34. LAS DEIDADES MISMO NACIMIENTO Y MISMO NOMBRE
El sol es capaz de
penetrar la oscuridad más profunda Se suele comparar el corazón de la mujer con
la oscuridad más profunda, y el Sutra del loto con el sol.
Un bebé no reconoce a su
madre, pero esta jamás olvida a su hijo. El buda Shakyamuni es como la madre, y
la mujer es como el bebé.
Si dos personas se
desean, en principio nunca se separarán; pero si una desea a la otra, y esta no
siente lo mismo, a veces estarán juntas y, a veces, separadas. El Buda es como
el que siempre ansia al otro, y la mujer, como el que no comparte el mismo
deseo. Si ansiamos ver al Buda, ¿cómo podría el buda Shakyamuni dejar de
manifestarse?
Uno podrá decir que una
piedra es una joya, pero eso no hará que se convierta en gema. Uno podrá decir
que una joya es una roca, pero aquella seguirá siendo lo que es. En nuestra
época, las doctrinas del Nembutsu y de otras escuelas basadas en las enseñanzas
provisionales del Buda son como piedras. La gente podrá decir que el Nembutsu
es igual al Sutra del loto, pero con eso no alcanza para que así sea. Y el
pueblo podrá denigrar al Sutra del loto sin que a este lo afecte en absoluto,
así como a una joya no le afecta que alguien diga que es un trozo de roca.
En el pasado, hubo un
malvado gobernante en la China conocido como el emperador Hui-tsung. Mal
aleccionado por sacerdotes taoístas, destruyó estatuas y sutras budistas y
obligó a todos los sacerdotes y monjas a regresar a la vida secular, hasta que
no quedó uno solo dispuesto a mantener su vocación religiosa. Sin embargo, hubo
uno de ellos, el maestro del Tripitaka Fa-tao, que se negó a obedecer la orden
imperial. Por su actitud fue herrado en el rostro y desterrado a la región que
se extiende al sur del río Yangtze. Yo nací en una época en que los gobernantes
depositan su fe en la escuela Zen, que es tan errónea como la doctrina de los
taoístas, y al igual que Fa-tao, también he tenido que enfrentar grandes
dificultades.
Ustedes dos han nacido
como plebeyas y viven en Kamakura; sin embargo, creen en el Sutra del loto sin
dejarse intimidar por la mirada recelosa de los demás o por el peligro que esto
podría acarrear a su vida. Y esto es algo sencillamente extraordinario. Aunque
se trate sólo de una presunción mía, se me ocurre que es como si alguien
pusiera una gema en agua lodosa y esta se volviera transparente. Es como si
alguien escuchara una enseñanza nueva en boca de una persona de sabiduría y, dando
crédito a cada una de sus palabras, pudiera comprender la verdad. ¿Podría ser
que el buda Shakyamuni y los bodhisattvas Sabio Universal, Rey de la Medicina y
Flor del Rey de la Constelación habitasen en su corazón? Sin duda, a esto se
refiere el pasaje del Sutra del loto según el cual los seres de Jambudvipa que
creen en este sutra pueden tener fe en él gracias al poder del bodhisattva
Sabio Universal. (1)
Por ejemplo, las mujeres
son como la glicina, y los hombres, como el pino. Cuando alguien arranca la
glicina del árbol, aunque sea por un instante, aquella ya no puede volver a
erguirse. Y sin embargo, en una época tan turbulenta como esta, ustedes dos han
enviado a sus maridos hasta aquí sin siquiera tener sirvientes a quienes
recurrir. Esto muestra que su sinceridad es más profunda que la tierra, asi
que, sin duda, las deidades terrenales tienen que haber reparado en ella.
También es más elevada que el cielo, así que las deidades celestiales Brahma y
Shakra tienen que haberla notado. El Buda enseñó que todas las personas, desde
el momento en que nacen, viven acompañadas de dos mensajeros, llamados Mismo
Nacimiento y Mismo Nombre, enviados por los cielos para seguirlas a todas
partes como sí fueran su sombra, sin separarse jamás de su lado. Estas dos funciones
se turnan para ascender a los cielos, donde refieren las faltas y las virtudes
de esa persona -desde la más grande hasta la más pequeña-, sin omitir el menor
detalle. Por lo tanto, el cielo también debe de conocer su sinceridad. ¡Qué
reconfortante! ¡Qué tranquilizador!
Nichiren
En el cuarto mes.
Respuesta a la esposa de
Shijo Kingo
ANTECEDENTES
Shijo Kingo visitó a
Nichiren Daishonin en la isla de Sado en el cuarto mes del noveno año de Bunei
(1272), y el Daishonin le confió esta carta para su esposa. Nichigen-nyo, una
devota seguidora de sus enseñanzas. Justamente, había sido el Daishonin quien
le concedió el nombre Nichigen-nyo y también quien escogió el de sus dos hijas:
Tsukimaro y Kyo’o.
En primer lugar, el
Daishonin exhorta a Nichigen-nyo a que lea la carta junto a la esposa de
Toshiro. Aunque no se sabe mucho sobre este ni sobre su mujer, se cree que era
uno de los compañeros de armas de Shijo Kingo en el servicio al gobierno de
Kamakura.
En la sociedad feudal de
esa época, la vida era muy difícil para las mujeres, pues su posición social
era innegablemente inferior a la de los hombres. No obstante, aunque
Nichigen-nyo no tenía a nadie que la apoyase, envió a su marido a la remota
isla de Sado desde Kamakura, en un viaje tan difícil como peligroso, para que
este pudiera encontrarse con su maestro. El Daishonin elogia con generosas
palabras a la señora Nichigen-nyo por su postura en la fe.
NOTA
1. Tal como se describe en el capítulo «Sabio Universal» del
Sutra del loto.