INSEPARABILIDAD DE MAESTRO Y DISCÍPULO. (Fragmento)
La relación de maestro y
discípulo es uno de los conceptos más esenciales de la filosofía budista, que
tiene por meta guiar a las personas a la felicidad y al desarrollo. El lazo
entre el mentor y el discípulo nace a partir del ferviente anhelo de luchar
conjuntamente por la dicha del género humano.
En el Sutra del loto,
aparece una representación simbólica del juramento que hacen los discípulos del
Buda con este fin. De acuerdo al pasaje, cuando el buda Shakyamuni se
encontraba realizando un sermón, la tierra se abre e irrumpen de ahí millares
de bodhisattvas resplandecientes (seres que realizan prácticas altruistas y
compasivas). Estos Bodhisattvas de la Tierra estaban firmemente decididos a
consagrar sus existencias a corporificar las enseñanzas del buda Shakyamuni en
los tiempos posteriores a su muerte. Con esta determinación juran que se
esforzarán al máximo para salvar a las personas del sufrimiento a pesar de los
obstáculos que presenten los tiempos caracterizados por la confusión, la
decadencia y la corrupción espiritual. El pasaje revela la profundidad de la
relación que comparten el maestro y el discípulo en su ferviente deseo de
luchar por la felicidad de la humanidad. Asimismo, es una alegoría de la
transformación que experimentan los discípulos del Buda, de receptores pasivos
de las enseñanzas a dinámicos adalides compasivos comprometidos a dar
continuidad al camino trazado por el Buda.
El presidente de la SGI, Daisaku
Ikeda, escribe: “Este pasaje [del Sutra del loto], por cierto, describe la relación
eterna del maestro y el discípulo que luchan juntos por hacer realidad la
aspiración más profunda que pueda albergar un ser humano y toda forma de vida:
la iluminación y la felicidad, tanto de uno mismo como de los demás. El
verdadero mentor, en el budismo, es aquel que nos permite recordar y revivir
esta aspiración. Por su parte, el verdadero discípulo es aquel que sigue la
enseñanza de su mentor, que recuerda que esa aspiración suprema también es la
suya, y que, convencido de esta verdad con todo su corazón, sin asomo de dudas,
se lanza a actuar de acuerdo con las instrucciones de su maestro”.
ESTABLECER UN CAMINO
La filosofía budista
pone énfasis en el fortalecimiento del ser humano. La premisa fundamental del
budismo es que toda persona tiene la capacidad innata de triunfar hasta en las
circunstancias más adversas y superar el sufrimiento transformando las penas en
motivo de desarrollo y fortalecimiento. Cada individuo tiene de manera
inherente en su vida un manantial inacabable de valentía, sabiduría, amor
compasivo y vitalidad creativa.
El maestro hace que el
discípulo adquiera consciencia de su potencial y lo recuerde, y lo alienta a
tener convicción en su capacidad inherente. El sucesor es inspirado por las
enseñanzas y el proceder de su maestro; el ejemplo de vida del maestro es lo
que permite al discípulo comprender el concepto abstracto de la iluminación. El
mayor testimonio que el mentor brinda a su discípulo es su dedicación completa
al empoderamiento de la gente y su dedicación sincera al bien de las personas.
El camino del desarrollo de la humanidad
individual es el camino de la iluminación. Se trata de un camino que consiste
en desarrollar coraje para enfrentar los desafíos de la vida, esmerarse en
crecer como personas y actuar por el bien de la gente. El ejemplo del mentor se
convierte en una importante clave para resolver cualquier duda y trascender
barreras con valentía; es, además, un aliciente para el progreso en el camino
hacia el logro de la Budeidad, plagado de obstáculos generados por una serie de
tendencias negativas, tales como la complacencia, el temor, la arrogancia y el
ocio. El presidente Ikeda afirma que la tarea de un maestro es ayudar
a su discípulo a percibir sus debilidades y enfrentarlas con valentía.
Aunque el maestro sea un modelo para la práctica budista, esto no
significa que el discípulo deba imitarlo. Lo importante es que rescate de su
ejemplo, su postura y su perspectiva de vida. Esta interiorización del espíritu
del maestro es lo que conduce al crecimiento ilimitado del discípulo. Desde la
perspectiva del budismo, aunque el mentor está siempre dispuesto a orientar a
su discípulo, es responsabilidad del sucesor buscar su guía y aprender de él.
UN MAESTRO AUTÉNTICO
¿Cuáles son las
características de un verdadero maestro en el budismo? El mentor destaca por su
noble consagración a guiar a todas las personas, sin excepción, a que logren
superar los obstáculos y sean felices; y, por su esfuerzo perenne de buscar la
verdad, y profundizar y actuar con sabiduría a lo largo de su vida. Asimismo,
en el budismo, el maestro espera que su discípulo lo supere. Este anhelo ha
sido representado en el pasaje del Sutra del loto de los Bodhisattvas de la
Tierra, que emergen con una apariencia esplendorosa, superior a su maestro
Shakyamuni. Solo de esta manera, adquiere continuidad interminablemente como
una religión que prevalezca a través de los tiempos.
El
papel del mentor es señalar un ideal y la forma de lograr dicho objetivo. El
rol del discípulo es esforzarse por la consecución de dicho ideal, e inclusive
engrandecerlo. El objetivo compartido y la lucha conjunta de maestro y
discípulo es lo que establece el lazo entre ambos. El lazo basado en el compromiso
compartido es lo que el budismo denomina unidad o inseparabilidad de maestro y
discípulo, y constituye la savia vital del budismo. Si el discípulo no actuase
como un agente impulsor en base al espíritu del maestro, el budismo perdería su
poder transformativo.
DESARROLLO Y CONTINUIDAD
El sólido lazo de
maestro y discípulo ha sido mantenido por los tres primeros presidentes de la
Soka Gakkai. La organización logró desarrollarse como un amplio movimiento
gracias a dicha relación indivisible. Cada presidente de la Soka Gakkai se
esforzó por ampliar la visión de su predecesor e impulsar el desarrollo del
movimiento. El actual presidente de la SGI, Daisaku Ikeda (1928-) trabajó al
lado del segundo presidente Josei Toda (1900-1958) durante la posguerra para
fortalecer a millones de japoneses. Josei Toda fue encarcelado con su maestro
Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), creador de la Soka Gakkai, negándose a
abandonar las enseñanzas budistas a pesar del hostigamiento de las autoridades
militaristas del Japón.
Daisaku Ikeda desarrolló
el movimiento religioso de la Soka a un plano internacional basado en la
filosofía de sus dos predecesores, Makiguchi y Toda, dando un gran impulso en
la promoción de la paz, la cultura y la educación. El presidente Ikeda ha
expresado en varias ocasiones su determinación de abrir caminos para el
desarrollo de las próximas generaciones. Ikeda destaca: “La relación entre el mentor y el
discípulo puede compararse con la que existe entre una aguja y un hilo. El
mentor es la aguja y el discípulo, el hilo. Cuando cose, la aguja va a la
cabeza, pero al final, se vuelve innecesaria, y es el hilo el que queda y
mantiene todo unido. (...) Creo firmemente que mi actividad más importante en
esta fase esencial es completar el cimiento para ustedes”.
El fiel compromiso por
la felicidad de la humanidad es el corazón del budismo.
Este ideal podrá ser
concretado únicamente mediante el lazo inseparable de vida a vida del maestro y
el discípulo.
Fragmentos de SGI Quarterly, enero 2010.