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Daisaku Ikeda y Arnold Toynbee, junto al Dr Yamazaki. Londres 1972. | | | |
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Amold
J. Toynbee, historiador británico, conocido por sus Estudio de la Historia y otros trabajos fundamentales y Daisaku Ikeda, filósofo japonés que desarrolla una destacada labor
en defensa de la paz mundial, sostuvieron poco antes de la muerte del profesor
Toynbee, verbalmente y por correspondencia, este importante diálogo sobre
algunos problemas esenciales de la vida contemporánea.
Los dos pensadores se
reunieron en Londres y su conversación duró varios días. Este fragmento del
primer capítulo del libro Escoge la Vida, trata sobre aspectos relacionados con
Jung, el inconsciente y la psicología analítica en general.
EL INCONSCIENTE.
Ikeda: En el estudio de la psiquis humana
los procesos mentales conscientes (la percepción, el pensar, los procesos
volitivos) fueron desde hace mucho objeto de la consideración filosófica. A mi
juicio, todas las filosofías occidentales se han concentrado en el estudio de
la conciencia. Pero la conciencia no es la única parte de la vida psíquica
humana.
Toynbee: Estoy de acuerdo; la conciencia es
tan sólo la superficie manifiesta de la psiquis. Es como la parte visible de un
iceberg cuyo grueso está sumergido.
Ikeda: Por eso creo que una imagen total de la vida y de la psiquis
humanas es imposible si no se presta atención a la esfera del inconsciente que
se extiende detrás de todos los actos, pensamientos y deseos del hombre.
Toynbee: El inconsciente es la fuente de
intuiciones que pueden inspirar al pensamiento racional; pero el espíritu no
puede llegar a esas intuiciones si limita su actividad al nivel consciente. Se
reconoce que algunos descubrimientos científicos que pueden expresarse en
términos lógicos y verificarse mediante el experimento tuvieron su origen en
intuiciones no lógicas e inverificadas que emergieron a la conciencia desde el
inconsciente.
Ikeda: Grandes descubrimientos científicos,
lo mismo que las creaciones de grandes artistas, son el fruto de tales
intuiciones.
Toynbee: El inconsciente es indudablemente la
fuente de la poesía y de las concepciones religiosas. Es también la fuente de
todas las emociones e impulsos. Los juicios éticos que formulamos en el plano
de la conciencia distinguen las emociones e impulsos buenos y malos. Cuanto más
profundo sea el grado en que logremos llevar nuestra conciencia hacia el
inconsciente, tanto mayor es nuestro control consciente sobre nuestras
emociones e impulsos. El control consciente nos permite someter aquellos
productos del inconsciente que juzgamos malos y nos permite desarrollar los que
juzgamos buenos. Por eso creo que es sumamente importante que exploremos las
profundidades inconscientes de la psiquis humana para reducir al mayor control
consciente posible esas emociones y esos impulsos. Es esta una actividad
espiritual provechosa aunque difícil de realizar. El inconsciente es como aquel
mítico dios marino de los griegos, Proteo. El inconsciente trata de evadir todo
control, se esfuerza por sacudirse ese yugo cuando se lo ha sometido a control
y dispone de sutiles medios para vengarse de la conciencia cuando ésta lo ha
dominado y para desatarse de nuevo si logra evadir ese control.
Ikeda: El primer hombre que aplicó los
métodos de las ciencias naturales para explorar el inconsciente fue Sigmund
Freud. Naturalmente, estimo que su obra es muy valiosa como la de otros hombres
de ciencia de fines del siglo XIX. Pero ya en tiempos muy antiguos, estudiosos
budistas de la India habían penetrado en las profundidades de la psiquis humana
por debajo del plano de la conciencia.
Toynbee: Convengo en que el descubrimiento y
exploración de las profundidades inconscientes de la psiquis, que en el
Occidente comenzó sólo en la generación de Freud, se iniciaron en la India, por lo
menos en época tan temprana como la de la generación de Buda y sus
contemporáneos hindúes, es decir, por lo menos dos mil cuatrocientos años antes
que Freud. El intento occidental moderno de indagar y dominar el
inconsciente no ha progresado aún más allá de una fase temprana e ingenua. Los
hindúes y los budistas estuvieron llevando a cabo esta indagación durante un
tiempo mucho más prolongado y, avanzaron mucho más que los occidentales. Éstos
tienen mucho que aprender de la experiencia india y asiático oriental en este
terreno. En mis libros y artículos procuré repetidas veces llamar la atención
de mis lectores occidentales sobre este hecho, como parte del intento de toda
mi vida de contribuir a que el hombre moderno se despoje de su creencia
ridículamente errónea de que la civilización occidental moderna es superior a
todas las otras y que las ha aventajado en todo.
Ikeda: Comprendo y respeto sus sinceros
esfuerzos en este sentido. Dos de los principales pensadores de la escuela
india de filosofía conocida como Vijnanavada, Asanga y Vasubandhu (ambos del
siglo IV de la era cristiana), agregaron nuevos conceptos a los seis sentidos
que se reconocían en esa época.
Los
seis sentidos tradicionales eran la vista, el oído, el olfato, el gusto, el
tacto y un sexto que controla y unifica las funciones de los otros cinco. Los conceptos que
agregaron estos grandes pensadores fueron la facultad de entendimiento en el
pensamiento profundo (manas -vijnana-) y una facultad que permite penetrar más
profundamente en la naturaleza de la vida (alaya-vijnana).
El séptimo sentido, la facultad de entendimiento o de razón,
supone la especulación profunda; cae dentro de esta categoría el yo de
Descartes en su "Pienso; luego existo". En general los filósofos
occidentales siguieron esta línea de pensamiento; pero Vasubandhu fue algo más
lejos y descubrió el octavo sentido, en virtud del cual logró penetrar más
profundamente y sin ilusiones en la naturaleza de la vida humana. Chih-i (siglo
VI de la era cristiana), apoyándose en el pensamiento de Vasubandliti,
descubrió un noveno sentido (amala-vijnana) con el cual el hombre llega a la
entidad espiritual última que activa todas las otras operaciones psíquicas, El
pensamiento de Chih-i fue la simiente de la cual brotó el budismo Tien-tai. Me
he referido brevemente a estos pensadores para hacer notar que desde épocas
antiguas los budistas intentaron comprender esas zonas profundas de la vida que
se extienden más allá del -mundo de la conciencia.
Toynbee: está claro que los esfuerzos de esos
hombres produjeron importantes resultados, pero creo que ni siquiera la
superficie consciente de la psiquis (que es relativamente comprensible) puede
comprenderse plena y realmente si no se la considera como una mera parte de un
todo psíquico indivisible, en el que las profundidades del inconsciente dominan
la superficie consciente, aunque se ignoran o no se perciben esas profundidades
inconscientes. El valor de llevar a la conciencia las profundidades
inconscientes o por lo menos sus estratos superiores radica en que al adquirir
conciencia de esas profundidades, podemos controlamos en lugar de ser
controlados por ellas sin que lo advirtamos. Creo que el filósofo budista hindú
Vasubandhia y el filósofo budista chino Chih-i penetraron en los estratos
inferiores del inconsciente (el vocablo espacial inferior es inapropiado y
podría, confundir, pero el vocabulario espacial usado metafóricamente es el
único vocabulario de que disponemos para describir fenómenos psíquicos).
También creo que el estrato último de, abismo inconsciente de la psiquis humana
es idéntico a la realidad última que alienta detrás de todas las
manifestaciones del universo.
Ikeda: Sospecho, que lo que usted llama la
realidad última que alienta en todo el universo corresponde a lo que el
pensamiento budista llama la fuerza, vital universal, que es la fuente de todos
los fenómenos del universo, Pero vayamos a un plano más concreto: me gustaría conocer
su opinión sobre los métodos empleados en la exploración de los fenómenos
psíquicos. La indagación de este especial terreno del espíritu humano se vio
estimulada por el desarrollo del psicoanálisis freudiano y de la psicología
profunda. Las numerosas ramas de la
psicología pueden clasificarse en dos grupos principales. Uno está representado
por la psicología de lo consciente que estudia el nivel consciente de la psiquis
humana. El otro es la psicología
profunda que estudia tanto el nivel consciente como el nivel inconsciente de la
psiquis, pero que excluye todos los fenómenos que no son susceptibles de ser
verificados objetivamente.
Toynbee: El estudio occidental moderno de la
psiquis humana es mucho más reciente que el estudio occidental del aspecto
físico e inanimado del universo fenoménico. El método científico occidental que
se elaboró para estudiar el aspecto físico de los fenómenos alcanzó
extraordinario éxito en su campo de acción propia. El método adquirió un
prestigio tal que se lo aplicó sin reservas al estudio del aspecto psíquico de
los fenómenos cuando por fin el Occidente también comenzó a estudiar este
aspecto. Como ya dijimos, los budistas y
los hindúes comenzaron a estudiar la psique en la India unos dos mil
cuatrocientos años antes que los occcidentales, y en la India ese estudio
no se llevó a cabo de acuerdo con un método anteriormente bien establecido en
el estudio del aspecto físico de los fenómenos. El enfoque hindú, no físico, de
los fenómenos psíquicos me parece más promisorio. El intento occidental moderno
de establecer una ciencia de lo psíquico según el modelo de una ciencia física
ya existente puede hacer que la ciencia psíquica corra el peligro de
extraviarse por obra de una falsa analogía. Es probable que el estudio de los
fenómenos psíquicos se aproxime más a la verdad si se analizan, a la manera
hindú, de acuerdo con una orientación propia e independiente que contenga a la
naturaleza del objeto de estudio.
Ikeda: Así es. Los planos profundos de la
vida humana son fundamentalmente diferentes, por su naturaleza, de las
manifestaciones que se dan en la superficie, Esos planos profundos trascienden
el tiempo y el espacio y, por eso, los intentos de medirlos mediante los
ordinarios criterios espaciales y temporales probablemente no nos aproximen a
la verdadera naturaleza de la fuerza vital misma. En consecuencia y como usted
dice, parece que el método hindú de introspección puede llegar a un
conocimiento más correcto que los intentos de conjeturar sobre los fenómenos
psíquicos profundos empleando los métodos que se usan para analizar los
fenómenos conscientes.
Me referí brevemente a las dos corrientes principales de la
psicología moderna pero en años recientes se han desarrollado varias nuevas
escuelas de pensamiento que tratan de ir más allá de los límites de la
psicología tradicional. Una de esas corrientes es la parapsicología, que se
concentra en la indagación de fenómenos supranormales, como la telepatía, la
clarividencia, la psicokinesis y el preconocimiento. Si bien varios
experimentos realizados en este terreno resistieron las pruebas a que los
sometieron concienzudos hombres de ciencia, muchos experimentos no fueron otra
cosa que fraudes. Algunos fenómenos supranormales pueden explicarse enteramente
por acción de estratos profundos del inconsciente, sin que sea necesario
atribuirlos a funciones perceptivas supuestamente extrasensoriales.
Toynbee: Por cierto que hubo bastante fraude
en algunos experimentos occidentales modernos en lo tocante a la exposición y
observación fenómenos psíquicos. Probablemente el fraude sea más fácil de
practicar en las investigaciones psíquicas que en las investigaciones físicas;
sin embargo, creo que la mayor parte de los actores y observadores de tales
fenómenos obró de buena fe, aun en los casos
en que las explicaciones de los fenómenos no resultaron convincentes. Creo que
esto puede decirse no sólo de la exploración Occidental moderna del
inconsciente, sino que también puede decirse del yoga hindú y del chamanismo
siberiano.
Ikeda: Aparte de los casos fraudulentos o
carentes de significación, se han dado fenómenos que no pueden explicarse sino
con referencia a algo supranormal. Sería un error desechar la parapsicología en
su totalidad. El hipnotismo, que era considerado antes un fraude, no una
ciencia, ha llegado a establecerse ahora como un vigoroso método de
psicoterapia. Desde luego, las teorías parapsicológicas deben someterse siempre
a severas pruebas de verificación. Otra escuela de pensamiento que va aun mucho
más lejos que la parapsicología en el terreno de la investigación psicológica
es el espiritismo, que estudia la supuesta existencia de las almas. Sin guardar
la menor relación con la ciencia positiva, el espiritismo ha llegado a
convertirse en lo que podría llamarse un credo religioso. ¿Qué opina usted
sobre estos enfoques de la psicología humana?
Toynbee: Creo que todos los fenómenos
observables son fenómenos normales. A mi juicio, los llamados fenómenos
supranormales, que constituyen el objeto de estudio de la parapsicología, son
en verdad fenómenos normales de un tipo raro o bien son fenómenos comunes que
se han pasado por alto y descuidado hasta recientemente en el mundo occidental.
Yo mismo fui testigo directo de una comunicación telepática que, lo sé, fue genuina.
Supongo que todos los seres vivos se comunicaron siempre entre sí
telepáticamente y que aun después de haberse inventado el habla humana, los
hombres continuaron comunicándose entre sí telepáticamente, además de hacerlo
por la palabra oral o escrita.
Ikeda: Las conclusiones sobre
estos fenómenos supranormales son importantes y, por lo tanto, es necesario
llegar a ellas. Pero estimarlos excesivamente y considerarlos como el resultado
místico de alguna fuerza sobrenatural puede tener nefastas consecuencias.
Primero, puede hacer nacer conceptos erróneos y fomentar prácticas
fraudulentas. Segundo, y esto es más grave, puede obstruir el camino que
conduzca al descubrimiento de conocimientos exactos y seguros sobre tales
fenómenos. Pero, por otro lado, si las conclusiones sobre estos fenómenos
son sometidas a una crítica excesivamente severa, quedarán desalentados todos
los esfuerzos para penetrar en esos fenómenos. Y esto a su vez podría sofocar
capacidades y posibilidades humanas hasta ahora inexploradas. Dice usted que
los llamados fenómenos supranormales son en verdad normales. Coincido con usted
en este punto. Cuando se descubra el nexo de causa y efecto que relaciona a las
cosas que hoy se consideran supranormales atendiendo a los resultados de los experimentos
parapsicológicos, esas cosas mismas, probablemente serán consideradas como
normales.
El mundo de los animales ofrece numerosos ejemplos de facultades
aparentemente sapranormales, como ser el instinto de orientación de algunas
aves y la capacidad de recorrer enormes distancias en sus migraciones, que hoy
la ciencia explica con toda claridad. Si fueran sometidos a cuidadosas
observaciones y experimentaciones, los fenómenos supranormales también podrían
ser quizá igualmente explicables. Muchas intenciones e ideas de los seres
humanos se comunican mediante palabras, pero hay casos en que no se usan las
palabras. Los pueblos orientales asignan gran importancia a la comunicación que
tienen entre sí los aspectos espirituales de los seres humanos. Este tipo de comunicación (llamado ishindenshin en japonés) se realiza sin
necesidad de palabras. Presumo que corresponde a lo que ustedes llaman
telepatía. Me parece que equivocadas maneras de desarrollar esta oculta
capacidad humana, o de no desarrollarla en modo alguno y despreciarla, lo cual
da ocasión a que se atrofie, han impedido que se manifestase de la manera
comprensible en que podría haberlo hecho. Algo muy parecido ha ocurrido con la
intuición. En general la intuición suele apreciarse algo menos que la razón, y
la intuición misma se ha ido desacreditando a medida que se revelaron como
erróneas ciertas conjeturas intuitivas.
Como no
resulta claro su modo de operar, la intuición suele condenarse apresuradamente
por considerársela no científica. Pero
esa actitud que condena a la intuición entraña el peligro de que el hombre se
apoye exclusivamente en la razón y sacrifique así su facultad de intuir. La conciencia de
nivel profundo trasciende la razón y puede obrar con gran agudeza, rapidez y
exactitud. Aunque esta, capacidad es inherente a la vida misma, el desarrollo
de la civilización humana la ha debilitado. Como consecuencia de este proceso
el hombre ha llegado a creer que puede obrar satisfactoriamente aun cuando
permanezcan inactivas sus capacidades conscientes profundas.
En
otras palabras, la conciencia humana superficial, especialmente la razón,
sofocó a la conciencia humana profunda.
Toynbee: Hay una tendencia a que una facultad más antigua se
atrofie cuando otra nueva la complementa. Y esta es una circunstancia
desdichada, porque la nueva facultad rara vez cumple todas las funciones de la
vieja aunque puede llevar a cabo más eficazmente algunas de las funciones de
ésta y aunque también pueda cumplir nuevas funciones que la facultad más antigua
nunca desempeñó ni podría desempeñar.
Por
ejemplo, entre las personas que han aprendido a leer y a escribir, se debilitó
la facultad de la memoria, y quizá la facultad de leer y escribir a su vez
sufra por las influencias de la radiotelefonía y la televisión, usadas como
medios de comunicación.
De manera parecida creo yo que el subconsciente queda
parcialmente atrofiado en los seres humanos por obra de los logros de la
consciencia que aportaron la razón y la cultura. Podemos observar el mismo
proceso en la esfera de la técnica de las comunicaciones en general.
Los canales fueron puestos fuera de acción por los ferrocarriles,
los ferrocarriles por las grandes carreteras de alta velocidad, los buques por
los aviones, los servicios postales por los teléfonos. Sin embargo, los nuevos
instrumentos no cumplen todas las funciones de los viejos a los que han
arruinado. En la esfera material y en la esfera espiritual los progresos
parecen adquirirse al precio de pérdidas que tal vez no podamos permitimos.
RAZÓN E INTUICIÓN.
Ikeda: La razón y la intuición se
complementan recíprocamente, por cuanto la razón presupone la función de la
intuición, y ésta es rectificada y clarificada por la razón, El repetido
ejercicio de la facultad de la razón puede sistematizar y clarificar el saber
adquirido a través de la intuición. Mientras la razón adopta generalmente el
enfoque analítico y resuelve complicadas cuestiones analizándolas en sus
simples elementos constitutivos, la intuición aprehende un objeto como totalidad
y penetra directamente en su naturaleza esencial. Aunque parezca que estos dos
aspectos se oponen el uno al otro, yo pienso que están estrechamente
relacionados y que los dos ejercen poderoso efecto en el saber humano,
Toynbee: Los datos de la percepción sensorial
constituyen la materia prima de las hipótesis científicas. Una hipótesis es un
intento de explicar tales datos. A la hipótesis debe seguir la verificación.
Hay dos
pruebas de verificación que deben aplicarse a la hipótesis. Una de ellas es racional.
¿Es compatible la hipótesis que se está considerando con otras hipótesis y, en
general, compatible con el conjunto total de conocimientos provisionalmente
aceptados? La segunda prueba de verificación consiste en cotejar la serie de
fenómenos en virtud de los cuales se ha sugerido la hipótesis. ¿Explica
satisfactoriamente la hipótesis estos fenómenos? ¿O hay algunos fenómenos que
son incompatibles con ella? Por cierto que una hipótesis nunca puede llegar a
demostrarse como correcta de una manera concluyente y definitiva. En efecto, nunca
podemos estar seguros de que sea completo nuestro inventario de todos los
fenómenos. En cualquier momento del futuro, podemos descubrir un fenómeno que
no hubiera sido observado antes por nosotros. Y el fenómeno recién observado
podría no ser compatible con la explicación hipotética aceptada hasta entonces
de la determinada serie de fenómenos. Un solo caso que no se ajustara a la
explicación bastaría para desacreditar la hipotética explicación de toda la
serie de, fenómenos a que pertenece.
¿Cuál es la fuente de las hipótesis? Los datos de la percepción
sensorial no nos ofrecen hipótesis. Las hipótesis no son datos, son
explicaciones de datos. Tampoco es la razón la que nos ofrece las hipótesis.
Nuestra facultad de razonar examina y critica las hipótesis, pero no las
engendra. La razón no puede entrar en acción hasta que no tenga una hipótesis
en la cual ejercitarse. La razón y la percepción sensorial obran en el nivel
consciente de la psique. Las hipótesis nos son presentadas por la intuición que
aflora a la conciencia desde las profundidades inconscientes. La conciencia
recibe las intuiciones del inconsciente. La razón y la percepción sensorial no
son facultades creadoras. La actividad creadora de la psiquis humana corresponde
a la intuición cuya fuente es el inconsciente.
lkeda: Lo que usted acaba de decir explica
muy claramente las actividades de los grandes creadores espirituales del mundo,
tanto de los hombres de ciencia como de las figuras religiosas. Sólo la intuición
puede aprehender esferas en las que la razón no es capaz de penetrar. Pero,
posiblemente a causa de su naturaleza subjetiva, una intuición errónea puede
conducir a la complacencia.
Es necesario verificar con medios racionales la validez de cosas percibidas
intuitivamente. Si damos un paso más adelante en este proceso, comprobamos que
tenemos necesidad de un saber que se da en un nuevo plano en el cual la razón y
la intuición se complementan recíprocamente. Ese saber podría llamarse
intuición racional o razón intuitiva.
Los casos de algunos de los grandes innovadores en el terreno de
la física ilustran bien lo que digo. La teoría de la relatividad de Einstein y
el descubrimiento de las leyes de la gravedad de Newton, fueron el fruto de la
intuición de dos genios. Pero en ambos casos una inmensa meditación racional
precedió al momento intuitivo.
No es posible considerar las grandes visiones de esos hombres
como semejantes a las ideas fortuitamente brillantes que todos nosotros
concebimos de cuando en cuando, Desde el punto de vista de una tercera parte,
una verdad a la que se llegó a través de la intuición es una hipótesis que hay
que demostrar. Pero evidentemente no es éste el caso del hombre que llegó a una
verdad intuitiva como resultado de un intenso trabajo de meditación racional.
Lo que
quiero decir es esto: la intuición que se da en casos de esta índole no es una
intuición fortuita, sino que es lo que he llamado intuición racional.
Toynbee: Comprendo su punto de vista y creo que está bien fundado.
Pero debemos recordar que tanto el nivel consciente como el nivel inconsciente
se extienden en un plano horizontal entre seres humanos y hasta en sociedades
humanas enteras.
Como la percepción sensorial y la razón obran en el nivel consciente, diferentes
seres humanos pueden comparar las anotaciones que han hecho sobre lo que
perciben y sobre la manera en que razonan. Esos hombres pueden llegar a
descripciones comunes de los fenómenos y a conclusiones comunes en su modo de
pensar. Llamamos objetivas a estas descripciones y conclusiones comunes, con lo
que queremos significar que no son opiniones privadas ni pensamientos
peculiares de un individuó solitario. Pero no tenemos manera de saber si esos
contenidos comunes de la conciencia son objetivos en el sentido de ser genuinos
y exactos reflejos mentales de la realidad en sí. Podrían ser tan sólo
alucinaciones en masa. Algunas intuiciones son subjetivas en el sentido de ser
peculiares de un determinado individuo, de suerte que esas intuiciones
individuales pueden no ser convincentes para otras personas. Tales intuiciones
no son evidentes por sí mismas para todos los espíritus y, sin embargo, pueden
conquistar adeptos. Las intuiciones individuales de los hombres de ciencia, de
los poetas y de los profetas religiosos son de este género. En la medida en que
se lo ha explorado hasta ahora, el inconsciente parece estar compuesto de una
serie de diferentes estratos psíquicos. Parece que existe un estrato por debajo
del nivel de la intuición individual, en el cual el inconsciente engendra mitos
de la clase de lo que C. G. Jung llamó "imágenes primordiales". Lo
mismo que nuestras operaciones mentales del nivel consciente, estos mitos son
comunes a todos los seres humanos. Idénticas imágenes primordiales se manifiestan
en los ritos y en el folklore de muchos pueblos muy diferentes, así como se
manifiestan en refinadas novelas y piezas de teatro escritas por representantes
de diferentes civilizaciones de diferentes lugares y tiempos. Esas imágenes
primordiales llevan una gran carga de energía psíquica y tienen fuerza
arrolladora. A veces se imponen a la voluntad consciente y hacen que las
personas obren de maneras contrarias a sus intenciones deliberadas.
Ikeda: Presumo que las imágenes primordiales
de Jung son lo que a veces se llama espíritu colectivo, lo cual significa que
en las partes íntimas y profundas del espíritu de cada individuo tiene su
asiento el depósito de experiencias que se han transmitido de generación en
generación desde que el hombre apareció en la tierra. Esas experiencias son
comunes a todos los pueblos, aunque en general permanecen sumergidas. Si bien
es lícito asignar la religión a la esfera de las intuiciones, la religión que
se apoye tan sólo en la intuición no será una religión convincente. Sólo
iluminado por la luz de la razón puede tener verdadera vida el conocimiento
intuitivo de la religión, En este sentido, insisto en que la intuición debe ser
intuición racional, y análogamente, porque creo que la razón debe contar con el
apoyo de la intuición, insisto en que es necesaria una razón de tipo intuitivo.
Toynbee: Creo que la ciencia y la religión toman sus
intuiciones tanto del estrato individual como del estrato universal del
inconsciente. En este sentido, las hipótesis del hombre de ciencia son
afines a las visiones del profeta religioso, sólo que los hombres de ciencia
son más rigurosos que los profetas en cuanto a someter a prueba sus intuiciones
en el terreno de la conciencia. Los profetas religiosos se inclinan a dar
respuestas dogmáticas a las cuestiones fundamentales sobre la naturaleza del
universo y sobre la significación de la vida humana. Esas cuestiones
fundamentales, que se plantean la mayoría de los seres humanos en una u otra
fase de su vida, no pueden recibir respuestas verificables, pues esta
posibilidad está más allá de la capacidad del espíritu humano. Sin embargo,
esas cuestiones fundamentales se presentan a nuestro espíritu de manera
sumamente apremiante y exigen insistentemente respuestas. Las respuestas que
dan los profetas religiosos son dogmáticas por cuanto son inverificables. (La significación original de la voz griega
dogma es la de opinión, a diferencia de verdad universalmente reconocida.)
Los hombres de ciencia limitan sus actividades a observar
fenómenos, buscarles una explicación racional y someter a prueba las
conclusiones a que llegaron.
A diferencia de la ciencia, la religión ofrece al hombre un mapa
completo del mundo misterioso en que despertamos a la conciencia y en el que
pasamos nuestra vida. Si bien ese mapa es conjetural, no podemos pasar sin él.
Es una necesidad de la vida. Para nosotros tiene una importancia
práctica mucho mayor que los resultados probados a que llegó la ciencia sobre
la diminuta fracción del universo que es accesible a la indagación científica.
Por supuesto que también la ciencia es una necesidad de la vida, pero la
ciencia que nos es indispensable es una ciencia elemental. Fueron necesarios la
observación científica y el razonamiento para construir las primeras
herramientas paleolíticas, Esa ciencia elemental bastaba para asegurar la
supervivencia de nuestra especie. Los enormes progresos científicos posteriores
fueron superfluos a los efectos de la supervivencia y hasta podrían determinar
que la humanidad llegara a destruirse a sí misma.
Ikeda: En la fase
actual de la historia humana, la religión y la ciencia son, como usted dice,
necesidades de la vida. Como necesitamos de las dos, ellas no deberían oponerse
la una a la otra. En realidad, la ciencia debería fundarse en la religión y la
religión debería comprender la racionalidad científica. Creo firmemente que si
se estableciera una armonía entre la ciencia y la religión este hecho tendría
un efecto revelador en toda la humanidad. En este sentido considero que las
palabras de Albert Einstein: "La ciencia sin religión es coja y la religión
sin ciencia, es ciega", tienen aun mayor importancia hoy que
cuando él las dijo.
Toynbee: La ciencia y la religión no tienen
por qué estar en conflicto, ni deberían estarlo. Son dos maneras
complementarias de enfocar mentalmente el universo y habérselas con él. A la
ciencia no le es lícito invadir el campo de la religión. No podría invadirlo
sin formular pronunciamientos dogmáticos e inverificables, con lo cual se
anularía a sí misma, pues ello supondría abandonar sus procedimientos propios
de verificación. La religión invadió a veces el campo de la ciencia, pero tuvo
que retirarse cuando la ciencia reclamó la posesión de su campo propio. Sin
embargo, esas retiradas dejaron intacto el campo mismo de la religión.
Ikeda: La religión y el enfoque intuitivo
del universo aspiran al bien de la humanidad. Debemos esforzamos por hacer que
todos los seres humanos comprendan el valor de tal enfoque. Si asumimos esta
responsabilidad, podemos explorar las relaciones complementarias de ciencia y
religión para encontrar una manera de que la religión resulte más accesible a
todos los hombres. Como usted dijo, los profetas religiosos se inclinan a
apoyarse exclusivamente en la intuición y a dar respuestas dogmáticas a las
cuestiones fundamentales. En cambio, los hombres de ciencia se limitan a las
explicaciones racionales y a someter a prueba todas las conclusiones derivadas
de esas explicaciones. Para llegar a explicaciones inteligibles se valen de la
razón humana.
Después de haber reconocido que la naturaleza y el valor de la
intuición y la razón tienen un carácter diferente, estaríamos en condiciones de
construir un puente entre la ciencia y la religión, y de esta manera el hombre
moderno aceptaría más fácilmente, esta última. En otras palabras; tanto la
ciencia como la religión deberían dejar de aferrarse exclusivamente a sus
respectivos campos y deberían aproximarse la una a la otra. Con esto no quiero
decir que una invada la esfera de la otra; por el contrario, cada cual debe
respetar a la otra a medida que se verifique la aproximación, sin embargo, por
más que se acerquen, los métodos de la ciencia nunca podrán invadir la esfera
de la religión.