“MANIFESTAR LAS CUALIDADES DE LA LEY”. LOS SABIOS NO VIVEN A MERCED DE LOS OCHO VIENTOS. (WND)
Los sabios merecen ese
nombre porque no viven a merced de los ocho vientos: prosperidad, decadencia,
deshonra, honor, alabanza, censura, sufrimiento y placer.
No los exalta la
prosperidad ni los aflige la decadencia. Las deidades celestiales sin falta
protegerán a aquel que no se incline ante los ocho vientos.
Los ocho vientos, Los
escritos de Nichiren Daishonin pág 834.
Esta frase de Nichiren,
indica que los sabios no se dejan influenciar por la alabanza ni por la
censura, ni por los vaivenes de la opinión pública.
En otras palabras,
debido a que el corazón actúa de modo prodigioso, es muy importante la forma en
que una persona interpreta sus circunstancias; por ello, debemos tratar de
tener la mayor claridad espiritual y mental.
En el budismo se dice
que la persona de mente perturbada distorsiona lo que escucha, por muy
lógicamente que sea expuesta la verdad.
Las circunstancias
cambian constantemente. Una gran misión no prosperará si quienes son
responsables de ella se preocupan por la popularidad o por las críticas del
mundo. De hecho, la avaricia, la ira y la estupidez a las cuales son proclives
todos los seres humanos obstruyen el verdadero progreso.
La sociedad requiere una
cooperación armoniosa y un punto de vista amplio. Sin embargo, tal como asevera
el Daishonin en esta carta, la persona verdaderamente sabia debe trazarse sus
objetivos en bien de la felicidad de cada persona y del Kosen rufu, aplicando
el poder de la fe y su mayor esfuerzo de forma incesante para lograrlos.
Para el budismo, el
“estado de vida” es una cuestión esencial.
Nuestra filosofía no
observa al ser humano en función de su raza o pertenencia étnica. Tampoco tiene
en cuenta su nivel de formación académica o su posición social. La mirada se
centra, exclusivamente, en el estado de vida o en la condición en que se
encuentra su corazón.
El destinatario de esta
carta fue Shijo Kingo, quien despertó la envidia de sus compañeros de trabajo
debido a su excelente desempeño profesional, por lo que fue perseguido,
difamado y empujado a terribles circunstancias.
Al respecto, en este
escrito el Daishonin se refiere esencialmente a la condición de vida de Shijo
Kingo y al principio que enseña que la sabiduría proviene de la fe.
En este mismo escrito aparece la frase: “Tiene que tomar
conciencia de dónde yace el verdadero problema y actuar con precaución.”
Cuando las personas
están bajo el peso del conflicto, tienden a hacer un gran problema de las cosas
más pequeñas. Lo mismo podemos decir de las naciones.
Los asuntos más triviales bastan para hacer fluctuar a los
individuos de la alegría a la tristeza. Entonces, la vida se torna inestable
emocionalmente, y este ir y venir entre la dicha y el pesar, esta estrechez de
miras, genera un profundo sufrimiento.
El año antes de redactar esta carta, en junio de 1276, en el
célebre escrito “Felicidad en este mundo”, el Daishonin también orienta a Shijo
Kingo de manera semejante: “Aunque surjan problemas mundanos, jamás deje
que estos le perturben.”
Cuando las cosas nos son
favorables, pensamos que solos podemos con todo, pero la vida está llena de
obstáculos y de imprevistos y cuando éstos aparecen comprendemos que no podemos
aislarnos de los demás, entonces vamos en busca
del aliento y del apoyo mutuo. Es especialmente importante que
mantengamos estrecho contacto con personas sinceras y esperanzadoras. Así, no damos
opción a las funciones destructivas de penetrar en nuestra vida. El aliento y
el apoyo mutuo pueden ser una fuente para manifestar una gran fortaleza.
Nichiren Daishonin hizo
todo cuanto estuvo a su alcance para apoyar y proteger a sus discípulos, les
transmitió el espíritu de la fe para enfrentar y superar los obstáculos y a
través de su comportamiento les demostró el tremendo poder de la Ley Mística.
Mantuvo una relación
especialmente estrecha con Shijo Kingo, a quien envió muchas cartas en las cuales
le ofrecía aliento y orientación.
También le enseño a ser
un hombre de sabiduría, inmune a al influencia de los ocho vientos, ya que la
enseñanza del Budismo se manifiesta en la conducta de los creyentes.
El Daishonin le
transmitió a Kingo la esencia de la conducta humana, y su orientación era minuciosa
y sincera en las más diversas cuestiones. “No pierda los estribos!”, “¡Manténgase
siempre alerta!”, “¡Cuídese de los accidentes!”, “¡Anticípese siempre a los
hechos!, “Si va a beber, tenga prudencia”, “¡Valore y reconozca a sus
compañeros de fe”, “No reprenda a las mujeres!”, “!respete a los demás!”.
Con audacia, le mostró a
Kingo que no hay estrategia más poderosa que la del Sutra del Loto. Le manifestó:
“El corazón es lo más importante”, y “Un cobarde no puede obtener respuesta a
ninguna de sus oraciones”.
Tanto la ignorancia
(ilusión) como la naturaleza del dharma (iluminación) son inherentes a nuestra
vida. En “La entidad de la Ley mística”, el Daishonin dice que cuando
comprendemos que nuestra vida está dotada de la ignorancia así como de la
naturaleza de Buda, podemos reconocer la ilusión relacionada con el mal,
descartarla y basarnos en la naturaleza del dharma. Esto significa,
específicamente, basarnos en la oración y en la fe en el Sutra del Loto y con
nuestro comportamiento manifestar en la vida cotidiana las cualidades del estado
de vida de la Budeidad.
Una fe firme en la Ley
es el medio maravilloso mediante el cual las personas cuya vida se ven oscurecidas
por la ilusión, pueden tomar contacto con su Budeidad inherente y revelar este
estado que es inseparable de la naturaleza del dharma.
Todas nuestras
actividades parten de creer en la naturaleza de Buda de todas las personas. Así
y todo, esto no se refiere a algo especial alejado de la vida diaria; se trata
de que seamos fieles a nosotros mismos. Lo importante es creer en nuestro potencial,
esforzarnos por revelar nuestra naturaleza de Buda, crecer como seres humanos,
ser felices sin falta... y ayudar a que otros también lo consigan.
La clave para que
florezca el humanismo pregonado en las enseñanzas budistas es la absoluta convicción
en la bondad esencial del ser humano y la dedicación a cultivar esa bondad,
tanto en uno mismo como en los demás. Esta forma de vivir es lo que el Daishonin
denomina “la conducta de un ser humano”.
¿De qué manera
específica, entonces, le indicó a Shijo Kingo cómo ser sabio? En síntesis, le orientó
acerca de su “comportamiento como ser humano”, con énfasis en apreciar a las
personas que tenía a su alrededor y en controlar su carácter impulsivo.
Lo importante es enfocar
firmemente la mirada en nuestras propias debilidades, en lugar de huir de
ellas; transformarlas y establecer una identidad sólida, que nada pueda
perturbar o afectar.
A través de enfrentar y
derrotar nuestras tendencias negativas y destructivas podemos consolidar una fe
poderosa.
La vida está llena de
altibajos. Sin embargo, los beneficios que acumulamos en lo profundo de nuestra
vida cuando nos basamos en la Ley son indestructibles, en cualquier
circunstancia. En épocas difíciles, necesitamos perseverar tenazmente, con
profunda convicción en este hecho invariable.
Las dificultades templan
y pulen nuestra vida; por eso ésta puede resplandecer de buena fortuna y
beneficios. Ninguna piedra preciosa – ni siquiera la más grande – refulge y
destella hasta que no se la pule y se la talla. Lo mismo se aplica a la vida
humana.