¿CÓMO ACTUAR ANTE LA ENFERMEDAD Y MUERTE PROPIA Y NO PROPIA? PEQUEÑA GUIA PRÁCTICA
La muerte según el
Budismo es una posibilidad de liberación.
La vida es un proceso
dinámico, no hay ningún fenómeno físico ni experiencia mental que no esté
sometida a un cambio continuo, todo fluye, continuamente, como un río, y esa es
la naturaleza de todas las cosas y de todos los seres. Al no poder reconocer la
transitoriedad de todos los fenómenos de la vida, percibimos la muerte como un
cambio brusco y traumático, teniendo la sensación de que la muerte es
destrucción y eso nos conduce a la desesperanza.
…Pero, en el budismo, podemos vivir la
muerte con la misma esperanza con que vivimos la vida. La muerte no es una
derrota ni un error de la naturaleza, es un proceso dinámico, algo natural e
inseparable de la vida misma. De hecho, la vida no es más que un proceso de
muertes continuas, y a la vez, la muerte es un proceso, hacia una nueva vida.
Podríamos decir, en cierto sentido, que morimos para renacer de nuevo a cada
instante.
La mente nunca ha muerto
antes, ha experimentado infinitas muertes en el pasado, ya que ha estado
vinculada a diferentes cuerpos y se ha separado de ellos; miles y miles de
millones de cuerpos han estado habitados por esa mente y han muerto pero la
mente misma nunca ha muerto y nunca morirá.
Un budista considera que el
cuerpo y la mente están interconectados cuando la mente está en el cuerpo, y
desconectados cuando la mente ha dejado el cuerpo es como una casa habitada o
deshabitada. Cuando abandonamos la casa, dejamos de preocuparnos por
ella; una vez que nos hemos ido, la casa queda deshabitada. Del mismo modo,
cuando la mente deja al cuerpo, el cadáver es un cuerpo deshabitado, la mente
ha dejado su hogar. Así es, básicamente como un budista concibe la vida y la
muerte
La muerte de una persona
significa simplemente, que su mente ha dejado el cuerpo. La persona es más que
el cuerpo, no es solamente cuerpo. En lo que se refiere a la mente nadie puede
morir; para la mente no existe la muerte, solo hay muerte para el cuerpo; en
resumen, el cuerpo muerte, pero la mente nunca muere.
La muerte, pues, no es una cosa horrible; es un proceso natural,
igual que lo es el nacimiento. Hay varias formas de utilizar de manera
provechosa el proceso gradual de absorción en la muerte. La mayoría de nosotros
desperdiciamos la oportunidad.
Si una persona ha
meditado largamente, generando una fuerte confianza, y desarrollado estabilidad
y sabiduría, cuando llega el momento inevitable de su muerte, se dice,
"bien ha llegado el momento, voy a intentar sacar el máximo partido de
esta situación".
En el momento de la muerte hemos
de utilizar nuestras posibilidades del mejor modo, intentar tener la mente
clara y concentrarnos en lo que tiene lugar en nuestro interior, y cuando se
produce nuestra unificación con el universo, intentar reconocerla.
Tenemos una gran oportunidad de conseguir algún tipo de realización en ese
momento, como poder escoger la siguiente encarnación, o incluso tenemos la posibilidad
de Despertar, liberándonos del ciclo de renacimientos, convirtiéndonos en Buda.
PREPARARNOS PARA LO INEVITABLE REFLEXIONANDO SOBRE : LOS CUATRO
PENSAMIENTOS QUE APARTAN LA MENTE DEL SAMSARA.
1. La preciosa existencia humana:
Reflexionar en la
oportunidad que tenemos en este momento en que aún estamos vivos y con nuestras
plenas facultades al haber encontrado unos maestros perfectos, unas enseñanzas
perfectas y unos compañeros de viaje perfectos, un cuerpo humano con todas sus facultades
y todas las condiciones adecuadas para poder comprender el proceso de vida y
muerte, inevitablemente juntos, y prepararnos para enfrentarlos plenamente.
2. La impermanencia:
Según palabras del Buda:
"Todo
lo creado es efímero, lo compuesto se descompone, lo que está integrado, se
desintegra, lo que se forma, se deforma, lo que está unido, se separa"
Entender que, según el
proceso natural de la vida, en el mismo momento en que nos reunimos con alguien
ya ha sido creada la causa para nuestra eventual separación; es inevitable, es la
ley de la vida; si investigamos nuestras propias experiencias veremos que esto
es cierto. Como parte de un proceso natural, deberíamos reflexionar una y otra
vez hasta poder aceptar la realidad tal cual es.
No importa cuánto placer recibamos de alguien o de algo, llegará
el momento en que termine nuestra conexión con esa persona o cosa. No requiere
mucha reflexión contemplar que esto es cierto. Todo es momentáneo y cuando
llegue el momento real de nuestra muerte ninguna de las personas o cosas con
que nos hayamos encontrado nos ayudará en absoluto, peor aún, no solo no podrán
ayudarnos sino que, debido a nuestro apego a ellos, nos crearan grandes
problemas en el momento de la muerte.
A través de la reflexión
y la meditación podemos aprender a aceptar la naturaleza impermanente de
nuestras vidas, nuestras relaciones y demás, aceptar nuestra propia muerte y la
muerte de los seres queridos como un proceso natural.
3. La ley del karma o ley de causa o efecto:
Reflexionar con
consciencia en cómo cada acción tiene una reacción y como el conjunto de
nuestros hábitos y tendencias, nuestras predisposiciones e impulsos nos dominan
y como todas las circunstancias que vivimos actualmente son frutos de estas
tendencias y patrones habituales, resultado de nuestras acciones pasadas, como
esta preciosa existencia humana que ahora tenemos es fruto de las acciones
positivas, los méritos generados en esta y otras vidas, de las tendencias
kármicas pasada. Contemplar en la impermanencia de estas condiciones y que
cuando estas circunstancias favorables se agoten, nuestras predisposiciones y
tendencias nos impulsaran a nuevos renacimientos en el ciclo del Samsara.
(Un shramana es un
monje que ha renunciado a la vida mundana para llevar una vida ascética y
austera con el propósito de desarrollar una vida espiritual que lleve a la
superación e iluminación. De acuerdo con la tradición, un shramana es
responsable de sus actos.)
4. El ciclo del Samsara:
La rueda continúa de
renacimientos sin control, fuente inagotable de sufrimientos, fruto de nuestra
ignorancia de la ley de causa y efecto. Mientras vivamos víctimas de ignorancia
y nuestro engaño, tendremos que experimentar sufrimiento, de forma inevitable.
SIGNOS PREVIOS DE LA MUERTE:
Cambios en los sueños, en las
vibraciones personales, en la respiración. La indicación más precisa es que
cambia el ritmo respiratorio. Si se observa se puede notar estos signos hasta
seis meses ante de la muerte, esto nos da tiempo para hacer preparativos.
Se dice que el mejor momento para cantar Nam-mioho-renge-kio es siete días
antes de que se agote la energía vital.
También se dice que
cuando una persona ha estado enferma durante un periodo muy largo, repentinamente
perece mejora de forma increíble, ese cambio repentino en su apariencia
significa probablemente que es tiempo para ella de irse.
EL MOMENTO DE LA MUERTE:
La momento solo puede durar
un instante o no mas de cuarenta y nueve días para los humanos, al cabo de un
máximo de 7 semanas tomaremos otra vida.
¿CÓMO AYUDAR?
En la enfermedad:
-Realizar daimoku por la
persona enferma, individualmente, o en grupos.
En los momentos anteriores a la muerte:
-Ayudar a que la persona no deje ninguna cosa
negativa importante pendiente.
-Tomemos a la persona por
la parte superior, hablémosle para reconfortarla, sin dramatismos, manifestándole
por ejemplo: trata de tener una actitud positiva, has tenido una larga vida, es
un proceso natural, ahora vas a morir, de forma de ayudar a la persona a morir
felizmente y en paz. No importa si ella está muy enferma o es muy vieja, la
mente es muy sensible, es extraordinariamente receptiva, aunque parezca
inconsciente, y cualquier cosa que hagamos tendrá un efecto en ella.
-intentar que queden
claros los deseos y voluntades de la persona.
Ayudar a un moribundo
recordándole las practicas budistas hacerlo en el momento apropiado. Durante
el proceso de una muerte natural, la exhalación del moribundo se hace más y más
larga mientras que su inhalación se hace más corta y trabajosa.
Mientras está respirando de esta manera se le puede le tocar el cuerpo. De
hecho, podemos sentir como sus piernas se van enfriando a la vez que el calor
se contrae hacia su corazón.
Debemos recordarle la
práctica budista, mientras el centro del corazón esté todavía caliente. También
es un buen momento para cantar Nam Mioho Renge Kyo recordándoselo.
MUERTE:
No tocar a un moribundo hasta que su
conciencia haya abandonado el cuerpo.
Cuidar que el ambiente
que rodea al moribundo o al muerto sea de paz y sosiego, evitar los llantos o
expresiones de dolor agudas, pues puede perturbar la mente del moribundo o del
muerto, agitándola, generando apegos y dificultando en su proceso de desconexión
del cuerpo. Si no se puede evitar llorar, mejor salir fuera de la habitación.
Realizar Daimoku y
Gongyo en un ambiente de oración, o plegarias u oraciones acordes a la creencia
del moribundo.
Cuando acaba de fallecer,
hablarle al oído, el oído es el último sentido que se pierde, recordarle que ha
muerto, animarle a seguir la luz más viva y a reconocer todo lo que aparezca,
en este proceso, como la naturaleza de la luz infinita de la propia mente,
dándole las gracias por todas sus buenas acciones, invitándole a partir sin
miedo, sin preocupación, tranquilizándole CON AMOR Y GRATITUD, dejándole
marchar en paz.
Si el que muere es
cristiano y tienes a mano una campana, puedes tañerla en ese momento y así
ayudarle a entrar en un estado de oración. Se puede solicitar en ese momento
que venga un sacerdote y le de la extremaunción.
Incluso las personas no
religiosas buscan refugio en el momento de la muerte, así que también se les
puede beneficiar recordándoles con asuntos espirituales.