36. CARTA A NICHIMYO LA VENERABLE.
Hace tiempo, vivió un
asceta llamado Aspiración a la Ley. Durante doce años, viajó de país en país
buscando las enseñanzas de El Que Así Llega. En esa época, no era posible dar
con ninguno de los tres tesoros —el Buda, la Ley y la Orden budista—. No
obstante, el asceta continuó su periplo en pos del budismo, con la
desesperación del sediento en busca de agua o del que pasa hambre y ansia
comer. Un día, se le acercó un brahmán que le dijo:
-Poseo una estrofa de la enseñanza sagrada. Si, en verdad, buscas
el budismo, te la transmitiré.
El asceta le suplicó
que lo hiciera y, entonces, el brahmán le propuso:
-Para demostrar tu sinceridad, primero te arrancarás la piel para
emplearla como pergamino; te extraerás un hueso y lo usarás como instrumento de
escritura; aplastarás la médula para obtener pigmento, y harás tinta
mezclándolo con tu sangre. Si estás dispuesto a hacer todo esto para asentar la
enseñanza por escrito, te enseñaré la estrofa del Buda.
El asceta no cabía en su
regocijo... Se arrancó la piel, la secó y obtuvo así el pergamino. Luego,
cumplió todas las demás tareas, tal y como se le había exigido. Y cuando hubo
terminado, el brahmán de pronto desapareció. El asceta, lamentándose de su
suerte, volvía los ojos al cielo o se arrojaba de bruces al suelo.
Entonces, el Buda, conmovido por su sinceridad, surgió desde lo
profundo de la tierra y le enseñó:
-Practica aquello que concuerde con la Ley: no practiques aquello
que la contradiga.
Quien practique la Ley
vivirá a salvo y en paz, tanto en esta existencia como en la siguiente. (1)
Al escuchar estas
palabras, el asceta se convirtió en un buda al instante. Esta enseñanza, en
chino, consta de veinte ideogramas.
Una vez [en una
existencia pasada], cuando Shakyamuni vivió con la identidad de un rey que
hacía girar la rueda y realizaba prácticas de bodhisattva, veneró una frase de
ocho ideogramas que decía: -Todo el que nace está destinado a morir. Extinguir
este ciclo es entrar en la dicha del nirvana. (2) Como ofrenda a estos ocho
caracteres, entregó su propio cuerpo para alimentar la llama de mil lámparas. Y
además, exhortó a otros a copiar dichos caracteres sobre los muros de piedra y
a lo largo de las carreteras, para que en las personas que los leyesen naciera
la aspiración a la Budeidad. La luz de esas linternas se elevó hasta el cielo
de las treinta y tres deidades, donde iluminó a Shakra y a los demás dioses
celestiales.
En otra existencia
anterior, Shakyamuni, en su afán de buscar el budismo, practicó austeridades de
bodhisattva. Un día, oyó decir a un leproso:
-Tengo en mi poder la enseñanza correcta, de veinte caracteres.
Si frotas mi cuerpo enfermo de lepra, lo abrazas y lo lames, y me alimentas con
dos o tres libras de tu propia carne todos los días, te la transmitiré.
Shakyamuni hizo
exactamente lo que el leproso le había indicado; como resultado de esa
práctica, obtuvo la enseñanza de veinte ideogramas y logró la Budeidad. Y ella
decía: “El Que Así Llega está iluminado con respecto a la verdad del nirvana, y
se ha liberado para siempre de los sufrimientos del nacimiento y la muerte.
Todo aquel que lo escuche con absoluta sinceridad, sin falta obtendrá una
infinita alegría”. (3)
Hace mucho tiempo, vivió
un niño llamado Montañas Nevadas, oriundo de los montes que llevaban ese mismo
nombre. Aunque había aprendido todas las enseñanzas no budistas, todavía le
faltaba conocer el budismo. Y entonces, un día, escuchó a un demonio
horripilante recitar una estrofa que comenzaba así: «Todo está sujeto al
cambio; nada es constante. Esta es la ley del nacimiento y la muerte*. Sin
embargo, el demonio sólo pronunció los primeros ocho ideogramas de la estrofa y
calló el resto. Aunque el niño rebosaba de alegría por haber aprendido los
primeros ocho caracteres, se sentía como si le hubiesen dado la mitad de una
gema que concede los deseos, o una planta que da flores, pero no frutos. Cuando
el pequeño reclamó los ocho ideogramas restantes, el demonio respondió:
-Llevo varios días sin comer. El hambre me obnubila y no me deja
recitar los últimos ocho caracteres. ¡Dame, primero, algo con que alimentarme!
-;Y qué comes? —preguntó el niño.
-Mi alimento —respondió el demonio- es la carne y la sangre tibia
de los seres humanos. Pero aunque puedo volar a cualquier sitio y recorrer los
cuatro continentes en el lapso de un instante, no consigo carne ni tibia
sangre. Los seres humanos viven amparados por las deidades celestiales, y no
puedo quitarles la vida a menos que cometan el mal.
Entonces, el niño Montañas
Nevadas decidió:
-Te daré mi propio cuerpo como ofrenda; a cambio, me enseñarás
los ocho ideogramas que faltan, para que yo pueda registrar la enseñanza en su
totalidad.
-Veo que eres astuto... ¿Acaso pretendes engañarme? -dudó el
demonio. Pero el niño replicó:
-Si a uno le ofrecieran oro y plata a cambio de piedras y
escombros, ¿no aceptaría? Si yo muriera en estas montañas sin propósito alguno,
mi cuerpo sería devorado por buitres, búhos, lobos y tigres, sin que ello me
brindase el menor beneficio. Por otro lado, si te doy la vida a cambio de los
ocho ideogramas restantes, será como canjear excremento por comida.
Pero el demonio seguía
dudando. Entonces, el niño le aseguró:
-Tengo quien responda por mi honestidad. Como los budas de
antaño, invoco por testigos al gran rey celestial Brahma, al señor celestial
Shakra, a las deidades del Sol y de la Luna y a los cuatro reyes celestiales.
Finalmente, el demonio
aceptó transmitirle la segunda mitad de la estrofa. El niño se quitó la piel de
ciervo que cubría su cuerpo y la extendió en el suelo para que el demonio se
sentara sobre ella. Entonces, se arrodilló y, uniendo en súplica las palmas de
sus manos, rogó a su interlocutor que tomara asiento. El feroz demonio accedió
y comenzó a recitar: —Cuando uno extingue el ciclo del nacimiento y la muerte,
entra en el júbilo del nirvana.
Habiendo aprendido la
estrofa completa, el pequeño la inscribió en los árboles y en las piedras. Y,
cumplida esta tarea, se arrojó en las fauces del demonio. El niño Montañas Nevadas
era, en realidad. Shakyamuni en una existencia anterior, y el demonio, Shakra
disfrazado. (4)
El bodhisattva Rey de la
Medicina se quemó los brazos durante setenta y dos mil años como ofrenda al
Sutra del loto. (5) El bodhisattva Jamás Despreciar soportó humillaciones y
menosprecio durante muchos años, y tue azotado con varas y palos, y apedreado
con lajas y rocas por monjes, monjas, laicas y laicos incontables, porque él
los veneraba a todos pronunciando estos veinticuatro ideogramas: «Siento profundo
respeto por vosotros. Jamás osaría trataros con desprecio o arrogancia. ¿Y por
qué? Porque todos estáis practicando el Camino del bodhisattva y sin falta
obtendréis la Budeidad. (6) El
bodhisattva Jamás Despreciar fue Shakyamuni en una de sus existencias pasadas.
El rey Suzudan cumplió tareas de servidumbre como criado del vidente Asita (7)
durante un millar de años, para poder recibir los cinco ideogramas de
Myoho-renge-kyo. Llegó, incluso, al extremo de tender su propio cuerpo como
lecho para que su amo se acostase en él. Y de resultas de esta práctica,
renació como el buda Shakyamuni.
El Sutra del loto de la
Ley prodigiosa consta de ocho volúmenes. Leer sus ocho volúmenes equivale, en
los hechos, a leer dieciséis, porque el sutra fue expuesto por el buda
Shakyamuni y corroborado por el buda Muchos Tesoros. Los dieciséis volúmenes, a
su vez, representan volúmenes innumerables, pues los budas de las diez
direcciones confirmaron su veracidad. De la misma manera, cada ideograma del
sutra equivale a dos, pues fue pronunciado por Shakyamuni y constatado por
Muchos Tesoros. Y, además, cada carácter equivale a infinidad de ideogramas,
pues la validez del sutra fue ratificada por los budas de las diez direcciones.
Los tesoros conferidos por una sola gema de los deseos equivalen a los que
otorgan dos piedras así o innumerables otras gemas semejantes. En forma
análoga, cada ideograma del Sutra del loto es como una sola gema que confiere
los deseos, y los incontables caracteres del Sutra son como incontables piedras
preciosas. El ideograma myo fue pronunciado por dos lenguas: la de Shakyamuni y
la de Muchos Tesoros. Las lenguas de estos dos budas son como una flor de loto
de ocho pétalos superpuestos, sobre los cuales descansa una gema: el ideograma
myo.
La joya de este
ideograma myo contiene todos los beneficios que recibió Shakyamuni El Que Así
Llega por haber practicado los seis paramitas en existencias pasadas: los que
obtuvo mediante la práctica de dar ofrendas cuando entregó su cuerpo a una
tigresa famélica (8) y cuando se sacrificó para salvar la vida de una paloma;
(9) el beneficio obtenido cuando fue el rey Shrutasoma y cumplió su palabra de
observar los preceptos aun sabiendo que ello le valdría la muerte; (10) los que
adquirió cuando fue un asceta llamado Entereza y soportó los tormentos
infligidos por el rey Kali; (11) los generados cuando fue el príncipe Sincero
Dador (12) y el asceta Shojari, (13) y todos sus otros beneficios. Nosotros,
los que vivimos en esta última época signada por la maldad, no hemos creado una
sola buena causa, pero Shakyamuni [al concedernos la joya de myo] nos otorgó
los mismos beneficios que si hubiéramos cumplido todas las prácticas de los
seis paramitas. Esto concuerda, precisamente, con la frase que dice: «Pero ahora,
estos tres mundos son mis dominios, y los seres vivos que habitan allí son,
todos, mis hijos». (14) Aun siendo seres humanos, sujetos a los deseos
mundanos, podemos adquirir al instante las mismas virtudes que el buda
Shakyamuni, pues recibimos todos los beneficios que él acumuló. El sutra
establece: «Con la esperanza de hacer que todas las personas fuesen iguales a
mí. sin que hubiese distinción alguna entre nosotros». (15) Esto significa que
los que creen en el Sufra del loto y lo practican son iguales al buda
Shakyamuni.
A modo de ejemplo, un
hombre y una mujer se unen en armonía conyugal para dar nacimiento a un hijo.
Nadie podrá negar que el hijo es carne y sangre de sus padres. La cría que
engendra el rey de los bueyes llega a ser rey de los bueyes, pero nunca un león
rey. El cachorro de un rey león llega a ser monarca de los leones; en cambio,
nunca será rey de los hombres o rey celestial. Los devotos del Sutra del loto
son hijos del buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas, exactamente como indica
el sutra: “Los seres vivos que habitan allí son, todos, mis hijos”. No les
resulta difícil llegar a ser reyes de la Ley, tal como lo fue el buda
Shakyamuni.
Sin embargo, cuando un
hijo falta a sus deberes filiales, no se le permite ocupar el lugar de sus
padres. El rey Yao tuvo un heredero llamado Tan Chu, y el rey Shun fue padre
del príncipe Shang Chün. Como ambos hijos renegaron de sus obligaciones, fueron
desheredados por sus padres y degradados a la condición de simples plebeyos. Ch’ung-hua
y Yü fueron hijos de plebeyos, pero ambos hicieron gala de un extraordinario
amor filial. Al enterarse de esta actitud, el rey Yao y el rey Shun mandaron
llamar a Ch’ung-hua y a Yü, y abdicaron el trono en favor de ellos. Así, dos
plebeyos se convirtieron en reyes en cuestión de un día. Y tal como un hombre
de clase baja puede ser monarca en una existencia, también una persona común
puede llegar a ser un buda en forma inmediata. Este es el corazón de la
doctrina sobre los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital.
¿Cómo, entonces, podemos
obtener este beneficio? ¿Debemos arrancarnos la piel como lo hizo el asceta
Aspiración a la Ley? ¿Debemos seguir el ejemplo del niño Montañas Nevadas y
ofrendar nuestro cuerpo a un demonio, o emular al bodhisattva Rey de la
Medicina y quemarnos los brazos? Como señaló el gran maestro Chang-an: «Las
elecciones de uno deben ser las adecuadas [a la época] y nunca ceñirse a una u
otra». (16) La práctica que debemos llevar a cabo para dominar la enseñanza
correcta y lograr la Budeidad depende de la época. Si no hubiese papel en el
Japón, usted debería arrancarse la piel. Si el Sutra del loto aún no se
conociera en nuestro país, y el único que supiera su contenido fuese un
demonio, en ese caso debería ofrendarle su cuerpo como alimento. Si no hubiera
aceite disponible en esta tierra, debería quemarse los brazos. Pero ¿de qué
sirve arrancarse la piel, cuando en esta nación hay papel grueso en abundancia?
Hsüan-tsang viajó por
toda la India durante diecisiete años en busca de las enseñanzas del Buda,
recorriendo una distancia de cien mil ris. Dengyo estuvo apenas dos años en la
China de la dinastía T’ang, pero para desembarcar en esas tierras debió navegar
tres mil ris por el mar embravecido. Todos ellos fueron hombres, venerables y
sabios, y vivieron en tiempos antiguos. Con todo, nunca he sabido de una sola
mujer que recorriera mil ris en busca del budismo como lo hizo usted. Es cierto
que la hija del Rey Dragón logró la iluminación con la forma que poseía, y que
a la monja Mahaprajapati le predijeron que llegaría a ser un buda en el futuro.
No estoy seguro, pero tal vez hayan sido formas femeninas adoptadas por budas o
bodhisattvas. Después de todo, dichos acontecimientos sucedieron durante la
existencia del Buda.
Las características del
hombre y de la mujer difieren a simple vista. El fuego es caliente, y el agua
es fría. Los pescadores tienen habilidad para atrapar peces, y los cazadores,
para capturar ciervos. Un sutra dice que las mujeres son proclives a la
envidia, pero nunca escuché que fuesen proclives al budismo. La mente de la
mujer se compara con la brisa refrescante; pero aunque uno pudiera inclinar el
viento, más difícil le resultaría escrutar el pensamiento de una mujer. Se dice
que este es como escribir en el agua, porque los caracteres no perduran en la
superficie. También suele compararse a las mujeres con los mentirosos, que a
veces dicen palabras verdaderas y a veces, falsedades. La mente de la mujer
también se compara con el río, pues todos los ríos tienen meandros.
Sin embargo, el Sutra
del loto contiene frases como “Descartando honestamente los medios hábiles...”,
(17) “Todo lo que has expuesto es la verdad”, (18) “honestos y rectos, de
bondadosa intención”, (19) y “bondadosos, pacíficos, honestos y rectos”. (20)
Por ende, los que creen en este sutra han de poseer una mente recta como la
tensa cuerda de un arco o como la guía de marcar de un carpintero. Uno podrá
llamar excremento al sándalo, pero esto no hará que huela como tal. No basta
con llamar honesto al mentiroso para que este se convierta en un hombre veraz.
Todos los su tras contienen enseñanzas de oro del Buda y palabras de verdad.
Pero cuando se los compara con el Sutra del loto, resultan ser falaces,
aduladores, injuriosos o contradictorios. (21) Sólo el Sufra del loto es la
verdad entre las verdades. Y sólo personas honestas pueden mantener la fe en
este sutra, una enseñanza libre de toda falsedad. Por cierto, usted es una
mujer que cree en las palabras verdaderas [del Buda].
¡Piénselo! Aunque uno
conociese a alguien capaz de cruzar el océano cargando el monte Sumeru sobre la
cabeza, jamás podría encontrar a una mujer como usted. Aunque uno conociese a
una persona capaz de cocer arena y obtener de ella arroz hervido, jamás podría
encontrar a una mujer como usted. Debe saber que el buda Shakyamuni, el buda
Muchos Tesoros, los budas de las diez direcciones que son manifestaciones
corpóreas de Shakyamuni, los grandes bodhisativas como Prácticas Superiores y
Prácticas Ilimitadas, y también Brahma, Shakra, los cuatro reyes celestiales y
las demás deidades estarán protegiéndola, tal como una sombra acompaña al
cuerpo. De todas las mujeres del Japón, usted es la más sobresaliente devota
del Sutra del loto. Por lo tanto, tomando como ejemplo al bodhisattva Jamás
Despreciar, le confiero el nombre budista de «Nichimyo la Venerable». (22)
Desde Kamakura,
provincia de Sagami, hasta el territorio septentrional de Sado, hay una
distancia de más de mil ris, a través de montañas traicioneras y de mares feroces.
Hay vendavales que soplan sin aviso y súbitas lluvias torrenciales; bandidos
agazapados en los montes, piratas que acechan en el mar, y bestiales pobladores
en cada puesto o paraje, donde los hombres viven como perros o tigres.
Seguramente, para usted habrá sido como sufrir en esta existencia los
padecimientos de los tres malos caminos. Pero, además, estamos pasando por un
período de agitación social. Desde el año pasado a esta parte, el país se ha
llenado de rebeldes; por fin, este año estalló el conflicto armado, el undécimo
día del segundo mes. (23) Estamos casi a fines del quinto mes, y sin embargo la
paz y la seguridad no han vuelto a reinar. Con todo, pese a los muchos riesgos
implícitos, usted viajó a Sado llevando consigo a su pequeña hija, pues sabía
que no podía dejarla al cuidado de su padre, de quien lleva largo tiempo
separada.
No alcanzo a imaginar
las dificultades que habrá sufrido durante la travesía; menos aun me atrevo a
describirlas en palabras, de modo que ahora daré descanso al pincel.
Nichiren
En el vigésimo quinto
día del quinto mes, noveno año de Bunei (1272), signo cíclico mizunoe-sartí.
A Nichimyo la Venerable
ANTECEDENTES
Nichiren Daishonin
escribió esta carta mientras se hallaba en Ichinosawa, isla de Sado, y se la
dirigió a una creyente de Kamakura que se había separado de su esposo siendo
joven. Poco se sabe de ella, salvo que emprendió el largo y peligroso viaje
desde Kamakura, con su pequeña hija Oto a cuestas, para visitar al Daishonin
durante su destierro. Este se sintió tan hondamente impresionado por esa
demostración de fe, que le envió esta carta y le confirió el nombre budista
«Nichimyo la Venerable» (Nichimyo significa “Sol Prodigioso”).
Cuando el Daishonin se
instaló en Minobu, la creyente volvió a viajar hasta allí para visitarlo.
Tiempo después, en el octavo mes de 1275, aquel le envió una carta dirigida a
su hija —texto que luego sería titulado La supremacía de la Ley—, en donde
sugiere que, en caso de necesidad, podrían refugiarse en Minobu y ser sus
huéspedes.
En la primera parte de
la carta, el Daishonin cita siete historias referidas a la práctica de
bodhisattva de Shakyamuni en existencias pasadas. A través de esas prácticas
rigurosas en busca de la iluminación budista, Shakyamuni pudo lograr la
Budeidad.
El Daishonin compara el
periplo de Nichimyo a Sado con tales austeridades de bodhisattva, y expresa
implícitamente que el espíritu de búsqueda de la mujer le asegurará la
iluminación.
En la parte siguiente,
explica que la práctica de su budismo no es tan difícil como la del budismo de
Shakyamuni, porque Nam-myoho-renge-kyo contiene todos los beneficios que el
Buda acumuló durante cuantiosas existencias practicando austeridades de
bodhisattva. Por ende, entonando Nam - myoho- renge- kyo, las personas comunes
podemos cosechar en esta existencia las mismas virtudes y beneficios que obtuvo
el buda Shakyamuni. Este es el tema central del escrito, donde el Daishonin
explica la esencia de su enseñanza: un ser humano común y corriente puede llegar
a ser un buda entonando Nam - myoho - renge-kyo.
En la parte final, el
Daishonin elogia su firme fe y le concede el título de «venerable», para
indicar que ella logrará la Budeidad.
NOTAS
1. Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría.
2. Sutra sobre la forma de saldar las deudas de gratitud.
3. Sutra del nirvana.
4. La historia aparece en el Sutra del nirvana.
5. Sutra del loto, cap. 23.
6. Ib., cap. 20.
7. La historia se narra en el capítulo «Devadatta» del Sutra del
loto, aunque no se menciona específicamente el nombre de Suzudan.
8. De acuerdo con el Sutra de la luz dorada, en una existencia
pasada Shakyamuni nació con la identidad del príncipe Sattva, hijo del rey
Maharatha, y se dedicó a practicar el paramita de la ofrenda. Se encontró con
una tigresa herida que acababa de dar a luz y, a causa de la debilidad, no
podía amamantar a sus crías. Al ver su padecimiento, ofrendó su propio cuerpo
para que ella se alimentara.
9. De acuerdo con “Guirnalda de relatos sobre nacimientos”, un
día la deidad Vishvakarman se disfrazó de paloma y Shakra adoptó la forma de un
halcón para poner a prueba al rey Shibi. El halcón persiguió a la paloma, y
esta voló a buscar refugio en la túnica del monarca, quien ofreció su propia
carne como alimento al halcón para salvarla. El rey Shibi fue Shakyanuni en una
existencia anterior, en la cual había practicado el paramita de la ofrenda.
10. Shrutasoma, también conocido como Brillo Universal, fue uno
de los nombres con que vivió Shakyaniuni en una existencia anterior, cuando fue
un rey dedicado a practicar el paramita de la observancia de preceptos. De
acuerdo con el Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría, el rey Brillo
Universal y noventa y nueve otros reyes (que, según otra fuente, eran
novecientos noventa y nueve) habían sido capturados por el rey Patas de Ciervo,
quien se disponía a darles muerte. El rey Brillo Universal pidió al rey Patas
de Ciervo que le permitiera cumplir una promesa que había hecho a determinado
monje, por la cual se había obligado a darle ofrendas. El Rey le concedió siete
días de gracia para que el prisionero cumpliera su compromiso, y este regresó a
su país, donde dio ofrendas al monje y transfirió el trono a su hijo. Tras
proclamar al pueblo que ningún precepto era tan importante como el de cumplir
las promesas, volvió a los dominios de Patas de Ciervo. Este quedó tan
impresionado con la sinceridad del monarca prisionero, que le devolvió la
libertad a él y a los demás reyes presos, y además se convirtió al budismo.
11. La historia aparece en el Sutra sobre los sabios y los
necios. El asceta Entereza fue Shakyamuni en una existencia anterior, cuando se
dedicó a practicar el paramita de la resistencia o perseverancia. Dicho asceta,
en una ocasión, se puso a predicar el citado paramita a las mujeres que
asistían al rey Kali de Varanasi. El Rey supuso que el asceta se proponía
seducirlas, y montó en cólera. Al ser informado de que aquel practicaba el
paramita de la perseverancia, el Rey le cortó manos, piernas, orejas y nariz.
Pero aquel no se inmutó. Su sangre se convirtió en leche, y su cuerpo sanó. Al
ver este prodigio, el Rey se arrepintió de su conducta y, a partir de ese
momento, protegió al asceta.
12. La historia aparece en el “Sutra sobre los sabios y los
necios”, y en otras fuentes. El príncipe Sincero Dador, nacido en una familia
real, senda gran pesar por los pobres y desventurados de su tierra, e imploró a
su padre que les donara todos sus tesoros. Cuando a este se le agotaron las
riquezas, el Príncipe fue al mar en busca de una fabulosa joya que concedía los
deseos, propiedad del Rey Dragón. Enfrentó muchos obstáculos, pero, finalmente,
pudo dar con la gema y volver con ella, para brindar a su pueblo toda clase de
tesoros. Este príncipe fue Shakyamuni en una existencia anterior.
13. Shojari fue el nombre con que se conoció a Shakyamuni en una
existencia pasada, en la cual, como asceta, practicó el paramita de la
meditación. De acuerdo con el Tratado sobre la gran perjección de la sabiduría,
mientras Shojari estaba meditando, un ave anidó en su pelo y puso allí varios
huevos. Un día, Shojari experimentó una profunda revelación, pero consciente de
que sostenía los huevos sobre su cabeza, no se movió hasta que los polluelos
rompieron el cascarón y echaron a volar.
14. Sutra del loto, cap. 3.
15. Ib., cap. 2.
16. Comentario sobre el «Sutra del nirvana».
17. Sutra del loto, cap. 2.
18. Ib., cap. 11.
19. Ib., cap. 16.
20. Ib.
21. Alusión a las cuatro faltas verbales: mentir, adular (o
hablar de manera errática e irresponsable), difamar y hablar con hipocresía.
22. En el vigésimo capítulo del Sutra del loto, el bodhisattva
Jamás Despreciar trata con respeto a todas las personas por reconocer en ellas
su Budeidad innata, y predice que llegarán a ser budas en el futuro. Con este
mismo espíritu, Nichiren Daishonin confiere a la destina-tari a de la carta el
nombre budista «Nichimyo la Venerable». Nichi, de Nichimyo, es el mismo
ideograma presente en el nombre «Nichiren», y alude al Sol, mientras que myo,
‘prodigioso’, es el mismo carácter que aparece en Myoho-renge-kyo.
23. Hojo Tokisuke, medio hermano mayor del regente HojoTokimune,
había conspirado para arrebatarle el poder, pero Tokimune se enteró del plan y
enseguida lo reprimió; además, mandó asesinar a su hermano.