EL KALPA DE DISMINUCIÓN. LOS ESCRITOS DE NICHIREN DAISHONIN. (Fragmentos).
La época actual es de
tal naturaleza que no surten efecto ni las escrituras no budistas, ni los
sutras del Hinayana o del Mahayana, ni el vehículo único del Sutra del Loto. Y la
razón es que la codicia, el odio y la estupidez del corazón humano son tan
enormes, que su magnitud sólo puede ser contrarrestada por el bien supremo del
Gran Iluminado Honrado por el Mundo. [...] Entonces, cuando en el mundo impuro
de la última época se tornan extremos el odio, la codicia y la estupidez del
corazón humano, no hay forma de que puedan ser controlados por ningún sabio o
venerable.
Y es así porque, aunque
el Buda curó la codicia con el remedio de la meditación sobre la impureza del
cuerpo, sanó el odio con la meditación sobre el amor compasivo universal, y
trató la estupidez con la meditación sobre la cadena causal de doce eslabones,
hoy enseñar estas doctrinas sólo empeora a los hombres y acentúa su codicia, odio
y estupidez.
[...]
Ahora, en esta última
época perversa, el gran mal no deriva tanto de faltas seculares como del empleo
de las doctrinas religiosas. Las personas de nuestro tiempo, ignorantes de este
punto, se esfuerzan por cultivar las raíces del bien y sólo incrementan la
aparición de sucesos que conducen a la ruina del mundo.
Aunque,
superficialmente, parezca una buena acción apoyar a los sacerdotes de las
escuelas Tendai, Palabra Verdadera y otras de la época actual, en realidad es
un gran mal que supera, incluso, las cinco faltas capitales y las diez malas
acciones.
Por esta razón, si se
quisiera instaurar la paz en esta época, ello sería posible, en cierta medida,
si hubiera en el mundo un sabio con la sabiduría del Gran Iluminado Honrado por
el Mundo que, habiendo encontrado a un ilustre gobernante como el rey Sen’yo,
se dedicara junto a él a poner fin a estos actos de bien y cometiera el gran
mal de censurar, expulsar, privar de ofrendas y hasta decapitar a esas figuras
de las ocho escuelas, que todos toman por hombres de sabiduría
Esto se explica en el
primer volumen del Sutra del Loto, donde leemos: «El verdadero aspecto de todos
los fenómenos sólo puede ser comprendido y compartido por budas». En la frase
«coherencia del principio al fin», «principio» indica la raíz del bien y la
raíz del mal, y «fin» se refiere al producto del mal y el producto del bien. Se
llama buda al que ha tomado plena conciencia de la naturaleza del bien y del
mal, desde la raíz hasta las ramas y hojas.
[...]
El Sutra del Loto
declara: « [Las doctrinas que ellos prediquen...] jamás contradirán la realidad
verdadera [es decir, el verdadero aspecto]». T’ien-t’ai lo comentó diciendo: «No
existe ningún asunto de la vida o del trabajo que contradiga la realidad
verdadera [o verdadero aspecto] en ningún sentido». La persona de sabiduría no
es la que practica el budismo alejada de los asuntos mundanos, sino, antes
bien, la que comprende cabalmente los principios con los que el mundo se
gobierna.
Cuando la dinastía Yin
cayó en la corrupción y el pueblo se vio sumido en el sufrimiento, apareció en
el mundo Tai-kung Wang y decapitó al rey Chou de los Yin, con lo cual puso fin
a las miserias de la población. Cuando el segundo emperador de la dinastía
Ch’in impuso al pueblo el sabor de la amargura, surgió Chang Liang y restauró
el orden en el mundo, y le permitió conocer la dulzura. Aunque estos hombres
vivieron antes de que se propagara el budismo en su país, ayudaron a la gente
como emisarios del buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas. Y aunque los
adeptos a las escrituras no budistas lo ignoraban, la sabiduría de estos
hombres concordaba, en esencia, con la sabiduría del budismo.
[...]
El gran mal preanuncia la llegada de un gran
bien. Si todo el territorio de Yambudvipa se viese arrojado al caos, no habría
dudas de que [este sutra sería] «ampliamente propagado en todo Yambudvipa».