Quiero agradecer
inmensamente a mis queridas amigas de la División Femenina y de la División
Juvenil Femenina del mundo su loable trabajo en bien del kosen-rufu “día tras
día, mes tras mes”.[1]
Leo a diario las
inspiradoras cartas que ustedes me envían desde cada lugar, donde me informan
el estupendo avance que están imprimiendo a nuestro movimiento por el
kosen-rufu.
En cada región, junto al
crecimiento impactante de nuestros sucesores de la División de Jóvenes y de la
División Futuro, se destacan con brillo inusitado las actividades constantes y
comprometidas de todas ustedes, las integrantes de la División Femenina y de la
División Juvenil Femenina.
Por ese motivo, mi
esposo ha celebrado el trabajo de cada una declarando que esta nueva era del
kosen-rufu mundial es, sobre todo, la nueva era de las mujeres Soka.
En tal sentido, les hago
llegar este mensaje como prenda de infinita gratitud por su esfuerzo de suprema
nobleza.
En primer lugar, estoy feliz de informarles que mi esposo sigue
gozando de buena salud y está empleando activamente cada jornada en la
escritura de “La nueva revolución humana” y de otras obras, mientras vela
afectuosamente por los numerosos miembros del Japón y del mundo que visitan
cada día el complejo edilicio de la sede central de la Soka Gakkai en
Shinanomachi.
También está escribiendo
una serie anual de artículos que le solicitó un grupo editorial de cinco
periódicos regionales de Hokkaido, la isla más septentrional del Japón donde
pasaron sus primeros años de juventud nuestros dos presidentes fundadores,
Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda.
En la primera entrega
(publicada en enero de este año), narró sus recuerdos de Atsuta, aldea que
visitó en 1954 junto al maestro Toda. En esa oportunidad, el señor Toda le
dijo: “Más allá de este océano, se extienden grandes continentes...”. Con esas
palabras, le confió a mi esposo la tarea de abrir nuevas rutas en el vasto
escenario del mundo, para tender una red de paz que una a los pueblos mediante
el diálogo.
Y a pesar del paso de
los años, él siempre, a cada instante, atesora en su corazón al maestro Toda.
Con este sentimiento, compuso unos versos que dicen:
Recorrer el mundo
crear la historia
junto a mi mentor.
Han pasado seis décadas
desde que el presidente Toda le transfirió la posta del kosen-rufu mundial en
Hokkaido. Con dedicación inalterable a cumplir su juramento de discípulo, mi
esposo ha dado a conocer en todo el orbe nuestro movimiento Soka por la paz, la
cultura y la educación.
En la base del altar
emplazado en el Salón de Oración de la nueva Sede del Gran Juramento del
Kosen-rufu, hay piedras de 192 países y territorios. En ese recinto, se ha consagrado
el Gohonzon que contiene las inscripciones “Para ser entronizado
permanentemente en la Soka Gakkai” y “Para cumplir el gran juramento del
kosen-rufu mediante la propagación benevolente de la gran Ley”. Me embarga la
más profunda emoción cuando pienso que, en la época actual, el daimoku de
nuestra familia Soka —que acude a orar ante este Gohonzon desde los rincones
más cercanos y más remotos del mundo— está envolviendo el planeta día tras día.
Hace poco, la señora
Akemi Bailey-Haynie —nueva líder de la División Femenina de la SGI-USA— expresó
estas maravillosas metas y determinaciones: “Debemos triunfar en nuestro hogar,
en nuestra familia, en nuestro trabajo, en el ámbito de la comunidad y en la
organización de la SGI”, y agregó: “¡Seremos un sol que ilumine todo lo que
esté frente a nosotras!”.[2]
La señora Bayley-Haynie
es hija de padre afroamericano y de madre japonesa, sobreviviente del bombardeo
atómico de Hiroshima, en 1945. Desde la infancia sufrió una enfermedad tras
otra; además, durante mucho tiempo su ascendencia mixta la hizo sentirse
aislada en cualquier grupo étnico donde se encontrara.
Comenzó a practicar el
budismo Nichiren tras los pasos de su madre, y enseguida pudo transformar de a
uno todos sus problemas y dificultades, fiel al principio de convertir el
veneno en remedio; con el tiempo, fue capaz de construir un hogar feliz y
armonioso. Está convencida de que la paz comienza en el corazón del ser humano
y se genera en la vida de cada individuo; inspirada en estos principios, ha
elegido desarrollar su misión en el campo de la pedagogía humanística, en el
cual, como Doctora en Educación, ha efectuado una loable contribución a la
sociedad norteamericana.
Para mi gran felicidad,
la señora Bailey-Haynie está trabajando en espléndida unión con sus
predecesoras —las exlíderes femeninas de la SGI-USA, aún muy activas— decidida
a expandir nuestro movimiento jubiloso y a alentar a las jóvenes de la próxima
generación.
La vida está llena de
dificultades y de escollos imprevisibles. A los drásticos cambios que
experimenta la sociedad actual, deben sumársele diversos desastres naturales.
Sin embargo, en El daimoku del Sutra del loto, un texto dirigido a una de sus
seguidoras, Nichiren Daishonin escribe: “Myo significa ‘revivir’; es decir,
volver a la vida”.[3] El Daishonin nos promete que, sean cuales fueren las
circunstancias, las mujeres que entonamos Nam-myoho-renge-kyo podemos, sin
falta, revivir la naturaleza de Buda en nosotras mismas y en la vida de los
demás, y dar pruebas claras de lo que significa lograr la Budeidad en esta
existencia.
De acuerdo con esta
enseñanza del Daishonin, las mujeres Soka del mundo están mostrando un hermoso
renacimiento en su vida personal y en su situación social personal.
A modo de admirable
ejemplo, quiero mencionar a las miembros de las Filipinas, país que el año
anterior fue arrasado por un destructivo tifón que causó todo clase de
estragos. Nuestras compañeras, en torno a la directora general de la SGI de las
Filipinas, Hisako Alcántara, se levantaron a trabajar después de la catástrofe
y están colaborando sin flaquear en las tareas civiles de reconstrucción y de
asistencia.
A menudo, cuando los
miembros le informan a mi esposo la lucha contra la enfermedad que ellos o sus
familiares están librando, él les envía palabras de aliento y les hace llegar
sus buenos deseos de recuperación citando diversos pasajes del Daishonin. Con frecuencia,
menciona una frase del escrito Sobre la prolongación de la vida [dirigido a la monja
laica Toki]: “Cuando oré por mi madre, ella no sólo revirtió su enfermedad sino
que, además, pudo vivir otros cuatro años. Ahora usted también ha caído
enferma, y, por ser mujer, es mucho más propicio aún que fortalezca su fe en el
Sutra del loto y compruebe lo que este puede hacer por usted”.[4]
Hace poco, él le hizo
llegar el siguiente mensaje a una sincera miembro de la División Femenina e
integrante del grupo de Señoras Jóvenes que estaba enfrentando con valor un
grave problema de salud: “Como hasta ahora te has esforzado con tanta
diligencia en la fe, estás experimentando el karma de la enfermedad de manera
mucho más atenuada y, en verdad [aun en estas circunstancias] estás siendo
protegida. Podrás revertir esta dolencia, sin falta. Ahora, para dar un paso
decisivo hacia adelante, haz daimoku y ora por tu recuperación con mucha mayor
intensidad aún. Mi esposa y yo también seguiremos orando por ti”.
Ambos estamos siempre
orando, más que nada, para que nuestros miembros de todo el mundo gocen de una
vida sana y larga, y siempre estén seguros y a salvo.
A la vez, nuestra mayor
alegría es ver cómo está creciendo y desarrollándose de cara al futuro nuestra
firme corriente de jóvenes valores humanos.
En el capítulo “Jóvenes
retoños” de “La nueva revolución humana”, mi esposo narra una anécdota referida
a la actuación musical de un grupo de estudiantes de la Escuela Soka de
Enseñanza Primaria de Tokio, en 1978. Tras una brillante y vivaz interpretación
de piano, órgano, acordeón, xilofón y otros instrumentos, mi esposo —fundador
de las escuelas—llamó a su lado a los estudiantes que habían tocado el
triángulo en un rincón de la sala. Les pidió que le mostrarán cómo lo hacían, y
luego les dijo: “Aunque a ustedes les corresponda tocar en el fondo del
escenario, su instrumento es una parte fundamental del ensamble. No tienen por
qué sentirse relegados o inferiores en comparación con los demás instrumentos
[que están en primer plano].
Resultó ser que, a poco
de publicarse este material, el año pasado, una de las jóvenes intérpretes de
triángulo le envió a mi esposo una carta de agradecimiento con su determinación
renovada. Escribió lo siguiente: “Su aliento, en aquel preciso momento, infundió
a mi vida un oleaje de nueva esperanza y vitalidad, en un período de gran abatimiento
personal a causa de mi inseguridad y de mi torpeza. Saber que usted vino recordándome
y velando por mí durante estos treinta y cinco años me colma de inmenso agradecimiento.
Como responsable femenina de distrito, daré lo mejor de mí por la felicidad de
mis compañeros y de mi vecindario”.
Mi esposo recibió esta
carta con gran satisfacción y le respondió: “Estoy feliz de saber que las cosas
te han ido bien y orgulloso de saber que eres una responsable de distrito de la
División Femenina. Te pido que cuides tu salud y que sigas avanzando
serenamente, con la confianza de que todos tus esfuerzos basados en la fe serán
la fuente de tu felicidad absoluta. Estoy orando por el bienestar y la dicha de
tu familia”.
Nuestras actividades de
la SGI y los lazos que nos unen como miembros de la familia Soka son el epítome
de la auténtica armonía humana; ellos representan un espacio de aprendizaje
mutuo y de aliento recíproco entre pares, donde cada uno es reconocido como una
persona única, valiosa e irreemplazable. Nuestros distritos y comunidades
locales de la SGI, que constituyen la base de nuestras actividades, pueden
verse como un sublime escenario donde todos entonamos una oda jubilosa a la
vida e interpretamos, junto a otros, una melodía de paz y de felicidad.
Sé que, también en Europa, está difundiéndose y brindando gran
esperanza la enseñanza budista de que cada individuo posee la naturaleza de
Buda, un potencial de nobleza incomparable.
La líder femenina de la
SGI de Europa, Suzanne Pritchard, ha tenido oportunidad de dialogar con muchas
personas, no solo de la organización sino también de la sociedad en general.
Ella observa que, aunque los problemas de la gente son bastante diversos —de
salud, económicos, de compatibilidad entre el trabajo y la crianza de los
hijos, o de relaciones humanas entre colegas o vecinos—, en un nivel más
profundo parece existir la tendencia común a dudar de que uno pueda realmente
cambiar su vida mediante el esfuerzo personal. Al cabo de escuchar sinceramente
las preocupaciones de los demás, ella les explica la filosofía budista sobre la
revolución humana y les asegura afectuosamente que podrán transformar su vida.
El budismo de Nichiren
Daishonin es un manantial que nutre el desarrollo de nuestro infinito potencial
interior. Es una filosofía de empoderamiento que nos brinda recursos para
superar las dificultades y crear valor en la sociedad, mediante la fuerza de la
fe. En Europa, en el continente americano, en Asia, Oceanía y África, cada vez surgen
más y más personas que se inclinan a practicar y a estudiar esta filosofía de
esperanza ilimitada.
Este año, que marca el
centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, dediquémonos al diálogo con
confianza y alegría, y transmitamos nuestras convicciones con determinación
mucho más firme, para contribuir de esa manera a la paz.
Y con respecto a las
miembros de la División Juvenil Femenina, las sucesoras que abrirán el pórtico
hacia el futuro del kosen-rufu mundial, mi más tierna esperanza es que en estos
años de juventud, ahora que pueden dedicarse a las actividades de la SGI con
total libertad, aprovechen para acumular una buena fortuna inagotable, que sea
la base estable de su felicidad durante el resto de la vida.
En cierta ocasión, mi
esposo envió el siguiente mensaje a las líderes de la División Juvenil
Femenina, que tan admirablemente se están esforzando en bien del kosen-rufu:
“Por favor, sigan triunfando en la vida basadas en el daimoku; sigan
engalanando de daimoku su vida”.
¡Entonemos siempre
rítmicamente Nam-myoho-renge-kyo, “la mayor de todas las alegrías”,[5] y
avancemos juntas en esta nueva era de las mujeres Soka, enfocadas en la
victoria, la armonía y el optimismo, alentando con bondad a todos los que nos
rodean y dando la bienvenida en nuestro movimiento a un amigo tras otro!
Kaneko Ikeda
Titular honoraria de la
División Femenina de la SGI
NOTAS:
1. Los
escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 1043.
2. World Tribune (Periódico de la SGI de los
EEUU), 11 de octubre de 2013.
3. END, pág. 156.
4. Ib., pág. 1000.
5. The Record of the
Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas
oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 212.
MRS. KANEKO IKEDA’S MESSAGE TO
THE WOMEN’S AND YOUNG WOMEN’S DIVISION
To all my dear women’s division and young
women’s division members around the world, thank you so much for your tireless
efforts to advance kosen-rufu “day by day and month after month” (WND-1, 997).
I receive inspiring letters from members
throughout the world on a daily basis
reporting on the wonderful progress being
made in our movement for kosen-rufu. In every region, together with the
impressive growth of our successors in the youth division and future division,
the dedicated and steadfast activities of you, the women’s division and young
women’s division members, stand out with special brilliance. As a result, my
husband has also lauded your dedication, stating that the new era of worldwide
kosen-rufu is above all a new era of Soka women.
I send you this message as an expression
of my sincere gratitude for your incredibly noble efforts.
First of all, I am happy to report that
my husband continues to enjoy good health and busily devotes his days to working on The
New Human Revolution and other writing projects, while warmly watching over the
many members from throughout Japan
and the world who visit the Soka Gakkai Headquarters complex in Shinanomachi
each day.
He has also been asked to write a
yearlong series of articles for a group of five
regional newspapers in Hokkaido, the northern Japanese island where
the Soka Gakkai’s first and second presidents, Tsunesaburo Makiguchi and Josei
Toda, spent the early part of their youth.
In the first installment (published in
January this year), he recorded his memories of Atsuta, which he visited with Mr. Toda
in 1954. At that time, Mr. Toda said to him: “Beyond this ocean are vast continents...” In that conversation, Mr. Toda entrusted my husband with forging a path
around the world and creating solidarity for peace through the power of
dialogue.
No matter how time goes by, my husband
continues to cherish Mr. Toda in his heart.
He composed the following poem:
Traveling the world
creating history
together with my mentor.
Six decades have passed since Mr. Toda
handed him the baton for worldwide
kosen-rufu in Hokkaido. Steadfastly committed to
fulfilling his vow to his mentor, my husband has spread the Soka movement for
peace, culture, and education around the world.
Today, our movement encompasses 192
countries and territories, and stones
collected from each one of them have been
placed in the base of the altar in the main prayer hall of the newly completed Hall
of the Great Vow for Kosen-rufu. Enshrined in the hall is the Gohonzon, bearing the
inscriptions: “To Be Permanently Enshrined in the Soka Gakkai” and “For the
Fulfillment of the Great Vow for Kosen-rufu through the Compassionate Propagation of the Great
Law.” I am filled with deep emotion at the thought that the lion’s roar of members
of the Soka family chanting before this Gohonzon envelops our planet day after
day.
Recently, sharing her goals and fresh
determinations on being appointed SGI-USA women’s leader, Akemi Bailey-Haynie
proclaimed: “We must win in our homes, in our families, in our jobs, within our
community, and within the SGI organization... We will become the sun that
illuminates everything we touch!” (1)
Mrs. Bailey-Haynie is the daughter of an
African American father and a Japanese mother who survived the atomic bombing of
Hiroshima in
1945. From a young age, she suffered one illness after another, and
also often felt disconnected because she didn’t fit into any ethnic group owing to her mixed
heritage.
After joining her mother in practicing
Nichiren Buddhism, she steadily transformed each trial and obstacle she encountered,
changing poison into medicine, and eventually succeeded in creating a happy and
harmonious family. Out of the belief that peace starts from the human heart, from within the
life of each individual, she has been dedicating herself to the field of humanistic
education, earning a PhD along the way, and making outstanding contributions to American
society.
I was delighted to hear how she is taking
the lead, in beautiful unity with her
women’s leader predecessors, to expand
our joyful movement, while also encouraging the youth of the next generation.
Life is filled with untold difficulties
and struggles. Society continues to change
dramatically, and there is also the
ever-present threat of natural disasters. However, in “The Daimoku of the Lotus Sutra,” a
letter addressed to one of his female followers, Nichiren Daishonin writes: “Myo means to
revive, that is, to return to life” (WND-1, 149).
He promises that no matter what their
circumstances, women who chant
Nam-myoho-renge-kyo can definitely revive
the Buddha nature within their own lives and the lives of others, and show actual
proof of attaining Buddhahood in this existence.
In accord with this teaching of the
Daishonin, Soka women around the world are splendidly actualizing renewal and
revitalization in their lives and their communities.
As one admirable example, members in the Philippines,
where a powerful typhoon caused great destruction and devastation
last year, continue to work together tirelessly with SGI-Philippines General Director
Hisako Alcantara to support relief and reconstruction efforts following the
disaster.
Often when members report to my husband
about their or one of their family members’ struggles with illness, he offers words
of encouragement and good wishes for the person’s (1) recovery, citing various
passages from the Daishonin’s writings. One passage he frequently quotes is
from “On Prolonging One’s Life Span” [addressed to the lay nun Toki]: “When I
prayed for my mother, not only was her illness cured, but her life was
prolonged by four years. Now you too have fallen ill, and as a woman, it is all
the more timely for you to establish steadfast faith in the Lotus Sutra and to
see what it will do for you” (WND-1, 955).
Recently, my husband sent the following
message to a sincere women’s division and Young Mother’s Group member who has been
courageously struggling with illness: “Because you have striven so diligently
in faith until now, you are experiencing the karma of sickness in a much
lighter form and are in fact being protected. You will definitely be able to
overcome it. In order to make a breakthrough, please chant and pray with even
stronger resolve. My wife and I will continue chanting for you, too.”
My husband and I are always praying above
all that our members everywhere will enjoy long, healthy lives and always be
safe and secure.
Nothing gives my husband and me greater
joy than seeing a steady stream of young people growing and developing vibrantly
into the future.
In the chapter “Young Seedlings”
(tentative translation) of The New Human
Revolution, my husband shares an episode
related to a musical performance by students at the Tokyo Soka Elementary School in 1978. After a
bright and lively instrumental performance on piano, organ, accordion,
xylophone, and other instruments, my husband, the school’s founder, called to
his side the students who had played the triangle in one corner of the room.
After asking them to show him how to play the triangle, he went on to say to
them: “Although you may be playing in a corner at the back, your instrument is
important for the performance. There’s no need for you to feel small or left
out, or to compare yourself unfavorably to those playing other instruments.”
After this installment of The New Human
Revolution was published last year, one of the triangle players wrote a letter to
my husband expressing her appreciation and renewed determination. She said: “Your
encouragement at that time brought a fresh surge of hope and energy into my life,
especially since I had been feeling down because of my lack of ability and
confidence. I am filled with deep gratitude knowing that you have been watching
over me these past 35 years. I will do my best as a women’s division district
leader to contribute to the welfare of my fellow members and the local community.”
My husband was delighted to receive her
letter and sent the following response: “I am so happy to hear you are doing well,
and proud that you are striving as a women’s division district leader. Please take
care of your health and keep forging ahead serenely, confident that all the efforts you make
based on faith are a source of the greatest happiness. I am praying for your family’s
happiness and well-being.”
Our SGI activities and the bonds we share
as members of the Soka family are the epitome of genuine human harmony,
creating an environment where we can learn from and encourage one another as fellow human
beings who are all equally precious and irreplaceable. Our SGI districts and
local communities, which form the front lines of our activities for kosen-rufu, can be
regarded as the wonderful stage upon which we each proudly sing a joyful ode to life and
together perform the music of happiness and harmony.
I have heard that, in Europe
as well, the Buddhist teaching that the lives of all people are endowed with
the supremely noble Buddha nature is imparting great hope.
In her capacity as SGI-Europe Women’s
leader, Suzanne Pritchard has had the opportunity to speak with many members
and non-members. She notes that while people have different problems—some
struggling with illness, financial hardship, balancing work and raising a family, or
relationships with coworkers or neighbors, and the like—on a deeper level many of them
seem to share a common tendency to doubt whether they really have the power to
change their lives through their own efforts.
Listening sincerely to each person’s
concerns, she talks to them about the Buddhist philosophy of human revolution and warmly
assures them that they can indeed change their lives.
The Buddhism of Nichiren Daishonin is a
wellspring for developing our infinite
inner potential. It is a philosophy of
empowerment for winning over difficulties and creating value in society through the
power of faith. In Europe, in the Americas,
in Asia, in Oceania, and in Africa,
we are seeing more and more people practicing and studying this great philosophy of infinite hope.
This year, which marks the 100th
anniversary of the start of World War I, let us joyfully and confidently engage in
dialogue and share our convictions with an even stronger determination to contribute to
peace.
You, our young women’s division members,
are destined to open the gateway to the future for worldwide kosen-rufu. As such,
it is my dearest hope that during the time of your youth, when you can engage in SGI
activities freely to your hearts’ content, you will accumulate immense good
fortune that will serve as the foundation for your lifelong happiness.
Encouraging young women’s division
leaders making dedicated efforts for
kosen-rufu, my husband has said: “Please
continue to lead triumphant lives based on daimoku, adorning your lives with
daimoku.”
As we continue to resonantly chant
Nam-myoho-renge-kyo, the “greatest of all joys” (OTT, 212), let us warmly encourage all
those around us and, welcoming one new friend after another to our movement,
advance victoriously together into the new era of Soka women in harmony and
good cheer!
Kaneko Ikeda
SGI Honorary Women’s Leader
(1) World Tribune, October 11, 2013
FECHA: 31 de enero 2014
MEMO NO: ORG-004a
DISTRIBUIR A: Capítulo través de Líderes de capítulos, territorios,
zonas y oficinas Territorios.
DE: Akemi Bailey-Haynie Líder de la SGI-USA División Mujeres, Arlen
Vidal Líder Líder de la SGI-USA División Mujeres Jóvenes.
ASUNTO: Mensaje de la señora Kaneko Ikeda a la División Mujeres y
a la División de Mujeres Jóvenes. (En Español y Coreano)
Por favor, adjuntamos el mensaje de la señora Kaneko Ikeda dirigido
a la División Mujeres y la División Mujeres Jóvenes de la SGI USA.
¡¡Muchas Felicidades !!
Las animamos a compartir este maravilloso mensaje en las
reuniones de diálogo o reuniones adecuadas durante todo el mes de febrero.
¡Muchas gracias!