera pueden ser imaginados por la sabiduría del Buda, que abarca por
completo las tres existencias: pasado, presente y futuro. Y aunque, por
derecho, nada debería quedar fuera de la sabiduría del Buda, este dice aquí que
los beneficios derivados de aceptar y abrazar el daimoku del Sutra del loto son
lo único que su sabiduría no alcanza a medir.
»Los beneficios de todo
el Sutra del loto quedan contenidos en los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo.
Mientras que las palabras de los ocho volúmenes del Sutra del loto difieren a
lo largo de los veintiocho capítulos de acuerdo con su contenido, los cinco
ideogramas del daimoku siempre son los mismos a lo largo de todo el sutra. Para
dar un ejemplo, en los dos caracteres con que se escribe la palabra «Japón»
están incluidas sus más de sesenta provincias y sus dos islas. ¿Hay alguna
provincia o distrito que no esté contenido en ese nombre?
»Cuando uno emplea la
palabra «aves», la gente sabe que uno habla de las criaturas que vuelan en el
cielo; si uno dice «bestias», los demás comprenden que uno se refiere a los
animales que se mueven sobre la tierra. En todas las cosas, los nombres son de
gran importancia, precisamente porque transmiten significados generales de este
modo. A esto se refirió el gran maestro T'ien-t’ai cuando dijo que los nombres
transmitían la naturaleza básica de algo, mientras que las frases describían
cómo se diferenciaba del resto, o cuando dijo que los nombres designaban el
carácter primordial de las cosas.
Asimismo, los nombres
tienen la virtud de poder resumir aquello que denotan; a su vez, a tono con
esta función, las cosas responden al nombre con que se las designa. De manera
similar, el nombre o daimoku del Sutra del loto tiene el poder [de convocar la
naturaleza del Buda a la cual se refiere].
—Si es como usted dice
—observó el hombre no iluminado—, los beneficios del daimoku son realmente
grandiosos. Pero es seguro que tales beneficios variarán, según se comprenda o
no el significado del daimoku. Soy un hombre que porta arco y flechas, y mi
profesión se vincula con las armas. Mis conocimientos son nulos sobre la
verdadera naturaleza de las enseñanzas budistas. ¿Podría alguien como yo
incrementar en gran medida su buena fortuna?
-Según el principio de
la iluminación perfecta e inmediata —explicó el venerable—, no hay diferencia
esencial entre los primeros y los últimos niveles de la práctica, y los
beneficios de los estadios avanzados están contenidos también en los iniciales.
Realizar una práctica es realizar todas las prácticas, y no hay ningún
beneficio que no quede en ella incluido.
Si la situación fuera
como usted dice y si alguien sólo pudiera obtener buena fortuna después de
haber comprendido la verdad del budismo, nadie seria capaz de obtenerla en
medida alguna, ni los Bodhisattvas en el nivel de la iluminación casi perfecta,
ni los que se inician en el nivel en que se escucha el nombre y las palabras de
la verdad. Esto es porque, como dice el Sutra del loto, la verdad sólo puede
ser comprendida «por budas». (96)
»En el capítulo
«Parábolas y semejanzas» del Sutra del loto, el Buda declara; «Hasta tú,
Shariputra, en lo que respecta a este sutra, sólo has podido obtener el acceso
a través de la fe. ¡Cuánto más válido ha de ser esto en el caso de los demás discípulos
que escuchan la voz!».
»Este pasaje revela que
hasta Shariputra, conocido por su gran sabiduría, en lo concerniente al Sutra
del loto pudo lograr el ingreso mediante la fe y no mediante la facultad de su
saber. ¡Así que esto ha de ser más válido aún en el caso de los otros
discípulos que escuchaban la voz!
»De tal suerte, a partir
de la prédica del Sutra del loto y gracias a que Shariputra tuvo fe en él, pudo
deshacerse del nombre que lo definía como alguien incapaz de lograr la
Budeidad, y supo que llegaría a ser, con el tiempo, El Que Así Llega Fulgor de
Flor.
Es como el caso de un
bebé a quien alimentan con leche. Aunque este no comprenda el sabor de lo que
bebe, la leche naturalmente lo hará crecer. Del mismo modo, cuando un médico prescribe
algún remedio a una persona enferma, aunque esta desconozca el origen y la
naturaleza del medicamento, si lo toma terminará sanando con el transcurso del
tiempo. Pero si por desconocer el origen objeta el remedio que el médico le
indica y rehúsa tomarlo, ¿cree que llegará a curarse alguna vez? Mientras tome
el medicamento, acabará recuperando la salud, ya sea que comprenda o que ignore
cómo actúa.
»Ya se ha dicho que el
Buda es como un médico excelente; también se ha comparado la Ley con un remedio
eficaz, y a los seres vivos, con personas enfermas.(97) El Buda tomó las
enseñanzas predicadas en el transcurso de su existencia; las molió y pasó por
el cedazo, las mezcló v creó con ellas un sublime remedio, la tableta de la Ley
Mística. Mientras uno tome esta píldora, la comprenda o no, sin falta podrá
curarse del mal de la ilusión. Aunque alguien enfermo no entienda la acción del
remedio ni sepa la naturaleza de su dolencia, si ingiere el medicamento
terminará curándose.
Lo mismo sucede con los practicantes
del Sutra del loto. Aunque no entiendan los principios del budismo y no sepan
que sufren a causa de la ilusión, si tienen fe, sin duda, podrán librarse
simultáneamente de las enfermedades de las tres categorías de ilusiones —las
del pensamiento y el deseo, las que son innumerables como las partículas de
polvo y de arena, y las que se refieren a la verdadera naturaleza de la
existencia—. Llegarán a la Tierra de la Recompensa Real y a la Tierra de la Luz
Tranquila, y harán resplandecer los tres cuerpos de El Que Así Llega, que
poseen en forma intrínseca.
»Por tal razón, el gran
maestro Dengyo afirma: «Ni el maestro ni los discípulos necesitan sobrellevar
incontables kalpas de prácticas austeras para poder lograr la Budeidad.
Mediante el poder del Sufra del loto de la Ley prodigiosa, pueden hacerlo cada
uno con la forma física que posee».(98) Esto significa que tanto el maestro que
expone los principios del Sutra del loto como el discípulo que recibe sus
enseñanzas llegarán a ser budas juntos, en breve tiempo, gracias al poder del
Sutra del loto.
»El gran maestro
T’ien-t’ai escribió Profundo significado del «Sutra del loto», Palabras y
frases del«Sutra del loto» y Gran concentración e introspección; treinta
volúmenes de comentarios sobre el Sutra del loto. Y el gran maestro Miao-lo,
además, compuso los treinta volúmenes del Comentario sobre «Profundo
significado del Sutra del loto» el Comentario sobre «Palabras y frases del
((Sutra del loto”» y el Comentario sobre «Gran concentración e introspección»,
en los cuales analizó las obras de T’ien-t’ai. A todos estos títulos, en
conjunto, se los conoce como los «sesenta volúmenes de la escuela T’ien-t’ai».
»En Profundo significado
del «Sutra del loto», T’ien-t’ai
establece cinco grandes principios -nombre, entidad, cualidad, función y
enseñanza-, a cuya luz explicó el poder y la eficacia de los cinco ideogramas
de Myoho-renge-kyo. En la parte en que discurre sobre la cualidad del Sutra
del loto, tercero de estos cinco grandes principios, escribe: «Cuando uno tira
de la cuerda central de una red, no hay parte de la malla que no se mueva;
cuando uno levanta el extremo de una túnica, no hay un solo hilo que no
ascienda también». Este pasaje significa que, cuando uno emprende la sola
práctica de ejercitar la fe en Myoho-renge-kyo, no hay un solo beneficio que
deje de manifestarse, y no hay buen karma que deje de obrar en nuestro
beneficio. Es como el caso de una red de pesca: si bien la red está formada de
miles de nudos, cuando uno tira de la cuerda principal todos los nudos se
mueven. O como una prenda de vestir, cuyo tejido está compuesto de incontables
y finísimos hilos. Cuando uno levanta la prenda por un extremo, arrastra en el
movimiento a todos los hilos que la componen.
»En Palabras y frases
del «Sutra del loto», T’ien-t’ai explica las diversas palabras y frases que
aparecen en dicho sutra, desde la expresión inicial —«Esto es lo que escuché»-,
hasta los últimos términos -«se inclinaron en señal de reverencia y
partieron»—. Las explica organizándolas en cuatro categorías: las causas y
condiciones; las enseñanzas relacionadas; las enseñanzas teórica y esencial, y
la observación de la vida."
»Luego, en Gran
concentración e introspección, expone la meditación sobre la región de lo
insondable; en otros términos, la meditación sobre los tres mil aspectos
contenidos en cada instante vital, basada en su cabal comprensión del Sutra del
loto. Es una práctica que deriva de la iluminación primigenia del Buda y
representa un principio referido a la verdad inherente a la vida del ser
humano. Pero aquí no me extenderé en detalles sobre esto.
»¡Qué ocasión de
regocijo! Aunque nacimos en una época de maldad, manchada con las cinco
impurezas, hemos podido ver y escuchar las verdaderas palabras del vehículo único.
Leemos que la persona que [tras la guía de los budas] ha plantado semillas de
buena fortuna numerosas como los granos de arena del Hiranyavati o del Ganges
puede tomar contacto con este sutra y abrazar la fe en él.(100) En su corazón
ha despertado la inclinación a regocijarse en la fe. Por eso, sin duda alguna,
así como una tapa encaja perfectamente en el recipiente que corresponde, así su
propia fe provocará una respuesta benevolente del Buda, y ambas se fusionarán
de manera inseparable.
El hombre no iluminado
inclinó la cabeza, unió las palmas de sus manos y habló de este modo:
-A partir de hoy,
aceptaré y practicaré este rey de los sutras, el Loto de la única verdad, y
veneraré al Buda, único digno de honor en los tres mundos, considerándolo mi genuino
maestro. Con este cuerpo que hoy poseo como simple mortal hasta el momento en
que adquiera el cuerpo de un buda, jamás osaré apartarme de esta fe. Aunque
pesen gravemente sobre mí las nubes de las cinco faltas capitales, me empeñaré
en seguir el ejemplo de Devadatta, quien pudo lograr la Budeidad. Aunque me
azoten las olas de las diez malas acciones, ansiaré ser como aquellos que
crearon un vínculo con el Sutra del loto escuchando la prédica de los
príncipes.(101)
—El corazón humano
—respondió el venerable— es como el agua, que adopta la forma del recipiente
que la contiene; la naturaleza de los seres es como el reflejo de la luna, que
se mece sobre el oleaje. Usted insiste en que practicará esta fe con seriedad,
pero habrá días en que dudará. Aunque los demonios y las funciones diabólicas
acudan a tentarlo, jamás permita que nada lo distraiga. El demonio celestial
odia la Ley del Buda, y los creyentes no budistas albergan resentimiento hacia
estas enseñanzas. Usted tiene que ser como la montaña de oro, que brilla con
más fulgor cuanto más se empeña el jabalí en rascarla, o como el mar, que acoge
y da cabida a todos los ríos, o como el fuego que arde con más brío cuando le
echan leños encima, o como el insecto kdlakula, que se hincha y crece de tamaño
cuando sopla el viento. Si sigue estos ejemplos, ¿habrá forma de que no se
manifiesten resultados positivos?
ANTECEDENTES
Se cree que este tratado
fue escrito en el segundo año de Bun’ei (1265). Se desconoce el nombre de su
destinatario. Sin embargo, en la parte final del texto, el interlocutor no
iluminado se refiere a sí mismo como «un hombre que porta arco y flechas», cuya
profesión «se vincula con las armas»; por tal motivo, algunos sugieren que
Nichiren Daishonin lo envió a algún samurai o miembro de la clase guerrera.
El tratado consta de dos
partes y está redactado, mayormente, en forma de diálogo entre alguien que
pregunta y otro que responde. El «venerable» al que alude el título es el
devoto del Sutra del loto, Nichiren Daishonin, mientras que el «hombre no
iluminado» representa a la población del Ultimo Día de la Ley. En la primera
parte, el hombre no iluminado, habiendo comprendido la naturaleza transitoria
de la vida y hallándose en pos de la verdad, recibe las visitas sucesivas de un
sacerdote de la escuela Preceptos, un creyente laico de la escuela Tierra Pura,
un practicante de la escuela Palabra Verdadera y un sacerdote de la escuela
Zen. Valiéndose de estas conversaciones, el Daishonin resume los principios
básicos de estas cuatro grandes corrientes budistas de su época.
El sacerdote de la
escuela Preceptos, el primer visitante, afirma que las enseñanzas referidas a
las reglas religiosas son las más importantes de las ochenta mil enseñanzas
sagradas del budismo. Admira a Ryokan, prior del templo Gokuraku-ji, a quien
ofrece como ejemplo; exhorta al hombre no iluminado a observar los cinco
preceptos y los doscientos cincuenta preceptos, y a consagrarse a obras de
caridad, como lo hace Ryokan.
El siguiente visitante,
un creyente de la escuela Tierra Pura, elogia las enseñanzas del Nembutsu, que
prometen a sus creyentes el renacimiento en la Tierra Pura del buda Amida para
así emanciparse de las aflicciones del nacimiento y la muerte. De los cuarenta
y ocho votos del buda Amida, destaca el decimoctavo como única fuente de
salvación para las personas comunes del Ultimo Día y afirma que hasta las
personas culpables de las diez malas acciones y de las cinco faltas capitales
pueden renacer en la Tierra Pura invocando el nombre de este buda.
El practicante de la
escuela Palabra Verdadera, que lo visita a continuación, dice que hasta las
doctrinas más profundas de las enseñanzas exotéricas son una mera introducción
a las enseñanzas esotéricas. Aquellas, dice, fueron expuestas por Shakyamuni,
el Buda del cuerpo manifiesto, de acuerdo con la capacidad de sus discípulos,
mientras que las enseñanzas esotéricas fueron predicadas por
Mahavairochana, el Buda del cuerpo del Dharma, a raíz de la
espontánea alegría que le producía la Ley. En consecuencia, exhorta al hombre
no iluminado a desechar las enseñanzas exotéricas y adoptar la fe en las
esotéricas, más profundas.
El último en llegar es
un sacerdote mendicante de la escuela Zen. Este compara los sufras con un dedo
que apunta a la luna y denuncia las doctrinas contenidas en ellos diciendo que
son una suma de sandeces; por fin, exhorta al hombre no iluminado a meditar en
posición sentada para percibir la verdadera naturaleza de su mente, de acuerdo
con la «enseñanza sin palabras» del Zen.
Atribulado por las
contradicciones que advierte en las muchas cosas que le han dicho, y decidido a
descubrir cuál es la enseñanza correcta, el hombre no iluminado emprende un
viaje en busca de un maestro capaz de esclarecerle estas cuestiones. Después de
visitar varios templos, uno tras otro, finalmente da con un venerable que
practica el Sufra del loto. El título Conversación entre un venerable y un
hombre no iluminado se refiere al diálogo que se produce entre ellos dos. El
hombre no iluminado confiesa que ha aprendido las enseñanzas de las escuelas
Preceptos, Nembutsu, Palabra Verdadera y Zen sin poder establecer si tales
doctrinas son verdaderas o no. En respuesta, el venerable declara que las
enseñanzas de esas cuatro escuelas son una causa que lleva a renacer en los
malos caminos ya que se basan en doctrinas provisionales, mientras que sólo la
enseñanza verdadera del Sufra del loto permite a todas las personas, sin
excepción, manifestar la Budeidad.
Tal comparación entre
enseñanzas provisionales y verdaderas forma el eje de este tratado. El
venerable refuta las doctrinas de las escuelas basadas en enseñanzas
provisionales y cita pasajes de los sufras para demostrar que la supremacía del
Sutra del loto fue establecida por el propio Shakyamuni. La primera parte de
este tratado finaliza con la refutación de las doctrinas expuestas por las
escuelas Nembutsu y Palabra Verdadera. La segunda parte comienza con la
refutación al Zen.
A esta altura, el hombre
no iluminado se ha convencido de que el Sutra del loto es la enseñanza
verdadera. Sin embargo, razones de lealtad y de respeto filial le impiden
adoptar la fe en ella. Señala que todos, desde el gobernante hasta el último
plebeyo, tienen fe en otras escuelas, y que sus propios padres y ancestros han
practicado las enseñanzas de la escuela Tierra Pura. El venerable responde que
la mejor forma de saldar las deudas de gratitud con los padres y el soberano es
abrazar la enseñanza budista correcta y. de esa forma, conducirlos a la
salvación. Luego dice que uno debería evaluar las enseñanzas budistas tomando
como criterio los méritos de cada una, y no el número de sus seguidores. El
venerable también explica que la práctica budista adopta dos formas, el shoju y
el shakubuku de acuerdo con las características de la época. El período actual,
cuando florecen las enseñanzas distorsionadas, es propicio para el shakubuku.
Una vez que el hombre no
iluminado resuelve adoptar el Sutra del loto, el venerable le revela que la
esencia del sutra yace en los cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo que forman su
título. Myoho-renge-kyo, le explica, es la naturaleza de Buda inherente a todos
los seres. Cuando uno entona Nam-myoho-renge-kyo, se abre la naturaleza de Buda
intrínseca en todas las cosas y, en forma simultánea, se manifiesta también la
propia Budeidad. Aun sin tener una profunda comprensión de las enseñanzas
budistas, mediante esta práctica uno puede manifestar la Budeidad con la forma
física que posee. El venerable concluye exhortando al hombre no iluminado a
mantener la fe durante toda su vida, sin que nada haga flaquear su
determinación.
NOTAS.
1. También es posible leer el texto japonés con este significado:
«La posibilidad de lo desconocido puede aterrorizarnos o hacernos deplorar que
este mundo, tan familiar para nosotros, tenga que pasar tan deprisa».
2. Chuang Tzu (El conocimiento que deambuló hacia el Norte): «La
vida del hombre entre el cielo y la tierra es como el paso de un corcel blanco
al galope visto fugazmente a través de una rendija en la pared, y luego el
final».
3. Referencia a los grandes terremotos, inundaciones copiosas y
otros desastres que ocurrieron durante la era Shoka (1257-1259) y que cobraron
muchas vidas.
4. El «Rey de Ch'u» es el rey Huai (r. 328-299 a.C.). En sueños, mantuvo
una cita romántica con una diosa. Cuando esta se marchó, dijo al Rey que
siempre estaría a su lado, adoptando la forma de una nube por las mañanas, y de
la lluvia por las tardes.
5. En la era Yung-p’ing (58-75 d.C.), durante el reinado del
emperador Ming, Liu Ch'en se extravió en el monte T’ien-t’ai, donde mantuvo un
encuentro amoroso con una criatura inmortal y vivió junto a ella felizmente.
Cuando Liu Ch’en retornó a su hogar, medio año después, se sorprendió de ver
allí a su séptima generación de descendientes.
6. No se sabe con certeza a qué poeta se refiere el Daishonin.
Como la estrofa alude a un humilde leñador, ignorante en materia religiosa, la
esperanza implícita del poeta es que aquel no tendrá que padecer grandes
angustias en la vida.
7. De los ocho infiernos ardientes, el del calor ardiente y el
del gran calor ardiente son el sexto y el séptimo; el octavo es el infierno del
sufrimiento incesante.
8. De los ocho infiernos helados, el infierno del loto carmesí y
el del gran loto carmesí son el séptimo y el octavo. En ellos, se dice que el
frío es tan intenso que la carne se agrieta y se abre, y adquiere el aspecto de
rojas flores de loto.
9. Los cinco componentes del cuerpo y la mente, aquí, se refieren
a los cinco componentes de la vida: forma, percepción, conceptualización,
volición y conciencia, que se unen temporalmente para dar forma a un ser humano
individual.
10. Después de este pasaje de apertura, el texto pasa a la
narración en tercera persona.
11. Ling Lun fue súbdito de Huang Ti (el Emperador Amarillo), legendario
gobernante Je la antigua China. Dotado de un oído de finísimo alcance, se
destacó como músico. Sabía distinguir las mínimas variaciones de registro en la
escala musical.
12. Li Chu, también llamado Li Lou, fue un legendario personaje
de la antigua China, de vista tan aguda que a cien pasos de distancia era capaz
de ver la punta de un pelo.
13. El puerto de Iijima era el único que, en tiempos de!
Daishonin, prestaba servicios portuarios a Kamakura. La barrera de Mutsura era
un puesto de control donde se cobraba peaje, situado en lo que hoy es Yokohama,
prefectura de Kanagawa.
14. Siete rutas que conducen a Kamakura.
15. Comparaciones mediante las cuales el buda Shakyamuni
recalcaba la superioridad de los preceptos del Mahayana sobre el Hinayana, de acuerdo
con el Sutra de las reglas monásticas puros. Por ejemplo, los preceptos del
Hinayana practicado por los discípulos que escuchan la voz no proporcionan,
siquiera, beneficios pequeños como la huella de una pezuña de vaca, mientras
que los preceptos del Mahayana observados por los Bodhisattvas brindan
beneficios inmensos como el océano.
16. Las «diecisiete diferencias» se refieren a las razones por
las cuales los preceptos del H inayana son inferiores a los preceptos del
Mahayana, de acuerdo con el Sutra de las reglas monásticas puras. Por ejemplo,
los preceptos del Hinayana postulan el rechazo a los tres mundos, e! lugar
habitado por los seres no iluminados, mientras que los preceptos del Mahavana
no lo hacen; los del Hinayana expresan desdén por los beneficios, mientras que
los del Mahayana los abarcan a todos.
17 Sutra del nirvana.
18. Se creía que la meditación enfocada en un cadáver, una de las
cinco meditaciones utilizadas para extinguir los pensamientos dispersos, servía
para eliminar el deseo sexual.
19. El Daishonin utiliza una imagen del capítulo séptimo del
Sutra del loto, en la cual se compara las enseñanzas provisionales con una
ciudad fantasma, mágicamente conjurada por un guía para que el grupo de
viajeros exhaustas pudiera descansar y proseguir su ruta hacia la tierra de los
tesoros [el vehículo único de la Budeidad], que era su destino verdadero.
20. Fundamentos del renacimiento en la Tierra Pura.
21. Cuarenta y ocho juramentos que, según se afirma, hizo el buda
Amida mientras aún llevaba a cabo la práctica de bodhisattva, con la identidad
del bodhisattva Tesoro del Dharma.
22. El primer juramento dice: «Si, después de lograr yo la
Budeidad, en mi tierra quedaran seres del infierno, del estado de las entidades
hambrientas o del estado de animalidad, en tal caso no habré de alcanzar la
iluminación suprema». Por eso, se dice que no hay seres de los tres malos
caminos en la Tierra Pura de Amida. Las tres clases de percepción son:
1) uno entiende la verdad que escucha.
2) uno sigue la verdad.
3) uno comprende el verdadero aspecto de las cosas, que no nace
ni muere.
23. Referencia a una frase utilizada por el poeta Po Chü-i para
describir sus escritos seculares. Es una expresión empleada con frecuencia por
budistas y confucionistas, para aludir a la poesía y a la prosa sin valor
didáctico.
24. Referencia al Sutra Mahavairochana, el Sutra de la corona de
diamantes y el Sutra del susiddhikara.
25. Los veintiocho patriarcas heredaron y transmitieron la
enseñanza de Shakyamuni que no fue expuesta con palabras, sino transmitida de
mente a mente. El primero es Mahakashyapa, y el último, Bodhidharma, fundador
de la escuela Zen en China. Los seis patriarcas son Bodhidharma, Hui-k’o,
Seng-ts’an, Tao-hsin, Hung-jen y Hui-neng.
26. Alusión al último de los cuatro ámbitos en los cuales se
divide el mundo de lo informe. Este último, a su vez, es la subdivisión más
elevada de los tres mundos.
27. Poema de Fujiwara no Yoshitaka que aparece en Antología de
poemas japoneses y chinos para ser cantados, obra compilada alrededor de 1013.
28. Poetisa que vivió a mediados del siglo IX, en torno a cuya
figura se crearon muchas leyendas románticas.
29. Mujer legendaria que aparece en Crónicas del Japón y en
Crónicas de antiguos hechos.
30. Se desconoce la fuente original de este poema. El monte
Toribe, situado en Kioto, era utilizado como sitio de cremación.
31. Poema del administrador sacerdotal Henjo (816-890), que
aparece en Antología de poemas japoneses y chinos para ser cantados.
32. En otros escritos, el Daishonin dice que. a los diecinueve
años. Shakyamuni abandonó el palacio de su padre en la capital, Kapilavastu,
cuya descripción coincide con la versión tradicional. No se sabe bien por qué
motivo, aquí, se dice que el joven príncipe «abandonó la ciudad de Gaya». Sin embargo,
suele postularse que, después de irse de Kapilavastu. Shakyamuni fue en
dirección al sur, hacia el reino de Magadha, donde se encontraba Gaya. Se decía
que el monte Dandaka estaba en Gandhara, en la parte septentrional de la India.
33. Estas palabras en realidad fueron pronunciadas por el buda
Muchos Tesoros en el capítulo «La Torre de los Tesoros». Sin embargo, aquí el
Daishonin las atribuye a todos los budas, dado que en el capítulo «Poderes
sobrenaturales» los budas extienden la lengua también para corroborar la verdad
de dicha enseñanza.
34. Sutra del loto, cap. 3.
35. Ib., cap. 2.
36. La declaración correspondiente aparece en el comentario de
Ssu-ming Chih-li acerca del Sutra de la meditación sobre el buda Vida Infinita.
37. «El del Buen Logro» es uno de los diez títulos honoríficos de
los budas, y se aplica a aquel que ha partido al estado de iluminación.
38. La historia aparece en el Sutra de la relación causal
inaudita. Hace incontables kalpas, en el país de Bima, un zorro cayó en un pozo
mientras huía de un león. Enfrentado a la posibilidad de morir de hambre,
comprendió la transitoriedad de todas las cosas y recitó una estrofa sobre este
principio. Al escuchar los versos, Shakra descendió del cielo y honró al zorro
tomándolo como maestro.
39. En el texto en japonés, se lee «regresaron», pero es posible
que haya querido decir «llegaron». El manuscrito original no se conserva en la
actualidad.
40. Profundo significado del«Sutra del loto».
41. Principios sobresalientes del«Sutra del loto».
42. Comentario sobre el »Sutra de los diez niveles».
43. La expresión «catálogo de la era K’ai-yüan» se refiere al
Catálogo del canon budista de la era
K’ai-yüan, extenso glosario de textos budistas en chino compilado
por Chih-sheng y finalizado en 730, decimoctavo año de la era K’ai-yüan,
durante el reinado del emperador Hsüan-csung de la dinastía T’ang.
44. Otro título con que se conoce el capítulo «Percibir los
Sonidos del Mundo» del Sutra del loto. También se lo emplea como sutra
independiente.
45. Siete faltas capitales: De acuerdo con el Comentario sobre
«Gran concentración e introspección», son las cinco faltas capitales, más la de
matar a un sacerdote y matar a un maestro. La expresión «maestros», aquí, se
refiere a Shan-tao y a Honen.
46. Los «dos bodhisattvas honorables» u honrados son Percibir los
Sonidos del Mundo y Gran Poder.
47. Izanagi e Izanami son, respectivamente, una deidad masculina
y una deidad femenina que forman parte de la mitología japonesa, que las
considera progenitores del Japón y de sus deidades.
48. Rio que fluye por las tierras del Santuario Interior de Ise,
consagrado a la Deidad del Sol. Que el río Mimosuso haya seguido fluyendo
implica que el linaje imperial, supuestamente originado en la Deidad del Sol,
no ha sufrido interrupción.
49. En realidad no es un sutra, sino una obra sobre los
beneficios que obtuvo el buda Amida a través de la meditación.
50. Los «cinco alimentos de sabores intensos» se refieren a las
cinco clases de raíces picantes: puerro, escalonia, cebolla, ajo y jengibre. Se
decía que producían irritabilidad, ira o apetito sexual y, por lo tanto, su uso
estaba vedado a los monjes y monjas budistas.
51. La expresión «treinta y siete honorables» se refiere a los
budas y bodhisattvas que constituyen el sector central del mándala del Reino de
Diamante, formado por nueve sectores.
52. Literalmente, «Salón de la dinastía T’ang posterior»;
edificio que mandó construir Chisho —quinto prior del templo Enryaku-ji del
monte Híei, templo principal de la escuela Tendai—. Este salón de la dinastía
T’ang posterior fue erigido en tierras del templo Mii-dera, en la actual
prefectura de Shiga. Al Salón To-in (Salón de la dinastía T’ang) situado en
tierras del Enryaku-ji, que antes había mandado construir Jikaku (tercer prior
del Enryaku-ji) se lo conoce como Zentoin (Salón de la dinastía T’ang
anterior).
53. Fundamentos del «Sutra Mahavairo-chana».
54. Referencia al estadio de la mente humana previo al despertar
de la conciencia moral o religiosa, en el cual el hombre, como criatura animal,
es gobernado por las pasiones e instintos.
55. Alusión al estado supremo en el cual uno libera los infinitos
beneficios inherentes a su vida mediante la doctrina secreta del buda
Mahavairochana.
56. «Estadio posterior» se refiere al estadio décimo o supremo de
los diez niveles de la mente, en el cual se comprende la enseñanza esotérica.
57. Reglas rituales para venerar las reliquias del Buda.
58. La preciada llave del tesoro secreto.
59. Implemento ritual usado para orar en el budismo esotérico de
la escuela Palabra Verdadera. La historia aparece en Biografía del gran maestro
Kobo. De acuerdo con esta obra, antes de que Kobo se marchara de la China,
arrojó al aire un mazo diamantino de tres puntas. De vuelta en el Japón, fue al
monte Koya para emprender la práctica de las enseñanzas esotéricas y allí
encontró el mismo mazo de tres puntas, posado sobre las ramas de un árbol.
60. Agastya fue un asceta indio que practicó las enseñanzas del
brahmanismo. Sus poderes ocultos se mencionan en el Sutra del nirvana. Jinu fue
otro asceta de la India, practicante del brahmanismo, que también aparece en el
Sufra del nirvana. Según la Historia de la dinastía Han posterior, Chang Chieh,
de la dinastía mencionada, dominó las artes ocultas del taoísmo e hizo aparecer
una espesa niebla que se extendió a lo largo de cinco ris chinos (unos dos
kilómetros). Según vidas de santos dotados de poderes místicos, Luán Pa, de la
dinastía Han posterior, tomó vino en un banquete y lo escupió mirando al
sudoeste. Explicó que lo había hecho para apagar un incendio que había
estallado en la ciudad de Ch’eng-tu, que
se hallaba en dicha dirección. Luego se supo que, en esa ciudad, había caído
una lluvia torrencial mezclada con vino que logró extinguir un incendio.
61. Comentario sobre «Profundo significado del “Sutra del loto”.
62. En Palabras y fiases del «Sutra del loto», Tien-t’ai
interpreta los sutras del pasado como las enseñanzas previas al Sutra del loto,
predicadas a lo largo de cuarenta y dos años; las enseñanzas predicadas en
forma simultánea como el Sutra de los infinitos significados, y las enseñanzas
predicadas con posterioridad, como el Sutra del nirvana.
63. Sutra de los infinitos significados. Se adecuó la conjugación
verbal al contexto.
64. Sutra del loto, cap. 10.
65. Ib., cap. 11.
66. Ib., cap. 14.
67. Buda mencionado en el Sutra de la guirnalda de flores, el
Sutra Mahavairochana y en otras escrituras. En el budismo esotérico de la escuela
Palabra Verdadera, se lo identifica con el buda Mahavairochana.
68. Referencia a la prédica del Sutra del loto.
69. Los cuatro tipos de enseñanzas, son las cuatro enseñanzas de
la doctrina: la del Tripitaka, la de conexión, la enseñanza específica y la
enseñanza perfecta. Lo que busca señalarse aquí es que el Sutra Mahavairochana
no es una enseñanza pura y perfecta. Véase, en el Glosario, el término «Ocho
enseñanzas».
70. Alusión a los preceptos del Hinayana.
71. Referencia a Kuang-hsiu (771-843) y a Wei-chüan (s. d.).
Kuang-hsiu fue el octavo patriarca del linaje de la escuela T’ien-t’ai, y Wei-chüan
fue su destacado discípulo.
72. «Zen El Que Así Llega» se refiere a la meditación del sutra
del Buda tal como la describen las escrituras. De acuerdo con el Sutra
Lankavatara, esta meditación genera poderes místicos de los que el Buda se vale
para salvar a los hombres. «Zen doctrinal» se refiere a los métodos de
meditación formulados a partir de los sutras, y «Zen patriarcal», a la
enseñanza del Zen derivada de Bodhidharma, en la cual se afirma que la
iluminación se transmite sin palabras, de maestro a discípulo.
73. Aquí, «no dualidad», tal como la expone la escuela Zen, se
refiere a la inseparabilidad entre el Buda y la persona común. El Daishonin
dice que los seguidores del Zen no comprenden la «dualidad», es decir, la
diferencia entre el Buda que ha tomado conciencia de la verdad suprema y la
gente común que conserva sus ilusiones al respecto.
74. Se desconoce el nombre sánscrito de Mirakutsu. «Dammira»,
apelativo que aparece en el pasaje siguiente, es otro nombre de este mismo
individuo.
75. Palabras y frases del «Sutra del loto». El Daishonin modifica
ligeramente la expresión del pasaje original. El término «este sutra», que
aparece en la cita, se refiere al Sutra del loto.
76. Tres de las cinco faltas capitales:
1) lesionar a un
buda.
2) fomentar la
desunión en la Orden budista.
3) matar a un arhat.
Devadatta cometió estas tres malas acciones.
77. Esto se describe en el capítulo decimosegundo del Sutra del
loto.
78. «El texto prodigioso del vehículo único» alude al Sutra del
loto.
79. Los sufrimientos del fuego, la sangre y las espadas son los
padecimientos de los tres malos caminos, que representan el infierno, el estado
de animalidad y el estado de las entidades hambrientas, respectivamente.
80. Bosque del monte Shinoda, en Izumi, dentro de la legión
japonesa de Osaka, famosa por la belleza de sus paisajes.
81. El relato aparece en el capítulo vigésimo séptimo del Sumí
del loto.
82. Sutra de la salvación lograda por hombres de fe pura, citado
en Bosque de gemas en el jardín de la Ley. En la actualidad, no se conserva el
texto original de dicho sutra. «Vida budista», en el contexto de esa enseñanza,
significa la vida monástica, aunque el Daishonin la interpreta como una
existencia basada en la fe en la Ley Mística.
83. La mención aparece en el Libro de los ritos.
84. Ch’i Li-chi (s. d.) fue uno de los cuatro ancianos eremitas
que, afligidos por el estado de caos social producido a fiñes de la dinastía
Ch’in (221-206 a.C.),
se recluyeron en el monte Shang. Cuando la dinastía Ch'in cayó, fue reemplazada
por la dinastía Han, fundada por el emperador Kao-tsu. Su consorte, la
emperatriz Lü, invitó entonces a los cuatro ancianos eremitas a prestar
servicio como consejeros de su hijo, el emperador Hui, heredero de Kao-tsu.
85. Yen Kuang (39
a.C.-4i d.C.) fue compañero de estudios de Liu Hsiu,
quien tiempo después llegaría a ser el emperador Kuang-wu, primero de la
dinastía Han posterior. Cuando Liu Hsiu ascendió al trono. Yen Kuang se cambió
el nombre y prefirió la vida de reclusión. El emperador Kuang-wu echaba mucho
de menos la capacidad de Yen Kuang, y lo invitó a sumarse a la Corte como
ministro. Sin embargo, este rehusó y pasó el resto de su vida retirado en el
monte Fu-ch'un.
86. Chieh Tzu-sui (s. d.) fue vasallo del duque Wen. durante el
período de la Primavera y el Otoño (770-403 a.C.). Sirvió al Duque durante su exilio, a
lo largo de diecinueve años. Cuando el duque Wen regresó y asumió el gobierno
de la dinastía Chin, recompensó a todos los que lo habían seguido en el
desdeño, peto pasó por alto a Chieh Tzu-sui. Este último se lo reprochó diciéndole
que las recompensas deberían ser prodigadas por los cielos y no por los seres
humanos. Y luego se retiró al monte Mien-shang.
87. La expresión «amigo en el salón perfumado de orquídeas» se
aplica a la persona de virtud. La connotación aquí presente es que la compañía
de alguien virtuoso contagia su buena influencia, así como la fragancia de las
orquídeas queda impregnada en las personas que entran en un recinto Deno de
estas flotes.
88. Se dice que la artemisa rodeada de cáñamo crece erguida,
porque los tallos de esta planta la mantienen en posición recta.
89. Las seis prácticas, mencionadas en el Tratado sobre la gran
perfección de la sabiduría, son aceptar, mantener, leer, recitar, enseñar y
transcribir. En las cinco prácticas, «aceptar* y «mantener» se consideran parte
de una misma categoría. Las diez prácticas, estipuladas en el Sufra de la
sabiduría suprema de Rey Celestial, son transcribir, hacer ofrendas, diseminar
y transmitir, escuchar, leer, tener en mente, predicar en forma amplia,
recitar, contemplar y esforzarse en forma personal.
90. Estas advertencias aparecen en el Sufra del loto y en el
Sutra del nirvana.
91. Sutra del nirvana.
92. Comentario sobre el«Sutra del nirvana».
93. Esto significa que la hija del Rey Dragón adquirió los
treinta y dos rasgos y las ochenta características de un buda.
94. La expresión «seis mil hojas» se refiere a las tres obras
principales de T’ien-f ai: Profundo significado del «Sutra del loto», Palabras
y frases del «Sutra del loto», y Gran concentración e introspección, y a los
comentarios de Miao-lo sobre ellas.
95. El Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría señala
que el nyagrodha, o árbol del baniano, es tan grande que puede dar sombra a
quinientas carretas; pero la simiente de la cual crece mide apenas la tercera
parte de una semilla de mostaza.
96. Sutra del loto, cap. 2.
97. Aquí, el Daishonin se refiere a la parábola del médico
excelente, mencionada en el capítulo «Duración de la vida» del Sutra del loto.
98. Principios sobresalientes del«Sutra del loto».
99. Cuatro guías de T’ien-t’ai para interpretar las palabras y
frases del Sutra del loto. «Causas y condiciones» se refiere a interpretar las
palabras y frases del sutra desde el punto de vista de las causas y condiciones
que llevaron al Buda a exponerlo. «Enseñanzas correlacionadas» significa
interpretar las palabras y frases del sutra desde el punto de vista de las
cuatro enseñanzas de la doctrina y de los cinco períodos. «Enseñanzas teórica y
esencial» es interpretarlas desde el punto de vista de las enseñanzas teórica y
esencial del Sutra del loto; y «observar la vida» es percibir en la propia vida
su verdad, mediante la práctica de la meditación.
100. El Daishonin modifica ligeramente la redacción del Sutra del
nirvana, que afirma que la persona que ha despertado en su vida la aspiración a
la Budeidad, como discípulo de budas numerosos como los granos de arena del río
Hiranyavati, podrá abrazar un sutra como este en una época de maldad.
101. Referencia a los dieciséis hijos del buda E excelencia de la
Gran Sabiduría Universal. que aparecen en el capítulo séptimo del Sutra del
loto.