32. CARTA DESDE SADO
Esta carta está dirigida
a Toki. También debe ser mostrada a Saburo Saemon, al sacerdote laico
Okuratonotsuji Juro, a la monja laica de Sajiki y a mis otros seguidores.
Envíeme los nombres de aquellos que murieron en las batallas de Kioto y de
Kamakura. Además, por favor, le encargo que las personas que vengan a visitarme
me traigan la antología de textos no budistas, el volumen dos de “Palabras y
frases del Sutra del loto”, el volumen cuatro de “Profundo significado del
«Sutra del loto»” acompañado del comentario sobre este volumen, y también la
colección de artículos de opinión oficial y la colección de edictos imperiales.
Lo que inspira más temor
en este mundo es el dolor del fuego, el destello de las espadas y la sombra de
la muerte. Hasta el ganado y los caballos temen ser sacrificados; no ha de
extrañar entonces que el ser humano tema a la muerte. Incluso un leproso se
aferra a la vida; ¡cuánto más habrá de hacerlo una persona sana! El Buda enseña
que ni el hecho de colmar todo un gran sistema planetario con las siete clases
de tesoros se equipara al acto de ofrendar nuestro dedo meñique al Buda y al
Sutra [del loto]. (1) El niño Montañas Nevadas entregó su propio cuerpo, y el
asceta Aspiración a la Ley se arrancó la piel [para registrar sobre ella las
enseñanzas del Buda]. Ya que nada es tan preciado como la vida, quien dedica la
suya a la práctica budista sin falta logrará manifestar la Budeidad. Y si uno
está preparado para ofrendar su vida, ¿por qué debería escatimar cualquier otro
tesoro en bien del budismo? Por otro lado, si uno es reacio a desprenderse de
sus riquezas, ¿cómo podría brindar la vida, que es mucho más valiosa?
Las costumbres de este
mundo establecen que cuando se ha contraído una gran obligación con un semejante,
hay que retribuirla aunque cueste la vida. Muchos guerreros mueren por sus
señores; tal vez más de los que uno podría imaginar. El hombre muere por
defender su honor; la mujer lo hace por el hombre. Los peces buscan la
supervivencia; evitan las aguas poco profundas y cavan hoyos en el fondo para
ocultarse, pero, tentados por la carnada, muerden el anzuelo. Las aves temen
las ramas bajas de los árboles y se posan sobre las más altas, pero, embaucadas
por el cebo, también ellas caen en la trampa. Los seres humanos son así de
vulnerables; dan la vida por cuestiones superficiales y mundanas, pero casi
nunca por las valiosas enseñanzas del Buda. No debería extrañar, entonces, que
no logren la Budeidad.
Según la época, el
budismo debe ser propagado por el método del shoju, o bien por el del
shakubuku. Esto es análogo a las dos artes mundanas de la pluma y la espada.
Los grandes venerables de la Antigüedad practicaron las enseñanzas budistas
teniendo en cuenta la época. El niño Montañas Nevadas y el príncipe Sattva
ofrendaron su cuerpo cuando supieron que, si lo hacían, podrían escuchar a
cambio las enseñanzas del Buda, y que dar la vida era realizar la práctica del
bodhisattva. Pero ¿deberíamos sacrificar la vida en una época en que no es
necesario? Cuando no hay papel, uno debería emplear su propia piel. Cuando no
hay pinceles, uno tendría que utilizar sus huesos. En una época en que la gente
honra a los que cumplen los preceptos y a los practicantes de la enseñanza
correcta, y a la vez denuncia a aquellos que los infringen o ignoran, hay que
observar estrictamente los preceptos. En un tiempo en que el confucianismo y el
taoísmo son utilizados para reprimir las enseñanzas de Shakyamuni, uno debería
arriesgar la vida con tal de llamar a la reflexión al Emperador, como lo
hicieron los maestros del Dharma Tao-an y Hui-yüan, y el maestro del Tripitaka
Fa-tao. En una época en que las personas confunden el Hinayana y el Mahayana,
las enseñanzas provisionales y la verdadera, las doctrinas exotéricas y las
esotéricas, como si les fuese imposible distinguir entre gemas y lajas o
piedras, o entre leche de vaca y de burra, (2) uno debería diferenciar
estrictamente entre unas y otras, siguiendo el ejemplo de grandes maestros como
T’ien-t’ai y Dengyo.
Es propio de las bestias
amenazar a los débiles y temer a los poderosos. Nuestros estudiosos
contemporáneos de las diversas escuelas se comportan así: desprecian a un
hombre sabio sin poder, pero temen a los malos gobernantes; no son más que
vasallos serviles. Uno sólo puede demostrar su verdadera fortaleza cuando vence
a un enemigo poderoso. Cuando un mal gobernante, en connivencia con sacerdotes
que practican enseñanzas erróneas, intenta destruir la enseñanza correcta y
eliminar a un hombre sabio, los que posean el corazón de un león rey sin falta
manifestarán la Budeidad. Como, por ejemplo, Nichiren. Y no lo digo por
arrogancia, sino por mi profunda consagración a la enseñanza correcta. La
persona arrogante siempre se deja invadir por el pánico cuando está frente a un
adversario poderoso, como ocurrió con el altivo asura que, al ser amonestado
por Shakra, se encogió y se escondió en un capullo de loto en el lago Libre de
Calor. Hasta una palabra o frase de la enseñanza correcta nos permitirá acceder
al Camino, si se adecua a la época y a la capacidad del pueblo. Pero aunque uno
estudie mil sutras y diez mil tratados, si tales enseñanzas no concuerdan con
la época y con la capacidad de la gente, uno no manifestará la Budeidad.
Han transcurrido
veintiséis años desde la batalla de Hoji, (3) y ya han estallado
enfrentamientos armados (4) en dos ocasiones, los días undécimo y decimoséptimo
del segundo mes de este año. La enseñanza correcta de El Que Así Llega no puede
ser destruida por gente no budista ni por los enemigos del budismo; son los
discípulos del Buda quienes, sí, pueden hacerlo. Como afirma un Sutra, el león
sólo puede ser devorado por las lombrices que se crían en su interior. (5) No
son los enemigos quienes llevan a la ruina a un hombre de gran fortuna, sino sus
señores más cercanos. Cuando el Sutra Maestro de la Medicina habla de «la
calamidad de una rebelión dentro del propio territorio», se refiere justamente
a la batalla actual. El Sutra de los reyes benevolentes afirma: «Cuando los
venerables se marchan, los siete desastres se abaten sin falta». El Sutra de la
luz dorada señala: «Las treinta y tres deidades celestiales se enfurecen,
porque el Rey permite que el mal prolifere y no logra controlarlo». Aunque yo,
Nichiren, no soy un venerable, me equiparo a uno, pues practico el Sutra del
loto exactamente como este enseña. Además, como conozco los asuntos de este
mundo desde hace mucho tiempo, todas las profecías que he formulado en esta
vida se han hecho realidad. Por eso, jamás dude de lo que le he dicho con respecto
a las futuras existencias.
El duodécimo día del
noveno mes del año pasado, cuando fui arrestado, proclamé a voz en cuello: «Yo,
Nichiren, soy el pilar, el sol, la luna, el espejo y los ojos del clan
gobernante de Kanto. (6) Si el país me abandona, los siete desastres ocurrirán
sin falta». ¿Acaso esta profecía no se hizo realidad apenas sesenta días y
ciento cincuenta días después? Y esas batallas fueron sólo las primeras
señales. ¡Cuántos motivos de lamentación habrá cuando se manifiesten los efectos
por completo!
La gente ignorante se
pregunta por qué razón Nichiren es perseguido por los gobernantes, si en verdad
es un hombre sabio. Y sin embargo, todo esto es exactamente tal cual yo
esperaba. El rey Ajata-shatru torturó a su padre y a su madre, y este proceder
le valió la aclamación de sus seis ministros reales. Cuando Devadatta mató a un
arhat y causó al Buda una herida sangrante, Kokalika y otros no ocultaron su
alegría. Nichiren es el padre y la madre de la casa gobernante y, en esta época,
es como un buda o un arhat. Realmente, el soberano y sus súbditos, que celebran
mi exilio, son las personas más desvergonzadas y dignas de lástima que pueda
haber. Por un tiempo, tal vez dure el regocijo de los sacerdotes que actúan
contra la Ley y que tanto han protestado cuando sus errores quedaron expuestos;
pero, a la larga, habrán de sufrir no menos que yo y mis seguidores. Su alegría
es como la de Yasuhira cuando asesinó a su hermano menor y a Kuro Hogan. (7) El
demonio que destruirá al clan gobernante ya ha entrado en el país. Este es el
significado del pasaje del Sutra del loto que dice: «Demonios malignos tomarán
posesión de los demás». (8)
Las persecuciones
afrontadas por Nichiren se deben al karma creado en existencias anteriores. El
capítulo «Jamás Despreciar» dice: «Cuando hubo expiado sus faltas»; con ello,
indica que el bodhisattva Jamás Despreciar, debido a su karma del pasado, fue
difamado y azotado por incontables personas que actuaban contra la enseñanza
correcta. ¡Cuánto más cierto es en el caso de Nichiren, quien en esta
existencia nació pobre y humilde, en el seno de una familia chandala! En mi
corazón, albergo cierta fe en el Sutra del loto, pero mi cuerpo, que por fuera
es el de un hombre, fundamentalmente es el de un animal. Fui concebido a partir
de dos fluidos, uno blanco y uno rojo, de un padre y una madre que subsistían
comiendo aves y peces. Mi espíritu habita en este cuerpo, como la luna
reflejada en el agua fangosa o el oro envuelto en un saco mugriento. Ya que mi
corazón cree en el Sutra del loto, no temo ni siquiera a Brahma o a Shakra,
pero mi cuerpo sigue siendo el de un animal. No es de extrañar que los necios
me desprecien, dada esta disparidad entre mi cuerpo y mi corazón. Cuando este
último se compara con mi cuerpo, resplandece como la luna o como el oro. ¿Quién
sabe qué actos contra la Ley habré cometido en el pasado? Tal vez posea el alma
del monje Intención Superior o el espíritu de Mahadeva. Quizá descienda de
aquellos que persiguieron despectivamente al bodhisattva Jamás Despreciar o me
cuente entre aquellos que olvidaron las semillas de la iluminación sembradas en
su vida. (9) Tal vez, incluso, esté emparentado con las cinco mil personas
arrogantes (10) o pertenezca al tercer grupo [de los que no pudieron abrazar la
fe en el Sutra del loto] en la época del buda Excelencia de la Gran Sabiduría
Universal. (11) Es imposible escrutar nuestro karma.
El hierro se convierte
en una magnífica espada cuando es sometido al fuego y a los golpes. Los
venerables y sabios son puestos a prueba ante el insulto. Mi actual exilio no
se debe a ningún crimen secular; su único propósito es que yo pueda expiar en
esta existencia mis graves faltas del pasado y, en la próxima, verme liberado
de los tres malos caminos.
El Sutra del parinirvana
dice: «En las épocas futuras habrá personas que entrarán en la orden monástica,
vestirán túnicas sacerdotales y fingirán estudiar mis enseñanzas. Perezosos y
remisos, actuarán contra los sutras iguales y correctos. Debéis tener
conciencia de que todas estas personas son seguidores de las actuales doctrinas
no budistas». Los que lean este pasaje deben reflexionar profundamente sobre su
propia práctica. El Buda está diciendo que aquellos sacerdotes contemporáneos
que visten hábito clerical pero son negligentes y holgazanes fueron, en su
época, discípulos de los seis maestros no budistas.
Los seguidores de Honen,
que se denominan a sí mismos escuela Nembutsu, no sólo apartan a la gente del
Sutra del loto y la exhortan a «descartarlo, cerrarlo, ignorarlo y
abandonarlo», (12) sino que también proponen recitar sólo el nombre del buda
Amida, un buda mencionado en las enseñanzas provisionales. Los seguidores de
Daínichi, conocidos como escuela Zen, afirman que las verdaderas enseñanzas del
Buda se han transmitido por fuera de los sufras. Ridiculizan el Sutra del loto
diciendo que es como un dedo que señala la luna o como una sucesión de palabras
sin sentido. Estos sacerdotes tienen que haber sido seguidores de los seis
maestros no budistas, que sólo ahora se han incorporado a la corriente del
budismo.
De acuerdo con el Sutra
del nirvana, el Buda emitió un haz de luz radiante con el cual iluminó los
ciento treinta y seis infiernos subterráneos, y reveló que allí no quedaba ni
una sola persona que hubiese cometido una mala acción. Y así fue, porque todos
habían manifestado la Budeidad mediante el capítulo «Duración de la vida» del
Sutra del loto. Con todo, ¡qué lástima que los guardianes del infierno hayan
detenido allí a los icchantikas o personas de incredulidad incorregible que
habían actuado contra la enseñanza correcta! Estas personas proliferaron hasta
llegar a ser el actual pueblo del Japón.
Porque el propio
Nichiren denigró la Ley en el pasado, en esta existencia fue sacerdote del
Nembutsu y, durante varios años, también se rió de los que practicaban el Sutra
del loto diciendo que «ni una sola persona ha logrado jamás la Budeidad» (13)
mediante sus enseñanzas y que «ni una sola persona en mil»(14) podía ser
salvada mediante este Sutra.
Cuando desperté de la
embriaguez de mis actos contra la Ley, me sentí como el hijo borracho que, al
verse sobrio otra vez, lamenta haber golpeado a sus padres por diversión. Su
arrepentimiento es amargo, pero no sirve de nada, pues su gravísima falta
resulta extremadamente difícil de borrar. Peores aún son los pasados actos
contra la enseñanza correcta que manchan lo más profundo de nuestro corazón. Un
Sutra dice que la negrura del cuervo y la blancura de la garza se deben, en
realidad, a las manchas profundas de su karma anterior. (15) Los no budistas,
incapaces de reconocerlo, han sostenido que esto era obra de la naturaleza.
Hoy, cuando en mi afán de salvarlas expongo los actos contra la Ley que cometen
las personas, estas lo niegan echando mano a cualquier excusa posible y,
valiéndose de las palabras de Honen, arguyen que habría que trancar las puertas
que conducen al Sutra del loto. Que actúen así los seguidores del Nembutsu no
es ninguna sorpresa, pero hasta los sacerdotes de la escuela Tendai y Palabra
Verdadera están apoyándolos activamente.
Este año, en los días
decimosexto y decimoséptimo del primer mes, cientos de sacerdotes y creyentes
laicos del Nembutsu y de otras escuelas de la provincia de Sado vinieron a
debatir conmigo, Insho-bo, notoria figura del Nembutsu, dijo:
-El honorable Honen no nos instruyó que abandonáramos el Sutra
del loto. Sólo escribió que todas las personas debían entonar el Nembutsu y que
sus grandes beneficios les permitirían renacer sin falta en la Tierra Pura.
Hasta los sacerdotes del monte Hiei y del templo Onjo-ji que han sido exiliados
a esta isla lo elogian y dicen cuán excelente es su enseñanza. ¿Cómo se atreve
a intentar refutarla?
Los sacerdotes locales
demostraron ser todavía más ignorantes que los sacerdotes del Nembutsu en
Kamakura. Son totalmente dignos de lástima.
¡Cuán terribles son los
actos contra la Ley que ha cometido Nichiren en sus existencias pasadas y en la
actual! Puesto que usted nació en este país perverso y ha decidido ser
discípulo de un hombre como yo, no hay forma de saber qué suerte correrá. El
Sutra del parinirvana afirma: «Buenos hombres, como las personas cometieron
incontables faltas y acumularon gran cantidad de karma negativo en el pasado,
deben esperar una retribución adversa por todo lo que han hecho. Podrán ser
despreciados, maldecidos con un aspecto desagradable, ir pobremente vestidos y
mal alimentados, buscar riqueza en vano, nacer en una familia pobre y de baja
condición, o en una donde se sostengan ideas equivocadas, o ser perseguidos por
las autoridades». Sigue diciendo: «Podrán verse sometidos a otros diversos
sufrimientos y retribuciones. Pero, gracias a los beneficios derivados de
proteger la Ley, les será posible disminuir su padecimiento y su retribución en
esta existencia».
Si no fuera por
Nichiren, estos pasajes del Sutra virtualmente harían del Buda un mentiroso. El
Sutra dice, primero: «Podrán ser despreciados»; segundo, «maldecidos con un
aspecto desagradable»; tercero, «ir pobremente vestidos» cuarto, «mal
alimentados»; quinto, «buscar riqueza en vano»; sexto, «nacer en una familia
pobre y de baja condición»; séptimo, «nacer en una [familia] donde se sostengan
ideas equivocadas»; octavo, «ser perseguidos por las autoridades». Estas ocho
frases sólo se aplican a Nichiren.
El que escala una alta
montaña, tarde o temprano debe descender. El que menosprecia a otro, a su vez
será despreciado. El que habla mal de alguien que tiene un bello aspecto
físico, renacerá siendo feo. El que priva a otros de alimento o de ropas,
seguramente caerá en el estado de las entidades hambrientas. El que se mofa de
una persona que observa los preceptos y es digna de respeto, renacerá en una
familia pobre y humilde. El que calumnia a una familia que abraza la enseñanza
correcta, nacerá en una familia de ideas erróneas. Quien se ríe del que observa
con fidelidad los preceptos, renacerá como plebeyo y será perseguido por su
soberano. Esta es la ley general de causa y efecto.
Sin embargo, mis
sufrimientos no deben atribuirse a esta ley causal. En el pasado, yo desprecié
a los devotos del Sutra del loto. También me burlé del mismísimo sutra —a veces
elogiándolo exageradamente y, a veces, con desdén—, de ese Sutra magnífico como
el esplendor de dos lunas juntas, de dos estrellas en conjunción, de un monte
Hua (16) puesto sobre otro o de dos joyas combinadas. Por eso debí experimentar
las ocho clases de sufrimientos antes mencionadas. Por lo general, estos
aparecen uno a uno, y perduran durante el futuro ilimitado. Pero Nichiren ha
denunciado a los enemigos del Sutra del loto con tanta severidad, que los ocho
se han manifestado simultáneamente. Es como el caso de un labriego muy
endeudado con el administrador de su aldea y con otras autoridades. Mientras
permanezca en su distrito o pueblo, lo mis probable es que, en lugar de
presionarlo sin piedad, vayan difiriéndole la deuda de un año al otro. Pero en
cuanto trate de irse, enseguida caerán sobre él exigiéndole el saldo total e
inmediato de su deuda. A esto se refiere el Sutra cuando dice: «Gracias a los beneficios
derivados de proteger la Ley».
El Sutra del loto
señala: «Habrá muchas personas ignorantes que nos maldecirán y hablarán mal de
nosotros, y nos atacarán con palos y espadas, con piedras y lajas. [...] Se
dirigirán a los gobernantes, sumos ministros, brahmanes y jefes de familia [así
como a otros monjes, para calumniarnos y hablar mal de nosotros]; [...] una y
otra vez, seremos expulsados». (17) Si los que actúan contra la Ley no fueran
atormentados por los guardianes del infierno, jamás podrían [pagar por sus
faltas y] escapar del infierno. Si no fuera por los gobernantes y ministros,
que hoy me persiguen, no podría expiar mi falta de haber denigrado la enseñanza
correcta en el pasado.
Nichiren es como el
bodhisattva Jamás Despreciar de la Antigüedad, y el pueblo de esta época es
como las cuatro clases de budistas que lo maldijeron y despreciaron. Aun cuando
las personas sean distintas, la causa es la misma. Aunque haya distintas
personas que maten a sus padres, todas caerán por igual en el mismo infierno
del sufrimiento incesante. Ya que Nichiren está haciendo la misma causa que
Jamás Despreciar, ¿podría acaso no convertirse en un buda igual a Shakyamuni?
Además, aquellos que hoy lo calumnian son como Bhadrapala (18) y los otros [que
maldijeron al bodhisattva Jamás Despreciar]; serán torturados en el infierno
Avichi durante mil kalpas. Por esa razón, los compadezco profundamente y me
pregunto qué podría hacerse por ellos. Quienes menospreciaron y maldijeron a
Jamás Despreciar actuaron de esa forma al principio, pero luego creyeron en sus
enseñanzas y accedieron a ser sus discípulos por propia voluntad. De esa forma
erradicaron la mayor parte de sus actos contra la Ley. Pero aun esa pequeña
parte restante les produjo un sufrimiento tan terrible como si hubieran matado
a sus padres mil veces. Las personas de esta época se niegan a mostrar el menor
arrepentimiento; por tal motivo, como señala el capítulo «Parábolas y
semejanzas», deben sufrir en el infierno durante un número incalculable de
kalpas; incluso pueden llegar a sufrir allí durante kalpas numerosos como las
partículas de polvo de un gran sistema planetario o como las partículas de
polvo de incontables grandes sistemas planetarios.
Además de estas
personas, hubo otras que aparentaron creer en mí, pero comenzaron a dudar
cuando vieron que yo era perseguido; no sólo han abandonado el Sutra del loto,
sino que incluso se creen lo bastante sabias para aleccionarme. Lo lamentable
es que esta gente perversa deberá sufrir en el infierno Avichi aun más tiempo
que los creyentes del Nembutsu.
Un asura sostenía que el
Buda sólo había enseñado dieciocho elementos, (19) mientras que él exponía
diecinueve. Los maestros no budistas alegaban que el Buda ofrecía sólo un
camino hacia la iluminación, cuando ellos tenían noventa y cinco. (20) De la
misma forma, los discípulos renegados dicen: «Aunque el sacerdote Nichiren es
nuestro maestro, actúa con excesiva vehemencia. Nosotros difundiremos el Sutra
del loto de una manera menos agresiva».
Cuando hablan así son
tan ridículos como una luciérnaga que se ríe del sol y de la luna, o como un
hormiguero que se mofa del monte Hua, como las fuentes y arroyos que desdeñan a
los ríos y océanos, o como una urraca que se burla del ave fénix.
Nam-myoho-renge-kyo.
Nichiren
En el vigésimo día del
tercer mes, noveno año de Bun’ei (1272), signo cíclico mizunoe-saru.
A los discípulos y seguidores laicos de Nichiren
Aquí, en la provincia de
Sado, hay muy poco papel para escribir; demoraría mucho si lo hiciera a cada
uno de ustedes en forma individual. No obstante, si una sola persona dejara de
recibir noticias mías, podría albergar resentimiento. Por eso, quiero que la
gente con espíritu de búsqueda se reúna y que todos reciban aliento leyendo juntos
esta carta. Cuando el mundo enfrenta graves problemas, las pequeñas cuestiones
se tornan intrascendentes. No sé hasta qué punto son exactos los informes que
recibo, pero seguramente las muertes producidas durante las batallas recientes
tienen que haber causado mucha aflicción. ¿Qué ha sido de los sacerdotes laicos
Izawa y Sakabe? Envíeme noticias de Kawanobe, Yamashiro, Tokugyo-ji (21) y los
demás. A la vez, por favor, tenga la amabilidad de enviarme “Fundamentos del
gobierno en la era Chen-kuan”, (22) la antología de cuentos de los clásicos no
budistas y el registro de las enseñanzas transmitidas en las ocho escuelas. Sin
ellos, ni siquiera puedo escribir cartas.
ANTECEDENTES
Esta carta fue escrita
el vigésimo día del tercer mes de 1272, unos cinco meses después de la llegada
de Nichiren Daishonin a la isla de Sado para iniciar su exilio. Se la envió a
Toki Jonin, un samurai que prestaba servicio como destacado vasallo del señor
feudal Chiba —condestable de la provincia de Shimosa—, a Saburo Saemon (Shijo
Kingo) en Kamakura, y a otros seguidores leales.
Nichiren Daishonin había
sido desterrado el décimo día del décimo mes de 1271. Ryokan, prior del templo
Goku-raku-ji, en Kamakura, y Hei no Saemon, jefe comisionado del Departamento
de Asuntos Militares y Policiales, habían conseguido que al Daishonin se lo
acusara de traición. Hei no Saemon resolvió ajusticiarlo en Tatsunokuchi, antes
de entregarlo en custodia a Homma Shigetsura, condestable interino de Sado. Sin
embargo, el intento de ejecución se vio frustrado y, al cabo de una espera de
casi un mes, los guerreros de Homma escoltaron al Daishonin a la costa del mar
del Japón. Después de una demora causada por el mal tiempo, el Daishonin,
finalmente, llegó a Sado el vigésimo octavo día del décimo mes.
En principio, Nichiren
Daishonin fue alojado en una estructura en ruinas conocida como Sammai-do,
donde vivió expuesto al viento y a la nieve que se colaban por las rendijas del
techo y de las paredes. Cinco meses después, pudo mudarse a un lugar menos
precario, en Ichinosawa. El Daishonin participó en debates con sacerdotes de la
escuela Tierra Pura y de otras corrientes, y propagó activamente sus
enseñanzas. Durante su estadía en Sado, escribió dos importantes tratados: La
apertura de los ojos y El objeto de devoción para observar la vida. El segundo
mes de 1274 fue indultado, y el vigésimo sexto día del tercer mes regresó a
Kamakura.
En este escrito, primero
señala que la única forma de manifestar la Budeidad es estar dispuesto a
brindar al budismo nuestra vida, que es la posesión más preciada que tenemos.
Luego, dice que el método de propagación conocido como shakubuku es adecuado
para esta época, y que uno puede desarrollar su Budeidad sólo cuando se dedica
a ello. Asimismo, declara que él es «el pilar, el sol, la luna, el espejo y los
ojos», y «el padre y la madre» del país; todas estas son referencias simbólicas
al Buda del Ultimo Día de la Ley, perfectamente dotado de las tres virtudes de
maestro, soberano y padre. También menciona las profecías que antes había
formulado en su tesis Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para
asegurar la paz en la tierra, referidas a un levantamiento político acompañado
de luchas violentas en el territorio del país.
Por último, ofrece una
explicación detallada del karma o destino, y señala que las dificultades que
estaba viviendo en ese momento derivaban de haber actuado contra el Sutra del
loto en una existencia anterior. Esclarece a sus discípulos el espíritu y la
práctica con los cuales uno puede transformar su karma, poniéndose a sí mismo
como ejemplo. Agrega que las personas que intentan propagar enérgicamente la
enseñanza correcta del budismo no dejarán de afrontar algún tipo de oposición,
y que esta, en realidad, representa una oportunidad para cambiar el destino. A
los que han abandonado su fe y critican, les advierte que, por sus acciones,
tendrán que recibir las peores consecuencias. Compara la falta de visión de
estas personas con las luciérnagas que se burlan del sol.
NOTAS
1. Referencia basada en un pasaje del capítulo vigésimo tercero
del Sutra del loto.
2. La leche de vaca se refiere al Sutra del loto, mientras que la
leche de burra, que se creía ponzoñosa, representa todos los otros sutras.
3. Alusión a la batalla librada en 1247 entre el clan Hojo y la
familia Miura, emparentada con ellos, para obtener el control de la regencia.
Finalmente, esta quedó en manos de los Hojo. En 1272, unos veintiséis años
después, el gobierno de Kamakura volvió a padecer la crisis de un levantamiento
interno.
4. Aquí, «enfrentamientos armados» se refiere a la rebelión
instaurada por Hojo Tokisuke, influyente funcionario de Kioto, para derrocar al
regente Hojo Tokimune, quien era su medio hermano. Los demás conspiradores
aliados conTokisuke fueron ejecutados en Kamakura por las fuerzas del gobierno,
el undécimo día del segundo mes, mientras que cuatro días después, el
decimoquinto, el propio Tokisuke fue atacado y asesinado en Kioto. La mención
en el texto del «decimoséptimo» día se debe o bien a un error de información, o
bien a una transcripción defectuosa que se introdujo cuando fue copiado el
documento original.
5. Sutra del rostro semejante al loto.
6. El término «Kanto» se refiere al gobierno de Kamakura.
7. «Yasuhira» se refiere a FujiwaraYasu-hira (1155-1189), hijo de
Fujiwara Hidehira, señor de la provincia de Mutsu, situada en la región noreste
del Japón. Yasuhira asesinó a su hermano y usurpó el poder. Minamoto no
Yoritomo, sogún de Kamakura, le ordenó que matara a Kuro HoganYoshitsune, hermano
de Yoritomo, lo cual aquel hizo para demostrar su lealtad. Pero, luego, Yoritomo
lo hizo ejecutar para consolidar su propio poder en la región septentrional del
país.
8. Sutra del loto, cap. 13.
9. «Los que olvidaron las semillas de la iluminación» son
individuos que, a causa de los actos que han cometido contra la Ley, no
recuerdan que recibieron las semillas de la Budeidad de parte del buda
Shakyamuni hace tantos kalpas como las partículas de polvo de incontables
grandes sistemas planetarios.
10. De acuerdo con el capítulo «Medios hábiles» del Sutra del
loto, cuando Shakyamuni comenzó a exponer la «sustitución de los tres vehículos
por el vehículo único», unas cinco mil personas -monjes, monjas, laicos y
laicas— abandonaron la asamblea, erróneamente convencidas de haber logrado lo
que en realidad no poseían.
11. Esta mención aparece en el capítulo «La parábola de la ciudad
fantasma» del Sutra del loto. Hace una cantidad de kalpas tan numerosos como
las partículas de polvo de un gran sistema planetario, el buda Excelencia de la
Gran Sabiduría Universal predicó el Sutra del loto a sus dieciséis hijos
varones. Estos hijos, luego, expusieron el sutra a la gente; algunos
practicaron la fe y manifestaron la iluminación. El tercer grupo incluye a los
que escucharon el Sutra del loto en ese momento, pero no abrazaron la fe en él.
Y aunque renacieron durante la existencia de Shakyamuni, siguieron mostrándose
incapaces de creer en el Sutra del loto.
12. Honen no usó dichas palabras en esa secuencia exacta; Nichiren
Daishonin las extrajo de la obra Elegir el Nembutsu sobre todas las cosas, y
las combinó en la cita.
13. Ensayos escogidos sobre «El mundo de la paz y del deleite»,
de Tao-ch’o.
14. Elogio al renacimiento en la Tierra Pura, de Shan-tao.
15. Presumiblemente, aquí se esté refor-mulando un pasaje del
Sutra del shuramgama (Sutra de la meditación resuelta).
16. Una de las cinco montañas sagradas de la China.
17. Sutra del loto, cap. 13. Este capítulo, en realidad, se
refiere sólo a «palos y espadas». «Piedras y lajas» es una transposición del
capítulo «El bodhisattm jamás Despreciar».
18. Bhadrapala fue el dirigente de los quinientos bodhisattvas
involucrados en la persecución al bodhisattva Jamás Despreciar.
19. Dieciocho elementos: Alusión al amplio concepto de las tres
categorías interrelacionadas: los seis órganos sensoriales (ojos, oídos, nariz,
lengua, piel y mente), los seis objetos que perciben dichos órganos y las seis
conciencias o funciones perceptivas de dichos órganos con respecto a los
objetos.
20. La mención se basa en un pasaje del Tratado sobre la gran
perfección de la sabiduría. Los «noventa y cinco» caminos pueden referirse al
hecho de que, en la época de Shakyamuni, había noventa y cinco escuelas no
budistas.
21. Kawanobe, Yamashiro y Tokugyo-ji eran seguidores del
Daishonin. Según se cree, después de la persecución de Tatsunokuchi fueron
encerrados en un calabozo.
22. Obra escrita por Wu Ching durante la dinastía T’ang en la
cual el autor analiza la situación política que existió entre el Emperador y
sus súbditos durante la era Chen-kuan
(627-649).