38. SOBRE LA ORACIÓN. Nichiren, el shramana del Japón.
Pregunta:
De las distintas clases de oración basadas en las enseñanzas de las escuelas
Guirnalda de Flores, Características del Dharma y Tres Tratados, de las tres
escuelas del Hinayana, (1) o de las escuelas Palabra Verdadera o Tendai,
¿cuáles son eficaces?
Respuesta:
En cierto sentido, a todas se las puede considerar oraciones, puesto que
representan la prédica del Buda. Pero las que se cumplen, sin falta, son las
que se basan en el Sutra del Loto.
Pregunta:
¿Por qué razón?
Respuesta: Las personas de los
dos vehículos jamás pudieron lograr la Budeidad -ni aun al cabo de kalpas
numerosos como las partículas de polvo de la tierra- practicando los sutras
correspondientes a los cuatro sabores. En cambio, les bastó con escuchar el Sutra
del Loto apenas un instante para llegar a ser budas. Por tal razón, Shariputra,
Mahakasbyapa y los otros conocidos como los mil doscientos [arhats] y los doce
mil [arhats], (2) y todos los demás practicantes de los dos vehículos que
lograron la Budeidad, sin falta responderán a las oraciones de quienes
practiquen el Sutra del loto, y se harán cargo de los dolores que estos
padezcan.
De
tal suerte, en el capítulo “Creencia y comprensión” [del Sutra del loto] leemos:
«El Honrado por el Mundo, en su gran amor compasivo, se vale de algo
extraordinario, con su piedad y bondad nos enseña y convierte, y nos brinda
beneficios. ¿Quién podría retribuirle jamás, ni siquiera en incontables
millones de kalpas. Aunque le ofrezcamos nuestras manos y pies, inclinemos
nuestra cabeza en respetuoso gesto de sumisión y entreguemos toda suerte de
ofrendas, ninguno de nosotros podría jamás llegar a retribuirle. Aunque lo
alcemos y carguemos sobre nuestras cabezas, aunque lo llevemos en andas sobre
los hombros, aunque durante kalpas numerosos como los granos de arena del
Ganges lo reverenciemos de todo corazón, aunque vengamos con finos manjares,
con incontables ropas alhajadas, con mantas y edredones, con clases diversas de
pócimas y remedios, con sándalo “cabeza de buey” y toda clase de gemas
exóticas, aunque construyamos torres en su memoria y cubramos el suelo con
túnicas tachonadas de joyas, aunque hiciéramos todo esto a guisa de ofrenda,
durante kalpas cuantiosos como los granos de arena del Ganges, así y todo,
jamás saldaríamos nuestra deuda con él».
En
este pasaje del Sutra, los cuatro grandes discípulos que escuchan la voz,
después de recibir el mensaje del capítulo «Parábolas y semejanzas» y de
aprender cómo pueden llegar a ser budas, expresan la dificultad de saldar su
deuda de gratitud con el Buda y con el Sutra del loto. Vemos entonces que para
las personas de los dos vehículos, los practicantes de este Sutra son más
importantes aun que sus propios padres, sus amados hijos, sus dos ojos, su
cuerpo o su vida.
No
creo que los grandes discípulos que escuchaban la voz, como Shariputra y
Maudgalyayana, lleguen a abandonar a un practicante que elogia cualquiera de
las enseñanzas expuestas por el Buda en el transcurso de su existencia. Sin
embargo, cabe la posibilidad de que sientan algún resquemor por los sutras
predicados antes que el Sutra del loto. Porque, en ellos, se había advertido
enérgicamente que «[los que escuchaban la voz] eran, dentro de las enseñanzas
del Buda, como semillas echadas a perder». (3) Pero entonces, en un inesperado
golpe de buena fortuna, todos esos discípulos que escuchaban la voz se
convirtieron en Los Que Así Llegan, con nombres como Fulgor de Flor, Forma
Extraordinaria y Brillo Universal. (4) Habrán
sentido como si los montes K’un-lun se abrieran ante ellos y pudieran entrar en
esas montañas colmadas de tesoros. Por eso, expresan su agradecimiento
diciendo: «Este cúmulo de joyas inapreciables ha llegado a nosotros sin que lo
hayamos buscado». (5)
No
puede haber dudas, entonces, de que las personas de los dos vehículos
protegerán al practicante del Sutra del loto. Hasta las criaturas inferiores
reconocen sus deudas de gratitud: el ánsar conocido como ganso silvestre
invariablemente cumple sus deberes filiales con el ave que le dio vida, cuando
ella está por morir. Y el zorro jamás olvida su vieja colina. (6) Si hasta los
animales hacen tales cosas, ¿cómo no habrían de actuar así los seres humanos?
Un
hombre llamado Wang Shou viajaba por un camino cuando, de pronto, se sintió
exhausto y hambriento. A la vera de la ruta había un ciruelo cargado de frutos.
Wang Shou se alimentó y sació el hambre. Pero pensó: «He comido los frutos de
este ciruelo, que me han devuelto las fuerzas y el ánimo. No sería correcto que
dejase de retribuir tales favores». Habiendo hablado así, se quitó la túnica y
la colgó del árbol antes de proseguir su camino.
Un
hombre llamado Wang Yin tuvo sed mientras viajaba por una carretera. Cruzó un
río y bebió de él, y luego arrojó una moneda a las aguas como pago por el favor
recibido.
Los
dragones protegen de manera infalible a los monjes que llevan puesta la
sobrepelliz budista. Esto se debe a que, en una ocasión, el Buda le dio a un
dragón una sobrepelliz, y este, al colocarla sobre su amado hijo en el palacio
de los dragones, impidió que el pequeño fuese devorado por las aves conocidas
como garudas.
Los
garudas protegen sin falta a quienes tratan a sus padres con devoción filial.
Los dragones solían sacudir el monte Sumeru para hacer caer de sus nidos a los
pichones de garudas y devorarlos. Pero el Buda indicó a los garudas que tomaran
las ofrendas de arroz, que los monjes apartaban de aquellas limosnas entregadas
por personas con sentido de la devoción filial. Y les dijo que depositaran ese
arroz en la cima del monte Sumeru. De esa forma, los garudas impidieron que los
dragones devoraran a sus hijos.
El
cielo invariablemente protege a la persona que observa los preceptos y practica
el bien. En casi todos los casos, los que nacen en el reino humano y no
observan los preceptos ni practican el bien deben renacer en el reino de los
asuras. Pero cuando los seres en el reino de los asuras crecen mucho en número,
se tornan arrogantes y acaban ofendiendo a los cielos sin excepción.
No
obstante, si las personas que nacen en el mundo humano observan los preceptos y
practican el bien, cuando mueren renacen sin falta en el reino de los seres
celestiales. Y cuando los seres en este reino crecen mucho en número, los
asuras se asustan y no osan actuar contra los cielos. Por ese motivo, los
cielos protegen sin falta a los que observan los preceptos y practican el bien.
Las
personas de los dos vehículos superan a la gente común de los seis caminos en
sabiduría y en virtudes derivadas de observar los preceptos. Por lo tanto,
¿cómo podrían abandonar a los que practican el Sutra del loto, si este sutra
fue el medio que les permitió lograr la Budeidad?
Por
otro lado, los bodhisattvas y las personas comunes habían practicado durante
incontables kalpas las enseñanzas de los muchos sutras predicados en los
cuarenta y tantos años anteriores al Sutra del loto, con el fin de llegar a ser
budas, sin que uno sólo de ellos pudiera lograr la Budeidad. En cambio, lo
hicieron cuando practicaron el Sutra del loto. Esos budas de los mundos de las
diez direcciones poseen los treinta y dos rasgos y las ochenta características
distintivas, y son respetados por los seres vivos de los nueve estados así como
las estrellas se agrupan alrededor de la Luna, o como las ocho montañas rodean
el monte Sumeru; así como la población de los cuatro continentes venera al Sol
o como las personas comunes admiran a los reyes que hacen girar la rueda. El
hecho de que estos budas sean tan respetados ¿no se debe a los beneficios y
recompensas del Sutra del loto?
Por
lo tanto, en el Sutra del loto, el Buda profiere esta advertencia: “No hay
necesidad de entronizar allí las reliquias del Buda”. Y en el Sutra del nirvana
se lee: «Lo que los budas adoptan como maestro es la Ley. Por ende, Los Que Así
Llegan la honran, la respetan y le hacen ofrendas».
En
el pasaje del Sutra del loto, el Buda dice que sus reliquias no necesitan ser
entronizadas en el stupa junto con el Sutra del loto. Y la cita del Sutra del
nirvana afirma que los budas deben honrar, respetar y ofrendar al Sutra del
loto.
Los
budas pudieron lograr la Budeidad, porque fueron iluminados por el Sutra del
loto. Si no predicasen este Sutra a los demás, estarían negándoles las semillas
de la Budeidad, lo cual sería una mala acción. Con ese motivo, Shakyamuni El
Que Así Llega apareció en este mundo saha y se dispuso a exponerlo. Pero el Rey
Demonio del Sexto Cielo, conocido también como la oscuridad fundamental, se
apoderó del cuerpo de todas las personas y las indujo a odiar al Buda y a
impedirle su prédica.
Fue
así como un rey llamado Virudhaka asesinó a quinientos miembros del clan
shakya; Angulimala persiguió al Buda; Devadatta despeñó una inmensa piedra en
dirección a él, y Chincha, hija de un brahmán, se ató una escudilla al vientre
y fingió estar esperando un hijo engendrado por él.
El
noble de una ciudad brahmanista proclamó que impondría una pena de quinientos
ryos de oro a cualquiera que invitase al Buda a la ciudad. Esto hizo que los
pobladores vallaran el camino con espinos, obstruyeran las fuentes con
estiércol, construyeran barricadas de púas en las puertas de la ciudad y
envenenaran la comida del Buda, y todo a causa del odio que sentían por él.
La
monja Utpalavarna fue asesinada; Maudgalyayana murió a manos de un brahmán de
la escuela Bastón de Bambú, y Kalodayin fue sepultado en bosta de caballo, y
todo por hostilidad al Buda.
No
obstante, el Buda logró sobrevivir a sus muchas pruebas y, a los setenta y dos
años, cuarenta y dos después de haber comenzado a predicar las enseñanzas
budistas, en un monte de la India central llamado Gridhrakuta, al nordeste de
la ciudad de Rajagriha, comenzó a predicar el Sutra del loto. Lo hizo durante
ocho años. Y entonces, a orillas del río Ajitavati, en la ciudad de
Kushinaeara, India oriental, en mitad de la noche del decimoquinto día del
segundo mes, a sus ochenta años, entró en el nirvana.
Pero
antes, había revelado su iluminación en el Sutra del loto. Por lo tanto, las
palabras de este Sutra son, en realidad, el corazón de Shakyamuni El Que Así
Llega. Y ya que cada palabra constituye el alma del Buda, Shakyamuni El Que Así
Llega protegerá a los que practiquen este Sutra como a sus propios ojos. Los
acompañará del mismo modo que la sombra sigue al cuerpo. ¿Cómo pensar que las
oraciones de tales personas puedan quedar sin respuesta?
Durante
los primeros cuarenta y tantos años de enseñanza del Buda, incontables
bodhisattvas trataron de lograr la Budeidad mediante los sutras —desde el
primero, el Sutra de La guirnalda de flores—, sin tener éxito en su propósito.
Pero cuando el Buda predicó el capítulo «Medios hábiles» del Sutra del loto y
anunció la sustitución concisa de los tres vehículos por el vehículo único, (8)
«los bodhisattvas ávidos de llegar a ser budas, que, en número de ochenta mil,
sumaban una nutrida fuerza, y los reyes que hacen girar la rueda, provenientes
de diez mil millones de tierras, todos unen las palmas de sus manos y, con
actitud reverente, anhelan escuchar las enseñanzas sobre lo perfectamente
dotado». Y cuando, a raíz de ello, escucharon la sustitución extensa de los
tres vehículos por el vehículo único, sintieron lo que dice el sutra: «Cuando
los bodhisattvas escuchen esta Ley, se verán liberados de las redes de la duda».
(9)
En
ese momento, llegó una congregación de bodhisattvas de este mundo y de otras
regiones, incontables como cúmulos de nubes o constelaciones de estrellas. Y
cuando el Buda dio comienzo al capítulo «La Torre de los Tesoros», se sumaron
budas de las diez direcciones, cada uno acompañado de un séquito de
incalculables bodhisattvas.
Manjushri
apareció desde el mar en compañía de incontables bodhisattvas, (10) además,
vinieron los ochocientos mil millones de nayutas de bodhisattvas, (11) los
bodhisattvas numerosos como los granos de arena de ocho ríos Ganges; (12) los
que irrumpieron de la tierra, numerosos como las partículas de polvo de mil
mundos; (13) los bodhisattvas numerosos como los granos de arena de seiscientos
y de ochenta decenas de miles de millones de nayutas de ríos Ganges, que
aparecen en el capítulo «Distinciones de beneficios»; los bodhisattvas
multiplicados por mil; los bodhisattvas numerosos como las partículas de polvo
de un mundo; los bodhisattvas numerosos como las partículas de polvo de un gran
sistema planetario; los bodhisattvas numerosos como las partículas de polvo de
un sistema planetario mediano; los bodhisattvas numerosos como las partículas
de polvo de un sistema planetario pequeño; los bodhisattvas numerosos como las
partículas de polvo de cuatro mundos de cuatro continentes o como las
partículas de polvo de tres mundos de cuatro continentes, de dos mundos de
cuatro continentes o de un mundo de cuatro continentes; y muchos otros seres
cuantiosos como las partículas de polvo de ocho mundos.
También
acudieron los ochenta y cuatro mil bodhisattvas del capítulo «Rey de la
Medicina»; los ochenta y cuatro mil bodhisattvas y los cuarenta y dos mil hijos
celestiales del capítulo «Sonido Maravilloso»; las ochenta y cuatro mil personas
del capítulo «El pórtico universal»; las sesenta y ocho mil personas del
Capítulo«Dharani»; las ochenta y cuatro mil personas del capítulo «Rey Adorno
Maravilloso»; los bodhisattvas numerosos como los granos de arena del Ganges y
los del capítulo «El aliento [del bodhisattva Sabio Universal]», numerosos como
las partículas de polvo de un gran sistema planetario.
Si
tuviésemos que contarlos, serían tantos como las partículas de polvo de los
mundos de las diez direcciones, como las plantas y los árboles de estos mundos;
como sus estrellas y sus gotas de lluvia. Todos estos seres lograron la
Budeidad mediante el Sutra del loto, y todos viven sobre la tierra, bajo la
tierra o en el cielo de nuestro actual gran sistema planetario.
El
honorable Mahakashyapa reside en el monte Kukkutapada; Manjushri habita en el
monte Claro y Fresco; el bodhisattva Acervo de la Tierra lo hace en el monte
Kharadiya; Percibir los Sonidos del Mundo vive en el monte Potalaka; el
bodhisattva Maitreya mora en el cielo de Tushita; Nanda y los incontables otros
reyes dragones y los reyes asuras residen en el fondo del mar o en la costa;
Shakra habita en el cielo de las treinta y tres deidades; Brahma, en el cielo
de la Cumbre del Ser; Maheshvara, en el sexto cielo de El Que Disfruta
Libremente de las Cosas Conjuradas por los Demás; los cuatro reyes celestiales
viven en las laderas del monte Sumeru; y el Sol, la Luna y las constelaciones
aparecen ante nuestros ojos y refulgen sobre nuestras cabezas. Además, las
deidades de los ríos, arroyos y montañas también se contaron entre los
honorables que estuvieron presentes en la asamblea en que se predicó el Sutra
del loto.
Desde
que el Buda expuso ese sutra, ya han transcurrido más de dos mil doscientos
años. La vida de los seres humanos es corta; por lo tanto, hoy ya no quedan
personas que hayan visto al Buda con sus propios ojos. Pero, en el reino
celestial, la duración de un día es muy larga, como lo es también la vida de
sus habitantes. Por tal motivo, todavía quedan incalculables seres celestiales
que han visto al Buda y lo han escuchado predicar el Sutra del loto.
Cincuenta
años de vida humana son apenas un día y una noche en la vida de los seres que
pueblan el cielo de los cuatro reyes celestiales. Y estos seres celestiales,
con sus días y noches de tan larga duración, con meses de treinta días como
aquellos, y años de doce meses como estos, viven hasta los quinientos años. Por
lo tanto, más de dos mil doscientos años de vida humana equivalen apenas a
cuarenta y cuatro días de vida para los que habitan el cielo de los cuatro
reyes celestiales.
Entonces,
desde el punto de vista de las deidades del Sol y de la Luna, y del rey
celestial Vaishravana, han pasado sólo cuarenta y cuatro días —o sea, menos de
dos meses—, desde que el Buda falleció.
Y
desde el punto de vista de Shakra y de Brahma, no ha transcurrido ni siquiera
un mes, ni siquiera una hora, desde que partió el Buda. En un lapso tan breve,
¿cómo podrían haber olvidado estos seres celestiales el juramento que hicieron
en presencia del Buda, o la deuda de gratitud contraída con el Sutra que les
hizo posible lograr la Budeidad, y haber abandonado a los practicantes del
Sutra del loto? Si lo pensamos de este modo, sentimos una gran tranquilidad.
Por
eso, sabemos que las oraciones de un practicante del Sutra del loto serán
respondidas tal como el eco acompaña el sonido, como la sombra sigue a un
cuerpo, como la luna se refleja en el agua límpida, como el rocío se condensa
sobre un espejo, (14) como el imán atrae al hierro, como el ámbar adhiere el
polvo o como un espejo bruñido refleja el color de los objetos.
Con
respecto a las costumbres del mundo ordinario, aunque un hombre no tenga ganas
de hacer determinada acción, frente al ruego de sus padres, soberano, maestros,
esposa o hijos, o amigos de confianza, si es un individuo de conciencia hará a
un lado sus propios deseos y sacrificará honra y provecho -y hasta la vida- con
tal de llevarla a cabo. ¡Cuánto mayor será su empeño, entonces, si la tarea
involucrada es algo que le dicta su propio corazón! En tal caso, ni siquiera
sus padres, soberano o maestros podrían impedir que la llevara a cabo.
Por
esta razón, un sabio llamado Fan Yü-ch'i se cortó la cabeza para poder
obsequiársela a Ching K’o. Y Chi-cha, habiendo jurado que daría su espada al
señor de Hsü, la depositó sobre la tumba de su amo.
En
la asamblea del Pico del Aguila, la hija del Rey Dragón logró la Budeidad con
la forma física que poseía. (15) En los suftas del Hinayana, a las mujeres se
las despreciaba porque vivían constreñidas bajo las espesas nubes de los cinco
impedimentos, y sujetas por las firmes cuerdas de las tres clases de
obediencia; y en los sutras del Mahayana expuestos durante los primeros
cuarenta y tantos años de prédica del Buda, a las mujeres se las rechazaba
porque se las creía incapaces de mantener la práctica religiosa a lo largo de
prolongados kalpas. O aunque se aceptaba que «podrían lograr la iluminación la
primera vez que concibieran el deseo de hacerlo», (16) esto se indicaba sólo
como una posibilidad teórica, sin ejemplos que lo corroboraran. Así que, de
hecho, a las mujeres se les negaba el logro de la Budeidad.
Así
las cosas, ni siquiera una sola mujer en el reino humano o celestial tenía
esperanza de hallar el Camino que le permitiera llegar a ser buda. ¡Cuántas
menos esperanzas tendría esta niña [descrita en el Sufra del loto], una humilde
criatura nacida entre dragones, que, lejos de haber alcanzado la madurez,
apenas tenía ocho años! Y sin embargo, en contra de todo k) esperado y gracias
a la instrucción de Manjushrí, en el corto lapso transcurrido entre los
capítulos «Maestro de la Ley» y «Devadatta», mientras el Buda predicaba el
capítulo «La Torre de los Tesoros», ella logró la Budeidad en medio del océano.
¡Fue un suceso extraordinario y espléndido! ¿Cómo podría haber ocurrido, de no
haber sido por el poder del Sufra del loto, supremo entre todas las enseñanzas
del Buda?
Por
eso, Miao-lo comenta así este hecho: «Aquí el Sutra demuestra su poder
revelando que la práctica es superficial, pero el beneficio resultante es
realmente profundo». (17) Ya que la niña dragona pudo lograr la Budeidad
mediante este sutra, ella jamás abandonaría a un practicante del Sufra del
loto, aun sin que el Buda tuviera que recordarle su obligación de protegerlo.
Por eso, en la estrofa que pronunció en alabanza al Buda, expresó: «Despliego
las doctrinas del gran vehículo para rescatar a los seres vivos del
sufrimiento». (18)
Su
juramento fue el mismo que hizo toda su cohorte —es decir, la totalidad de las
criaturas conocidas como dragones— en número tan vasto que «la boca no alcanza
a expresar ni la mente, a escrutar». (19) El rey dragón Sagara, aun siendo una
criatura inferior, amaba profundamente a su hija. Por lo tanto, tomó el mejor
tesoro del gigantesco océano -una joya que concedía los deseos— e hizo que ella
se lo entregara al Buda a modo de ofrenda, en reconocimiento por haber logrado
la Budeidad con la forma física que poseía. Y el valor de esa joya era tan
inmenso como el de un gran sistema planetario.
Devadatta
fue nieto del rey Simhahanu; a la vez, hijo del rey Dronodana —quien, por su
parte, era tío del buda Shakyamuni— y hermano mayor del honorable Ananda. Su
madre era hija del próspero Suprabuddha. Integraba, entonces, la familia de un
rey que hacía girar la rueda y ostentaba una posición social encumbrada en el
continente meridional de Jamdudvipa.
Cuando
Devadatta aún era parte del mundo secular, quiso casarse con una mujer llamada
Yashodhara, que finalmente fue conquistada por el príncipe Siddhartha. Desde
ese momento, Devadatta lo consideró su archienemigo de existencias pasadas.
Tiempo
después rompió relaciones con su familia y se unió a la Orden budista, pero en
ocasiones, frente a grandes congregaciones de seres humanos y celestiales, el
Buda lo censuró diciendo que era un necio o que comía los escupitajos ajenos.
Por otro lado, al ser Devadatta un hombre muy apegado a la fama y al interés
personal, envidiaba la atención de la que era objeto el Buda. Y en su afán de parecer
más admirable que este, se propuso observar las cinco prácticas ascéticas.
Forjó una pieza de hierro con la forma de una rueda de mil radios [para
marcársela a fuego en las plantas de los pies], atrapó luciérnagas para
ponérselas juntas en el entrecejo y hacer ver que llevaba un mechón de cabello
blanco entre las cejas, y aprendió de memoria las sesenta mil y las ochenta mil
enseñanzas alhajadas. (20) Erigió una plataforma de ordenación sobre el monte
Gayashirsha y atrajo a su alrededor a muchos de los discípulos del Buda. Se
untó las uñas con veneno para, así, emponzoñar los pies del Buda. Mató a golpes
a la monja Utpalavarna y arrojó cuesta abajo una gigantesca roca en dirección
al Buda, quien salió del incidente con un dedo del pie lastimado. Cometió tres
faltas capitales y, en última instancia, se rodeó de cuanta mala persona había
en las cinco regiones de la India con el afán de perjudicar al Buda, a sus
discípulos y a sus seguidores laicos.
El
rey Bimbisara era el principal benefactor laico del Buda. Cada día, enviaba
quinientos carruajes con ofrendas destinadas a este y a sus discípulos. Pero
Devadatta, acicateado por su intensa envidia, comenzó a hablar con [el hijo del
monarca,] el príncipe Ajatashatru y, alcabo de un tiempo, lo convenció de que
eliminara a su padre, a quien atravesó con picas de dos metros de largo.
Por
fin, se abrió una profunda grieta en la tierra ante el pórtico septentrional de
Rajagriha, la ciudad capital, y Devadatta cayó en la temible fortaleza del
infierno Avichi. Y no quedó un solo ser en el gran sistema planetario que no
fuese testigo de este hecho.
Uno
supondría que, a raíz de ello, Devadatta jamás podría escapar de la gran
fortaleza del infierno del sufrimiento incesante, aunque pasaran tantos kalpas
como partículas de polvo hay sobre la tierra. Y sin embargo, por sorprendente
—y admirable— que esto pueda parecer, en el Sutra del loto leemos que llegó a
ser [un buda llamado] El Que Así Llega Rey Celestial. Ahora bien, si Devadatta
pudo llegar a ser un buda, con seguridad también pudieron escapar del penoso
infierno del sufrimiento incesante todas las demás malas personas que se
dejaron tentar por él, en número incalculable, ya que estas habían compartido
sus mismas causas y efectos kármicos.
Esto
se debe por completo a los beneficios y recompensas del Sutra del loto. Gracias
a ellos, Devadatta y las incontables personas que lo asistieron hoy pueden
vivir en la casa de los practicantes del Sutra del loto [para brindarles su
protección]. ¡Qué idea tan reconfortante!
Los
diversos bodhisattvas numerosos como las partículas de polvo de la tierra
habían llegado hasta el nivel de la iluminación casi perfecta, es decir que se
habían liberado de todo menos de su oscuridad fundamental. Cuando por fin
tuvieron la fortuna de conocer a Shakyamuni El Que Así Llega, pensaron que
podrían demoler la gran roca de la oscuridad fundamental. Con todo, en los
primeros cuarenta y tantos años de su vida de prédica, Shakyamuni, señor de las
enseñanzas, dijo que podía explicar las causas de la iluminación, pero no sus
efectos.
Y
no les reveló claramente los beneficios de la perfecta iluminación. Fue así
como ni uno sólo de ellos pudo avanzar hasta el estadio de la iluminación
perfecta, en contra de todas sus expectativas.
Pero durante sus ocho años de prédica en el Pico del Águila, el Buda
reveló los efectos de la iluminación, conocidos como el vehículo único de la
Budeidad. En ese momento, todos los bodhisattvas avanzaron al estadio de la
iluminación perfecta v. entonces, su iluminación fue igual a la de Shakyamuni
El Que Así Llega. Fue como si hubieran llegado a la cumbre del monte Sumeru y
pudiesen ver en las cuatro direcciones. Todo se volvió brillante y claro, como
si el sol hubiese irrumpido en mitad de una larga noche.
Y
sin que el Buda lo hubiera ordenado, decidieron propagar las enseñanzas del Sutra
del loto y asumir como propios los sufrimientos de sus practicantes.
Por
eso, hicieron este juramento: «No nos preocupan el cuerpo o la existencia; sólo
vivimos pendientes del Camino insuperable», (21) «Sin jamás escatimar el cuerpo
o la vida» (22) o «Predicaremos este sutra a lo ancho y a lo largo». (23)
Por
otro lado, en ese lugar estaban el buda Shakyamuni, como padre cordial; el buda
Muchos Tesoros, como madre bondadosa, y los budas de las diez direcciones, como
progenitores afectuosos, presentes para sumar su testimonio. Así que fue como
si hubiesen aparecido dos lunas o dos soles juntos.
En
ese momento, el Buda habló tres veces en son de advertencia: «Entonces, digo a
la gran asamblea: cuando yo haya pasado a la extinción, ¿quién de vosotros
podrá aceptar y mantener, leer y recitar este Sutra? ¡Que ahora, en presencia
del Buda, esa persona dé un paso adelante y pronuncie su juramento!». (24)
Al
oír esto, los grandes bodhisattvas que colmaban cuatrocientas decenas de miles de
millones de nayutas de tierras en cada una de las ocho direcciones se
inclinaron, bajaron la cabeza, unieron las palmas de las manos y alzaron la voz
al unísono proclamando: «Respetuosamente llevaremos a cabo todas estas cosas,
tal como nos lo ha encomendado el Honrado por el Mundo». (25) Tres veces
repitieron esta declaración, sin escatimar la voz. ¿Cómo no asumirían como
propios los sufrimientos del practicante del Sutra del loto?
Fan
Yü-ch’i dio su cabeza a Ching K’o; Chi-cha depositó su espada sobre la tumba
del señor de Hsü. Ambos hombres actuaron así para no dejar incumplidas sus
promesas. Si estas personas oriundas de la China -una tierra distante de la
cuna del budismo- pudieron sacrificar su vida o dejar sobre una sepultura una
espada que apreciaban más que su propia existencia, ¡cuánto más cabría esperar
de los grandes bodhisattvas, que desde el comienzo han sido seres de gran
benevolencia, comprometidos a sufrir en bien de los demás! ¿Podrían abandonar
al practicante del Sutra del loto, aun cuando el Buda no se lo hubiera
prohibido?
Más
aún, si estos bodhisattvas pudieron lograr la Budeidad fue gracias al Sutra del
loto; y como el Buda se lo recomendó especialmente, hicieron un solemne
juramento en su presencia. Por eso, no puede haber dudas de que ayudarán al
practicante del Sutra del loto.
El
Buda es el soberano de los mundos humano y celestial, y el padre de todos los
seres vivos. Además, es el maestro que guía y abre el Camino. Alguien que es
padre, si pertenece a una baja clase social, no puede ser al mismo tiempo
soberano. Y alguien que es soberano, si no es padre, puede llegar a infundir
temor. A la vez, aunque alguien sea soberano y padre, no necesariamente por eso
habrá de ser maestro.
Los
diversos budas [salvo Shakyamuni] pueden ser considerados soberanos, ya que se
los conoce como los Honrados por el Mundo. Pero como no se manifiestan en este
mundo saha, no son maestros. Tampoco declaran: «Los seres vivos que habitan
allí son, todos, mis hijos». Por tal razón, sólo el buda Shakyamuni cumple las
tres funciones de soberano, maestro y padre.
No
obstante, durante los primeros cuarenta y tantos años de su vida de prédica.
Shakyamuni maldijo a Devadatta, censuró a los practicantes que escuchaban la
voz y rehusó enseñar a los bodhisattvas las doctrinas referidas a los frutos de
la iluminación. Y esto llegó a perturbar en tal medida a las personas que,
aunque no lo expresaran en forma abierta a los demás, por momentos se
preguntaban si ese Buda, en realidad, no sería Papiyas, el Rey Demonio del
Sexto Cielo.
Siguieron
albergando tales dudas durante más de cuarenta años, hasta que comenzó la
prédica del Sutra del loto. Y entonces, durante esos ocho años en el Pico del Águila,
apareció la Torre de los Tesoros en el aire, y los dos Budas (27) se sentaron
en ella, lado a lado, como el sol y la luna. Y sobre la tierra fueron tomando
posición los muchos otros budas, como un gigantesco macizo de montañas; y en el
aire, como una constelación de estrellas, se ubicaron los bodhisattvas
numerosos como las partículas de polvo de mil mundos, que habían irrumpido de
la tierra. Y el Buda reveló los beneficios de los que gozan todos los budas
como resultado de su iluminación. Fue como si alguien hubiese abierto un arca
llena de tesoros ante la gente pobre para obsequiarle su contenido, o como si
hubiesen quedado al descubierto las muchas riquezas ocultas en los montes
K’un-lun.
Durante
esos ocho años, las personas que formaron parte de la asamblea tomaron profunda
conciencia de estar viviendo hechos tan extraordinarios como prodigiosos; para
ellas, fue como extraer puras piedras preciosas. Los bodhisattvas, sin
escatimar la vida, sin ahorrar palabras, juraron llevar a cabo todo lo que el
Buda les había encomendado. Y entonces, en el capítulo «La transferencia»,
Shakyamuni El Que Así Llega salió de la Torre de los Tesoros y cerró sus
puertas. A partir de ese momento, todos los demás budas retornaron a sus
tierras, y los bodhisattvas que habían llegado con ellos se marcharon en
compañía de los budas.
La
gente se fue quedando más y más sola, hasta que, entonces, el Buda anunció: «En
tres meses, ingresaré en el nirvana». (28) La noticia tomó a todos por
sorpresa, y medró más aún su sensación de abandono y soledad.
Pero
como habían escuchado el Sutra del loto, los bodhisattvas, las personas de los
dos vehículos y los demás seres humanos y celestiales sentían un inmenso
agradecimiento al Buda por su gran bondad, y querían mostrarle que estaban
dispuestos a sacrificar el cuerpo y la vida en bien del Sutra del loto. «¡Sería
terrible -pensaron con el corazón trémulo de angustia-que el Buda realmente
entrara en el nirvana, como acaba de anunciar!»
En
ese momento, el decimoquinto día del segundo mes, entre la hora del tigre y la
hora de la liebre (entre las tres y las siete de la mañana), teniendo el Buda
ochenta años, a orillas del río Ajitavati, en la ciudad de Kushinagara, país de
Shravasti, India oriental, se oyó la voz del Buda anunciando que pasaría a la
extinción. Su clamor remontó las alturas hasta el cielo de la Cumbre del Ser y
reverberó en todo el gran sistema planetario. (29) Y los ojos de las personas
se nublaron, y los corazones se llenaron de congoja.
Y
en las cinco regiones de la India —con sus dieciséis grandes estados, sus
quinientos estados medianos, sus diez mil estados pequeños y sus incontables
estados minúsculos esparcidos como granos de mijo—, la gente se congregó sin demorar
en ataviarse o en juntar provisiones, y sin hacer distinciones de clase o de
posición social. Y también formaron multitud bueyes y caballos, lobos y perros,
águilas y buitres, tábanos y jejenes, hasta sumar cincuenta y dos especies
distintas. Y el número de criaturas de cada especie era incontable como las
partículas que forman la tierra, para no mencionar la cantidad acumulada de
todas las especies juntas.
Todas
estas criaturas, como última ofrenda al Buda, trajeron flores, incienso,
ropajes y alimentos. Y sus voces resonaron de pesar, lamentando que el puente
alhajado de todos los seres vivos estuviera a punto de desplomarse; que el ojo
de todos los seres pronto fuera a cerrarse; que el padre, soberano y maestro de
todos los seres vivos se dispusiera a morir. Y, mesándose los cabellos, todos se
entregaron al llanto. Pero, además de llorar, se golpearon la cabeza, se
llevaron las manos al pecho angustiados y clamaron a gritos, sin mezquinar la
voz. La sangre de sus lágrimas y la sangre del sudor que manó de todos ellos
cayó sobre Kushinagara con más fuerza que un diluvio y con mayor abundancia que
el agua de un caudaloso río. E hicieron tales cosas porque el Sutra del loto
les había abierto el Camino de la Budeidad, y porque jamás llegarían a saldar
la deuda de gratitud contraída con el Buda.
Aun
en medio de estas escenas de tristeza, hubo quienes declararon airados que
había que cortarles la lengua a los enemigos del Buda, que jamás debía
permitírseles sentarse en la asamblea junto a los demás. El bodhisattva
Kashyapa juró que aparecería transfigurado en escarcha y granizo para asolar
las tierras de los enemigos del Sutra del loto. En ese momento, el Buda —que
estaba reclinado— se incorporó ligeramente y lo elogió diciéndole complacido:
«¡Muy bien dicho, muy bien dicho!».
Los
demás bodhisattvas, adivinando cuáles podían ser los deseos del Buda,
supusieron que si ellos también manifestaban su intención de atacar a los
enemigos del Sutra del loto, podrían así prolongar un poco la vida de
Shakyamuni-entonces, uno tras otro, fueron repitiendo ese juramento. De tal
modo, los bodhi-sativas y los seres celestiales y humanos retaron a aparecer a
los enemigos del Sutra del loto, con la esperanza de que, si cumplían el
juramento hecho en presencia del Buda, harían entender a Shakyamuni, a Muchos
Tesoros, y a los demás budas y Los Que Así Llegan que, fieles a dicha promesa,
ninguno de ellos escatimaría la vida o la reputación a la hora de defender el
Sutra del loto.
Cabe
preguntarse por qué han tardado tanto en aparecer los resultados de estos
juramentos. Y sin embargo, aunque uno apuntara a la tierra y errase, o pudiera
liar el firmamento; aunque la marea dejara de subir y bajar, o el sol saliera
por el Poniente; jamás podría ocurrir que las oraciones del practicante del
Sutra del loto quedaran sin respuesta. Si, por un raro caso fortuito, los
bodhisattvas, los seres humanos y celestiales, las ocho clases de seres no
humanos, los dos venerables, (30) las dos deidades celestiales (31) y las diez
demonios dejaran de presentarse para proteger al practicante del Sutra del
loto, estarían, allá arriba, mostrando desprecio a Shakyamuni y a los otros
budas, y aquí abajo, siendo culpables de engañar a los seres de los nueve
estados. (32)
Si
el practicante carece de méritos, si su sabiduría es insuficiente, si su
persona es impura o no posee virtudes derivadas de observar los preceptos, esto
no hace diferencia alguna: mientras entone Nam-myoho-renge-kyo, será protegido
sin falta. Nadie desecha el oro tan sólo porque tenga un sucio envoltorio;
nadie desprecia a los árboles de sándalo porque, a su alrededor, los “erandas”
emanen un olor ofensivo: nadie deja de recoger flores de loto porque crezcan en
un sucio estanque del valle. Si aquellos ignoraran al practicante del Sufra del
loto, estarían faltando a su propio juramento.
Ahora
que han finalizado los días Primero y Medio de la Ley, las personas que
observan los preceptos son tan difíciles de hallar como un tigre en la ciudad;
es más extraordinario dar con una persona de sabiduría que encontrar los
cuernos de un ch'i-lin. Hasta que asoma la luna, debemos valernos de un farol;
cuando escasean las piedras preciosas, el oro y la plata hacen las veces de
joyas. Es posible recompensar a un cuervo negro por los beneficios recibidos de
un cuervo blanco; (33) también es posible saldar a un monje común la deuda de
gratitud que uno ha contraído con un sacerdote venerable. (34) Si usted ora con
fervor para obtener beneficios sin demora, ¿cómo pensar que sus oraciones
puedan no obtener respuesta?
Pregunta:
Habiendo examinado los razonamientos y las pruebas documentales que usted
mencionó, veo que así como hay un sol y una luna en el firmamento, así como hay
plantas y árboles que crecen en el suelo, así como hay días y noches en nuestro
país, mientras la tierra no se ponga boca abajo y mientras las mareas del
océano sigan subiendo y bajando, sin duda alguna los que creen en el Sufra del
loto obtendrán respuesta a sus oraciones en esta vida, y gozarán de buenas
circunstancias en su próxima existencia.
No
obstante, durante los últimos veinte años o más, las eminentes autoridades de
las escuelas Tendai y Palabra Verdadera han orado muchas veces por importantes
cuestiones de Estado, sin que tales plegarias tuviesen la menor eficacia. A
decir verdad, las oraciones de estos sacerdotes parecen tener menos respuesta
que las de creyentes en enseñanzas no budistas. Esto me lleva a pensar si las
declaraciones del Sutra del loto serán falsas en algún sentido, si acaso el
error estará en el proceder de los practicantes del sutra o si sus acciones
serán inapropiadas a la época o a la capacidad del pueblo. Y esto me infunde
ciertas dudas sobre mi futura existencia.
Pero,
dejando a un lado esta cuestión por el momento, oigo decir que usted fue
discípulo de los sacerdotes del monte Hiei. Dicen que las faltas de los padres
recaen sobre los hijos, y que los errores de los maestros repercuten en los
discípulos. Cuando los sacerdotes del monte Hiei quemaron los recintos y
pagodas del templo Onjo-ji y del Templo de la Montaña, (35) junto a miles y
decenas de miles de imágenes y de Sutras budistas, ¡cometieron un acto
espantoso, que sumió al pueblo en el caos y lo predispuso en contra del monte
Hiei! ¿Qué opina usted? Tiempo atrás oí hablar de este episodio, pero me
gustaría que me refiriera más detalles. Tengo un sinfín de preguntas... Cuando
los sacerdotes se comportan con semejante maldad, siento que ya no actúan
basados en el espíritu de los tres tesoros, y que el cielo y la tierra no
deberían brindarles protección. En tal caso, sus oraciones no tendrían por qué
ser respondidas. ¿Cuál es su opinión?
Respuesta:
Ya he hablado de estos asuntos en otra oportunidad, pero volveré a resumirlos
esta vez; es un hecho de importancia decisiva para el Japón, aunque hay muchas
personas que no llegan a comprenderlo y, al hablar de él, sólo profundizan su
karma negativo.
En
primer lugar, con respecto al origen del Templo del monte Hiei, fue fundado por
el gran maestro Dengyo durante el reinado del emperador Kammu, unos doscientos
años después de que el budismo ingresara en el país. Tiempo antes, el príncipe
Shotoku ya había declarado que Kioto —la futura capital— parecía un sitio muy
conveniente para instalar la residencia imperial. Pero la fundación efectiva de
la capital en ese lugar se pospuso, y sólo tuvo lugar cuando la escuela T ien-t
ai o Tendai ya había sido introducida en el país. De acuerdo con los registros
del principe Jogu —o Shotoku—, este señaló: “Doscientos años o más después de
mi muerte, la Ley budista se propagará en todo el Japón”. (36) Luego, en la era
Enrvaku (782-806), el gran maestro Dengyo fundó el Templo del monte Hiei. y el
emperador Kammu estableció la capital, Heiankyo. De este modo se cumplió la
predicción formulada por el príncipe Shotoku.
Así
pues, el Templo de la Montaña y la dinastía real convivieron como el pino y el
ciprés, o como las orquídeas y la hierba. Cuando el pino se marchita, lo mismo
le ocurre al ciprés; cuando las orquídeas se amustian, también se agosta la
hierba. Del mismo modo, parecía que la prosperidad de la dinastía producía
felicidad al Templo de la Montaña, y que este se entristecía al ver la
decadencia del poder real. Ahora que el mundo ha cambiado, y que el poder ha
pasado a manos del gobierno de la región de Kanto, (37) ¿qué pensarán ambos?
El
tercer año de la era Jokyu (1221), signo cíclico kanoto-mi, el decimonoveno día
del cuarto mes -aproximadamente cuando se produjeron los choques entre la Corte
y los guerreros bárbaros- (38), se emplazaron altares por órdenes del Emperador
Retirado de Oki, y, por primera vez, se realizaron quince ceremonias secretas a
cargo de cuarenta y un oficiantes, con el fin de derrotar al gobierno de Kanto
mediante el poder de estas rogativas.
Se
realizó la ceremonia de la rueda de oro de un solo ideograma (a cargo del
administrador sacerdotal Jien, prior de la escuela Tendai, y de doce sacerdotes
asistentes, por orden del regente imperial Motomichi); también, la ceremonia de
los cuatro reyes celestiales (presidida por el administrador sacerdotal
imperial del templo Joko-ji [Shinsho] con la participación de ocho sacerdotes
asistentes, por orden de la dama Shumeimon’in, en el palacio Hirose); la
ceremonia del sabio rey Inamovible (llevada a cabo por el administrador
sacerdotal Joho y ocho sacerdotes asistentes, bajo la dirección del señor
feudal Kazan in Zemmon [Fujiwara Tadatsune]); la ceremonia de Gran Virtud
Imponente (realizada por el administrador sacerdotal Kangon junto a ocho
sacerdotes asistentes, por orden de la dama Shichijoin); la ceremonia del rey
que hace girar la rueda (oficiada por el administrador sacerdotal Joken y ocho
sacerdotes acompañantes por orden de la misma persona anterior); la ceremonia
de los diez altares de Gran Virtud Imponente (llevada a cabo mayormente en el
edificio principal del templo, a cargo de diez sacerdotes -el administrador
sacerdotal Kakucho; Shunsho Sello del Dharma; Eishin Sello del Dharma; Goen
Sello del Dharma; el supervisor sacerdotal Yuen; el administrador sacerdotal
Jiken; el supervisor sacerdotal Kenjo; el supervisor sacerdotal Senson; el
supervisor sacerdotal Gyohen, y Jikaku Ojo del Dharma— cada uno en compañía de
seis sacerdotes asistentes); la ceremonia de la Rueda que Concede los Deseos
(realizada por el administrador sacerdotal Myokoin y ocho sacerdotes, por orden
de la dama Gishumon’in); y la ceremonia del rey celestial Vaishravana
(realizada por el administrador sacerdotal Jojuin [Ryo-son] de Mii, junto a
seis sacerdotes auxiliares, por orden de Shichin).
Y
también, en un solo día, se mandaron hacer objetos de devoción y se llevaron a
cabo rituales basados en ellos —como la ceremonia del sabio rey Colmado de
Ansias- según el método prescrito (oficiados por el superior del templo
Ninna-ji, en el palacio Shishin-den, desde el tercer día del quinto mes y
durante los catorce días siguientes); la ceremonia de Ojo del Buda (realizada
por el administrador sacerdotal Daijo durante veintiún días); la ceremonia de
los seis ideogramas (presidida por el supervisor sacerdotal Kaiga); la
ceremonia del sabio rey Colmado de Ansias (realizada por el administrador
sacerdotal Kangon durante siete días); la ceremonia de [el rey] Inamovible
(oficiada por el administrador sacerdotal del templo Kanju-ji y por otros ocho
sacerdotes asistentes, todos con posiciones jerárquicas en el clero); la ceremonia
de Gran Virtud Imponente (presidida por el administrador sacerdotal Aki); y la
ceremonia del niño Mazo de Diamantes (oficiada por la misma persona). Así se
completa la lista de las quince ceremonias realizadas frente a los mencionados
altares.
El decimoquinto día del quinto mes, Iga Taro
Hogan Mitsusue (39) fue atacado y derrotado en la capital; la noticia llegó a
Kamakura el decimonoveno día del mismo mes. Cuando en la capital se supo que el
día veintiuno había partido un numeroso ejército con el propósito de atacar la
ciudad, se llevaron a cabo las restantes ceremonias desde el octavo día del
sexto mes. Entre ellas, la del Honorable Rey de las Estrellas (ejecutada por el
administrador sacerdotal Kakucho), la del sabio rey Gran Comandante (realizada
por el supervisor sacerdotal Zou), la de los cinco altares (oficiada por el
administrador sacerdotal Daijo; Eishin Sello del Dharma; el supervisor
sacerdotal Zenson; el supervisor sacerdotal Yuen; y el supervisor sacerdotal
Gyohen), y la ceremonia del Sutra de la protección (presidida por el superior
del Ninna-ji y oficiada por segunda vez en nuestro país).
El
vigésimo primer día del quinto mes, el gobernador de Musashi (40) partió hacia
la capital por la ruta de Tokai-do, mientras que el jefe del clan Genji de Kai
(41) tomó la carretera de Tosando, y el señor de Shikibu (42) avanzó por la
ruta de Hokuriku. El quinto día del sexto mes, las fuerzas defensivas de Otsu
fueron derrotadas por el clan Genji de Kai, y los días decimotercero y
decimocuarto del sexto mes, ambos bandos se midieron en combate en el puente de
Uji. El decimocuarto día, las fuerzas que defendían la ciudad fueron vencidas,
y el decimoquinto día del mismo mes, el gobernador de Musashi tomó el cuartel
general de Rokujo en compañía de sus hombres.
El
undécimo día del séptimo mes, el emperador retirado Gotoba fue desterrado a la
provincia insular de Oki; el emperador retirado Tsuchimikado fue expulsado a la
provincia de Awa, y el emperador retirado Juntoku fue exiliado a la provincia
insular de Sado. Además, siete miembros de la Corte fueron ejecutados.
La
gran doctrina maléfica de estas ceremonias, con el transcurso de los años, fue
extendiéndose en forma continua hacia la región de Kanto, donde sus principales
defensores y asiduos oficiantes llegaron a ser los superintendentes y los
sacerdotes de los diversos templos. Pero quienes, desde un primer momento,
llevaron a cabo tales ceremonias eran personas que no sabían distinguir las
enseñanzas correctas de las erróneas; ni las doctrinas superiores de las
inferiores. Como, para ellos, bastaba con venerar los tres tesoros, se lanzaron
a emplear dichas ceremonias sin dudarlo. Pero ahora, no sólo las provincias
homónimas, sino también los priores y superintendentes de los templos To-ji, Onjo-ji
y del monte Hiei están bajo jurisdicción de las autoridades de Kanto. Y por eso
estas últimas están en posición de apoyar tales ceremonias.
Pregunta:
¿Por qué insiste en decir que las enseñanzas de la escuela Palabra Verdadera
son doctrinas incorrectas?
Respuesta:
El gran maestro Kobo expresó: «El Sufra Mahavairochana ocupa el primer lugar;
el Sutra de la guirnalda de flores, el segundo; y el Sutra del loto, el
tercero». (43) Pero uno debería examinar este orden detenidamente. ¿En qué
sutra el Buda analizó el valor relativo de estas tres enseñanzas y emitió ese
dictamen? Si, en verdad, existiera un sutra que afirmase que el Sutra
Mahavairochana ocupa el primer lugar; el Sutra de la guirnalda de flores, el
segundo, y el Sutra del loto, el tercero, en tal caso deberíamos dar por válida
dicha aseveración. Pero como no hay pasaje alguno que lo sostenga, no podemos
aceptarla.
El
Sutra del loto afirma: «¡Rey de la Medicina, ahora te digo que he predicado
diversos sutras y que, de todos ellos, el Sutra del loto es el primero!». (44)
Aquí, el Buda se refiere a todas las enseñanzas que ha expuesto y declara que,
de todas ellas, el Sutra del loto ocupa el primer lugar. La prédica del Buda y
los escritos del gran maestro Kobo difieren entre sí como el fuego y el agua.
Deberíamos examinar y esclarecer esta cuestión.
Durante
varios cientos de años, los sacerdotes sin rango y los de alta posición han
venido estudiando los escritos de Kobo; todos —eminentes y modestos,
importantes y humildes— han depositado en ellos su fe, y han honrado al Sutra
Mahavairochana considerándolo el más prominente de los sutras. Pero esto no
concuerda con la intención del Buda. Las personas reflexivas deberían examinar
este punto con suma atención. Pues si creemos en escritos que no concuerdan con
el propósito del Buda, ¿de qué manera esperamos lograr la Budeidad? Y si, a la
hora de orar por la nación, seguimos tales enseñanzas, ¿qué otra cosa más que
infortunios podremos cosechar?
Además,
Kobo escribe: «Los maestros budistas de la China pugnaron entre sí por robar la
mantequilla clarificada». (45) Esta declaración significa que el gran maestro T’ien-t’ai
y otros robaron la mantequilla clarificada representada por las enseñanzas de
la escuela Palabra Verdadera y dijeron que era la mantequilla clarificada del
Sutra del loto. Esta observación es el punto más relevante.
Cuando
el gran maestro T’ien-t’ai, basado en una frase del Sutra del nirvana, (46)
comparó el Sutra del loto con la mantequilla clarificada, dijo que, de todos los
sufras, el que merecía compararse con dicho sabor era el Sutra del loto. La
enseñanza de la escuela Palabra Verdadera pasó de la India a la China
doscientos años o más después de la época de T’ien-t’ai. ¿Cómo podría
T’ien-t’ai haber hurtado la mantequilla clarificada de la escuela Palabra
Verdadera y decir que pertenecía al Sutra del loto? ¡De todos los hechos
extraños, sería el más inconcebible!
¿Con
qué pruebas se llama ladrones a personas que vivieron doscientos años antes de
que la escuela Palabra Verdadera se difundiera en la China? ¿Debemos creer en
estos escritos del gran maestro Kobo? ¿O en el Sutra del nirvana, donde el Buda
compara el Sutra del loto con la mantequilla clarificada?
Si
afirmamos que el gran maestro T’ien-t’ai es un ladrón, ¿cómo debemos
interpretar dicha cita del Sutra del nirvana? Y si damos por válido este pasaje
y concluimos que los escritos de Kobo son incorrectos, ¿qué nos cabe pensar de
las personas que creen en tales enseñanzas erróneas? Lo único que puedo decir
es que deberíamos comparar los escritos del gran maestro Kobo con las
aseveraciones del Buda, y luego depositar nuestra fe en lo que demuestre ser
correcto.
Pregunta:
Sigo dudando. El Sutra Mahavairochana representa la enseñanza expuesta por
Mahavairochana El Que Así Llega. En tal caso, usar la doctrina predicada por el
buda Shakyamuni para cuestionar la que expuso Mahavairochana El Que Así Llega
no me parece razonable en absoluto, ¿o sí?
Respuesta:
¿Quiénes fueron los padres de Mahavairochana El Que Así Llega, y en qué país
hizo su advenimiento cuando expuso el Sutra Mahavairochana? Aun cuando hubiese
aparecido en el mundo sencillamente sin padres, ¿en qué sutra se lee que un
buda como este aparecerá en el mundo para exponer su enseñanza durante los
cinco mil seiscientos setenta millones de años transcurridos entre la muerte
del buda Shakyamuni y la aparición de Maitreya el Honorable Benevolente. Si no
existen pasajes que lo demuestren, ¿a qué creer en semejante afirmación? Las doctrinas de la escuela Palabra Verdadera
abundan en este tipo de aseveraciones infundadas, y por eso digo que son
enseñanzas erróneas.
La
lista de errores es casi interminable. Apenas he dado uno o dos ejemplos.
Además de creer en la escuela Palabra Verdadera, el gobierno confía en las
escuelas Nembutsu y Zen. Tales doctrinas representan enseñanzas provisionales,
como las predicadas antes de que la verdad se revelase en forma cabal. Lejos de
ser principios que conduzcan a lograr la Budeidad, crean un karma que lo
condena a uno al infierno del sufrimiento incesante. Aquellos que los practican
son culpables de denigrar la Ley; ¿cómo esperar, entonces, que sus oraciones
tengan respuesta?
El
gobernante de una nación ocupa ese cargo porque, en el pasado, practicó la
enseñanza correcta y prestó servicio al Buda. Si los soberanos -grandes y
pequeños- logran adquirir territorios y dominios, es gracias a los cálculos de
los reyes celestiales Brahma y Shakra, a las deidades del Sol y de la Luna, a
los cuatro reyes celestiales y a otras funciones. Por eso, el sutra afirma:
«Ahora, cuando empleo las cinco clases de visión para percibir claramente el
pasado, el presente y el futuro, veo que, en sus existencias pasadas, todos los
gobernantes prestaron servicio a quinientos budas, y que por esa razón pudieron
llegar a ser emperadores y soberanos». (47)
Pero
si uno vuelve las espaldas al Sutra del loto y sigue a los errados maestros de
las escuelas Palabra Verdadera, Zen y Nembutsu, aunque lleve a cabo toda suerte
de buenas acciones, estas jamás coincidirán con el propósito del Buda y se
opondrán a la intención de las funciones universales. Habría que reflexionar
profundamente sobre esta cuestión.
Es
muy extraordinario nacer como ser humano. Pero cuando uno, habiendo nacido como
tal, no se empeña en discernir las doctrinas correctas de las incorrectas para
poder así lograr la Budeidad en el futuro, no está desarrollando el auténtico
valor de la vida humana.
Por
otro lado, cuando el gran maestro Jikaku regresó de la China, se opuso a las
doctrinas de su primer mentor, el gran maestro Dengyo, y se dedicó a propagar
las doctrinas de la escuela Palabra Verdadera en el monte Hiei. Para ello,
ofrendó plegarias y sostuvo que, en respuesta a ellas, había tenido un sueño en
el cual disparaba una flecha al sol y lo hacía rodar y rodar. Durante más de
cuatrocientos años, la gente interpretó este relato como un sueño auspicioso.
Pero, en un país como el Japón, en realidad constituye un singular presagio
nefasto. El rey Chou de la dinastía Yin disparó una flecha al sol, y este hecho
le valió la muerte. Aunque este sueño se relacione con la reencarnación [de un
buda], debería evaluarlo con sumo cuidado.
Lo
que acabo de exponer aquí, en respuesta a sus preguntas, es apenas un pelo en
el cuero de nueve cabezas de ganado.
ANTECEDENTES
Las
oraciones basadas en el Sutra del loto no dejan de producir resultados, escribe
Nichiren Daishonin. En cambio, recalca que las plegarias basadas en enseñanzas
equivocadas, además de no obtener respuesta, causan sufrimiento tanto a
aquellos que oran como a las personas por quienes se lleva a cabo la oración.
Este
es el tema de Sobre la oración, escrito por Nichiren Daishonin el noveno año de
Bunei (1272), cuando cumplía su exilio en la isla de Sado. Se cree que esta
carta responde a ciertas preguntas formuladas por Sairen-bo, un discípulo del
Daishonin que había sido sacerdote de la rama de la Montaña [Jikaku]
perteneciente a la escuela Tendai, y que por entonces también se hallaba desterrado
en Sado.
Sairen-bo
y el Daishonin intercambiaron una serie de cartas referidas a varias
importantes doctrinas budistas. En esta, el Daishonin distingue entre la
eficacia de la oración basada en las escuelas que imperaban en el Japón de esa
época -como Guirnalda de Flores, Características del Dharma, Preceptos, Palabra
Verdadera y Tendai- y las oraciones basadas en el Sutra del loto. Las
autoridades de la Corte Imperial y del
sogunato confiaban en gran medida en las oraciones y enseñanzas de las escuelas
Palabra Verdadera, Tendai, Zen y Nembutsu.
El
Daishonin afirma que las fuerzas imperiales fueron vencidas en los disturbios
de Jokyu -lucha armada por el poder entre la Corte Imperial y el sogunato de
Kamakura, en 1221-, debido a la ineficacia de las oraciones que habían
realizado los sacerdotes de aquellas escuelas. La Corte, convencida de que esas
oraciones tenían poder, les había solicitado rogativas por la victoria y la
protección.
Sin
embargo, pese a todo, las fuerzas imperiales terminaron vencidas en combate y
tres emperadores retirados acabaron desterrados a islas remotas. Esto prueba
—concluye el Daishonin— que tales oraciones, lejos de obtener respuesta,
provocan desventuras.
Por
otro lado, las oraciones verdaderas son las que se basan en el Sutra del loto,
dice. Luego, señala dos razones: todos los budas, bodhisattvas, personas de los
dos vehículos (practicantes que escuchan la voz y practicantes que toman
conciencia de las causas), seres humanos y seres celestiales presentes en la
asamblea del Sufra del loto sienten un inmenso agradecimiento por haber logrado
la Budeidad mediante ese sufra. Para saldar esa deuda de gratitud, sin falta
protegerán a los que practiquen el Sutra del loto.
En
particular, menciona a la hija del Rey Dragón y al malvado Devadatta, haciendo
notar que, como fue muy extraordinario que ellos lograran la Budeidad, su deuda
de gratitud es proporcionalmente grande; por eso, asegura a Sairen-bo que ellos
también protegerán a los practicantes del Sutra del loto.
Asimismo,
refuta con rigor la declaración hecha por Kobo, fundador de la escuela Palabra
Verdadera en el Japón, quien en su Tratado sobre los diez niveles de la mente
asegura que el Sutra Mahavairochana ocupa el primer lugar; el Sutra de la
guirnalda de flores, el segundo, y el Sutra del loto, el tercero. Para
fundamentar que las doctrinas de la escuela Palabra Verdadera son erradas, el
Daishonin cita palabras del Buda en el Sutra del loto: «¡He predicado diversos
sutras y, de todos ellos, el Sutra del loto es el primero!».
La
frase que encabeza la carta, «Nichiren, el shramana del Japón», expresa su
convicción de ser un verdadero shramana —es decir, una persona que busca el
Camino— y de ser, también, el devoto del Sutra del loto. Shakyamuni, también en
su búsqueda del Camino, logró la iluminación en la India. Al darse esta
denominación, Nichiren Daishonin indica su confianza en que es el auténtico
shramana del Japón y el Buda del Último Día de la Ley.
Para
finalizar, exhorta a Sairen-bo a orar basado en las doctrinas correctas del Sutra
del loto y a desplegar su verdadero potencial como ser humano, a través de
aspirar al logro de la Budeidad.
NOTAS
1. Las tres escuelas del Hinayana, en
este texto, son Tesoro del Análisis del Dharma, Establecimiento de la Verdad y
Preceptos.
2. La expresión «mil doscientos [arhats]»
se refiere a los discípulos del Buda cuya iluminación se anunció en el capítulo
«La profecía de iluminación a los quinientos discípulos» del Surra del loto. A
todos se les dio el título Los Que Así Llegan Brillo Universal. El término
«doce mil [arhats]» se aplica a los que se dieron cita en la asamblea donde fue
predicado el Sutra del loto.
3. Paráfrasis de un pasaje del Sutra
Vimalakirti: «Con respecto a la Ley del Buda, se han convertido en semillas
putrefactas».
4. Fulgor de Flor y Forma Extraordinaria
son los nombres que recibirían Shariputra y Subhuti cuando lograran la
iluminación, según predijo el Buda en los capítulos «Parábolas y semejanzas» y
«La anunciación de profecías» del Sutra del loto. Con respecto al título Brillo
Universal, véase la nota 2.
5. Sutra del loto, cap. 4.
6. Episodio mencionado en “Nueve piezas”,
en las Elegías de Ch’u. Un comentario sobre esta última obra, escrito por Chu
Hsi de la dinastía Sung, señala: «El zorro viejo siempre muere con la cabeza
vuelta en dirección a la colina. Y esto ocurre porque jamás olvida el sido
donde nació». Se desconoce la fuente del relato sobre el ganso silvestre.
7. Sutra del loto, cap. 10.
8. Shakyamuni expresó de manera concisa
“sustitución de los tres vehículos por el vehículo único” cuando reveló el
verdadero aspecto de todos los fenómenos, es decir, los diez factores de la
vida. Por eso, se dice que esta es la expresión «concisa» de aquel concepto.
Shakyamuni desarrolló la idea en el capítulo “Medios hábiles” y en los
siguientes; esta explicación más amplia corresponde a la sustitución “extensa”
de los tres vehículos por el vehículo único.
9. Sutra del loto, cap. 2.
10. Ib., cap. 12.
11. Ib., cap. 13. Este número de bodhisattvas
juró frente al buda Shakyamuni que propagaría el Sutra en Los mundos de las
diez direcciones, cuando aquel hubiese fallecido.
12. Ib., cap. 15. Estos bodhisattvas de
otros mundos juraron difundir el sutra en el mundo salta con posterioridad a la
muerte del Buda.
13. Ib. Alusión a los numerosos
bodhisattvas conocidos como «Bodhisattvas de la Tierra».
14. De noche, sobre la superficie de los
espejos se condensa vapor. Se decía que los espejos extraían la humedad de la
luna.
15. Sutra del loto, cap. 12.
16. Sutra de la guirnalda de flores.
17. Comentario sobre «Palabras y frases
del “Sutra del loto”».
18. Sutra del loto, cap. 12.
19. Ib.
20. La «impronta en forma de rueda de mil
rayos» es una de las treinta y dos características que, se dice, poseen los budas.
Son marcas en las plantas de ambos pies. El «mechón de cabello blanco», del
cual se decía que irradiaba luz, era otra de las treinta y dos características.
Las «sesenta mil y ochenta mil enseñanzas alhajadas» son, respectivamente, las
doctrinas del brahmanismo y las enseñanzas budistas.
21. Sutra del loto, cap. 13.
22. Ib.
23. Ib., cap. 21.
24. Ib., cap. 11.
25. Ib., cap. 22.
26. Ib., cap. 3. Son palabras propias del
buda Shakyamuni.
27. El término «dos budas» alude a
Shakyamuni y a Muchos Tesoros. El acontecimiento narrado aparece en el capítulo
«La Torre de los Tesoros», del Sutra del loto.
28. Sutra Sabio Universal, epílogo del Sutra
del loto.
29. Este suceso se relata en el Sutra del
nirvana.
30. Referencia a los bodhisattvas Rey de
la Medicina y Valeroso Dador, que juraron proteger a los practicantes del Sutra
del loto en el capítulo «Dharani» del Sutra del loto.
31. Vaishravana y Defensor de la Nación,
dos de los cuatro reyes celestiales.
32. «Nueve estados» se refiere a los
primeros nueve de los diez estados, es decir, estados de vida transitorios y
caracterizados por la ilusión.
33. La historia se narra en Comentario
acerca del «Tratado sobre la observación de la mente», de Chang-an. Una
serpiente se disponía a morder al Rey, que descansaba sobre la hierba.
Entonces, un cuervo blanco descendió para alertar al soberano. Salvado del
peligro, este ordenó a sus vasallos que encontraran al ave, pero la buscaron en
vano. Decidido a expresar su gratitud, el monarca concedió sus favores a un
cuervo negro.
34. La expresión «monje común» aquí se
aplica a los practicantes del Sutra del loto en el Último Día de la Ley.
«Sacerdote venerable», en cambio, indica al buda Shakyamuni.
35. «Templo de la Montaña» se refiere al
Enryaku-ji, situado en el monte Hiei.
36. Compilación de registros sobre el
príncipe Jogu.
37. El «gobierno de la región de Kanto»
era el gobierno de Kamakura asentado en Kanto (Japón oriental). La Corte
Imperial, en cambio, funcionaba en Kioto, en la región occidental del país.
38. Referencia a los disturbios de jokyu,
provocados por el emperador retirado Gotoba y otros dos soberanos retirados,
que intentaron derrocar el sogunato de Kamakura. Las fuerzas imperiales
resultaron vencidas, a raíz de ello,Gotoba fue desterrado a la isla de Oki. Por
eso se lo llamaba el Emperador Retirado de Oki.
39. Iga Taro Hogan Mitsusue (ni. 1221)
fue un magistrado que desempeñó funciones en Kioto.
40. La expresión «gobernador de Musashi»
se refiere a HojoYasutoki (1183-1242) quien luego sería regente del gobierno de
Kamakura.
41. Aquí.Takeda Nobumitsu. La expresión
«clan Genji de Kai» se refiere a una poderosa familia descendiente del clan
Genji, de amplia influencia en las provincias de Kai y de Shinano.
42. «Señor de Shikibu» es otro de los
nombres con que se conocía a Hojo Tomotoki (1193-1245), hermano menor de Hojo
Yasutoki.
43 Paráfrasis de una declaración que
aparece en el Tratado sobre los diez niveles de la mente.
44. Sutra deI loto, cap. 10.
45. Comparación entre el budismo
exotérico y el esotérico. Kobo comparaba las enseñanzas de la escuela Tierra
Pura con la mantequilla clarificada, que es el más fino de los cinco sabores.
46. En el Sutra del Nirvana se menciona
el proceso por el cual la leche se convierte en mantequilla clarificada, y se
dice que esta última representa el mejor de los cinco sabores,
47, Sutra de los reyes Benevolentes.